A lo largo de la historia, el hombre ha estado inmerso en tradiciones oral y escrita; en la sociedad actual, la palabra ha parecido no representar una amenaza, pues está acaparada por un sinnúmero de información que recibe constantemente a través de los medios de comunicación, los coloquios, el mismo discurrir del hombre y los pensamientos que a diario aturdiesen a la misma persona a la que se deja sin salida; análogamente se ve reflejado la famosa frase de Martín Heidegger al decir: “El ser humano habla”. Esto conlleva a que el ser humano se centre en el discurso y como consecuencia no acoja el silencio que envuelve la misma palabra y le da forma al significado.
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FORMACIÓN DE LA PALABRA EN EL SILENCIO
1. FORMACIÓN DE LA PALABRA EN EL SILENCIO
*
Cristian Camilo Cárdenas Aguirre.
A lo largo de la historia, el hombre ha estado inmerso en tradiciones oral y escrita; en
la sociedad actual, la palabra ha parecido no representar una amenaza, pues está
acaparada por un sinnúmero de información que recibe constantemente a través de
los medios de comunicación, los coloquios, el mismo discurrir del hombre y los
pensamientos que a diario aturdiesen a la misma persona a la que se deja sin salida;
análogamente se ve reflejado la famosa frase de Martín Heidegger al decir: ―El ser
humano habla‖. Esto conlleva a que el ser humano se centre en el discurso y como
consecuencia no acoja el silencio que envuelve la misma palabra y le da forma al
significado.
No basta entonces con platicar, sino también con dejar que el silencio permee la
palabra para poder ser expresada; de lo contrario sería banalidad y vaciedad a la
que tendría que llamársele simplemente ―charlatanería‖, ya que distanciaría la
palabra de su fundamento; es por eso que Wittgenstein (1957) al respecto intuye en
su séptimo aforismo expresando que ―Sobre lo que no se puede hablar es mejor
guardar silencio‖ (Propos.7). De esta manera solo la taciturnidad, permite que la
palabra adquiera su verdadero sentido, al punto de ser expresada mediante un
camino indispensable que converge en transformar al interlocutor.
En 1987, el teólogo Alemán Dietrich Bonhoeffer exhorta:
Hagamos silencio antes de escuchar la palabra, para que nuestros pensamientos se
dirijan ya hacia la Palabra […] Hagamos silencio después de la escucha de la
palabra, porque ella nos habla todavía, habitando en nosotros. Hagamos silencio
temprano en la mañana, porque Dios debe tener la primera palabra, y hagamos
silencio antes de acostarnos porque la última palabra pertenece a Dios. Hagamos
silencio por amor a la palabra (p. 62).
Seminarista. Estudiante de primero de Teología en el Seminario Misionero del Espíritu Santo
en articulación con la Universidad Católica de Oriente en la Ceja Antioquia. Estudiante de
Licenciatura en filosofía y educación Religiosa por la Universidad Católica de Oriente de
Rionegro Antioquia.
2. El silencio a pesar de todo no pasa desapercibido, ya que es inminente a la persona;
de la cual se origina la palabra precedida por el silencio. Clara visión se percibe en la
concepción del ser humano, donde sin el menor sonido ad extra se crea una vida
que luego se hace palabra; y a lo largo de este desarrollo humano, el silencio se
adhiere en la persona que posteriormente se hace palabra. Es como si en el
principio estuviera la palabra y la palabra se gestase en el silencio para luego
hacerse concreta en la existencia (Cf. Juan 1, 1—4).
El silencio desemboca realmente en la palabra, aunque se diese la impresión de un
proceso involutivo en la misma, dejando de un lado el silencio que la genera; lo
anteriormente expuesto sería absurdo puesto que ―el silencio y la palabra son dos
momentos de la comunicación que deben equilibrarse‖ (Mensaje para la jornada de
las comunicaciones sociales: silencio y palabra: camino de evangelización de 2012).
No se entiende la palabra sin el silencio como no se concibe el silencio sin la
palabra: luego unidas, conllevan a la elocuencia de una verdadera comunicación que
se impregna en el cosmos y a su vez lo transforma; con tal motivo el Rey David
expresa sabiamente:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos; el
día al día comunica el mensaje, la noche a la noche le pasa la noticia. Sin hablar y
sin palabras y sin voz que pueda oírse, por toda la tierra resuena su proclama, por
los confines del orbe sus palabras (Salmo 19, 2—5).
El silencio es la línea más profunda que el hombre tiene para comunicarse, es en el
desierto de la propia existencia donde se escucha realmente lo que la algarabía
pretende eclipsar. Todo silencio rompe fronteras: por el silencio se conoce quien es
realmente el otro, se permite la cercanía, se conoce su intimidad y se brinda el amor.
El silencio expresa respeto, sin embargo, es necesario hacer silencio para que la
palabra se forme en cualidad. Dicho proceso, tiene consistencia en la escucha al
otro, en la prioridad de la palabra que se le da a aquel que la forma, expresándola y
recibiéndola con una actitud activa. (Cf. Mensaje para la jornada de las
comunicaciones sociales de2012)
Cuando el pensamiento se siente amenazado por una serie de imágenes, fantasías,
sonidos, sentimientos turbulentos o ideas vanas, se intuye que estas distraen y
desvían del objetivo formativo de la palabra; no obstante, lo importante no es saber
que estos han desechado el horizonte que inquiere una cierta comunicación, sino de
acogerlos, para luego interiorizar aquello que ha llegado como un supuesto inicuo a
perturbar el silencio, mediante un ―examen de conciencia‖, revisando lo que acaece
y proyectando el horizonte. Guardini (1950) atestigua que ―solo en el silencio tiene
lugar el conocimiento auténtico‖ (p.16): este conocimiento no es causa de
asechanza, ya que asume su fundamento principal que a su vez se extiende a lo
largo de la historia y se inmortaliza. Pero, ¿por qué sigue vigente? La solución está
3. en la raíz del silencio. Un silencio profundo conlleva a un conocimiento auténtico y
vigente, contenido en un silencio apacible que lo envuelve todo, al que brota la
palabra (Cf. Sabiduría 18, 14—15). El silencio no es solo ausencia de palabras,
aunque hayan palabras que carezcan de silencio. Es la palabra la que hace patente
el silencio, como es el silencio el que hace latente la palabra. Tal razón tiene Guitton
(1988) cuando expresa que ―la palabra surge del silencio, y retorna al silencio‖
(p.41). Como también Cánopi (2008) declara que ―el silencio es la calidad de la
palabra‖ (p.12). Por consiguiente, la persona no vale por lo que ostenta sino por
cuanto silencio funde su palabra.
Al cubrirse la palabra de silencio, se aprende a escuchar, a contemplar y a hablar
con el sentido y significado que adquiere la comunicación (Cf. Mensaje para la
jornada de las comunicaciones sociales de 2012); situación contraria sucede cuando
se deja a la intemperie enajenándola del silencio, declinada a simples discursos
altivos.
En la formación de la palabra, lo fundamental es el silencio; bien lo dice el Presbítero
Ramírez (Marzo – Abril 2012) ―sin silencio la palabra es enfermiza, no cura‖. Vida
Diocesana, 6. ya que la cura de la palabra es el mismo silencio gestatorio que crea
las relaciones interpersonales. Por lo tanto palabra y silencio son realidades
inseparables, ellas se conciben intrínsecamente para luego ser comunicada. El
silencio forma la palabra y ella se configura con la realidad al ser expresada. Solo en
el silencio se entreteje la palabra mediante una ardua y exigente labor de filigrana a
la que después de todo un proceso, es dirigida al oyente.
Bibliografía.
BENEDICTO XVI. (2012, 24 de Enero). Mensaje para la jornada de las comunicaciones sociales
Silencio y palabra: camino de evangelización. Recuperado el 14 de Mayo de 2012 de:
http://www.vatican.va/
BONHOEFFER, Dietrich. (1987). Vida en comunidad. Salamanca: Sígueme.
CÁNOPI, Anna María. (2008). Silencio Experiencia mística de la presencia de Dios. Bogotá: Paulinas.
CELLI, Claudio María. (2012, 29 de Mayo). Presentación del Mensaje del Papa para la XLVI Jornada
Mundial de la Comunicación Social, Cochabamba, Bolivia. Recuperado el 14 de Mayo de 2012 de:
http://www.pccs.va
GUARDINI, Romano. (1972) Virtú. temi e prospettive della vita morale. Brescia: Morcelliana.
HEIDEGGER, Martín. (s/f). De Camino al habla. Recuperado el 17 de Mayo de 2012 de:
http://www.heideggeriana.com.ar/textos/el_habla.htm
RAMÍREZ, José R. (2012, Marzo- Abril) A propósito de nuestras homilías. Vida Diocesana 6
WITTGENSTEIN, Ludwig. (1957). Tractatus, versión de Tierno Galván. Madrid.