Presentación de Estrategias de Enseñanza-Aprendizaje Virtual.pptx
EL AMARU - Dragón Andino
1. EL AMARU: DRAGÓN ANDINO
Jhony Carhuallanqui
En los tiempos inmemoriales donde “la
nada lo era todo”, el Dios supremo Con
Ticse Wiracocha, hacedor del cielo, la
tierra, el mar, el sol, la luna y todo cuanto
existe, concibió esta región como una
inmensa laguna y le ordenó al Tulumanya
(Arco Iris) engendrar al Amaru, un ser
poderoso, arrogante y a la vez fastuoso
que tenía la cabeza de llama, las alas y
garras de águila, el cuerpo de serpiente y
la cola de pez.
Esta serpiente alada tuvo la compañía de
otro Amaru (también nacido del
Tulumanya) con quién se disputaba el
dominio de estas aguas, acto que
enfureció a Wiracocha que en una
tormenta infernal, a través de dos
estrepitosos rayos, que estremecieron
las entrañas de la Pachamama, los
exterminó. La laguna se abrió paso y el
Río Mantaro inicio su recorrido y solo dos
“ojos de agua” quedaron de esa
imponente laguna: Ñahuinpuquio y Paca.
Algunas leyendas cuentan que el Amaru
en verdad no murió, y cuentan que
cuando el cielo esta negro por las nubes
que presagian una tormenta, éste busca
ascender al cielo, pero, Wiracocha ha
encargado a Illapa (rayo) y Wayra
(viento) impedir tal ascenso, sin
embargo, en las versiones modernas
(sincretismo cultural) el encargado de
ésta tarea es Santiago Apóstol, que
montado en su caballo blanco volador y
provisto de una arcabuz, a cada intento,
le dispara balas de oro que nosotros
percibimos como el trueno y rayo que lo
despedazan, para luego caer y ser
tragado por la tierra, esperando otra
oportunidad.
El Amaru está presente en la
cosmovisión andina desde la época
precolombina, desde los Moches al norte
y los Aimaras en el sur y en cada una hay
una historia mágica: para algunos
significa la “vitalidad del agua”, pues
representa el camino que los riachuelos
o canales de riego abren para nutrir y
fertilizar la tierra, para otros, es perversa,
pues vomita granizo sobre el sembrío y la
estropea.
Esta simbología de la serpiente alada es
mundial. La forma de construcción mítica
más imponente son los Dragones que si
son asiáticos, son benévolos, sabios y
compasivos, en cambio, si son europeos,
son tiranos, egoístas, ambiciosos,
secuestran doncellas y duermen sobre su
tesoro. El Amaru es pues, un Dragón
Andino con sus propias características,
tan fabulosas como las demás.
Esta mitificación de la serpiente parece
ser común en muchas culturas, aparte
del Amaru en el Ande o el Dragón (sin
alas) Chino, también fue usado por los
2. Celtas en un medallón llamado Wuivre
que representa el “poder de la tierra”, así
mismo, el Faraón usaba en su tiara una
pequeña serpiente denominada uraeus, y
los centroamericanos refieren a la
Serpiente Emplumada o Quetzalcoalt
como un dios benévolo que enseñó las
artes y ciencias al hombre.
Además, el símbolo de los farmacéuticos
es la Copa de Higea, un cáliz con una
serpiente enroscada vertiendo veneno en
ella y, en la Medicina lo es la Vara de
Esculapio, que es un bastón enrollado
por una serpiente, también lo es el
Caduceo, representado por un báculo
con dos serpientes entrelazadas con un
par de alas en la parte superior, aunque
este último es usado en algunas regiones
como símbolo del comercio, pues las alas
representarían a Hermes, el mensajero
de los dioses.
Como vemos, este animal, temido y
venerado en culturas tan diversas como
distantes, con historias tan fantásticas
como apasionantes, nos enseña el valor
simbólico universal que en el hombre
desarrolla para explicar su entorno, sus
miedos y sus aspiraciones y como tal,
cualquier interpretación merece el mismo
respeto y admiración.