Dos hombres llamados Joaquín González, un sacerdote y un taxista, mueren el mismo día y llegan al cielo. Dios le da al taxista, conocido por conducir de forma peligrosa, una túnica de oro y vara de platino como recompensa, mientras que al sacerdote, que pasó 75 años predicando, solo le da una bata de lino y vara de roble. Cuando el sacerdote protesta, Dios explica que en el cielo se evalúa por resultados, y aunque el sacerdote predicó durante años, la gente se dormía