2. En un reino muy, muy pero
que muy lejano, vivía Javier,
el príncipe de Egoísmolandia
Javier era un niño de cinco
años y tenías un problema
muy grande: era el niño más
3. Un día, llegó a su reino una
fantástica juguetera, que
hacía los juguetes más
maravillosos que hayáis visto
jamás, unos juguetes
4. Cuando el príncipe se
enteró de la llegada de la
juguetera, fue
rápidamente a buscarla y
le pidió que se quedase
en su palacio y le crease
cada día un maravilloso
juguete nuevo.
La juguetera aceptó,
pero advirtió al príncipe
que debía jugar cada día
un rato con todos los
5. Y así fue. La juguetera le
hacía al príncipe cada día un
juguete nuevo, y él jugaba
cada día un rato con cada
juguete.
6. Pero, llegó el día en el
que tenía tantísimos
juguetes que no tenía
tiempo para jugar con
todos ellos , asique
decidió irse a la cama.
Pero cuando iba a
acostarse, los
juguetes con los que
no había jugado se
enfadaron y se
pusieron delante del
príncipe a pedirle que
jugara con ellos.
Al príncipe ya no le
7. Porque es inútil tener juguetes con los que no
juego en lugar de compartirlos.
Un día, mirando
por la ventana del
palacio, vio a una
niña y a un niño
que jugaban y se
reían con una
simple piedra.
Al príncipe se le
ocurrió una idea:
Tal vez, sería
mejor compartir
mis juguetes con
los niños que no
8. Así, el príncipe Javier, se
quedó sólo con unos pocos
juguetes con los que jugaba
cada día y lo pasaba de