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Historias de Guru Sakyamuni Buda

Durante vastos períodos de tiempo, la consciencia del que después fue Guru Sakyamuni
Buda, estuvo vagando. Un día en su mente nació la compasión y después de encontrarse con
un Buda del pasado, decidió llegar él mismo a conseguir ese estado. Desde aquel momento y
en adelante siguió el camino de las diferentes perfecciones. Practicó disciplina, generosidad,
paciencia, esfuerzo, concentración y sabiduría. Después de un tiempo eliminó, aquellos
oscurecimientos que había en su continuo mental. Hasta que al cabo de un tiempo, todos los
oscurecimientos que cubrían su mente quedaron totalmente eliminados, alcanzando el estado
del total despertar, la budeidad.

Entonces fue a vivir a la tierra de Tushita, esperando el tiempo en que pudiera bajar a dar sus
enseñanzas a todos aquellos que pudieran escucharlas.

Todo esto sucedió hace muchísimo tiempo. Llegó el momento que en este planeta se
consiguieron las causas para poder recibir enseñanzas de este Buda.

Hace dos mil quinientos años, había en la India el reino llamado de los Sakyas. Estaba regido
por un rey justo llamado Sudodana y su mujer Mahadevi. El rey Sudodana había regido el reino
de los Sakyas por muchos años, la única cosa que empañaba la paz de su mente era que no
había conseguido tener ningún hijo, nadie que pudiera heredar su reino.

Una noche, la reina Mahadevi tuvo un extraño sueño, soñó con un blanco y grande elefante
que tenía seis colmillos y soñó que este elefante se acercaba más y más a ella, al final el
elefante se disolvió entrando en su cuerpo. Cuando se despertó experimentó una sensación
de paz y felicidad que no había experimentado nunca. Poco después se dio cuenta de que
estaba embarazada de su primer hijo.

La reina y su marido explicaron esta historia a los astrólogos quienes, sabios eruditos, dijeron
que este sueño había sido un buen sueño, un sueño auspicioso. Interpretaron que el elefante
era un signo de gran realeza. Por tanto, el niño sería una persona de grandeza.

Pasaron varios meses hasta que la reina estuvo preparada para dar nacimiento a su hijo.
Entonces la reina dijo al rey si podía dejar ese lugar «Me gustaría viajar a casa de mis padres
para tener el niño allí». El rey comprendió y estuvo de acuerdo, ya que era la costumbre de la
gente de aquel tiempo.

La reina acompañada por sus sirvientes dejó el palacio y fue a casa de sus padres. En el
camino pasaron por los jardines de Lambini. Hoy en día Lambini es un pequeño pueblo en la
frontera con Nepal, justo a unas poca millas de la frontera con la India. En aquel tiempo había
allí un jardín muy famoso. La reina estaba cansada y preguntó si podían parar allí para
descansar un rato. Y cuando estaba allí, se dio cuenta de que el nacimiento de su hijo había
llegado. Mientras ella entraba en el jardín, uno de los árboles bajó sus ramas hacia el suelo y la
reina se agarró a ellas con su mano derecha y en aquel momento su hijo nació de su lado
derecho.

En ese momento dos sirvientes especiales aparecieron y recogieron al niño recién nacido y lo
cubrieron de telas preciosas de seda y se lo entregaron a la reina. Según la leyenda, no eran
seres normales, de hecho eran los reyes Indra y Brahma que habían venido de sus reinos en
los cielos para testimoniar el nacimiento de Buda. De esta manera el Buda nació.

Después de esto, la reina y todos los sirvientes que la acompañaban volvieron a la capital del
reino donde estaba su esposo. El rey, al ver volver a la reina con el recién nacido, estaba lleno
de alegría. En los días siguientes muchas cosas increíbles sucedieron. Muchos arco iris se
vieron en el cielo, las cosechas en los campos estaban repletas y había en la tierra una
atmósfera de paz y toda la gente se dio cuenta de estos signos auspiciosos.

Cuando llegó el tiempo de dar un nombre al recién nacido, el rey pensó en todos estos signos
auspiciosos que habían visto. Por tanto llamó a aquel niño Sidharta, que significa: la persona a
través de la cual todas las cosas se consiguen.

Durante los primeros días de la vida del príncipe Sidharta muchas gentes vinieron al reino a
felicitar a la reina y al rey por su niño y a traerle regalos. Un día, poco después del nacimiento
del niño, un anciano vino a verle. El nombre de este anciano era Ascita. Ascita era muy famoso
en el reino. Vivía la vida de un ermitaño, arriba en las montañas. Mucha gente había oído
hablar de Ascita, pero poca gente le había visto porque había vivido toda su vida en soledad,
meditando. Era conocido como un hombre muy sabio y muy santo. Entonces, cuando
apareció en la capital del reino, todo el mundo estaba muy sorprendido. La reina y el rey
estaban muy contentos de verlo porque era muy poco corriente para un ser como él ir a visitar
el reino. Cuando llegó a palacio preguntó si podía ver al recién nacido. Explicó que cuando él
estaba sentado en meditación también había visto signos muy auspiciosos y de dio cuenta de
que algo muy importante había ocurrido en palacio. Por tanto, él mismo había venido a ver lo
que era. Entonces el rey fue a tomar al niño para mostrárselo a este santo señor y durante un
rato muy largo Ascita estuvo mirando al niño, y después de mirarlo empezó a llorar.

Por supuesto, el rey y la reina estaban muy sorprendidos y le preguntaron: «¿Ves algo
desastroso en la vida del niño? ¿es por eso que lloras? Hemos estado mucho tiempo para
tener el niño ¿se va a morir pronto? ¿es por eso que lloras?» Entonces Ascita dijo: «No temáis,
no os preocupéis por vuestro hijo. Cuando yo miro a vuestro hijo veo signos muy especiales.
Aquí hay un niño que va a ser un gran guía. Si escoge ser el rey, será un rey mucho más
grande que su propio padre. Controlará muchas más tierras que cualquier rey indio. De hecho,
puedo ver que podría llegar a ser un rey universal. Pero si escoge la vida religiosa, sería mucho
más grande. Será mucho más que un rey. Será el conquistador de todos los engaños.
Descubrirá el camino de la total iluminación y enseñará este camino a todo aquel que escuche.
En otras palabras, si vuestro hijo decide abrazar la vida religiosa, se convertirá en un buda.»
Ascita continuó hablando a los reyes y les dijo: «Yo no lloro por el niño, lloro por mí mismo.»
Explicó que toda su vida había intentado seguir el camino de la santidad: «Toda mi vida he
estado esperando encontrarme con el Maestro Perfecto que me lleve a la Iluminación. Ahora
me he encontrado con este ser. Pero por el momento sólo es un recién nacido. Cuando crezca
y sea el tiempo de ser un buda, yo ya habré muerto, por tanto, no lloro por vosotros, pues
vosotros sois más afortunados, más bien lloro por mí que no voy a tener la fortuna de poder
estudiar con este buda.»  Diciendo estas palabras, Ascita se marchó.

El Rey pensaba profundamente en lo que Ascita había dicho. Estaba muy orgulloso de tener
un hijo que fuera a ser tan famoso. Pero su principal interés era que su hijo llegara a ser
heredero del trono. Durante muchos años había estado esperando un hijo a quien pudiera
dejar el reino. Ahora tenía ese hijo. Entonces se determinó que su hijo crecería para ser rey
como él mismo. Con el pensamiento de que su hijo fuese un emperador más grande que él
mismo se llenaba de orgullo. Con respecto a la vida religiosa, su hijo podría ingresar después
de ser rey. Entonces organizó la vida del Príncipe de manera que se sintiera feliz, satisfecho en
el reino y tuviera intención de ser rey.

Lo arregló todo para que la vida de su hijo fuese como la de un dios. Rodeado de todo tipo de
placeres y protegido de todo tipo de experiencias de dolor, tristezas y desilusiones. A  medida
que el príncipe Sidharta crecía, su padre tenía más motivos de estar satisfecho, puesto que era
un chico muy inteligente. Aprendía la materia más deprisa de los que sus maestros le podían
enseñar. Rápidamente los maestros dijeron que no tenían nada más que enseñarle. Era como
si el Príncipe simplemente recordase cosas que ya tenía aprendidas de otro momento. Por
tanto el Rey estaba muy orgulloso de la inteligencia de su hijo. A medida que el tiempo pasaba
cada vez se sentía más seguro de que su hijo sería rey.

Pero la inteligencia del Príncipe no era su única importante cualidad. Más aún que inteligente
era muy amable, tenía un gran corazón. No estaba interesado en los juegos de sus primos, los
demás príncipes. No estaba interesado en la lucha ni en las discusiones que había en la corte.
Más bien empleaba su tiempo en estar solo haciéndose amigo de los animales. Debido a su
amable naturaleza los animales se hacían amigos de él. Con aquellos animales que eran muy
tímidos o muy salvajes y que hubiesen huido de otra persona se acercaban a él y jugaban con
él. Hasta los animales sabían que no había nada que temer de un ser con esa naturaleza.

Un día, el joven príncipe estaba en el jardín de palacio mirando como un grupo de cisnes
volaban sobre su cabeza. ¡Eran tan bonitosí Entonces el Príncipe mientras los estaba mirando
vio una flecha que tocaba a uno de los cisnes y lo hería en una de las alas. El cisne con la
flecha clavada cayó del cielo al lado del Príncipe. El corazón del Príncipe se llenó de tristeza y
con mucho cuidado tomó al cisne entre sus brazos y con más cuidado sacó la flecha que tenía
dentro del ala, al mismo tiempo que hablaba dulcemente al cisne para calmarle. Se quitó su
propia camisa y envolvió el ala del cisne. Estuvo sosteniendo al cisne como si fuese una madre
con su hijo.

Mientras estaba con el cisne, su primo, llegó corriendo al jardín. El nombre de su primo era
Debadata. Debadata era muy salvaje. Le gustaban todos aquellos juegos brutos o salvajes que
a Sidharta no le gustaban. En ese momento, Debadata, sostenía un arco en las manos y
estaba muy excitado. Entonces gritó «¿Sidharta, has visto que disparé a un cisne? Era mi
primer disparo y le di directamente en el ala. Creo que cayó por aquí, ayúdame a buscarlo»
Entonces se dio cuenta que el Príncipe Sidharta tenía el cisne en sus brazos. Viendo esto
Debadata, se puso muy enfadado. «Dame este cisne, me pertenece. Yo lo he herido. No es
tuyo, es mío, dámelo». El príncipe Sidharta se negó. No le dejaría a Debadata acercarse ni
tocarlo. Durante un largo rato Debadata estuvo discutiendo con Sidharta, intentando
persuadirle, pero Sidharta se negaba.

Finalmente, después de una larga discusión, Sidharta habló con Debadata. Entonces le dijo:
«Los mayores, cuando tienen un problema, llevan este problema a sus jefes. Ahora tú y yo
estamos teniendo una discusión sobre el cisne. Lo único que podemos hacer es llevar nuestra
discusión ante juez y que él decida.» A Debadata, no le gustó esta idea, pero pensó que era la
única manera de conseguir el cisne. Entonces los dos chicos entraron en la Corte.

El rey estaba ocupado con sus ministros. Aparecieron en la Corte los dos chicos con el pájaro
en los brazos ante el Rey. El Rey dijo: «¿Por qué estáis aquí? ¿Por qué no estáis fuera
jugando?. Tenemos mucho trabajo que hacer. ¿Por qué no os vais?». Entonces Sidharta
explicó lo que sucedía y dijo: «Nosotros hemos venido porque tenemos un problema y
necesitamos que lo resuelvan.» Los ministros cuando lo oyeron se pusieron a reír. Ellos dijeron:
Vosotros os tenéis que ir, pues tenemos unos asuntos muy importantes y no podemos
atenderos.

El Rey no estaba de acuerdo y dijo: «Estoy muy contento de que traigáis vuestro problema a la
Corte. Haciendo esto estáis actuando como verdaderos Príncipes». Entonces le dijo a sus
ministros: «Nosotros tenemos que decidir en este asunto». Entonces comenzó un gran juicio.
Unos ministros estaban en favor de Sidharta y otros en favor de Debadata. Entonces unos
ministros decían: «Bueno, Sidharta encontró el pájaro, entonces, él es el dueño del pájaro».
Otros ministros decían: «Debadata fue el que disparó, entonces, el pájaro le pertenece».
Durante largo rato los ministros estuvieron discutiendo sobre este asunto, según la ley.
Finalmente, después un largo rato, un anciano apareció en la Corte. Nadie se acordaba de
haberlo visto anteriormente. Reflejaba un aspecto muy sabio en su rostro. El Rey le dijo:
Extranjero, tenemos un serio problema, quizás nos puedas ayudar. El Rey explicó la historia del
cisne y los dos Príncipes. Después de haber escuchado la historia, este extraño hombre habló
y dijo: Todos los seres vivos valoran su vida más que ninguna otra cosa, por tanto, el cisne
pertenece a aquél que intentó salvar su vida y no a aquél que intentó quitársela. Por tanto, dad
el cisne a Sidharta. Todos estuvieron de acuerdo que esa decisión era correcta. Más tarde, el
Rey quiso recompensar a este hombre por lo que había hecho, pero desapareció de la misma
extraña manera que habla aparecido.

Muchos sucesos de estos ocurrieron mientras el Príncipe crecía. Todo ello hacía que el Rey se
sintiera realmente orgulloso de su hijo; por otro lado, le preocupaba mucho. Entonces
pensaba: Mi hijo, el Príncipe, tiene una naturaleza muy amable, tal vez, esta amabilidad le haga
dejar un día el reino. Quizá tiene la intención de marcharse de aquí y vivir una vida religiosa
como Ascita. Esto tengo que prevenir que ocurra. Él es mi único hijo y deseo que llegue a ser
rey. Entonces pensó en un método por el que el Príncipe nunca quisiese salir del reino.

El Príncipe Sidharta creció como un chico muy inteligente. Además de su inteligencia era muy
amable y sensible. Su padre estaba un poco preocupado por él, ya que el deseo del padre era
que el Príncipe Sidharta heredara su trono y tenía miedo de la naturaleza sensible y amable de
su hijo. Le daba miedo que al final este carácter le hiciera abandonar la vida del reino y siguiera
la vida religiosa. En aquellos días, el seguir la vida religiosa suponía apartarse de todas las
riquezas mundanas. Abandonando todas las responsabilidades y viviendo solitariamente en la
montaña. El Rey no deseaba que esto sucediera. Entonces el Rey y sus ministros decidieron
organizarlo todo, de tal forma, que la vida del Príncipe fuese muy lujosa. Arreglaron todo para
que viviera en un lugar muy bonito. También pensaron que la mejor manera de manera de
tener al Príncipe en Palacio sería que se casara. Hay una larga historia de cómo la novia del
Príncipe fue seleccionada. Se organizó un concurso para ver quien podía ser la mujer del
Príncipe. Al final fue el Príncipe Sidharta el que surgió sobre todos los demás, pero no hay
tiempo para meternos en esta historia.

Entonces vamos al momento en que el Príncipe Sidharta y su mujer Yasodara se casaron.

El padre del Príncipe organizó para que ellos vivieran en un lugar perfectamente preparado. En
este parque en donde ellos vivían había tres palacios construidos. Uno para la época de calor,
otro para la estación del frío y otro paro la estación de las lluvias. Todos ellos estaban
decorados de la manera más preciosa. Cada palacio tenla un grupo de sirvientes, músicos y
cantantes. Además de su mujer, tenia un grupo de mujeres para él. En estos tres palacios, en
este maravilloso parque, el Príncipe pasaba su vida. Todo estaba preparado para que el
Príncipe nunca viera una cosa desagradable. Por ejemplo, si había algún cantor o músico que
se ponía enfermo, se le obligaba a salir de palacio. Sólo cuando esa persona estaba curado se
le permitía entrar. O sea, que todas aquellas cosas desagradables como la enfermedad, por
ejemplo, eran eliminadas de la vista del Príncipe. Vivió su juventud como si fuera un rey en
reino de dioses.

Hay una historia de que el Rey tenía un jardinero especial. Este jardinero tenia la obligación de
pasearse por el jardín antes de que el Príncipe se levantara y su trabajo era vigilar para
arrancar cualquier flor que comenzara a marchitarse. En tal caso él la tenía que cortar y sacarla
rápidamente del jardín. Así que hasta las flores cuando empezaban e marchitarse eran
quitadas de la vista del Príncipe. En resumen, todo estaba perfectamente preparado para que
ningún aspecto desagradable pudiera aparecer a la vista del Príncipe. El Príncipe vivió de esta
manera hasta cumplir los veintinueve años. Ocurrió que una noche en que el Príncipe estaba
escuchando una canción a uno de sus cantores, en esta canción, el cantor hablaba de muchas
tierras lejanas y describía lo bonitas que eran esas tierras. Cuando el cantor hubo acabado la
canción el Príncipe le preguntó: ¿Es verdad esta canción? ¿Hay otras tierras más allá de este
Palacio? ¿Son tan bonitas como tú describes? El cantor contestó: Yo no lo sé por mí mismo.
He vivido casi toda mi vida aquí, pero seguro que existe todo un mundo fuera de este Palacio.
Aunque este es el sitio más bonito, he oído, que hay otros sitios muy bonitos. Después de oír
esto, en la mente del Príncipe creció el deseo de conocer todo aquello de que le habían
hablado. Antes de que esto ocurriera el Príncipe estaba muy contento de vivir ahí, aunque esto
fuera una prisión. Entonces fue delante de su padre y le pidió permiso para salir y ver cómo era
la ciudad. El Rey estaba contento y dijo; algún día, muy pronto tú vas a ser el rey, es correcto
que vayas y veas la ciudad. Además, los ciudadanos del reino tienen ganas de ver cómo es el
futuro rey. Entonces el Rey hizo algunos arreglos. Le dijo al Príncipe que dentro de unos días
podía ir a la ciudad. Antes de ello envió a los sirvientes para que organizaran la ciudad y ésta
estuviera del modo correcto. Se anunció que el Príncipe Sidharta iba a ir a la ciudad y cada
uno se esforzaba en que la ciudad pareciera lo más bonita posible. Entonces, otros sirvientes
del Rey recogieron a todos aquellos que eran vagabundos y gente enferma y los llevaron a un
lugar fuera de la ciudad. Se les dijo que podían volver a la ciudad después de que el Príncipe
hubiera paseado por ella. Por tanto, la capital fue decorada lo más bella posible.

Los ciudadanos estaban muy ansiosos de ver cómo sería el próximo rey. En la mañana del día
en que se le permitió salir, fue a dar una vuelta por la ciudad. Salió de Palacio en su carroza
favorita, con su caballo favorito. y con su cochero favorito. De esta manera, entró el Príncipe
en la ciudad. Todo lo que vio gustó mucho a su mente. Alrededor había gente joven y bien
parecida y contentos. Todas las calles estaban engalanadas. Todas las casas eran tan bonitas
como son posibles. Además, toda la gente que se encontraba estaban sonrientes y alegres,
porque de su parte estaban muy contentos de ver a su futuro rey. El Príncipe era muy guapo,
parecía muy amable y muy inteligente y estaban muy contentos de que fuera a ser su futuro
rey. Cuando la carroza fue conducida por una calle especial vio una cosa muy peculiar.
Apareció delante una visión que sólo él y el cochero pudieron ver. Vieron un hombre enfermo
que tenía fiebre, tosía y que su cuerpo temblaba. Cuando el Príncipe vio esta visión se quedó
un poco confundido. Nunca había visto una persona como aquella. Entonces, preguntó al
cochero: ¿Quién es este hombre? ¿Por qué tiembla su cuerpo? ¿Por qué está sudando? ¿Por
qué tiene una expresión tan poco corriente en su cara? Entonces el cochero respondió: Oh,
este es un hombre enfermo. ¿Enfermo? ¿Qué significa enfermo? Entonces el cochero explicó
que tenía algo que estaba en desequilibrio y que tenía fiebre y debido a esa enfermedad tenía
tos y estaba temblando.

El Príncipe estaba muy interesado y preguntó: ¿Es este el único hombre enfermo o es que hay
más hombres como él? El cochero contestó: No, no es el único, la mayoría de la gente
experimenta enfermedades. Es algo natural. Cuando el Príncipe oyó estas palabras quedó
impresionado y sorprendido.

Por aquel tiempo, el Príncipe tenía 29 años. pero hasta entonces no había visto a una persona
enferma. El pensamiento de que la enfermedad le podía llegar a cualquiera le llenó de
confusión, le llenó de miedo. Entonces le dijo al cochero ¡Da la vuelta con el coche y volvamos
a Palacio; he visto algo que no esperaba ver hoy y disturba mi mente. Por favor. llévame a
casa. Entonces el cochero hizo como se le había ordenado y regresaron al Palacio. Durante un
rato el Príncipe se mantuvo en un estado muy triste y confundido. Todo lo que podía hacer era
pensar sobre la enfermedad. Pensó en todos los músicos y cantores que eran sus amigos y
que podían ponerse enfermos. Pensó en su mujer, Yasodara que se pudiera poner enferma;
pensó en su hijo recién nacido que podía enfermar. Todo esto le llenó de gran tristeza.
Entonces, él se preguntaba: ¿Cómo puede estar la gente tan feliz si existe la enfermedad?

Después de un periodo de tiempo, el Príncipe decidió volver a salir a la ciudad. Nuevamente la
ciudad fue preparada para su venida. Una vez más, volvió a salir con su cochero y su carroza.
Las masas de gente, nuevamente, estaban muy contentos de verle y el Príncipe muy contento
de verlos a ellos. Por segunda vez, recibió una visión que sólo él y el cochero pudieron ver.
¿Quién es este hombre con la piel arrugada? ¿Este hombre que ha perdido el pelo de su
cabeza? ¿Este hombre cuya cara parece blanca como la tiza?¿Este hombre que no tiene
dientes en su boca? ¿Qué clase de hombre es este? Y el cochero respondió: Este es un
anciano. Y ¿qué quieres decir cuando dices un anciano? El cochero explicó que a medida que
pasa el tiempo la gente se hace mayor y se hacen más débiles. Entonces el Príncipe preguntó
¿Es algo que sucede a menudo? El cochero respondió: esto no es nada extraño, es algo que
sucede a todo el mundo. Cuando el Príncipe oyó esto, su confusión y su impresión fue mayor
que la anterior. Entonces el Príncipe se preguntaba ¿Cómo puede estar la gente tan contenta y
cantando, cuando la vejez espera? Entonces otra vez dijo al cochero: Pro favor, llévame a casa
pues mi mente está deprimida.

Otra vez, durante varios días sólo pensó en la vejez. Pensó en él, en su mujer, y en sus hijos y
en todo el mundo, que más tarde o más temprano podrían llegar a viejo.

Nuevamente, al cabo de unos días, el Príncipe decidió volver a salir a la ciudad. El Rey se
había dado cuenta de que cada vez que regresaba el Príncipe de la ciudad estaba
preocupado. Antes de que saliera por tercera vez, el Rey se aseguró de que no hubiera nada
desagradable en la ciudad. Cuando el Príncipe y el cochero, nuevamente, llegaron a la ciudad,
vieron algo que ningún otro pudo ver. Entonces el Príncipe preguntó al cochero: ¿Qué es esto
que veo? Hay ahí un grupo de gente que están cargando una gran caja y alguno de ellos que
van caminando tienen lágrimas en los ojos y dentro de esta caja hay alguien que está
descansando muy pacífico y cubierto en una tela. ¿Qué es esto que estoy viendo? El cochero
le explicó que aquello era un funeral por una persona que había muerto. Entonces el Príncipe
le preguntó: ¿Qué significa muerto? El cochero le explicó que en un momento esa persona que
estaba estirada había estado vivo, pero debido quizá a una enfermedad, a un accidente, a la
edad, de ese cuerpo, había salido el espíritu y que ahora el cuerpo de ese señor estaba sin
vida, y ahora lo van a llevar al lado del río y lo van a quemar. Entonces el Príncipe preguntó:
¿Esta muerte que hablas es una cosa extraña qué sólo pasa a alguna gente? El cochero dijo:
Oh no, Príncipe, justamente lo contrario, es verdad que hay alguna persona que nunca se pone
enferma, también es cierto que hay gente que no tiene la oportunidad de hacerse vieja, pero
tarde o temprano, la muerte le llega a todo el mundo. Cuando el Príncipe oyó esto se quedó
más sorprendido que nunca. Entonces el Príncipe preguntó: ¿Quiere decir que en algún
momento la Princesa Yasodara? ¿Que todos los músico y cantores morirán?¿Que todos los
ciudadanos morirán? ¿Que tú morirás? ¿Que yo moriré? Entonces el cochero dijo: Sí, esto es
muy natural. Entonces el Príncipe le dijo al cochero: Inmediatamente llévame a casa, no quiero
ver nada de esto. Cuando llegó a Palacio subió a su habitación y dijo que no le molestara
nadie. Durante un largo tiempo estuvo solo, pensando en la enfermedad, la vejez y la muerte.
No tenía ganas de oír a los cantores y músicos. Perdió el apetito y se negaba a comer.
Permanecía todo el tiempo solo, encontrándose cada vez más y más triste. De esta manera
pasó mucho tiempo.

Su mente estaba ocupada en las visiones que había tenido, sufrimientos, enfermedad, vejez y
muerte. Todos los placeres de los que estaba rodeado, eran para él como nada en ese
momento. A medida que los días iban pasando, el Príncipe Sidharta se encontraba más y más
triste. La gente que le rodeaba, también se puso muy triste. Estaban acostumbrados a ver la
preciosa cara del Príncipe siempre sonriendo y ahora ya no sonreía más. Además empezaba a
perder su fuerza física. Particularmente su padre, el Rey, estaba muy preocupado, por el
mucho interés que había puesto en el desarrollo de su hijo.

Un día el Príncipe fue y hablar con su padre y le dijo: Padre, últimamente, mi mente ha estado
muy disturbada, tal vez, haya algo que yo pueda hacer para levantar mi ánimo. Quizá un
cambio de ambiente sea bueno para mí. Su padre estuvo de acuerdo con esto. Entonces, con
sus ministros, se preparó un parque especial al otro lado de la ciudad para el Príncipe. Se
organizó todo para que el Príncipe, rodeado de un grupo de Ministros, fuese a ese otro lugar a
pasar un tiempo. El Rey habló en particular con dos de los Ministros, cuya especialidad era
tener un conversación agradable. El Rey dijo a su sus Ministros: Cuando el Príncipe salga al
Parque, entretenerle con vuestra conversación y tened su mente distraída, porque cuando el
Príncipe está solo se pone muy triste y deprimido. Cuando llegó el día previsto, el Príncipe con
sus Ministros se trasladaron al otro parque al otro lado de la ciudad. Allí se preparó todo para
que tuviera muchísimas diversiones y así el Príncipe estuviera distraído. Particularmente, los
dos Ministros, intentaron mantener la mente del Príncipe distraída.

Pero el Príncipe no respondió a ninguna de estas cosas. Al final, los Ministros perdieron el
interés en intentar atraer la mente de Sidharta hacia ellos. Estos se marcharon y dejaron al
Príncipe solo. Entonces, el Príncipe solo, dio un paseo por el parque. Fue hasta el final del
parque, donde había una granja, la miró y le pareció muy bonita. Había un hombre que estaba
labrando la tierra y los surcos de la tierra parecían las olas del mar. Había cosas que estaban
creciendo en la tierra, había pájaros que revoloteaban en el cielo y el sol brillaba. Toda la
escena era muy bonita para el Príncipe. Por primera vez, durante mucho tiempo su mente se
relajó y se sentó a contemplar la escena. Pero mientras estaba mirando esta escena empezó a
ver cosas que no había visto anteriormente. Vio que el hombre que estaba arando con el arado
estaba quemado por el sol y se dio cuenta de que estaba sudando y que estaba cansado. Vio
que una parte del cuerpo del animal estaba sangrando debido a los golpes que le daba el
campesino para que caminara. Miró al suelo por donde había pasado el arado y vio muchos
insectos que habían muerto al pasar el arado. También vio que las «casas» de los insectos
habían sido destruidas y que estos corrían asustados. Miró hacia arriba y vio que los pájaros
que estaban en el cielo bajaban a comerse a los insectos que estaban por allí desparramados.
Más aún, vio que también estos pájaros estaban asustados porque más alto que ellos volaban
otros pájaros que les atacaban. O sea, que la escena que a primera vista le había parecido tan
bonita, ahora se había convertido en una escena de muerte. El granjero y su buey, los
pequeños animales y los insectos, los pájaros, estaban todos ellos en un drama de dolor.
Viendo esto, el Príncipe se sintió lleno de dolor. Sintió que tenía que sentarse y pensar sobre lo
que había visto.

Miró a su alrededor y vio un manzano pequeño y se sentó a su sombra y meditó sobre todo
aquello que había visto. Meditó sobre las visiones que había tenido sobre la enfermedad, vejez
y muerte y sobre lo que había visto en la granja. Poco a poco su meditación se fue
extendiendo hasta que pudo incluir a todo el mundo. Se dio cuenta que de todo aquello que
pensaba, el sufrimiento era muy grande y el placer muy pequeño. Cuanto más meditaba,
menos apegado estaba a los placeres mundanos. Su mente, como resultado de toda esta
meditación, se elevó, calmada y estable. Ya no estuvo más interesado en los placeres en que
había crecido. Se sentó de esta manera por un largo tiempo. Después de un rato se levantó de
su meditación y delante de él apareció una cuarta visión. Delante de él había un santo hombre
que estaba paseando y vestido con ropas muy pobres más bien un poco sucio, pero en sus
ojos había una mirada de paz que el Príncipe jamás había visto. Entonces el Príncipe dijo:
Extranjero ¿quién eres? El hombre le contestó: Yo soy un vagabundo sin casa. Entonces
Sidharta le preguntó: ¿Y qué es lo que haces? El hombre contestó: He dejado mi casa en
busca de la verdad. He visto que la naturaleza de la vida mundana es sufrimiento. He decidido
buscar una solución para el sufrimiento del mundo. He dejado todos los placeres mundanos y
he empezado mi búsqueda. Después de decir esto, el hombre desapareció. El Príncipe,
después de haber visto esto, desarrolló una fuerte determinación en su mente. Entonces
decidió que él también iba a dejar los Palacios en que se encontraba, porque los Palacios en
que había vivido, ahora le parecían una cárcel para él.

Así, al final del día, el Príncipe volvió a su Palacio junto con los Ministros, pero con la fuerte
determinación de no pasar en el Palacio ni una noche más. Cuando regresó a casa, fue
inmediatamente a ver a su padre. Su padre le vio y se sintió un poco contento, porque vio que
su hijo tenía como un aire más decidido. Entonces le dijo: Hijo mío, ¿qué es lo que quieres? El
Príncipe se inclinó ante su padre y le dijo: Padre, me gustaría abandonar el Palacio. He crecido
en medio de estas paredes, pero ahora me resultan un tanto opresivas. Por favor, dame
permiso para marcharme. Oyendo estas palabras, su padre se sintió sorprendido y triste,
porque por muchísimos años había intentado que esto no sucediera. Pero ahora su hijo le
estaba pidiendo permiso para abandonar los Palacios que había construido para él. El Rey
estaba extremadamente triste. Le rogó al Príncipe que cambiara su idea. Le prometió cualquier
cosa si cambiaba de manera de pensar y se quedara en el reino.

El Príncipe le dijo: Padre, sólo me quedaré con una condición, si tú me puedes prometer que
me protegerás de la enfermedad, de la vejez y de la muerte. Si no me puedes prometer esta
protección, debo marcharme pues tengo terror por el sufrimiento del mundo. Cuando el Rey
oyó esto se puso furioso. Le dijo: Tú eres mi hijo y te quedas aquí. Con mucho enfado se
marchó de la habitación. Se fue hacia sus guardias y les dijo que el Príncipe no podía salir de
Palacio sin su permiso. El Príncipe se fue a sus habitaciones y permaneció allí con sus
sirvientes, músicos y cantores.

Se cuenta en la historia, que los dioses de los cielos estaban mirando qué era lo que ocurría en
el Palacio. Eran los mismos dioses que habían estado presentes en su nacimiento. Ellos
habían estado esperando miles y miles de años para la bajada de un Buda. Se dieron cuenta
de que era necesario que el Príncipe saliera del Palacio y buscara el camino a la Iluminación.
Entonces los dioses enviaron como una especie de embrujo que dejó profundamente
dormidos a todos los de Palacio. Si esto es verdad o no, lo cierto es que pronto estuvieron
todos dormidos. Todos los cantores y músicos, todas las mujeres del Palacio, su mujer
Yasodara e incluso su pequeño hijo. El Príncipe se dio cuenta de que era el momento para
escapar. Pero antes de marcharse deseó tomar en brazos a su hijo, así que fue a la habitación
de su mujer donde el niño estaba durmiendo. Cuando llegó allí se dio cuenta de que si tomaba
a su hijo en brazos había la posibilidad de que su mujer se despertase y esto haría imposible
que él se pudiese marchar. Así que renunció a la idea de abrazar a su hijo por última vez y muy
cuidadosamente permaneció entre los músicos y los cantores que estaban durmiendo.

Salió por el balcón y bajó al patio. Despertó a su cochero y le dijo que trajese el caballo, que él
deseaba dar un paseo por la noche. El cochero estaba sorprendido de que quisiese dar un
paseo por la noche, pero lo hizo. Así que trajo el caballo y los tres fueron hacia las puertas del
Palacio. Al llegar a las puertas del Palacio vieron que los guardias también estaban dormidos.
Las puertas se abrieron por sí solas y los tres, el cochero, el Príncipe y el caballo se
marcharon. Cabalgaron durante toda la noche. En la mañana del día siguiente se detuvieron. El
Príncipe habló al cochero y le dijo: Ahora tú vuelves al Palacio con el caballo que yo continuaré
caminando. El cochero estaba realmente sorprendido por eso. Él había sido amigo del Príncipe
desde que eran niños y le quería mucho y estaba muy triste de que el Príncipe se marchara.
Entonces el cochero le dijo al Príncipe: tú no puedes irte solo, pues tu padre estará muy triste,
y lo mismo tu mujer y tu hijo, y la mujer que te crió como si fuese tu madre y todos tus amigos
de Palacio. También todos los ciudadanos ¿Cómo te puedes marchar y dejarnos a todos solos
ahora? Esto lo dijo con muchas lágrimas en los ojos. El Príncipe contestó: Tarde o temprano
tengo que dejar a toda esta gente. Aún si volviese a Palacio, llegaría un momento en que
tendría que decirle adiós a todos ellos. Porque es seguro que el sufrimiento, la vejez y la
muerte van a llegar a todos nosotros. Así que, en vez de espera a que llegue ese día, me
marcho ahora. Debo buscar una solución a todo este sufrimiento. Si encuentro una solución
volveré a Palacio. Si no encuentro la solución moriré en solitario. Tú vuelve a Palacio y piensa
en mí como si ya me hubiese muerto. El cochero intentó una vez más convencerle, pero el
Príncipe no se dejó convencer. Así pues, el cochero con el caballo se volvió muy tristemente a
Palacio dejando al Príncipe solo.

El Príncipe continuó solo hacia el bosque. Al cabo de un rato se encontró con un cazador que
estaba muy pobremente vestido. El Príncipe le llamó y le dijo: Señor ¿no le molestaría
cambiarme las ropas? Sidharta llevaba las ropas de seda que correspondían a un Príncipe y se
dio cuenta de que esas ropas no eran las que correspondían a una persona que iba a buscar la
vida religiosa. El cazador, por supuesto, estaba muy contento de cambiar sus harapos por los
preciosos trajes del Príncipe. Y ahora Sidharta continuo su camino con las ropas
correspondientes a un vagabundo que busca la verdad. Como un signo de que había cortado
totalmente con la realeza, se cortó el pelo, de esta manera, habiendo renunciado a su vida
anterior, continuo con la fuerte determinación de encontrar la liberación del sufrimiento o morir.

El Príncipe Sidharta, muy preocupado por el sufrimiento que había visto, se internó en el
bosque. Estudió con dos diferentes maestros. Los maestros estaban muy satisfechos con su
progreso. Le enseñaron todas las variadas técnicas de concentración que ellos sabían. El
Príncipe con su gran inteligencia aprendía estas técnicas muy rápidamente. Muy pronto,
empezó a ser el principal discípulo de estos maestros. Pero el Príncipe no estaba satisfecho.
Sentía que estas técnicas que estaba aprendiendo no eran suficiente para acortar el
sufrimiento. Finalmente abandonó a estros maestros. Oyó que había un lugar llamado Gaya,
que era un sitio perfecto o especial para la meditación. Entonces decidió que si él tenía que
encontrar la solución para el sufrimiento, debería ir allí a meditar.

Mientras iba hacia allí, pasó por la ciudad de Rashia. Ésta era la capital principal de un rey
llamado Kimbasara. Mientras caminaba por la ciudad, un Ministro del Rey lo vio pasar. Se
quedó muy sorprendido de ver a un hombre tan elegante y bien parecido pasar por la ciudad,
alguien que parecía tener una determinación tan enérgica. Aunque veía que iba vestido como
un pordiosero, se dio cuenta de que debía ser una persona muy especial. El Ministro sabía que
el Rey estaba muy interesado en conocer gente de este tipo, puesto que el Rey era una
persona muy abierta de mente. Siempre deseaba aprender de los extranjeros. Así que el
Ministro invitó a Sidharta a ir al Palacio del Rey. El Rey Kimbasara le recibió muy
amigablemente. Después de que el Rey hablase un rato con Sidharta, se quedó muy
impresionado de su honestidad, de su inteligencia y de su saber. Le dijo: ¿Por qué no te
quedas conmigo en el Palacio? Te puedes quedar aquí y cuando yo muera, heredar mi reino.
Esto era porque el Rey estaba muy impresionado ya sólo con la primera vez que había hablado
con Sidharta. Muy educadamente el Príncipe dijo: Gracias, pero no puedo hacer esto. Yo ya he
tenido la oportunidad de ser rey en el reino de mi padre, pero he visto que la vida está llena de
los sufrimientos de la vejez, de la enfermedad y de la muerte. Por eso he abandonado la vida
de príncipe. Quiero buscar la solución a los problemas que todo el mundo encuentra. Esto es,
estoy buscando la Verdad. El Rey Kimbasara se postró delante de Sidharta. Yo respeto tu
decisión de marcharte, pero tengo una súplica que hacerte. Le dijo: Si encuentras la solución
al problema que estás buscando, pro favor, vuelve hacia aquí y enséñamela. Después de decir
muchas palabras amables al Príncipe, le dejó continuar su camino.

Finalmente, el Príncipe llegó al bosque que se encontraba al lado de la ciudad de Gaya. En
aquel bosque, por aquella época se encontraban cinco practicantes. Estaban involucrados en
unas prácticas ascéticas muy estrictas. Estas eran las prácticas que el propio Sidharta iba a
hacer. Tan pronto como llegó al bosque, los cinco meditadores se dieron cuenta de que
Sidharta estaba allí. Estaban muy impresionados con la determinación con la que Sidharta
practicaba. Entonces se dijeron entre ellos: Quedémonos al lado de Sidharta. Hay una gran
posibilidad de que este hombre llegue a alcanzar su meta de la gran Liberación, pues tiene una
fuerte determinación y una inteligencia suficiente. Hagamos las prácticas al lado de él. Si
consigue la liberación, tal vez sea capaz de enseñárnosla a nosotros. Así es como Sidharta
empezó sus prácticas al lado de estos cinco meditadores que también estaban llevando sus
prácticas.

Como Sidharta había pasado la mayor parte de sus años viviendo una vida placentera y de
goces, pensó que la manera de alcanzar la Iluminación sería llevando una práctica muy
estricta. Así que se puso a hacer una serie de prácticas que exigían mucha disciplina. Se iba a
sentar durante horas y horas sin moverse para nada. Estaba ahí sentado sin protección del sol
o del viento y manteniendo la misma postura de meditación durante un período muy largo de
tiempo. Era muy estricto consigo mismo en lo referente a la comida. Al principio se limitaba a
una sola comida. Gradualmente fue reduciendo la cantidad de comida hasta que llegó el punto
que sólo comía una semilla al día. Al fina, sólo comía aquella comida que caía encima de él
empujada por el viento. Continuó con esta estricta práctica durante seis años. A medida que
pasaba el tiempo se fue quedando más delgado y más débil. Pero aún así, su determinación
para conseguir la liberación del sufrimiento continuaba manteniéndose fuerte.

Un día se fue a bañar al río del bosque, pero estaba tan débil que cuando se fue a bañar se
cayó al suelo, cayendo dentro del agua y la corriente se lo llevaba. Afortunadamente, había
una rama de la que se pudo agarrar y salir del agua. Se quedó en la orilla totalmente exhausto.
Mientras estaba tirado recobrando el ánimo, pasó un grupo de gente. Esta gente eran músicos
que iban a tocar a una boda que había allí cerca. Mientras caminaban, iban cantando una
canción que iban a interpretar en la boda y la canción trataba sobre el que tocaba el citar. La
canción decía: «No afines al citar ni muy alto ni muy bajo, sino una cosa intermedia y toca una
bonita canción». Y cantando esta canción se marcharon. Durante este rato, Sidharta había
estado estirado en el suelo exhausto. Mientras estaba tumbado en el suelo, oyó lo que estos
músicos cantaban. Entonces pensó que lo que habían dicho los músicos se podía aplicar a él.
Pensó que durante los veintinueve años primeros de su vida fue como si él hubiese tocado el
citar muy bajo, viviendo una vida de placer y mucho lujo, y durante los años restantes era
como si hubiese tocado el citar muy alto, siendo muy estricto consigo mismo. «Ahora puedo
ver que ninguno de estos dos caminos es bueno para mí. Los dos sistemas ponen a mi mente
en un estado de incomodidad. Con un método mi mente está muy relajada y muy distraído, y
en el otro lado está muy estricta y reprimida. Si yo tengo que encontrar un camino hacia la
liberación, tiene que ser un camino medio. No afinarme a mí mismo ni muy alto mi muy bajo.
Mientras mi cuerpo siga en un estado tan débil, no voy a poder avanzar mentalmente.» Tomó
la determinación de volver a comer de forma correcta y poder continuar su camino hacia la
liberación. Entonces fue otra vez y se volvió a sentar en el bosque.

Al otro lado del bosque vivía una mujer que se llamaba Suyata. Era la mujer de un señor que
tenía muchas vacas. Esta pareja no había tenido niños durante muchos años. Ella rezaba
mucho para tener un hijo. Ella solía ir al bosque y rezar al espíritu del bosque para que le diera
un hijo. Finalmente se quedó embarazada y dio a luz a un hijo. Después de haber tenido el hijo,
decidió agradecérselo al espíritu del bosque e hizo una ofrenda. Ella hizo una ofrenda muy
especial. Tomó la leche de veinte vacas y la lecha que había sacado de estas vacas se la dio a
su vaca preferida. Entonces tomó la leche de esta vaca que era la mejor que podía conseguir.
Hizo un plato con esta leche mezclándolo con arroz. Puso este plato en una bandeja muy
especial. Ésta era la ofrenda más perfecta que a ella se le había ocurrido hacer. Fue hacia el
bosque para dejar la ofrenda al espíritu del bosque. Cuando entró en el bosque se quedó muy
sorprendida, porque allí debajo de un árbol, estaba un ser que nunca había visto
anteriormente. Estaba sentado muy quieto y parecía muy distinguido, aunque su cuerpo
estaba muy delgado. Entonces pensó: este debe de ser el espíritu del bosque. Y ofreció este
plato a Sidharta. Silenciosamente Sidharta aceptó esta ofrenda y empezó a comer del plato.
Mientras iba comiendo, la fuerza comenzó a volver a su cuerpo. Y aún, delante de los ojos de
ella el cuerpo se empezó a poner fuerte. El color parece que volvía a su cara y cuando Suyata
vio esto, su fe en él creció. Entonces dijo: Gracias espíritu del bosque por darme un hijo.
Sidharta sonrió y dijo: Soy yo el que tengo que darte las gracias. Tú has pensado que soy un
dios, pero soy simplemente un hombre, pero ahora, gracias a esta comida que tú me has
ofrecido, es posible que yo pueda conseguir la Liberación. Así que la ofrenda que tu has hecho
es mucho más grande de lo que habías pensado.

Mientras todo esto sucedía, los otros cinco meditadores estaban viendo lo que sucedía. Lo
primero de todo se quedaron muy sorprendidos al ver que Sidharta hablaba con una mujer y
después se quedaron más sorprendidos al ver que comía esa comida que le había ofrecido en
ese plato especial. Entonces pensaron entre ellos que Sidharta se había rendido: «La ha
abandonado. Obviamente no hay razón para que estemos con él ni un momento más. Vamos a
buscarnos otros sitio donde podamos continuar nuestra práctica estricta y puramente.» Los
cinco meditadores se alejaron del bosque en busca de otro lugar para continuar sus prácticas.
Sidharta, también abandonó el bosque.

Cruzó al otro lado del río y se acordó de la meditación que había hecho después de tener las
tres visiones. Se acordó de la visión que tuvo cuando estaba meditando debajo del árbol de
las manzanas rosas. En la visión estaba meditando sobre el sufrimiento. Se dio cuenta de que,
investigando en la naturaleza de la mente, había alcanzado un estado de paz. Entonces pensó
que si él debía ganar la liberación del sufrimiento, él debía hacer este tipo de meditación.
Después de cruzar al otro lado del río, buscó un árbol donde poder sentarse a meditar y éste
fue el árbol que después fue llamado el árbol del bodi.

Cuando se dirigía hacia este árbol, se encontró con un hombre que estaba cortando la hierba y
le pidió que le diera unos cuantos manojos de hierba para hacerse un cojín para meditar. Con
estos manojos de hierba se fue hacia el árbol y cuando se aproximaba pareció que todos los
sonidos del bosque se paraban. Parecía como si todos los sonidos del universo se hubiesen
parado durante unos momentos, en expectación de lo que iba a suceder.

Este era el momento que el universo estaba esperando, el momento en que el Príncipe
Sidharta iba a alcanzar la Iluminación. Parecía con que hasta el árbol le daba la bienvenida.
Cuando Sidharta llegó al árbol, se hizo un cojín de meditación con los manojos de hierba.
Antes de sentarse se hizo un voto a sí mismo: «No me voy a levantar de aquí hasta alcanzar
completamente el camino de la liberación del sufrimiento.» Se sentó de cara al Este. Era el día
de luna llena del cuarto mes. La luna llena aparecía en el Este al mismo tiempo que él se
sentaba.

Era el día de luna llena del cuarto mes hindú, es decir, sobre mayo o junio, quinientos años
antes del nacimiento de Cristo. El Príncipe Sidharta se sentó debajo del árbol bodi a las
afueras de la ciudad de Gaya con la intención de alcanzar la completa Iluminación para el
beneficio de todos. Todo el universo estaba ansioso y feliz del suceso que iba a ocurrir. Pero
no todo el mundo estaba contento. Existía una fuerza demoníaca llamada Mara, es la fuerza
que contamina la mente, es la fuerza de la ignorancia y de todas las contaminaciones que
oscurecen las consciencias de los seres. Así que cuando Mara vio que el Príncipe estaba
sentado bajo el árbol bodi, se enfadó.

Lleno de furia llamó que vinieran todos sus hijos e hijas. Sus hijos e hijas son los engaños
individuales que existen en nuestras mentes, los celos, el odio, la ignorancia, el apego, el
orgullo y todos los demás venenos, y los llamó que vinieran. Entonces les dijo: Mirad, el
Príncipe Sidharta está empezando su meditación. Si él tiene éxito ¿sabéis lo que nos va a
pasar a nosotros? Nuestro reino será destruido. El poder que tenemos sobre la mente de los
seres será destruido, será roto. Debemos distraer su atención, debemos asegurarnos que no
alcance la Iluminación.

Entonces Mara dirigió a sus hijos e hijas en un ataque en contra del Príncipe. Primero
aparecieron ante él formas furiosas y muy desagradables, como las imágenes que vemos en
una pesadilla. Iban armados con toda clase de instrumentos y gritando de una manera
exagerada, fueron hacia donde estaba Sidharta. Pero rodeando al Príncipe había una
atmósfera de calmada paz.  El ataque de Mara y sus hijos fue como una tormenta, pero no
llegó a trastornar la paz que había debajo del árbol. Por el poder del amor del Príncipe, se hizo
invulnerable al ataque. Algunos demonios disparaban flechas de odio hacia el Príncipe.
Cuando las flechas entraban dentro de la vibración del amor del Príncipe, se convertían en
flores de loto que caían suavemente al suelo.
Entonces, Mara se dio cuenta que de esta manera de atacar al Príncipe no surtía efecto.
Entonces tuvo otra idea. Todos los hijos e hijas de Mara se transformaron en formas muy
bonitas; algunos aparecían en la forma de su mujer Yasodara, otros recreaban escenas de las
memorias del Príncipe en los tiempos que estaba en Palacio. Todo tipo de objetos deseables
fueron llevados delante de la vista del Príncipe con la intención de distraerle de su objetivo.
También esto resultó ineficaz. La calma y la concentración del Príncipe lograron vencer
también esta prueba. El vio todos estos pensamientos y todos estos recuerdos como
ilusiones. Por tanto permaneció calmado y concentrado en su meditación.

Entonces Mara vio que tampoco esto había sido efectivo. Entonces dijo a sus hijos e hijas que
desaparecieran. Él mismo, solo, se enfrentó al Príncipe. Lentamente se paseó por delante del
Príncipe. Y le habló directamente utilizando un tono jocoso. Le dijo al Príncipe: ¿Quién es éste
que aquí se sienta en meditación? Oh, veo que es el gran Príncipe Sidharta. Él piensa que
sentándose aquí va a alcanzar la Iluminación. Por supuesto, debe tener una gran preparación
para esto. Veo cuál ha sido su preparación. Ha estado hasta los veintinueve años portándose
como un niño en esos palacios de placer, viviendo una vida de lujo; después se mantuvo
durante seis años sin comer. Ésta es su gran preparación. Con esto él piensa que puede
alcanzar la Iluminación. Esto es completamente ridículo ¿Cómo semejante persona como ésta
quiere alcanzar semejante meta cuando otras personas lo han intentado y han fallado? Una
persona como ésta debe abandonar rápidamente esta idea ¿Tiene acaso éste aunque sea un
testigo de su preparación? ¿Existe acaso un ser que pueda ser testigo de su preparación para
alcanzar esta meta? Hablando de esta manera, Mara intentaba distraer al Príncipe de su
meditación. Pero esta charla de Mara no consiguió distraer la mente del Príncipe. El Príncipe
no respondió a las palabras de Mara, en cambio, movió su mano que tenía en posición de
meditación y con gran confianza tocó la tierra con su mano que puso junto a su rodilla. Con
este gesto llamó a la tierra para que fuese su testigo. Esta tierra había sido su testigo de lo que
él había hecho en el pasado. Había visto las infinitas vidas que él había vivido en el pasado.
Vidas anteriores en las que él había desarrollado la preciosa mente de la Bodichita. Vidas
anteriores en las que él había practicado los hechos de un Bodisatva. Vidas anteriores en las
que él había practicado la moralidad y la generosidad, la paciencia y el esfuerzo entusiástico,
la concentración y la sabiduría. Por ello, la tierra era el testigo de todos estos hechos que él
había realizado. Testificando que él había hecho su preparación para alcanzar la Iluminación.
Así pues, Mara fue destruido y tuvo que desaparecer con un mal sueño y Sidharta continuó su
meditación.

Así primero miró la naturaleza del sufrimiento. Vio que las mentes estaban afectadas por los
engaños que vienen de la ignorancia. Se dio cuenta de que debido a estos engaños, las metes
de los seres se involucran en estas acciones equivocadas. Vio que acciones en una vida
daban su fruto en otra vida. Por ello vio que los seres estaban atrapados en la rueda del
samsara, moviéndose de un estado a otros de insatisfacción. Algunas veces bajos y otras
altos, pero nunca libres, nunca liberados. Entonces su meditación se hizo aún más profunda y
vio la causa de esta rueda de sufrimientos. Vio como todos los seres están llenos de un deseo
ansioso, cómo intentan buscar seguridad para sí mismos. Entendió cómo esto también era
como una ilusión. Se dio cuenta de que esta entidad que los seres ven tan concreta es en
realidad una ilusión, una concepción errónea que surge de la ignorancia. Vio cómo se podía
eliminar esta ignorancia reconociendo la naturaleza ilusoria del «yo». Entonces dirigió esta
meditación hacia adentro, hacia su propio yo y hacia afuera, hacia todas las apariencias, hasta
que se disolvieron como una nube. Entonces fue capaz de obtener una visión correcta de la
realidad. Todos los engaños fueron totalmente eliminados de su mente. Debido a la gran
compasión de su mente, todas las buenas cualidades surgieron en ella. A la mañana siguiente
cuando el sol salió, el Príncipe Sidharta ya no fue más el Príncipe Sidharta. En lugar de un ser
ordinario, ahora era un ser despierto, un ser completamente Iluminado, un Buda.
Cuando el sol salió aquél día, fue como el principio de la creación. Por todo el universo corrió
la voz de que el Príncipe Sidharta había alcanzado la Iluminación. Había una alegría universal.
El mismo Buda estaba experimentando la felicidad de sus realizaciones. Durante siete
semanas permaneció en este estado de felicidad incomparable de la Budeidad, disfrutando de
la mente abierta y libre que ahora poseía. Pasó algún tiempo debajo del árbol bodi. Unas
veces sentado debajo del árbol y otras se apartaba un poco y lo miraba de lejos, admirando el
árbol bajo el cual había alcanzado la Iluminación. Después, un pensamiento apareció en su
mente: ¡Esta iluminación que he conseguido ha sido tan difícil de obtener! Ha sido conseguida
después de infinitas vidas. Necesité una determinación tremenda. Sólo como resultado de
todo esto puede obtener la Iluminación. ¿Quién entre todos los seres de este mundo podría
seguir este camino? ¿Quién está preparado para vencer tantas dificultades? ¿Quién hay para
enseñar? No, no existe nadie. Es mejor para mí que me retire al bosque y disfrute de esta
Iluminación.

Entonces, los dioses que estaban en los cielos y que habían estado presente en el momento
de su nacimiento y presentes en el momento de su decisión, oyeron este pensamiento.
Entonces inmediatamente aparecieron ante Buda. Con sus manos juntas le rogaron: En verdad
que la Iluminación que tú has alcanzado es muy difícil de obtener, pero por favor, para
beneficio de todos los seres, enseña lo que has descubierto. Es verdad que la mayoría de las
mentes de los seres está cubierta por una capa de engaños, pero para algunos seres, esta
cobertura es muy fina como un velo de polvo, es seguro que habrá gente que podrá
entenderte y seguir tus enseñanzas. Por favor, no los abandones. Para su beneficio, haz girar
la rueda del Dharma. Enseña el sendero que lleva a la Iluminación. Buda sonrió y dijo: Por
supuesto que enseñaré. Mi motivo principal para alcanzar la Iluminación era ayudar a los
demás para salir del sufrimiento. Ahora que he obtenido la Iluminación, no hay ninguna
objeción para ayudar a los demás. Sólo creé este pensamiento de no enseñar, para beneficio
de los demás. Porque un Buda no tiene el poder de eliminar el sufrimiento de los demás
simplemente por su esfuerzo. Si la gente no pide enseñanzas o la ayuda, no hay nada que
pueda hacer el Buda. Es muy poco lo que puede hacer un Buda en semejante situación. Pero,
si un ser se da cuenta de su sufrimiento y pide ayuda a un Buda, es seguro que esa ayuda le
llegará. Por parte del Buda, él siempre está preparado y dispuesto para enseñar. Pero es
necesario que le sean pedidas sus enseñanzas, de lo contrario no lo hará. Por supuesto que
haré girar la rueda del Dharma.

Entonces el Buda decidió a quién debía enseñar primeramente ¿Quién está mejor preparado
para recibir las enseñanzas que tengo que dar? Primero pensó en sus dos maestros, los que
encontró antes de que se pasase seis años en meditación. Seguro que ellos son los que están
más preparados para entender lo que yo tengo que enseñar. Con su mente que todo lo ve,
pudo percibir que esos dos maestros se habían marchado, habían abandonado ya este
mundo. Ya no vivían en la tierra. Entonces pensó: ¿Quiénes serán pues mis discípulos?
Entonces pensó que serían los cinco meditadores que habían pasado seis años con él. Los
que se habían marchado cuando pensaron que Sidharta había abandonado su camino.
Entonces con su mente pudo ver que se encontraban en aquel momento en el Parque de los
Ciervos, en Sorna. Sorna era una ciudad religiosa muy famosa y que no estaba muy lejos de
Gaya. Estaba justo fuera de la ciudad de Benarasi, gran centro de la vida hindú incluso antes
de que viniese el Buda. El Buda se puso en camino hacia el Parque de los Ciervos. Los cinco
discípulos habían continuado su estricta práctica ascética en dicho parque.

Vieron que el Buda se acercaba. Dijeron entre ellos: Ahí llega el príncipe Sidharta, aquel que ha
abandonado la vida religiosa. Cuando se acerque a nosotros no le vamos a mostrar ningún
respeto. Después de todo, él ha abandonado y nosotros seguimos meditando. Poco a poco el
Buda se fue acercando a estos cinco. A medida que se acercaba, la actitud de estos cinco iba
cambiando. Pudieron ver que ahora había algo especial en ese hombre que ellos llamaban
Príncipe. Había cierta expresión de claridad, cierta luz que se manifestaba en su cuerpo, una
expresión de amor que venía de su rostro. A pesar de lo que se habían dicho el uno al otro,
cuando se acercó le mostraron una actitud de respeto. Algunos prepararon un sitio para que
se sentara. Otros trajeron agua para que se lavase los pies. De esta manera mostraron respeto
hacia él. Dijeron: Oh, Sidharta, enséñanos lo que tú has aprendido.

El Buda les dijo: «Amigos, no es apropiado que me sigáis llamando por el nombre de Sidharta,
puesto que he descubierto la meta que estaba buscando, he descubierto el camino de la
eliminación de todos los engaños y lo he experimentado yo mismo. Habiendo purificado mi
mente de esta manera he despertado.» A partir de este momento, sus discípulos le llamaron
Buda, el bendito, el conquistador de los engaños, y le rogaron: Por favor, Buda, enséñanos
este camino de la liberación. Ante estos cinco discípulos y ante todos los seres invisibles que
estaban escuchando, Buda dio su primera enseñanza. Les habló de la siguiente manera:

«Oh monjes, hay cuatro Nobles Verdades. La primera es la Noble Verdad del sufrimiento,
nacimiento y sufrimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte son sufrimientos, el no conseguir
lo que uno desea es sufrimiento, experimentar lo que uno no desea es sufrimiento, todas las
formas de insatisfacción son sufrimiento, todo el mundo está lleno de sufrimiento.»

«Oh Monjes, esta es la segunda Noble Verdad. La Noble Verdad de la causa del sufrimiento. El
sufrimiento es causado por el deseo ignorante. Mientras la mente continúa oscurecida por tal
deseo, continúa el sufrimiento.»

«Oh monjes, esta es la tercera Noble Verdad, la Noble Verdad de la cesación del sufrimiento.
Hay un estado en el que el sufrimiento no existe. Completa liberación de todos los engaños,
de todas las acciones erróneas y de todo el sufrimiento que viene de estos engaños y de estas
acciones.»

«Oh monjes, esta es la cuarta Noble Verdad, la Noble Verdad del camino de la cesación del
sufrimiento. Siguiendo el camino de la comprensión correcta, uno llega a la eliminación del
sufrimiento. El camino de la comprensión correcta y de la meditación correcta, del esfuerzo
correcto y la palabra correcta, la acción correcta y la vida correcta. Siguiendo este camino es
posible obtener la cesación del sufrimiento.»

De esta manera, el Buda empezó sus enseñanzas. En ese momento tenía treinta y cinco años.
Esta fue la primera enseñanza que dio de los cuarenta y cinco años que le quedaban de vida.
Como resultado de esta primera enseñanza, sus cinco discípulos alcanzaron la cesación del
sufrimiento, alcanzaron las diferentes realizaciones del camino y alcanzaron el estado de arhat,
que es aquél que ha salido del sufrimiento. Así fue como la carrera del Buda como maestro
empezó.

Siempre estuvo enseñando a un nivel que su audiencia pudiera comprender. También enseño
sin utilizar palabras, su comportamiento mismo era la enseñanza. Él estaba abierto siempre a
los otros seres comportándose con una compasión infinita. Era sabio y comprensivo. Tenía
capacidad de dar a aquellos que iban con él justo lo que necesitaban. Pronto, un gran número
de discípulos rodeaban al Buda y él dirigía su vida espiritual y les comunicaba sus
interioridades a ellos. Así, ellos se convertían también en maestros del Dharma.

Recordemos a su primo el Príncipe Debadata, el que disparó al cisne cuando ambos eran muy
jóvenes. A través de toda su vida, Debadata se sintió muy celoso del Buda. Ya sentía celos de
él cuando era Príncipe y más tarde, cuando alcanzó la budeidad total, Debadata también
sentía celos. Incluso intentó organizar otra Sangha poniéndose él como jefe. En muchas
ocasiones, incluso intentó asesinar al Buda. Por ejemplo, supo un día que el Buda y sus
discípulos bajaban por un calle y con un grupo de amigos prepararon un elefante que estaba
desequilibrado a base de darle alcohol y pegarle. Cuando el Buda y sus discípulos bajaban por
la calle, condujeron al elefante hacia su dirección y así el elefante corrió en dirección del Buda
para dañarle. Los discípulos de Buda, salvo uno, se asustaron y todos excepto uno se
marcharon. Se dice que incluso algunos de sus discípulos eran capaces de volar y eran arhats.
Pronto quedaron en la calle el Buda y su principal discípulo, Ananda. Ananda estaba agarrado
a las ropas de Buda como un niño se agarra a las ropas de su madre. Al aproximarse más y
más al Buda, al elefante se le iba disminuyendo el enfado. Cuando estaba muy cerca del Buda,
se pacificó totalmente Puso su cabeza a los pies de Buda y de esta forma, el Buda era capaz
de tener tanta influencia sobre los demás seres.

Otra vez que el Buda estaba enseñando al Rey Kimbasara, aquél Rey que había visitado antes
de que empezase sus seis años de retiro. Como recordaréis, este Rey pidió a Buda que si
algún día encontraba la solución al problema, volviese al reino para que le diese sus
enseñanzas. Así, Buda volvió a la ciudad de Rashia muchas veces. Esta ciudad aún existe en
la India. En las afueras había un pico llamado Pico de Buitre, que era un sitio muy famoso de
peregrinaje. Fue aquí donde el Buda dio sus enseñanzas más profundas: las enseñanzas de la
Sabiduría. Su primo Debadata, que aún estaba muy celoso de él, se había hecho amigo del
hijo del Rey Kimbasara, cuyo nombre era Ayatasutra, y le convenció para preparar un complot.
Entonces le dijo: Si yo te ayudo a matar a tu padre, tú me ayudas a matar al Buda. De esta
forma tú te convertirás en Rey y yo en el líder principal de la Sangha. Hicieron este acuerdo. De
hecho, más tarde Ayatrasutra mató a su padre. Cuando el Buda meditaba, Debadata pensó
que era una buena ocasión para matarlo. Ambos subieron a una montaña que estaba por
encima de donde el Buda estaba y encontraron una roca muy grande que empujaron
fuertemente echándola a rodar por encima de donde estaba el Buda meditando. Según la
historia, el Buda permaneció meditando, pero de él emanó Vajrapani que es la manifestación
del poder de los Seres Iluminados. Vajrapani destruyó esa roca en dos pedazos los cuales
cayeron a ambos lados del Buda sin hacerle ningún daño.

Una de las cualidades de la mente Iluminada es que tiene compasión ecuánime ilimitada para
todos los seres. En una ocasión Debadata enfermó muy seriamente. Muchos doctores le
visitaron pero ninguno pudo curar su enfermedad. El Buda fue a visitar a su primo Debadata y
le vio muy enfermo. Se acercó y permaneció de pie al lado de su cama. Entonces le dijo: «Si
mi amor por Debadata es el mismo que siento por mi hijo, entonces que se cure.» Y Debadata
se curó. Ni incluso esto cambió la actitud de Debadata hacia su primo. Su mente estaba tan
envuelta en celos y enfado que nunca supo reconocer al Buda por lo que era.

Para dar una idea  de cómo la naturaleza del Buda yace en todos los seres, hay otra historia
acerca de Debadata. Durante el espacio de tiempo de este sistema solar, habrá mil Budas. Por
supuesto, habrán muchos más que alcancen la Iluminación. Pero estos son los mil Budas que
aparecerán para renovar las enseñanzas a menudo. De esta lista, Guru Sakyamuni es el
cuarto. Después de un período largo de tiempo, el Buda Maitreya será el quinto. Uno de estos
mil será Debadata. Así que hay esperanzas para nosotros. Incluso Yatasutra, el hijo que mató a
su padre. Esta acción fue doblemente demoníaca o mala. Primero mató a su padre y matar a
un padre o una madre son los dos peores crímenes que un ser humano puede cometer. Pero
además de esto, el Rey Kimbasara era un Arhat, un ser increíblemente realizado. Aún así,
Ayatasutra se convirtió en discípulo de Buda en la misma vida, alcanzando un alto grado de
realización.

Muchos años habían pasado ya desde que el Buda había abandonado el reino de su padre. Su
padre, su familia y la gente del reino, habían oído lo que había sucedido a su Príncipe favorito.
Todos estaban ansiosos de tenerlo en su reino. El Buda decidió volver. Con un gran número de
monjes y monjas hizo el camino hasta llegar al reino. Su padre estaba muy interesado en tener
noticias de su hijo que se acercaba. Entonces envió un mensajero para que le informara acerca
del Buda y sus discípulos. Así el mensajero salió, los vio y volvió diciéndole al Rey: Tu hijo es
ahora una persona muy importante y elevada, es muy hermoso de verlo. Cuando el Rey oyó
esto se enorgulleció mucho pensando: ¡Mi hijo es de esta forma! El mensajero le dijo que
estaba rodeado de miles de seguidores y el Rey se enorgulleció mucho más. El mensajero dijo:
Cada mañana, él y sus discípulos salen a la ciudad a pedir comida. El Rey dijo: ¿Qué? ¿Mi hijo
pidiendo comida? Inmediatamente hizo preparar sus caballos y salió. Casualmente se
encontraron en el camino y el Rey vio que su hijo era ahora tan magnífica persona. Estaba
rodeado de tanta gente que él estaba muy orgulloso. El Rey le dijo: ¿Es verdad que tú pides
comida? El Buda contestó: Sí, es nuestra costumbre ¿Qué quiere decir es nuestra costumbre?
dijo el Rey, tú desciendes de un largo linaje de reyes. Ninguno de nosotros tuvo nunca que
pedir por nada. ¿Qué quiere decir con que es nuestra costumbre? El Buda le respondió: Tú,
padre mío, trazas tu linaje a través de muchos reyes, pero yo trazo mi linaje a través de
muchos Budas. Ha sido siempre la costumbre de los Budas pedir la comida. Luego comenzó a
explicar a su padre todo lo que había realizado, lentamente convirtiendo su mente. De esta
manera, supo pacificar a su padre y enseñarle. Se dice que a pesar de que el Rey era muy
inteligente y que el Buda le enseñó, sólo alcanzó una realización mediana. La razón es que
nunca pudo dejar ese orgullo que sentía para con su hijo. Mantenía muy fuertemente en su
corazón este orgullo. Este pensamiento interfería con el desarrollo total de su mente. El Buda
pasó algún tiempo en el reino. Finalmente, la mujer que le cuidase como su madre, su esposa
Yasodara y su hijo Rakula, se hicieron monjes y monjas. De esta manera, supo devolver la
amabilidad que habían tenido para con él, conduciéndoles al camino de la liberación y de la
Iluminación.

Así el Buda enseñó durante muchos años. Enseñó muchos niveles de Dharma: Mahayana,
Hinayana, Sutrayana y Tantrayana. Era capaz de hacer emanar su cuerpo de muchas formas
distintas. Su habla era particularmente poderosa. Se dice que sólo diciendo una palabra, era
capaz de satisfacer las necesidades de muchos seres Cada uno de estos seres había oído una
palabra distinta de acuerdo con lo que necesitaba.

Finalmente, llegó el tiempo para el Buda de marcharse, de morir. Él vio que había entrado en
contacto con todos los seres que estaban preparados para recibir las Enseñanzas. Vio que
había plantado la semilla para la liberación de otros muchos más seres. Predijo que el Dharma
que él había empezado duraría durante cinco mil años antes de que las fuerzas de la
degeneración hubiesen aniquilado por completo este Dharma. Estableció a muchos seres en
encarnaciones superiores y en el camino de la liberación. Así llegó el momento para él de dar
su enseñanza final. Su enseñanza de cómo murió. Volvió a la ciudad donde nació. Antes de
llegar se dio cuenta de que había llegado el momento de morir. Esto sucedió en la pequeña
ciudad de Cushinad, en el Norte de la India, no lejos de donde había nacido. Allí dio su última
enseñanza. Incluso el último día de su vida enseñó a un anciano y lo estableció en el camino
de la Iluminación.

Entonces dijo a sus discípulos: Habré gente que estará muy triste de no verme. Pero digo que
cualquier ser que practique mis enseñanzas después de mi muerte, será como si me viesen.
Mientras que aquellos que viven ahora pero no siguen mis enseñanzas, no me habrán visto
nunca. Luego dijo sus últimas palabras: recordad: todo fenómeno compuesto es
impermanente. Labrad vuestra propia salvación con diligencia. Luego yació sobre su lado
derecho, con su mano izquierda encima de su pierna derecha y su mano derecha bajo el lado
derecho de su cara. Totalmente consciente, entró en un profundo estado de concentración el
cual se convirtió en más y más sutil hasta que su consciencia partió. Los discípulos que le
observaron reaccionaron de distintas formas. Aquellos cuyas mentes no estaban muy
entrenadas se entristecieron mucho y empezaron a llorar, mientras que aquellos que habían
ido más allá del sufrimiento, entraron en un profundo estado de meditación. Luego se decidió
incinerar el cuerpo de Buda. Construyeron una pila funeraria muy grande y colocaron su
cuerpo sagrado encima de ella. Luego intentaron quemar esta construcción pero por mucho
que lo intentaron, cuando prendían fuego a la madera, ésta no ardía. Uno de sus principales
discípulos, Mahakasiapa, aún no estaba allí. Había oído que el Buda estaba a punto de morir y
se puedo en camino, pero aún no había llegado. Mahakasiapa debía ser el elegido para dirigir
la Sangha después de la muerte del Buda. Ni importaba lo que hicieran para hacer arde la pila,
nunca ardía. Hasta que Mahakasiapa llegó y entonces la madera comenzó a arder
espontáneamente.

En este funeral se encontraban los distintos reyes de los reinos de aquellos lugares. Cada uno
de ellos quería las reliquias del Buda para llevárselas a sus reinos. Después del funeral
comenzaron a pelearse entre sí. Discutieron si aquellas reliquias pertenecían a uno, sobre si
pertenecía a otro y así comenzó la discusión, la pelea. De hecho la pelea se hizo muy violenta
hasta que un hombre comenzó a hablar: Amigos, pensad en lo que estáis haciendo. Estáis
discutiendo sobre los huesos del compasivo Buda. No habéis aprendido nada de él. No habéis
escuchado sus enseñanzas sobre el amor y la compasión. Discutís sobre sus huesos. Estas
palabras sorprendieron a esos distintos reyes, así que acordaron repartir las reliquias con
igualdad. Cada uno de ellos las llevó a su propio reino y erigieron estupas o monumentos para
colocarlas, muchas de las cuales aún existen.

Luego la Sangha se reunió para recoger las enseñanzas que habían oído del Buda. Aquellos
que eran más sabios y tenían más poder de recordar las enseñanzas, se reunieron para
juntarlas. Finalmente, estas enseñanzas se mantuvieron y fueron preservadas en ciento ocho
volúmenes. Y más importante que esto fueron preservadas las realizaciones y la comprensión.
Él había autorizado a aquellos que habían realizado las enseñanzas, a enseñarlas a los demás,
ya que la comprensión directa del Buda había pasado a esos maestros. Este linaje de
comprensión profunda ha ido pasando a través de los años y de los maestros de la India,
hasta nuestros días. Los nombres de todos estos famosos Gurus aún existen. Mucho esfuerzo
se puso en hacer las traducciones perfectas y por tanto el linaje de las enseñanzas, de las
escrituras, de la comprensión, permaneció initerrumpible, no se cortó. Finalmente, las
enseñanzas de los Budas se esparcieron llegando hasta Ceilán, Tailandia, Burma, Pakistán,
Cachemira, Afganistán, Turquestán, China, Corea, Japón, Vietnam y en el siglo VII, VIII y IX
llegaron al Tíbet, desde allí fueron a Mongolia y estos linajes han permanecido ininterrumpidos
desde hace más de dos mil años. Así, en 1959, el Tíbet fue invadido y la forma más completa
de Budismo que había estado allí preservada, llegó a la India al marcharse del Tibet el Dalai
Lama y otros grandes lamas de las tradiciones nyingmapa, sakyapa, karyupa y gelupa, de esta
forma los linajes se han mantenido intactos. Su Santidad el Dalai Lama, viendo que en
occidente era el sitio donde la gente estaba más interesada en recibir las enseñanzas, pidió a
muchos maestros que enseñasen y así es como muchos grandes lamas comenzaron a tener
discípulos occidentales.

Así, debido a algo que está más allá de toda creencia, estos lamas nos enseñan a nosotros.
Estas enseñanzas no difieren en nada de las que daba Guru Buda Sakyamuni hace dos mil
quinientos años. Enseñanzas que han llevado a muchos seres a la Iluminación. Enseñanzas
que nos dieron a nosotros en nuestra propia lengua seres iluminados que tienen una
comprensión muy profunda de la mente occidental. De alguna forma, todos los millones de
personas que habitan el mundo, sólo unos pocos están recibiendo enseñanzas. Es difícil
imaginar cómo ha sucedido pero es así. Tenemos esta increíble oportunidad y responsabilidad.
Dediquemos el beneficio que hayamos podido alcanzar para poder tomar ventaja de esta
preciosa oportunidad que tenemos, para beneficio de todos los seres.

 

Habéis acumulado méritos leyendo la historia de la vida del Buda. Debéis dedicarlo para
beneficio de los demás seres.

http://www.geocities.com/vajrayoguini/cursos/historiabuda.html

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  • 1. Historias de Guru Sakyamuni Buda Durante vastos períodos de tiempo, la consciencia del que después fue Guru Sakyamuni Buda, estuvo vagando. Un día en su mente nació la compasión y después de encontrarse con un Buda del pasado, decidió llegar él mismo a conseguir ese estado. Desde aquel momento y en adelante siguió el camino de las diferentes perfecciones. Practicó disciplina, generosidad, paciencia, esfuerzo, concentración y sabiduría. Después de un tiempo eliminó, aquellos oscurecimientos que había en su continuo mental. Hasta que al cabo de un tiempo, todos los oscurecimientos que cubrían su mente quedaron totalmente eliminados, alcanzando el estado del total despertar, la budeidad. Entonces fue a vivir a la tierra de Tushita, esperando el tiempo en que pudiera bajar a dar sus enseñanzas a todos aquellos que pudieran escucharlas. Todo esto sucedió hace muchísimo tiempo. Llegó el momento que en este planeta se consiguieron las causas para poder recibir enseñanzas de este Buda. Hace dos mil quinientos años, había en la India el reino llamado de los Sakyas. Estaba regido por un rey justo llamado Sudodana y su mujer Mahadevi. El rey Sudodana había regido el reino de los Sakyas por muchos años, la única cosa que empañaba la paz de su mente era que no había conseguido tener ningún hijo, nadie que pudiera heredar su reino. Una noche, la reina Mahadevi tuvo un extraño sueño, soñó con un blanco y grande elefante que tenía seis colmillos y soñó que este elefante se acercaba más y más a ella, al final el elefante se disolvió entrando en su cuerpo. Cuando se despertó experimentó una sensación de paz y felicidad que no había experimentado nunca. Poco después se dio cuenta de que estaba embarazada de su primer hijo. La reina y su marido explicaron esta historia a los astrólogos quienes, sabios eruditos, dijeron que este sueño había sido un buen sueño, un sueño auspicioso. Interpretaron que el elefante era un signo de gran realeza. Por tanto, el niño sería una persona de grandeza. Pasaron varios meses hasta que la reina estuvo preparada para dar nacimiento a su hijo. Entonces la reina dijo al rey si podía dejar ese lugar «Me gustaría viajar a casa de mis padres para tener el niño allí». El rey comprendió y estuvo de acuerdo, ya que era la costumbre de la gente de aquel tiempo. La reina acompañada por sus sirvientes dejó el palacio y fue a casa de sus padres. En el camino pasaron por los jardines de Lambini. Hoy en día Lambini es un pequeño pueblo en la frontera con Nepal, justo a unas poca millas de la frontera con la India. En aquel tiempo había allí un jardín muy famoso. La reina estaba cansada y preguntó si podían parar allí para descansar un rato. Y cuando estaba allí, se dio cuenta de que el nacimiento de su hijo había llegado. Mientras ella entraba en el jardín, uno de los árboles bajó sus ramas hacia el suelo y la reina se agarró a ellas con su mano derecha y en aquel momento su hijo nació de su lado derecho. En ese momento dos sirvientes especiales aparecieron y recogieron al niño recién nacido y lo cubrieron de telas preciosas de seda y se lo entregaron a la reina. Según la leyenda, no eran seres normales, de hecho eran los reyes Indra y Brahma que habían venido de sus reinos en los cielos para testimoniar el nacimiento de Buda. De esta manera el Buda nació. Después de esto, la reina y todos los sirvientes que la acompañaban volvieron a la capital del reino donde estaba su esposo. El rey, al ver volver a la reina con el recién nacido, estaba lleno de alegría. En los días siguientes muchas cosas increíbles sucedieron. Muchos arco iris se
  • 2. vieron en el cielo, las cosechas en los campos estaban repletas y había en la tierra una atmósfera de paz y toda la gente se dio cuenta de estos signos auspiciosos. Cuando llegó el tiempo de dar un nombre al recién nacido, el rey pensó en todos estos signos auspiciosos que habían visto. Por tanto llamó a aquel niño Sidharta, que significa: la persona a través de la cual todas las cosas se consiguen. Durante los primeros días de la vida del príncipe Sidharta muchas gentes vinieron al reino a felicitar a la reina y al rey por su niño y a traerle regalos. Un día, poco después del nacimiento del niño, un anciano vino a verle. El nombre de este anciano era Ascita. Ascita era muy famoso en el reino. Vivía la vida de un ermitaño, arriba en las montañas. Mucha gente había oído hablar de Ascita, pero poca gente le había visto porque había vivido toda su vida en soledad, meditando. Era conocido como un hombre muy sabio y muy santo. Entonces, cuando apareció en la capital del reino, todo el mundo estaba muy sorprendido. La reina y el rey estaban muy contentos de verlo porque era muy poco corriente para un ser como él ir a visitar el reino. Cuando llegó a palacio preguntó si podía ver al recién nacido. Explicó que cuando él estaba sentado en meditación también había visto signos muy auspiciosos y de dio cuenta de que algo muy importante había ocurrido en palacio. Por tanto, él mismo había venido a ver lo que era. Entonces el rey fue a tomar al niño para mostrárselo a este santo señor y durante un rato muy largo Ascita estuvo mirando al niño, y después de mirarlo empezó a llorar. Por supuesto, el rey y la reina estaban muy sorprendidos y le preguntaron: «¿Ves algo desastroso en la vida del niño? ¿es por eso que lloras? Hemos estado mucho tiempo para tener el niño ¿se va a morir pronto? ¿es por eso que lloras?» Entonces Ascita dijo: «No temáis, no os preocupéis por vuestro hijo. Cuando yo miro a vuestro hijo veo signos muy especiales. Aquí hay un niño que va a ser un gran guía. Si escoge ser el rey, será un rey mucho más grande que su propio padre. Controlará muchas más tierras que cualquier rey indio. De hecho, puedo ver que podría llegar a ser un rey universal. Pero si escoge la vida religiosa, sería mucho más grande. Será mucho más que un rey. Será el conquistador de todos los engaños. Descubrirá el camino de la total iluminación y enseñará este camino a todo aquel que escuche. En otras palabras, si vuestro hijo decide abrazar la vida religiosa, se convertirá en un buda.» Ascita continuó hablando a los reyes y les dijo: «Yo no lloro por el niño, lloro por mí mismo.» Explicó que toda su vida había intentado seguir el camino de la santidad: «Toda mi vida he estado esperando encontrarme con el Maestro Perfecto que me lleve a la Iluminación. Ahora me he encontrado con este ser. Pero por el momento sólo es un recién nacido. Cuando crezca y sea el tiempo de ser un buda, yo ya habré muerto, por tanto, no lloro por vosotros, pues vosotros sois más afortunados, más bien lloro por mí que no voy a tener la fortuna de poder estudiar con este buda.»  Diciendo estas palabras, Ascita se marchó. El Rey pensaba profundamente en lo que Ascita había dicho. Estaba muy orgulloso de tener un hijo que fuera a ser tan famoso. Pero su principal interés era que su hijo llegara a ser heredero del trono. Durante muchos años había estado esperando un hijo a quien pudiera dejar el reino. Ahora tenía ese hijo. Entonces se determinó que su hijo crecería para ser rey como él mismo. Con el pensamiento de que su hijo fuese un emperador más grande que él mismo se llenaba de orgullo. Con respecto a la vida religiosa, su hijo podría ingresar después de ser rey. Entonces organizó la vida del Príncipe de manera que se sintiera feliz, satisfecho en el reino y tuviera intención de ser rey. Lo arregló todo para que la vida de su hijo fuese como la de un dios. Rodeado de todo tipo de placeres y protegido de todo tipo de experiencias de dolor, tristezas y desilusiones. A  medida que el príncipe Sidharta crecía, su padre tenía más motivos de estar satisfecho, puesto que era un chico muy inteligente. Aprendía la materia más deprisa de los que sus maestros le podían enseñar. Rápidamente los maestros dijeron que no tenían nada más que enseñarle. Era como si el Príncipe simplemente recordase cosas que ya tenía aprendidas de otro momento. Por
  • 3. tanto el Rey estaba muy orgulloso de la inteligencia de su hijo. A medida que el tiempo pasaba cada vez se sentía más seguro de que su hijo sería rey. Pero la inteligencia del Príncipe no era su única importante cualidad. Más aún que inteligente era muy amable, tenía un gran corazón. No estaba interesado en los juegos de sus primos, los demás príncipes. No estaba interesado en la lucha ni en las discusiones que había en la corte. Más bien empleaba su tiempo en estar solo haciéndose amigo de los animales. Debido a su amable naturaleza los animales se hacían amigos de él. Con aquellos animales que eran muy tímidos o muy salvajes y que hubiesen huido de otra persona se acercaban a él y jugaban con él. Hasta los animales sabían que no había nada que temer de un ser con esa naturaleza. Un día, el joven príncipe estaba en el jardín de palacio mirando como un grupo de cisnes volaban sobre su cabeza. ¡Eran tan bonitosí Entonces el Príncipe mientras los estaba mirando vio una flecha que tocaba a uno de los cisnes y lo hería en una de las alas. El cisne con la flecha clavada cayó del cielo al lado del Príncipe. El corazón del Príncipe se llenó de tristeza y con mucho cuidado tomó al cisne entre sus brazos y con más cuidado sacó la flecha que tenía dentro del ala, al mismo tiempo que hablaba dulcemente al cisne para calmarle. Se quitó su propia camisa y envolvió el ala del cisne. Estuvo sosteniendo al cisne como si fuese una madre con su hijo. Mientras estaba con el cisne, su primo, llegó corriendo al jardín. El nombre de su primo era Debadata. Debadata era muy salvaje. Le gustaban todos aquellos juegos brutos o salvajes que a Sidharta no le gustaban. En ese momento, Debadata, sostenía un arco en las manos y estaba muy excitado. Entonces gritó «¿Sidharta, has visto que disparé a un cisne? Era mi primer disparo y le di directamente en el ala. Creo que cayó por aquí, ayúdame a buscarlo» Entonces se dio cuenta que el Príncipe Sidharta tenía el cisne en sus brazos. Viendo esto Debadata, se puso muy enfadado. «Dame este cisne, me pertenece. Yo lo he herido. No es tuyo, es mío, dámelo». El príncipe Sidharta se negó. No le dejaría a Debadata acercarse ni tocarlo. Durante un largo rato Debadata estuvo discutiendo con Sidharta, intentando persuadirle, pero Sidharta se negaba. Finalmente, después de una larga discusión, Sidharta habló con Debadata. Entonces le dijo: «Los mayores, cuando tienen un problema, llevan este problema a sus jefes. Ahora tú y yo estamos teniendo una discusión sobre el cisne. Lo único que podemos hacer es llevar nuestra discusión ante juez y que él decida.» A Debadata, no le gustó esta idea, pero pensó que era la única manera de conseguir el cisne. Entonces los dos chicos entraron en la Corte. El rey estaba ocupado con sus ministros. Aparecieron en la Corte los dos chicos con el pájaro en los brazos ante el Rey. El Rey dijo: «¿Por qué estáis aquí? ¿Por qué no estáis fuera jugando?. Tenemos mucho trabajo que hacer. ¿Por qué no os vais?». Entonces Sidharta explicó lo que sucedía y dijo: «Nosotros hemos venido porque tenemos un problema y necesitamos que lo resuelvan.» Los ministros cuando lo oyeron se pusieron a reír. Ellos dijeron: Vosotros os tenéis que ir, pues tenemos unos asuntos muy importantes y no podemos atenderos. El Rey no estaba de acuerdo y dijo: «Estoy muy contento de que traigáis vuestro problema a la Corte. Haciendo esto estáis actuando como verdaderos Príncipes». Entonces le dijo a sus ministros: «Nosotros tenemos que decidir en este asunto». Entonces comenzó un gran juicio. Unos ministros estaban en favor de Sidharta y otros en favor de Debadata. Entonces unos ministros decían: «Bueno, Sidharta encontró el pájaro, entonces, él es el dueño del pájaro». Otros ministros decían: «Debadata fue el que disparó, entonces, el pájaro le pertenece». Durante largo rato los ministros estuvieron discutiendo sobre este asunto, según la ley. Finalmente, después un largo rato, un anciano apareció en la Corte. Nadie se acordaba de haberlo visto anteriormente. Reflejaba un aspecto muy sabio en su rostro. El Rey le dijo:
  • 4. Extranjero, tenemos un serio problema, quizás nos puedas ayudar. El Rey explicó la historia del cisne y los dos Príncipes. Después de haber escuchado la historia, este extraño hombre habló y dijo: Todos los seres vivos valoran su vida más que ninguna otra cosa, por tanto, el cisne pertenece a aquél que intentó salvar su vida y no a aquél que intentó quitársela. Por tanto, dad el cisne a Sidharta. Todos estuvieron de acuerdo que esa decisión era correcta. Más tarde, el Rey quiso recompensar a este hombre por lo que había hecho, pero desapareció de la misma extraña manera que habla aparecido. Muchos sucesos de estos ocurrieron mientras el Príncipe crecía. Todo ello hacía que el Rey se sintiera realmente orgulloso de su hijo; por otro lado, le preocupaba mucho. Entonces pensaba: Mi hijo, el Príncipe, tiene una naturaleza muy amable, tal vez, esta amabilidad le haga dejar un día el reino. Quizá tiene la intención de marcharse de aquí y vivir una vida religiosa como Ascita. Esto tengo que prevenir que ocurra. Él es mi único hijo y deseo que llegue a ser rey. Entonces pensó en un método por el que el Príncipe nunca quisiese salir del reino. El Príncipe Sidharta creció como un chico muy inteligente. Además de su inteligencia era muy amable y sensible. Su padre estaba un poco preocupado por él, ya que el deseo del padre era que el Príncipe Sidharta heredara su trono y tenía miedo de la naturaleza sensible y amable de su hijo. Le daba miedo que al final este carácter le hiciera abandonar la vida del reino y siguiera la vida religiosa. En aquellos días, el seguir la vida religiosa suponía apartarse de todas las riquezas mundanas. Abandonando todas las responsabilidades y viviendo solitariamente en la montaña. El Rey no deseaba que esto sucediera. Entonces el Rey y sus ministros decidieron organizarlo todo, de tal forma, que la vida del Príncipe fuese muy lujosa. Arreglaron todo para que viviera en un lugar muy bonito. También pensaron que la mejor manera de manera de tener al Príncipe en Palacio sería que se casara. Hay una larga historia de cómo la novia del Príncipe fue seleccionada. Se organizó un concurso para ver quien podía ser la mujer del Príncipe. Al final fue el Príncipe Sidharta el que surgió sobre todos los demás, pero no hay tiempo para meternos en esta historia. Entonces vamos al momento en que el Príncipe Sidharta y su mujer Yasodara se casaron. El padre del Príncipe organizó para que ellos vivieran en un lugar perfectamente preparado. En este parque en donde ellos vivían había tres palacios construidos. Uno para la época de calor, otro para la estación del frío y otro paro la estación de las lluvias. Todos ellos estaban decorados de la manera más preciosa. Cada palacio tenla un grupo de sirvientes, músicos y cantantes. Además de su mujer, tenia un grupo de mujeres para él. En estos tres palacios, en este maravilloso parque, el Príncipe pasaba su vida. Todo estaba preparado para que el Príncipe nunca viera una cosa desagradable. Por ejemplo, si había algún cantor o músico que se ponía enfermo, se le obligaba a salir de palacio. Sólo cuando esa persona estaba curado se le permitía entrar. O sea, que todas aquellas cosas desagradables como la enfermedad, por ejemplo, eran eliminadas de la vista del Príncipe. Vivió su juventud como si fuera un rey en reino de dioses. Hay una historia de que el Rey tenía un jardinero especial. Este jardinero tenia la obligación de pasearse por el jardín antes de que el Príncipe se levantara y su trabajo era vigilar para arrancar cualquier flor que comenzara a marchitarse. En tal caso él la tenía que cortar y sacarla rápidamente del jardín. Así que hasta las flores cuando empezaban e marchitarse eran quitadas de la vista del Príncipe. En resumen, todo estaba perfectamente preparado para que ningún aspecto desagradable pudiera aparecer a la vista del Príncipe. El Príncipe vivió de esta manera hasta cumplir los veintinueve años. Ocurrió que una noche en que el Príncipe estaba escuchando una canción a uno de sus cantores, en esta canción, el cantor hablaba de muchas tierras lejanas y describía lo bonitas que eran esas tierras. Cuando el cantor hubo acabado la canción el Príncipe le preguntó: ¿Es verdad esta canción? ¿Hay otras tierras más allá de este Palacio? ¿Son tan bonitas como tú describes? El cantor contestó: Yo no lo sé por mí mismo.
  • 5. He vivido casi toda mi vida aquí, pero seguro que existe todo un mundo fuera de este Palacio. Aunque este es el sitio más bonito, he oído, que hay otros sitios muy bonitos. Después de oír esto, en la mente del Príncipe creció el deseo de conocer todo aquello de que le habían hablado. Antes de que esto ocurriera el Príncipe estaba muy contento de vivir ahí, aunque esto fuera una prisión. Entonces fue delante de su padre y le pidió permiso para salir y ver cómo era la ciudad. El Rey estaba contento y dijo; algún día, muy pronto tú vas a ser el rey, es correcto que vayas y veas la ciudad. Además, los ciudadanos del reino tienen ganas de ver cómo es el futuro rey. Entonces el Rey hizo algunos arreglos. Le dijo al Príncipe que dentro de unos días podía ir a la ciudad. Antes de ello envió a los sirvientes para que organizaran la ciudad y ésta estuviera del modo correcto. Se anunció que el Príncipe Sidharta iba a ir a la ciudad y cada uno se esforzaba en que la ciudad pareciera lo más bonita posible. Entonces, otros sirvientes del Rey recogieron a todos aquellos que eran vagabundos y gente enferma y los llevaron a un lugar fuera de la ciudad. Se les dijo que podían volver a la ciudad después de que el Príncipe hubiera paseado por ella. Por tanto, la capital fue decorada lo más bella posible. Los ciudadanos estaban muy ansiosos de ver cómo sería el próximo rey. En la mañana del día en que se le permitió salir, fue a dar una vuelta por la ciudad. Salió de Palacio en su carroza favorita, con su caballo favorito. y con su cochero favorito. De esta manera, entró el Príncipe en la ciudad. Todo lo que vio gustó mucho a su mente. Alrededor había gente joven y bien parecida y contentos. Todas las calles estaban engalanadas. Todas las casas eran tan bonitas como son posibles. Además, toda la gente que se encontraba estaban sonrientes y alegres, porque de su parte estaban muy contentos de ver a su futuro rey. El Príncipe era muy guapo, parecía muy amable y muy inteligente y estaban muy contentos de que fuera a ser su futuro rey. Cuando la carroza fue conducida por una calle especial vio una cosa muy peculiar. Apareció delante una visión que sólo él y el cochero pudieron ver. Vieron un hombre enfermo que tenía fiebre, tosía y que su cuerpo temblaba. Cuando el Príncipe vio esta visión se quedó un poco confundido. Nunca había visto una persona como aquella. Entonces, preguntó al cochero: ¿Quién es este hombre? ¿Por qué tiembla su cuerpo? ¿Por qué está sudando? ¿Por qué tiene una expresión tan poco corriente en su cara? Entonces el cochero respondió: Oh, este es un hombre enfermo. ¿Enfermo? ¿Qué significa enfermo? Entonces el cochero explicó que tenía algo que estaba en desequilibrio y que tenía fiebre y debido a esa enfermedad tenía tos y estaba temblando. El Príncipe estaba muy interesado y preguntó: ¿Es este el único hombre enfermo o es que hay más hombres como él? El cochero contestó: No, no es el único, la mayoría de la gente experimenta enfermedades. Es algo natural. Cuando el Príncipe oyó estas palabras quedó impresionado y sorprendido. Por aquel tiempo, el Príncipe tenía 29 años. pero hasta entonces no había visto a una persona enferma. El pensamiento de que la enfermedad le podía llegar a cualquiera le llenó de confusión, le llenó de miedo. Entonces le dijo al cochero ¡Da la vuelta con el coche y volvamos a Palacio; he visto algo que no esperaba ver hoy y disturba mi mente. Por favor. llévame a casa. Entonces el cochero hizo como se le había ordenado y regresaron al Palacio. Durante un rato el Príncipe se mantuvo en un estado muy triste y confundido. Todo lo que podía hacer era pensar sobre la enfermedad. Pensó en todos los músicos y cantores que eran sus amigos y que podían ponerse enfermos. Pensó en su mujer, Yasodara que se pudiera poner enferma; pensó en su hijo recién nacido que podía enfermar. Todo esto le llenó de gran tristeza. Entonces, él se preguntaba: ¿Cómo puede estar la gente tan feliz si existe la enfermedad? Después de un periodo de tiempo, el Príncipe decidió volver a salir a la ciudad. Nuevamente la ciudad fue preparada para su venida. Una vez más, volvió a salir con su cochero y su carroza. Las masas de gente, nuevamente, estaban muy contentos de verle y el Príncipe muy contento de verlos a ellos. Por segunda vez, recibió una visión que sólo él y el cochero pudieron ver. ¿Quién es este hombre con la piel arrugada? ¿Este hombre que ha perdido el pelo de su
  • 6. cabeza? ¿Este hombre cuya cara parece blanca como la tiza?¿Este hombre que no tiene dientes en su boca? ¿Qué clase de hombre es este? Y el cochero respondió: Este es un anciano. Y ¿qué quieres decir cuando dices un anciano? El cochero explicó que a medida que pasa el tiempo la gente se hace mayor y se hacen más débiles. Entonces el Príncipe preguntó ¿Es algo que sucede a menudo? El cochero respondió: esto no es nada extraño, es algo que sucede a todo el mundo. Cuando el Príncipe oyó esto, su confusión y su impresión fue mayor que la anterior. Entonces el Príncipe se preguntaba ¿Cómo puede estar la gente tan contenta y cantando, cuando la vejez espera? Entonces otra vez dijo al cochero: Pro favor, llévame a casa pues mi mente está deprimida. Otra vez, durante varios días sólo pensó en la vejez. Pensó en él, en su mujer, y en sus hijos y en todo el mundo, que más tarde o más temprano podrían llegar a viejo. Nuevamente, al cabo de unos días, el Príncipe decidió volver a salir a la ciudad. El Rey se había dado cuenta de que cada vez que regresaba el Príncipe de la ciudad estaba preocupado. Antes de que saliera por tercera vez, el Rey se aseguró de que no hubiera nada desagradable en la ciudad. Cuando el Príncipe y el cochero, nuevamente, llegaron a la ciudad, vieron algo que ningún otro pudo ver. Entonces el Príncipe preguntó al cochero: ¿Qué es esto que veo? Hay ahí un grupo de gente que están cargando una gran caja y alguno de ellos que van caminando tienen lágrimas en los ojos y dentro de esta caja hay alguien que está descansando muy pacífico y cubierto en una tela. ¿Qué es esto que estoy viendo? El cochero le explicó que aquello era un funeral por una persona que había muerto. Entonces el Príncipe le preguntó: ¿Qué significa muerto? El cochero le explicó que en un momento esa persona que estaba estirada había estado vivo, pero debido quizá a una enfermedad, a un accidente, a la edad, de ese cuerpo, había salido el espíritu y que ahora el cuerpo de ese señor estaba sin vida, y ahora lo van a llevar al lado del río y lo van a quemar. Entonces el Príncipe preguntó: ¿Esta muerte que hablas es una cosa extraña qué sólo pasa a alguna gente? El cochero dijo: Oh no, Príncipe, justamente lo contrario, es verdad que hay alguna persona que nunca se pone enferma, también es cierto que hay gente que no tiene la oportunidad de hacerse vieja, pero tarde o temprano, la muerte le llega a todo el mundo. Cuando el Príncipe oyó esto se quedó más sorprendido que nunca. Entonces el Príncipe preguntó: ¿Quiere decir que en algún momento la Princesa Yasodara? ¿Que todos los músico y cantores morirán?¿Que todos los ciudadanos morirán? ¿Que tú morirás? ¿Que yo moriré? Entonces el cochero dijo: Sí, esto es muy natural. Entonces el Príncipe le dijo al cochero: Inmediatamente llévame a casa, no quiero ver nada de esto. Cuando llegó a Palacio subió a su habitación y dijo que no le molestara nadie. Durante un largo tiempo estuvo solo, pensando en la enfermedad, la vejez y la muerte. No tenía ganas de oír a los cantores y músicos. Perdió el apetito y se negaba a comer. Permanecía todo el tiempo solo, encontrándose cada vez más y más triste. De esta manera pasó mucho tiempo. Su mente estaba ocupada en las visiones que había tenido, sufrimientos, enfermedad, vejez y muerte. Todos los placeres de los que estaba rodeado, eran para él como nada en ese momento. A medida que los días iban pasando, el Príncipe Sidharta se encontraba más y más triste. La gente que le rodeaba, también se puso muy triste. Estaban acostumbrados a ver la preciosa cara del Príncipe siempre sonriendo y ahora ya no sonreía más. Además empezaba a perder su fuerza física. Particularmente su padre, el Rey, estaba muy preocupado, por el mucho interés que había puesto en el desarrollo de su hijo. Un día el Príncipe fue y hablar con su padre y le dijo: Padre, últimamente, mi mente ha estado muy disturbada, tal vez, haya algo que yo pueda hacer para levantar mi ánimo. Quizá un cambio de ambiente sea bueno para mí. Su padre estuvo de acuerdo con esto. Entonces, con sus ministros, se preparó un parque especial al otro lado de la ciudad para el Príncipe. Se organizó todo para que el Príncipe, rodeado de un grupo de Ministros, fuese a ese otro lugar a pasar un tiempo. El Rey habló en particular con dos de los Ministros, cuya especialidad era
  • 7. tener un conversación agradable. El Rey dijo a su sus Ministros: Cuando el Príncipe salga al Parque, entretenerle con vuestra conversación y tened su mente distraída, porque cuando el Príncipe está solo se pone muy triste y deprimido. Cuando llegó el día previsto, el Príncipe con sus Ministros se trasladaron al otro parque al otro lado de la ciudad. Allí se preparó todo para que tuviera muchísimas diversiones y así el Príncipe estuviera distraído. Particularmente, los dos Ministros, intentaron mantener la mente del Príncipe distraída. Pero el Príncipe no respondió a ninguna de estas cosas. Al final, los Ministros perdieron el interés en intentar atraer la mente de Sidharta hacia ellos. Estos se marcharon y dejaron al Príncipe solo. Entonces, el Príncipe solo, dio un paseo por el parque. Fue hasta el final del parque, donde había una granja, la miró y le pareció muy bonita. Había un hombre que estaba labrando la tierra y los surcos de la tierra parecían las olas del mar. Había cosas que estaban creciendo en la tierra, había pájaros que revoloteaban en el cielo y el sol brillaba. Toda la escena era muy bonita para el Príncipe. Por primera vez, durante mucho tiempo su mente se relajó y se sentó a contemplar la escena. Pero mientras estaba mirando esta escena empezó a ver cosas que no había visto anteriormente. Vio que el hombre que estaba arando con el arado estaba quemado por el sol y se dio cuenta de que estaba sudando y que estaba cansado. Vio que una parte del cuerpo del animal estaba sangrando debido a los golpes que le daba el campesino para que caminara. Miró al suelo por donde había pasado el arado y vio muchos insectos que habían muerto al pasar el arado. También vio que las «casas» de los insectos habían sido destruidas y que estos corrían asustados. Miró hacia arriba y vio que los pájaros que estaban en el cielo bajaban a comerse a los insectos que estaban por allí desparramados. Más aún, vio que también estos pájaros estaban asustados porque más alto que ellos volaban otros pájaros que les atacaban. O sea, que la escena que a primera vista le había parecido tan bonita, ahora se había convertido en una escena de muerte. El granjero y su buey, los pequeños animales y los insectos, los pájaros, estaban todos ellos en un drama de dolor. Viendo esto, el Príncipe se sintió lleno de dolor. Sintió que tenía que sentarse y pensar sobre lo que había visto. Miró a su alrededor y vio un manzano pequeño y se sentó a su sombra y meditó sobre todo aquello que había visto. Meditó sobre las visiones que había tenido sobre la enfermedad, vejez y muerte y sobre lo que había visto en la granja. Poco a poco su meditación se fue extendiendo hasta que pudo incluir a todo el mundo. Se dio cuenta que de todo aquello que pensaba, el sufrimiento era muy grande y el placer muy pequeño. Cuanto más meditaba, menos apegado estaba a los placeres mundanos. Su mente, como resultado de toda esta meditación, se elevó, calmada y estable. Ya no estuvo más interesado en los placeres en que había crecido. Se sentó de esta manera por un largo tiempo. Después de un rato se levantó de su meditación y delante de él apareció una cuarta visión. Delante de él había un santo hombre que estaba paseando y vestido con ropas muy pobres más bien un poco sucio, pero en sus ojos había una mirada de paz que el Príncipe jamás había visto. Entonces el Príncipe dijo: Extranjero ¿quién eres? El hombre le contestó: Yo soy un vagabundo sin casa. Entonces Sidharta le preguntó: ¿Y qué es lo que haces? El hombre contestó: He dejado mi casa en busca de la verdad. He visto que la naturaleza de la vida mundana es sufrimiento. He decidido buscar una solución para el sufrimiento del mundo. He dejado todos los placeres mundanos y he empezado mi búsqueda. Después de decir esto, el hombre desapareció. El Príncipe, después de haber visto esto, desarrolló una fuerte determinación en su mente. Entonces decidió que él también iba a dejar los Palacios en que se encontraba, porque los Palacios en que había vivido, ahora le parecían una cárcel para él. Así, al final del día, el Príncipe volvió a su Palacio junto con los Ministros, pero con la fuerte determinación de no pasar en el Palacio ni una noche más. Cuando regresó a casa, fue inmediatamente a ver a su padre. Su padre le vio y se sintió un poco contento, porque vio que su hijo tenía como un aire más decidido. Entonces le dijo: Hijo mío, ¿qué es lo que quieres? El Príncipe se inclinó ante su padre y le dijo: Padre, me gustaría abandonar el Palacio. He crecido
  • 8. en medio de estas paredes, pero ahora me resultan un tanto opresivas. Por favor, dame permiso para marcharme. Oyendo estas palabras, su padre se sintió sorprendido y triste, porque por muchísimos años había intentado que esto no sucediera. Pero ahora su hijo le estaba pidiendo permiso para abandonar los Palacios que había construido para él. El Rey estaba extremadamente triste. Le rogó al Príncipe que cambiara su idea. Le prometió cualquier cosa si cambiaba de manera de pensar y se quedara en el reino. El Príncipe le dijo: Padre, sólo me quedaré con una condición, si tú me puedes prometer que me protegerás de la enfermedad, de la vejez y de la muerte. Si no me puedes prometer esta protección, debo marcharme pues tengo terror por el sufrimiento del mundo. Cuando el Rey oyó esto se puso furioso. Le dijo: Tú eres mi hijo y te quedas aquí. Con mucho enfado se marchó de la habitación. Se fue hacia sus guardias y les dijo que el Príncipe no podía salir de Palacio sin su permiso. El Príncipe se fue a sus habitaciones y permaneció allí con sus sirvientes, músicos y cantores. Se cuenta en la historia, que los dioses de los cielos estaban mirando qué era lo que ocurría en el Palacio. Eran los mismos dioses que habían estado presentes en su nacimiento. Ellos habían estado esperando miles y miles de años para la bajada de un Buda. Se dieron cuenta de que era necesario que el Príncipe saliera del Palacio y buscara el camino a la Iluminación. Entonces los dioses enviaron como una especie de embrujo que dejó profundamente dormidos a todos los de Palacio. Si esto es verdad o no, lo cierto es que pronto estuvieron todos dormidos. Todos los cantores y músicos, todas las mujeres del Palacio, su mujer Yasodara e incluso su pequeño hijo. El Príncipe se dio cuenta de que era el momento para escapar. Pero antes de marcharse deseó tomar en brazos a su hijo, así que fue a la habitación de su mujer donde el niño estaba durmiendo. Cuando llegó allí se dio cuenta de que si tomaba a su hijo en brazos había la posibilidad de que su mujer se despertase y esto haría imposible que él se pudiese marchar. Así que renunció a la idea de abrazar a su hijo por última vez y muy cuidadosamente permaneció entre los músicos y los cantores que estaban durmiendo. Salió por el balcón y bajó al patio. Despertó a su cochero y le dijo que trajese el caballo, que él deseaba dar un paseo por la noche. El cochero estaba sorprendido de que quisiese dar un paseo por la noche, pero lo hizo. Así que trajo el caballo y los tres fueron hacia las puertas del Palacio. Al llegar a las puertas del Palacio vieron que los guardias también estaban dormidos. Las puertas se abrieron por sí solas y los tres, el cochero, el Príncipe y el caballo se marcharon. Cabalgaron durante toda la noche. En la mañana del día siguiente se detuvieron. El Príncipe habló al cochero y le dijo: Ahora tú vuelves al Palacio con el caballo que yo continuaré caminando. El cochero estaba realmente sorprendido por eso. Él había sido amigo del Príncipe desde que eran niños y le quería mucho y estaba muy triste de que el Príncipe se marchara. Entonces el cochero le dijo al Príncipe: tú no puedes irte solo, pues tu padre estará muy triste, y lo mismo tu mujer y tu hijo, y la mujer que te crió como si fuese tu madre y todos tus amigos de Palacio. También todos los ciudadanos ¿Cómo te puedes marchar y dejarnos a todos solos ahora? Esto lo dijo con muchas lágrimas en los ojos. El Príncipe contestó: Tarde o temprano tengo que dejar a toda esta gente. Aún si volviese a Palacio, llegaría un momento en que tendría que decirle adiós a todos ellos. Porque es seguro que el sufrimiento, la vejez y la muerte van a llegar a todos nosotros. Así que, en vez de espera a que llegue ese día, me marcho ahora. Debo buscar una solución a todo este sufrimiento. Si encuentro una solución volveré a Palacio. Si no encuentro la solución moriré en solitario. Tú vuelve a Palacio y piensa en mí como si ya me hubiese muerto. El cochero intentó una vez más convencerle, pero el Príncipe no se dejó convencer. Así pues, el cochero con el caballo se volvió muy tristemente a Palacio dejando al Príncipe solo. El Príncipe continuó solo hacia el bosque. Al cabo de un rato se encontró con un cazador que estaba muy pobremente vestido. El Príncipe le llamó y le dijo: Señor ¿no le molestaría cambiarme las ropas? Sidharta llevaba las ropas de seda que correspondían a un Príncipe y se
  • 9. dio cuenta de que esas ropas no eran las que correspondían a una persona que iba a buscar la vida religiosa. El cazador, por supuesto, estaba muy contento de cambiar sus harapos por los preciosos trajes del Príncipe. Y ahora Sidharta continuo su camino con las ropas correspondientes a un vagabundo que busca la verdad. Como un signo de que había cortado totalmente con la realeza, se cortó el pelo, de esta manera, habiendo renunciado a su vida anterior, continuo con la fuerte determinación de encontrar la liberación del sufrimiento o morir. El Príncipe Sidharta, muy preocupado por el sufrimiento que había visto, se internó en el bosque. Estudió con dos diferentes maestros. Los maestros estaban muy satisfechos con su progreso. Le enseñaron todas las variadas técnicas de concentración que ellos sabían. El Príncipe con su gran inteligencia aprendía estas técnicas muy rápidamente. Muy pronto, empezó a ser el principal discípulo de estos maestros. Pero el Príncipe no estaba satisfecho. Sentía que estas técnicas que estaba aprendiendo no eran suficiente para acortar el sufrimiento. Finalmente abandonó a estros maestros. Oyó que había un lugar llamado Gaya, que era un sitio perfecto o especial para la meditación. Entonces decidió que si él tenía que encontrar la solución para el sufrimiento, debería ir allí a meditar. Mientras iba hacia allí, pasó por la ciudad de Rashia. Ésta era la capital principal de un rey llamado Kimbasara. Mientras caminaba por la ciudad, un Ministro del Rey lo vio pasar. Se quedó muy sorprendido de ver a un hombre tan elegante y bien parecido pasar por la ciudad, alguien que parecía tener una determinación tan enérgica. Aunque veía que iba vestido como un pordiosero, se dio cuenta de que debía ser una persona muy especial. El Ministro sabía que el Rey estaba muy interesado en conocer gente de este tipo, puesto que el Rey era una persona muy abierta de mente. Siempre deseaba aprender de los extranjeros. Así que el Ministro invitó a Sidharta a ir al Palacio del Rey. El Rey Kimbasara le recibió muy amigablemente. Después de que el Rey hablase un rato con Sidharta, se quedó muy impresionado de su honestidad, de su inteligencia y de su saber. Le dijo: ¿Por qué no te quedas conmigo en el Palacio? Te puedes quedar aquí y cuando yo muera, heredar mi reino. Esto era porque el Rey estaba muy impresionado ya sólo con la primera vez que había hablado con Sidharta. Muy educadamente el Príncipe dijo: Gracias, pero no puedo hacer esto. Yo ya he tenido la oportunidad de ser rey en el reino de mi padre, pero he visto que la vida está llena de los sufrimientos de la vejez, de la enfermedad y de la muerte. Por eso he abandonado la vida de príncipe. Quiero buscar la solución a los problemas que todo el mundo encuentra. Esto es, estoy buscando la Verdad. El Rey Kimbasara se postró delante de Sidharta. Yo respeto tu decisión de marcharte, pero tengo una súplica que hacerte. Le dijo: Si encuentras la solución al problema que estás buscando, pro favor, vuelve hacia aquí y enséñamela. Después de decir muchas palabras amables al Príncipe, le dejó continuar su camino. Finalmente, el Príncipe llegó al bosque que se encontraba al lado de la ciudad de Gaya. En aquel bosque, por aquella época se encontraban cinco practicantes. Estaban involucrados en unas prácticas ascéticas muy estrictas. Estas eran las prácticas que el propio Sidharta iba a hacer. Tan pronto como llegó al bosque, los cinco meditadores se dieron cuenta de que Sidharta estaba allí. Estaban muy impresionados con la determinación con la que Sidharta practicaba. Entonces se dijeron entre ellos: Quedémonos al lado de Sidharta. Hay una gran posibilidad de que este hombre llegue a alcanzar su meta de la gran Liberación, pues tiene una fuerte determinación y una inteligencia suficiente. Hagamos las prácticas al lado de él. Si consigue la liberación, tal vez sea capaz de enseñárnosla a nosotros. Así es como Sidharta empezó sus prácticas al lado de estos cinco meditadores que también estaban llevando sus prácticas. Como Sidharta había pasado la mayor parte de sus años viviendo una vida placentera y de goces, pensó que la manera de alcanzar la Iluminación sería llevando una práctica muy estricta. Así que se puso a hacer una serie de prácticas que exigían mucha disciplina. Se iba a sentar durante horas y horas sin moverse para nada. Estaba ahí sentado sin protección del sol
  • 10. o del viento y manteniendo la misma postura de meditación durante un período muy largo de tiempo. Era muy estricto consigo mismo en lo referente a la comida. Al principio se limitaba a una sola comida. Gradualmente fue reduciendo la cantidad de comida hasta que llegó el punto que sólo comía una semilla al día. Al fina, sólo comía aquella comida que caía encima de él empujada por el viento. Continuó con esta estricta práctica durante seis años. A medida que pasaba el tiempo se fue quedando más delgado y más débil. Pero aún así, su determinación para conseguir la liberación del sufrimiento continuaba manteniéndose fuerte. Un día se fue a bañar al río del bosque, pero estaba tan débil que cuando se fue a bañar se cayó al suelo, cayendo dentro del agua y la corriente se lo llevaba. Afortunadamente, había una rama de la que se pudo agarrar y salir del agua. Se quedó en la orilla totalmente exhausto. Mientras estaba tirado recobrando el ánimo, pasó un grupo de gente. Esta gente eran músicos que iban a tocar a una boda que había allí cerca. Mientras caminaban, iban cantando una canción que iban a interpretar en la boda y la canción trataba sobre el que tocaba el citar. La canción decía: «No afines al citar ni muy alto ni muy bajo, sino una cosa intermedia y toca una bonita canción». Y cantando esta canción se marcharon. Durante este rato, Sidharta había estado estirado en el suelo exhausto. Mientras estaba tumbado en el suelo, oyó lo que estos músicos cantaban. Entonces pensó que lo que habían dicho los músicos se podía aplicar a él. Pensó que durante los veintinueve años primeros de su vida fue como si él hubiese tocado el citar muy bajo, viviendo una vida de placer y mucho lujo, y durante los años restantes era como si hubiese tocado el citar muy alto, siendo muy estricto consigo mismo. «Ahora puedo ver que ninguno de estos dos caminos es bueno para mí. Los dos sistemas ponen a mi mente en un estado de incomodidad. Con un método mi mente está muy relajada y muy distraído, y en el otro lado está muy estricta y reprimida. Si yo tengo que encontrar un camino hacia la liberación, tiene que ser un camino medio. No afinarme a mí mismo ni muy alto mi muy bajo. Mientras mi cuerpo siga en un estado tan débil, no voy a poder avanzar mentalmente.» Tomó la determinación de volver a comer de forma correcta y poder continuar su camino hacia la liberación. Entonces fue otra vez y se volvió a sentar en el bosque. Al otro lado del bosque vivía una mujer que se llamaba Suyata. Era la mujer de un señor que tenía muchas vacas. Esta pareja no había tenido niños durante muchos años. Ella rezaba mucho para tener un hijo. Ella solía ir al bosque y rezar al espíritu del bosque para que le diera un hijo. Finalmente se quedó embarazada y dio a luz a un hijo. Después de haber tenido el hijo, decidió agradecérselo al espíritu del bosque e hizo una ofrenda. Ella hizo una ofrenda muy especial. Tomó la leche de veinte vacas y la lecha que había sacado de estas vacas se la dio a su vaca preferida. Entonces tomó la leche de esta vaca que era la mejor que podía conseguir. Hizo un plato con esta leche mezclándolo con arroz. Puso este plato en una bandeja muy especial. Ésta era la ofrenda más perfecta que a ella se le había ocurrido hacer. Fue hacia el bosque para dejar la ofrenda al espíritu del bosque. Cuando entró en el bosque se quedó muy sorprendida, porque allí debajo de un árbol, estaba un ser que nunca había visto anteriormente. Estaba sentado muy quieto y parecía muy distinguido, aunque su cuerpo estaba muy delgado. Entonces pensó: este debe de ser el espíritu del bosque. Y ofreció este plato a Sidharta. Silenciosamente Sidharta aceptó esta ofrenda y empezó a comer del plato. Mientras iba comiendo, la fuerza comenzó a volver a su cuerpo. Y aún, delante de los ojos de ella el cuerpo se empezó a poner fuerte. El color parece que volvía a su cara y cuando Suyata vio esto, su fe en él creció. Entonces dijo: Gracias espíritu del bosque por darme un hijo. Sidharta sonrió y dijo: Soy yo el que tengo que darte las gracias. Tú has pensado que soy un dios, pero soy simplemente un hombre, pero ahora, gracias a esta comida que tú me has ofrecido, es posible que yo pueda conseguir la Liberación. Así que la ofrenda que tu has hecho es mucho más grande de lo que habías pensado. Mientras todo esto sucedía, los otros cinco meditadores estaban viendo lo que sucedía. Lo primero de todo se quedaron muy sorprendidos al ver que Sidharta hablaba con una mujer y después se quedaron más sorprendidos al ver que comía esa comida que le había ofrecido en
  • 11. ese plato especial. Entonces pensaron entre ellos que Sidharta se había rendido: «La ha abandonado. Obviamente no hay razón para que estemos con él ni un momento más. Vamos a buscarnos otros sitio donde podamos continuar nuestra práctica estricta y puramente.» Los cinco meditadores se alejaron del bosque en busca de otro lugar para continuar sus prácticas. Sidharta, también abandonó el bosque. Cruzó al otro lado del río y se acordó de la meditación que había hecho después de tener las tres visiones. Se acordó de la visión que tuvo cuando estaba meditando debajo del árbol de las manzanas rosas. En la visión estaba meditando sobre el sufrimiento. Se dio cuenta de que, investigando en la naturaleza de la mente, había alcanzado un estado de paz. Entonces pensó que si él debía ganar la liberación del sufrimiento, él debía hacer este tipo de meditación. Después de cruzar al otro lado del río, buscó un árbol donde poder sentarse a meditar y éste fue el árbol que después fue llamado el árbol del bodi. Cuando se dirigía hacia este árbol, se encontró con un hombre que estaba cortando la hierba y le pidió que le diera unos cuantos manojos de hierba para hacerse un cojín para meditar. Con estos manojos de hierba se fue hacia el árbol y cuando se aproximaba pareció que todos los sonidos del bosque se paraban. Parecía como si todos los sonidos del universo se hubiesen parado durante unos momentos, en expectación de lo que iba a suceder. Este era el momento que el universo estaba esperando, el momento en que el Príncipe Sidharta iba a alcanzar la Iluminación. Parecía con que hasta el árbol le daba la bienvenida. Cuando Sidharta llegó al árbol, se hizo un cojín de meditación con los manojos de hierba. Antes de sentarse se hizo un voto a sí mismo: «No me voy a levantar de aquí hasta alcanzar completamente el camino de la liberación del sufrimiento.» Se sentó de cara al Este. Era el día de luna llena del cuarto mes. La luna llena aparecía en el Este al mismo tiempo que él se sentaba. Era el día de luna llena del cuarto mes hindú, es decir, sobre mayo o junio, quinientos años antes del nacimiento de Cristo. El Príncipe Sidharta se sentó debajo del árbol bodi a las afueras de la ciudad de Gaya con la intención de alcanzar la completa Iluminación para el beneficio de todos. Todo el universo estaba ansioso y feliz del suceso que iba a ocurrir. Pero no todo el mundo estaba contento. Existía una fuerza demoníaca llamada Mara, es la fuerza que contamina la mente, es la fuerza de la ignorancia y de todas las contaminaciones que oscurecen las consciencias de los seres. Así que cuando Mara vio que el Príncipe estaba sentado bajo el árbol bodi, se enfadó. Lleno de furia llamó que vinieran todos sus hijos e hijas. Sus hijos e hijas son los engaños individuales que existen en nuestras mentes, los celos, el odio, la ignorancia, el apego, el orgullo y todos los demás venenos, y los llamó que vinieran. Entonces les dijo: Mirad, el Príncipe Sidharta está empezando su meditación. Si él tiene éxito ¿sabéis lo que nos va a pasar a nosotros? Nuestro reino será destruido. El poder que tenemos sobre la mente de los seres será destruido, será roto. Debemos distraer su atención, debemos asegurarnos que no alcance la Iluminación. Entonces Mara dirigió a sus hijos e hijas en un ataque en contra del Príncipe. Primero aparecieron ante él formas furiosas y muy desagradables, como las imágenes que vemos en una pesadilla. Iban armados con toda clase de instrumentos y gritando de una manera exagerada, fueron hacia donde estaba Sidharta. Pero rodeando al Príncipe había una atmósfera de calmada paz.  El ataque de Mara y sus hijos fue como una tormenta, pero no llegó a trastornar la paz que había debajo del árbol. Por el poder del amor del Príncipe, se hizo invulnerable al ataque. Algunos demonios disparaban flechas de odio hacia el Príncipe. Cuando las flechas entraban dentro de la vibración del amor del Príncipe, se convertían en flores de loto que caían suavemente al suelo.
  • 12. Entonces, Mara se dio cuenta que de esta manera de atacar al Príncipe no surtía efecto. Entonces tuvo otra idea. Todos los hijos e hijas de Mara se transformaron en formas muy bonitas; algunos aparecían en la forma de su mujer Yasodara, otros recreaban escenas de las memorias del Príncipe en los tiempos que estaba en Palacio. Todo tipo de objetos deseables fueron llevados delante de la vista del Príncipe con la intención de distraerle de su objetivo. También esto resultó ineficaz. La calma y la concentración del Príncipe lograron vencer también esta prueba. El vio todos estos pensamientos y todos estos recuerdos como ilusiones. Por tanto permaneció calmado y concentrado en su meditación. Entonces Mara vio que tampoco esto había sido efectivo. Entonces dijo a sus hijos e hijas que desaparecieran. Él mismo, solo, se enfrentó al Príncipe. Lentamente se paseó por delante del Príncipe. Y le habló directamente utilizando un tono jocoso. Le dijo al Príncipe: ¿Quién es éste que aquí se sienta en meditación? Oh, veo que es el gran Príncipe Sidharta. Él piensa que sentándose aquí va a alcanzar la Iluminación. Por supuesto, debe tener una gran preparación para esto. Veo cuál ha sido su preparación. Ha estado hasta los veintinueve años portándose como un niño en esos palacios de placer, viviendo una vida de lujo; después se mantuvo durante seis años sin comer. Ésta es su gran preparación. Con esto él piensa que puede alcanzar la Iluminación. Esto es completamente ridículo ¿Cómo semejante persona como ésta quiere alcanzar semejante meta cuando otras personas lo han intentado y han fallado? Una persona como ésta debe abandonar rápidamente esta idea ¿Tiene acaso éste aunque sea un testigo de su preparación? ¿Existe acaso un ser que pueda ser testigo de su preparación para alcanzar esta meta? Hablando de esta manera, Mara intentaba distraer al Príncipe de su meditación. Pero esta charla de Mara no consiguió distraer la mente del Príncipe. El Príncipe no respondió a las palabras de Mara, en cambio, movió su mano que tenía en posición de meditación y con gran confianza tocó la tierra con su mano que puso junto a su rodilla. Con este gesto llamó a la tierra para que fuese su testigo. Esta tierra había sido su testigo de lo que él había hecho en el pasado. Había visto las infinitas vidas que él había vivido en el pasado. Vidas anteriores en las que él había desarrollado la preciosa mente de la Bodichita. Vidas anteriores en las que él había practicado los hechos de un Bodisatva. Vidas anteriores en las que él había practicado la moralidad y la generosidad, la paciencia y el esfuerzo entusiástico, la concentración y la sabiduría. Por ello, la tierra era el testigo de todos estos hechos que él había realizado. Testificando que él había hecho su preparación para alcanzar la Iluminación. Así pues, Mara fue destruido y tuvo que desaparecer con un mal sueño y Sidharta continuó su meditación. Así primero miró la naturaleza del sufrimiento. Vio que las mentes estaban afectadas por los engaños que vienen de la ignorancia. Se dio cuenta de que debido a estos engaños, las metes de los seres se involucran en estas acciones equivocadas. Vio que acciones en una vida daban su fruto en otra vida. Por ello vio que los seres estaban atrapados en la rueda del samsara, moviéndose de un estado a otros de insatisfacción. Algunas veces bajos y otras altos, pero nunca libres, nunca liberados. Entonces su meditación se hizo aún más profunda y vio la causa de esta rueda de sufrimientos. Vio como todos los seres están llenos de un deseo ansioso, cómo intentan buscar seguridad para sí mismos. Entendió cómo esto también era como una ilusión. Se dio cuenta de que esta entidad que los seres ven tan concreta es en realidad una ilusión, una concepción errónea que surge de la ignorancia. Vio cómo se podía eliminar esta ignorancia reconociendo la naturaleza ilusoria del «yo». Entonces dirigió esta meditación hacia adentro, hacia su propio yo y hacia afuera, hacia todas las apariencias, hasta que se disolvieron como una nube. Entonces fue capaz de obtener una visión correcta de la realidad. Todos los engaños fueron totalmente eliminados de su mente. Debido a la gran compasión de su mente, todas las buenas cualidades surgieron en ella. A la mañana siguiente cuando el sol salió, el Príncipe Sidharta ya no fue más el Príncipe Sidharta. En lugar de un ser ordinario, ahora era un ser despierto, un ser completamente Iluminado, un Buda.
  • 13. Cuando el sol salió aquél día, fue como el principio de la creación. Por todo el universo corrió la voz de que el Príncipe Sidharta había alcanzado la Iluminación. Había una alegría universal. El mismo Buda estaba experimentando la felicidad de sus realizaciones. Durante siete semanas permaneció en este estado de felicidad incomparable de la Budeidad, disfrutando de la mente abierta y libre que ahora poseía. Pasó algún tiempo debajo del árbol bodi. Unas veces sentado debajo del árbol y otras se apartaba un poco y lo miraba de lejos, admirando el árbol bajo el cual había alcanzado la Iluminación. Después, un pensamiento apareció en su mente: ¡Esta iluminación que he conseguido ha sido tan difícil de obtener! Ha sido conseguida después de infinitas vidas. Necesité una determinación tremenda. Sólo como resultado de todo esto puede obtener la Iluminación. ¿Quién entre todos los seres de este mundo podría seguir este camino? ¿Quién está preparado para vencer tantas dificultades? ¿Quién hay para enseñar? No, no existe nadie. Es mejor para mí que me retire al bosque y disfrute de esta Iluminación. Entonces, los dioses que estaban en los cielos y que habían estado presente en el momento de su nacimiento y presentes en el momento de su decisión, oyeron este pensamiento. Entonces inmediatamente aparecieron ante Buda. Con sus manos juntas le rogaron: En verdad que la Iluminación que tú has alcanzado es muy difícil de obtener, pero por favor, para beneficio de todos los seres, enseña lo que has descubierto. Es verdad que la mayoría de las mentes de los seres está cubierta por una capa de engaños, pero para algunos seres, esta cobertura es muy fina como un velo de polvo, es seguro que habrá gente que podrá entenderte y seguir tus enseñanzas. Por favor, no los abandones. Para su beneficio, haz girar la rueda del Dharma. Enseña el sendero que lleva a la Iluminación. Buda sonrió y dijo: Por supuesto que enseñaré. Mi motivo principal para alcanzar la Iluminación era ayudar a los demás para salir del sufrimiento. Ahora que he obtenido la Iluminación, no hay ninguna objeción para ayudar a los demás. Sólo creé este pensamiento de no enseñar, para beneficio de los demás. Porque un Buda no tiene el poder de eliminar el sufrimiento de los demás simplemente por su esfuerzo. Si la gente no pide enseñanzas o la ayuda, no hay nada que pueda hacer el Buda. Es muy poco lo que puede hacer un Buda en semejante situación. Pero, si un ser se da cuenta de su sufrimiento y pide ayuda a un Buda, es seguro que esa ayuda le llegará. Por parte del Buda, él siempre está preparado y dispuesto para enseñar. Pero es necesario que le sean pedidas sus enseñanzas, de lo contrario no lo hará. Por supuesto que haré girar la rueda del Dharma. Entonces el Buda decidió a quién debía enseñar primeramente ¿Quién está mejor preparado para recibir las enseñanzas que tengo que dar? Primero pensó en sus dos maestros, los que encontró antes de que se pasase seis años en meditación. Seguro que ellos son los que están más preparados para entender lo que yo tengo que enseñar. Con su mente que todo lo ve, pudo percibir que esos dos maestros se habían marchado, habían abandonado ya este mundo. Ya no vivían en la tierra. Entonces pensó: ¿Quiénes serán pues mis discípulos? Entonces pensó que serían los cinco meditadores que habían pasado seis años con él. Los que se habían marchado cuando pensaron que Sidharta había abandonado su camino. Entonces con su mente pudo ver que se encontraban en aquel momento en el Parque de los Ciervos, en Sorna. Sorna era una ciudad religiosa muy famosa y que no estaba muy lejos de Gaya. Estaba justo fuera de la ciudad de Benarasi, gran centro de la vida hindú incluso antes de que viniese el Buda. El Buda se puso en camino hacia el Parque de los Ciervos. Los cinco discípulos habían continuado su estricta práctica ascética en dicho parque. Vieron que el Buda se acercaba. Dijeron entre ellos: Ahí llega el príncipe Sidharta, aquel que ha abandonado la vida religiosa. Cuando se acerque a nosotros no le vamos a mostrar ningún respeto. Después de todo, él ha abandonado y nosotros seguimos meditando. Poco a poco el Buda se fue acercando a estos cinco. A medida que se acercaba, la actitud de estos cinco iba cambiando. Pudieron ver que ahora había algo especial en ese hombre que ellos llamaban Príncipe. Había cierta expresión de claridad, cierta luz que se manifestaba en su cuerpo, una
  • 14. expresión de amor que venía de su rostro. A pesar de lo que se habían dicho el uno al otro, cuando se acercó le mostraron una actitud de respeto. Algunos prepararon un sitio para que se sentara. Otros trajeron agua para que se lavase los pies. De esta manera mostraron respeto hacia él. Dijeron: Oh, Sidharta, enséñanos lo que tú has aprendido. El Buda les dijo: «Amigos, no es apropiado que me sigáis llamando por el nombre de Sidharta, puesto que he descubierto la meta que estaba buscando, he descubierto el camino de la eliminación de todos los engaños y lo he experimentado yo mismo. Habiendo purificado mi mente de esta manera he despertado.» A partir de este momento, sus discípulos le llamaron Buda, el bendito, el conquistador de los engaños, y le rogaron: Por favor, Buda, enséñanos este camino de la liberación. Ante estos cinco discípulos y ante todos los seres invisibles que estaban escuchando, Buda dio su primera enseñanza. Les habló de la siguiente manera: «Oh monjes, hay cuatro Nobles Verdades. La primera es la Noble Verdad del sufrimiento, nacimiento y sufrimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte son sufrimientos, el no conseguir lo que uno desea es sufrimiento, experimentar lo que uno no desea es sufrimiento, todas las formas de insatisfacción son sufrimiento, todo el mundo está lleno de sufrimiento.» «Oh Monjes, esta es la segunda Noble Verdad. La Noble Verdad de la causa del sufrimiento. El sufrimiento es causado por el deseo ignorante. Mientras la mente continúa oscurecida por tal deseo, continúa el sufrimiento.» «Oh monjes, esta es la tercera Noble Verdad, la Noble Verdad de la cesación del sufrimiento. Hay un estado en el que el sufrimiento no existe. Completa liberación de todos los engaños, de todas las acciones erróneas y de todo el sufrimiento que viene de estos engaños y de estas acciones.» «Oh monjes, esta es la cuarta Noble Verdad, la Noble Verdad del camino de la cesación del sufrimiento. Siguiendo el camino de la comprensión correcta, uno llega a la eliminación del sufrimiento. El camino de la comprensión correcta y de la meditación correcta, del esfuerzo correcto y la palabra correcta, la acción correcta y la vida correcta. Siguiendo este camino es posible obtener la cesación del sufrimiento.» De esta manera, el Buda empezó sus enseñanzas. En ese momento tenía treinta y cinco años. Esta fue la primera enseñanza que dio de los cuarenta y cinco años que le quedaban de vida. Como resultado de esta primera enseñanza, sus cinco discípulos alcanzaron la cesación del sufrimiento, alcanzaron las diferentes realizaciones del camino y alcanzaron el estado de arhat, que es aquél que ha salido del sufrimiento. Así fue como la carrera del Buda como maestro empezó. Siempre estuvo enseñando a un nivel que su audiencia pudiera comprender. También enseño sin utilizar palabras, su comportamiento mismo era la enseñanza. Él estaba abierto siempre a los otros seres comportándose con una compasión infinita. Era sabio y comprensivo. Tenía capacidad de dar a aquellos que iban con él justo lo que necesitaban. Pronto, un gran número de discípulos rodeaban al Buda y él dirigía su vida espiritual y les comunicaba sus interioridades a ellos. Así, ellos se convertían también en maestros del Dharma. Recordemos a su primo el Príncipe Debadata, el que disparó al cisne cuando ambos eran muy jóvenes. A través de toda su vida, Debadata se sintió muy celoso del Buda. Ya sentía celos de él cuando era Príncipe y más tarde, cuando alcanzó la budeidad total, Debadata también sentía celos. Incluso intentó organizar otra Sangha poniéndose él como jefe. En muchas ocasiones, incluso intentó asesinar al Buda. Por ejemplo, supo un día que el Buda y sus discípulos bajaban por un calle y con un grupo de amigos prepararon un elefante que estaba desequilibrado a base de darle alcohol y pegarle. Cuando el Buda y sus discípulos bajaban por
  • 15. la calle, condujeron al elefante hacia su dirección y así el elefante corrió en dirección del Buda para dañarle. Los discípulos de Buda, salvo uno, se asustaron y todos excepto uno se marcharon. Se dice que incluso algunos de sus discípulos eran capaces de volar y eran arhats. Pronto quedaron en la calle el Buda y su principal discípulo, Ananda. Ananda estaba agarrado a las ropas de Buda como un niño se agarra a las ropas de su madre. Al aproximarse más y más al Buda, al elefante se le iba disminuyendo el enfado. Cuando estaba muy cerca del Buda, se pacificó totalmente Puso su cabeza a los pies de Buda y de esta forma, el Buda era capaz de tener tanta influencia sobre los demás seres. Otra vez que el Buda estaba enseñando al Rey Kimbasara, aquél Rey que había visitado antes de que empezase sus seis años de retiro. Como recordaréis, este Rey pidió a Buda que si algún día encontraba la solución al problema, volviese al reino para que le diese sus enseñanzas. Así, Buda volvió a la ciudad de Rashia muchas veces. Esta ciudad aún existe en la India. En las afueras había un pico llamado Pico de Buitre, que era un sitio muy famoso de peregrinaje. Fue aquí donde el Buda dio sus enseñanzas más profundas: las enseñanzas de la Sabiduría. Su primo Debadata, que aún estaba muy celoso de él, se había hecho amigo del hijo del Rey Kimbasara, cuyo nombre era Ayatasutra, y le convenció para preparar un complot. Entonces le dijo: Si yo te ayudo a matar a tu padre, tú me ayudas a matar al Buda. De esta forma tú te convertirás en Rey y yo en el líder principal de la Sangha. Hicieron este acuerdo. De hecho, más tarde Ayatrasutra mató a su padre. Cuando el Buda meditaba, Debadata pensó que era una buena ocasión para matarlo. Ambos subieron a una montaña que estaba por encima de donde el Buda estaba y encontraron una roca muy grande que empujaron fuertemente echándola a rodar por encima de donde estaba el Buda meditando. Según la historia, el Buda permaneció meditando, pero de él emanó Vajrapani que es la manifestación del poder de los Seres Iluminados. Vajrapani destruyó esa roca en dos pedazos los cuales cayeron a ambos lados del Buda sin hacerle ningún daño. Una de las cualidades de la mente Iluminada es que tiene compasión ecuánime ilimitada para todos los seres. En una ocasión Debadata enfermó muy seriamente. Muchos doctores le visitaron pero ninguno pudo curar su enfermedad. El Buda fue a visitar a su primo Debadata y le vio muy enfermo. Se acercó y permaneció de pie al lado de su cama. Entonces le dijo: «Si mi amor por Debadata es el mismo que siento por mi hijo, entonces que se cure.» Y Debadata se curó. Ni incluso esto cambió la actitud de Debadata hacia su primo. Su mente estaba tan envuelta en celos y enfado que nunca supo reconocer al Buda por lo que era. Para dar una idea  de cómo la naturaleza del Buda yace en todos los seres, hay otra historia acerca de Debadata. Durante el espacio de tiempo de este sistema solar, habrá mil Budas. Por supuesto, habrán muchos más que alcancen la Iluminación. Pero estos son los mil Budas que aparecerán para renovar las enseñanzas a menudo. De esta lista, Guru Sakyamuni es el cuarto. Después de un período largo de tiempo, el Buda Maitreya será el quinto. Uno de estos mil será Debadata. Así que hay esperanzas para nosotros. Incluso Yatasutra, el hijo que mató a su padre. Esta acción fue doblemente demoníaca o mala. Primero mató a su padre y matar a un padre o una madre son los dos peores crímenes que un ser humano puede cometer. Pero además de esto, el Rey Kimbasara era un Arhat, un ser increíblemente realizado. Aún así, Ayatasutra se convirtió en discípulo de Buda en la misma vida, alcanzando un alto grado de realización. Muchos años habían pasado ya desde que el Buda había abandonado el reino de su padre. Su padre, su familia y la gente del reino, habían oído lo que había sucedido a su Príncipe favorito. Todos estaban ansiosos de tenerlo en su reino. El Buda decidió volver. Con un gran número de monjes y monjas hizo el camino hasta llegar al reino. Su padre estaba muy interesado en tener noticias de su hijo que se acercaba. Entonces envió un mensajero para que le informara acerca del Buda y sus discípulos. Así el mensajero salió, los vio y volvió diciéndole al Rey: Tu hijo es ahora una persona muy importante y elevada, es muy hermoso de verlo. Cuando el Rey oyó
  • 16. esto se enorgulleció mucho pensando: ¡Mi hijo es de esta forma! El mensajero le dijo que estaba rodeado de miles de seguidores y el Rey se enorgulleció mucho más. El mensajero dijo: Cada mañana, él y sus discípulos salen a la ciudad a pedir comida. El Rey dijo: ¿Qué? ¿Mi hijo pidiendo comida? Inmediatamente hizo preparar sus caballos y salió. Casualmente se encontraron en el camino y el Rey vio que su hijo era ahora tan magnífica persona. Estaba rodeado de tanta gente que él estaba muy orgulloso. El Rey le dijo: ¿Es verdad que tú pides comida? El Buda contestó: Sí, es nuestra costumbre ¿Qué quiere decir es nuestra costumbre? dijo el Rey, tú desciendes de un largo linaje de reyes. Ninguno de nosotros tuvo nunca que pedir por nada. ¿Qué quiere decir con que es nuestra costumbre? El Buda le respondió: Tú, padre mío, trazas tu linaje a través de muchos reyes, pero yo trazo mi linaje a través de muchos Budas. Ha sido siempre la costumbre de los Budas pedir la comida. Luego comenzó a explicar a su padre todo lo que había realizado, lentamente convirtiendo su mente. De esta manera, supo pacificar a su padre y enseñarle. Se dice que a pesar de que el Rey era muy inteligente y que el Buda le enseñó, sólo alcanzó una realización mediana. La razón es que nunca pudo dejar ese orgullo que sentía para con su hijo. Mantenía muy fuertemente en su corazón este orgullo. Este pensamiento interfería con el desarrollo total de su mente. El Buda pasó algún tiempo en el reino. Finalmente, la mujer que le cuidase como su madre, su esposa Yasodara y su hijo Rakula, se hicieron monjes y monjas. De esta manera, supo devolver la amabilidad que habían tenido para con él, conduciéndoles al camino de la liberación y de la Iluminación. Así el Buda enseñó durante muchos años. Enseñó muchos niveles de Dharma: Mahayana, Hinayana, Sutrayana y Tantrayana. Era capaz de hacer emanar su cuerpo de muchas formas distintas. Su habla era particularmente poderosa. Se dice que sólo diciendo una palabra, era capaz de satisfacer las necesidades de muchos seres Cada uno de estos seres había oído una palabra distinta de acuerdo con lo que necesitaba. Finalmente, llegó el tiempo para el Buda de marcharse, de morir. Él vio que había entrado en contacto con todos los seres que estaban preparados para recibir las Enseñanzas. Vio que había plantado la semilla para la liberación de otros muchos más seres. Predijo que el Dharma que él había empezado duraría durante cinco mil años antes de que las fuerzas de la degeneración hubiesen aniquilado por completo este Dharma. Estableció a muchos seres en encarnaciones superiores y en el camino de la liberación. Así llegó el momento para él de dar su enseñanza final. Su enseñanza de cómo murió. Volvió a la ciudad donde nació. Antes de llegar se dio cuenta de que había llegado el momento de morir. Esto sucedió en la pequeña ciudad de Cushinad, en el Norte de la India, no lejos de donde había nacido. Allí dio su última enseñanza. Incluso el último día de su vida enseñó a un anciano y lo estableció en el camino de la Iluminación. Entonces dijo a sus discípulos: Habré gente que estará muy triste de no verme. Pero digo que cualquier ser que practique mis enseñanzas después de mi muerte, será como si me viesen. Mientras que aquellos que viven ahora pero no siguen mis enseñanzas, no me habrán visto nunca. Luego dijo sus últimas palabras: recordad: todo fenómeno compuesto es impermanente. Labrad vuestra propia salvación con diligencia. Luego yació sobre su lado derecho, con su mano izquierda encima de su pierna derecha y su mano derecha bajo el lado derecho de su cara. Totalmente consciente, entró en un profundo estado de concentración el cual se convirtió en más y más sutil hasta que su consciencia partió. Los discípulos que le observaron reaccionaron de distintas formas. Aquellos cuyas mentes no estaban muy entrenadas se entristecieron mucho y empezaron a llorar, mientras que aquellos que habían ido más allá del sufrimiento, entraron en un profundo estado de meditación. Luego se decidió incinerar el cuerpo de Buda. Construyeron una pila funeraria muy grande y colocaron su cuerpo sagrado encima de ella. Luego intentaron quemar esta construcción pero por mucho que lo intentaron, cuando prendían fuego a la madera, ésta no ardía. Uno de sus principales discípulos, Mahakasiapa, aún no estaba allí. Había oído que el Buda estaba a punto de morir y
  • 17. se puedo en camino, pero aún no había llegado. Mahakasiapa debía ser el elegido para dirigir la Sangha después de la muerte del Buda. Ni importaba lo que hicieran para hacer arde la pila, nunca ardía. Hasta que Mahakasiapa llegó y entonces la madera comenzó a arder espontáneamente. En este funeral se encontraban los distintos reyes de los reinos de aquellos lugares. Cada uno de ellos quería las reliquias del Buda para llevárselas a sus reinos. Después del funeral comenzaron a pelearse entre sí. Discutieron si aquellas reliquias pertenecían a uno, sobre si pertenecía a otro y así comenzó la discusión, la pelea. De hecho la pelea se hizo muy violenta hasta que un hombre comenzó a hablar: Amigos, pensad en lo que estáis haciendo. Estáis discutiendo sobre los huesos del compasivo Buda. No habéis aprendido nada de él. No habéis escuchado sus enseñanzas sobre el amor y la compasión. Discutís sobre sus huesos. Estas palabras sorprendieron a esos distintos reyes, así que acordaron repartir las reliquias con igualdad. Cada uno de ellos las llevó a su propio reino y erigieron estupas o monumentos para colocarlas, muchas de las cuales aún existen. Luego la Sangha se reunió para recoger las enseñanzas que habían oído del Buda. Aquellos que eran más sabios y tenían más poder de recordar las enseñanzas, se reunieron para juntarlas. Finalmente, estas enseñanzas se mantuvieron y fueron preservadas en ciento ocho volúmenes. Y más importante que esto fueron preservadas las realizaciones y la comprensión. Él había autorizado a aquellos que habían realizado las enseñanzas, a enseñarlas a los demás, ya que la comprensión directa del Buda había pasado a esos maestros. Este linaje de comprensión profunda ha ido pasando a través de los años y de los maestros de la India, hasta nuestros días. Los nombres de todos estos famosos Gurus aún existen. Mucho esfuerzo se puso en hacer las traducciones perfectas y por tanto el linaje de las enseñanzas, de las escrituras, de la comprensión, permaneció initerrumpible, no se cortó. Finalmente, las enseñanzas de los Budas se esparcieron llegando hasta Ceilán, Tailandia, Burma, Pakistán, Cachemira, Afganistán, Turquestán, China, Corea, Japón, Vietnam y en el siglo VII, VIII y IX llegaron al Tíbet, desde allí fueron a Mongolia y estos linajes han permanecido ininterrumpidos desde hace más de dos mil años. Así, en 1959, el Tíbet fue invadido y la forma más completa de Budismo que había estado allí preservada, llegó a la India al marcharse del Tibet el Dalai Lama y otros grandes lamas de las tradiciones nyingmapa, sakyapa, karyupa y gelupa, de esta forma los linajes se han mantenido intactos. Su Santidad el Dalai Lama, viendo que en occidente era el sitio donde la gente estaba más interesada en recibir las enseñanzas, pidió a muchos maestros que enseñasen y así es como muchos grandes lamas comenzaron a tener discípulos occidentales. Así, debido a algo que está más allá de toda creencia, estos lamas nos enseñan a nosotros. Estas enseñanzas no difieren en nada de las que daba Guru Buda Sakyamuni hace dos mil quinientos años. Enseñanzas que han llevado a muchos seres a la Iluminación. Enseñanzas que nos dieron a nosotros en nuestra propia lengua seres iluminados que tienen una comprensión muy profunda de la mente occidental. De alguna forma, todos los millones de personas que habitan el mundo, sólo unos pocos están recibiendo enseñanzas. Es difícil imaginar cómo ha sucedido pero es así. Tenemos esta increíble oportunidad y responsabilidad. Dediquemos el beneficio que hayamos podido alcanzar para poder tomar ventaja de esta preciosa oportunidad que tenemos, para beneficio de todos los seres.   Habéis acumulado méritos leyendo la historia de la vida del Buda. Debéis dedicarlo para beneficio de los demás seres. http://www.geocities.com/vajrayoguini/cursos/historiabuda.html