Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 4ºESO
Los adolescentes necesitan dormir más y madrugar menos
1. Los adolescentes
necesitan dormir
más y madrugar
menos
Necesitan dormir más, pero madrugan demasiado. No descansar bien
daña su aprendizaje. Y les deprime.
2. María, de trece años, se levanta a las siete para ir al instituto. A las
8:30 el profesor cierra la puerta del aula. «Casi todos los días algún
compañero se duerme en clase».
Lo que describe María no es excepcional. La razón por la que los
adolescentes caen rendidos sobre el pupitre es simple: no pueden
dormir bien.
Mientras que para un niño no debería ser complicado conciliar el
sueño, los adolescentes no sienten cansancio hasta las once de
la noche. Como mínimo. El descontrol hormonal que se vive durante
éstos años es clave. Lamelatonina -una hormona que ajusta nuestro
nivel de sueño- aparece de manera tardía en la adolescencia.
¿Consecuencias? Falta de cansancio durante la noche y ronquidos
durante las clases.
«El 30% de los adolescentes se levanta con la sensación de no haber
descansado», explica el doctor Víctor Soto, de la Asociación Española
de Pediatría. Esto se debe a que necesitan dormir nueve horas para
recuperar fuerzas. Una más que los adultos. No hacerlo repercute en
su aprendizaje. «La memoria y la concentración se ven afectadas.
Toleran peor la frustración y es más fácil que se depriman».
Para favorecer el descanso de los adolescentes, varios institutos de
EEUU ya han atrasado el comienzo de las clases más de media
hora. Una iniciativa foco de alabanzas y, por ende, de críticas. Sobre
todo por parte de los padres y del profesorado. «Tendrían que
atrasarse también las actividades extraescolares» explica Gabriel,
profesor de secundaria en un centro escolar madrileño. Y añade otro
de los principales argumentos en contra: «Algunos padres no podrían
adaptarse al nuevo horario por sus trabajos».
En el polo opuesto, quienes sí abogan por el cambio son los alumnos.
María ve con buenos ojos atrasar el horario lectivo: «Nos costaría
menos concentrarnos. No estaríamos tan cansados».
Un deseo todavía lejos de cumplirse en nuestro país, y que de
momento sólo existe en los plácidos sueños de aquellos que duermen
sobre el pupitre.