2. Lejos, el reloj de cuco marcaba una hora de la tarde y, sin saber como ni que, la caja de música desgranaba un gracioso minué. Medio aparté las telarañas y… cansado, me senté en un rincón del desván. Allí, entre muchos otros tesoros de niño, cubierto de polvo y olvido, encontré un pequeño caramillo. Desconocía esta memoria Desconocía su motivo De él nada sabía
3. Soplé con todas mis fuerzas y sonó un agudo y largo silbidito. Todo seguía igual, y es que…, que queréis!, secretamente esperaba el portento. Entonces como preso de la chanza en un dibujo cubista, . mis primeros ojos no vieron, pero en cambio, los segundos y terceros que en el atónito de mi, brotaronme después, ya lo creo que miraron y por todas partes vieron Pronto iba a quedar contento
4. Ay!, la luz de las estrellas se volvió del lado inverso, estallaron en mis manos, todas las mitologías, las banderas se tiñeron de pájaros de alas desvanecidas y las palabras soplaron un silencio que derribó mis pobres muros de paja. Se fueron estas viejas mentiras que se cuenta el hombre a si mismo, y oí que todo era hijo del temor. No mas, no mas…, la Trinidad con su pan y con su pez, se encerró tras de si y... no quedó nada, coloqué un tapón de corcho y lo lancé a la mar, su recuerdo, sólo vagamente perduró en estas entrañables canciones de niñez que poco a poco, vas perdiendo.
5. Fui hombre, y.... ya no jugué más. Aprendí la lectura de los signos cabalísticos, no decían nada. Miré por detrás de mi sueño, y no vi nada. Desde allí, también miré hacia aquí y tampoco vi nada. Ensombrecido, pude contemplar mi patética figura arañando la pared encalada de un antiguo muro
6. No eran realidad, ni el antes, ni el ahora, ni el después ni el arriba, ni el abajo, ni el gesto, ni el anti, yo tampoco existo . Me vi en un sueño, como escondiendo la ausencia. Sentí el frió del no ser avanzando en punta por el metacarpo Me vi desvanecer Me vi............caer Comprendí que ya no había términos medios y escuché el galope del todo que venía montado en un corcel. Me sentí limitado y también, si entonces también tuve miedo Cegado por la luz del alba, fui débil y pedí la celosía .
7. Entonces soplé con todas mis fuerzas, de nuevo, el caramillo. Otra vez sonó un agudo y largo silbidito y a la inversa, todo se trocó en normal. - Normal? - No, no del todo, ahora ya sabia que soplando el caramillo… - He, he! Eres un pillín redomado, verdad? - Todo fue muchísimo peor - ...........? - y salí corriendo del desván bajando a trompicones las escaleras al encuentro de la vida. Ramon (1962)