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Razón y locura de la  Resistencia Civil .
Sobre la razón y la locura de la resistencia civil.
Sobre la razón y la locura de la resistencia civil. Por : Lucero Fragoso.
Sobre la razón y la locura de la resistencia civil. Por : Lucero Fragoso. Santo Tomás de Aquino, recuperando una tesis de Aristóteles, fue el primero en hablar de la  desobediencia civil . Este filósofo distin-guió entre dos tipos de derechos: los que crean los hombres orga-nizados en sociedad (el derecho positivo) y aquellos inherentes a todos los seres humanos, con los que se nace independientemente del orden legal de la comunidad en que se viva (el derecho natural).  Uno de los derechos que Santo Tomás ubicó en el conjunto de los derechos naturales es, precisamente, el de optar por la desobe-diencia en determinadas circunstancias. La premisa de esta teoría, sencilla pero contundente, es que ningún hombre está obligado a obedecer una ley injusta.
Sobre la razón y la locura de la resistencia civil. Por : Lucero Fragoso. Santo Tomás de Aquino, recuperando una tesis de Aristóteles, fue el primero en hablar de la  desobediencia civil . Este filósofo distin-guió entre dos tipos de derechos: los que crean los hombres orga-nizados en sociedad (el derecho positivo) y aquellos inherentes a todos los seres humanos, con los que se nace independientemente del orden legal de la comunidad en que se viva (el derecho natural). Uno de los derechos que Santo Tomás ubicó en el conjunto de los derechos naturales es, precisamente, el de optar por la desobe-diencia en determinadas circunstancias. La premisa de esta teoría, sencilla pero contundente, es que ningún hombre está obligado a obedecer una ley injusta.
Sobre la razón y la locura de la resistencia civil. Por : Lucero Fragoso. Santo Tomás de Aquino, recuperando una tesis de Aristóteles, fue el primero en hablar de la  desobediencia civil . Este filósofo distin-guió entre dos tipos de derechos: los que crean los hombres orga-nizados en sociedad (el derecho positivo) y aquellos inherentes a todos los seres humanos, con los que se nace independientemente del orden legal de la comunidad en que se viva (el derecho natural). Uno de los derechos que Santo Tomás ubicó en el conjunto de los derechos naturales es, precisamente, el de optar por la desobe-diencia en determinadas circunstancias. La premisa de esta teoría, sencilla pero contundente, es que ningún hombre está obligado a obedecer una ley injusta.
De aquí surge entonces, casi inmediatamente, otra pregunta, ¿cómo sabemos o, si se prefiere, quién define cuándo una ley es justa o no lo es? Este cuestionamiento fue resuelto por distintas corrientes del derecho, particularmente, por la rama racionalista, la cual fundaba en la conciencia de los hombres la capacidad para discernir entre lo justo y lo injusto.
De aquí surge entonces, casi inmediatamente, otra pregunta, ¿cómo sabemos o, si se prefiere, quién define cuándo una ley es justa o no lo es? Este cuestionamiento fue resuelto por distintas corrientes del derecho, particularmente, por la rama racionalista, la cual fundaba en la conciencia de los hombres la capacidad para discernir entre lo justo y lo injusto.
De aquí surge entonces, casi inmediatamente, otra pregunta, ¿cómo sabemos o, si se prefiere, quién define cuándo una ley es justa o no lo es? Este cuestionamiento fue resuelto por distintas corrientes del derecho, particularmente, por la rama racionalista, la cual fundaba en la conciencia de los hombres la capacidad para discernir entre lo justo y lo injusto. Es precisamente esta facultad de objeción de conciencia la que indica, a todas luces, que en el proceso electoral que tuvo lugar recientemente en México hubo actos flagrantes de injusticia e inequidad, donde la autoridad competente dejó pasar como si nada  una campaña de linchamiento verbal la cual fue responsable -hay una campaña de linchamiento verbal la cual fue responsable -hay que señalarlo con toda claridad- del encono y el odio auspiciado hacia un amplio sector de la población que ahora se ve agredido por consignas de corte clasista y racista, califica-tivos que, pensábamos, habían sido ya borrados de la mentalidad de gran parte de la sociedad mexicana.
 
No hace falta ser un connotado analista para darse cuenta de que Ló-pez Obrador, desde años antes de haber lanzado su candidatura a la presidencia, ha sido el blanco de di-versas estrategias que han tenido por objeto impedir, a toda costa y pa-sando por encima de lo que sea, que se convierta en presidente de México.
No hace falta ser un connotado analista para darse cuenta de que Ló-pez Obrador, desde años antes de haber lanzado su candidatura a la presidencia, ha sido el blanco de di-versas estrategias que han tenido por objeto impedir, a toda costa y pa-sando por encima de lo que sea, que se convierta en presidente de México.  Tampoco hace falta ser un gran erudito para advertir la campaña rampante e ilegal del Ejecutivo y grupos de poder a favor de un can-didato. Quien no ve esta gran obviedad -que cayó incluso en procedimientos tan burdos como definir a AMLO como “peligro para México” y afirmar, sin ningún sustento lógico ni empírico que endeudaría al país- es porque no vive en México o, simplemente, porque no quiere verlo.
Es esa capacidad de raciocinio y discernimiento de la conciencia la que nos permite diferenciar entre una competencia política demo-crática y otra donde se incrustó el miedo y el denuesto para remon-tar en las preferencias aprovechándose de la inocencia y la desin-formación de los ciudadanos.
Es esa capacidad de raciocinio y discernimiento de la conciencia la que nos permite diferenciar entre una competencia política demo-crática y otra donde se incrustó el miedo y el denuesto para remon-tar en las preferencias aprovechándose de la inocencia y la desin-formación de los ciudadanos.  Por eso no es plausible el argumento de que quienes apoyan la resistencia civil siguen a un líder de forma irracional y bajo un esta-do casi hipnótico; cierto es que para articular los movimientos hace falta un líder, pero más allá de él e, incluso, independientemente de él, las evidentes raíces antidemocráticas y tramposas de este pro-ceso son motivos suficientes para no quedarnos con los brazos cruzados.
Es esa capacidad de raciocinio y discernimiento de la conciencia la que nos permite diferenciar entre una competencia política demo-crática y otra donde se incrustó el miedo y el denuesto para remon-tar en las preferencias aprovechándose de la inocencia y la desin-formación de los ciudadanos.  Por eso no es plausible el argumento de que quienes apoyan la resistencia civil siguen a un líder de forma irracional y bajo un esta-do casi hipnótico; cierto es que para articular los movimientos hace falta un líder, pero más allá de él e, incluso, independientemente de él, las evidentes raíces antidemocráticas y tramposas de este pro-ceso son motivos suficientes para no quedarnos con los brazos cruzados.
A quien define el movimiento lopezobradorista en términos de una masa amorfa que aclama al dirigente tendríamos que preguntar: ¿la campaña orquestada por el candidato de la derecha estuvo basada en hacer que la gente se convenciera del programa de gobierno del PAN?, ¿iba esa campaña dirigida a individuos que se consideraban pensantes y con capacidad de raciocinio?
A quien define el movimiento lopezobradorista en términos de una masa amorfa que aclama al dirigente tendríamos que preguntar: ¿la campaña orquestada por el candidato de la derecha estuvo basada en hacer que la gente se convenciera del programa de gobierno del PAN?, ¿iba esa campaña dirigida a individuos que se consideraban pensantes y con capacidad de raciocinio?
A quien define el movimiento lopezobradorista en términos de una masa amorfa que aclama al dirigente tendríamos que preguntar: ¿la campaña orquestada por el candidato de la derecha estuvo basada en hacer que la gente se convenciera del programa de gobierno del PAN?, ¿iba esa campaña dirigida a individuos que se consideraban pensantes y con capacidad de raciocinio?  Seamos honestos, la campaña del miedo apuntaba a azuzar los ins-tintos más bajos y oscuros de la condición humana, a un resquicio del inconsciente donde no podía sobrevivir la dignidad ni la claridad de pensamiento. ¿Es eso entonces lo que deberíamos entender como racional? Se puede no estar de acuerdo con un proyecto político, con un partido o con un candidato, pero se necesita mucha sangre fría y ni un ápice de vergüenza para difamar al amparo de una campaña negra.
Nos atrevemos también a hacer uso de la razón y del conocimiento del programa político de la izquierda mexicana para entender que, contrario a las expresiones alarmistas y exageradas de algunos “opinadores” y a los vaticinios de la derecha, el proyecto de AMLO no es ni remotamente cercano a un socialismo o a un régimen dic-tatorial.
Nos atrevemos también a hacer uso de la razón y del conocimiento del programa político de la izquierda mexicana para entender que, contrario a las expresiones alarmistas y exageradas de algunos “opinadores” y a los vaticinios de la derecha, el proyecto de AMLO no es ni remotamente cercano a un socialismo o a un régimen dic-tatorial.  Se trata simplemente de exigir responsabilidad social a los grandes grupos económicos y a la élite política, de voltear a ver a los sec-tores menos favorecidos y de demandar una democracia con condi-ciones para la certeza y la pluralidad. ¿Es mucho pedir? ¿Es tre-mendamente revolucionario, desquiciado y propio de un loco movi-lizarse por estos principios, los cuales son características indis-pensables de una sociedad democrática y propias de las naciones desarrolladas?
Nos atrevemos también a hacer uso de la razón y del conocimiento del programa político de la izquierda mexicana para entender que, contrario a las expresiones alarmistas y exageradas de algunos “opinadores” y a los vaticinios de la derecha, el proyecto de AMLO no es ni remotamente cercano a un socialismo o a un régimen dic-tatorial.  Se trata simplemente de exigir responsabilidad social a los grandes grupos económicos y a la élite política, de voltear a ver a los sec-tores menos favorecidos y de demandar una democracia con condi-ciones para la certeza y la pluralidad. ¿Es mucho pedir? ¿Es tre-mendamente revolucionario, desquiciado y propio de un loco movi-lizarse por estos principios, los cuales son características indis-pensables de una sociedad democrática y propias de las naciones desarrolladas?
 
Las retóricas legaloides, que pugnan por el cumplimiento ciego y feroz de una legalidad empleada a conveniencia, apartada de toda razón y sentido común, no pueden conducir más que a un tota-litarismo de baja intensidad. Sólo en estos regímenes puede persistir un entramado legal incuestionable, porque ante sus insuficiencias y debilidades nadie debe alzar la voz. Sólo allí puede existir una “insti-tucionalidad” impecable, porque nadie está autorizado a disentir.
Las retóricas legaloides, que pugnan por el cumplimiento ciego y feroz de una legalidad empleada a conveniencia, apartada de toda razón y sentido común, no pueden conducir más que a un tota-litarismo de baja intensidad. Sólo en estos regímenes puede persistir un entramado legal incuestionable, porque ante sus insuficiencias y debilidades nadie debe alzar la voz. Sólo allí puede existir una “insti-tucionalidad” impecable, porque nadie está autorizado a disentir. Lo normal y lo valioso de la democracia es, precisamente, la trans-formación constante y dinámica de las instituciones. Estas insti-tuciones, las  “que nos ha costado tanto trabajo construir”,  son mucho más útiles y funcionales, y menos proclives a la decadencia, cuando  dejan de ser entes intocables y quasi sagrados . Es normal y deseable que las instituciones -pese a su nombre petrificador- estén abiertas a su continua renovación.
Lejos del discurso conservador de estos tiempos, la estabilidad pregonada es tan sólo una ficción dentro de una sociedad plural; es, incluso, un principio contrario a la vida. Para cualquier cuerpo, social o humano, aplica la máxima de que la inmovilidad –su “estabilidad”- lo conduce al anquilosamiento y a su caída a pedazos tarde o tem-prano.  ¿Por qué nos sorprende y nos escandaliza, entonces, la exis-tencia
Lejos del discurso conservador de estos tiempos, la estabilidad pregonada es tan sólo una ficción dentro de una sociedad plural; es, incluso, un principio contrario a la vida. Para cualquier cuerpo, social o humano, aplica la máxima de que la inmovilidad –su “estabilidad”- lo conduce al anquilosamiento y a su caída a pedazos tarde o tem-prano. ¿Por qué nos sorprende y nos escandaliza, entonces, la exis-tencia de un movimiento social que se manifiesta de forma legítima si lo que buscábamos con el “cambio” era, justamente, espacios en el espectro político donde se hiciera sentir la diversidad de voces y de propuestas en pro de la construcción de un mejor país, como si no supiéramos que son estas sacudidas las que hacen y han hecho avanzar a todas las sociedades…?
Lejos del discurso conservador de estos tiempos, la estabilidad pregonada es tan sólo una ficción dentro de una sociedad plural; es, incluso, un principio contrario a la vida. Para cualquier cuerpo, social o humano, aplica la máxima de que la inmovilidad –su “estabilidad”- lo conduce al anquilosamiento y a su caída a pedazos tarde o tem-prano. ¿Por qué nos sorprende y nos escandaliza, entonces, la exis-tencia de un movimiento social que se manifiesta de forma legítima si lo que buscábamos con el “cambio” era, justamente, espacios en el espectro político donde se hiciera sentir la diversidad de voces y de propuestas en pro de la construcción de un mejor país, como si no supiéramos que son estas sacudidas las que hacen y han hecho avanzar a todas las sociedades…?
¿Por qué no se ve como patología -que lo es- el hecho de considerar a otro ser humano como inferior y, en cambio, se califica de psi-cópata a quien nos hace ver, muy a pesar nuestro, que un país con 50 millones de pobres nunca podrá entrar al primer mundo ni tener seguridad o paz social?
¿Por qué no se ve como patología -que lo es- el hecho de considerar a otro ser humano como inferior y, en cambio, se califica de psi-cópata a quien nos hace ver, muy a pesar nuestro, que un país con 50 millones de pobres nunca podrá entrar al primer mundo ni tener seguridad o paz social?  La historia mexicana está llena de esos  “lunáticos”  peligrosos a los cuales, paradójicamente, años después se idolatra y se toma como símbolo de patriotismo. Basta un ejemplo: Francisco I. Madero, el ahora héroe y mártir de la democracia, fue tachado de fanático y loco por la élite política mexicana de su tiempo, a la cabeza de la cual se colocó el embajador estadounidense Henry Lane Wilson.
¿Por qué no se ve como patología -que lo es- el hecho de considerar a otro ser humano como inferior y, en cambio, se califica de psi-cópata a quien nos hace ver, muy a pesar nuestro, que un país con 50 millones de pobres nunca podrá entrar al primer mundo ni tener seguridad o paz social?  La historia mexicana está llena de esos  “lunáticos”  peligrosos a los cuales, paradójicamente, años después se idolatra y se toma como símbolo de patriotismo. Basta un ejemplo: Francisco I. Madero, el ahora héroe y mártir de la democracia, fue tachado de fanático y loco por la élite política mexicana de su tiempo, a la cabeza de la cual se colocó el embajador estadounidense Henry Lane Wilson.
¿Por qué no se ve como patología -que lo es- el hecho de considerar a otro ser humano como inferior y, en cambio, se califica de psi-cópata a quien nos hace ver, muy a pesar nuestro, que un país con 50 millones de pobres nunca podrá entrar al primer mundo ni tener seguridad o paz social?  La historia mexicana está llena de esos  “lunáticos”  peligrosos a los cuales, paradójicamente, años después se idolatra y se toma como símbolo de patriotismo. Basta un ejemplo: Francisco I. Madero, el ahora héroe y mártir de la democracia, fue tachado de fanático y loco por la élite política mexicana de su tiempo, a la cabeza de la cual se colocó el embajador estadounidense Henry Lane Wilson.  Como bien lo expone una caricatura de Helguera y Hernández en un semanario nacional, desde el punto de vista de la propaganda oficial y con-servadora nuestra historia es ésta:  “Hidalgo y Morelos eran unos renegados que buscaban de-bilitar las instituciones, pero los pacíficos los de-capitaron y, de paso, desalojaron al Pípila que esta-ba bloqueando el acceso a la Alhóndiga de Gra-naditas”.
Qué fortuna que México pueda contar, de vez en cuando, con estos renegados, locos y fanáticos, los que tienen la entereza suficiente para soportar esos calificativos sin desviarse de sus principios.
Qué fortuna que México pueda contar, de vez en cuando, con estos renegados, locos y fanáticos, los que tienen la entereza suficiente para soportar esos calificativos sin desviarse de sus principios. Es sencillo y cómodo usar los términos de locura y esquizofrenia pa-ra enfrentar al otro, es sencillo porque ello no exige dar argumentos y porque generalmente se llega a ello cuando ya no se tienen razo-nes.
Qué fortuna que México pueda contar, de vez en cuando, con estos renegados, locos y fanáticos, los que tienen la entereza suficiente para soportar esos calificativos sin desviarse de sus principios. Es sencillo y cómodo usar los términos de locura y esquizofrenia pa-ra enfrentar al otro, es sencillo porque ello no exige dar argumentos y porque generalmente se llega a ello cuando ya no se tienen razo-nes.  Resulta que ahora la izquierda es incómoda porque, bien lo sabe el grupo en el poder, no ha cuestionado la  legalidad  sino la  legitimidad y justicia  que hay detrás de la aplicación de la norma. Resulta que sólo la izquierda  que no mueve un dedo  ante irre-gularidades electorales -por decir lo menos- es a la que hay que rescatar, la izquierda “pacífica”, a la que se le “extraña” en estos momentos de convulsión.
Qué fortuna que México pueda contar, de vez en cuando, con estos renegados, locos y fanáticos, los que tienen la entereza suficiente para soportar esos calificativos sin desviarse de sus principios. Es sencillo y cómodo usar los términos de locura y esquizofrenia pa-ra enfrentar al otro, es sencillo porque ello no exige dar argumentos y porque generalmente se llega a ello cuando ya no se tienen razo-nes.  Resulta que ahora la izquierda es incómoda porque, bien lo sabe el grupo en el poder, no ha cuestionado la  legalidad  sino la  legitimidad y justicia  que hay detrás de la aplicación de la norma. Resulta que sólo la izquierda  que no mueve un dedo  ante irre-gularidades electorales -por decir lo menos- es a la que hay que rescatar, la izquierda “pacífica”, a la que se le “extraña” en estos momentos de convulsión.
A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo?
A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo?  Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfer-medad.
A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo?  Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfer-medad.  Pero eso es culpa del propio gobierno. ¿Por qué no se ocupa de prever y procurar reformas? ¿Por qué no aprecia el valor de esa minoría prudente? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no anima a sus ciudadanos a estar alerta y señalar los errores para mejorar su acción? ¿Por qué tenemos siempre que crucificar a Cristo y excomulgar a Copérnico y a Lutero y declarar rebeldes a Washington y a Franklin…?
A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo?  Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfer-medad.  Pero eso es culpa del propio gobierno. ¿Por qué no se ocupa de prever y procurar reformas? ¿Por qué no aprecia el valor de esa minoría prudente? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no anima a sus ciudadanos a estar alerta y señalar los errores para mejorar su acción? ¿Por qué tenemos siempre que crucificar a Cristo y excomulgar a Copérnico y a Lutero y declarar rebeldes a Washington y a Franklin…? Lucero Fragoso.
A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo?  Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfer-medad.  Pero eso es culpa del propio gobierno. ¿Por qué no se ocupa de prever y procurar reformas? ¿Por qué no aprecia el valor de esa minoría prudente? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no anima a sus ciudadanos a estar alerta y señalar los errores para mejorar su acción? ¿Por qué tenemos siempre que crucificar a Cristo y excomulgar a Copérnico y a Lutero y declarar rebeldes a Washington y a Franklin…? Lucero Fragoso.  Centro de Estudios Internacionales de  “ El Colegio de México” .
 
 
Este es un mensaje de la Red Ciudadana CIJALO. Te pedimos que nos contactes para darte más información sobre nuestras actividades ciudadanas. Gregorio Dávila No. 820 Guadalajara, Jalisco.
Este es un mensaje de la Red Ciudadana CIJALO. Te pedimos que nos contactes para darte más información sobre nuestras actividades ciudadanas. Gregorio Dávila No. 820 Guadalajara, Jalisco.  Comunícate al   Tel. 36 28 14 56   con Sonia Gutiérrez

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Razón y locura de la resistencia civil

  • 1.  
  • 2. Razón y locura de la Resistencia Civil .
  • 3. Sobre la razón y la locura de la resistencia civil.
  • 4. Sobre la razón y la locura de la resistencia civil. Por : Lucero Fragoso.
  • 5. Sobre la razón y la locura de la resistencia civil. Por : Lucero Fragoso. Santo Tomás de Aquino, recuperando una tesis de Aristóteles, fue el primero en hablar de la desobediencia civil . Este filósofo distin-guió entre dos tipos de derechos: los que crean los hombres orga-nizados en sociedad (el derecho positivo) y aquellos inherentes a todos los seres humanos, con los que se nace independientemente del orden legal de la comunidad en que se viva (el derecho natural). Uno de los derechos que Santo Tomás ubicó en el conjunto de los derechos naturales es, precisamente, el de optar por la desobe-diencia en determinadas circunstancias. La premisa de esta teoría, sencilla pero contundente, es que ningún hombre está obligado a obedecer una ley injusta.
  • 6. Sobre la razón y la locura de la resistencia civil. Por : Lucero Fragoso. Santo Tomás de Aquino, recuperando una tesis de Aristóteles, fue el primero en hablar de la desobediencia civil . Este filósofo distin-guió entre dos tipos de derechos: los que crean los hombres orga-nizados en sociedad (el derecho positivo) y aquellos inherentes a todos los seres humanos, con los que se nace independientemente del orden legal de la comunidad en que se viva (el derecho natural). Uno de los derechos que Santo Tomás ubicó en el conjunto de los derechos naturales es, precisamente, el de optar por la desobe-diencia en determinadas circunstancias. La premisa de esta teoría, sencilla pero contundente, es que ningún hombre está obligado a obedecer una ley injusta.
  • 7. Sobre la razón y la locura de la resistencia civil. Por : Lucero Fragoso. Santo Tomás de Aquino, recuperando una tesis de Aristóteles, fue el primero en hablar de la desobediencia civil . Este filósofo distin-guió entre dos tipos de derechos: los que crean los hombres orga-nizados en sociedad (el derecho positivo) y aquellos inherentes a todos los seres humanos, con los que se nace independientemente del orden legal de la comunidad en que se viva (el derecho natural). Uno de los derechos que Santo Tomás ubicó en el conjunto de los derechos naturales es, precisamente, el de optar por la desobe-diencia en determinadas circunstancias. La premisa de esta teoría, sencilla pero contundente, es que ningún hombre está obligado a obedecer una ley injusta.
  • 8. De aquí surge entonces, casi inmediatamente, otra pregunta, ¿cómo sabemos o, si se prefiere, quién define cuándo una ley es justa o no lo es? Este cuestionamiento fue resuelto por distintas corrientes del derecho, particularmente, por la rama racionalista, la cual fundaba en la conciencia de los hombres la capacidad para discernir entre lo justo y lo injusto.
  • 9. De aquí surge entonces, casi inmediatamente, otra pregunta, ¿cómo sabemos o, si se prefiere, quién define cuándo una ley es justa o no lo es? Este cuestionamiento fue resuelto por distintas corrientes del derecho, particularmente, por la rama racionalista, la cual fundaba en la conciencia de los hombres la capacidad para discernir entre lo justo y lo injusto.
  • 10. De aquí surge entonces, casi inmediatamente, otra pregunta, ¿cómo sabemos o, si se prefiere, quién define cuándo una ley es justa o no lo es? Este cuestionamiento fue resuelto por distintas corrientes del derecho, particularmente, por la rama racionalista, la cual fundaba en la conciencia de los hombres la capacidad para discernir entre lo justo y lo injusto. Es precisamente esta facultad de objeción de conciencia la que indica, a todas luces, que en el proceso electoral que tuvo lugar recientemente en México hubo actos flagrantes de injusticia e inequidad, donde la autoridad competente dejó pasar como si nada una campaña de linchamiento verbal la cual fue responsable -hay una campaña de linchamiento verbal la cual fue responsable -hay que señalarlo con toda claridad- del encono y el odio auspiciado hacia un amplio sector de la población que ahora se ve agredido por consignas de corte clasista y racista, califica-tivos que, pensábamos, habían sido ya borrados de la mentalidad de gran parte de la sociedad mexicana.
  • 11.  
  • 12. No hace falta ser un connotado analista para darse cuenta de que Ló-pez Obrador, desde años antes de haber lanzado su candidatura a la presidencia, ha sido el blanco de di-versas estrategias que han tenido por objeto impedir, a toda costa y pa-sando por encima de lo que sea, que se convierta en presidente de México.
  • 13. No hace falta ser un connotado analista para darse cuenta de que Ló-pez Obrador, desde años antes de haber lanzado su candidatura a la presidencia, ha sido el blanco de di-versas estrategias que han tenido por objeto impedir, a toda costa y pa-sando por encima de lo que sea, que se convierta en presidente de México. Tampoco hace falta ser un gran erudito para advertir la campaña rampante e ilegal del Ejecutivo y grupos de poder a favor de un can-didato. Quien no ve esta gran obviedad -que cayó incluso en procedimientos tan burdos como definir a AMLO como “peligro para México” y afirmar, sin ningún sustento lógico ni empírico que endeudaría al país- es porque no vive en México o, simplemente, porque no quiere verlo.
  • 14. Es esa capacidad de raciocinio y discernimiento de la conciencia la que nos permite diferenciar entre una competencia política demo-crática y otra donde se incrustó el miedo y el denuesto para remon-tar en las preferencias aprovechándose de la inocencia y la desin-formación de los ciudadanos.
  • 15. Es esa capacidad de raciocinio y discernimiento de la conciencia la que nos permite diferenciar entre una competencia política demo-crática y otra donde se incrustó el miedo y el denuesto para remon-tar en las preferencias aprovechándose de la inocencia y la desin-formación de los ciudadanos. Por eso no es plausible el argumento de que quienes apoyan la resistencia civil siguen a un líder de forma irracional y bajo un esta-do casi hipnótico; cierto es que para articular los movimientos hace falta un líder, pero más allá de él e, incluso, independientemente de él, las evidentes raíces antidemocráticas y tramposas de este pro-ceso son motivos suficientes para no quedarnos con los brazos cruzados.
  • 16. Es esa capacidad de raciocinio y discernimiento de la conciencia la que nos permite diferenciar entre una competencia política demo-crática y otra donde se incrustó el miedo y el denuesto para remon-tar en las preferencias aprovechándose de la inocencia y la desin-formación de los ciudadanos. Por eso no es plausible el argumento de que quienes apoyan la resistencia civil siguen a un líder de forma irracional y bajo un esta-do casi hipnótico; cierto es que para articular los movimientos hace falta un líder, pero más allá de él e, incluso, independientemente de él, las evidentes raíces antidemocráticas y tramposas de este pro-ceso son motivos suficientes para no quedarnos con los brazos cruzados.
  • 17. A quien define el movimiento lopezobradorista en términos de una masa amorfa que aclama al dirigente tendríamos que preguntar: ¿la campaña orquestada por el candidato de la derecha estuvo basada en hacer que la gente se convenciera del programa de gobierno del PAN?, ¿iba esa campaña dirigida a individuos que se consideraban pensantes y con capacidad de raciocinio?
  • 18. A quien define el movimiento lopezobradorista en términos de una masa amorfa que aclama al dirigente tendríamos que preguntar: ¿la campaña orquestada por el candidato de la derecha estuvo basada en hacer que la gente se convenciera del programa de gobierno del PAN?, ¿iba esa campaña dirigida a individuos que se consideraban pensantes y con capacidad de raciocinio?
  • 19. A quien define el movimiento lopezobradorista en términos de una masa amorfa que aclama al dirigente tendríamos que preguntar: ¿la campaña orquestada por el candidato de la derecha estuvo basada en hacer que la gente se convenciera del programa de gobierno del PAN?, ¿iba esa campaña dirigida a individuos que se consideraban pensantes y con capacidad de raciocinio? Seamos honestos, la campaña del miedo apuntaba a azuzar los ins-tintos más bajos y oscuros de la condición humana, a un resquicio del inconsciente donde no podía sobrevivir la dignidad ni la claridad de pensamiento. ¿Es eso entonces lo que deberíamos entender como racional? Se puede no estar de acuerdo con un proyecto político, con un partido o con un candidato, pero se necesita mucha sangre fría y ni un ápice de vergüenza para difamar al amparo de una campaña negra.
  • 20. Nos atrevemos también a hacer uso de la razón y del conocimiento del programa político de la izquierda mexicana para entender que, contrario a las expresiones alarmistas y exageradas de algunos “opinadores” y a los vaticinios de la derecha, el proyecto de AMLO no es ni remotamente cercano a un socialismo o a un régimen dic-tatorial.
  • 21. Nos atrevemos también a hacer uso de la razón y del conocimiento del programa político de la izquierda mexicana para entender que, contrario a las expresiones alarmistas y exageradas de algunos “opinadores” y a los vaticinios de la derecha, el proyecto de AMLO no es ni remotamente cercano a un socialismo o a un régimen dic-tatorial. Se trata simplemente de exigir responsabilidad social a los grandes grupos económicos y a la élite política, de voltear a ver a los sec-tores menos favorecidos y de demandar una democracia con condi-ciones para la certeza y la pluralidad. ¿Es mucho pedir? ¿Es tre-mendamente revolucionario, desquiciado y propio de un loco movi-lizarse por estos principios, los cuales son características indis-pensables de una sociedad democrática y propias de las naciones desarrolladas?
  • 22. Nos atrevemos también a hacer uso de la razón y del conocimiento del programa político de la izquierda mexicana para entender que, contrario a las expresiones alarmistas y exageradas de algunos “opinadores” y a los vaticinios de la derecha, el proyecto de AMLO no es ni remotamente cercano a un socialismo o a un régimen dic-tatorial. Se trata simplemente de exigir responsabilidad social a los grandes grupos económicos y a la élite política, de voltear a ver a los sec-tores menos favorecidos y de demandar una democracia con condi-ciones para la certeza y la pluralidad. ¿Es mucho pedir? ¿Es tre-mendamente revolucionario, desquiciado y propio de un loco movi-lizarse por estos principios, los cuales son características indis-pensables de una sociedad democrática y propias de las naciones desarrolladas?
  • 23.  
  • 24. Las retóricas legaloides, que pugnan por el cumplimiento ciego y feroz de una legalidad empleada a conveniencia, apartada de toda razón y sentido común, no pueden conducir más que a un tota-litarismo de baja intensidad. Sólo en estos regímenes puede persistir un entramado legal incuestionable, porque ante sus insuficiencias y debilidades nadie debe alzar la voz. Sólo allí puede existir una “insti-tucionalidad” impecable, porque nadie está autorizado a disentir.
  • 25. Las retóricas legaloides, que pugnan por el cumplimiento ciego y feroz de una legalidad empleada a conveniencia, apartada de toda razón y sentido común, no pueden conducir más que a un tota-litarismo de baja intensidad. Sólo en estos regímenes puede persistir un entramado legal incuestionable, porque ante sus insuficiencias y debilidades nadie debe alzar la voz. Sólo allí puede existir una “insti-tucionalidad” impecable, porque nadie está autorizado a disentir. Lo normal y lo valioso de la democracia es, precisamente, la trans-formación constante y dinámica de las instituciones. Estas insti-tuciones, las “que nos ha costado tanto trabajo construir”, son mucho más útiles y funcionales, y menos proclives a la decadencia, cuando dejan de ser entes intocables y quasi sagrados . Es normal y deseable que las instituciones -pese a su nombre petrificador- estén abiertas a su continua renovación.
  • 26. Lejos del discurso conservador de estos tiempos, la estabilidad pregonada es tan sólo una ficción dentro de una sociedad plural; es, incluso, un principio contrario a la vida. Para cualquier cuerpo, social o humano, aplica la máxima de que la inmovilidad –su “estabilidad”- lo conduce al anquilosamiento y a su caída a pedazos tarde o tem-prano. ¿Por qué nos sorprende y nos escandaliza, entonces, la exis-tencia
  • 27. Lejos del discurso conservador de estos tiempos, la estabilidad pregonada es tan sólo una ficción dentro de una sociedad plural; es, incluso, un principio contrario a la vida. Para cualquier cuerpo, social o humano, aplica la máxima de que la inmovilidad –su “estabilidad”- lo conduce al anquilosamiento y a su caída a pedazos tarde o tem-prano. ¿Por qué nos sorprende y nos escandaliza, entonces, la exis-tencia de un movimiento social que se manifiesta de forma legítima si lo que buscábamos con el “cambio” era, justamente, espacios en el espectro político donde se hiciera sentir la diversidad de voces y de propuestas en pro de la construcción de un mejor país, como si no supiéramos que son estas sacudidas las que hacen y han hecho avanzar a todas las sociedades…?
  • 28. Lejos del discurso conservador de estos tiempos, la estabilidad pregonada es tan sólo una ficción dentro de una sociedad plural; es, incluso, un principio contrario a la vida. Para cualquier cuerpo, social o humano, aplica la máxima de que la inmovilidad –su “estabilidad”- lo conduce al anquilosamiento y a su caída a pedazos tarde o tem-prano. ¿Por qué nos sorprende y nos escandaliza, entonces, la exis-tencia de un movimiento social que se manifiesta de forma legítima si lo que buscábamos con el “cambio” era, justamente, espacios en el espectro político donde se hiciera sentir la diversidad de voces y de propuestas en pro de la construcción de un mejor país, como si no supiéramos que son estas sacudidas las que hacen y han hecho avanzar a todas las sociedades…?
  • 29. ¿Por qué no se ve como patología -que lo es- el hecho de considerar a otro ser humano como inferior y, en cambio, se califica de psi-cópata a quien nos hace ver, muy a pesar nuestro, que un país con 50 millones de pobres nunca podrá entrar al primer mundo ni tener seguridad o paz social?
  • 30. ¿Por qué no se ve como patología -que lo es- el hecho de considerar a otro ser humano como inferior y, en cambio, se califica de psi-cópata a quien nos hace ver, muy a pesar nuestro, que un país con 50 millones de pobres nunca podrá entrar al primer mundo ni tener seguridad o paz social? La historia mexicana está llena de esos “lunáticos” peligrosos a los cuales, paradójicamente, años después se idolatra y se toma como símbolo de patriotismo. Basta un ejemplo: Francisco I. Madero, el ahora héroe y mártir de la democracia, fue tachado de fanático y loco por la élite política mexicana de su tiempo, a la cabeza de la cual se colocó el embajador estadounidense Henry Lane Wilson.
  • 31. ¿Por qué no se ve como patología -que lo es- el hecho de considerar a otro ser humano como inferior y, en cambio, se califica de psi-cópata a quien nos hace ver, muy a pesar nuestro, que un país con 50 millones de pobres nunca podrá entrar al primer mundo ni tener seguridad o paz social? La historia mexicana está llena de esos “lunáticos” peligrosos a los cuales, paradójicamente, años después se idolatra y se toma como símbolo de patriotismo. Basta un ejemplo: Francisco I. Madero, el ahora héroe y mártir de la democracia, fue tachado de fanático y loco por la élite política mexicana de su tiempo, a la cabeza de la cual se colocó el embajador estadounidense Henry Lane Wilson.
  • 32. ¿Por qué no se ve como patología -que lo es- el hecho de considerar a otro ser humano como inferior y, en cambio, se califica de psi-cópata a quien nos hace ver, muy a pesar nuestro, que un país con 50 millones de pobres nunca podrá entrar al primer mundo ni tener seguridad o paz social? La historia mexicana está llena de esos “lunáticos” peligrosos a los cuales, paradójicamente, años después se idolatra y se toma como símbolo de patriotismo. Basta un ejemplo: Francisco I. Madero, el ahora héroe y mártir de la democracia, fue tachado de fanático y loco por la élite política mexicana de su tiempo, a la cabeza de la cual se colocó el embajador estadounidense Henry Lane Wilson. Como bien lo expone una caricatura de Helguera y Hernández en un semanario nacional, desde el punto de vista de la propaganda oficial y con-servadora nuestra historia es ésta: “Hidalgo y Morelos eran unos renegados que buscaban de-bilitar las instituciones, pero los pacíficos los de-capitaron y, de paso, desalojaron al Pípila que esta-ba bloqueando el acceso a la Alhóndiga de Gra-naditas”.
  • 33. Qué fortuna que México pueda contar, de vez en cuando, con estos renegados, locos y fanáticos, los que tienen la entereza suficiente para soportar esos calificativos sin desviarse de sus principios.
  • 34. Qué fortuna que México pueda contar, de vez en cuando, con estos renegados, locos y fanáticos, los que tienen la entereza suficiente para soportar esos calificativos sin desviarse de sus principios. Es sencillo y cómodo usar los términos de locura y esquizofrenia pa-ra enfrentar al otro, es sencillo porque ello no exige dar argumentos y porque generalmente se llega a ello cuando ya no se tienen razo-nes.
  • 35. Qué fortuna que México pueda contar, de vez en cuando, con estos renegados, locos y fanáticos, los que tienen la entereza suficiente para soportar esos calificativos sin desviarse de sus principios. Es sencillo y cómodo usar los términos de locura y esquizofrenia pa-ra enfrentar al otro, es sencillo porque ello no exige dar argumentos y porque generalmente se llega a ello cuando ya no se tienen razo-nes. Resulta que ahora la izquierda es incómoda porque, bien lo sabe el grupo en el poder, no ha cuestionado la legalidad sino la legitimidad y justicia que hay detrás de la aplicación de la norma. Resulta que sólo la izquierda que no mueve un dedo ante irre-gularidades electorales -por decir lo menos- es a la que hay que rescatar, la izquierda “pacífica”, a la que se le “extraña” en estos momentos de convulsión.
  • 36. Qué fortuna que México pueda contar, de vez en cuando, con estos renegados, locos y fanáticos, los que tienen la entereza suficiente para soportar esos calificativos sin desviarse de sus principios. Es sencillo y cómodo usar los términos de locura y esquizofrenia pa-ra enfrentar al otro, es sencillo porque ello no exige dar argumentos y porque generalmente se llega a ello cuando ya no se tienen razo-nes. Resulta que ahora la izquierda es incómoda porque, bien lo sabe el grupo en el poder, no ha cuestionado la legalidad sino la legitimidad y justicia que hay detrás de la aplicación de la norma. Resulta que sólo la izquierda que no mueve un dedo ante irre-gularidades electorales -por decir lo menos- es a la que hay que rescatar, la izquierda “pacífica”, a la que se le “extraña” en estos momentos de convulsión.
  • 37. A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo?
  • 38. A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo? Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfer-medad.
  • 39. A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo? Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfer-medad. Pero eso es culpa del propio gobierno. ¿Por qué no se ocupa de prever y procurar reformas? ¿Por qué no aprecia el valor de esa minoría prudente? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no anima a sus ciudadanos a estar alerta y señalar los errores para mejorar su acción? ¿Por qué tenemos siempre que crucificar a Cristo y excomulgar a Copérnico y a Lutero y declarar rebeldes a Washington y a Franklin…?
  • 40. A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo? Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfer-medad. Pero eso es culpa del propio gobierno. ¿Por qué no se ocupa de prever y procurar reformas? ¿Por qué no aprecia el valor de esa minoría prudente? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no anima a sus ciudadanos a estar alerta y señalar los errores para mejorar su acción? ¿Por qué tenemos siempre que crucificar a Cristo y excomulgar a Copérnico y a Lutero y declarar rebeldes a Washington y a Franklin…? Lucero Fragoso.
  • 41. A la vista de todos –aquellos que quieren ver- existen leyes injustas. ¿Nos contentaremos con obedecerlas, o intentaremos corregirlas y las obedeceremos hasta conseguirlo? ¿O las trasgrediremos desde ahora mismo? Bajo un gobierno como el nuestro actualmente, muchos creen que deben esperar hasta convencer a la mayoría para cambiarlas. Creen que si opusieran resistencia el remedio sería peor que la enfer-medad. Pero eso es culpa del propio gobierno. ¿Por qué no se ocupa de prever y procurar reformas? ¿Por qué no aprecia el valor de esa minoría prudente? ¿Por qué grita y se resiste antes de ser herido? ¿Por qué no anima a sus ciudadanos a estar alerta y señalar los errores para mejorar su acción? ¿Por qué tenemos siempre que crucificar a Cristo y excomulgar a Copérnico y a Lutero y declarar rebeldes a Washington y a Franklin…? Lucero Fragoso. Centro de Estudios Internacionales de “ El Colegio de México” .
  • 42.  
  • 43.  
  • 44. Este es un mensaje de la Red Ciudadana CIJALO. Te pedimos que nos contactes para darte más información sobre nuestras actividades ciudadanas. Gregorio Dávila No. 820 Guadalajara, Jalisco.
  • 45. Este es un mensaje de la Red Ciudadana CIJALO. Te pedimos que nos contactes para darte más información sobre nuestras actividades ciudadanas. Gregorio Dávila No. 820 Guadalajara, Jalisco. Comunícate al Tel. 36 28 14 56 con Sonia Gutiérrez