Un pescador australiano llamado Arnold Pointer salvó a una tiburón blanco hembra que quedó atrapada en sus redes de pesca. Desde entonces, el tiburón lo ha seguido siempre que sale al mar y aleja a otros peces, lo que causa problemas a Arnold. Sin embargo, cuando Arnold para su bote, el tiburón se acerca, se voltea para que la acaricie y parece feliz, lo que demuestra que se ha establecido un afecto mutuo entre el hombre y el tiburón.