Muchas veces en nuestra profesión se nos pide solucionar problemas con pocos recursos, en extremadamente poco tiempo y se espera que presentemos soluciones brillantes que no sólo funcionen, sino que también dejen impresionados tanto a jefes como a nuestros clientes y/o usuarios. En esta colección de anécdotas, tanto propias como ajenas, discutiremos que muchas veces llegar a la conclusión de que un problema es imposible de resolver, es que se ha intentado resolver el problema equivocado.