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DISCURSO DE MOTIVACIÓN REFLEXIVA N° 10
Por la Conquista del Bienestar en Nuestra Latinoamérica
Por Reynaldo Charres Vargas
Apreciado amigos y amigas:
sí como hoy, en múltiples ocasiones tuve encuentros personales con
numerosos amigos procedentes de toda Latinoamérica, y pude
intercambiar opiniones sobre el futuro de nuestro continente, y toda
conversación se daba en función de dos preguntas: ¿Cómo Conquistar el
Bienestar en la Nueva América Latina? y ¿Será Posible una Mayor Unificación
y Hermandad?. Y cuando hablamos de Latinoamérica, nos referimos a
América Central más el Caribe y América del Sur.
En general, las respuestas siempre fueron optimistas con algunas
excepciones, especialmente de quiénes defienden una patria circunscrita a
sus fronteras físicas y creen en el nacionalismo local como la mejor
representación de una identidad. Es verdad que hay un apego natural a la
tierra donde uno nace, pero también es cierto que debe haber una
proyección ampliada de nuestras relaciones y visiones que nos ayuden a
entender que todos somos integrantes de un inmenso continente unido
geográficamente, en cuyo centro hay seres humanos con valores e intereses
universales que traspasan las fronteras nacionales.
Aunque no lo crean, nuestros países en conjunto podrían conformar una
potencia cultural, siempre y cuando decidan superar la dependencia sumisa
impuesta por modelos foráneos a lo largo de los últimos doscientos años. En
dos siglos de dependencia seguimos mostrando pobreza y hambre en
muchos sectores rurales y urbanos, lo cual prueba que tal sistema no es el
mejor.
De otra parte, los chovinismos han hecho demasiado daño a los pueblos, ya
que agudizan la separación entre unos y otros, asimismo apagan la
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presencia de una visión global del continente. En efecto, hoy no tenemos
ningún plan de desarrollo que involucre a todos los países de habla española
y portuguesa, por lo mismo necesitamos impulsar programas de mutuo
conocimiento con intercambios y actuar en mancomunidad por el desarrollo
de todas las familias latinoamericanas.
Siempre hemos sido receptores e imitadores de realidades lejanas y hasta se
han adoptado creencias modelos de vida foráneos, con frecuencia
pensamos en otros antes que en nosotros, y so pretexto globalización
aceptamos verdades ajenas. Los complejos de inferioridad están presentes
en el imaginario de los hogares, de las universidades, de los empresarios y
también hay entreguismo en los altos niveles gubernamentales.
Soy optimista y creo que el siglo XXI será la centuria de la unión y hermandad
latinoamericana, y ésa postura nos llevará a ser más creativos e inventores
de soluciones para alcanzar un bienestar homogéneo de los 625 millones de
latinoamericanos y caribeños (Dato de CEPAL) que comprende desde Tijuana
en México en el Norte hasta Tierra del Fuego que comparten Chile y
Argentina en el Sur de nuestra región. Son 46 países cuyos pobladores
aspiran construir una sociedad más integrada.
Conquistar el valor humano de un “bienestar” definitivo y democrático
debería ser el mejor motivo y la razón de todos los esfuerzos privados y
públicos. Tenemos las facultades, los conocimientos más una realidad
geográfica y humana que nos invita a reaccionar con sentido constructivo en
todas las actividades que se necesitan seguir por la ruta del progreso.
Nuestra América Latina y el Caribe todavía es un continente limpio y sano en
esencia, aunque haya mínimos grupos corroídos por la violencia o la
delincuencia, la mayoría son seres humanos íntegros que con justo derecho
reclaman ser libres de toda manipulación soterrada y de la sumisión
condicionada que daña toda autonomía e identidad.
En la percepción de los planificadores, estadistas del planeta, y hasta en los
funcionarios de la ONU, aún hay prejuicios y discriminación al nominarnos
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como un continente del tercer mundo, es decir con ciudadanos de categoría
inferior. Aunque tal valoración tenga un asidero subjetivo, de ninguna
manera puede justificar aquella calificación sesgada, racista y peyorativa de
parte de otros humanos que se consideran del primer mundo.
Yo siempre he dicho, y seguiré pregonando en voz alta, que América Latina es
un continente único, especial y hasta genial, porque tiene un espacio
universal energético con una atmósfera limpia, y cuyos pobladores tienen
capacidades y habilidades para alcanzar un bienestar, para lo cual es urgente
recuperar la confianza y saber que si es posible un porvenir mejor. Hoy el
destino y el futuro nos invitan a ser “conquistadores de nuestras grandezas”
y estar guiados por los principios de una democracia del bienestar.
Poseemos todos los medios para generar y acelerar un proceso de
mejoramiento en todo orden de cosas. Lo cual, es totalmente viable y
oportuno para el continente donde vivimos, sabiendo que desde siempre
poseemos un suelo prodigioso en recursos naturales, y esos recursos fueron
dados por el creador del universo para que sus habitantes tengan una vida
próspera armónica y equilibrada, además recordemos que aquí hubieron
habitantes nativos que lograron proezas culturales, y ésa herencia sigue
sorprendiendo al mundo.
Si no logramos ser conquistadores de nuestras potencialidades, seguiremos
perdiendo las fuerzas de nuestras riquezas, energías y valores. La debilidad es
un enemigo vivo y acosador, que ataca a los cerebros y a los sentimientos y
luego causan nuestra propia destrucción. Lo estamos viendo en otros países y
continentes donde la perversa intromisión foránea genera divisiones, pugnas
y odios internos. Además la ambición codiciosa y el egoísmo son conductas
antihumanas opuestas a la integración y la fraternidad.
Históricamente la división social, la separación territorial, la discriminación
económica han institucionalizado el despojo, la esclavitud y la humillación del
ser humano, para imponer otros modelos, dominios y grados de explotación
irracional. Lamentablemente, algunos seres humanos aún no han superado
ésa inclinación genética por causar la destrucción del otro congénere.
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En el pasado, América Latina fue un continente de personas sabias, correctas
y pacíficas, que supieron solucionar sus necesidades, y resistieron el acecho
de la intromisión que vulneraba sus derechos, y hoy debe renacer y
fortalecerse ese espíritu de unificación y poderío para desterrar cualquier
intento de subyugación modernizada, pues ahora tiene muchos tentáculos y
se sienten invencibles.
Los 625 millones de habitantes tenemos que ser amantes y conquistadores
del autodesarrollo, de la autonomía, de la mancomunidad, y ser exigentes
con nosotros mismos y también de nuestros gobernantes, empresarios,
intelectuales para que cumplan sus funciones encaminadas a lograr un
bienestar que llegue a cada uno. Hoy existe la gran oportunidad de limpiar
taras, prejuicios, enfermedades y traumas, para dar un salto cualitativo y
cuantitativo de nivel superior… Por eso digamos en unísono que somos un
continente prodigioso, generoso y hermoso, y en poco tiempo daremos un
ejemplo de renacimiento con humanismo contemporáneo sustentado en las
leyes del bienestar.
Descubramos, valoremos, y divulguemos nuestras virtudes y fortalezas
humanistas de cara al futuro. Que los otros continentes del planeta sepan
que aquí va a florecer el “amor a la vida saludable”. Igualmente, seamos
visionarios y vigilantes atentos para captar amenazas foráneas y también
superar cualquier atisbo de confrontación en el interior del continente.
En esta extensa geografía hay mujeres y hombres con altas capacidades,
poseedores de un sentir extraordinario, que aman y anhelan una convivencia
superior al actual. Y por más que exista divisiones locales con fronteras
marcadas, los habitantes de cada de una de las cuarentiseis naciones que la
integran, son capaces de superar los miedos y los recelos.
Desde las culturas ancestrales de los Andes del Pacífico hasta las culturas de
las costas y llanuras del Atlántico, somos un gran espacio unido por el
idioma, las artes, los saberes y las creencias. Tenemos una cantidad de
herencias y realidades de los cuales debemos sentir orgullo y felicidad.
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Es sorprendente saber que la cultura y las artes hayan sido los primeros
vehículos de unión latinoamericana, por ejemplo; eventos, encuentros,
festivales, recitales, simposios, conciertos, exhibiciones, etc., ocurren con
frecuencia en todas partes. Hay muchos signos de integración cultural,
artístico y deportivo casi todos los días del año. Entonces ya hay un
movimiento latinoamericano en marcha, principalmente dirigido por jóvenes.
Estos hechos de unión cultural, no sólo hacen ver que las identidades
nacionales se transforman en identidades continentales con una riqueza
patrimonial e intelectual plural que define el carácter y los sentimientos de
millones de habitantes oriundos, en cuyas mentes y corazones habita un
espíritu de hermandad.
Podemos decir con certeza que somos fabricantes de cultura y arte, más no
de armas químicas mortales, no manipulamos la genética humana, tampoco
producimos alimentos alterados que causan enfermedades, no tenemos
guerras ni batallas internas; pero también somos objeto de una acelerada
intromisión foránea, que quiere alternar o fabricar pugnas internas por una
ambición económica y política impropia.
Tenemos la obligación de seguir fortaleciendo la unidad continental y es
nuestra responsabilidad, mejor dicho de cada uno, imaginar un continente
sólidamente unido, con mancomunidad y fraternidad en todos los sectores
sociales. Nuestros personajes ilustres, los pensadores, legisladores, maestros,
autoridades y personas de valía que han nacido en este gran continente
deben tomar el liderazgo de una identidad solidaria con proyección universal.
Nos toca seguir impulsando el intercambio comercial, cultural, deportivo,
artístico y turístico a través de pequeños y grandes programas y proyectos
latinoamericanos. Estas actividades debieran ser dirigidas por los sectores
públicos y privados con mayor intensidad y frecuencia.
Declaremos a nuestro continente como una región de la cordialidad,
especialmente sensible con la industria del turismo vivencial, en efecto
nuestros pueblos deben estar preparados para recibir al visitante, y la mayor
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inversión económica tendría que darse para mejorar las vías de comunicación
e interconexión.
Autonomía, identidad y hermandad constituyen el camino más hermoso y
grande que nos conduzca a ser más fuertes, pues con una sólida unión
seremos invencibles y poseedores de altos valores de la vida y la
coexistencia.
Igualmente, eduquemos nuestra inteligencia para detectar con anticipación
aquellas amenazas cercanas, unas provenientes de personas, grupos o
regímenes con ambiciones desmedidas y otras originadas por la misma
naturaleza que tiene ciclos periódicos como terremotos, huracanes, lluvias,
heladas y sequías.
En los últimos tiempos hemos visto crecer la manifiesta intromisión de
agentes y políticas foráneas, que pretenden socavar nuestras mentes
creando un mundo artificial de prosperidad basado en el consumismo
material de insumos manipulados químicamente. No es justo que ello ocurra
bajo la complacencia de los gobiernos nacionales. Tampoco es justificable
que haya una sobrexplotación con exportación acelerada de la riqueza
amazónica, el agua dulce, gas, petróleo, minerales, pesca y cultivos
orgánicos.
Los efectos del alineamiento a un sistema ajeno dominante que impone una
severa dependencia, en aspectos importante de la economía y la política,
pueden ser catastróficos en adelante. Ese modelo importado está atado al
endeudamiento globalizante que impulsa el dominio del mercado, el dinero y
la adicción al consumismo de bienes artificiales de descarte, muchos de ellos
tóxicos y contaminantes del medio ambiente.
Si los latinos, asignáramos mayor tiempo a la auto-instrucción, a la toma de
conciencia y a la investigación científica, con afirmación de nuestra identidad,
podemos lograr hazañas en todo orden de cosas. Estoy seguro que sabremos
mejorar rápidamente el rumbo de nuestros destinos. Por ejemplo, el fundar
un movimiento económico y político más humanista sería un avance
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positivo. Yo creo que debemos impulsar una “democracia del bienestar”, con
objetivos y metas basadas en el desarrollo autónomo del ser humano en
todas sus dimensiones.
Una democracia pragmática propia fundado en las capacidades humanas y
los valores humanistas, sería el mejor modelo y escenario de realizaciones
que ofrezcan respuestas efectivas a los problemas sociales, económicos,
culturales y emocionales de los latinos.
Lograr una calidad de vida saludable con plena satisfacción de las
necesidades básicas como: alimentación, educación, vivienda, trabajo y
entretenimiento, sería una democracia del bienestar. Aquí no habría pugnas,
odios, enfermedades, violencia, delincuencias, corrupción ni
sobreexplotación de los recursos naturales., y mucho menos contaminación
industrial.
Como he dicho, en los últimos tiempos la unión latinoamericana lo están
haciendo los intelectuales, los jóvenes universitarios, los artistas del folclore,
los turistas, los emprendedores; más no las cúpulas del poder político y
económico que siguen viviendo sumisos a poderes extraños, por eso
traicionan a sus pueblos a través de decisiones oscuras y negociados sucios.
Así lo demuestran los hechos de corrupción y discriminación que se conocen
y que tienen una larga historia negra.
En vez de consumir alimentos manipulados y medicamentos por influencia
publicitaria; debemos expandir la cultura de la prevención y optar por una
disciplina sana o un autocontrol en las compras.
En vez de armamentismo, espionaje e infiltración; debemos multiplicar
acciones de mancomunidad, solidaridad y amor a la vida.
En vez de construir grandes edificaciones, y crear ciudades caóticas y
sobrepobladas; debemos crear nuevos polos de desarrollo con poblaciones
no mayor a 500 mil habitantes y bajo rigurosas reglas de planificación,
construcciones y servicios apropiados. Los ingenieros y arquitectos
latinoamericanos aquí tienen una gran tarea.
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En vez de destrucción, pugnas y odios, debemos impulsar la cultura benévola
de la unificación, la alegría, la cordialidad y de amor al prójimo.
América Latina tiene que ser un continente líder en turismo vivencial, que
ofrezca servicios articulados con vías de comunicación óptimas, con
hospedajes para los visitantes. Tenemos miles de centros de atracción
natural y otros cientos de miles de eventos, reliquias, testimonios y
herencias culturales que mostrar.
Si otros continentes tienen sus propios logros y atractivos culturales y
científicos, la distinción nuestra, debe estar sostenida en el amor a la vida
saludable, al aire puro, al sano entretenimiento, a la amabilidad, al
misticismo, a la creatividad artística manual, y a muchos otros atributos
naturales y limpios.
No dudo que en los próximos años, deberá florecer un espíritu de
renacimiento, de descubrimiento y de valoración las virtudes propias, y por
eso creo totalmente que seremos un continente aspirante de la plenitud, de
la creatividad, la laboriosidad, del emprendimiento social y de la
participación entre sus habitantes. Aquí y por siempre debe pervivir una
energía vital de soluciones y oportunidades para todos aquellos humanos de
buena voluntad. (rchv).
UNIDOS SEREMOS MÁS PRÓSPEROS, AUTÓNOMOS Y JUSTOS…!!! Gracias.
Reynaldo Charres Vargas
https://reynaldocharresvargas.blogspot.pe
Email: charres.rey@gmail.com
Perú, 2016