La labor de gestionar la seguridad de una empresa suele ser como bailar sobre el alambre. Hay que permitir que el negocio siga funcionando, estar a la última, proteger lo ya implantado e innovar en cosas nuevas. Eso sí, de forma más eficiente cada año y con menos presupuesto. Todo ello, con el objetivo de no que no pase nada. La conclusión de esto es que al final siempre queda Long Hanging Fruit para que cualquiera se aproveche.