Las fluctuaciones en nuestro estado de ánimo son normales, pero cuando nos quedamos caídos en el suelo del desánimo, esto puede ser catastrófico. Lo que suele ocasionarlo, es la falta de propósito, y estar comprometidos con nuestras metas. Dios nos tiene en sus sueños y planes como triunfadores. Avancemos mirando al blanco, afirmados en la fe y la determinación.