2. Santa Brígida
Santa Brígida, patrona de Suecia, nació
en 1307 y murió el 23 de julio de 1373,
siendo canonizada en 1401 y designada
Patrona de Europa en el 2000.
Se destacó principalmente por una
intensa vida de caridad que compartió
con su marido Ulf, por ser una de las
místicas más importantes de la Edad
Media y por haber recibido, durante su
fructífera vida, numerosas revelaciones
privadas de Jesús y María…
3. Las Revelaciones
A Santa Brígida le fue revelada la promesa de la Santísima Virgen de
conceder siete Gracias a las almas que la honren y acompañen diariamente,
rezando siete Avemarías, meditando en sus lágrimas y dolores.
En una de estas numerosas revelaciones, la número XIV del tomo segundo,
de su obra de ocho tomos “Revelaciones”, la Santísima Virgen le comunicó,
con respecto a sus dolores, lo siguiente:
“Miro ahora a todos los que viven en el mundo por ver si hay quien se
compadezca de mí y medite en mi dolor; mas hallo poquísimos que
piensen en mi tribulación y padecimientos.
Y así tú, hija, no me olvides, aunque soy olvidada y menospreciada por
muchos, mira mi dolor e imítame en lo que pudieres.
Considera mis angustias y lágrimas, y duélete de que sean pocos los
amigos de Dios”.
4. Las siete Gracias
La Santísima Virgen María otorga siete gracias a las almas
que la veneran diariamente diciendo siete Ave Marías y
meditando en sus lágrimas y Dolores.
Esta devoción fue propagada por la mismísima Santa Brígida
de Suecia, quien hizo la revelación de estas siete gracias
espirituales que la Santísima Virgen María está dispuesta a
conceder.
5. La Virgen María prometió lo
siguiente:
1. Pondré paz en sus familias.
2. Serán iluminados sobre los misterios divinos.
3. Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
4. Les daré cuanto me pidan, siempre que no se oponga a la voluntad
adorable de mi Divino Hijo y a la salvación de sus almas.
5. Los defenderé en sus batallas espirituales contra el enemigo infernal y los
protegeré en cada instante de su vida.
6. Les asistiré visiblemente en el momento de su muerte, y verán mi rostro.
7. He obtenido esta gracia de mi divino Hijo, que los que propaguen esta
devoción a mis lágrimas y dolores, a la hora de su muerte los llevaré
directamente de esta vida terrenal a la felicidad eterna, ya que le serán
perdonados todos sus pecados y mi hijo será su eterno consuelo y
alegría.
6. Cómo se reza
Esta devoción se hace rezando todos los días
siete veces el Ave María mientras se meditan
los siete dolores de María (un Ave María en
cada dolor).
También, en orden de hacer una meditación
más profunda, se suelen rezar un
Padrenuestro y Gloria en cada dolor.
8. ¡Cuán grande fue la sorpresa para el
Corazón de María al escuchar las
palabras tristes, que el profeta
Simeón pronunció sobre la amarga
Pasión y muerte de su dulce Jesús,
ya que en ese mismo momento se
dio cuenta en su mente, de todos los
insultos, golpes, y tormentos que los
hombres impíos le causarían al
Redentor del mundo. Pero una
espada aún más aguda atravesó su
alma. Era el pensamiento de la
ingratitud de los hombres a su
amado hijo.
Te acompañamos en este dolor,
Virgen Santa, y por los méritos del
mismo, haz que seamos dignos
hijos tuyos y sepamos imitar tus
virtudes.
-Rezar el Ave María-
10. Considera el fuerte dolor que sintió
María, cuando San José fue advertido
por un ángel de poner a salvo al niño,
ella tuvo que huir de noche con el fin
de preservar la vida de su amado hijo
de la masacre decretada por Herodes.
Qué angustia la suya, al dejar Judea,
para no dejarse alcanzar por los
soldados del despiadado rey. Qué
grande fueron sus privaciones en ese
largo viaje. Qué sufrimiento con su
recién nacido en una tierra de exilio.
Te acompañamos en este dolor, Santa
Madre, y por los méritos del mismo,
haz que sepamos huir siempre de las
tentaciones de satanás y sus secuaces.
-Rezar el Ave María-
12. Qué temor tan grande y dolor que habría
sentido María, cuando vio que había
perdido a su amado Hijo. Y para
aumentar su dolor, cuando ella lo buscó
entre sus parientes y conocidos, no
obtuvo noticias de él. Ni la fatiga, ni los
obstáculos, ni el peligro pudieron
interferir en su búsqueda desesperada,
inmediatamente regresó a Jerusalén, y
durante tres largos días lo buscó con
gran dolor. Grande también es mi
confusión, oh alma mía, cuando por
tantas veces he perdido a Jesús por culpa
de mis innumerables pecados, y no he
salido pronto a buscarle.
Oh María, te acompañamos en este
dolor, haz que nosotros nunca nos
perdamos por malos caminos
-Rezar el Ave María-
14. Vengan, pecadores, a ver si pueden soportar
tan triste espectáculo. Esta Madre, tan tierna y
amorosa, se encuentra con su Hijo amado,
mientras camina arrastrado hacia una muerte
cruel y siendo torturado, herido, destrozado
por los látigos, coronado de espinas,
desangrándose, llevando una pesada cruz. Oh
mi Dios, tenga en cuenta, mi alma, el dolor de
la bendita Virgen que contempló tanto su Hijo
¿Quién no es capaz de llorar al ver el dolor de
esta madre? Pero, ¿quién ha sido la causa de
tales sufrimientos? ¡Yo, soy yo el culpable, que
con mis pecados lo he herido de muerte y han
herido también el corazón de mi madre con
gran angustia! Mi corazón se rompe a causa de
mi ingratitud.
Por los méritos de este dolor, te
pedimos, Virgen Santa, que sepamos
ser humildes como Él lo fue y soportar
con valentía las cruces y sufrimiento
de cada día.
-Rezar el Ave María-
16. Mira, alma devota, mira hacia el
Calvario, sobre el cual se colocaron
dos altares de sacrificio, uno en el
cuerpo de Jesús, y el otro en el
corazón de María. Triste es ver a esa
querida madre ahogándose en un mar
de dolor, al ver a su amado Hijo, que
forma parte de su propio ser,
cruelmente clavado en la cruz. Como
se puso de pie a los pies de la cruz,
traspasada por la espada del dolor,
mirando los ojos de su hijo.
Te acompañamos en este dolor,
Madre virginal, y por los méritos del
mismo, no permitas que jamás
muramos en pecado y haz que
podamos recibir los frutos de la
redención.
-Rezar el Ave María-
18. Considera el más amargo dolor que
desgarró el alma de María, cuando vio
el cadáver de su amado Jesús sobre
sus rodillas, cubierto de sangre, todo
desgarrado con heridas profundas.
Madre doliente ¿quién no podrá sentir
compasión de ti? Nicodemo, Juan y las
otras Marías que te acompañaban,
apenas si podían soportar su dolor.
Te acompañamos en este amargo
dolor, Madre amadísima, y por los
méritos del mismo, haz que sepamos
amar a Jesús como Él nos amó.
-Rezar el Ave María-
20. Considera los suspiros que provienen
del triste corazón de María al ver a su
amado Jesús que lo colocaban dentro
de la tumba. Qué pena tremenda
sufrió ella cuando vio que se levantaba
la piedra que cubriría esa tumba
sagrada. Ella miró por última vez el
cuerpo sin vida de su Hijo, y apenas si
podía separar los ojos de esas heridas
abiertas. Y cuando la gran piedra fue
rodada a la entrada del sepulcro, oh,
entonces sí parecía que su corazón se
lo arrancaron de su cuerpo.
Te acompañamos en este dolor, Madre
de todos, y por los méritos del mismo,
concédenos a cada uno de nosotros
morir a nuestra vida de pecado y
resucitar gloriosos a una nueva vida en
Jesús.
-Rezar el Ave María-
21. ORACIÓN
Madre Santísima, por tus
lagrimas vertidas con tanto
dolor al pie de la cruz, ten
piedad de nosotros y
alcánzanos un vivo dolor por
nuestros pecados, la gracia
de morir en brazos de tu
Hijo Jesús y la gloria con Él
en el Paraíso.
Amén