Una serie de homicidios acaecidos en Santiago en un lapso de dos años tiene a la fiscalía y a la Policía de Investigaciones tratando de encontrar a un asesino que no deja huellas, y que ultima a sus víctimas golpeándolas en la cabeza con una vara de madera. Un accidente en uno de los homicidios les da una pequeña pista para acercarse al asesino, la que deja al descubierto un extraño error de identificación del sospechoso, quien según su acta de nacimiento tiene a la fecha ciento cuarenta y cuatro años de edad. Desde ese instante los detectives Saldías y Guzmán, a cargo del caso, hacen uso de todo lo que tienen a mano para intentar capturar al homicida, viéndose envueltos en una extraña historia que a cada instante se aleja más de una investigación convencional.
La aparición de tres cadáveres casi decapitados en diversos puntos de Santiago moviliza a los detectives Guzmán y Jiménez para dar lo antes posible con el psicópata responsable de dichas atrocidades. La única pista con que cuentan es el testimonio de un ebrio que asegura que el primer homicidio fue cometido por un ser alado enorme que usó una de sus garras como arma. Luego de revisar la grabación de una cámara de seguridad y enfrentarse cara a cara con el denominado “ángel negro”, los policías deben recurrir a todos los recursos normales y paranormales disponibles, incluyendo la vara que heredó Guzmán en una serie de homicidios acaecidos ocho meses antes, junto con una suerte de misión sagrada que aún no era capaz de comprender, y que le seguía costando aceptar.
Este libro de bolsillo es la secuela de “La Vara”, siendo imprescindible dicha lectura para seguir el hilo de esta historia. Que la disfruten.