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Diego para Alba
1. México, D.F., a 9 de abril de 2014.
Hola, Alba. ¿Cómo has estado?
Te voy a hablar de lo que investigué con Gaizka sobre los alebrijes, que son criaturas
fantásticas con partes combinadas de varios animales y son originarios de México.
Aquí, en el Distrito Federal, los hacen con la técnica de la cartonería y en San Antonio
Arrazola, que está en Oaxaca, los hacen con madera de copal.
Por la misma razón de que allá los hacen con madera, ellos tienen otro
procedimiento: primero escogen el tronco según el alebrije que quieren hacer: grande,
pequeño o ancho. Luego lo tallan con la forma del alebrije. Lo sumergen en gasolina
para que no le entren las polillas y lo dejan secar. Como la madera tiene grietas, le
untan aserrín mojado para taparlas. Al final lo pintan con colores alegres y brillantes.
Fue Pedro Linares López quien creó originalmente los
alebrijes en el D.F.; él se dedicaba a la cartonería y hacía
unas figuras que por acá se llaman “judas” y se queman
en Semana Santa. Un día se enfermó y con sus fiebres tan
altas tuvo un sueño: estaba en un bosque y de pronto las
rocas y los animales se transformaron en cosas que no
podía explicar; desde entonces dedicó su vida a hacer
alebrijes. Fue a venderlos al mercado, pero nadie los
quiso porque decían que eran del demonio o de brujería.
Después de unos años se hicieron famosos y luego ganó el
premio a las artes tradicionales. Murió dos años después,
a los 83 años de edad. ¿Qué te parece esta historia?
Adiós, Alba, prometo escribir pronto.
Diego Feria Barraza