1. Capitalismo Financiero y Monopólico
Desde fines de la Edad Media hasta el siglo XVIII se desarrolló el capitalismo
comercial, proveniente de la inversión de capitales en operaciones comerciales a
larga distancia realizadas por las compañías de comercio. El capitalismo siguió
avanzando durante el siglo XIX en gran parte gracias al desarrollo de la
industrialización.
En la segunda mitad del siglo XIX el mundo entró en una nueva etapa de
desarrollo industrial a la que correspondía una nueva forma de capitalismo
financiero y monopólico, correspondiente al momento de la Segunda Revolución
Industrial. El período comprendido entre 1870 y 1914 se caracterizó tanto por un
notable crecimiento de la industria como por una tendencia a la concentración de
empresas y capitales.
La industria para que fuera competitiva necesitaba importantes inversiones de
capital, para ser invertidos en edificios, máquinas, sueldos. Pero estas inversiones
ya no podían ser realizadas, como sucedía en la primera revolución industrial por
un único capitalista o por una asociación de capitales familiares. Se necesitaba
más capital, por lo que una solución fueron las sociedades de acciones o
sociedades anónimas, en la que miles de ahorristas con su capital
compraban acciones de una empresa, de esa forma cada accionista se vuelve
copropietario de la empresa junto a los otros accionistas.
La acción le da cada año dividendos, es decir ganancias o pérdidas proporcionales
al número de acciones que posea y de la situación económica de la empresa. La
expansión que adquirió esta forma de asociación fue notable.
Como la libre competencia llevó a la multiplicación de empresas, esto
obstaculizaba la obtención de mayores ganancias, por lo tanto surgen una nueva
forma de conseguir capital: los monopolios, cuya expresión más clara fueron
los trust y los cárteles.
Monopolio: cuando una empresa es la única que ofrece un
determinado producto el cual carece de sustitutivos y que además tiene un gran
número de demandantes. Por lo tanto no tiene competencia.
Los Trust son una concentración de empresas, una fusión, que pueden pertenecer
o no al mismo sector económico y que dominan un determiado sector de la
producción para evitar la competencia.
Puede ser una concentración horizontal, en la que se integran empresas que se
ocupan de una misma etapa de producción, o de una concentración vertical, es
decir, empresas que dominan desde la extracción de materias primas hasta la
venta de un artículo terminado.
En ambos casos las empresas pasan a tener una dirección común.
Los Cárteles son uniones contractuales de empresas de igual rama de negocios,
las que mantienen su independencia legal. El objetivo es la eliminación o
restricción de la competencia, lo que se logra a través de acuerdos en al fijación de
precios, reparto de mercados, entre otros.
También se podía obtener capitales a través de los bancos por medio de créditos,
inyectando de esa manera los capitales necesarios en los circuitos comerciales o
industriales, acrecentando el proceso de crecimiento económico.
Pero los bancos no se conformaban sólo con prestar dinero, ya que si existía un
buen negocio, éste pretendía intervenir en él.
2. De esta manera, el capital bancario se convirtió en socio de la industria o de la
empresa comercial. Las principales inversiones de los bancos se realizaron en los
transportes, especialmente los ferrocarriles, en las comunicaciones (radio,
periódicos), servicios públicos (tranvías, electricidad, gas, agua), la
banca, seguros, y en algunos casos, en la producción directa de bienes, en
especial los mineros.
Cuanto más dinero podían controlar los banqueros mayor era su poder. Este fue el
origen del capitalismo financiero.
El capitalismo europeo desde la segunda mitad del siglo XIX se convirtió en
prestamista de un pequeño número de países, especialmente en América Latina,
los cuales se endeudaban en el extranjero para invertir en ferrocarriles u otros
servicios públicos, necesarios para su propio desarrollo económico, que consistía
en exportar materias primas e importar bienes manufacturados.
Primero la ventaja la tuvieron los bancos ingleses, luego se sumarán los franceses,
alemanes y después de la Primera Guerra Mundial, serán los bancos de Estados
Unidos quienes lleven la ventaja.
Las empresas capitalistas tuvieron tanto poder en los países donde se instalaron
que se transformaron en "verdaderos estados dentro del Estado", y en muchas
ocasiones imponían condiciones a los gobiernos de dichos países.
También se puede mencionar que el capital circulante en el mundo se vio
incentivado por la abundancia de metales preciosos, en particular oro, ya que se
habían producido nuevos hallazgos en California, Alaska y África del Sur. Esta
"fiebre del oro" aumentó la circulación monetaria y desarrolló los instrumentos
financieros, tales como los créditos, sociedades anónimas y seguros.
El capital bancario se invirtió en cualquier actividad que diera ganancias,
trasformando las finanzas en el eje de la economía contemporánea.