2. Tomando
conciencia
Es difícil y complejo
tomar conciencia de
nuestra contingencia y
finitud, de nuestro
desamparo y soledad
frente a la
incertidumbre, el dolor
y el sufrimiento que nos
produce la enfermedad,
la vejez o la muerte.
3. En busca de
la felicidad
Para dar respuesta a la
incertidumbre y al
sufrimiento, a la
soledad y al dolor; los
seres humanos, y las
sociedades de las que
forman parte, han
buscado, buscan y
buscarán la felicidad.
5. Adaptarse no
es ser feliz
Sentirse bien adaptado
y conformes en una
sociedad enferma como
la nuestra, una sociedad
de hiperconsumo, no es
un signo de salud y
bienestar, es más bien
un síntoma de
«normosis»
6. La felicidad
que conduce al
aburrimiento,
la saciedad y el
hastío
Ser feliz no es sinónimo
de gozo, placer o
satisfacción de deseos;
no es huir del dolor y
del sufrimiento de una
forma neurótica y
patológica; no es
intolerancia con las
frustraciones o las
pérdidas; no es
entregarse al
hedonismo, al consumo
incesante y a la
búsqueda compulsiva de
bienestar físico y
psíquico; en definitiva,
no es huir de las
contingencias: el
sufrimiento, el dolor o
la muerte.
7. Felicidad,
desobedienci
a y rebelión
Ser feliz no es
obediencia y
conformidad ante el
dolor y la muerte, es
desobediencia y
rebelión consciente ante
todo lo que nos mata,
nos deshumaniza o nos
obstaculiza la vida.
8. Ser feliz y
compartir
Ser feliz es algo
compartido, no puede
ser algo individual,
porque no se puede
entender una felicidad
plena sabiendo que
nuestros semejantes
están injusta o
naturalmente
imposibilitados para
serlo.
9. Ser feliz,
aceptar y
asumir
Ser feliz es aceptar las
contingencias, es
asumir el dolor y la
muerte como
componentes de la vida,
es aceptar nuestra
finitud…
11. Superando la
muerte, el
dolor y la
enfermedad
Para poder sobrepasar
las contingencias
(muerte, dolor,
enfermedad) debemos
superar nuestros miedos
y comprender y
desbloquear nuestros
deseos.
12. El sentido de
la vida
Superar nuestros
miedos y desbloquear
nuestros deseos para
desapegarnos y
desprogramarnos
afirmando y
desarrollando nuestras
posibilidades y
contemplando el
misterio de la vida, es
un camino para
aprender a morir y para
aprender a vivir. Un
camino ciertamente
complejo,
multidimensional,
misterioso y
experiencial; al que nos
resulta extremadamente
difícil de acceder si no
somos capaces de
construir un sentido de
la vida, un sentido a lo
que cotidianamente e
incluso en cada instante
pensamos, sentimos,
decimos y hacemos.
14. Identificando
nuestras
sombras
Aprender a conducirnos
ante las contingencias
implica aprender a
identificar las
conductas que bajo su
apariencia de
normalidad no son más
que respuestas
condicionadas e
inducidas por una
sociedad enferma.
Buscando nuestros
condicionantes y apegos
(nuestras sombras), nos
encontraremos con
nuestros miedos y para
superarlos necesitamos
contemplarlos,
comprenderlos y tomar
conciencia de ellos;
para actuar y
transformarnos.
15. El más sublime
de los
aprendizajes
Aprender a integrar el
dolor, el sufrimiento, la
enfermedad o la muerte,
es tal vez el mayor y
más sublime de los
aprendizajes, sobre todo
porque en ese
aprendizaje nos
enfrentamos a la
soledad y al desamparo
en el que nada ni nadie
puede sustituirnos.
16. Aprender a
ser feliz
Aprender a ser feliz
consiste en comprender
que nuestro destino está
marcado por nuestras
actitudes y decisiones.
Aceptar y agradecer
todo lo bueno que la
vida nos proporciona
por pequeño que sea,
sabiendo que todo
cambia, que no hay
seguridades, que la
alegría y la tristeza, el
placer y el dolor, la
salud y la enfermedad,
la vida y la muerte; son
las caras de una misma
moneda.
17. Conformes con
todo,
conformes con
nada
La comprensión que
surge de la ecuanimidad
es lo que nos hace
entender que todo es
para bien, que todo está
conectado por sutiles
fuerzas que escapan a
nuestra comprensión
racional y que nos
trasladan a otros
niveles de realidad.