Siguiendo el actual proceso de reestructuración pedagógica en la universidad decidí replantearme y cuestionar mi propia forma de interacción con los alumnos y la efectividad en el cumplimiento del objetivo principal. Partí de varias cuestiones: 1. Mi propia experiencia siendo alumna y el condicionamiento que los métodos de enseñanza dieron a mi formación, cuánto aprendí realmente? No hay diferencias entre Colombia y España en el método. 2. Mi formación no me preparó para impartir clases, sino para cuestionar el mundo que me rodea y proponer soluciones a problemas, eso sin embargo me fue provechoso. 3. Cuál es el verdadero objetivo? Que persigo al iniciar un curso cada año con un nuevo grupo de alumnos? Que diferencia supondrá para ellos? Facilitarles la asimilación de conocimientos mediante la propia implicación y ejercitación de capacidades Todo comenzó como veis desde un análisis interno, una introspección a algo que trasciende al exterior
Los alumnos no habían desarrollado ninguna metodología “novedosa”, pero conocían de otras experiencias y había en ellos cierta curiosidad. Se trataba del último curso de carrera, próximos a encontrarse con el mundo empresarial, era la última oportunidad de equiparles con las herramientas necesarias para asimilar el cambio. Poco tiempo disponible Búsqueda de una forma amena de aprendizaje, que no fuera interpretado como “carga”