Los estudiantes llevaron a cabo una campaña de reflexión sobre el medio ambiente frente a una estación de trasmilenio durante cinco sesiones, donde solicitaron a los transeúntes que se detuvieran a pensar y comprometerse con su entorno. Algunas actividades tuvieron gran participación y causaron curiosidad, mientras que otras no dieron los resultados esperados. A través de la interacción, el autor comprendió que la mayoría de la población está dispuesta a escuchar, aprender y cambiar, por lo que los invita a organizarse para
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1. Bogotá, 6 de julio de 2012
Fueron solo cinco sesiones en la calle, más específicamente frente a la estación de trasmilenio Las
aguas en donde siete estudiantes de licenciatura en pedagogía infantil con dudas, temores, alegría
y voluntad quisimos llevar a cabo una campaña de reflexión sobre las acciones cotidianas y su
incidencia en el medio ambiente, solicitábamos un poco de tiempo de los transeúntes para que
salieran de su rutina, del corre corre del tiempo, trabajo, estudio, les pedimos que pararan para
que pensaran, observaran, conocieran y se comprometieran con su entorno; tarea compleja en la
medida que por un lado en varias ocasiones la indiferencia de las personas nos empezaba a opacar
las esperanza de llevar un mensaje significativo y por otra parte la dificultad de buscar acciones
que de manera concreta y rápida afectara e inquietara a los ciudadanos tanto que se detenían a
participar de las actividades como de los que pasaban de prisa.
Tuvimos actividades que impactaron, de mucha participación, que causaron curiosidad, pero
también algunas que no daban los resultados esperados, a pesar de esto no nos defraudábamos si
no que nos daba más motivación para seguir pensando actividades mucho más llamativas e
inclusivas. Durante el tiempo de la vivencia en la calle gracias a las risas, preguntas, curiosidades
de la gente, interacción, saberes etc. Comprendí que todavía hay mucho por hacer y que es la
minoría de la población la que se encierra y excluye de la participación de actividades populares o
del dialogo de saberes, somos muchos más los que estamos dispuestos a escuchar al otro, a
preguntarnos por los fenómenos que nos rodean, los que estamos dispuestos a aprender a
cambiar nuestras acciones y pensamiento, los que nos gusta interactuar con otros a si se han
desconocidos, y si somos la mayoría ¿por qué intentarlo? ¿Para qué seguir quejándonos de las
injusticias y desigualdad y no empezar a movilizarnos y empoderarnos para cambiar nuestro
futuro?
Esa es mi invitación, la invitación a que nos organicemos y comencemos transformar nuestros
hábitos y pensamientos para poder transformar al otro, en el camino nos encontraremos con
malas caras, indiferencias, burlas, sin embargo no hay que ignorarlas, hay que escucharlas ya que
en estas podemos encontrar la misma respuesta de las acciones y la forma en cómo
transformarlas, no es una labor fácil pero si necesaria para poder vivir en comunidad, para poder
ser y para volver a sentir parte de un todo y no dominador del todo, un todo que permite nuestra
existencia.