Este documento presenta una parábola de Jesús sobre no buscar los primeros puestos en los banquetes para recibir honor. Jesús enseña que cuando se invite a alguien a comer, deben invitarse a los pobres, lisiados y ciegos en lugar de amigos y familia ricos. El propósito es no buscar recompensas a cambio e invitar a aquellos que no pueden devolver el favor.
2. 1. Y sucedió que, habiendo ido en sábado a
casade uno de los jefes de los fariseos
para comer, ellos le estaban observando
7.Notando cómo
los invitados
elegían los
primeros puestos,
les dijo una
parábola:
3. 8. «Cuando seas convidado por alguien a
una boda, no te pongas en el primer
puesto, no sea que haya sido convidado
por él, otro más distinguido
que tú,
4. 9. y viniendo el que te convidóa
ti y a él, te diga:
"Deja el sitio a
éste", y
entonces vayas
a ocupar
avergonzado el
último puesto.
5. 10.Al contrario, cuando seas convidado,
ve a sentarte en el último puesto,
"Amigo, sube
más arriba."
de manera que, cuando venga el que te
convidó, te diga:
6. Y esto será un honor para ti delante de todos
los que estén contigo a la mesa.
11. Porque todo el
que se ensalce,
será humillado;
y el que se
humille, será
ensalzado.»
7. 12. Dijo también al que le había invitado:
«Cuando des una comida
o una cena,
no llames a tus amigos, ni
a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a tus
vecinos ricos;
8. no sea que ellos te inviten a su vez,
y tengas ya tu recompensa.
9. 13. Cuando des un banquete,
llama a los pobres, a los lisiados,
a los cojos, a los ciegos;
14. ¡Dichoso tú, porque no te pueden
corresponder! Te recompensará
en la resurrección de los justos.»
10. Esta parábola y
enseñanza
de Jesús nos
advierte:
no hay que buscar los
primeros puestos en los
banquetes
y en otros lugares para recibir
el honor y el aplauso del
público.
16. Que comprendamos
que Tú eres nuestro anfitrión,
que estamos invitados por Ti
y que tenemos un lugar en tu Reino.
Tu Palabra quiere hacernos comprender las
exigencias del amor verdadero, el que nos
enseñó a vivir tu Hijo, Jesús nuestro Hermano.
Dios Bueno:
17. No somos buenos, sino que Tú, Dios nuestro,
nos haces buenos y a todos, sin excepción.
18. Que en la mesa de tu Palabra aprendamos a
compartir el plato de la vida y cada día, sin
esperar nada a cambio.
Nos baste saber que Tú nos has dado un lugar
contigo y con nuestros hermanos.
¡Así sea!