Se trata de una presentación acompañada de imágenes de cuadros para la empresa CadeGest con el objetivo de felicitar a sus clientes con retazos de la obra.
54. Mirar Miró
Miró pinta el carnaval del arlequín entre los años 1924-25, la técnica
que emplea es óleo sobre tela y mide 66x93 cm.
Esta obra describe un microcosmos reflejo de una fantasía onírica, en
el que se percibe un conjunto de acontecimientos entrelazados.
Es una obra de transición entre la primera etapa mítica-descriptiva y
la posterior, cuyo proceso tiende hacia una simplificación esencial,
simbólica y arquetípica.
Interpretar Miró
Planteo una estrategia en forma de juego sobre la obra de Miró.
Mi aproximación a el carnaval del arlequín se basa en la observación
de los detalles fragmentándolos a modo de calidoscopio.
Metafóricamente entretejo de nuevo el conjunto para extenderlo a través
de CADE hacia diversos confines.
El mediterráneo es el escenario donde surge el poema plástico y es en
el mismo mar y desde la misma cultura donde se refleja la obra.
34 fragmentos, 50 combinaciones y 2 miradas, buscan espectador.
María-José Vela
Licenciada en Bellas Artes
mirar miró
55. Abstracciones poéticas, estados emocionales, alusiones metafísicas,
emociones estéticas, experiencias subjetivas, paisajes anímicos,
espacios de color, composiciones equilibradas, armonía cromática,
energía, materia, constelaciones de signos y de símbolos son algunas
de las descripciones que se me ocurren al observar la obra de
MªJosé.
Pienso que hay un diálogo continuo entre su expresión plástica y su
entorno vital, pues detrás de una técnica sólida y segura se detecta
una pintura intensa y esencial que tiene que ver con las ideas y los
sentimientos, una búsqueda constante de ese algo intangible y
espiritual.
Mª José improvisa, innova e investiga continuamente la materia para
conseguir texturas nuevas, veladuras, transparencias. Las grafías,
que técnicamente dejan entrever la superposición de diversas capas de
pintura, reflejan una cierta gestualización mental en su proceso de
trabajo. Sin embargo su automatismo está siempre filtrado por su
cultura, sus creencias y sus gustos.
Convierte así el impulso de pintar en un acto emotivo, cálido y
humano.
Creo que es precisamente la reivindicación de la calidez en el arte
lo que más me gustaría destacar.
Laura Rossignani
Licenciada en Historia del Arte