Los antepasados de los aimaras se originaron en las orillas del lago Titicaca en Bolivia, donde formaron pequeñas aldeas que adoptaron las costumbres de la cercana cultura Tiwanacu, la cual se extendió por gran parte del altiplano andino. Los aimaras eventualmente se expandieron por el norte de Chile, donde se establecieron de manera sedentaria en diferentes grupos según habitaran el altiplano o la precordillera.