Por que-eres-como-eres

¿Por qué
eres como
eres?
Descubre tu mundo interior
www.escueladelasemociones.com
Jonathan Secanella

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Índice
Quién hay detrás 03
Qué vas a encontrar aquí 04
Qué son los impulsores de la personalidad 05
Los seis impulsores 15
Algunas aclaraciones 42
Consejos prácticos: plan de cambio personal 47
Conclusión 56
Anexo: test sobre el perfil de impulsores 60

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Mi formación de base es en Humanidades
con postgrados y estudios complementa-
rios en coaching, desarrollo personal y
profesional e Inteligencia emocional.
Durante mis primeros años como pro-
fesional trabajé en una asociación uni-
versitaria asesorando a estudiantes y en
2009 empecé a trabajar como formador
y asesor a empresas en el área de las ha-
bilidades directivas en general y la pro-
ductividad e inteligencia emocional en
particular.
Desde el año 2011 hasta la actualidad he
empezado a desarrollar un área específi-
ca para asesorar y formar en inteligencia
emocional en abierto, en la que estoy im-
partiendo charlas, conferencias, cursos y
talleres no sólo a empresas sino a organi-
zaciones de todo tipo (incluidas entida-
des educativas). Es un formato de escuela
itinerante que he llamado Escuela de las
emociones.
Al mismo tiempo, desde la web:
www.escueladelasemociones.com estoy
facilitando la posibilidad de formación
continua a nuestros alumnos, así como a
todos aquellos a los que les interese esta
temática, a través de la publicación de
artículos periódicos y de ebooks, de los
cuales éste es el primero de ellos.
Si quieres contactar conmigo lo puedes
hacer a través del formulario de la página
o escribiendo al correo:
escuela@escueladelasemociones.com
Quedo a tu entera disposición.
Jonathan Secanella
@jsecanella
@E_Emociones
Quién hay detrás
Hola, soy Jonathan Secanella,
coach y formador.
Desde el año 2003 me dedico
al desarrollo personal y
profesional.

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En realidad, lo que este libro es, es una
invitación a vivir la apasionante aventura
del autoconocimiento, una invitación a
viajar al centro de tu personalidad. En él
vas a encontrar claves tanto para el cono-
cimiento propio como para el de los de-
más. Básicamente, aprenderás que todos
nos movemos según el nivel de arraigo
que tengan en nuestro interior cada uno
de los seis impulsores básicos de la per-
sonalidad, teoría que proviene del Aná-
lisis Transaccional. Estoy seguro de que
el modo de verte a ti mismo y a los que
te rodean cambiará una vez comprendas
las sencillas pautas que te voy a enseñar.
Una nota importante: en el anexo
del libro tienes un test que estoy seguro
que querrás rellenar nada más acabes de
leer la teoría de los impulsores; este test
te ayudará un poco más a definir tu per-
fil personal. Si quieres un consejo, hazlo
ahora mismo, nada más leer esta intro-
ducción, pues siempre que se rellena un
test después de conocer la teoría se pierde
un poco de objetividad. Así que no te lo
pienses, rellénalo ahora.
Por último animarte a que compartas
este libro con quien consideres que le
puede ser de interés, así, tu amigo o ami-
ga, se podrá beneficiar también de la sus-
cripción a nuestra web por lo que recibirá
cada semana un boletín con nuestros úl-
timos artículos sobre desarrollo personal.
Ah, y si tú no estás suscrito no te lo pien-
ses, por supuesto: ¡Suscríbete!
Y ahora, a disfrutar de tu viaje hacia tu
mundo interior.
Qué vas a encontrar aquí
En este libro te voy a hablar de una de las teorías
más sencillas, prácticas e interesantes que explican
tu funcionamiento interior. ¿Por qué eres cómo eres?,
¿qué te impulsa a pensar, sentir y actuar como lo
haces? Estas son algunas de las preguntas que
te voy a ayudar a responder.

COMPARTE:
Qué son los
impulsores de
la personalidad

COMPARTE:
Qué son los impulsores
de la personalidad
Pocas cosas son tan apreciadas como la capacidad de autocontrol per-
sonal. No sólo desde la posición externa de aquellos que comparten
con nosotros el ámbito personal o profesional, sino por nosotros mis-
mos, pues somos conscientes de lo importante que es vivir bajo la sen-
sación de que somos personas con control sobre nuestras vidas.
Una reacción ofensiva hacia nuestra pareja, una actitud excesi-
vamente controladora con nuestros subalternos, un momento de
falta de fortaleza para afrontar una discusión en la que tenemos
que defender un derecho en la reunión vecinal, la ya demasiado
normal tensión que aparece cada vez que recibimos un email del
jefe (antes de saber el motivo del mismo)…
¿A cuántos no nos gustaría entender qué es lo que nos impulsa desde
nuestro interior, tantas y tantas veces en dirección opuesta a como nos
gustaría?, ¿qué dinámicas internas son las que, sin nosotros saberlo,
marcan mucho de los que hacemos, e incluso de lo que pensamos? ¿Es
posible un nivel de autoconocimiento que nos ayude a entendernos y
gestionar nuestra realidad interior de un modo más eficaz?
En el ámbito de la psicología encontramos diversas corrientes, cada
una con su línea explicativa, si bien, en mayor o menor medida la ma-
yoría nos pueden a ayudar a explicar algunos de los porqués que nos
planteamos sobre nuestro comportamiento. En este pequeño ebook

COMPARTE:
voy a hablaros de la teoría de los impulsores de la personalidad, tam-
bién conocida como los mini-guiones de vida, dentro de la del Análisis
Transaccional.
Todas las personas nos movemos internamente por unos impulsores
inconscientes. Estos impulsores tienen tal fuerza que también se les ha
llegado a llamar mini-guiones de vida pues, en una medida no peque-
ña, son los que van a marcar nuestro futuro más de lo que imaginamos.
¿Qué son estos impulsores?, ¿y cuántos son? En esencia son
seis y son una serie de imperativos que operan a nivel inconsciente
en nosotros dándonos órdenes sobre las que cimentar nuestros
pensamientos y conductas.
¿Cuáles son?
Sé fuerte Date prisa
Complace Esfuerzate
Sé perfecto Ten cuidado

COMPARTE:
Las cosas
no te las regalan,
hay que currárselas
¡Espabila!
Que llegarás tarde
No hables de eso
delante de la tía,
que se enfada
¿Cómo se han formado?
Se han ido formando en nuestra niñez y obedecen a esos imperativos
que todos, en mayor o menor medida, hemos recibido de los adultos
que nos rodeaban (padre, madre, hermanos mayores, abuelos, profe-
sores…).
¿Te suenan frases como éstas?
¡No te achantes!
Si te vuelve a pegar, le das
No te salgas
de la línea del dibujo,
hay que hacerlo bien
Ten cuidado
si vas a pasar
por esa calle,
que no es una zona
muy segura

COMPARTE:
Seguro que estos dis-
cursos no te han so-
nado desconocidos.
¿Son buenos o malos?
Podemos diferir en
si emplearíamos o no
esas palabras concre-
tas, pero la esencia
de los mismos todos
las compartimos y
enseñamos a los más
pequeños, incluso sin ser conscientes de ello. Son discursos necesarios.
Somos seres sociales y la interacción con los demás es parte vital de
nuestro desarrollo psicológico y social. El desarrollo de nuestra mente,
de nuestro mundo interior, está completamente unido a nuestro desa-
rrollo social, a nuestra interacción con los demás. De hecho, desde que
nacemos, el propio entorno nos está capacitando –mejor o peor, según
los casos- para interactuar con él.
Durante las etapas de la niñez y adolescencia, aquellas en la que se
están formando las pilares cognitivos y emocionales de nuestra mente,
uno de los procesos que vivimos es el de la formación de una serie de
modelos internos de trabajo que funcionarán, en gran medida, a nivel
inconsciente. Estos impulsores tiene que ver con esos modelos de tra-
bajo de nuestra mente. Según los tengamos más arraigados o menos
desde nuestra niñez nuestra modo de ver la vida, a los demás y a no-
sotros mismos será diferente, y por tanto nuestro actuar en el mundo
también.

COMPARTE:
¿Por qué todos hemos sido educados según estos impulsores
y nosotros lo seguimos haciendo con las siguientes genera-
ciones?
Estos impulsores son vitales para la vida en sociedad. ¿Alguien duda-
ría de que es necesario ser fuertes en una sociedad competitiva? ¿Al-
guien dudaría de que no podemos vivir haciendo 100% nuestra santa
voluntad, de que necesitamos pensar que vivimos con otras personas
a las que hay que complacer de vez en cuando? ¿Vamos a cuestionar
el que debemos aprender a ser excelentes, a hacer las cosas bien? ¿Y la
importancia de darnos prisa, de no dormirnos en los laureles? Quizá
dudemos de otras cosas en la vida pero seguro que no de la importan-
cia vital de esforzarse si queremos conseguir cosas. Y por último, ¿qué
piensas de los peligros que nos rodean, se puede vivir completamente
desconfiado y no ser mínimamente precavido ante tantos peligros con
los que nos podemos encontrar?
Es posible que algunas de estas preguntas-afirmaciones que he hecho
tan intencionalmente no te hayan sonado bien del todo. Quizá no te
gusta ver la sociedad desde el enfoque de la competitividad, “¿para qué
quiero ser fuerte, te preguntas?”; o quizá tienes claro que tú no vives
para complacer a nadie, que eres como eres y quien no quiera que no
te acepte. Y así podría poner ejemplos de objeciones al resto de pre-
guntas.
Seguramente, lo que está ocurriendo es que tienes ese impulsor a un
nivel bajo. Por la razón que sea el impulsor complace no está muy arrai-
gado en ti por lo que tienes muy claro que tú no vives para amoldar-

COMPARTE:
te a los gustos y deseos de los demás, eres un espíritu independiente.
O quizá es otro impulsor el que tienes a un bajo nivel: el sé fuerte o el
sé perfecto, etc. En este momento me tienta el argumentarte sobre que
nadie tiene un impulsor tan bajo que lo tenga completamente anulado
(si no hablamos de alguna persona con algún tipo de patología), pero
no es el propósito de este pequeño manual. De todos modos, permí-
teme la licencia del comentario que sigue. Si tienes 20 años es posible
que creas que tú no tienes nada del impulsor complace –por seguir
el mismo ejemplo- y que no lo necesitas para vivir en sociedad, sin
embargo, si tienes 50, con toda seguridad que eres consciente de que
es imposible vivir en una burbuja donde nunca te sensibilizas con las
necesidades, gustos, intereses o deseos de los demás, a no ser que hayas
decidido vivir como un ermitaño (literalmente).

COMPARTE:
Entonces, ¿qué papel tienen los impulsores?, ¿qué nivel de los
mismos debemos tener?
Los impulsores son todos necesarios y, de forma general, debemos te-
ner lo que llamaríamos un nivel intermedio de cada uno de ellos. Un
nivel bajo de alguno de ellos nos puede causar problemas pero un nivel
alto también. ¿De qué modo? Un nivel bajo de un determinado impul-
sor nos restará capacidad para afrontar algunos de los desafíos de la
vida (conseguir metas, cuidar relaciones, mantener nuestra integridad
personal, etc.). Pero un nivel alto de alguno/s de ellos reducirá el con-
trol que tenemos sobre nuestra vida (pensamientos, emociones y con-
ductas), además de que también nos puede provocar problemas en las
mismas áreas mencionadas (metas, relaciones, integridad…), incluso,
puede estar relacionado también con algunas patologías psicológicas.
Un ejemplo sobre esto último podría ser el de que la persona con el
impulsor sé perfecto muy alto puede coincidir también con la sinto-
matología de un perfeccionista y controlador típica de algunos perfiles
de trastornos obsesivos compulsivos. O al contrario, una persona con
un nivel del impulsor sé fuerte muy bajo coincidir con una persona
depresiva. Importante: no estoy diciendo que la asimilación alta o baja
que uno haya tenido de un impulsor sea la causa del problema a nivel
psicológico, para ello habría que hablar de procesos más complejos. La
intención es la de relacionar que cuando hay niveles muy altos o muy
bajos de ciertos impulsores suele ser síntoma de que, como mínimo,
algo “no va bien”.

COMPARTE:
¿Es siempre el ideal ese punto intermedio?
Lo cómodo sería decir que sí. Ahora bien, ese nivel intermedio, lo que
llamaríamos la franja de normalidad, es relativamente amplia. De he-
cho, dependiendo del entorno y sus demandas, será necesaria una do-
sis más alta de uno u otro impulsor. Por ejemplo, es posible que un
bróker de bolsa, necesite, dentro de la normalidad, un cierto nivel más
alto de los impulsores sé fuerte y date prisa, e incluso también los de sé
perfecto y ten cuidado. ¿Qué ocurriría con una persona que entra en
ese mundo y no tiene esos impulsores relativamente altos? Pues que, o
la propia experiencia le hace reaccionar y poco a poco va aumentando
el nivel de esos impulsores, o después de un tiempo tendrá que dejar el
trabajo por puro desgaste personal -o despedido por “no dar la talla”,
quién sabe. Por otra parte, un bróker que tenga esos impulsores muy
altos, quizá bastante por encima del límite máximo de los parámetros
de normalidad, podría ser una persona de éxito y bastante bien adapta-
da a su trabajo pero encontrarse con serios problemas en otros ámbitos
de la vida como en el personal donde una serie de actitudes empujadas
desde los impulsores sé fuerte y ten cuidado le podrían causar proble-
mas (quizá una excesiva demanda hacia sus hijos –por culpa del sé
fuerte-, o una falta de sensibilidad hacia su pareja –a causa también del
sé fuerte-, o una actitud excesivamente celosa hacia su pareja –por el
ten cuidado).

COMPARTE:
Acabando el tema…
Cómo se han desarrollado en nosotros, decir que estos mensajes en
formato de imperativos los hemos escuchado desde pequeños como
parte de la formación para la vida que nos han dado nuestros mayores.
La realidad de cada persona ha sido diferente en la niñez. Unos hemos
sido educados con más intensidad con algunos de estos imperativos
y otros en otros, normalmente dependiendo también de la realidad
interior de nuestros padres y el resto de figuras de autoridad y cuidado
en nuestra infancia (una madre con un impulsor alto date prisa y un
padre con el de ten cuidado, educaran a sus hijos enfatizando primor-
dialmente esos dos mensajes, pues sus propios impulsores les llevarán
a ver el mundo como un lugar en el que te debes espabilar para no per-
der oportunidades y a la vez peligroso, por lo que hay que andar con
cuidado y no ser muy confiado). Por otra parte, además del factor de la
influencia del entorno sobre el niño también entraría en juego el fac-
tor genético. Hay niños que nacen más sensibles a esos mensajes que
otros. Se puede dar el caso de dos niños que viven en entornos donde
el mensaje sé perfecto está siendo muy marcado y a uno influirle mucho
en ese sentido mientras que al otro bastante poco.
Dicho todo esto, voy a hablarte un poco más sobre cada uno de ellos.

COMPARTE:
Los seis
impulsores

COMPARTE:
Sé fuerte
Todos necesitamos manifestar un cierto
nivel de fortaleza personal. La vida no es
fácil, de hecho, podríamos decir que es
dura en muchas ocasiones.
Podríamos hablar de situaciones diversas, desde el proceso de
una búsqueda empleo, hasta el tener que afrontar una enferme-
dad grave, pasando por una crisis familiar o el desengaño con
una amistad. Para gran cantidad de situaciones en la vida hace
falta un cierto nivel de fortaleza interior. Aquellas personas que
no tienen un nivel suficiente de este impulsor se encontrarán
con situaciones difíciles de afrontar a causa de sus propias li-
mitaciones interiores. Las personas con carencia de este
impulsor suelen destacar como personas débiles, dependientes
de otros y con poca capacidad para lanzarse a retos en la vida.
Suelen vivir muy dentro de su zona de confort, no se arriesgan
a ir más allá de aquello sobre lo cual tienen la convicción de que
controlan y no les va a suponer ningún riesgo.
Sin embargo, si el nivel de este impulsor es muy alto, las
personas con este perfil tenderán a ser personas duras, frías,
incluso poco expresivas emocionalmente. Para ellas, mostrar
debilidad es lo peor que pueden hacer en la vida. El problema
es que ese mostrar debilidad tiene que ver con un repertorio
muy amplio de conductas. Un ejemplo de ello sería el no ma-

COMPARTE:
nifestar abiertamente los sentimientos, incluso reprimirlos in-
teriormente. Esto se da aún más en aquellos sentimientos que
se asocian culturalmente con la debilidad como la tristeza o el
miedo. Estas personas pensarán, actuarán, tomarán decisiones
condicionados interiormente por la idea de que la vida es dura.
Por tanto, no hay mejor virtud a desarrollar que la fortaleza, y
de no conseguirse, por lo menos aparentarla.
Este modo de ver la vida y a sí mismos les va a ocasionar pro-
blemas de diversa índole, tanto internos como externos. En el
fondo adolecen de un nivel alto de inseguridad. Como en la
práctica nadie puede dar la talla (el impulsor sé fuerte actúa
como un pozo sin fondo que siempre quiere más), en el fondo
de sí mismos desarrollan caracteres inseguros que se ocultan a
los demás y a sí mismos buscando actuar como si fueran perso-
nas fuertes. A nivel relacional los problemas también son muy
diversos. Valoran a los demás por la fortaleza que manifiestan,
y a la vez las personas fuertes les intimidan y les retan por igual
a mejorar en dar esa imagen de fortaleza. Suelen ser también
personas que presionan a otros para serlo y adolecen de falta de
sensibilidad ante los demás cuando manifiestan momentos de
debilidad.
Creencias irracionales. Este impulsor suele ir ligado a creen-
cias como: “tengo que dar la impresión de que soy fuerte”, “no
debo expresar sentimientos intensos o que parezcan descontro-
lados”, “si cedes te comen”, “debo conseguirlo como sea”, etc.

COMPARTE:
Carlos y su equipo de vendedores
Carlos siempre había presumido de que “se había hecho a sí
mismo”, y no carecía de razón. Cuando su empresa entró en
suspensión de pagos no perdió ni un día en lamentarse por su
situación. Enseguida empezó a moverse y tuvo muy claro que
se tenía que rehacer profesionalmente. Pocas semanas después
estaba formándose para ser comercial en un curso de la Cáma-
ra de comercio y tres meses después ya tenía trabajo en una em-
presa de suministros industriales. En dos años llegó a ser el me-
jor vendedor de la empresa. Su filosofía era que cada dificultad
le ayudaba a aprender cómo mejorar y que perder un minuto
en lamentarse era una señal de debilidad que no podía admi-
tirse “con la que estaba cayendo”. Después de esos dos años la
empresa le ascendió a jefe de equipo. Su trabajo era formar y
dirigir el trabajo de un grupo de ocho comerciales.
En esta nueva etapa Carlos se encontró con más dificultades
de las que hubiera imaginado. Una cosa era vender y otra muy
distinta dirigir personas. Casi desde el principio Carlos se en-
contró con varios problemas relacionados con las relaciones
interpersonales. Es más, sus pautas personales de motivación
parecía que no servían para alentar a su equipo, aunque en rea-
lidad tampoco es que supiera transmitirlas correctamente. Aun-
que la empresa le ofreció varios tipos de ayuda, desde formarse
en habilidades directivas hasta el apoyo personal de un coach
HISTORIA

COMPARTE:
durante un tiempo, Carlos nunca estuvo dispuesto a aceptarla.
Pensaba que la imagen que daría frente a los componentes de
su equipo si aceptaba ese tipo de ayuda podría ser interpreta-
da como incapacidad y/o debilidad, y por tanto sería peor el
remedio que la enfermedad. Carlos valoraba especialmente a
tres de sus vendedores porque tenían un perfil luchador muy
parecido al suyo. Su favoritismo hacia ellos molestaba al resto
del equipo y empeoraba el ambiente de trabajo. Siguiendo su
filosofía, Carlos había pensado bastante en qué podía aprender
de esa situación difícil que estaba viviendo y la conclusión no
fue difícil: “buena parte de los componentes de su equipo no
tenían vocación de vendedores y la empresa tenía que aprender
a seleccionar mejor a sus empleados”.

COMPARTE:
Complace
Este impulsor nos mueve a pensar que no
estamos solos, que necesitamos de los
demás así como los demás nos necesitan a
nosotros.
Este impulsor parece, en algunos sentidos, diametralmente
opuesto al primero. Sin embargo su necesidad tiene tanta im-
portancia como todos los demás. Somos seres sociales por lo
que necesitamos desarrollar ciertas capacidades y actitudes
fundamentales para la convivencia con otras personas. Como
he dicho, el impulsor complace es el que nos mueve a pensar
que no estamos solos, que no somos los protagonistas del uni-
verso, que necesitamos de los demás así como los demás nos
necesitan a nosotros mismos, que en la convivencia en sociedad
vamos a encontrarnos con nuestros intereses enfrentados a los
de otros y va a ser necesario aprender a ceder en determinadas
ocasiones, que al igual que nosotros tenemos necesidades (físi-
cas y emocionales) aquellos que nos rodean también las tienen,
y unos y otros podemos ser cauces mutuos para la provisión de
las mismas.
Aquellas personas que tienen este impulsor muy bajo
suelen ser personas con poca capacidad de empatía. Suelen ser
el perfil de personas que etiquetamos como “egoístas”. El egoís-
mo tiene una dimensión interpretativa moral, pero sería injusto
quedarnos solamente con esta lectura. El egoísmo también tie-

COMPARTE:
ne una dimensión ligada a nuestros impulsores, a esos condi-
cionantes inconscientes que nos impulsan, o dejan de hacerlo,
en una determinada dirección. Muchas personas que no han
sido educadas en base a este imperativo tienen una falta de ese
impulso interno que les lleva a conectar empáticamente con los
demás (de ahí que también he mencionado en la primera fra-
se la palabra empatía como una capacidad). Ahora bien, como
ocurre con todos los impulsores, éstos no son condicionantes
absolutos de la vida. Las personas tenemos la capacidad de ser
libres frente a nosotros mismos, frente a nuestros condicionan-
tes internos. El pasado nunca será un condicionante inamovi-
ble de nuestra vida.
Sin embargo, todos aquellos que tengan el impulsor muy
alto serán personas excesivamente complacientes. En este gru-
po encajan algunas personas que definimos como serviciales,
pero que, conocidas a fondo, vemos que su actitud servicial no
parte de una actitud auténticamente desinteresada. ¿Cuál es la
diferencia con una actitud sana de servicio? Una persona servi-
cial lógicamente no tendrá un nivel bajo del impulsor complace,
pero la clave estará en que la actitud de servicio y ayuda a los
demás partirá desde el convencimiento profundo sobre la im-
portancia de ayudar a los demás, una auténtica vocación. Pero
una persona con un alto nivel del impulsor complace es una
persona que necesita ayudar y estar por las necesidades de los
demás de un modo casi patológico. Si no actuara de ese modo
se sentiría muy mal consigo misma; en el fondo de sí funda-
menta su valía como persona en su capacidad de ayudar a los
demás. El trasfondo inconsciente de su actitud de ayuda es el de

COMPARTE:
recibir gratificación (bien sea con el agradecimiento de los de-
más o con su propio autorreconocimiento por lo que ha hecho).
Continuando con el nivel alto de este impulsor, también po-
demos hablar del perfil de personas con poca capacidad aser-
tiva, personas más bien pasivas que no se autoafirman, que no
defienden sus derechos y les cuesta luchar de cara contra las
injusticias (aquí veríamos otro ejemplo del polo opuesto a las
personas con el impulsor sé fuerte, las cuales también pueden
carecer de asertividad, pero en dirección a ser agresivas en vez
de pasivas). Suelen ser personas que huyen de los conflictos y
que harán –o dejarán de hacer- cualquier cosa para estar bien
con todo el mundo. Necesitan llevarse bien con todos, no pue-
den soportar el estar abiertamente en mala relación con otra
persona; aunque, paradójicamente, puede darse el caso de que
tengan conflictos interpersonales sin resolver desde hace mu-
cho tiempo por no atreverse a abordarlos, llegando en muchos
casos a tomar distancia y enfriar la relación antes de afrontar
abiertamente el problema.
Creencias irracionales. Las creencias que suelen ir ligadas a
los que tienen un nivel alto de este impulsor suelen ir en esta
línea: “hay que agradar a los demás cueste lo que cueste”, “lo im-
portante es lo que piensen los demás”, “primero hay que mirar
por las necesidades del otro y luego, si queda tiempo o recursos
por las mías”, “necesito que los demás se encuentren/sientan
bien”, “no debo de ser egoísta y ayudar más a los demás”, “no
soy lo suficientemente bueno, para serlo debo de ayudar más a
los demás”, etc.

COMPARTE:
Cynthia, la mejor amiga de sus amigas
Desde muy pequeñita Cynthia ha sido muy relacional. Su carác-
ter extrovertido le ha ayudado a tener gran cantidad de amigos
y amigas; de hecho puede presumir de tener varios grupos muy
diferentes de amistades entre los que tiene que elegir para salir
un sábado por la noche. Si algo valoran sus amigos de ella es
que nunca tiene conflictos con nadie. Es la amiga que escucha a
todos, incluso cuando hay un conflicto interpersonal entre dos
miembros de uno de esos grupos tiene la capacidad de escuchar
empáticamente a las dos personas en conflictos y hacerlas sen-
tir a las dos comprendidas. Ahora bien, Cynthia nunca ha sido
clave en la solución o reconciliación de estas amigas/os cuando
ha habido un conflicto. Su actitud de escucha “empática” tiende
más bien a retroalimentar el sentimiento de víctima que suele
tener cada una de las partes. La verdad es que nadie recuerda
nunca haber oído a Cynthia recriminar a alguien alguna acti-
tud que no le haya gustado. En todo caso, las quejas de Cynthia
sobre los demás suelen ser “por detrás”. Suele quejarse de que
otros le han hecho o dicho algo que le ha molestado, pero siem-
pre cuando habla con terceras personas.
Cynthia es además una persona muy servicial. Siempre está para
ayudar a quien lo necesite, incluso a costa de sus propios intere-
ses personales. Incluso, pone continuamente las necesidades de
HISTORIA

COMPARTE:
sus amigos por encima de las necesidades de sus familiares más
allegados como sus padres o hermanos. La realidad es que, en
el fondo, Cynthia sabe que el afecto de sus padres y hermanos
nunca le va a faltar, pero no lo tiene igual de claro con sus ami-
gos. A Cynthia le duele cuando ve que sus amigos no le hacen
tan fácilmente un favor como hace ella con ellos, pero reprime
el dolor y la tristeza que ello le produce, y en vez de enfrentar
su realidad aumenta su actitud de servicio hacia ellos (para que
vean, si no se han dado cuenta, cómo ella sí “está por ellos”). La
paradoja de su vida, y de la que no es consciente, es de que a
pesar de tener muchas amistades no se siente saciada con ellas
y cuanto más vive para complacerlas menos satisfecha se siente;
sin embargo, las necesita cada día más.

COMPARTE:
Sé perfecto
La búsqueda de la excelencia, de la mejora
personal, es algo que ha distinguido al ser
humano desde sus orígenes.
Uno de los motores del progreso de las personas individual-
mente y de la sociedad como colectivo tiene que ver con el
deseo interior de hacer las cosas bien a la vez que mejorar de
forma continua. El impulsor sé perfecto tiene parte de esa res-
ponsabilidad.
Una persona con este impulsor muy bajo será una persona
que no mirará la calidad de lo que hace. Esto le traerá muchos
problemas tanto a nivel personal como profesional. En este
punto no tiene sentido poner ejemplos porque el interés o no
de hacer las cosas bien abarca toda la vida, todo lo que hacemos
son acciones que pueden estar bien o mal hechas.
Sin embargo, tener un nivel alto de este impulsor puede
llevar a ser una persona perfeccionista y con una gran necesi-
dad de control sobre todo lo que se hace y sobre todos los que
nos rodean. Una persona con este perfil buscará mucho más
que la excelencia. En realidad estará buscando un ideal que no
existe: la perfección. Ser excelente tiene que ver con intentar
hacer las cosas lo mejor posible según las propias capacidades
y las circunstancias, por lo que el estándar de calidad de una

COMPARTE:
tarea determinada para que produzca satisfacción personal
será diferente dependiendo de la situación. Por el contrario,
una persona perfeccionista tenderá a experimentar un punto
de intranquilidad personal con todo lo que haga porque “siem-
pre podría haber estado mejor”. Como ejemplo, una persona
con una actitud de excelencia (que tiene el impulsor a un nivel
equilibrado) puede quedar satisfecha recibiendo en casa a unos
invitados aun no habiendo podido limpiar la casa a causa de la
hospitalización de su padre durante esa semana. Una persona
perfeccionista no disfrutará la cena con los invitados en casa o,
lo que es más posible, la anulará con cualquier excusa, (aunque
el principal motiva habrá sido, en el fondo, el no tener la casa
limpia).
Lo paradójico es que las personas con el impulsor sé perfecto
muchas veces no emprenden proyectos por la inseguridad de
no realizarlos bien. Incluso, muchas veces no los terminan para
huir inconscientemente de la evaluación (normalmente au-
toevalación) sobre la tarea acabada. Como decía al principio,
el perfeccionismo suele estar muy ligado a la necesidad de con-
trol. Estas personas, en muchas ocasiones desgastan a aquellos
que conviven con ellos –incluso se desgastan ellos mismos- por
la necesidad constante de supervisar todo así como por intentar
que todos mantengan el estándar que ellos consideran adecuado.

COMPARTE:
Creencias irracionales. El exceso de este impulsor habrá ayu-
dado a arraigar en uno mismo creencias como: “sólo hay una
forma de hacer las cosas”, “las cosas son buenas o malas”, “las
cosas están bien o mal hechas, no hay punto intermedio”, “la
justicia está sobre todas las cosas”, “quien yerra la paga”, “ante
todo sé perfecto, eso es lo que te da valor como persona”, “lo
importante es que esté perfecto”, etc.
HISTORIA
Jacobo y una de sus decisiones más importantes
Jacobo es un estudiante brillante. Desde que empezó en prima-
ria, hasta este año que está acabando la ESO, sus notas han sido
el reflejo de su inteligencia y capacidad de esfuerzo. La verdad
es que para Jacobo sacar notas de las más altas siempre ha sido
una motivación para estudiar. Jacobo es un joven muy meticu-
loso en lo que hace. Por ejemplo, sus padres están muy orgu-
llosos por lo extremadamente ordenado que es con sus cosas
y lógicamente alardean de ello con sus amigos. Otra caracte-
rística que llama la atención de él es cómo le gusta enlazar los
argumentos cuando está hablando o discutiendo sobre algún
tema. No le gusta dejar cabos sueltos. La verdad es que

COMPARTE:
esto último le supone una carga personal cuando está hablando
con amigos de su edad. Sus amigos, como ocurre con los chicos
de su edad, no suelen escuchar más de cuatro o cinco minutos
sin interrumpir, y las explicaciones de Jacobo les aburren. De
hecho, Jacobo cada vez se inmiscuye menos en discusiones y
manifiesta menos su opinión entre sus amigos, pues si lo hace,
al no poder expresarse con la claridad que le gustaría, acaba
muy frustrado y pensando que ha dado peor impresión que si
no hubiera hablado.
Siguiendo los pasos de sus tíos Carlos y Graciela es un apasio-
nado por la literatura y los ensayos de autores clásicos de filoso-
fía (su tía es profesora de literatura de secundaria y su tío, aun-
que no ejerce como profesor, estudió filosofía en una segunda
carrera universitaria; los dos han estado muy cerca de él desde
que era un niño y son como una especie de mentores para él).
Sí, Jacobo es un apasionado de las letras. Sin embargo, éstas le
han traído dolores de cabeza los dos últimos años de estudios.
En las asignaturas de ciencias casi siempre saca una puntuación
entre 9 y 10 sobre 10. Son asignaturas más objetivas de puntuar,
o se ha respondido bien o mal, no hay vuelta de hoja. Pero algu-
nas de las de letras, como literatura o filosofía, son más subjeti-
vas. Jacobo considera que desarrolla buenas contestaciones en
los exámenes, pero sin embargo las notas que saca suelen estar
entre 8 y 9, de normal (incluso, en alguna ocasión ha sacado
algún 7). Normalmente considera que sus profesores deberían
haberle puntuado mejor.

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Ahora se encuentra en la disyuntiva de decidir el itinerario de
estudios en el bachillerato. Desde hace años siempre tuvo cla-
ro que quería estudiar una carrera universitaria de letras, y así
se lo manifestó muchas veces a su familia. Sin embargo, está
a punto de matricularse en la línea de ciencias. Sus tíos están
un poco preocupados por él. Saben que su corazón está en el
mundo de la filosofía; a su edad ha escrito algún ensayo que
les ha sorprendido por la lucidez que manifiesta para un chi-
co de su edad. Pero ahora le ven confuso. Se está reafirmando
en que quiere estudiar ciencias pero cuando le preguntan sobre
qué carrera dice que no lo sabe, que lo que tiene claro es que
las letras no son lo suyo. Jacobo es muy joven aún para darse
cuenta, pero su inseguridad está decidiendo por él. Su nece-
sidad de sentirse valorado la está queriendo saciar con ser el
chico perfecto (en las notas, en casa, en las conversaciones…) y
puede acabar tomando una decisión sobre la que, quizá después
de muchos años, recapacite pero ya no tenga la oportunidad de
volver atrás. Excesivo impulsor sé perfecto.

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¿Quién puede decir que no le suena el cuarto imperativo cuan-
do recuerda sobre su niñez? Todos hemos escuchado, en ma-
yor o menor medida, esta orden. Es más, posiblemente el date
prisa siga siendo una expresión cotidiana en nuestra familia,
pero ahora de nuestra parte hacia nuestros hijos. Todos somos
conscientes de que es necesaria la agilidad en la vida. El tiempo
pasa muy rápido y las oportunidades también. La buena inten-
ción y el buen hacer no sirven de mucho si no se cumple con los
compromisos a tiempo, si no se acaban las cosas en el plazo, si
no se llega puntual a las citas.
Una persona con este impulsor muy bajo se va a encon-
trar con muchos problemas. Podrá encontrarse con problemas
de productividad en el trabajo por no cumplir los plazos, pro-
blemas personales que pueden ir desde no llevar a los niños a
tiempo al colegio hasta el tener conflictos con su pareja por no
poder hacer un reparto muy equitativo de tareas (la lentitud no
le deja la posibilidad de encargarse de muchas responsabilidades).
Date prisa
La velocidad y el cambio constante son las
dos características que definen la realidad
de la sociedad de hoy. ¿Se puede vivir sin
“darnos prisa”?

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Sin embargo, una persona con el impulsor muy alto, se pue-
de encontrar con problemas más graves. Uno de los más típicos
es el estrés. La necesidad de hacer mucha cosas y rápidamente
le lleva a estar siempre en posición on, a estar activado energé-
ticamente. Esta activación contínua –estrés tóxico- va ligada a
mucho problemas físicos y emocionales que todos conocemos.
Otro de los síntomas suele ser la falta de excelencia en lo que
hace. Normalmente son personas para las que la velocidad con
la que hacen las cosas les impide cumplir con el estándar de
calidad adecuado. Por poner un ejemplo más podríamos ha-
blar de la presión que suelen ejercer sobre los que les rodean.
Consideran como un gran valor el ser veloz en las ejecuciones
y evalúan a los demás por ese criterio. Si están en puestos de
gerencia, por ejemplo, la presión que ejercen sobre sus subal-
ternos puede desgastar enormemente al equipo. Muchas veces
la productividad –entendida como cantidad de trabajo realiza-
do- aumenta gracias a esa presión pero no la calidad final de
las tareas del equipo; es más, con el tiempo el desgaste de sus
trabajadores acabará repercutiendo en la cantidad de trabajo.
Creencias irracionales. Las creencias más arraigadas en estas
personas son algunas del tipo de: “hay que ir más deprisa”, “si
no voy rápido no podré conseguir nada en la vida”, “no podré
terminar a tiempo”, “es mejor el más rápido”, etc.

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HISTORIA
Marta y Alejandro
Marta es la madre de un encantador niño de seis años llamado
Alejandro. Marta, desde pequeña ha aprendido que en la vida
no te regalan las cosas y que hay que “mover el culo” si quie-
res conseguirlas… pero “moverlo rápido”. Y desde luego que
el mensaje le ha calado. Una de las áreas donde lo refleja es
en el cuidado y educación de Alex. A Marta le cuesta recordar
una comida en la que no tenga que estar diciéndole a Alex que
se dé prisa, que no va acabar nunca. Las mañanas están todas
cortadas con el mismo patrón. Los gritos porque no se espabila
para vestirse, las quejas constantes de que ese niño le va a matar
de estrés, recogiendo la cocina, doblando ropa, planchando u
organizando el comedor mientras supervisa desde la distancia
como desayuna el niño (con los consiguientes gritos), y un lar-
go etc. Además, a Marta también le cuesta esperar a que el niño
asimile los conceptos de las lecciones de clase que repasa con él
durante las tardes. La verdad es que intenta disimular su ner-
viosismo, pero a Alex, que tiene una capacidad especial para
captar la frustración de su madre, no le pasa desapercibido.
Esta tarde Marta está hablando con la psicóloga del colegio de
Alex. Las dos están un poco preocupadas porque el niño refleja
un comportamiento demasiado ansioso, le cuesta soportar la
frustración que conlleva la espera de las cosas y tiene proble-

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mas para mantener la atención. Conforme están hablando en
un ambiente de confianza Marta le cuenta alguna otra de las
preocupaciones que tiene sobre su hijo, como el que le cuesta
demasiado comer sólo y tiene la sensación de que cuanto más le
empuja a comer rápido más depende el niño de su empuje. Sin
embargo, en otras cosas como las tareas del colegio para casa es
muy rápido, sin embargo tiene mucho fallos y no consigue que
coja la rutina de repasarlos antes de dejarlos como terminados.
Está esperando acabar para irse a jugar, sí, pero en la hora y
media que suele tener para jugar se recorre todo el repertorio
de juegos y juguetes, sin estar más que unos minutos con cada
uno. Marta nunca ha conseguido estar jugando con él más de
diez minutos con un único juego y mucho menos acabar una
partida con alguno de ellos.

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Este impulsor es especialmente cultural. Sin embargo, indepen-
dientemente del entorno social, la familia sigue siendo clave en
la formación de este impulsor del cual todos somos conscientes
de su importancia. ¿Se pueden conseguir logros sin esfuerzo?,
¿se regalan los éxitos sin perseverancia?, ¿se puede llegar a ser
feliz sin dedicar esfuerzo a los cambios personales que conside-
remos que necesitamos?
Una persona con este impulsor muy bajo se va a encontrar
con muchos obstáculos personales (interiores) para conseguir
sus metas. Normalmente, cuando aparezcan los obstáculos, o
simplemente descienda la motivación inicial que solemos tener
cuando abordamos algo nuevo, acabará dejándolo. En algunos
casos encontraremos personas de este perfil con una especial
capacidad para estar excusándose continuamente en las cir-
cunstancias o en otras personas, o todo lo contrario, personas
frustradas porque se sienten incapaces de mantener su cons-
tancia en nada y en las cuales el sentimiento de culpabilidad
va creciendo de día en día. A veces podemos encontrar dentro
de este perfil a personas con una especie de creencia sobre que
Esfuérzate
El esfuerzo es un valor necesario para
conseguir metas en la vida. En algunas
sociedades la capacidad de esfuerzo es un
valor casi supremo.

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el mundo se debería confabular para que algún día se levanten
y sus circunstancias hayan cambiado (de repente les ha tocado
la lotería, o les han ascendido en la empresa, o su pareja se ha
despertado con una lucidez especial en la que ha reconocido sus
propios errores en la relación y le pide perdón, o incluso, que su
hijo o hija de repente empieza a aprobar porque ha descubierto
por sí mismo que es inteligente y le han entrado ganas de estu-
diar). Vamos, que su vida algún día cambiará sin el esfuerzo que
ella debe de poner para intentar mejorar en cada área de su vida.
Pero, ¿qué ocurre con aquellos que tienen el impulsor
muy alto? Obviamente hablamos de personas que viven para
el “hacer”, que se valoran a sí mismos y a los demás por la can-
tidad de esfuerzo que pongan en cada cosa. La realidad es que,
si tener un nivel equilibrado de este impulsor ayuda a ser pro-
ductivo, el tenerlo muy alto puede llevar en algunos casos a lo
contrario: a no ser resolutivo y no acabar muchas tareas. ¿Por
qué? Porque suelen acometer retos demasiado difíciles o, in-
cluso, aunque no sean difíciles los suelen complicar porque la
dificultad es la que le da valor a las cosas. Su vida suele estar lle-
na de retos, cumplidos, incumplidos o por cumplir, y tienen la
necesidad de alardear de lo cargados que están con tantas cosas.
La excelencia en la resolución tampoco les caracteriza.
Creencias irracionales. El exceso de este impulsor puede
haber ayudado a arraigar en nosotros creencias como: “lo que
no cuesta esfuerzo, no vale la pena”, “no lo conseguiré, pero lo
intentaré”, “lo importante es intentarlo (mucho más que conse-
guirlo)”, etc.

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Francisco y el voluntariado
Francisco es una persona apasionada por ayudar a los demás.
No hay mejor forma de definirlo que ésta. Es de esas personas
verdaderamente altruistas, que está dispuesto a ayudar a los de-
más sin esperar recibir nada a cambio. Considera que su vida
tiene un sentido más allá que la de suplir sus propias necesi-
dades personales. Se siente agraciado por tener casa, alimento,
familia y buenos amigos, y considera que uno de sus propósitos
en la vida es ayudar a aquellos que no han tenido su suerte.
Francisco está participando en cuatro asociaciones diferentes,
de hecho casi todas las tardes de la semana las tiene ocupadas
en ello.
Es conocido entre sus compañeros por su capacidad de trabajo
y el empuje que tiene con el que es capaz de arrastrar a los de-
más. Lo que también sorprende a todos es que parece que Fran-
cisco no sea capaz de parar. Conseguir un rato de conversación
tranquila con él es casi una utopía. Además, continuamente se
está quejando de lo ocupado que está, de su vida estresada, pero
no hace nada para remediarlo. Algunos empiezan a comentar
que parece que necesita estar activo, el no parar, para sentirse
bien. También les gustaría decirle que se tomara las cosas con
más tranquilidad, que descansara de algunas obligaciones, pero
ninguno sabe cómo decírselo. Saben que sólo el insinuarle que
HISTORIA

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dejara algunas de sus tareas lo vería como una agresión hacia
él en el sentido de sentirse minusvalorado o ninguneado. Sin
embargo, lo cierto es que no es ni mucho menos un “cero a la
izquierda” sino todo lo contrario. En las reuniones de plani-
ficación es muy activo. Es más, siempre está proponiendo, o
animando a que se hagan propuestas, en la línea de avanzar en
más actividades, empezar proyectos más ambiciosos; considera
que si la asociación no crece en actividades es porque no están
haciendo bien su trabajo.
La verdad es que Francisco es un apasionado de lo que hace,
pero está dentro de un bucle emocional del que no sabe salir.
Le gusta lo que hace pero a la vez lo necesita de un modo casi
patológico. Una combinación explosiva para él, y en ocasiones
también desgastante para los que le rodean.

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Llegamos al último impulsor, el que nos ayuda a prevenir cir-
cunstancias que nos pueden dañar. Este es otro de los que,
obligadamente, hemos escuchado de pequeños y no dudamos
en decir ya de adultos a nuestros hijos. ¿Quién duda de la im-
portancia de ser una persona cuidadosa, prevenida, cautelosa?
En la sociedad en que vivimos es indudable… y también lo era
cuando éramos Neanderthales (personalmente no me creo el
mito de que nuestros ancestros eran seres encantadoramente
pacíficos de los que tenemos que aprender; pero ese es otro
tema).
Una persona con un impulsor muy bajo no hay duda de
que no valorará equilibradamente los diferentes riesgos de la
vida. Para unos será considerado como un valiente, para otros
un temerario, e incluso algunos preferirán considerarlo como
un imprudente. Lo cierto es que la valentía que ignora el riesgo
no es tal. El valor está relacionado con estar dispuesto a asumir
un riesgo cuando se es consciente de él. Este perfil de personas
son aquellas que siempre se están metiendo en problemas, aún
sin pretenderlo. Suelen entrar en él también aquellas a las que
Ten cuidado
La sabiduría y la prudencia han ido siempre
cogidas de la mano, por lo que este
mensaje siempre ha sido vital en el legado
de cada generación.

COMPARTE:
continuamente “les pasan cosas”, que parece que tienen la mala
suerte de su lado. En muchos de estos casos nos vamos a encon-
trar con personas que no evalúan bien los riesgos.
El perfil opuesto sería el de aquellos que tienen una excesi-
va necesidad de estar alerta, de ir con cuidado en todo lo que
hacen. Aquellos que tienen el impulsor ten cuidado muy alto
suelen vivir una vida muy condicionada por el miedo (en la
carretera, en el trabajo, en el hogar, en las relaciones). El mundo
es peligroso y no pueden permitirse bajar la guardia. Suelen vi-
vir en un estado de ansiedad (a veces moderada y otras intensa)
que no les deja disfrutar plenamente de los momentos, no les
deja vivir el presente de lo que están haciendo. Son personas,
también, que todo lo valoran como importante, todo es tras-
cendente y no pueden equivocarse porque las consecuencias
podrían ser muy graves. Las personas con este impulsor pue-
den manifestar esa ansiedad por la precaución de modos muy
diferentes, pero si hay algo que a todas les duele mucho es el
tener que escuchar en alguna ocasión: “si ya te lo decía yo… si
me hubieras hecho caso…”
Creencias irracionales. Algunas de las creencias relaciona-
das con este impulsor son: “no me puedo equivocar”, “¡es im-
portante! (repetido en casi cada cosa)”, “no te fíes, te la pueden
pegar”, “antes de hacer las cosas, piénsalo dos veces”, etc.

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HISTORIA
Carmen y su pequeñín
Carmen es una madre cuidadosa y preocupada por su hijo de
dos años. Desde antes de nacer tuvo muy claro que su hijo iba
a ser una prioridad para ella; si había decidido ser madre era
porque lo deseaba como ninguna otra cosa en el mundo. La
dedicación de Carmen al pequeño ha sido ejemplar. De hecho,
se ha tomado dos años de excedencia laboral porque quería de-
dicarse a la crianza y educación del pequeño Javier; en su mo-
mento hizo cuentas y vio que “ajustándose el cinturón” podía
permitírselo con sus ahorros y un poco de ayuda de sus padres.
Sin embargo, Carmen se ha encontrado con una situación que
no había esperado. El disfrute que está viviendo con su hijo se
empaña muchas veces por la preocupación excesiva por cada
cosa.
A pesar de tener la casa blindada a prueba da golpes no es capaz
de dejar al niño ni un momento solo (aunque esté tranquilito
frente al televisor), es más, no se encuentra cómoda cuando lo
deja un par de hora con los abuelos para hacer algunas compras
o gestiones. Este verano se lo ha llevado la tía en dos ocasiones
a pasar la tarde del sábado con sus primitos y Carmen no ha
podido despegarse del Whatsapp. Esta semana ha empezado a
asistir a natación con Javier y, a pesar del énfasis que hace la
monitora en que disfruten con sus hijos de ese ratito, ella no
puede descargarse de la tensión sobre la posibilidad de hacer

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algo mal (que se le resbale el niño en el agua, que le dé un golpe
en el borde de la piscina, etc.) y hacerle daño al pequeño o in-
cluso el asustarle si traga mucha agua.
Le faltan pocas semanas para incorporarse al trabajo. Esta se-
mana ha hablado con un par de compañeros del equipo de in-
genieros con el que trabajaba antes de coger la excedencia. El
volver a su empresa lo tiene garantizado pero no el ocupar el
mismo puesto con sus compañeros. Carmen está retomando
el contacto con ellos a la espera de que sus compañeros le di-
gan que van a intentar hablar con el jefe para que pueda con-
tinuar con ellos. Sin embargo, Carmen se encuentra un poco
desilusionada. No ha notado una gran efusividad de parte de
sus compañeros; nota como que no están muy interesados en
su vuelta. Ella está pensando en qué habrá hecho mal y por su
cabeza le pasan ideas como que quizá debería haberlos llamado
más veces durante la excedencia, que haya entrado otra persona
en el equipo con la que hayan conectado mejor o que puedan
pensar que con su nuevo estado de madre no va a poder rendir
al mismo nivel que antes. Pero lo que ella no imagina es que
desde que no está trabajando sus compañeros se sienten mu-
cho más aliviados pues, el papel de Carmen, a pesar de ser una
persona trabajadora y muy responsable, continuamente estaba
transmitiendo sus miedos al equipo cuando querían emprender
proyectos nuevos. A todo le veía problemas, dificultades que
podrían ser contraproducentes, incluso, dramatizaba continua-
mente las cosas convirtiendo en problemas lo que no lo eran.

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Algunas
cuestiones

COMPARTE:
¿Qué tal ha ido este paseo por los impulsores de la personalidad?,
¿has empezado ya con tu propia radiografía?, ¿le encuentras sentido?,
¿te sientes intrigado? La verdad es que no hay nada tan apasionan-
te en el ámbito de la gestión emocional como el mundo del autoco-
nocimiento. Y de hecho no se puede crecer interiormente sin crecer
en autoconocimiento.
Imagino que estarás intrigado por conocer tu perfil, en qué impulsores
marcas alto, bajo o equilibrado. Al final del libro tienes un test que te
podrá ayudar a ello. Si ya lo has hecho, como recomendaba al principio
del libro, mucho mejor. Si no no pasa nada, también estás a tiempo de
hacerlo. Sin embargo, un test nunca es una medida completamente fia-
ble. Lo más importante es que la explicación de estos impulsores, junto
con sus historias de ejemplo, te haya servido de estímulo y orientación
para pensar sobre ti mismo con unos ojos nuevos, con un nuevo modo
de mirar tu interior. A partir de aquí tu sentido común podrá hacer
mucho más de lo que imaginas. Lo más duro es cuando uno nota que
su vida no va bien, que no tiene el control de mucho de lo que hace,
dice o piensa y no sabe el porqué y por tanto cómo abordarlo. Espero
que este modo de ver tu funcionamiento interior te haya ayudado a
poder mirar ese mundo interior con un poquito más de luz. ¿Y por qué
no también el de los demás?
Pero no querría acabar sin comentar...

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Dos cuestiones que considero importantes:
1. No es una cuestión de equilibrio perfecto
La idea no es buscar el equilibrio perfecto en cada impulsor, una espe-
cie de estado medio de intensidad. Hay que ser conscientes del propio
temperamento de cada persona así como de las circunstancias que le
ha tocado vivir.
Por ejemplo, hay personas con un temperamento sanguíneo para los
que la velocidad y el activismo podríamos decir que forman parte de
su identidad. No se trata de que se conviertan en maestros zen sino
de que sean conscientes de cuál puede ser su talón de Aquiles para
estar testeándose preferentemente en esa línea, incluso que puedan
pedir supervisión a amigos de confianza para que les digan: “cuidado,
te estás pasando”. Aún así es aconsejable que se planteen estrategias
para moderar un poco la fuerza de los impulsores que les puedan estar
arrastrando (como el date prisa) y ser muy muy conscientes de en qué
situaciones éstos están tomando un protagonismo desmedido y pue-
den dañarles a ellos mismos o a los que les rodean.

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Otro ejemplo, pensando en las circunstancias, una persona que esté
en un trabajo de atención a pacientes terminales necesitará un alto
grado de comprensión, paciencia, empatía, para los cuales ayuda el
desarrollar el impulsor complace, posiblemente bastante por encima
de la media.
Es fundamental el examinarnos continuamente sobre si estamos dis-
frutando o no según nuestro perfil personal y si nuestros impulsores
nos están ayudando o entorpeciendo para conseguir nuestras metas. A
veces, podemos tener un par de impulsores desequilibrados pero que
en la práctica no nos molestan ni a nosotros ni a nuestro entorno. En
ese caso quizá no sea necesario preocuparnos por ello, pero siempre
siendo conscientes de nuestra realidad interior, no como excusa para
no afrontar el esfuerzo de cambio.
2. No estamos condicionados, podemos aumentar
o disminuir la fuerza de nuestros impulsores
Una creencia irracional que está muy extendida es que nuestra vida
está condicionada por nuestro pasado: aquello que hemos vivido, sea

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bueno o malo, nos va a condicionar para toda la vida el quiénes somos,
qué hacemos, qué podemos conseguir. Desde luego que éste no es el
caso de los impulsores de la personalidad. Si es cierto que nuestra in-
fancia ha sido clave en definir nuestro perfil interior en relación a los
impulsores, también lo es el que nuestro cambio personal está a nues-
tro alcance. El principio de responsabilidad personal es imprescindible
para vivir un proceso de cambio, la responsabilidad pasa por asumir
que mi yo presente tiene la capacidad para dirigir ese cambio en mi
interior que deseo experimentar.
Ahora bien, ese cambio seguramente no va a ser fácil, va a requerir
fuerza de voluntad para arrancar con el proceso y para permanecer
durante mucho tiempo. Y uno de los factores clave para que tu volun-
tad tenga la fortaleza necesaria para tomar el control de tu motivación,
tanto para empezar como para permanecer en ese proceso a través del
tiempo, es que la misma experiencia de vivir el proceso de cambio sea
una motivación en sí. Te estoy hablando de disfrutar el propio proceso
de autoconocimiento.

COMPARTE:
Consejos
prácticos:
Plan de cambio personal

COMPARTE:
Por último, y aunque comenté en la introducción que la idea de este
libro no era estar dando ejercicios prácticos, sí quiero acabar con unas
pautas prácticas que son básicas para vivir un proceso de cambio per-
sonal las cuales se aplican perfectamente al modelo de los impulsores.
Básicamente tiene que ver con tres pasos que necesitas dar:
1. Conócete bien
En primer lugar, y como algo imprescindible, debes de profundizar en
el autoconomiento. Ser consciente de los impulsores que tienes por ex-
ceso o por defecto, así como de los perjuicios que te está acarreando y
puede seguir acarreándote en un futuro. Seguro que con la descripción
que has leído ya has intuido algunas necesidades de mejora personal.
Aún así, será bueno que reserves algunos ratitos de tranquilidad para
pensar y reflexionar sobre tu realidad personal (la quietud del silencio
es la gran amiga del alma).
Para ello te será muy útil el test que tienes al final del ebook, pero tam-
bién trabajar esta ficha de autobservación y autorreflexión.

COMPARTE:
Ficha 1: Consciencia
¿Qué impulsores tengo demasiado altos?
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¿Qué impulsores tengo demasiado bajos?
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Impulsor --------------------------------------------
(contesta estas preguntas respecto a cada impulsor que hayas mencionado
en las anteriores)
¿Cuándo aparece su fuerza o su carencia con más claridad? (circunstancias y personas)
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¿Cómo suelo actuar?
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¿Qué consecuencias tiene mi conducta? (a nivel personal y en mi entorno)
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¿Cómo me suelo sentir?, ¿por qué creo que me siento así y qué relación puede tener con
el exceso o la carencia del impulsor?
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---------------------------------------------------------------------------------------------------

COMPARTE:
2. Responsabilízate
Elige un impulsor que te haya llamado la atención sobre ti por exceso
o defecto, o a lo sumo dos. Decídete que vas a hacer lo que esté en
tu mano para cambiar, para mejorar. Consciencia (paso 1) y Respon-
sabilidad (paso 2), son los elementos fundamentales para el cambio
personal.
Para responsabilizarte y adquirir motivación para el cambio te ayudará
mucho el pensar en los beneficios que con los que te vas a encontrar si
lo experimentaras.
Esta ficha te ayudará:

COMPARTE:
Ficha 2: Responsabilidad
Impulsor
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¿Cómo sería mi comportamiento en las situaciones críticas que he mencionado
arriba si no tuviera el impulsor tan alto o bajo?
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¿Cómo me sentiría?
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¿Cómo reaccionarían las personas que me rodean?
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¿Hasta qué punto estoy dispuesto a esforzarme para cambiar mis patrones de pensa-
miento y conducta?
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COMPARTE:
3. Analiza y actúa
Busca los pensamientos y creencias irracionales que más arraigados
tienes y analízalos con sentido común. Las creencias son convicciones
que las personas tenemos con respecto a nosotros, los demás o la vida
en general. Estas pueden ser racionales o irracionales (ej. de creencia
irracional: “el mundo está lleno de gente mala de la que hay que prote-
gerse y no bajar la guardia”; creencia racional: “en el mundo hay gente
buena y mala; hay que ser prudente pero no obsesionarse, y sobre todo
no juzgar a alguien por una única acción equivocada”). Cada impulsor
que tengas en exceso estará ligado a una o unas creencias irracionales.
En la breve explicación que he hecho de cada impulsor he puesto al
final tres o cuatro ejemplos de creencias irracionales que se pueden
tener. Si tienes el impulsor muy bajo posiblemente tendrás una creen-
cia en sentido opuesto (por ejemplo, si tu impulsor ten cuidado está
muy bajo puedes pensar así: “toda la gente es buena y bondadosa y sin
intención de hacer daño a los demás, cuando ese daño ocurre suele
ser por un error o malentendido”). Curiosamente, el tipo de creencias
como la que acabo de mencionar no se considera irracional porque no
origina problemas psicológicos en la persona, sin embargo tampoco es
adecuada porque con un pensamiento de este tipo los golpes que uno
se puede dar en la vida pueden ser tremendos.
¿Qué tienes que hacer cuando descubras esas creencias o pensamien-
tos? Ante todo debes afrontarlos con duda, críticamente, analizando el
nivel de veracidad o no que tienen. Cuando hayas debatido con ellos,
actúa en consecuencia.

COMPARTE:
Por ejemplo, si una de tus creencias fuertemente arraigadas es: “debo
ser fuerte para que me respeten y valoren como persona” y te has argu-
mentado suficiente y demostrado a ti mismo de que esto no es cierto
(pues tu valía no depende de la fortaleza que aparentes delante de los
demás), empieza a actuar en base a cómo debería de hacerlo una per-
sona que no depende para sentirse bien del respeto que pueda tener
de los demás, así como que tampoco cree que toda la gente cumple el
patrón de “sólo respetarte si te ve fuerte”. Cada vez que aparezcan tus
pensamientos irracionales tómate un tiempo para ser consciente de
ellos y volver a rebatirlos con los argumentos que tú mismo has prepa-
rado. Es muy útil también que tengas ciertas declaraciones firmes que
te puedas repetir en momentos puntuales de crisis.
Esta ficha te puede ayudar:

COMPARTE:
Ficha 3: Análisis
Creencia irracional -----------------------------------------------
Contrargumento racional: ----------------------------------------------------------------
---------------------------------------------------------------------------------------------
---------------------------------------------------------------------------------------------
Declaraciones: ----------------------------------------------------------------------------
---------------------------------------------------------------------------------------------
---------------------------------------------------------------------------------------------
En este caso voy a poner un ejemplo para su mejor comprensión:
Creencia irracional: “Debo ser fuerte para que me respeten y valoren como persona.”
Contrargumento racional: Mi valía no depende de mi imagen de fortaleza. Las perso-
nas más allegadas a mí me valoran por lo que soy. Con ellas no puedo mantener siem-
pre la imagen de fortaleza y sin embargo no por eso me valoran menos. Soy consciente
de que mi jefe sí que piensa de ese modo en cuanto a las personas (me lo ha comentado
en más de una ocasión) pero la opinión de una persona, aunque sea clave en mi vida
en estos momentos como es mi jefe, no puede condicionar el resto de mi tiempo ni mi
pensamiento sobre mí mismo. De hecho, si soy sincero, sólo he manifestado dudas en
un par de ocasiones con él; ocasiones en las que sí he notado esa minusvaloración por
su parte. Pero aún así, si considerase que debo seguir guardando las apariencias con él,
esto no debería de condicionar el resto de mi vida. Y bla, bla, bla….
Declaraciones:
“Mi valor reside en mí mismo, no dependo de otros para sentirme importante.”
“La gente que me quiere me considera alguien especial (mi mujer, mi hermano, mis
hijos, mi amigo… )”
“Tengo áreas débiles en mi vida así como las tengo fuertes, ¡igual que todo el mundo!”
“No voy a dejar que ese pensamiento interno condicione mi vida (conducta, emociones
y resto de pensamientos)”. Si aparece mi impulsor sé fuerte a la hora de hacer algo, to-
mar una decisión o llevándome a sentir de nuevo los sentimientos de rabia, impotencia,
frustración o miedo, me diré a mí mismo que ese no soy yo, que es la creencia irracional
que quiere tomar el control y no la voy a dejar.
Etc.

COMPARTE:
Ficha 4: Actuación
¿Qué pasos voy dar?
(qué pautas de conducta voy a cambiar, cuándo se dan, con qué personas estoy, qué
patrones de pensamiento se dan en esos momentos y qué declaraciones voy a hacer, cuál
será mi nueva conducta en esas situaciones…)
A -------------------------------------------------------------------------------------------
B -------------------------------------------------------------------------------------------
C -------------------------------------------------------------------------------------------
¿Cuál sería el ideal de conducta y pensamientos en esas situaciones?, ¿cuál sería el
mínimo de cambio que al menos debería ver en mí en cuanto a conducta y pensa-
mientos? (el ideal sería puntuable con un 10, y el mínimo de cambio con un 5)
A -------------------------------------------------------------------------------------------
B -------------------------------------------------------------------------------------------
C -------------------------------------------------------------------------------------------
Supervisión. ¿Qué ha ocurrido en mis primeros intentos?, ¿qué puedo hacer para
mejorar? (puntuar del 1 al 10).
A -------------------------------------------------------------------------------------------
B -------------------------------------------------------------------------------------------
C -------------------------------------------------------------------------------------------

COMPARTE:
Conclusión

COMPARTE:
Espero, de corazón, que hayas disfruta-
do de tu viaje a través de estas páginas,
pero no por su simple lectura sino por
la motivación y guía que haya podido
ser para aventurarte al autoconocimien-
to. La aventura del conocimiento de
uno mismo es un viaje sin fin, conforme
profundizas en tu mundo interior descubres más y más de ti a la vez
que descubres que ese conocimiento es infinito, nunca se acaba.
Un sabio judío dijo hace unos tres mil años que “Dios ha puesto eterni-
dad en el corazón del ser humano” (Libro del Eclesiastés). No sé si eres
o no creyente, pero indistintamente de tu credo religioso o convicción
sobre la vida, esta cita nos habla de una realidad universal. Ésta metá-
fora sobre el sentido de eternidad que tiene el corazón del ser humano
nos habla sobre la tendencia a la infinitud del mismo en dos sentidos:
1. Por una parte la necesidad que el ser humano tiene de tras-
cender, de ir más allá de sí mismo, y buscar un sentido a la vida
más allá de su propio ombligo. Esto bien puede ser proyectándose en
los demás (entregándose por su familia, dando de si en la amistad,
enfocándose en acciones solidarias, etc., etc.) o incluso buscando la
trascendencia en un sentido espiritual (relación con Dios, el universo,
el más allá, sea el que sea, etc.) De hecho, los actuales estudios sobre la
felicidad nos hablan de que uno de los ingredientes que hace que las
personas podamos vivir felices es lo que se denomina “vida con senti-
do”. Este término hace referencia a la importancia de enfocar nuestros
esfuerzos en ayudar a otros y cultivar nuestra dimensión espiritual.

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2. En segundo lugar, esa tendencia a la infinitud también nos ha-
bla del polo opuesto, de la dimensión más profunda del ser humano: el
conocimiento de su “yo” más profundo, la profundización en su cora-
zón. Este viaje, al igual que el de la trascendencia, es atractivo aunque
muchos no llegan a experimentarlo en su verdadero potencial. Sin em-
bargo, cuando uno se sumerge en el mundo del autoconocimiento se
convierte en algo apasionante a la vez que descubre que es un mundo
sin fin, donde los límites los pone uno mismo.
La explicación de nuestro mundo interior impulsado por estos seis im-
perativos combina con brillantez la profundidad con la sencillez que
hace que sólo por leer un poco sobre ello ya empecemos a sentir el
gusanillo de adentrarnos más y más en los porqués que explican el
modo en que actuamos, pensamos y sentimos. Espero que haya sido
ésta tu experiencia.
Sin más que decirte, me despido como si de una carta (o email) se
tratase, deseándote todo lo mejor. Y recordarte que a través de la
web www.escueladelasemociones.com me tienes a tu disposición
si en algo te puedo ayudar.
Un saludo,
Jonathan Secanella

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Anexo:
Test sobre el perfil
de impulsores

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Test sobre los impulsores de las personalidad
Importante: Es aconsejable que hagas el ejercicio lo más rápidamente
posible; no te pares a pensar mucho tu respuesta.
Puntúa del 0 al 4
4. Sí. Me pasa siempre, siento, pienso y actúo así. Es así.
3. Con mucha frecuencia. Me pasa, pienso, siento o actúo así
2. De vez en cuando. Esto me ocurre. Suelo a veces ser, actuar o pensar así
1. Rara vez me pasa, pienso, siento o actúo así
0. No, no soy así, casi nunca pienso o me pasas esto
1 Tiendo emocionalmente a ser frío/a y calculador/a
2 Muchas veces digo sí en lugar de decir no
3 Cuando me equivoco, normalmente me siento muy mal
4 Suelo hablar muy rápido, a veces no me entienden
5 Tiendo a iniciar cualquier actividad para pronto dejarla
6 Prefiero tardar el tiempo que haga falta antes de equivocarme al tomar
una decisión
7 Me cuesta expresar mis sentimientos
8 Tiendo a pasar auténtica vergüenza ajena
9 Me considero una persona detallista, cuidadora de las pequeñas cosas
10 Siempre tengo muchas cosas que hacer y casi nunca llego a todo
11 Me cuesta trabajo expresarme y transmitir a otro/as mis ideas y puntos
de vista
12 Antes de firmar algo, hay que pensarlo muy bien, sea lo que sea
13 Es muy difícil que pida ayuda
14 Hago míos los problemas ajenos
15 Suelo ser exigente conmigo mismo/a y con los demás
16 Tiendo a dejar a medias algo (libro, trabajo) para empezar otro nuevo
17 Mis jornadas de trabajo son de más de ocho horas
18 El avión me da mucho miedo. Si puedo viajo en tren o en coche

COMPARTE:
19 Las personas que se lamentan no me gustan nada. (yo nunca me lamen-
to)
20 Disfruto ayudando a los demás
21 Mis cosas personales tienden a estar bien arregladas y en su punto
22 Me comprometo a demasiadas cosas
23 Suelo dejar muchas cosas sin terminar. Quiero abarcar demasiado
24 Antes de comprarme una prenda de vestir, me cuesta mucho decidirme
25 Me siento molesto/a cuando alguien expresa los sentimientos
26 Confío más en los otros que en mí mismo/a
27 Si no tengo todos los datos, me cuesta mucho tomar decisiones
28 Me cuesta estar tranquilo/a sentado/a
29 A veces me doy cuenta de que me pongo metas imposibles
30 En las cosas de casa prefiero que decida mi pareja
31 Tengo fama de duro/a y cerebral (o creo que soy así)
32 Sonrío aunque no tenga ganas
33 Soy amante del orden y de las cosas bien hechas, cueste el tiempo que
cueste
34 Suelo llegar tarde a los sitios. Puntualidad
35 Valoro mucho más el esfuerzo y el sacrificio, que la creatividad o la
inteligencia
36 En mi trabajo, prefiero que las decisiones importantes las tomen otros
37 El arte, pintura, música clasica, son materias para gente algo pija
38 Me comprometo a hacer cosas que no quiero
39 Soy muy cuidadoso/a con las comidas
40 Me molesta mucho tener que esperar
41 En esta vida no se consigue nada si no te esfuerzas mucho
42 Cuando veo jugar a los niños me da miedo de que puedan hacerse daño
43 Soñar es una forma clara de perder el tiempo
44 Ayudo muchas veces sin tener ganas
45 Cuando me equivoco me enfado conmigo mismo/a, y no me lo perdono
fácilmente

COMPARTE:
46 Conduzco muy deprisa. Hoy la rapidez es un valor muy importante
47 Tengo fama de ser muy insconstante
48 Con los bebés hay que extremar la precaución cuando comen, pueden
ahogarse
49 Controlo bien las situaciones difíciles
50 Me preocupo mucho cuando no caigo bien a alguien
51 Tengo fama de ser una persona bien organizada y amante del orden
52 Me considero una persona nerviosa
53 Lo doy todo al máximo (tiempo y esfuerzo) por la empresa en la que
trabajo
54 Me gusta conducir despacio y los deportes sin riesgo
55 Soy persona que siempre cumplo mi palabra aunque esté equivocado/a
56 Me considero una persona tímida
57 Creo que soy demasiado escrupuloso/a en exigirme hacerlo todo bien
58 Me gustaría tener más tiempo
59 Me cuesta trabajo que me entiendan lo que quiero decir
60 Cada año me cuesta decidir dónde ir de vacaciones
Cálculo del resultado del ejercicio:
1.Traslada los resultados de cada afiración a la casilla correspondiente de la tabla siguiente.
2. Suma los resultados de las seis columnas.
3. Traslada esos resultados al gráfico del final con un punto en la columna y numeración
que corresponda.
4. Si las marcas te han quedado en la franja intermedia (más oscura) es que tienes un
nivel bastante equilibrado del impulsor. Si está fuera, refleja un nivel inadecuado por
exceso o por defecto.

COMPARTE:
40 40
35 35
30 30
25 25
20 20
15 15
10 10
5 5
0 0
Sé fuerte Complace Sé perfecto Date prisa Efuérzate Ten cuidado
Fuente: “Técnicas de negociación transaccional” J.M.Opi
1 = 2 = 3 = 4 = 5 = 6 =
7 = 8 = 9 = 10 = 11 = 12 =
13 = 14 = 15 = 16 = 17 = 18 =
19 = 20 = 21 = 22 = 23 = 24 =
25 = 26 = 27 = 28 = 29 = 30 =
31 = 32 = 33 = 34 = 35 = 36 =
37 = 38 = 39 = 40 = 41 = 42 =
43 = 44 = 45 = 46 = 47 = 48 =
49 = 50 = 51 = 52 = 53 = 54 =
55 = 56 = 57 = 58 = 59 = 60 =
Puntuación
Impulsor Sé fuerte Complace Sé perfecto Date prisa Esfuérzate Ten cuidado

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