1. La identidad cultural es el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que
funcionan como elemento cohesionador dentro de un grupo social y que actúan como sustrato para que los individuos
que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia. No obstante, las culturas no son homogéneas;
dentro de ellas se encuentra grupos o subculturas que hacen parte de la diversidad al interior de las mismas en
respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante.
Identidad cultural como oposición a otras
Algunos autores han comenzado a estudiar las identidades culturales no solamente como un fenómeno en sí mismas,
sino como un fenómeno en oposición a otras identidades culturales. En esta corriente se considera que la identidad
cultural se define por oposición a otras. En grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con
otros grupos y culturas. Según esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o más precisamente en
oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea porque se basan
parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente
mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas, academicamente esto es conocido como la
"otredad".
La dinámica de la auto-definición cultural implica un continuo contacto entre culturas. Más aún, esas relaciones nunca
son de igualdad, dado que nunca se manifiestan de manera aislada: la complicada red de relaciones creada por la
superposición de relaciones políticas, económicas, científicas y culturales, convierte cualquier relación entre dos culturas
en una relación desigual.
El hecho mismo de que dentro de una cultura o práctica cultural exista la conciencia de una identidad común, implica
que también hay un impulso hacia la preservación de esta identidad, hacia la auto-preservación de la cultura. Si la
identidad es construida en oposición a los extraños, las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía y
por lo tanto la pérdida de identidad. Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son
frecuentemente implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas básicas y
significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por los participantes.
TRABAJO PRÁCTICO
Escuela Provincial de Artes Visuales
Nº 3031 “Manuel Belgrano”
Curso: 1º PAAV- Noche
Materia: Antropología
Profesora: Sushila Aphala
Alumnos: Nanci Baiz
Darío Santángelo
El tema que nos concierne en este informe es el de “La identidad”. Se abordará primeramente de manera general
para remitirnos finalmente a como elaboran su identidad los individuos en calidad de exclusión.
En referencia a la bibliografía consultada comenzaremos por señalar la definición que aporta Mary Douglas
cuando dice que toda sociedad genera un orden clasificatorio desde los opuestos. En los sistemas clasificatorios la
posibilidad de definir se basa en las diferencias. La búsqueda de la identidad es poder lograr una sensación de
continuidad en el tiempo, de ser la misma persona a pesar de los cambios que se van experimentando durante el
desarrollo, y que permite la diferenciación de los demás. En toda sociedad la diferenciación se da por posiciones
estructurales diferentes; la identidad constituida como confrontación, o sea la generación de un nosotros frente al
otro. Diferenciarse a partir de la discriminación hacia el “otro”. Las diferencias se constituyen a partir de las
desigualdades en esta sociedad que excluye, en vez de construirlas en coincidencias, que incluya y haga sentir
parte de ella a los sujetos. El contacto acentúa las diferencias. Así el capitalismo globalizado instaura una práctica
de violencia social que busca no sólo la fragmentación simbólica, sino también de tipo material.
2. Barth por su parte remarca que cada actor puede cambiar su pertenencia pero sin rebasar el marco de una
interpretación funcionalista de la sociedad.
Pensar la identidad en el escenario de un mundo más descentralizado implicaría ir más allá de las viejas nociones
de identificaciones colectivas de clases, naciones, género, etc.
Toda identidad social es un fenómeno dinámico y cambiante, siempre contextual, esta configura un estamento
socio-históricamente constituido.
Las identidades entendidas como construcciones culturales, políticas e ideológicas no contemplaría nunca la
posibilidad de observar una identidad natural que se imponga de manera arbitraria. Lo que existiría en todo caso
seria estrategias identitarias. Parece oportuno apuntar que el estado es el principal mecanismo de generación de
propuestas identitarias.
El ser humano debe tener alguna estructura capaz de contenerlo y sostenerlo hasta que este entre en su edad
adulta, lo cual normalmente seria llevado a cabo por la familia, la escuela, y aparato estatal.
Nuestra identidad se funda y se desarrolla dentro de una familia. Esta a su vez pertenece a una cultura, a una
lengua, a una historia y una geografía particular y, fundamentalmente a una comunidad con sus hábitos y valores.
El estado se constituye como el sujeto político y la escuela como el sujeto pedagógico. Estas instituciones
permiten así producir las subjetividades del niño. La familia se constituye como un importante pilar de la
identidad. Entonces de que manera se construye la identidad cuando uno, o varios de dichos generadores esta
ausente. El sujeto necesita determinadas condiciones para ser. Para la conformación de la subjetividad es
necesaria la función familiar, como interlocutor de la cultura, y procuradores de los cuidados que el infante
requiere. Todo individuo requiere del otro para que lo interprete sus necesidades. Si nadie dice nada de él no tiene
como construir su campo simbólico.
El no contar con el soporte familiar (madre y/o padre) es finalmente no tener identidad constituida como ser
histórico, como existente.
Según los textos revisados se evidencia que los sujetos excluidos socialmente se constituyen como tales en
referencia a sus pares. La identidad precaria que puede construir está basada sólo en un estilo de acción, no en una
historia.
La conciencia de todo marginado es una conciencia a-crónica, viven en un eterno presente, su percepción y su
cosmovisión se organizan en base a la acción fáctica y no a la acción significante. Cuando se recobra la memoria
se genera la planificación, es decir la identidad en términos dinámicos.
Dichos sujetos constituyen su subjetividad en relación a los otros apelando al sentido de pertenencia cohesión y
protección. Como ocurre en cualquier espacio social hay una necesidad de pertenecer y agradar al “otro”. Se
constituyen en situación, reconociéndose como parte de algo, desde la constitución de un nosotros. El grupo
cumple la función de brindar un sentido de identidad que es necesario para la construcción y supervivencia del
sujeto en lo individual y lo colectivo.
Los ritos de situación filian a un grupo, se constituyen sobre la transmisión entre pares, el otro es un próximo, no
un semejante, es el que comparte mi circunstancia, con el que establezco fidelidades. El rito del bautismo se
constituye en una forma de afirmación del yo, implica alcanzar un estatuto de respetabilidad dentro del grupo.
A diferencia de los ritos transgeneracionales que producen filiación duradera marcan pertenencias y habilitan la
transferencia de lo heredado hacia otras situaciones. Dicha transmisión filian a una trama simbólica que lo habilita
para desenvolverse en el mundo.
La incorporación de la violencia como ritual suele ser un rasgo común entre los grupos marginales así como
también dentro de lo que se denominan “tribus urbanas”. Esto puede ser interpretado como una apropiación
3. simbólica de la violencia que está presente en el medio social y que asedia permanentemente: la violencia
familiar, la violencia en la calle. Estas nuevas concepciones, conocidas como “tribus urbanas” suelen defender
concepciones ideológicas y estar dotadas de recursos simbólicos que les da una imagen social. En cambio los
grupos pertenecientes a los sectores excluidos carecen de esas características, o las tienen en un nivel muy
rudimentario, debido a un nivel cultural inferior y a condiciones de una marginalidad extrema. Podría decirse que
en la dinámica de dichos grupos se confiere visibilidad al sujeto marginal de la globalización. Lejos de las
oportunidades que promete el sistema capitalista, estos jóvenes se refugian en las fuentes alternativas de
autoestima que tienen a su disposición; como la lógica del “aguante” y el “choreo”, en los grupos marginales.
La droga suele estar asociada al robo, al descontrol y al peligro público. En los sectores de riesgo el consumo es
una práctica que trasluce un modo de procesar la existencia. La droga es una marca que enlaza a un nosotros
imaginario. En este sentido el consumo no puede despegarse de la forma de socialización de los modos de estar
con los otros. La droga esta en todas partes, disponible como material de socialización y que sirve como nexo
para entablar relaciones
El consumo en la forma en que se materializa en dichos sectores, lejos de constituirse como un transgresión, se
liga mas al acto de consumir y consumirse que al intento de producir paraísos artificiales.
BIBLIOGRAFIA:
“ESTRATEGIAS DE ELABORACION DE IDENTIDAD”, DOLORES JULIANO.
“CULTURA”, SILVIA MONTENEGRO.
“CHICOS EN BANDA, LOS CAMINOS DE LA SUBJETIVIDAD EN EL DECLIVE DE LAS
INSTITUCIONES”, SILVIA DUSCHATZKY/ CRISTINA COREA.
“LO QUE QUEDA DE LA ESCUELA”, ESTANISLAO ANTELO/ FABIAN BERTIN/ SILVIA
DUSTCHAZKY/ M. DEL CARMEN FERNANDEZ/ JORGE LARROSA/ PATRICIA REDONDO/
GUILLERMO RIOS/ SILCIA SERRA/ MYRIAN SUTHWELL.
ARTICULO: “LA APARIENCIA ES PREPONDERNATE”.
ARTICULO:”MASCARAS DE FRATERNIDAD/ EN BUSCA DE LA DIFERENCIA”, DIARIO LA CAPITAL.
ARTICULO: “LA DISCRIMINACION CONTINUA”, SOCIOLOGO LELIO MARMORA.
ARTICULO: “CONSTRUCCION SOCIAL DE LA DISCRIMINACION”.
ARTICULO: “TRIBUS URBANAS: FLOGGERS Y EMOS/ MITOS Y VERDADES”, DANIELA FAJARDO.