Este documento ofrece sugerencias para quien comienza a enseñar. Recomienda reflexionar sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje, asumir la dimensión ético-política de la enseñanza, y utilizar diferentes estrategias metodológicas activas e indirectas para fomentar el deseo de aprender en los estudiantes.
Factores que intervienen en la Administración por Valores.pdf
SUGERENCIAS PARA QUIEN EMPIEZA A ENSEÑAR. D. R. A
1. SUGERENCIAS PARA QUIEN COMIENZA A
ENSEÑAR.
Por: MANUEL
ARAUS
Aunque piense que cualquiera con un poco de buena disposición y talento
natural puede enseñar, sepa que se está enfrentando a un desafío que
demandará de usted reflexión, investigación, estudio. En efecto, resulta
fundamental que comience por reflexionar acerca de la naturaleza de los
complejos procesos de enseñanza y aprendizaje. Para ello, trabe contacto
con diferentes posiciones que desde la neurobiología, psicología, sociología,
historia, economía y otras disciplinas tematizan la complejidad de la
educación. Siéntase en libertad de explorar, analizar, criticar, juzgar. Trate
de construir una estructura teórica que le permita explicarse a usted mismo
y luego comunicar a los demás qué entiende por aprendizaje, conocimiento,
enseñanza, educación.
Recuerde que las explicaciones posibles para un sector del mundo social –
como lo es el de las prácticas pedagógicas- son siempre históricamente
situadas, abiertas, flexibles, ancladas en culturalidades precisas. A pesar de
lo cual,
no se prive de tomar posición: lejos del dogma, pero con sólidas
convicciones, hará mejor su tarea si
entiende para qué, por qué, para
quién, contra quién, a favor de quién, en post de qué la realiza.
Asuma la dimensión ético-política de la práctica docente.
Puede
que
usted
ideológicamente
considere
neutral,
cuya
que
está
única
abrazando
responsabilidad
una
profesión
consiste
en
la
transmisión de saberes relevantes en el seno de una cultura. Puede,
incluso, que estime que el aula es un recinto aséptico dentro del que los
posicionamientos
de los agentes involucrados quedan suspendidos en
función de procurar las condiciones necesarias para la adquisición de
conocimiento serio y fundado.
Sin
embargo,
todo
conocimiento
–en
tanto
producto
cultural-
es
necesariamente sesgado: imbricado en una matriz económico-socio-política
específica que lo ha trabajado y determinado, emerge como resultado de
luchas
de
interés,
acceso
desigual
a
recursos
de
financiamiento,
compromisos con instituciones sociales determinadas. Y el conocimiento que
se produce en las escuelas, universidades y academias de diversa índole no
constituye excepción alguna.
2. Usted descubrirá pronto que la neutralidad es imposible cuando se asume
un rol en la educación: verá que la institución para la que trabaja favorece
la circulación de ciertos saberes y
silencia la emergencia de otros,
entenderá que usted mismo deberá tomar partido acerca de qué contenidos
enseñar y cómo enseñarlos, se asombrará ante la plétora de mundos que
convivirán en sus clases, los saberes con los que los estudiantes han
aprendido a jugar sus vidas y que, en pugna y comunión, poblarán el
discurso y normativizarán las conductas.
En fin, acabará descubriendo que ser educador es operar dentro del ámbito
de la formación de libertades que anhelan afirmarse, narrarse, hacerse
biografías e historia. Esas libertades en proceso formativo están emplazadas
en un contexto natural y social particular, dentro del que deberán realizar
su proyecto de afirmación en contacto con sus congéneres. Las decisiones
que adoptarán en función de operar sobre tal contexto implican intervención
políticamente direccionada: diálogo, negociación, consenso, lucha. Esas
libertades –al igual que la suya- adoptan valores reguladores de la
conducta, los revisan, los confirman, los transgreden. Como ve, la
moralidad y la politicidad, por tanto, son dimensiones ineludibles de las
interacciones pedagógicas e institucionales.
Sepa anticipar y organizar para poder improvisar.
La tarea a la que se enfrenta demandará de usted un alto grado de
capacidad de planificación, previsión, organización, estructuración. Aunque,
como
usted
mismo
comprenderá,
la
flexibilidad
y
la
improvisación
constituyen habilidades esenciales para el éxito en la enseñanza, ellas no
operan sobre el vacío, sino sobre un horizonte de expectativas bien
•
establecido. Por lo que le sugiero que:
Luego de unas semanas de diagnóstico durante las que tendrá la
oportunidad de conocer a los estudiantes con los que trabajará, sus saberes
previos, sus intereses, sus esperanzas, sus frustraciones, usted tendrá que
trazar las líneas maestras de la ruta formativa que los invitará a recorrer. La
programación que realizará no constituye un mero acto burocrático,
enunciaciones vacías efectuadas con el propósito de complacer autoridades.
Antes bien, representa su oportunidad de explicitar frente a usted mismo y
la comunidad, qué tipo de experiencias de aprendizaje piensa que tendrán
lugar en sus clases. Con seriedad y compromiso, piense y redacte un
proyecto que incluya toda la información relevante (fundamentación,
propósitos, objetivos, contenidos, bibliografía, estrategias metodológicas,
sistema de evaluación, etc.) Tenga presente que la coherencia interna de
los diferentes componentes de su programación es un prerrequisito para la
coherencia de la práctica. Anticipe que no existirán fuerzas mágicas que
3. ordenen lo que usted no puede ordenar ni pongan consonancia dentro de
contradicciones que usted no ha sabido asumir y trabajar.
•
•
Nunca vaya a clase sin haberse tomado el tiempo de pensar qué
objetivos, propósitos, contenidos, actividades, recursos y materiales serán
empleados. Instrumente los medios necesarios para garantizar que los
materiales y recursos que necesita para desarrollar su clase estarán a su
alcance y al alcance de los estudiantes.
Intente diseñar e implementar clases en las que los segmentos inicial
o de presentación, de desarrollo y de revisión y cierre estén debidamente
planificados, ejecutados y señalados. La atención y la memoria son
condiciones de posibilidad de cualquier aprendizaje significativo. El orden –
no monolítico, sino estructurante y flexible- que usted sepa dar a sus clases
será de inestimable ayuda para que sus estudiantes tengan la posibilidad de
ejercitar sus habilidades de prestar atención y almacenar información en la
memoria.
Sea un profesional deseante y motivador: desee enseñar y entable
diálogo con el deseo (o la ausencia de deseo) de aprender de sus
estudiantes.
Lo estudiantes no son máquinas: son biografías en primera persona.
Además de atención y memoria, para aprender necesitan deseo. Si bien es
cierto que, dueños del fluir de su libertad, los estudiantes no son sujetos
pasivos sobre los que podemos infundir impulsos motivacionales a nuestro
antojo, existen algunas acciones y actitudes nuestras que pueden, cuanto
menos, o bien crear las condiciones de posibilidad para el desarrollo del
deseo de aprender o bien evitar
•
•
•
entorpecerlo, obstruirlo o inhibirlo. Le
presento sólo algunas de ellas:
En la medida de lo posible, sólo enseñe contenidos y use estrategias
metodológicas que le interesen y de cuyo valor e importancia se encuentre
seguro. Nuestra propia actitud positiva frente a lo que enseñamos y cómo lo
enseñamos favorece valoraciones entusiastas por parte de nuestros
estudiantes.
No enseñe ningún contenido, implemente ningún recurso
metodológico, emplee ningún material, sugiera ninguna bibliografía ni utilice
ningún instrumento de evaluación acerca de cuya solvencia, valor y
relevancia no pueda dar cuenta frente a sus estudiantes. Puede que el
adagio “ya lo entenderás en el futuro” comunique cierta sabiduría
existencial, pero indudablemente obstaculiza el deseo presente de entender
y comprometerse.
Conozca a sus estudiantes, manifieste interés por sus biografías e
intereses, entienda y respete sus modalidades propias de aprendizaje,
favorezca el desarrollo de sus capacidades, realice adaptaciones curriculares
4. •
•
•
•
pertinentes. Recuerde que, a pesar de que la escuela ha surgido como
institución homogeneizadora y masificadora, al servicio de la reproducción
del capital y sobre la base de la deshumanización de los agentes
intervinientes en el proceso educativo, usted puede y –ojalá así lo
crea- debe politizar su actividad en sentido contrario. Además de lo cual, el
saber que adquirirá sobre sus estudiantes será de inestimable utilidad para
la planificación e implementación de sus clases.
Siempre asegúrese de que los contenidos que propone a sus
estudiantes tengan la capacidad de ser significativos para ellos.
Diagnostique adecuadamente el tipo de saberes previos necesarios para que
los nuevos saberes que enseña puedan ser incorporados en las estructuras
cognitivas de sus estudiantes. Provea los recursos necesarios para
construir saberes ausentes. Una vez más, conozca el mundo natural,
cultural y social de sus estudiantes: tal como enseñaba Paulo Freire, la
lectura del mundo precede a la lectura de la palabra. Ningún objeto de
conocimiento puede ser significado si es experimentado por los aprendices
como irremediablemente ajeno a sus expectativas, necesidades, intereses,
vivencias y experiencias concretas.
Ofrezca la posibilidad de que sus clases sean un ámbito en el que las
libertades que se están formando se expandan, se experimenten, se
interrelacionen. No decida siempre por sus alumnos y alumnas. Reserve
algunas áreas de la clase en las que la voz individual y la negociación
democrática sean las encargadas de adoptar medidas y ejecutarlas.
Fomente la toma de decisiones autónoma y la asunción de las
consecuencias. Bríndese como guía, como compañero de camino, como
asesor, como colaborador, como incentivador de la libertad, pero jamás
adopte el rol de carcelero o guardián.
Favorezca los refuerzos positivos, los incentivos. Y trate de que el
término “castigo” no forme parte de su vocabulario profesional. Frente a las
transgresiones, emprenda una lectura lúcida de las razones que las
motivan, intervenga creativamente, dialogue, formalice compromisos de
colaboración, negocie pautas de resarcimiento y mejora.
Manifieste altas expectativas con respecto a la capacidad de aprender
de sus estudiantes. Convénzase de que cada uno de sus alumnos
desarrollará estrategias de aprendizaje que, en comunión con las
estrategias de enseñanza que usted emplee, le permitirán construir
conocimiento valioso. Siempre que sea necesario, explicite ese
convencimiento a sus estudiantes, no sólo al nivel de las palabras, sino
también en el plano de los hechos.
Aprenda
a
diseñar
e
implementar
estrategias
metodológicas
variadas y apropiadas para los diferentes contenidos que debe
enseñar y las necesidades particulares de sus estudiantes.
Insiste
Paulo
Freire
en Pedagogía
de
la
Autonomía que
enseñar
–
contrariamente a lo que es usual en muchas instituciones educativas- no
consiste en transferir conocimiento, sino en crear las condiciones para que
5. los estudiantes puedan construirlo. Ahora bien, “construir conocimiento”,
lejos de implicar registrar y memorizar mecánicamente las características
superficiales de los objetos que investigamos, supone recomponerlos en su
razón de ser.
Un buen número de las clases a las que usted y yo hemos estado expuestos
como estudiantes han sido insensibles a posturas como las de Freire. Por lo
que podría darse el caso de que su biografía estudiantil le haya hecho
consolidar la teoría implícita de que la tarea del profesor se agota en la
preparación de exposiciones detalladas a través de las que se presenta y
comunica a los estudiantes un objeto de saber pre-elaborado y listo para
ser registrado y memorizado.
Si bien es cierto que la exposición razonada y
lúcida efectúa valiosos
aportes a la actividad constructiva de los estudiantes, es radicalmente falso
que ella constituya el único recurso metodológico que usted necesitará
manejar con eficacia. En efecto, el aprendizaje de muchos de los contenidos
que formarán parte de sus programas no es favorecido apropiadamente por
las exposiciones y demanda el empleo de otras estrategias. A lo cual cabe
agregar que muchos estudiantes desarrollan aprendizajes más sólidos si son
expuestos a metodologías más activas.
En lo que a metodología y actividades de clase se refiere, no existe un
manual de instrucciones acabado y definitivo. Por lo que usted necesitará
contar con herramientas ricas y variadas. Existe una nutrida literatura
acerca de estrategias metodológicas y recursos de aula. Consúltela,
examínela críticamente, ensaye alternativas, decida con lucidez cuáles son
apropiadas para los diferentes contextos en los que se desempeña. Nunca
emplee sólo las estrategias que le resultan cómodas y fáciles de preparar.
Antes bien, con seriedad y compromiso opte por las que las situaciones
concretas de sus clases demanden. En la medida de lo posible, priorice las
metodologías activas e indirectas (es decir, aquellas en las que las acciones
y experiencias de los propios estudiantes, en interacción con la guía
incentivo
que
usted
sabrá
proveer,
constituyen
los
dispositivos
e
de
aprendizaje fundamentales.)
Los grupos de estudiantes son heterogéneos y multifacéticos. Suponer
homogeneidad en una clase es una de las más lamentables hipocresías de
la educación institucionalizada. Sepa, por tanto, que cada estudiante
presenta ritmos y estrategias de aprendizaje personales e idiosincráticas.
No sienta temor de posibilitar que diferentes estudiantes aborden los
objetos de conocimiento a través de recursos metodológicos diversos. Para
6. muchos, por ejemplo, sus exposiciones podrían ser de utilidad inestimable.
Para otros, la indagación en primera persona podría constituir una mejor
alternativa.