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Primera edición en español publicada en 2019 por Círculo Pancriollista de
Investigaciones.
The Way of Men, Copyright © 2012 por Jack Donovan
Reeditado en formato digital por Jack Donovan y Brutal Company LLC por
acuerdo con traductores.
Todos los derechos reservados.
Traducción:
The Way of Men
por Miguel RV
Revisión y Corrección: Sebastián Vera
Para más del trabajo de Jack Donovan, vaya a:
www.jack-donovan.com
Instagram: @starttheworld
YouTube: www.youtube.com/user/mrjdonovan/
PREFACIO
EL CAMINO DE LOS HOMBRES ES EL CAMINO DE LA BANDA
EL PERÍMETRO
LAS VIRTUDES TÁCTICAS
FUERZA
CORAJE
MAESTRÍA
HONOR
SOBRE SER UN BUEN HOMBRE
VIDA DE MALEANTES: LA HISTORIA DE ROMA
CHEQUEO A LA CIVILIZACIÓN
LA SOCIEDAD MASTURBATORIA BONOBO
¿QUÉ ES LO MEJOR DE LA VIDA?
INICIAR EL MUNDO
CÓMO INICIAR UNA BANDA
SOBRE LAS TRADUCCIONES
“… la cultura de las bandas es la esencia de la masculinidad patriarcal.”
— bell hooks
PREFACIO
Os presento este libro sin ego alguno.
No es publicidad de mi propia hombría, ni una fanfarronada para adular a los
hombres de mi tribu.
Este libro es mi respuesta a la pregunta: “¿Qué es la masculinidad?”.
Si los hombres tienen un camino determinado y hay un camino para la
virilidad, entonces: “¿Cuál es El Camino de los Hombres?”.
Durante décadas, la gente ha estado hablando de una “crisis” de la
masculinidad. Nuestros dirigentes han creado un mundo sin contar con los
hombres, un mundo que no los acepta y al que no le importa lo que éstos
quieran. Nuestro mundo le pide a los hombres que cambien “para mejor”,
pero les ofrece menos de lo que tenían sus padres y abuelos. Las voces que
hablan en nombre del futuro dicen que los hombres deben abandonar su
antiguo camino y encontrar uno nuevo. ¿Pero cuál es ese camino y a dónde
lleva?
Mientras entendía El Camino de los Hombres, empecé a ser más consciente
de su posición actual y hacia donde se dirigen. Me preguntaba si había un
camino que los hombres pudieran seguir a su manera hacia un futuro que les
perteneciera.
Esa es la senda de este libro. Puede que mis respuestas no sean las que
esperáis, pero son las únicas que han satisfecho mi investigación.
Jack Donovan
Marzo, 2012
Milwaukie, Oregón
EL CAMINO DE LOS HOMBRES
ES EL CAMINO DE LA BANDA
Cuando alguien le dice a un hombre que sea un hombre, quiere decir que hay
un camino para ser un hombre. Un hombre no es solo algo que ser—también
es una forma de ser, una senda que seguir y un camino que andar. Algunos
pretenden que la masculinidad lo sea todo. Otros creen que no significa nada
en absoluto. Ser bueno siendo un hombre no puede serlo todo, pero siempre
ha significado algo.
La mayoría de tradiciones han visto la masculinidad y la feminidad como
opuestos complementarios. Tiene sentido decir que la masculinidad es
aquello que es menos femenino y la feminidad es aquello que es menos
masculino, pero decir esto no nos dice mucho sobre El Camino de los
Hombres.
Los niños y las niñas no se emparejan al nacer y se escabullen juntos hacia
una cueva fría y húmeda. Los humanos siempre han sido animales sociales.
Vivimos en grupos cooperativos. Nuestros cuerpos nos clasifican en grupos
de machos o hembras. Interactuamos socialmente como miembros de un
grupo o del otro. Estos grupos no son arbitrarios o culturales—son primarios
y biológicos. Los machos tienen que relacionarse con grupos masculinos y
con grupos femeninos como machos. Los machos no están simplemente
reaccionando ante las hembras. Reaccionamos ante otros machos, como
machos. Quiénes somos tiene mucho que ver con cómo nos vemos en
relación con otros machos, como miembros de un grupo masculino.
Un hombre no es solo un hombre, sino un hombre entre hombres, en un
mundo de hombres. Ser bueno siendo un hombre tiene más que ver con la
habilidad para tener éxito con hombres y en grupos de hombres de lo que
tiene que ver con su relación respecto a cualquier mujer o grupo de mujeres.
Cuando alguien le dice a un hombre que sea un hombre, le dice que sea más
como otros hombres, más como la mayoría de hombres e, idealmente, más
como los hombres a los que otros hombres tienen en alta consideración.
Las mujeres creen que pueden mejorar a los hombres convirtiendo la
masculinidad en lo que las mujeres quieren de los hombres. Los hombres
quieren que las mujeres los anhelen, pero la aprobación femenina no es lo
único que les importa a los hombres. Cuando los hombres compiten entre
ellos por status, están compitiendo por la aprobación de los otros. Las
mujeres que los hombres encuentran más deseables se han sentido,
históricamente, atraídas —o han sido reclamadas— por hombres que eran
temidos o reverenciados por otros hombres. La aprobación femenina ha sido,
normalmente, una consecuencia de la aprobación masculina.
La masculinidad consiste en ser un hombre dentro de un grupo de hombres.
Por encima de todo, la masculinidad consiste en lo que los hombres
quieren de otros hombres.
Si El Camino de los Hombres parece confuso es únicamente porque hay
muchos grupos diferentes de hombres que quieren muchas cosas diferentes
de los hombres. Los hombres asentados en la riqueza y el poder siempre han
querido hombres que creyeran que ser un hombre consistía en servicio y
obediencia, o que la hombría podía probarse ateniéndose a la riqueza y al
poder conseguidos por medio de los canales establecidos. Los hombres
religiosos e ideológicos siempre han querido hombres que creyeran que ser
un hombre era un esfuerzo espiritual o moral, y que la hombría podía
probarse a través de varios medios de autocontrol, autonegación,
autosacrificio o evangelismos. Los hombres que tienen algo que vender
siempre han querido hombres que crean que la masculinidad puede probarse
o mejorarse comprándola.
En una tribu unida, con un fuerte sentimiento de identidad propia, hay cierta
armonía entre los intereses de los grupos masculinos y El Camino de los
Hombres parece lo suficientemente sencillo. En una civilización compleja,
cosmopolita, individualista y desunida, con muchas identidades aguadas, à la
carte, El Camino de los Hombres es incierto. Los caminos pregonados por los
ricos y poderosos están mezclados con los de gurús e ideólogos, y revueltos
con las bagatelas de los comerciantes en tal caos que resulta fácil ver por qué
algunos dicen que la masculinidad puede significar cualquier cosa, todo o
nada en absoluto. Añade a esto las “mejoras” sugeridas por las mujeres y El
Camino de los Hombres se convierte en un mapa indescifrable hacia un
vertedero de ideales.
Para comprender quiénes son los hombres, qué tienen en común y por qué
luchan entre ellos para probar su valía, reduce los grupos masculinos a su
forma nuclear. Las inmensas y complejas civilizaciones conformadas por
millones de personas son relativamente nuevas para los hombres. Durante la
mayor parte de su vida en este planeta, los hombres se han organizado en
pequeñas bandas de supervivencia contra un entorno hostil, compitiendo por
las mujeres y los recursos con otras bandas de hombres. Comprender cómo
reaccionan los hombres frente a otros hombres requiere comprender su
unidad social más básica. Comprender lo que los hombres quieren de otros
hombres requiere comprender lo que han necesitado más a menudo de los
demás, y entender cómo han encajado estas necesidades en la psicología
masculina.
Liberados de pretensiones morales y despojados de costumbres populares, la
masculinidad en bruto, que todo hombre conoce en sus entrañas, tiene que
ver con ser bueno en ser un hombre dentro de una pequeña banda de
hombres, asediada y luchando para sobrevivir.
El Camino de los Hombres es el camino de la banda.
EL PERÍMETRO
Sois parte de un pequeño grupo humano luchando para seguir vivos.
El porqué no importa.
Conquista, guerra, muerte, hambre o enfermedad—cualquiera de Los Jinetes
lo hará.
Podríais ser nuestros ancestros primitivos, podríais ser unos pioneros,
podríais haber quedado abandonados en alguna localización remota, podrías
ser supervivientes de un holocausto nuclear o un apocalipsis zombie. De
nuevo, no importa. Para los humanos sin acceso a tecnología avanzada, el
escenario funciona más o menos de la misma manera.
Tenéis que definir vuestro grupo. Tenéis que definir quién está dentro y quién
está fuera, y necesitáis identificar las amenazas potenciales. Necesitáis crear y
mantener alguna clase de zona segura alrededor del perímetro de vuestro
grupo. Todos tendrán que contribuir a la supervivencia del grupo de alguna
manera, salvo que el grupo acuerde proteger y alimentar a alguien que no
pueda contribuir debido a su edad o enfermedad. Para los que pueden
trabajar, tendréis que decidir quién hace qué, basándoos en lo que se les da
bien, en quiénes trabajan bien juntos y en lo que tiene más sentido práctico.
CAZANDO Y LUCHANDO
Cazar y luchar son dos de las tareas más peligrosas que tendréis que realizar
para continuar vivos.
Para desarrollarse, los humanos necesitan proteína y grasa. Podéis obtener
suficiente proteína y grasa de los vegetales, pero sin una granja consolidada
os veréis duramente obligados a reunir suficientes vegetales para cumplir con
vuestras necesidades nutricionales. Un animal grande puede proporcionar
proteína y grasa para varios días—incluso más si sabéis conservar la carne.
El problema con los animales grandes y ricos en proteínas es que no quieren
morir. La carne es músculo, y el músculo hace fuertes a los animales—a
menudo más fuertes que a los hombres. Las bestias salvajes vienen equipadas
con colmillos, cuernos, pezuñas, garras y dientes afilados. Lucharán por sus
vidas. Derribar a un animal grande y rico en proteínas será peligroso.
Requerirá fuerza, coraje, técnica y trabajo en equipo. Para encontrar comida
también es necesario explorar—aventurarse en lo desconocido— ¿y quién
sabe qué acecha ahí fuera?
Si vais a sobrevivir, vuestro grupo necesita protección frente a los
depredadores—animales, humanos, alienígenas o no-muertos. Si hay algo o
alguien ahí fuera que quiere lo que tenéis y está dispuesto a luchar por ello,
vais a tener que averiguar quiénes de vuestro grupo están dispuestos a pelear.
Querréis a la gente más preparada para luchar vigilando, defendiendo todo lo
que os importa o saliendo fuera a eliminar la amenaza potencial. Si alguien o
algo tiene lo que necesitáis, la mejor manera de conseguirlo podría ser
tomándolo. ¿Quiénes de vuestro grupo estarán dispuestos y serán capaces de
hacerlo?
Tal vez haya hembras en vuestro grupo. Tal vez no. Si tenéis hembras, no
tendrán acceso a medidas de control de natalidad fiables. Machos y hembras
no dejarán de tener sexo y las hembras se quedaran embarazadas. Los
humanos son mamíferos y, como la mayoría de mamíferos, la mayor parte de
la carga reproductiva recaerá en las hembras. No es justo, pero la naturaleza
no es justa. Incluso las mujeres fuertes y agresivas se vuelven más
vulnerables y pierden movilidad durante la gestación. Incluso las mujeres
duras amamantarán a sus crías. Se vinculan a sus retoños y se hacen cargo de
ellos rápidamente. Los bebés están indefensos y los niños son vulnerables
durante años.
Aunque no hubiera otras diferencias físicas o mentales entre hombres y
mujeres, en un entorno hostil, las realidades biológicas de la reproducción
humana aún dictarían que, con el tiempo, los hombres estarían
mayoritariamente encargados de explorar, cazar, luchar, construir y defender.
Los hombres tendrían más tiempo para especializarse y desarrollar las
habilidades necesarias para sobresalir en esas tareas. No tendrían excusa para
no hacerlo.
Los hombres nunca se quedarán embarazados, nunca amamantarán y se
encargarán menos de sus hijos. Incluso puede que no sepan cuáles son suyos.
Las mujeres saben de quién son sus hijos. Los hijos no dependen de los
padres en la misma medida que dependen de sus madres. Los hombres son
más libres para asumir riesgos en pos del bien del grupo, con la creencia de
que su prole vivirá.
Tal y como son las cosas, hay diferencias biológicas entre hombres y mujeres
que poco tienen que ver con el embarazo y el amamantamiento. Por lo
general, los hombres son más grandes y fuertes que las mujeres. Los hombres
son más atrevidos, y probablemente están más mecánicamente inclinados y
son mejores en lo que se refiere a navegación. Los hombres están
programados para los juegos agresivos. Los hombres con la testosterona alta
asumen más riesgos y buscan más emociones. Están más interesados en
competir por status y, cuando ganan, sus cuerpos les proporcionan un
subidón de dopamina y más testosterona.1
Como vuestro grupo está luchando por sobrevivir, cada decisión cuenta. Si le
asignáis el trabajo equivocado a la persona equivocada, esa persona podría
morir, tú podrías morir, otra persona podría morir, o todos podríais morir. A
causa de las diferencias entre sexos, la mejor persona para trabajos que
requieran exploración, caza, lucha, construcción o defensa será,
normalmente, un macho. No es ningún prejuicio cultural arbitrario; es el tipo
de discriminación estratégica vital que mantendrá vivo a vuestro grupo.
Los humanos, al igual que los chimpancés, a menudo cazarán en equipo
porque la caza cooperativa es más efectiva que en solitario. Cuando juntas a
un equipo —cualquier clase de equipo— las habilidades en bruto de vuestros
candidatos no son los únicos factores a tener en cuenta. También tendréis que
considerar la dinámica social del equipo. ¿Qué personas trabajarán mejor
juntas? Como líder, querrás crear sinergias, reducir las distracciones y evitar
conflictos dentro del grupo. Los machos competirán por status dentro de
cualquier grupo, pero también competirán por las hembras. Eliminar una
segunda barrera potencial de celos y antagonismo podría ser razón suficiente
para elegir a un macho antes que a una hembra.
Si hay hembras en vuestro grupo, tendrán mucho trabajo duro y necesario que
realizar. Cada uno tendrá que cargar con su propio peso, pero la caza y la
lucha casi siempre recaerán sobre los hombres. Cuando las vidas estén en
juego, la gente apartará las etiquetas de igualdad y tomará esa misma decisión
una y otra vez, porque tiene más sentido.
En esta división práctica del trabajo es donde comienza el mundo masculino.
EL GRUPO-BANDA
Thomas Hobbes escribió que, cuando los hombres viven sin miedo a un
poder común, viven en un estado de “guerra”. En guerra, los hombres se
enfrentan unos contra otros.
La idea de guerra de Hobbes es interesante a nivel teórico, pero su guerra de
todos contra todos no es el estado natural para los hombres. Es natural para
un hombre perseguir sus propios intereses, pero esos intereses unen a los
hombres rápidamente. Un solitario no tiene a quién pedir ayuda, nadie que
vigile su espalda, nadie que lo proteja cuando duerme. Los hombres tienen
más posibilidades de sobrevivir juntos que por separado. Siempre han cazado
y luchado en pequeños equipos. El estado natural de guerra es un conflicto
continuado entre pequeñas bandas de hombres.
Los chimpancés se organizan en grupos-bandas, lo que significa que cambian
el tamaño de los grupos en función de las circunstancias. Se unen en grandes
grupos y construyen alianzas por motivos estratégicos, para aparearse y para
compartir recursos. Cuando las circunstancias cambian, se dividen en grupos
más pequeños y partidas de caza. Los grupos más pequeños —las bandas—
son los más unidos y estables. Los machos son leales y rara vez cambian de
banda. Las hembras se unen a los machos a veces para cazar, pero son más
proclives a cambiar de banda a lo largo del tiempo.
Los hombres se organizan de la misma manera.
Tomemos, por ejemplo, las unidades militares:
—Ejército: 80.000 - 200.000 miembros
—Cuerpo: 20.000 - 45.000 miembros
—División: 10.000 - 15.000 miembros
—Brigada: 3.000 - 5.000 miembros
—Regimiento: 3.000 - 5.000 miembros
—Batallón: 300 - 1.300 miembros
—Compañía: 80 - 225 miembros
—Pelotón: 26 - 55 miembros
—Sección/Patrulla/Escuadrón: 8 - 13 miembros
—Escuadra: 2 - 4 miembros
Todos los hombres de un determinado ejército son parte del mismo gran
equipo, pero la fuerza del vínculo entre hombres se incrementa conforme
decrece el tamaño de la unidad. En grupos más pequeños, los hombres son
más leales entre sí.
Cuando el escritor Sebastian Junger preguntó a soldados estadounidenses en
Afganistán acerca de sus lealtades, le dijeron que “sin ninguna duda,
arriesgarían sus vidas por cualquiera del pelotón o de la compañía, pero que
ese sentimiento disminuía rápidamente a partir de ahí. Para cuando llegabas
al nivel de la brigada —tres o cuatro mil hombres— todo sentimiento de
metas o identidad comunes era prácticamente teórico”.2 La rivalidad entre
grupos es frecuente. Cada grupo tiene su propia regalía, sus propias
tradiciones, su propio simbolismo e historia común.
Algunos investigadores creen que el cerebro humano solo puede procesar
información suficiente para mantener relaciones significativas con unas 150
personas en un período determinado.3 Es, más o menos, el tamaño de una
compañía militar, pero también el tamaño de la típica tribu humana primitiva,
y aproximadamente el número de “amigos” con los que la mayoría de la
gente contacta regularmente a través de las redes sociales.
Dentro de esa tribu de 150, la gente forma incluso grupos más pequeños. ¿A
cuánta gente le prestarías mucho dinero? ¿Con cuántas personas contarías en
caso de emergencia? ¿Cuántas personas podrían contar contigo?
Si eres como la mayoría, ese número se reduce al tamaño de un pelotón, un
escuadrón o incluso a una escuadra. El tamaño de los equipos para la mayoría
de los deportes grupales varía entre una escuadra y un pelotón. Los equipos
de fútbol americano tienen unos 50 miembros en plantilla, pero solo hay 11
en el campo a la vez. Los equipos de béisbol tienen 25 miembros, con 9
hombres sobre el campo. En los equipos de fútbol juegan entre 7 y 11
miembros. En los equipos de baloncesto juegan 5. Los de waterpolo meten 7
en la piscina.
Los hombres retornan al tamaño de banda arquetípico, incluso para la
narración y el esparcimiento. ¿Cuántos personajes principales hay en tus
libros, películas o series favoritas? Esa cantidad también funciona con la
religión y los mitos. Jesús tenía 12 apóstoles. ¿Cuántos dioses griegos puedes
nombrar? ¿Y nórdicos?
El grupo de 2 a 15 hombres es una zona cómoda. Es un tamaño de equipo
efectivo para maniobras tácticas, pero también es socialmente manejable.
Puedes conocer realmente a esos tipos a la vez. Puedes mantener una buena
relación de trabajo y una historia social significativa con unos 100. Más allá,
la conexión se vuelve extremadamente superficial, la confianza se rompe y
son necesarias más reglas y códigos —siempre conservados bajo la amenaza
de la violencia— para mantener “unidos” a los hombres. En momentos de
tensión —cuando los recursos escasean, cuando el sistema de reglas y
códigos se derrumba, cuando hay un lapso en su cumplimiento, o cuando los
hombres tienen poco que perder y mucho que ganar infringiendo la ley— es
El Camino de los Hombres el que quiebra los grandes grupos y opera en
bandas pequeñas y ágiles.
La banda del tamaño escuadra-pelotón es nuestra unidad más pequeña. Más
allá de nosotros están ellos, y la línea que separa el nosotros del ellos es un
círculo de confianza.
TRAZANDO EL PERÍMETRO
La primera tarea de los hombres en momentos desesperados siempre ha sido
establecer y asegurar “el perímetro”.
Imaginaos de nuevo en vuestro escenario de supervivencia. Las personas no
pueden luchar, cazar y matar día y noche, eternamente. Los humanos tienen
que dormir, tienen que comer y necesitan desconectar. Necesitáis crear un
espacio seguro y establecer un campamento en alguna parte.
También tenéis que localizar algunos recursos deseables, como el acceso al
agua y la comida. Una de las primeras cosas que tendréis que tener en cuenta
es si el punto os hace vulnerables frente a ataques de depredadores o grupos
desconocidos de hombres. Después hacéis un reconocimiento básico —
comprobáis los alrededores buscando evidencias de otra tribu o bestias no
deseadas. Cansados y satisfechos, tus compañeros y tú montáis un
campamento base y vigiláis un perímetro rudimentario.
La supervivencia de vuestro grupo dependerá de vuestra habilidad para
reclamar con éxito la tierra y conservarla.
Cuando reclamáis un territorio y trazáis un perímetro, esa línea pasa a separar
vuestro grupo del resto del mundo. La gente de dentro del perímetro se
convierte en nosotros y todo lo demás fuera del perímetro, conocido o
desconocido, pasa a ser ellos.
Más allá de la luz de vuestra hoguera está la oscuridad. Ellos están justo
después del centelleo de vuestro fuego, ahí fuera en lo oscuro. Ellos pueden
ser animales salvajes, zombies, robots asesinos o dragones. Ellos también
pueden ser otros hombres. Los hombres saben lo que necesitan los hombres,
y lo que quieren. Si vuestros hombres tienen algo que los hombres quieren o
necesitan, tendréis que tener cuidado con otros hombres. Las cosas que tienen
valor para los hombres —herramientas, comida, agua, mujeres, ganado,
refugio o incluso buenas tierras— tendrán que ser protegidas de otros
hombres que podrían estar lo suficientemente desesperados como para
haceros daño para conseguirlas. El perímetro separa a los hombres en los que
confiáis de los que no confiáis, o no conocéis lo suficiente para confiar en
ellos.
A la gente le gusta hacer amigos. Estar constantemente a la defensiva es
estresante. La mayoría de las personas quieren confiar en otras personas. La
mayoría de la gente quiere poder relajarse. Si sois listos, hasta que los
conozcáis, ellos seguirán ahí fuera, al otro lado del perímetro. Incluso si
bajáis la guardia para cooperar, puede o puede que no los absorbáis en el
nosotros. Mientras los hombres mantengan identidades separadas, siempre
existe la posibilidad de que ellos decidan anteponer sus intereses a los
vuestros. En los momentos difíciles, los acuerdos entre grupos se vienen
abajo. La competición genera animosidad, y los hombres se deshumanizan
entre ellos para tomar las duras decisiones necesarias para la supervivencia de
su propio grupo.
Si juntáis machos durante un corto período de tiempo, y les dais algo por lo
que competir, formarán un equipo nosotros vs ellos. Esto fue excelentemente
ilustrado por el “Experimento de la Cueva de los Ladrones” de Muzafer
Sherif. Los psicólogos sociales separaron dos grupos de chicos y los
obligaron a competir. Cada grupo de niños creó un sentido del nosotros
basado en lo que les gustaba de sí mismos o en cómo se imaginaban ellos.
También crearon caricaturas negativas del otro grupo. Los grupos se
volvieron hostiles el uno contra el otro. Sin embargo, cuando los
investigadores les dieron un buen motivo para cooperar, las bandas
enfrentadas fueron capaces de aparcar sus diferencias y unirse en un grupo
más grande.
Siempre ha sido tarea de los hombres el trazar un perímetro para establecer
un espacio seguro, para separarnos a nosotros de ellos y crear un círculo de
confianza.
El descubrimiento de nuevas tierras en las Américas lo hizo nuevamente
posible en la historia humana reciente. Pequeños grupos de hombres se
aventuraron en territorio desconocido porque creían que podían conseguir
más arriesgándose, de lo que podían esperar obtener por medio de los canales
establecidos en el viejo mundo. Desafiaron a lo salvaje, establecieron
campamentos y reinventaron la civilización mientras el resto del mundo
miraba. Ahí fuera, en la oscuridad, había indios, osos, serpientes y otras
bandas de hombres dispuestos a usar la violencia para hacerse con lo que
querían. Tanto los colonos como los nativos eran hombres asediados y tenían
que consolidarse frente a las fuerzas externas. Debían decidir en quién podían
confiar, en quién no y qué necesitaban de los hombres a su alrededor.
La historia del Oeste Americano es solo una historia. ¿Cuántas bandas,
familias, tribus y naciones han sido fundadas por un pequeño grupo de
hombres que se aventuraron solos, reclamaron la tierra, la defendieron, la
aseguraron y echaron raíces? Si los hombres nunca hubieran hecho esto, no
habría gente viviendo en todos los continentes hoy en día.
UN ROL ESPECIAL
Habéis decidido quién está dentro y quién fuera. Habéis decidido en quién
confiáis y en quién no. Vigiláis el perímetro, protegiendo lo que está dentro
de la luz centelleante, defendiendo todo lo que significa algo para vosotros y
los hombres que os apoyan. Todo recae sobre vosotros, los guardianes,
porque sabéis que si falláis en vuestro trabajo no puede haber felicidad
humana, ni vida familiar, ni historias, ni arte, ni música. Vuestro papel en los
sangrientos límites de la frontera entre ellos y nosotros está por encima de
cualquier otro rol que tengáis dentro del espacio protegido. El vuestro es un
rol especial, y vuestro valor para los otros hombres, que comparten dicha
responsabilidad, quedará determinado por lo dispuestos y capaces que seáis
para cumplir dicho papel.
Los otros hombres tendrán que saber que pueden confiar en vosotros, porque
todo cuenta, y vuestras debilidades, miedos o incompetencia podrían matarlos
o poner en riesgo al grupo entero. Los hombres que son buenos en esta tarea
—hombres que son buenos en la tarea de ser hombres— se ganarán el respeto
y la confianza del grupo. Esos hombres serán honrados y tratados mejor que
los hombres que son desleales o de poca confianza. Los hombres que
consiguen victorias en los momentos de mayor peligro adquieren el más alto
status entre el resto. Serán tratados como héroes, y otros hombres —
especialmente los jóvenes— los emularán.
En una sociedad compleja, casi todos nosotros vivimos bien dentro del
perímetro. Creamos nuestros propios círculos y camarillas, y los defendemos
metafóricamente. Incluimos o excluimos gente por toda clase de motivos.
Lejos de cualquier frontera que separe la amenaza de la seguridad, la gente
celebra cualidades que no tienen casi nada que ver con la supervivencia. El
rebaño bala por cantantes, diseñadores, charlatanes y personas cuyo únicos
talentos son ser graciosos o guapos. Los pastores los guían en círculos
siempre hacia más de lo mismo.
Cuando los hombres se evalúan entre sí como hombres, aún buscan las
mismas virtudes que necesitarían para proteger el perímetro. Los hombres
responden y admiran las cualidades que harían a los hombres útiles y
prácticos en una emergencia. Los hombres siempre han tenido un rol
especial, y aún se juzgan entre ellos de acuerdo a las demandas de dicho rol
como guardián en una banda, luchando por la supervivencia contra la
perdición de los invasores. Todo lo que tiene que ver específicamente con ser
un hombre —no solo una persona— tiene que ver con ese rol.
Mientras estáis espalda con espalda, deteniendo el avance del olvido, ¿qué
necesitáis de los hombres de vuestro grupo? Mientras cerráis un estrecho
círculo en torno a un peligroso juego que podría alimentaros durante una
semana, ¿qué clase de hombres queréis a vuestro lado?
LAS VIRTUDES TÁCTICAS
Vir es la palabra latina para “hombre”. La palabra “virtud” proviene del latín
“virtus”. Para los primeros romanos, virtus significaba virilidad, y virilidad
significaba valor marcial.4 Demostrar la virtus significaba mostrar fuerza,
coraje y lealtad a la tribu mientras atacaban o se defendían de los enemigos
de Roma.
Conforme los romanos tenían más éxito y su civilización se volvía más
compleja, dejó de ser necesario que todos sus hombres cazasen o luchasen. El
combate tenía lugar en el borde del perímetro, y el límite de lucha de la
civilización romana se desplazó hacia el exterior. Para los hombres que
estaban en la parte más interna del círculo, la virilidad cada vez se hizo más
metafórica5. Los hombres que realizaban otros trabajos podían satisfacer su
necesidad de ser vistos como hombres, entre hombres, luchando
metafóricamente, demostrando valor social, dominando sus deseos y
comportándose éticamente. El significado de la palabra virtus y la idea
romana de la virilidad se expandieron para incluir valores que no eran
simples virtudes de supervivencia, sino también virtudes cívicas y morales.
Las definiciones de virilidad se expandieron para incluir otras virtudes,
conforme las civilizaciones crecían. Sin embargo, estas otras virtudes son
menos específicas de los hombres, a diferencia de las virtudes de lucha, y
varían más de una cultura a otra. La virtud “civilizada” consiste en ser una
buena persona, un buen ciudadano, un buen miembro de una sociedad en
concreto. Las virtudes principales deberían estar directamente relacionadas
con la virilidad. Las virtudes que los hombres de todo el mundo reconocen
como virtudes principales son las virtudes de la lucha. Las películas épicas y
de acción funcionan bien porque apelan a algo básico en la condición
masculina —un deseo de luchar y ganar, de pelear por algo, de luchar por
sobrevivir, de demostrar tu valía a otros hombres.
Las virtudes específicamente asociadas con ser un hombre esbozan una tosca
filosofía de vida, una forma de ser que es también una estrategia para
prevalecer en tiempos peligrosos y desesperados. El Camino de los Hombres
es una ética táctica.
Si estáis luchando para seguir vivos y estáis rodeados de amenazas
potenciales, ¿qué necesitáis de los hombres que están peleando con vosotros?
¿Qué necesitáis de nosotros para repelerlos a ellos?
Si comer significa afrontar el peligro juntos, ¿a quién queréis llevar con
vosotros?
¿Qué virtudes necesitáis cultivar en vosotros mismos y en los hombres a
vuestro alrededor para tener éxito en las tareas de caza y lucha?
Cuando vuestras vidas y las vidas de las personas que os importan dependan
de ello, necesitaréis que los hombres a vuestro alrededor sean tan fuertes
como sea posible. Vivir sin la ayuda de tecnología avanzada requiere de
espaldas fuertes y esfuerzo. Necesitaréis hombres fuertes para repeler a otros
hombres fuertes.
No querréis que los hombres de vuestra banda sean imprudentes, sino que
sean valerosos cuando haga falta. Un hombre que corre cuando el grupo lo
necesita podría poner vuestras vidas en peligro.
Querréis hombres que sean competentes, que puedan llevar a cabo el trabajo.
¿Quién quiere estar rodeado de imbéciles y metepatas? Los hombres que
cacen y luchen tendrán que demostrar dominio de las habilidades que vuestro
grupo use para cazar y luchar. Un poco de inventiva tampoco haría daño.
También necesitaréis que vuestros hombres se comprometan. Querréis saber
que los hombres a vuestro lado son nosotros y no ellos. Necesitaréis poder
contar con ellos en momentos de crisis. Queréis tipos que os cuiden las
espaldas. No se puede confiar o depender de hombres a los que no les
importa lo que otros hombres piensen de ellos. Si sois listos, querréis que los
otros hombres prueben que están comprometidos con el equipo. Querréis que
demuestren que se preocupan por su reputación dentro de la banda, y querréis
que demuestren que se preocupan por la reputación de la banda entre otras
bandas.
Fuerza, Coraje, Maestría y Honor.
Estas son las virtudes prácticas de los hombres que deben confiar entre sí en
el peor escenario posible. Fuerza, Coraje, Maestría y Honor son virtudes
simples y funcionales. Son las virtudes de hombres que deben responder ante
sus hermanos en primer lugar, ya sean estos hombres buenos o deshonestos.
Estas virtudes tácticas apuntan hacia el triunfo. Son amorales, pero no
inmorales. Su moralidad es primitiva y reside en un círculo cerrado. Las
virtudes tácticas no se preocupan de cuestiones morales abstractas sobre el
bien y el mal universales. Lo que está bien es lo que gana y lo que está mal es
lo que pierde, porque perder es morir y el final de todo lo que importa.
Fuerza, Coraje, Maestría y Honor son las virtudes que protegen el perímetro;
son las virtudes que nos salvan. Estas son las virtudes que los hombres
necesitan para proteger sus intereses, pero también las virtudes que deben
desarrollar para ir en busca de lo que quieren. Son las virtudes del defensor y
del atacante. Fuerza, Coraje, Maestría y Honor no pertenecen a ningún dios,
aunque muchos dioses las reclaman. Sea lo que sea por lo que luchen los
hombres, Fuerza, Coraje, Maestría y Honor son lo que deben exigirse entre
ellos si quieren ganar.
Fuerza, Coraje, Maestría y Honor son las virtudes alfa de todos los hombres
del mundo. Son virtudes masculinas fundamentales, porque sin ellas no se
pueden considerar las virtudes “elevadas”. Necesitáis estar vivos para
filosofar. Podéis añadir a estas virtudes y crear reglas y códigos morales para
dirigirlas, pero si las elimináis de la ecuación no solo estáis dejando atrás las
virtudes específicas de los hombres, sino las virtudes que hacen posible la
civilización.
Los hombres que son fuertes, valerosos, competentes y leales serán
respetados y honrados como miembros valiosos del equipo “nosotros”.
No se puede contar con hombres extraordinariamente débiles o temerosos.
Los hombres que son ineptos en algún aspecto importante deben encontrar
una manera de compensarlo —y lo intentarán si son leales y honorables, si
quieren ayudar con la caza y la lucha— o encontrar otra tarea que acometer
en la tribu. Un hombre de lealtad cuestionable, al que no parece importarle lo
que otros hombres piensen de él o cómo se percibe a su tribu, no tendrá la
confianza de la banda de lucha y caza. Los hombres que no puedan cumplir
con el rol principal de hombres, por uno u otro motivo, serán apartados del
grupo de caza y lucha y enviados a trabajar con las mujeres, los niños, los
enfermos y los ancianos.
Los hombres tienen diferentes vocaciones, aptitudes y temperamentos. La
mayoría de los hombres tienen la habilidad de adaptarse al rol de cazar y
luchar, de vivir en el límite del perímetro, pero algunos no serán capaces de
dar la talla. Serán valorados como menos viriles y considerados menos
hombres. Algunos hombres se sentirán dolidos. No es justo, pero la justicia
es un lujo que raramente pueden permitirse los hombres en momentos
desesperados.
Los hombres que quieran evitar ser rechazados por la banda, trabajarán duro
y competirán entre ellos para ganarse el respeto de esta. Los hombres más
fuertes, más valerosos y más competentes por naturaleza, competirán entre
ellos por un status más alto dentro del grupo. Mientras haya algo que
conseguir logrando una posición más elevada dentro de la banda —ya sea
mayor control, más acceso a los recursos o solo la estima de los compañeros
y la comodidad de estar más alto en la jerarquía que los tipos de la base— los
hombres competirán entre ellos por una posición más elevada. Sin embargo,
como los humanos son cazadores cooperativos, el principio del grupo-banda
se reduce hasta el nivel individual. Al igual que los grupos de hombres
compiten entre sí pero se unirán si creen que pueden conseguir más
cooperando, los individuos competirán dentro de una banda cuando no haya
amenazas externas mayores, pero después aparcarán sus diferencias por el
bien del grupo. Los hombres no están programados para luchar o cooperar;
están programados para luchar y cooperar.
Comprender esta habilidad para percibir y priorizar los diferentes niveles de
conflicto es esencial para comprender El Camino de los Hombres y las cuatro
virtudes tácticas. Los hombres cambiarán constantemente de marcha, de la
competencia intragrupal a la competición entre grupos o contra una amenaza
externa.
Es bueno ser más fuerte que otros hombres dentro vuestra banda, pero
también es importante para vuestra banda ser más fuerte que otra banda. Los
hombres retarán a sus camaradas y pondrán a prueba su coraje, pero, en
muchos aspectos, estos retos intragrupales preparan a los hombres para
afrontar la competencia entre grupos. Al igual que es importante para los
hombres el demostrar a sus compañeros que no se dejarán ridiculizar, la
supervivencia de un grupo puede depender de si éste está dispuesto o no a
enfrentarse a otros grupos para proteger sus propios intereses. A los hombres
les encanta exhibir nuevas habilidades y superar a sus colegas, pero dominar
muchas de las mismas habilidades será crucial en las batallas contra la
naturaleza y otros hombres. Los deportes y juegos que más practican los
hombres requieren de la clase de pensamiento estratégico y/o virtuosismo
físico que haría falta en una situación de supervivencia. La reputación de un
hombre puede evitarle enfrentamientos dentro de su grupo, y la reputación de
un grupo puede hacer que sus enemigos se lo piensen dos veces antes de
crear animosidad.
Los sociólogos y los expertos en bandas callejeras hablan, de forma
pintoresca, con menosprecio arrogante y confuso acerca del exceso de
preocupación por la reputación o el deseo de vengar “afrentas”. Pero la
realidad es que los hombres se han comportado así durante la mayor parte de
la historia de la humanidad, y los motivos estratégicos del por qué deberían
resultar obvios para cualquiera que no confíe en la protección policial. Si
nadie va a venir a salvarte, será mejor que seas duro o lo parezcas, y
probablemente querrás tener a tu lado tipos duros, listos y dispuestos para
guardarte las espaldas.
No tengo ni idea de cómo la gente se las apaña para hacerse un lío con algo
tan sencillo y obvio, pero estoy bastante seguro de que nuestros ancestros los
habrían matado y les habrían quitado sus pertenencias.
***
Los cuatro próximos capítulos desarrollarán lo que yo entiendo por Fuerza,
Coraje, Maestría y Honor. Estas simples palabras tienen muchos significados,
y quieren decir cosas diferentes para personas diferentes. Las virtudes
masculinas representan conceptos tan universales que incluso los débiles, los
cobardes, los ineptos y los indignos luchan por encontrar formas para
también poder sentir que personifican esas virtudes. Con cada una de las
cuatro, mostraré por qué están específicamente relacionadas con los hombres,
cómo encajan las mujeres en el cuadro y como se relacionan las virtudes
entre sí. Algunas de las virtudes también tienen múltiples aspectos que
merece la pena analizar.
Después de que hayamos examinado cada una de las virtudes tácticas y las
hayamos considerado amoralmente, abordaré temas de moralidad y ética de
nuevo, y explicaré cuál creo que es la diferencia entre ser un buen hombre y
ser bueno siendo un hombre y por qué no es lo mismo.
FUERZA
Si desmontáis algo o lo modificáis, hay ciertos aspectos que deben
permanecer intactos o ser reemplazados para que conserven su identidad. Sin
ciertas partes, se convierte en otra cosa.
Sin fuerza, la masculinidad se convierte en otra cosa—un concepto diferente.
La fuerza no es un valor arbitrario asignado a los hombres por las culturas
humanas. El incremento de fuerza es una de las diferencias biológicas
fundamentales entre machos y hembras. A parte del sistema de cañerías
reproductoras básico, tener más fuerza es una de las diferencias físicas
mesurables más prominentes, e históricamente consecuentes y consistentes,
entre machos y hembras.
Hoy en día está de moda poner la palabra “débil” entre comillas para evitar
ofender a las mujeres cuando se las hace referencia como al sexo “débil”. Las
comillas no alterarán la verdad humana básica de que los hombres aún son,
en promedio, significativamente más fuertes físicamente que las mujeres. Las
personas serias deberían poder admitir que algo es generalmente cierto
cuando es un hecho verificable. No hay por qué avergonzarse de ello.
La fuerza no es la única cualidad que importa. A veces no importa en
absoluto. Rara vez es una desventaja. Sin embargo, en nuestro mundo
moderno mecánicamente asistido, la fuerza física es a menudo menos
relevante de lo que solía ser. Relevante o no, es lo que es.
Las mujeres pueden demostrar fuerza, pero es una cualidad que define la
virilidad. Tener mayor fuerza diferencia a los hombres de las mujeres. Los
hombres débiles son considerados menos viriles, pero a nadie le importa
realmente o tiene en cuenta si una mujer es más débil que sus compañeras. En
cierto modo, esto es más cierto —o más cierto entre clases— que nunca. Las
mujeres que vivían en granjas (o en sociedades cazadoras primitivas) tenían
un trabajo con mayor demanda física que cualquier empleo de la mujer media
de hoy en día.
Admiramos la fuerza en las atletas femeninas, pero una mujer bella que no
pueda levantar una bolsa de verduras aún tendrá muchos admiradores y
cantidad de hombres dispuestos a ayudarla a llevarla. Muchas mujeres
famosas que son consideradas bellas, tanto por hombres como por mujeres,
están tan delgadas que parecen famélicas y frágiles. Colectivamente, no nos
importa si una mujer tiene fuerza o no. Una mujer no es considerada menos
mujer si es físicamente débil.
Muchos tal vez consideren menos femenina a una mujer si es demasiado
fuerte. Concretamente, si una mujer presenta un nivel de masa muscular
elevado y una poco frecuente baja cantidad de grasa corporal, tenderá a
parecerse más a un hombre. Precisamente por las diferencias fisiológicas
entre machos y hembras, sólo las culturistas femeninas más dedicadas y
disciplinadas consiguen alguna vez parecer muñecos He-Man con cabezas de
Barbie. La mujer promedio que entrena con pesas incrementará su fuerza y su
salud, pero la mayoría seguirán pareciendo mujeres. La testosterona puede o
no jugar un papel importante en el desarrollo muscular femenino.6 Sin
embargo, en los hombres, la testosterona —el andrógeno más reconocido—
guarda una relación complementaria con el incremento de fuerza y de masa
muscular. Los hombres con más músculo tienden a tener y mantener niveles
altos de testosterona, y a los hombres que tienen los niveles más altos de
testosterona suele resultarles más fácil ponerse grandes y fuertes. Los
hombres que aumentan sus niveles de testosterona —ya sea con el
entrenamiento y la dieta o por medios artificiales— suelen parecer más
masculinos. Dicho de otra manera, los hombres con más músculo se parecen
menos a la mayoría de mujeres, y más a los hombres menos andróginos. Esto
no tiene nada que ver con la cultura. No hay ninguna cultura humana en la
que los hombres débiles sean considerados más viriles, y que las mujeres con
más musculatura sean consideradas más femeninas. La importancia de la
fuerza varía de una sociedad a otra (normalmente en correlación con la
tecnología disponible y el tipo de trabajo requerido para la persona media)
pero la fuerza ha sido una cualidad definitoria masculina siempre en todas
partes.
Si estamos haciendo un intento sincero por comprender y definir la virilidad
o la hombría7, tal y como pertenece o es característica de los hombres, la
fuerza física debe figurar de manera prominente en dicha definición. El
Camino de los Hombres es el Camino de los Fuertes —o al menos de los más
fuertes.
Como otros muchos y yo hemos mencionado, la fuerza no es siempre una
gran ventaja en el mundo moderno. Sin embargo, si volvemos a nuestra
banda primitiva —nuestra banda de hermanos luchando por la supervivencia
— el valor de la fuerza para el grupo se incrementa de forma sustancial.
Donde hay que luchar y trabajar, las ventajas de ser más fuertes son obvias.
Un hombre que puede golpear dos veces con la misma fuerza, sin contar otras
variables, es más provechoso para la banda. Además, aparte de permitir al
hombre tomar una posición de mayor importancia dentro de la banda, la
fuerza le hace más valioso en general. Un hombre que puede cargar el doble
que otro, sin contar otras variables, es más provechoso para la banda.
Un biólogo evolucionista sugería recientemente que los humanos estaban de
pie porque ello les daba a los machos humanos una gran ventaja mecánica
cuando machacaban a otros.8 Tal vez empezaron a caminar erectos por otros
motivos también. En un espacio temporal lo suficientemente largo, tanto A
como B son explicaciones razonables, si es que ambas explicaciones lo son.
Como ventaja natural, el poder de devastación cuenta. Es también una
creencia común el que la lucha es una de las razones por las que los machos
tienen más fuerza que las mujeres en el tronco superior. En las bandas
primitivas, el hombre que es sustancialmente más fuerte que sus compañeros
es un juggernaut capaz de aplastar a cualquiera que se interponga en su
camino. Es capaz de ejercer su voluntad de la forma que le resulte efectiva.
(La voluntad en sí es nuestra segunda virtud masculina).
La fuerza, en sentido estrictamente físico, es la habilidad muscular de
ejercer presión.
Dejando a un lado el trabajo de músculos involuntarios, para los seres
conscientes la fuerza es la habilidad de ejercer esa potencia de acuerdo a la
voluntad de uno. Puede ser tan sencillo como forzar un hueso contra otro y
soltar. Hace falta cierta cantidad de fuerza para doblar un dedo.
La fuerza es una aptitud. Es una habilidad que se puede desarrollar, pero al
igual que la inteligencia, la mayoría de la gente tendrá un rango potencial
natural más allá del cual les resultará imposible progresar. Algunos
individuos tendrán mayor aptitud que otros para desarrollar la fuerza. Los
humanos no tienen las mismas aptitudes. Esta es una de las crueles, pero
fundamentales, verdades de la vida humana.
Requiere cierta cantidad de fuerza alcanzar una pieza de fruta y arrancarla de
la planta. Se requiere fuerza para construir, cultivar, cazar y transportar
alimentos desde la tienda hasta el coche. Preguntadle a una persona mayor si
la pérdida de fuerza ha tenido un impacto positivo o negativo en su vida. Una
persona más débil es más vulnerable. Tener menos fuerza significa que es
menos probable que seas capaz de deshacerte de alguien que quiere quitarte
algo y, a un nivel estrictamente físico, una fuerza reducida es sinónimo de
una habilidad disminuida para arrebatarle lo que quieres a otro. Una persona
demasiado débil no puede sobrevivir. Es la fuerza la que hace posible el resto
de valores.
La fuerza es la habilidad de ejercer la voluntad propia sobre uno mismo,
sobre la naturaleza y sobre la gente.
Al desplazarnos desde las circunstancias desesperadas de la banda de
supervivencia hasta la vida de lujos de una sociedad civilizada, el concepto
de fuerza no cambia tanto conforme se expande y se convierte en una
metáfora. La palabra fuerza puede describir un amplio espectro de
habilidades y poderes sin perder su significado primitivo, su sello. La fuerza
es el equivalente corpóreo del poder. Fuerza es tener 300 tanques para usarlos
contra los 200 tanques de tu enemigo. La fuerza es el arsenal, pero no
garantiza que éste sea empleado. La fuerza, en su sentido más amplio, es una
comodidad deseable. Hacerse más fuerte —incrementar la fuerza— significa
incrementar vuestra habilidad, como individuos, como banda o como nación,
para hacer lo que deseéis con relativa impunidad. ¿Qué es la libertad, sino la
habilidad de hacer lo que uno desea?
La fuerza es la habilidad de mover, y mayores fuerzas mueven más. Sin
embargo, del mismo modo que los músculos pueden realizar contracciones
isométricas, la fuerza también puede ser la habilidad de aguantar la presión
externa. Fuerza también es la habilidad de AFERRARSE (NdelE: “Hold fast”
en inglés. “Mantente firme” es también una traducción al español válida) —
un tatuaje que se veía en los nudillos de los marineros cuyas vidas (y las
vidas de las bandas de hombres de sus barcos) dependían de su habilidad de
aguantar y capear una tormenta. Que la fuerza signifique tanto la habilidad de
mover como la habilidad de ser inamovible no es más contradictorio que la
mecánica de un músculo.
La fuerza física es la metáfora que define la hombría, porque la fuerza es una
característica definitoria de los hombres. Un aptitud mayor para la fuerza
física diferencia a la mayoría de los hombres de la mayoría de las mujeres, y
esta diferencia, aunque menos importante en tiempos de seguridad y
abundancia, ha definido el rol de los hombres a lo largo de la historia de la
humanidad.
A la fuerza se le puede dar toda una variedad de usos, pero cuando no se usa,
es como un motor poderoso acumulando polvo en un garaje o una voz bonita
que nadie escucha nunca. Un coche deportivo que nunca quema goma en la
carretera es solo un bonito montón de metal. Para experimentar el gozo de su
talento natural, un cantante debe cantar. La experiencia de ser un hombre es
la experiencia de tener más fuerza, y la fuerza debe ser ejercida y demostrada
para ser de alguna utilidad. Cuando los hombres no pueden o no ejercen su
fuerza, o no le dan uso alguno, ésta es solo una decoración inútil.
CORAJE
La fuerza es un concepto directo y físico.
El coraje tiene muchos nombres, y ha sido definido de muchas maneras.
Fuerza es la habilidad de mover o resistir contra fuerzas externas. Coraje es
cinética. El coraje inicia el movimiento, la acción o la fortaleza. El coraje
ejercita la fuerza. El “león cobarde” —el tipo que parece duro y se aparta
mientras hombres más débiles pelean, asumen riesgos y llevan a cabo el
trabajo— vale menos que los hombres que pisan la arena.
No digo que todas las muestras de voluntad sean valerosas, pero todos los
actos que requieren coraje son ejercicios de voluntad. No requiere valor el
coger un vaso y llevároslo a la boca. El coraje implica riesgo. Implica la
posibilidad de fallo o la presencia de peligro. El valor se mide contra el
peligro. Cuanto más peligro, más coraje. Entrar en un edificio en llamas gana
a discutir con tu jefe. Discutir con tu jefe es más valeroso que escribir una
nota anónima. Los actos sin consecuencias relevantes requieren de poco
valor.
Aristóteles creía que el coraje estaba relacionado con el miedo, y que aunque
había muchas cosas que temer en la vida, la muerte es la que más asustaba.
En su Ética Nicomáquea, el valiente es el hombre que, “en la honrosa muerte
y en las cosas que a ella le son cercanas no se muestra temeroso, tales son
las cosas de la guerra”. También señala que los hombres que son obligados a
luchar tienen menos valor que aquellos que demuestran coraje en la batalla
por propia voluntad. Aristóteles expresó el coraje como una virtud moral,
como la voluntad de la acción noble. Cuestionó el valor de aquellos que
estaban confiados por el éxito en la batalla, aunque me pregunto cómo puede
conseguirse tal éxito si no es a través de alguna demostración inicial de
coraje. Aunque es verdad que el pecho de hombres fuertes y experimentados
a menudo se hincha cuando la amenaza es menor, y esos mismos hombres
son conocidos por dar media vuelta ante un reto legítimo, cierta cantidad de
coraje es el producto de una trayectoria exitosa. ¿Un hombre que nunca ha
ganado una pelea es más valeroso por enfrentarse a un luchador
experimentado —sin importar la nobleza de la causa— o simplemente es un
idiota? La definición de coraje de Aristóteles no es la de la confianza salvaje
e insensata de un hombre apasionado que pelea en caliente sin miedo ni ira.
Más bien, sugiere que “los valientes luchan por el honor en sí, pero la pasión
les ayuda”. Admite que los hombres que actúan por la fuerza de un
sentimiento poseen “algo semejante al coraje”.9 La definición de coraje de
Aristóteles, aunque admirable, está tan condicionada y ligada a un escurridizo
y altivo ideal de noble acción, que tratar de determinar quién es realmente
valeroso se convierte un poco en un juego.
Andreia, la palabra que Aristóteles usaba para coraje, también era sinónimo
de hombría en la antigua Grecia. Andreia deriva de “andros”, que connota
“macho” o “masculino”. En su libro Roman Manliness, el clasicista Myles
McDonnell argumentaba que la palabra virtus,10 la cuál “sacudía el oído de
los antiguos romanos tanto como ‘hombría’ (NdelE: “Manliness”) lo hace
con los angloparlantes”,11 significaba coraje —en batalla, concretamente—
en el latín pre-clásico. La palabra vir significaba “hombre”, y virtus
significaba coraje.12 McDonnell escribía:
“En contextos militares, virtus puede denotar la clase de valor requerido para
defender la patria, pero más a menudo designaba conductas agresivas en
combate. En situaciones no militares, el virtus valeroso se refiere
normalmente a la capacidad de enfrentarse y resistir el dolor y la muerte.”13
La hombría valerosa se personifica en la historia de Gayo Mucio, un joven
noble romano de la temprana República. Un rey etrusco llamado Porsena
había asediado Roma, guarneciendo a sus soldados alrededor de la ciudad.
Gayo Mucio pidió permiso a los senadores romanos para introducirse en el
campamento etrusco y matar a Porsena. Mató al ayudante de Porsena por
error y fue capturado por los guardaespaldas del rey. Gayo Mucio le dijo al
rey:
“Soy Gayo Mucio, ciudadano de Roma. Vine aquí como enemigo a matar a
mi enemigo, y estoy listo para morir al igual que lo estoy para matar.
Nosotros los romanos actuamos con bravura y, cuando la adversidad golpea,
sufrimos con bravura. No soy el único que siente así; tras de mí aguarda una
fila de aquellos que persiguen el mismo honor.”14
Porsena amenazó con arrojar a Gayo Mucio al fuego. Gayo Mucio respondió
metiendo su propia mano en las llamas. Mientras su mano ardía, dijo:
“Mírame y observa que tan insignificante es el cuerpo para aquellos que
persiguen mayor gloria.”15
Porsena le dijo a Gayo Mucio que, de haber sido miembro de su propia tribu,
le habría recompensado por su valentía. Gayo Mucio fue liberado, pero le
dijo a Porsena que había otros trescientos romanos dispuestos a sacrificarse
como él para salvar la ciudad, y que si el sitio de Roma persistía, antes o
después alguno tendría éxito asesinándolo. Porsena envió un emisario a los
romanos, ofreciéndoles un acuerdo de paz. Gayo Mucio se ganó el
sobrenombre de “Scaevola”, que significa “zurdo”, tras perder su mano
derecha en el fuego.
Tanto para Aristóteles como para los romanos, el coraje —y la hombría— era
la voluntad de arriesgar heroicamente la vida y las extremidades contra un
peligro para las personas de la propia tribu, especialmente en el contexto de
guerra con otra tribu. La forma de valor más noble de Aristóteles era una
disposición a asumir riesgos necesarios para asegurar la supervivencia del
grupo. Una demostración de voluntad de arriesgar la vida propia por la banda
es prueba de lealtad y aumenta el valor del hombre para ésta. Cuando llega la
hora de la verdad, con un hombre que demuestra esta clase de coraje se puede
confiar en que dará todo lo que posee —incluso sacrificarse a sí mismo— por
la supervivencia del grupo. Cuando un grupo no afronta una situación de
supervivencia, dicho grupo puede permitirse ser más metafórico en cuanto al
valor y admitir sacrificios menores. Hasta que la seguridad está consolidada,
ningún grupo puede permitirse divagar acerca de delicadezas como el “coraje
intelectual”.
La palabra coraje resulta fácil de usar en la actualidad. Cualquier famoso que
se pone enfermo y no se pasa el día llorando es alabado por los fanáticos de
la farándula por su “valerosa batalla” contra el cáncer, o el síndrome de fatiga
crónica, o la depresión, o incluso con la “adicción a la comida”. No tiene
nada de malo reconocer las dificultades que afrontan otros, pero también
tenemos que reconocer, como hacían Aristóteles y los romanos, que el coraje,
en su forma más pura y elevada, requiere asumir voluntariamente el riesgo de
resultar herido o muerto por el bien del grupo. Los riesgos menores exigen un
valor muy diluido.
Aristóteles creía que el coraje heroico era la forma más noble de coraje
moral, pero también señalaba que la pasión, el espíritu, era “algo parecido al
coraje”. En la República de Platón, se sugiere que la crueldad salvaje
proviene de la misma parte del hombre que inspira actos de gran valor.16 El
coraje era un forma cooperativa del espíritu socialmente consciente,
entrenado y maduro. El traductor Allan Bloom identificaba la forma más pura
de coraje —un thumos17 o “espíritu”— como “el principio, o base, de la
furia o la ira”18. Sócrates comparaba a los guardianes de su ciudad con
“nobles cachorros”, que serían corteses con la gente que conocían pero que
estaban ansiosos por lucha ferozmente con extraños y extranjeros cuando
fuera necesario.19
Para llegar a la esencia de lo que es realmente la masculinidad, apartemos la
cubierta de moralidad y nobleza por un momento. Aunque creo que algunos
hombres demuestran tendencias heroicas casi a nivel instintivo —como
nobles cachorros— también he de decir que antes de que un hombre pueda
estar dispuesto a asumir riesgos por el grupo, debe estar dispuesto a asumir
riesgos de forma genérica. A algunos hombres y mujeres se los describe
como “riesgo-aversivos”, y se apartan del camino para evitar casi cualquier
tipo de riesgo. Antes de tener la voluntad de asumir riesgos por el grupo —
llamémoslo “elevado coraje”— debemos poseer una especie de “bajo coraje”
con el que resulte cómodo el asumir riesgos. Asumir riesgos es algo que
resulta más natural para unos que para otros, y resulta más natural para los
hombres que para las mujeres.20 Al igual que la fuerza es entrenable,
también lo es el coraje. Pero, al igual que la fuerza, algunos tienen mayor
aptitud para asumir riesgos que otros. Los hombres socializan entre ellos —
diablos, se provocan e incitan alegremente entre ellos— corriendo riesgos.
Cuando no hay objetivo heroico a la vista, los chicos se retan a realizar toda
clase de estupideces. Sin embargo, un macho que se encuentra cómodo
asumiendo riesgos bajos es más probable que se sienta más seguro —y tenga
más éxito— cuando llegue el momento de correr un riesgo heroico.
Cuando respondemos a la cuestión “¿qué es la masculinidad?”, también
resulta importante no perder de vista al individuo dentro del grupo. El coraje
heroico beneficia al grupo pero, como ya hemos discutido, hay beneficios al
ganar status dentro del grupo, y los hombres lucharán por ese status. Esto
requiere una clase de coraje menos noble. Exige amor propio. La fuerza de un
hombre no es una simple herramienta que usar al servicio de otros. Los
hombres también la usan en su propio interés y sería estúpido esperar que
hicieran sacrificios constantes sin algún tipo de ganancia personal, ya sea
material o espiritual. Debemos esperar que los hombres luchen para sí
mismos, que compitan entre ellos y que persigan sus propios intereses. Nada
podría ser más natural que un hombre que quiere triunfo y prosperidad.
No es necesariamente el hombre más fuerte el que dirige, es el hombre que
toma el mando el que lo hace. Este valor intragrupal es necesario para que el
hombre haga valer sus intereses sobre los de otros hombres en el seno del
grupo. En el nivel más primitivo, hacer valer vuestros intereses sobre los de
otros hombres requiere de una potencial amenaza de violencia. Así es como
los hombres se han tomado siempre la medida, y así es como lo hacen en la
actualidad. Este espíritu valiente, básico y amoral es necesario para estar por
delante de otros hombres dentro de una jerarquía. Es la esencia del espíritu
competitivo. Cara a cara, los hombres aún echan un vistazo e intentan
percibir si —y hasta qué punto— otro hombre estaría dispuesto a oprimir sus
intereses.
¿Si planto cara, se irá? ¿Plantará cara él?
Esta “presión” básica es la chispa de coraje. Si no está lo suficientemente
presente en un hombre, dudo que sean posibles formas más elevadas de valor.
Hay muchos nombres para el tipo de coraje necesario para asumir riesgos en
pos del interés propio. La mayoría de la gente lo llamaría pelotas.
Otra palabra sería “gameness” (N.del.T: podríamos emplear los términos
raza, empuje o bravura, pero he preferido conservar el término inglés
original). Sham Sheridan escribió sobre ello en A Fighter´s Heart (N.del.T: El
Corazón de un Luchador). Gameness es un término empleado en las peleas
de perros para describir, “el afán de luchar, la furia berserker y el absoluto
compromiso con el combate, afrontando el dolor, la desfiguración, hasta
morir”.
En las peleas de perros, dos canes luchan hasta que no pueden más por algún
motivo. Se les lleva hacia atrás, hasta las “líneas de arañazos”, de sus
esquinas y se les suelta. Los perros que vuelven a luchar — se le llama
“arañar”— se dice que tienen “game”. Las peleas de perros son una prueba
de gameness. Según Sheridan, no están pensadas para ser a muerte. Los
perros pelean hasta que uno de los dos rehúsa cruzar la línea de arañazos y
continuar la lucha.21 Es como palmear o decir “me rindo”.
Los hombres se evalúan entre sí por su gameness, y esta es la razón por la
que resultaba relevante en el libro de Sheridan sobre la lucha profesional y
amateur. Ese espíritu indomable es un tema clave en todo viaje heroico. En el
deporte, es parte de la historia del regreso. Un tipo afronta su mayor reto y
después, cuando prácticamente todos lo daban por perdedor, regresa —
corriendo con el corazón “en la boca”— y triunfa sobre su oponente. Es el
clímax de todas las historias de Rocky y la treta de Hulk Hogan en la mayoría
de sus peleas de wrestling. En todas las películas de Jungla de Cristal (NdelE:
Duro de Matar, en Hispanoamérica), John McClane consigue arreglar la
situación solo después de haber sido apaleado, regresando desde el mismo
abismo de la derrota. Estos héroes tienen un empuje interior que les hace
insistir una y otra vez, cuando otros se habrían rendido.
Un hombre que obviamente tiene game puede ponerse por delante de uno que
no lo tiene, simplemente porque puede esperar que el que tiene menos game
se rinda. Algunas personas hablan sobre la masculinidad intentando
determinar quién es “alfa” y quién es “beta” en una determinada situación.22
Un buen amigo me lo explicó así: “Si puedes tratar a otro hombre como si
fuera tu hermano pequeño, tú eres el alfa”.23 El alfa será el hombre con más
empuje y estará por delante del beta.
Fingir el gameness puede ser una estrategia efectiva mientras nadie te destape
el farol. Se puede fingir por medio del lenguaje corporal, por la inflexión del
tono de voz y la elección de las palabras. Generar una sensación de que estáis
listos para llegar hasta donde sea necesario para conseguir lo que queréis, es
una forma de marcar autoridad, ya seas un prisionero, un hombre de
negocios, un agente de la autoridad, un padre o alguien intentando disciplinar
a un perro. La mayoría de la gente no pondrá a prueba a alguien que esté
fingiendo el gameness, si el actor es lo suficientemente convincente. Fingirlo
es una manera de afirmar la voluntad propia, y la gente lo hace
constantemente, incluso en las sociedades primitivas. Los intentos fallidos de
aparentarlo —intentar parecer más duros de lo que sois y no lograrlo— es a
lo que las feministas se refieren cuando hablan de “actuar con masculinidad”
o “disfrazarse de duro”. Lo que reconocen con esto es el hecho de que hoy en
día los hombres continúan con el ritual de establecer jerarquías y medirse
entre ellos, incluso aunque la mayoría no se han puesto a prueba y muy pocos
lucharían alguna vez. Puede parecer estúpido porque no casa con la
mortalmente seria realidad táctica de un escenario de supervivencia.
Desafortunadamente, simular el gameness también puede conducir a un
comportamiento ilusorio. Muchas personas adoptan actitudes y posturas
violentas incluso sin tener experiencia o expectativas de violencia física.
Existe una audacia que proviene del hecho de saber que puedes decir lo que
quieras porque tienes detrás a un hombre grande y fuertemente armado. La
gente habla con firmeza sin tener que recurrir a las primitivas matemáticas de
la violencia, porque creen que las autoridades intervendrán y detendrán o
castigarán al atacante. El falso gameness se basa en la disuasión de que hay
hombres y mujeres que están preparados para usar la violencia para hacer
cumplir la ley. Este falso gameness solo es posible cuando casi no hay
peligro de una escalada de violencia. En momentos y lugares menos cómodos
y seguros, la autoafirmación debe ir acompañada de coraje físico y
atrevimiento. Cuando no hay expectativas de ser “salvado” o de que la
mayoría de la gente tema la contestación violenta del estado, es de necios
provocar a un hombre con apariencia peligrosa a menos que estéis preparados
para luchar con él.
El coraje puro del gameness puede, en cierto grado, ir en correlación con la
seguridad de un mayor tamaño y fuerza, pero muchos hombres más pequeños
tienen el mismo o más game que sus contrarios más grandes. Los pesos
mosca son un buen ejemplo de hombres con un game extremo, aunque sean
mucho menos fuertes que hombres mucho más grandes con menos game. Los
deportes de combate con categorías de peso nos dejan ver que hombres de
todos los tamaños pueden mostrar un gameness terrible.
Tanto hombres como mujeres pueden tener game, pero el status de las
hembras humanas rara vez ha dependido del deseo de lucha de la mujer. Las
mujeres recatadas, educadas y pasivas son atractivas para los hombres y,
generalmente, también son bien miradas por otras mujeres. Incluso en la
actualidad, muchos hombres saltarán a la primera oportunidad de hacer daño
a un hombre que haga daño a una hembra desconocida. Es por este motivo
por el que muchas mujeres pueden autoafirmarse o hacer demostraciones de
gameness con relativa impunidad, y algunas se llevan un chasco sobre sus
habilidades para llevar a buen puerto sus amenazas o defenderse cuando sus
bravuconadas acaban en violencia.
Gravitas es otra vieja palabra que aún empleamos para hablar de la hombría,
especialmente con actores y políticos. Decimos que un hombre posee
gravitas cuando nos hace creer que deberíamos tomarlo en serio. Nuestra
palabra “gravedad” proviene del latín gravitas; significa “pesado”. Los
romanos usaban gravitas con el mismo sentido que nosotros —para decir que
hay que tomar en serio a un hombre o a una cosa. En contraste con la
enloquecida imagen del game de un pitbull, equilibra nuestro sentido de lo
que es el coraje viril. Coraje no es solo el deseo de entrar en batalla o escalar
en la jerarquía, sino que también consiste en defender la posición. Los
hombres masculinos dejan claro que tienen que ser tomados en serio, que
tienen peso, que no se dejarán apartar. Quieren que los demás hombres sepan
que resultarán “pesados” a la hora de ser desplazados, y que deben ser
tomados en serio.
Coraje es el espíritu animado de la virilidad, y es crucial para cualquier
definición significativa de la masculinidad. Coraje y fuerza son virtudes
sinérgicas. Una sobreabundancia de alguna resulta menos útil sin la adecuada
cantidad de la otra. En cualquier banda de hombres que luchen por la
supervivencia, el coraje será apreciado y respetado estando en vida y
reverenciado en la muerte. El coraje es un valor táctico crucial. Uno puede
elegir ser valeroso y, hasta en su forma más básica, el coraje es el triunfo
sobre el miedo. Se asocia con el corazón, el espíritu y la pasión, pero también
es un acicate para luchar y vencer.
El coraje es abstracto, y tiene muchos aspectos, así que he sintetizado su
definición en lo que respecta a nuestro intento de comprender El Camino de
los Hombres y el ethos de la banda.
Coraje es la voluntad de correr riesgos en beneficio propio o de otros. En
su forma más básica y amoral, el coraje es un deseo voluntario o pasional
de luchar o conservar el terreno a toda costa (gameness, corazón,
espíritu, thumos). En su forma más desarrollada, civilizada y moral, el
coraje es la voluntad decisiva y considerada de correr riesgos para
asegurar el éxito o la supervivencia de un grupo o de otra persona (valor,
virtus, andreia).
Comparando su propia experiencia como luchador con las peleas de perros,
Sam Sheridan escribía:
“Se retuercen furiosamente como serpientes, enroscándose, escupiendo y
sometiendo, rugiendo como osos. El epítome de la furia. Sus colas se agitan,
para esto están hechos, y cumplen su propósito, están convirtiéndose. Hay
sangre, pero a los perros no les importa, girando y clavándose al suelo,
luchando bocarriba y lanzando mordiscos para ponerse en pie […] obviando
cualquier dolor que sientan en pos del deseo de superar al otro perro.
Conozco ese sentimiento.”
Platón (o Sócrates) también comparaba a los hombres con los perros. Una de
las grandes tragedias de la modernidad es la falta de oportunidades de los
hombres para llegar a ser lo que son, de hacer aquello para lo que nacieron, lo
que sus cuerpos quieren hacer. Podrían ser los nobles cachorros de Platón,
pero están encadenados a una estaca en el suelo —abandonados a la locura de
ladrar a las sombras de la noche, humillados por retos pasados sin resolver y
cuyos resultados siempre serán desconocidos.
MAESTRÍA
Los hombres siempre se han reconocido en los animales. Los han adorado y
han reivindicado linajes totémicos de animales. Han rastreado sus orígenes
hasta dioses que eran como animales, tenían partes animales o podían
transformarse en animales. Heracles era representado vistiendo la piel de un
poderoso león al que había matado. Los berserkers nórdicos llevaban pieles
de lobos y osos para intimidar a sus enemigos e inspirar un coraje feroz en la
batalla. En los ejércitos aztecas, eran los guerreros jaguares de élite los que
iban al frente. Equipos deportivos y unidades militares de todo el mundo
adoptan los nombres de animales formidables para representar su fuerza y su
gameness.
A lo largo de este libro, he comparado a hombres con perros y chimpancés.
Sin embargo, en el deporte, la guerra y la vida, hay otra virtud masculina que
es universal y específicamente humana, porque en su mayor parte requiere
del intelecto humano.
Los animales tienen éxito o fallan en gran medida debido a una combinación
de sus circunstancias y su forma física genéticamente heredada, en una
determinada situación. Un animal que es más fuerte, más ágil o tiene más
game, triunfará sobre un animal inferior. Tenemos que proyectar nuestra
propia humanidad en los animales para convertirlos en maestros de la
estrategia. En todos, excepto animales inteligentes como los grandes primates
y las orcas o los delfines, lo que interpretamos como habilidad es casi
siempre instinto —no el producto de la deliberación, el intento o el ensayo y
error. El deseo y la habilidad de emplear la razón y desarrollar habilidades y
tecnologías que le permitan a uno ganar el dominio sobre sus circunstancias
—sobre uno mismo, sobre la naturaleza, sobre otros hombres, sobre las
mujeres— es una virtud humana, aunque también es el talón de Aquiles del
hombre.
Si le preguntáis a varios hombres sobre lo que significa ser bueno siendo un
hombre, a menudo obtendréis respuestas que empiezan a sonar como un
compendio de destrezas y habilidades mínimas en la descripción de un
trabajo.
Mientras que para los hombres la descripción de un trabajo innegablemente
varía en función de la época, el lugar y la cultura, la virtud primitiva colectiva
que los une a todos es “ser capaz de cargar con tu propio peso”.
Las mujeres se sienten más cómodas aceptando la benevolente ayuda del
grupo porque siempre la han necesitado. Una mujer adulta sana debe aceptar
ayuda del grupo si va a mantener a un niño, dar a luz o cuidar de un bebé. Y
especialmente cuando los hombres han conseguido establecer un nivel de
seguridad y prosperidad más allá de la simple supervivencia, las mujeres han
sido evaluadas por los hombres basándose menos en su utilidad que en
cualidades más nebulosas, como el atractivo y el encanto social. Cuando
tienen los medios, la mayoría de los hombres mantendrán alegremente a una
mujer que parezca despreocupada, bonita y encantadora.
No ha sido así para los hombres. Es mucho más raro que hombres y mujeres
se ofrezcan a mantener a un hombre adulto y sano. También les resulta
extraño mantenerlo sin resentimiento. Llega un momento en la vida de todo
macho adulto en la que no hay excusa para que no cargue con su propio peso,
excepto cuando está enfermo, herido, incapacitado o es viejo. Las sociedades
humanas aceptan estas excepciones, pero la competencia siempre ha sido
crucial para la salud mental de un hombre y su propio sentido de valía. Los
hombres quieren cargar con su propio peso, y deberíamos esperar que lo
hicieran. Como diría Don Corleone, las mujeres y los niños podían permitirse
ser descuidados durante la mayor parte de la historia de la humanidad, pero
no los hombres. Siempre han tenido que demostrarle al grupo que podían
cargar con su propio peso.
Hasta que podáis funcionar como miembros competentes del grupo y cargar
con vuestro propio peso, sois pordioseros y un lastre para el colectivo. Un
niño es un niño, pero un adulto incompetente es un mendigo. Uno de los
problemas del masivo estado del bienestar es que nos convierte a todos en
niños o mendigos, y esto resulta una afrenta y una barrera para la
masculinidad adulta. Se ha convertido en un chascarrillo cómico para
hombres y mujeres el reírse de hombres preocupados por ser competentes. El
chiste del “hombre al que evitar parar y preguntar por una dirección” parece
no pasar nunca moda para las mujeres, que se encuentran más cómodas con
la dependencia, o los modelos socialistas, porque necesitan reducir a los
hombres a estadios infantiles de sumisión y súplica ante los burócratas
estatales para que los grandes gobiernos del estado del bienestar puedan
funcionar. La aversión masculina de la dependencia es un reducto enfrentado
al terapéutico estado maternalista.
Dependencia es impotencia. Los hombres siempre han sido cazadores
cooperativos, y en un escenario de supervivencia se estructurarán en
jerarquías basadas en la fuerza y el gameness. Los hombres tienen cierta
comodidad natural con la interdependencia. Las pretensiones de
independencia absoluta son, generalmente, chorradas. Pocos de nosotros
sobreviviríamos o seríamos capaces de sobrevivir por nuestra cuenta a lo
largo de un período de tiempo prolongado. Pocos querríamos. Un niño es
completamente impotente y dependiente. No tiene control sobre su propio
destino. Controlar el destino propio dentro del contexto del tomar y dar de un
grupo tiene que ver con averiguar qué poner sobre la mesa y cómo convertirte
en algo valioso para el grupo. El mínimo requerido para pasar de la
dependencia a la interdependencia es la competencia y la autosuficiencia —la
habilidad de cargar con el propio peso.
Pasar a ser un miembro interdependiente, en lugar de completamente
dependiente, del grupo significa dominar una serie de habilidades útiles y
comprender algunas ideas prácticas. Enviamos a los niños al colegio para que
dominen un conjunto de destrezas y un bloque de conocimientos que creemos
que necesitarán para cargar con su propio peso en la sociedad y funcionar
como adultos. La mayoría de ejércitos envían a sus hombres a campamentos.
En los campamentos, los hombres aprenden un juego de habilidades básicas y
un bloque de conocimientos necesarios para funcionar dentro del ejército.
Los que se gradúan en el campamento teóricamente deberían poder cargar
con su propio peso en un escenario ofensivo o defensivo.
Comprender El Camino de los Hombres significa comprender cómo los
hombres se evalúan entre sí como hombres, y cómo establecen su status con
hombres dentro del contexto de una historia primitiva común a todos ellos.
La filosofía de la banda masculina y amoral es táctica y utilitaria. Es como
escoger hombres para un equipo deportivo. Antes de preocuparse por si eres
o no buena persona, la gente quiere saber si eres un buen jugador. Especular
sobre la moralidad de los atletas profesionales es una forma popular de
chismorreo social masculino, pero cuando los atletas saltan al campo, lo que
más importa es cómo pueden contribuir al éxito del equipo. Los hombres
quieren saber si tienen la habilidad física, el gameness y la maestría necesaria
para ayudar a que el equipo gane.
El Camino de los Hombres, el ethos de la banda y las virtudes tácticas
amorales tratan básicamente sobre la victoria. Antes de que podáis tener
iglesia, arte y filosofía, necesitáis ser capaces de sobrevivir. Necesitáis
triunfar sobre la naturaleza y otros hombres, o por lo menos ser capaces de
mantener a raya a ambos. Vencer exige fuerza y coraje, y demanda maestría
suficiente sobre las habilidades necesarias para ganar.
Definida como virtud masculina:
La maestría es el deseo y la habilidad de un hombre de cultivar y
demostrar competencia y pericia en técnicas que ayuden al ejercicio de la
voluntad sobre sí mismo, la naturaleza, las mujeres y otros hombres.
Los niveles avanzados de maestría y técnica permiten a los hombres competir
por un status mejor dentro del grupo, aportando más al campamento, caza o
lucha, de lo que sus cuerpos podrían sin ello. La maestría puede ser un
suplemento —un hombre que puede construir, cazar y luchar, pero que pueda
hacer algo más, ya sea contar chistes, montar trampas o fabricar cuchillos, es
de mayor valor para el grupo y es más probable que tenga un status mayor
dentro de éste, que un hombre que sólo sabe construir, cazar y luchar bien. La
maestría también puede ser una virtud compensatoria, en el sentido de que un
hombre más débil o menos valeroso puede ganarse la estima de sus
compañeros aportando algo de gran valor. Podría haber sido un enano que
dominara el fuego, inventara la ballesta o tocara la primera música, y ese
hombre se habría ganado el respeto y la admiración de sus compañeros.
Homero era ciego, pero sus palabras han sido valoradas por los hombres
durante miles de años.
Las mujeres también se ganan su sustento a través del dominio de una u otra
cosa, y la maestría no es exclusiva de los hombres, aunque tiene mucho que
ver con la competencia por status entre ellos. Si la necesidad es la madre de
la invención, es la necesidad de competir por el status y la estima de los
compañeros —encontrar un lugar apreciado en el grupo— lo que lleva a
muchos inventores a inventar. El impulso de ganar el control de algo es parte
del impulso de dominar la naturaleza.
Fuerza, coraje y honor componen una prolija triada, porque están
directamente relacionadas con la violencia. Pero el cuadro de cómo los
hombres se juzgan como hombres está incompleto sin cierto concepto de
maestría. La fuerza, el gameness y la competencia por status están presentes
en los animales, pero es el impulso consciente de dominar nuestro mundo lo
que diferencia a hombres y bestias. Ya seáis un rey benevolente o un gánster
implacable, un hombre con una habilidad, talento o tecnología especial puede
resultar de tanto o, exponencialmente, más valor que el más duro de vuestro
matones. Con frecuencia, es la maestría y no la fuerza bruta la que permite a
la élite gobernar. La virilidad nunca puede separarse de su conexión con la
violencia, porque es a través de la violencia como competimos por status y el
control del poder sobre los demás hombres. Sin embargo, la tecnología y las
habilidades dominadas aportan ventajas decisivas en la lucha, la caza y la
supervivencia para los humanos.
HONOR
La idea de honor hace brillar una antigua luz tan cálida y dorada que todos
quieren estar ante ella. Es el deseo más natural del mundo, porque el honor,
en su sentido más inclusivo, significa estima, respeto y status. Ser honrado es
ser respetado por los compañeros.
Thomas Hobbes escribió en Leviatán que “honorable es cualquier género de
posición, acción o calidad que constituye argumento y signo del poder”.24
Hobbes creía que el honor existía en un mercado libre, donde el valor se le
otorgaba a los hombres basándose en lo que éstos tenían que ofrecer y la
importancia que otros hombres le daban. Para Hobbes, el honor era una
especie de deferencia, un reconocimiento del poder y la influencia sobre otros
hombres.
En nuestra rudimentaria banda de pocos hombres dependientes entre sí en un
entorno hostil, está definición de honor está directamente relacionada con las
otras tres virtudes masculinas. En un entorno hostil, la fuerza, el coraje y la
maestría son absolutamente necesarias para la supervivencia, y toda la banda
comprende esta certeza porque las amenazas externas son regulares e
inminentes. Los hombres que exhiban estos rasgos gozarán de gran valor para
el grupo y contribuirán en mayor medida a la supervivencia y prosperidad del
mismo. La deferencia reconocerá la interdependencia y la lealtad.
En una sociedad relativamente segura, como el poder proviene en última
instancia de la habilidad para usar la violencia, hay tantos intermediarios
involucrados que la persona que ostenta mayor poder e influencia puede ser,
simplemente, la más rica o popular. Por ejemplo, cantantes adolescentes y
presentadores televisivos pueden ostentar gran poder e influencia, pero éste
nada tiene que ver con el respeto de los luchadores que le dieron a la palabra
honor su heroico resplandor.
Según James Bowman, hay dos tipos de honor. El honor reflexivo es el deseo
primitivo de devolver el golpe cuando nos golpean, de demostrar que te
mantendrás firme.
Ampliando la teoría de Bowman, el honor reflexivo es la señal de la serpiente
de cascabel, transmitiendo una reputación de respuesta acuñada por el viejo
lema Nemo me impune lacessit, o “Nadie me ataca impunemente”. Proteger
el honor propio es tan defensivo como ofensivo —incluso si el ataque es
preventivo, como ocurre a menudo. Es más probable que la gente os deje en
paz si temen que podáis hacerles daño, y si los hombres os ceden el paso
porque os temen, ganaréis cierto status entre ellos. Esto resulta igualmente
cierto para el grupo y, en un escenario de supervivencia, generalmente resulta
una ventaja táctica el aparentar ser temible. Es decir, es tácticamente
ventajoso cultivar una reputación de fuerza, disposición a la lucha y maestría
técnica.
Un hombre dijo una vez, “si permito que un hombre me robe las gallinas,
también podría dejarle violar a mis hijas”. Eso es honor reflexivo.
Bowman también reconocía la idea del honor cultural, que definió como la
suma de “tradiciones, historias y hábitos de pensamiento de una sociedad
particular acerca de usos propios e impropios de la violencia”.25
La definición de honor cultural de Bowman tiene tintes morales. Aunque lo
liga a una violencia superior, en su libro señala que hay un conflicto,
especialmente (aunque no de manera única) en la mentalidad occidental,
entre el honor público viril y el honor moral y privado, que tiene tanto que
ver con la filosofía personal de cada uno y el deseo de ser una buena persona
como con la reputación de la persona por responder violentamente a ojos de
otros hombres. Aunque la perspectiva de Bowman sobre el honor cultural
proviene del honor reflexivo, éste está relacionado en última instancia con ser
un buen hombre, no con ser bueno siendo un hombre.
Como está unido a la moralidad y a lo que se valora culturalmente, el código
de honor cultural puede mutar en virtualmente cualquier cosa. Observamos
esto en la forma en que se limpia la sangre de la hoja del honor hoy en día. El
honor se usa para indicar casi cualquier clase de estima general, deferencia o
respeto. Los programas de reconocimiento escolar, como The National Honor
Society, continúan el sentido de honor jerárquico y meritocrático —porque el
estudio es un intento de maestría—, aunque neutral en género y no violento.
La deferencia que Hobbes reconocía en el honor se aplica ahora a conceptos
abstractos que tienen poco o nada que ver con el honor tradicional.
Por ejemplo, el eslogan “Honra la Diversidad” es popular entre los
defensores de los derechos de los gays, que rechazan formas tradicionales y
jerárquicas de definir tanto el honor como la masculinidad. “Honra la
Diversidad” es un reclamo interesante porque esencialmente significa “honra
a todo y a todos”. Si a todo el mundo se le honra igualmente, y todo modo de
vida es honrado por igual, el honor carece de jerarquía y, por tanto, tiene
poco valor según la economía de la oferta y la demanda. “Honra la
diversidad” no quiere decir mucho más que “se amable”.
Si el honor significa realmente algo, debe ser jerárquico. Ser honrado, como
reconocía Hobbes, es ser estimado, y como los humanos tienen diferentes
capacidades y motivaciones, algunos se ganarán mayor estima que otros. Los
americanos tienen una relación tensa con la idea del honor. Siempre les ha
embriagado un poco la idea de que “todos los hombres son creados iguales”
y los políticos se han pasado dos siglos lisonjeando al americano medio para
que creyera que su opinión vale tanto como la de cualquier otro —incluso
cuando no tiene ni idea de lo que está hablando. Los hombres americanos
profesan el credo de la igualdad, pero si metes a un puñado en una habitación
o les das una tarea, aparecen las jerarquías de El Señor de las Moscas de la
misma forma que ha ocurrido siempre entre hombres. La religión de la
igualdad deja paso a la realidad de la meritocracia, y no hay mucha diferencia
entre el lema de Geoffroi de Charny, “el que más hace, más vale”, y el tosco
individualismo del americano que debía levantarse “con su propio empuje”.
Honrar a un hombre es valorar sus logros y reconocer que ha conseguido un
mayor status dentro del grupo.
Si nos detenemos ahí y decimos que el honor es simplemente un status dentro
del grupo, aún tendríamos una definición de honor que resultaría
irreconocible para caballeros, samuráis, antiguos griegos y romanos que —
entre muchos otros— le daban a la idea de honor la cualidad mítica y noble
que lo hace tan atractivo.
La razón es simple.
El honor siempre ha versado sobre la estima de grupos de hombres.
A Hobbes probablemente nunca se le ocurrió incluir esta salvedad porque, a
pesar de las monarquías femeninas ocasionales, vivió toda su vida en un
sistema diseñado para favorecer los intereses masculinos. La idea de un
sistema en el que las mujeres tuvieran el mismo peso ha sido impensable,
excepto para unos pocos, antes de nuestra época. Los hombres siempre han
gobernado y han determinado qué comportamientos eran honrados y cuáles
se consideraban deshonrosos. Y aunque los detalles de estos códigos de
honor han cambiado conforme cambiaban las circunstancias y la moralidad
predominante, la mayoría de hombres aún reconocen la necesidad táctica
fundamental del honor reflexivo. Aún se juzgan entre sí, como hombres,
según las virtudes masculinas básicas de fuerza, coraje y maestría.
Cuando la palabra “honor” está conectada con la palabra “cultura” y es
etiquetada como negativa, los científicos sociales parecen sentirse más
cómodos con una definición de honor similar a la que presento aquí.
Recientemente, un artículo que vinculaba una alta tasa de muertes
accidentales entre hombres y la cultura del honor y el riesgo en los estados
del sur,26 centró la atención de los principales informativos.27 Los
investigadores en cuestión, definían esta cultura del honor según el énfasis
cultural referido a la “implacable, y algunas veces violenta, defensa de la
reputación masculina, lo que presumiblemente es una adaptación social a un
entorno caracterizado por la escasez de recursos, las frecuentes agresiones
entre grupos y la ausencia del imperio de la ley”.28 Lanzaban la hipótesis de
que los hombres pertenecientes a una cultura del honor serían más propensos
a mantener comportamientos arriesgados porque “los comportamientos
arriesgados aportan una prueba social de fuerza e impavidez”. Aunque el
estudio revelaba los prejuicios de sus autores al centrarse en la zona Ulster-
Scot (NdelE: Zonas del sur de Estados Unidos donde los blancos son en su
gran mayoría descendientes de inmigrantes protestantes llegados desde la
provincia de Ulster, en Irlanda, cuyos ancestros habían sido a su vez llevados
allí desde Escocia por la corona británica para poblar tierras con súbditos
leales y así desplazar a la población irlandesa católica nativa) del sur y
evitando cualquier discusión sobre la cultura del honor entre bandas latinas
en prisión, señores de la guerra africanos o terroristas islámicos, los
investigadores parecían estar de acuerdo en que el honor entre hombres
tiende a definirse por una preocupación acerca de mantener una reputación de
fuerza y coraje (dos de tres virtudes masculinas).
Bowman y otros han escrito que “el honor depende de un cuadro de honor”.29
El cuadro de honor es la banda masculina, y la cultura del honor consiste en
el status dentro de una determinada banda de hombres. Lo que esencialmente
dicen los sociólogos en su estudio de los “estados del honor”, es que algunos
hombres se preocupan más que otros por lo que el resto de hombres piensen
de ellos —específicamente sobre su reputación de fuerza, coraje y maestría.
Los cuadros de honor se basan en un sentimiento de identidad compartida. En
un escenario cosmopolita en el que los viajes frecuentes, las conexiones
pasajeras y las alianzas temporales son la norma, el nosotros vs ellos nunca
llega a tomar suficiente forma a nivel interpersonal directo. En cambio, el
cuadro de honor es solemne o metafórico —como en los deportes colectivos,
los partidos políticos y las posiciones ideológicas. Estas alianzas se pueden
abandonar fácilmente y las responsabilidades son mínimas. El honor depende
de las conexiones cara a cara y de la posibilidad de ser avergonzados o
deshonrados ante otros hombres. Esto explica parcialmente porque los
hombres que han crecido juntos en el mismo barrio del gueto o en la misma
zona rural, o que han pasado tiempo acuartelados juntos, es más probable que
se preocupen del honor en mayor medida que hombres ambulantes que viajan
mucho, u hombres que solo pasan tiempo con otros hombres en presencia de
hembras.
En lo que se refiere a comprender el ethos masculino:
El honor es la reputación de fuerza, coraje y maestría de un hombre, dentro
del contexto de un cuadro de honor compuesto primariamente por otros
hombres.
Definido como virtud masculina:
El honor es una preocupación por la propia reputación de fuerza, coraje y
maestría, dentro del contexto de un cuadro de honor compuesto
primariamente por otros hombres.
Hay códigos culturales y códigos morales de honor que factorizan la
estimación masculina de otros hombres dentro de su cuadro de honor, pero lo
importante aquí es reducir la virilidad a los principios básicos sin perderse en
una maraña de códigos de honor culturalmente variables. Lo que resulta
común al honor del mafioso y al del caballero, al honor del padre fundador
americano Alexander Hamilton30 y al de cualquier salvaje desnudo, es la
preocupación por la propia reputación masculina de fuerza, coraje y maestría,
y cómo se relaciona ésta con el sentido de valía y pertenencia de un hombre
dentro del contexto de un cuadro de honor masculino.
COMPRENDIENDO EL DESHONOR
Parte de la razón por la cual el honor es una virtud en lugar de simplemente
una situación es que mostrar preocupación por el respeto de vuestros
compañeros es una muestra de lealtad y un indicador de pertenencia —de ser
nosotros en vez de ellos. Es una muestra de deferencia. Hobbes señalaba que
los hombres se honraban unos a otros buscando su consejo e imitándose.
Preocuparse por lo que piensan de vosotros los hombres a vuestro alrededor
es una muestra de respeto y, a la inversa, no tener en consideración lo que
otros hombres piensen de vosotros es una señal de menosprecio.
En un grupo de supervivencia, resulta tácticamente ventajoso mantener una
reputación de ser fuertes, valerosos y diestros como grupo. Un hombre que
no se preocupa por su reputación hace, por asociación, que su grupo parezca
débil. El deshonor y la desatención del honor son peligrosos para un grupo de
supervivencia o un equipo de combate, porque la apariencia de debilidad
invita al ataque. A nivel personal intragrupal, la apariencia de debilidad o
sumisión invita a otros hombres a imponer sus intereses sobre los vuestros.
Los problemas tácticos que presenta la apariencia de grupo débil explican,
hasta cierto punto, la respuesta visceral que ofrecen muchos hombres ante
exhibiciones llamativas de afeminamiento. La palabra afeminamiento resulta
un poco engañosa aquí, porque en realidad no es sobre las mujeres. El
disgusto por lo que comúnmente se llama afeminamiento está relacionado
con la ansiedad del status masculino y la preocupación práctica por las
vulnerabilidades tácticas, por lo que resulta más preciso discutir el deshonor
en términos de virilidad deficiente y deshonor ostentoso.
La virilidad deficiente es, simplemente, una falta de fuerza, coraje o maestría.
Como la virilidad y el honor son jerárquicos por naturaleza, todos los
hombres tienen, en cierto modo, una carencia de virilidad en comparación
con hombres de mayor status. Siempre hay un hombre con mayor rango, si no
en vuestro grupo, en otro, si no de una forma, de otra, si no es ahora, lo será
al final. Nadie es el más fuerte, el más valeroso y el más listo y diestro —
aunque algunos hombres están más cerca del ideal o de la “forma” perfecta
de masculinidad que otros. El perfecto ideal de virilidad es una aspiración, no
algo factible. La cuestión es ser mejor, más fuerte, más valeroso, más diestro
—para conseguir mayor honor.
Los hombres que poseen menos de estas cualidades o adolecen de una
carencia excesiva de alguna en particular, son los hombres que ningún otro
quiere ser. Son lo más alejado del ideal.
Mientras que no desprecien abiertamente el ideal, o intenten mover la línea
de meta para parecer “más masculinos” creando nuevos estándares
artificiales, los hombres tenderán a integrar y ayudar a los miembros de su
banda o tribu que sean deficientes en lo que se refiere a fuerza, valentía o
competencia. Los hombres con el status más bajo dentro de un grupo siguen
siendo incluidos en éste, salvo que avergüencen al grupo en conjunto —
poniéndolo así en peligro, al menos en teoría— o fallen de forma tan
miserable que se conviertan en una carga excesiva. La mayoría de hombres
con un status elevado no son monstruos, y la mayoría de hombres de bajo
status no quieren ser una carga para otros (porque la dependencia es
esclavitud), por lo que los hombres que no son buenos siendo hombres
normalmente tratan de encontrar alguna manera de resultar útiles o, al menos,
tolerables para un grupo determinado. Pensad en los tipos gordos graciosos,
en los frágiles artistas y en los compañeros de provecho que se aseguran de
que todo esté listo para los hombres de acción. Todos los grupos grandes de
hombres parecen tener miembros que asumen esta clase de roles de bajo
nivel, manteniéndose así en el cuadro de honor.
La carencia de virilidad es indeseable y reduce el status. Los hombres
desprecian una masculinidad deficiente en sí mismos porque, de forma
natural, prefieren ser más fuertes, más valerosos y más diestros. La carencia
de masculinidad rara vez genera odio o ira dentro de un grupo de hombres,
aunque puede suscitar algo de frustración general.
OSTENTACIÓN DEL DESHONOR
La virilidad deficiente es ensayo y error. Fallar es parte de intentarlo y
aunque los hombres se burlan y se incordian entre ellos, ningún hombre que
haya alcanzado la maestría en algo lo ha hecho sin cometer cierta cantidad de
errores por el camino.
Los grupos masculinos son jerárquicos, así que, aunque es deseable una
mayor dominancia, cierta cantidad de sumisión resulta esencial para cualquier
grupo cooperativo de hombres. A menos que algunos hombres cedan el paso
a otros, acabaréis siendo demasiados jefes y muy pocos indios. Honor, como
virtud, significa preocuparse por lo que otros hombres piensen de vosotros,
intentar ganar su estima y autoafirmaros lo mejor que podáis para conseguir
la posición relativamente más alta dentro del grupo.
La ostentación del deshonor no es un fallo de fuerza o coraje. Los hombres
que muestran un deshonor de forma ostentosa, manifiestan su menosprecio
por la estima de sus compañeros masculinos. Lo que a menudo llamamos
afeminamiento es un rechazo teatral de la jerarquía masculina y de las
virtudes viriles. La masculinidad es religiosa y los hombres sin honor son
blasfemos. El deshonor manifiesto es un insulto a los principales valores del
grupo masculino.
El deshonor manifiesto es una falta de preocupación, expresada
abiertamente, por la propia reputación en cuanto a fuerza, coraje y
maestría, dentro del contexto de un cuadro de honor conformado
primariamente por otros hombres.
En 1994, Michael Kimmel escribió un ensayo que afirmaba,
provocativamente, que “la homofobia es un principio organizador central de
nuestra definición cultural de hombría”. Continuó aclarando que esta
homofobia tenía poco o nada que ver con actos homosexuales o con un miedo
real a los homosexuales. Escribió, “la homofobia es el miedo a que otros
hombres nos desenmascaren, nos castren, revelando al mundo que no damos
la talla, que no somos auténticos hombres. No asusta que otros hombres vean
ese miedo”.31
¿Por qué llamarlo homofobia?
La clase de ansiedad por status masculino sobre la que escribía Kimmel tiene
mucho que ver con el modo en que los hombres buscan a tientas trasladar el
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  • 1.
  • 2. Primera edición en español publicada en 2019 por Círculo Pancriollista de Investigaciones. The Way of Men, Copyright © 2012 por Jack Donovan Reeditado en formato digital por Jack Donovan y Brutal Company LLC por acuerdo con traductores. Todos los derechos reservados. Traducción: The Way of Men por Miguel RV Revisión y Corrección: Sebastián Vera Para más del trabajo de Jack Donovan, vaya a: www.jack-donovan.com Instagram: @starttheworld YouTube: www.youtube.com/user/mrjdonovan/
  • 3. PREFACIO EL CAMINO DE LOS HOMBRES ES EL CAMINO DE LA BANDA EL PERÍMETRO LAS VIRTUDES TÁCTICAS FUERZA CORAJE MAESTRÍA HONOR SOBRE SER UN BUEN HOMBRE VIDA DE MALEANTES: LA HISTORIA DE ROMA CHEQUEO A LA CIVILIZACIÓN LA SOCIEDAD MASTURBATORIA BONOBO ¿QUÉ ES LO MEJOR DE LA VIDA? INICIAR EL MUNDO CÓMO INICIAR UNA BANDA SOBRE LAS TRADUCCIONES
  • 4. “… la cultura de las bandas es la esencia de la masculinidad patriarcal.” — bell hooks
  • 5. PREFACIO Os presento este libro sin ego alguno. No es publicidad de mi propia hombría, ni una fanfarronada para adular a los hombres de mi tribu. Este libro es mi respuesta a la pregunta: “¿Qué es la masculinidad?”. Si los hombres tienen un camino determinado y hay un camino para la virilidad, entonces: “¿Cuál es El Camino de los Hombres?”. Durante décadas, la gente ha estado hablando de una “crisis” de la masculinidad. Nuestros dirigentes han creado un mundo sin contar con los hombres, un mundo que no los acepta y al que no le importa lo que éstos quieran. Nuestro mundo le pide a los hombres que cambien “para mejor”, pero les ofrece menos de lo que tenían sus padres y abuelos. Las voces que hablan en nombre del futuro dicen que los hombres deben abandonar su antiguo camino y encontrar uno nuevo. ¿Pero cuál es ese camino y a dónde lleva? Mientras entendía El Camino de los Hombres, empecé a ser más consciente de su posición actual y hacia donde se dirigen. Me preguntaba si había un camino que los hombres pudieran seguir a su manera hacia un futuro que les perteneciera. Esa es la senda de este libro. Puede que mis respuestas no sean las que esperáis, pero son las únicas que han satisfecho mi investigación. Jack Donovan Marzo, 2012 Milwaukie, Oregón
  • 6. EL CAMINO DE LOS HOMBRES ES EL CAMINO DE LA BANDA Cuando alguien le dice a un hombre que sea un hombre, quiere decir que hay un camino para ser un hombre. Un hombre no es solo algo que ser—también es una forma de ser, una senda que seguir y un camino que andar. Algunos pretenden que la masculinidad lo sea todo. Otros creen que no significa nada en absoluto. Ser bueno siendo un hombre no puede serlo todo, pero siempre ha significado algo. La mayoría de tradiciones han visto la masculinidad y la feminidad como opuestos complementarios. Tiene sentido decir que la masculinidad es aquello que es menos femenino y la feminidad es aquello que es menos masculino, pero decir esto no nos dice mucho sobre El Camino de los Hombres. Los niños y las niñas no se emparejan al nacer y se escabullen juntos hacia una cueva fría y húmeda. Los humanos siempre han sido animales sociales. Vivimos en grupos cooperativos. Nuestros cuerpos nos clasifican en grupos de machos o hembras. Interactuamos socialmente como miembros de un grupo o del otro. Estos grupos no son arbitrarios o culturales—son primarios y biológicos. Los machos tienen que relacionarse con grupos masculinos y con grupos femeninos como machos. Los machos no están simplemente reaccionando ante las hembras. Reaccionamos ante otros machos, como machos. Quiénes somos tiene mucho que ver con cómo nos vemos en relación con otros machos, como miembros de un grupo masculino. Un hombre no es solo un hombre, sino un hombre entre hombres, en un mundo de hombres. Ser bueno siendo un hombre tiene más que ver con la habilidad para tener éxito con hombres y en grupos de hombres de lo que tiene que ver con su relación respecto a cualquier mujer o grupo de mujeres. Cuando alguien le dice a un hombre que sea un hombre, le dice que sea más como otros hombres, más como la mayoría de hombres e, idealmente, más como los hombres a los que otros hombres tienen en alta consideración. Las mujeres creen que pueden mejorar a los hombres convirtiendo la
  • 7. masculinidad en lo que las mujeres quieren de los hombres. Los hombres quieren que las mujeres los anhelen, pero la aprobación femenina no es lo único que les importa a los hombres. Cuando los hombres compiten entre ellos por status, están compitiendo por la aprobación de los otros. Las mujeres que los hombres encuentran más deseables se han sentido, históricamente, atraídas —o han sido reclamadas— por hombres que eran temidos o reverenciados por otros hombres. La aprobación femenina ha sido, normalmente, una consecuencia de la aprobación masculina. La masculinidad consiste en ser un hombre dentro de un grupo de hombres. Por encima de todo, la masculinidad consiste en lo que los hombres quieren de otros hombres. Si El Camino de los Hombres parece confuso es únicamente porque hay muchos grupos diferentes de hombres que quieren muchas cosas diferentes de los hombres. Los hombres asentados en la riqueza y el poder siempre han querido hombres que creyeran que ser un hombre consistía en servicio y obediencia, o que la hombría podía probarse ateniéndose a la riqueza y al poder conseguidos por medio de los canales establecidos. Los hombres religiosos e ideológicos siempre han querido hombres que creyeran que ser un hombre era un esfuerzo espiritual o moral, y que la hombría podía probarse a través de varios medios de autocontrol, autonegación, autosacrificio o evangelismos. Los hombres que tienen algo que vender siempre han querido hombres que crean que la masculinidad puede probarse o mejorarse comprándola. En una tribu unida, con un fuerte sentimiento de identidad propia, hay cierta armonía entre los intereses de los grupos masculinos y El Camino de los Hombres parece lo suficientemente sencillo. En una civilización compleja, cosmopolita, individualista y desunida, con muchas identidades aguadas, à la carte, El Camino de los Hombres es incierto. Los caminos pregonados por los ricos y poderosos están mezclados con los de gurús e ideólogos, y revueltos con las bagatelas de los comerciantes en tal caos que resulta fácil ver por qué algunos dicen que la masculinidad puede significar cualquier cosa, todo o nada en absoluto. Añade a esto las “mejoras” sugeridas por las mujeres y El Camino de los Hombres se convierte en un mapa indescifrable hacia un vertedero de ideales.
  • 8. Para comprender quiénes son los hombres, qué tienen en común y por qué luchan entre ellos para probar su valía, reduce los grupos masculinos a su forma nuclear. Las inmensas y complejas civilizaciones conformadas por millones de personas son relativamente nuevas para los hombres. Durante la mayor parte de su vida en este planeta, los hombres se han organizado en pequeñas bandas de supervivencia contra un entorno hostil, compitiendo por las mujeres y los recursos con otras bandas de hombres. Comprender cómo reaccionan los hombres frente a otros hombres requiere comprender su unidad social más básica. Comprender lo que los hombres quieren de otros hombres requiere comprender lo que han necesitado más a menudo de los demás, y entender cómo han encajado estas necesidades en la psicología masculina. Liberados de pretensiones morales y despojados de costumbres populares, la masculinidad en bruto, que todo hombre conoce en sus entrañas, tiene que ver con ser bueno en ser un hombre dentro de una pequeña banda de hombres, asediada y luchando para sobrevivir. El Camino de los Hombres es el camino de la banda.
  • 9. EL PERÍMETRO Sois parte de un pequeño grupo humano luchando para seguir vivos. El porqué no importa. Conquista, guerra, muerte, hambre o enfermedad—cualquiera de Los Jinetes lo hará. Podríais ser nuestros ancestros primitivos, podríais ser unos pioneros, podríais haber quedado abandonados en alguna localización remota, podrías ser supervivientes de un holocausto nuclear o un apocalipsis zombie. De nuevo, no importa. Para los humanos sin acceso a tecnología avanzada, el escenario funciona más o menos de la misma manera. Tenéis que definir vuestro grupo. Tenéis que definir quién está dentro y quién está fuera, y necesitáis identificar las amenazas potenciales. Necesitáis crear y mantener alguna clase de zona segura alrededor del perímetro de vuestro grupo. Todos tendrán que contribuir a la supervivencia del grupo de alguna manera, salvo que el grupo acuerde proteger y alimentar a alguien que no pueda contribuir debido a su edad o enfermedad. Para los que pueden trabajar, tendréis que decidir quién hace qué, basándoos en lo que se les da bien, en quiénes trabajan bien juntos y en lo que tiene más sentido práctico. CAZANDO Y LUCHANDO Cazar y luchar son dos de las tareas más peligrosas que tendréis que realizar para continuar vivos. Para desarrollarse, los humanos necesitan proteína y grasa. Podéis obtener suficiente proteína y grasa de los vegetales, pero sin una granja consolidada os veréis duramente obligados a reunir suficientes vegetales para cumplir con vuestras necesidades nutricionales. Un animal grande puede proporcionar proteína y grasa para varios días—incluso más si sabéis conservar la carne. El problema con los animales grandes y ricos en proteínas es que no quieren morir. La carne es músculo, y el músculo hace fuertes a los animales—a menudo más fuertes que a los hombres. Las bestias salvajes vienen equipadas con colmillos, cuernos, pezuñas, garras y dientes afilados. Lucharán por sus
  • 10. vidas. Derribar a un animal grande y rico en proteínas será peligroso. Requerirá fuerza, coraje, técnica y trabajo en equipo. Para encontrar comida también es necesario explorar—aventurarse en lo desconocido— ¿y quién sabe qué acecha ahí fuera? Si vais a sobrevivir, vuestro grupo necesita protección frente a los depredadores—animales, humanos, alienígenas o no-muertos. Si hay algo o alguien ahí fuera que quiere lo que tenéis y está dispuesto a luchar por ello, vais a tener que averiguar quiénes de vuestro grupo están dispuestos a pelear. Querréis a la gente más preparada para luchar vigilando, defendiendo todo lo que os importa o saliendo fuera a eliminar la amenaza potencial. Si alguien o algo tiene lo que necesitáis, la mejor manera de conseguirlo podría ser tomándolo. ¿Quiénes de vuestro grupo estarán dispuestos y serán capaces de hacerlo? Tal vez haya hembras en vuestro grupo. Tal vez no. Si tenéis hembras, no tendrán acceso a medidas de control de natalidad fiables. Machos y hembras no dejarán de tener sexo y las hembras se quedaran embarazadas. Los humanos son mamíferos y, como la mayoría de mamíferos, la mayor parte de la carga reproductiva recaerá en las hembras. No es justo, pero la naturaleza no es justa. Incluso las mujeres fuertes y agresivas se vuelven más vulnerables y pierden movilidad durante la gestación. Incluso las mujeres duras amamantarán a sus crías. Se vinculan a sus retoños y se hacen cargo de ellos rápidamente. Los bebés están indefensos y los niños son vulnerables durante años. Aunque no hubiera otras diferencias físicas o mentales entre hombres y mujeres, en un entorno hostil, las realidades biológicas de la reproducción humana aún dictarían que, con el tiempo, los hombres estarían mayoritariamente encargados de explorar, cazar, luchar, construir y defender. Los hombres tendrían más tiempo para especializarse y desarrollar las habilidades necesarias para sobresalir en esas tareas. No tendrían excusa para no hacerlo. Los hombres nunca se quedarán embarazados, nunca amamantarán y se encargarán menos de sus hijos. Incluso puede que no sepan cuáles son suyos. Las mujeres saben de quién son sus hijos. Los hijos no dependen de los
  • 11. padres en la misma medida que dependen de sus madres. Los hombres son más libres para asumir riesgos en pos del bien del grupo, con la creencia de que su prole vivirá. Tal y como son las cosas, hay diferencias biológicas entre hombres y mujeres que poco tienen que ver con el embarazo y el amamantamiento. Por lo general, los hombres son más grandes y fuertes que las mujeres. Los hombres son más atrevidos, y probablemente están más mecánicamente inclinados y son mejores en lo que se refiere a navegación. Los hombres están programados para los juegos agresivos. Los hombres con la testosterona alta asumen más riesgos y buscan más emociones. Están más interesados en competir por status y, cuando ganan, sus cuerpos les proporcionan un subidón de dopamina y más testosterona.1 Como vuestro grupo está luchando por sobrevivir, cada decisión cuenta. Si le asignáis el trabajo equivocado a la persona equivocada, esa persona podría morir, tú podrías morir, otra persona podría morir, o todos podríais morir. A causa de las diferencias entre sexos, la mejor persona para trabajos que requieran exploración, caza, lucha, construcción o defensa será, normalmente, un macho. No es ningún prejuicio cultural arbitrario; es el tipo de discriminación estratégica vital que mantendrá vivo a vuestro grupo. Los humanos, al igual que los chimpancés, a menudo cazarán en equipo porque la caza cooperativa es más efectiva que en solitario. Cuando juntas a un equipo —cualquier clase de equipo— las habilidades en bruto de vuestros candidatos no son los únicos factores a tener en cuenta. También tendréis que considerar la dinámica social del equipo. ¿Qué personas trabajarán mejor juntas? Como líder, querrás crear sinergias, reducir las distracciones y evitar conflictos dentro del grupo. Los machos competirán por status dentro de cualquier grupo, pero también competirán por las hembras. Eliminar una segunda barrera potencial de celos y antagonismo podría ser razón suficiente para elegir a un macho antes que a una hembra. Si hay hembras en vuestro grupo, tendrán mucho trabajo duro y necesario que realizar. Cada uno tendrá que cargar con su propio peso, pero la caza y la lucha casi siempre recaerán sobre los hombres. Cuando las vidas estén en juego, la gente apartará las etiquetas de igualdad y tomará esa misma decisión
  • 12. una y otra vez, porque tiene más sentido. En esta división práctica del trabajo es donde comienza el mundo masculino. EL GRUPO-BANDA Thomas Hobbes escribió que, cuando los hombres viven sin miedo a un poder común, viven en un estado de “guerra”. En guerra, los hombres se enfrentan unos contra otros. La idea de guerra de Hobbes es interesante a nivel teórico, pero su guerra de todos contra todos no es el estado natural para los hombres. Es natural para un hombre perseguir sus propios intereses, pero esos intereses unen a los hombres rápidamente. Un solitario no tiene a quién pedir ayuda, nadie que vigile su espalda, nadie que lo proteja cuando duerme. Los hombres tienen más posibilidades de sobrevivir juntos que por separado. Siempre han cazado y luchado en pequeños equipos. El estado natural de guerra es un conflicto continuado entre pequeñas bandas de hombres. Los chimpancés se organizan en grupos-bandas, lo que significa que cambian el tamaño de los grupos en función de las circunstancias. Se unen en grandes grupos y construyen alianzas por motivos estratégicos, para aparearse y para compartir recursos. Cuando las circunstancias cambian, se dividen en grupos más pequeños y partidas de caza. Los grupos más pequeños —las bandas— son los más unidos y estables. Los machos son leales y rara vez cambian de banda. Las hembras se unen a los machos a veces para cazar, pero son más proclives a cambiar de banda a lo largo del tiempo. Los hombres se organizan de la misma manera. Tomemos, por ejemplo, las unidades militares: —Ejército: 80.000 - 200.000 miembros —Cuerpo: 20.000 - 45.000 miembros —División: 10.000 - 15.000 miembros —Brigada: 3.000 - 5.000 miembros —Regimiento: 3.000 - 5.000 miembros
  • 13. —Batallón: 300 - 1.300 miembros —Compañía: 80 - 225 miembros —Pelotón: 26 - 55 miembros —Sección/Patrulla/Escuadrón: 8 - 13 miembros —Escuadra: 2 - 4 miembros Todos los hombres de un determinado ejército son parte del mismo gran equipo, pero la fuerza del vínculo entre hombres se incrementa conforme decrece el tamaño de la unidad. En grupos más pequeños, los hombres son más leales entre sí. Cuando el escritor Sebastian Junger preguntó a soldados estadounidenses en Afganistán acerca de sus lealtades, le dijeron que “sin ninguna duda, arriesgarían sus vidas por cualquiera del pelotón o de la compañía, pero que ese sentimiento disminuía rápidamente a partir de ahí. Para cuando llegabas al nivel de la brigada —tres o cuatro mil hombres— todo sentimiento de metas o identidad comunes era prácticamente teórico”.2 La rivalidad entre grupos es frecuente. Cada grupo tiene su propia regalía, sus propias tradiciones, su propio simbolismo e historia común. Algunos investigadores creen que el cerebro humano solo puede procesar información suficiente para mantener relaciones significativas con unas 150 personas en un período determinado.3 Es, más o menos, el tamaño de una compañía militar, pero también el tamaño de la típica tribu humana primitiva, y aproximadamente el número de “amigos” con los que la mayoría de la gente contacta regularmente a través de las redes sociales. Dentro de esa tribu de 150, la gente forma incluso grupos más pequeños. ¿A cuánta gente le prestarías mucho dinero? ¿Con cuántas personas contarías en caso de emergencia? ¿Cuántas personas podrían contar contigo? Si eres como la mayoría, ese número se reduce al tamaño de un pelotón, un escuadrón o incluso a una escuadra. El tamaño de los equipos para la mayoría de los deportes grupales varía entre una escuadra y un pelotón. Los equipos
  • 14. de fútbol americano tienen unos 50 miembros en plantilla, pero solo hay 11 en el campo a la vez. Los equipos de béisbol tienen 25 miembros, con 9 hombres sobre el campo. En los equipos de fútbol juegan entre 7 y 11 miembros. En los equipos de baloncesto juegan 5. Los de waterpolo meten 7 en la piscina. Los hombres retornan al tamaño de banda arquetípico, incluso para la narración y el esparcimiento. ¿Cuántos personajes principales hay en tus libros, películas o series favoritas? Esa cantidad también funciona con la religión y los mitos. Jesús tenía 12 apóstoles. ¿Cuántos dioses griegos puedes nombrar? ¿Y nórdicos? El grupo de 2 a 15 hombres es una zona cómoda. Es un tamaño de equipo efectivo para maniobras tácticas, pero también es socialmente manejable. Puedes conocer realmente a esos tipos a la vez. Puedes mantener una buena relación de trabajo y una historia social significativa con unos 100. Más allá, la conexión se vuelve extremadamente superficial, la confianza se rompe y son necesarias más reglas y códigos —siempre conservados bajo la amenaza de la violencia— para mantener “unidos” a los hombres. En momentos de tensión —cuando los recursos escasean, cuando el sistema de reglas y códigos se derrumba, cuando hay un lapso en su cumplimiento, o cuando los hombres tienen poco que perder y mucho que ganar infringiendo la ley— es El Camino de los Hombres el que quiebra los grandes grupos y opera en bandas pequeñas y ágiles. La banda del tamaño escuadra-pelotón es nuestra unidad más pequeña. Más allá de nosotros están ellos, y la línea que separa el nosotros del ellos es un círculo de confianza. TRAZANDO EL PERÍMETRO La primera tarea de los hombres en momentos desesperados siempre ha sido establecer y asegurar “el perímetro”. Imaginaos de nuevo en vuestro escenario de supervivencia. Las personas no pueden luchar, cazar y matar día y noche, eternamente. Los humanos tienen que dormir, tienen que comer y necesitan desconectar. Necesitáis crear un espacio seguro y establecer un campamento en alguna parte.
  • 15. También tenéis que localizar algunos recursos deseables, como el acceso al agua y la comida. Una de las primeras cosas que tendréis que tener en cuenta es si el punto os hace vulnerables frente a ataques de depredadores o grupos desconocidos de hombres. Después hacéis un reconocimiento básico — comprobáis los alrededores buscando evidencias de otra tribu o bestias no deseadas. Cansados y satisfechos, tus compañeros y tú montáis un campamento base y vigiláis un perímetro rudimentario. La supervivencia de vuestro grupo dependerá de vuestra habilidad para reclamar con éxito la tierra y conservarla. Cuando reclamáis un territorio y trazáis un perímetro, esa línea pasa a separar vuestro grupo del resto del mundo. La gente de dentro del perímetro se convierte en nosotros y todo lo demás fuera del perímetro, conocido o desconocido, pasa a ser ellos. Más allá de la luz de vuestra hoguera está la oscuridad. Ellos están justo después del centelleo de vuestro fuego, ahí fuera en lo oscuro. Ellos pueden ser animales salvajes, zombies, robots asesinos o dragones. Ellos también pueden ser otros hombres. Los hombres saben lo que necesitan los hombres, y lo que quieren. Si vuestros hombres tienen algo que los hombres quieren o necesitan, tendréis que tener cuidado con otros hombres. Las cosas que tienen valor para los hombres —herramientas, comida, agua, mujeres, ganado, refugio o incluso buenas tierras— tendrán que ser protegidas de otros hombres que podrían estar lo suficientemente desesperados como para haceros daño para conseguirlas. El perímetro separa a los hombres en los que confiáis de los que no confiáis, o no conocéis lo suficiente para confiar en ellos. A la gente le gusta hacer amigos. Estar constantemente a la defensiva es estresante. La mayoría de las personas quieren confiar en otras personas. La mayoría de la gente quiere poder relajarse. Si sois listos, hasta que los conozcáis, ellos seguirán ahí fuera, al otro lado del perímetro. Incluso si bajáis la guardia para cooperar, puede o puede que no los absorbáis en el nosotros. Mientras los hombres mantengan identidades separadas, siempre existe la posibilidad de que ellos decidan anteponer sus intereses a los vuestros. En los momentos difíciles, los acuerdos entre grupos se vienen
  • 16. abajo. La competición genera animosidad, y los hombres se deshumanizan entre ellos para tomar las duras decisiones necesarias para la supervivencia de su propio grupo. Si juntáis machos durante un corto período de tiempo, y les dais algo por lo que competir, formarán un equipo nosotros vs ellos. Esto fue excelentemente ilustrado por el “Experimento de la Cueva de los Ladrones” de Muzafer Sherif. Los psicólogos sociales separaron dos grupos de chicos y los obligaron a competir. Cada grupo de niños creó un sentido del nosotros basado en lo que les gustaba de sí mismos o en cómo se imaginaban ellos. También crearon caricaturas negativas del otro grupo. Los grupos se volvieron hostiles el uno contra el otro. Sin embargo, cuando los investigadores les dieron un buen motivo para cooperar, las bandas enfrentadas fueron capaces de aparcar sus diferencias y unirse en un grupo más grande. Siempre ha sido tarea de los hombres el trazar un perímetro para establecer un espacio seguro, para separarnos a nosotros de ellos y crear un círculo de confianza. El descubrimiento de nuevas tierras en las Américas lo hizo nuevamente posible en la historia humana reciente. Pequeños grupos de hombres se aventuraron en territorio desconocido porque creían que podían conseguir más arriesgándose, de lo que podían esperar obtener por medio de los canales establecidos en el viejo mundo. Desafiaron a lo salvaje, establecieron campamentos y reinventaron la civilización mientras el resto del mundo miraba. Ahí fuera, en la oscuridad, había indios, osos, serpientes y otras bandas de hombres dispuestos a usar la violencia para hacerse con lo que querían. Tanto los colonos como los nativos eran hombres asediados y tenían que consolidarse frente a las fuerzas externas. Debían decidir en quién podían confiar, en quién no y qué necesitaban de los hombres a su alrededor. La historia del Oeste Americano es solo una historia. ¿Cuántas bandas, familias, tribus y naciones han sido fundadas por un pequeño grupo de hombres que se aventuraron solos, reclamaron la tierra, la defendieron, la aseguraron y echaron raíces? Si los hombres nunca hubieran hecho esto, no habría gente viviendo en todos los continentes hoy en día.
  • 17. UN ROL ESPECIAL Habéis decidido quién está dentro y quién fuera. Habéis decidido en quién confiáis y en quién no. Vigiláis el perímetro, protegiendo lo que está dentro de la luz centelleante, defendiendo todo lo que significa algo para vosotros y los hombres que os apoyan. Todo recae sobre vosotros, los guardianes, porque sabéis que si falláis en vuestro trabajo no puede haber felicidad humana, ni vida familiar, ni historias, ni arte, ni música. Vuestro papel en los sangrientos límites de la frontera entre ellos y nosotros está por encima de cualquier otro rol que tengáis dentro del espacio protegido. El vuestro es un rol especial, y vuestro valor para los otros hombres, que comparten dicha responsabilidad, quedará determinado por lo dispuestos y capaces que seáis para cumplir dicho papel. Los otros hombres tendrán que saber que pueden confiar en vosotros, porque todo cuenta, y vuestras debilidades, miedos o incompetencia podrían matarlos o poner en riesgo al grupo entero. Los hombres que son buenos en esta tarea —hombres que son buenos en la tarea de ser hombres— se ganarán el respeto y la confianza del grupo. Esos hombres serán honrados y tratados mejor que los hombres que son desleales o de poca confianza. Los hombres que consiguen victorias en los momentos de mayor peligro adquieren el más alto status entre el resto. Serán tratados como héroes, y otros hombres — especialmente los jóvenes— los emularán. En una sociedad compleja, casi todos nosotros vivimos bien dentro del perímetro. Creamos nuestros propios círculos y camarillas, y los defendemos metafóricamente. Incluimos o excluimos gente por toda clase de motivos. Lejos de cualquier frontera que separe la amenaza de la seguridad, la gente celebra cualidades que no tienen casi nada que ver con la supervivencia. El rebaño bala por cantantes, diseñadores, charlatanes y personas cuyo únicos talentos son ser graciosos o guapos. Los pastores los guían en círculos siempre hacia más de lo mismo. Cuando los hombres se evalúan entre sí como hombres, aún buscan las mismas virtudes que necesitarían para proteger el perímetro. Los hombres responden y admiran las cualidades que harían a los hombres útiles y prácticos en una emergencia. Los hombres siempre han tenido un rol
  • 18. especial, y aún se juzgan entre ellos de acuerdo a las demandas de dicho rol como guardián en una banda, luchando por la supervivencia contra la perdición de los invasores. Todo lo que tiene que ver específicamente con ser un hombre —no solo una persona— tiene que ver con ese rol. Mientras estáis espalda con espalda, deteniendo el avance del olvido, ¿qué necesitáis de los hombres de vuestro grupo? Mientras cerráis un estrecho círculo en torno a un peligroso juego que podría alimentaros durante una semana, ¿qué clase de hombres queréis a vuestro lado?
  • 19. LAS VIRTUDES TÁCTICAS Vir es la palabra latina para “hombre”. La palabra “virtud” proviene del latín “virtus”. Para los primeros romanos, virtus significaba virilidad, y virilidad significaba valor marcial.4 Demostrar la virtus significaba mostrar fuerza, coraje y lealtad a la tribu mientras atacaban o se defendían de los enemigos de Roma. Conforme los romanos tenían más éxito y su civilización se volvía más compleja, dejó de ser necesario que todos sus hombres cazasen o luchasen. El combate tenía lugar en el borde del perímetro, y el límite de lucha de la civilización romana se desplazó hacia el exterior. Para los hombres que estaban en la parte más interna del círculo, la virilidad cada vez se hizo más metafórica5. Los hombres que realizaban otros trabajos podían satisfacer su necesidad de ser vistos como hombres, entre hombres, luchando metafóricamente, demostrando valor social, dominando sus deseos y comportándose éticamente. El significado de la palabra virtus y la idea romana de la virilidad se expandieron para incluir valores que no eran simples virtudes de supervivencia, sino también virtudes cívicas y morales. Las definiciones de virilidad se expandieron para incluir otras virtudes, conforme las civilizaciones crecían. Sin embargo, estas otras virtudes son menos específicas de los hombres, a diferencia de las virtudes de lucha, y varían más de una cultura a otra. La virtud “civilizada” consiste en ser una buena persona, un buen ciudadano, un buen miembro de una sociedad en concreto. Las virtudes principales deberían estar directamente relacionadas con la virilidad. Las virtudes que los hombres de todo el mundo reconocen como virtudes principales son las virtudes de la lucha. Las películas épicas y de acción funcionan bien porque apelan a algo básico en la condición masculina —un deseo de luchar y ganar, de pelear por algo, de luchar por sobrevivir, de demostrar tu valía a otros hombres. Las virtudes específicamente asociadas con ser un hombre esbozan una tosca filosofía de vida, una forma de ser que es también una estrategia para prevalecer en tiempos peligrosos y desesperados. El Camino de los Hombres es una ética táctica.
  • 20. Si estáis luchando para seguir vivos y estáis rodeados de amenazas potenciales, ¿qué necesitáis de los hombres que están peleando con vosotros? ¿Qué necesitáis de nosotros para repelerlos a ellos? Si comer significa afrontar el peligro juntos, ¿a quién queréis llevar con vosotros? ¿Qué virtudes necesitáis cultivar en vosotros mismos y en los hombres a vuestro alrededor para tener éxito en las tareas de caza y lucha? Cuando vuestras vidas y las vidas de las personas que os importan dependan de ello, necesitaréis que los hombres a vuestro alrededor sean tan fuertes como sea posible. Vivir sin la ayuda de tecnología avanzada requiere de espaldas fuertes y esfuerzo. Necesitaréis hombres fuertes para repeler a otros hombres fuertes. No querréis que los hombres de vuestra banda sean imprudentes, sino que sean valerosos cuando haga falta. Un hombre que corre cuando el grupo lo necesita podría poner vuestras vidas en peligro. Querréis hombres que sean competentes, que puedan llevar a cabo el trabajo. ¿Quién quiere estar rodeado de imbéciles y metepatas? Los hombres que cacen y luchen tendrán que demostrar dominio de las habilidades que vuestro grupo use para cazar y luchar. Un poco de inventiva tampoco haría daño. También necesitaréis que vuestros hombres se comprometan. Querréis saber que los hombres a vuestro lado son nosotros y no ellos. Necesitaréis poder contar con ellos en momentos de crisis. Queréis tipos que os cuiden las espaldas. No se puede confiar o depender de hombres a los que no les importa lo que otros hombres piensen de ellos. Si sois listos, querréis que los otros hombres prueben que están comprometidos con el equipo. Querréis que demuestren que se preocupan por su reputación dentro de la banda, y querréis que demuestren que se preocupan por la reputación de la banda entre otras bandas. Fuerza, Coraje, Maestría y Honor. Estas son las virtudes prácticas de los hombres que deben confiar entre sí en
  • 21. el peor escenario posible. Fuerza, Coraje, Maestría y Honor son virtudes simples y funcionales. Son las virtudes de hombres que deben responder ante sus hermanos en primer lugar, ya sean estos hombres buenos o deshonestos. Estas virtudes tácticas apuntan hacia el triunfo. Son amorales, pero no inmorales. Su moralidad es primitiva y reside en un círculo cerrado. Las virtudes tácticas no se preocupan de cuestiones morales abstractas sobre el bien y el mal universales. Lo que está bien es lo que gana y lo que está mal es lo que pierde, porque perder es morir y el final de todo lo que importa. Fuerza, Coraje, Maestría y Honor son las virtudes que protegen el perímetro; son las virtudes que nos salvan. Estas son las virtudes que los hombres necesitan para proteger sus intereses, pero también las virtudes que deben desarrollar para ir en busca de lo que quieren. Son las virtudes del defensor y del atacante. Fuerza, Coraje, Maestría y Honor no pertenecen a ningún dios, aunque muchos dioses las reclaman. Sea lo que sea por lo que luchen los hombres, Fuerza, Coraje, Maestría y Honor son lo que deben exigirse entre ellos si quieren ganar. Fuerza, Coraje, Maestría y Honor son las virtudes alfa de todos los hombres del mundo. Son virtudes masculinas fundamentales, porque sin ellas no se pueden considerar las virtudes “elevadas”. Necesitáis estar vivos para filosofar. Podéis añadir a estas virtudes y crear reglas y códigos morales para dirigirlas, pero si las elimináis de la ecuación no solo estáis dejando atrás las virtudes específicas de los hombres, sino las virtudes que hacen posible la civilización. Los hombres que son fuertes, valerosos, competentes y leales serán respetados y honrados como miembros valiosos del equipo “nosotros”. No se puede contar con hombres extraordinariamente débiles o temerosos. Los hombres que son ineptos en algún aspecto importante deben encontrar una manera de compensarlo —y lo intentarán si son leales y honorables, si quieren ayudar con la caza y la lucha— o encontrar otra tarea que acometer en la tribu. Un hombre de lealtad cuestionable, al que no parece importarle lo que otros hombres piensen de él o cómo se percibe a su tribu, no tendrá la confianza de la banda de lucha y caza. Los hombres que no puedan cumplir con el rol principal de hombres, por uno u otro motivo, serán apartados del
  • 22. grupo de caza y lucha y enviados a trabajar con las mujeres, los niños, los enfermos y los ancianos. Los hombres tienen diferentes vocaciones, aptitudes y temperamentos. La mayoría de los hombres tienen la habilidad de adaptarse al rol de cazar y luchar, de vivir en el límite del perímetro, pero algunos no serán capaces de dar la talla. Serán valorados como menos viriles y considerados menos hombres. Algunos hombres se sentirán dolidos. No es justo, pero la justicia es un lujo que raramente pueden permitirse los hombres en momentos desesperados. Los hombres que quieran evitar ser rechazados por la banda, trabajarán duro y competirán entre ellos para ganarse el respeto de esta. Los hombres más fuertes, más valerosos y más competentes por naturaleza, competirán entre ellos por un status más alto dentro del grupo. Mientras haya algo que conseguir logrando una posición más elevada dentro de la banda —ya sea mayor control, más acceso a los recursos o solo la estima de los compañeros y la comodidad de estar más alto en la jerarquía que los tipos de la base— los hombres competirán entre ellos por una posición más elevada. Sin embargo, como los humanos son cazadores cooperativos, el principio del grupo-banda se reduce hasta el nivel individual. Al igual que los grupos de hombres compiten entre sí pero se unirán si creen que pueden conseguir más cooperando, los individuos competirán dentro de una banda cuando no haya amenazas externas mayores, pero después aparcarán sus diferencias por el bien del grupo. Los hombres no están programados para luchar o cooperar; están programados para luchar y cooperar. Comprender esta habilidad para percibir y priorizar los diferentes niveles de conflicto es esencial para comprender El Camino de los Hombres y las cuatro virtudes tácticas. Los hombres cambiarán constantemente de marcha, de la competencia intragrupal a la competición entre grupos o contra una amenaza externa. Es bueno ser más fuerte que otros hombres dentro vuestra banda, pero también es importante para vuestra banda ser más fuerte que otra banda. Los hombres retarán a sus camaradas y pondrán a prueba su coraje, pero, en muchos aspectos, estos retos intragrupales preparan a los hombres para
  • 23. afrontar la competencia entre grupos. Al igual que es importante para los hombres el demostrar a sus compañeros que no se dejarán ridiculizar, la supervivencia de un grupo puede depender de si éste está dispuesto o no a enfrentarse a otros grupos para proteger sus propios intereses. A los hombres les encanta exhibir nuevas habilidades y superar a sus colegas, pero dominar muchas de las mismas habilidades será crucial en las batallas contra la naturaleza y otros hombres. Los deportes y juegos que más practican los hombres requieren de la clase de pensamiento estratégico y/o virtuosismo físico que haría falta en una situación de supervivencia. La reputación de un hombre puede evitarle enfrentamientos dentro de su grupo, y la reputación de un grupo puede hacer que sus enemigos se lo piensen dos veces antes de crear animosidad. Los sociólogos y los expertos en bandas callejeras hablan, de forma pintoresca, con menosprecio arrogante y confuso acerca del exceso de preocupación por la reputación o el deseo de vengar “afrentas”. Pero la realidad es que los hombres se han comportado así durante la mayor parte de la historia de la humanidad, y los motivos estratégicos del por qué deberían resultar obvios para cualquiera que no confíe en la protección policial. Si nadie va a venir a salvarte, será mejor que seas duro o lo parezcas, y probablemente querrás tener a tu lado tipos duros, listos y dispuestos para guardarte las espaldas. No tengo ni idea de cómo la gente se las apaña para hacerse un lío con algo tan sencillo y obvio, pero estoy bastante seguro de que nuestros ancestros los habrían matado y les habrían quitado sus pertenencias. *** Los cuatro próximos capítulos desarrollarán lo que yo entiendo por Fuerza, Coraje, Maestría y Honor. Estas simples palabras tienen muchos significados, y quieren decir cosas diferentes para personas diferentes. Las virtudes masculinas representan conceptos tan universales que incluso los débiles, los cobardes, los ineptos y los indignos luchan por encontrar formas para también poder sentir que personifican esas virtudes. Con cada una de las cuatro, mostraré por qué están específicamente relacionadas con los hombres, cómo encajan las mujeres en el cuadro y como se relacionan las virtudes
  • 24. entre sí. Algunas de las virtudes también tienen múltiples aspectos que merece la pena analizar. Después de que hayamos examinado cada una de las virtudes tácticas y las hayamos considerado amoralmente, abordaré temas de moralidad y ética de nuevo, y explicaré cuál creo que es la diferencia entre ser un buen hombre y ser bueno siendo un hombre y por qué no es lo mismo.
  • 25. FUERZA Si desmontáis algo o lo modificáis, hay ciertos aspectos que deben permanecer intactos o ser reemplazados para que conserven su identidad. Sin ciertas partes, se convierte en otra cosa. Sin fuerza, la masculinidad se convierte en otra cosa—un concepto diferente. La fuerza no es un valor arbitrario asignado a los hombres por las culturas humanas. El incremento de fuerza es una de las diferencias biológicas fundamentales entre machos y hembras. A parte del sistema de cañerías reproductoras básico, tener más fuerza es una de las diferencias físicas mesurables más prominentes, e históricamente consecuentes y consistentes, entre machos y hembras. Hoy en día está de moda poner la palabra “débil” entre comillas para evitar ofender a las mujeres cuando se las hace referencia como al sexo “débil”. Las comillas no alterarán la verdad humana básica de que los hombres aún son, en promedio, significativamente más fuertes físicamente que las mujeres. Las personas serias deberían poder admitir que algo es generalmente cierto cuando es un hecho verificable. No hay por qué avergonzarse de ello. La fuerza no es la única cualidad que importa. A veces no importa en absoluto. Rara vez es una desventaja. Sin embargo, en nuestro mundo moderno mecánicamente asistido, la fuerza física es a menudo menos relevante de lo que solía ser. Relevante o no, es lo que es. Las mujeres pueden demostrar fuerza, pero es una cualidad que define la virilidad. Tener mayor fuerza diferencia a los hombres de las mujeres. Los hombres débiles son considerados menos viriles, pero a nadie le importa realmente o tiene en cuenta si una mujer es más débil que sus compañeras. En cierto modo, esto es más cierto —o más cierto entre clases— que nunca. Las mujeres que vivían en granjas (o en sociedades cazadoras primitivas) tenían un trabajo con mayor demanda física que cualquier empleo de la mujer media de hoy en día. Admiramos la fuerza en las atletas femeninas, pero una mujer bella que no pueda levantar una bolsa de verduras aún tendrá muchos admiradores y
  • 26. cantidad de hombres dispuestos a ayudarla a llevarla. Muchas mujeres famosas que son consideradas bellas, tanto por hombres como por mujeres, están tan delgadas que parecen famélicas y frágiles. Colectivamente, no nos importa si una mujer tiene fuerza o no. Una mujer no es considerada menos mujer si es físicamente débil. Muchos tal vez consideren menos femenina a una mujer si es demasiado fuerte. Concretamente, si una mujer presenta un nivel de masa muscular elevado y una poco frecuente baja cantidad de grasa corporal, tenderá a parecerse más a un hombre. Precisamente por las diferencias fisiológicas entre machos y hembras, sólo las culturistas femeninas más dedicadas y disciplinadas consiguen alguna vez parecer muñecos He-Man con cabezas de Barbie. La mujer promedio que entrena con pesas incrementará su fuerza y su salud, pero la mayoría seguirán pareciendo mujeres. La testosterona puede o no jugar un papel importante en el desarrollo muscular femenino.6 Sin embargo, en los hombres, la testosterona —el andrógeno más reconocido— guarda una relación complementaria con el incremento de fuerza y de masa muscular. Los hombres con más músculo tienden a tener y mantener niveles altos de testosterona, y a los hombres que tienen los niveles más altos de testosterona suele resultarles más fácil ponerse grandes y fuertes. Los hombres que aumentan sus niveles de testosterona —ya sea con el entrenamiento y la dieta o por medios artificiales— suelen parecer más masculinos. Dicho de otra manera, los hombres con más músculo se parecen menos a la mayoría de mujeres, y más a los hombres menos andróginos. Esto no tiene nada que ver con la cultura. No hay ninguna cultura humana en la que los hombres débiles sean considerados más viriles, y que las mujeres con más musculatura sean consideradas más femeninas. La importancia de la fuerza varía de una sociedad a otra (normalmente en correlación con la tecnología disponible y el tipo de trabajo requerido para la persona media) pero la fuerza ha sido una cualidad definitoria masculina siempre en todas partes. Si estamos haciendo un intento sincero por comprender y definir la virilidad o la hombría7, tal y como pertenece o es característica de los hombres, la fuerza física debe figurar de manera prominente en dicha definición. El Camino de los Hombres es el Camino de los Fuertes —o al menos de los más
  • 27. fuertes. Como otros muchos y yo hemos mencionado, la fuerza no es siempre una gran ventaja en el mundo moderno. Sin embargo, si volvemos a nuestra banda primitiva —nuestra banda de hermanos luchando por la supervivencia — el valor de la fuerza para el grupo se incrementa de forma sustancial. Donde hay que luchar y trabajar, las ventajas de ser más fuertes son obvias. Un hombre que puede golpear dos veces con la misma fuerza, sin contar otras variables, es más provechoso para la banda. Además, aparte de permitir al hombre tomar una posición de mayor importancia dentro de la banda, la fuerza le hace más valioso en general. Un hombre que puede cargar el doble que otro, sin contar otras variables, es más provechoso para la banda. Un biólogo evolucionista sugería recientemente que los humanos estaban de pie porque ello les daba a los machos humanos una gran ventaja mecánica cuando machacaban a otros.8 Tal vez empezaron a caminar erectos por otros motivos también. En un espacio temporal lo suficientemente largo, tanto A como B son explicaciones razonables, si es que ambas explicaciones lo son. Como ventaja natural, el poder de devastación cuenta. Es también una creencia común el que la lucha es una de las razones por las que los machos tienen más fuerza que las mujeres en el tronco superior. En las bandas primitivas, el hombre que es sustancialmente más fuerte que sus compañeros es un juggernaut capaz de aplastar a cualquiera que se interponga en su camino. Es capaz de ejercer su voluntad de la forma que le resulte efectiva. (La voluntad en sí es nuestra segunda virtud masculina). La fuerza, en sentido estrictamente físico, es la habilidad muscular de ejercer presión. Dejando a un lado el trabajo de músculos involuntarios, para los seres conscientes la fuerza es la habilidad de ejercer esa potencia de acuerdo a la voluntad de uno. Puede ser tan sencillo como forzar un hueso contra otro y soltar. Hace falta cierta cantidad de fuerza para doblar un dedo. La fuerza es una aptitud. Es una habilidad que se puede desarrollar, pero al igual que la inteligencia, la mayoría de la gente tendrá un rango potencial natural más allá del cual les resultará imposible progresar. Algunos individuos tendrán mayor aptitud que otros para desarrollar la fuerza. Los
  • 28. humanos no tienen las mismas aptitudes. Esta es una de las crueles, pero fundamentales, verdades de la vida humana. Requiere cierta cantidad de fuerza alcanzar una pieza de fruta y arrancarla de la planta. Se requiere fuerza para construir, cultivar, cazar y transportar alimentos desde la tienda hasta el coche. Preguntadle a una persona mayor si la pérdida de fuerza ha tenido un impacto positivo o negativo en su vida. Una persona más débil es más vulnerable. Tener menos fuerza significa que es menos probable que seas capaz de deshacerte de alguien que quiere quitarte algo y, a un nivel estrictamente físico, una fuerza reducida es sinónimo de una habilidad disminuida para arrebatarle lo que quieres a otro. Una persona demasiado débil no puede sobrevivir. Es la fuerza la que hace posible el resto de valores. La fuerza es la habilidad de ejercer la voluntad propia sobre uno mismo, sobre la naturaleza y sobre la gente. Al desplazarnos desde las circunstancias desesperadas de la banda de supervivencia hasta la vida de lujos de una sociedad civilizada, el concepto de fuerza no cambia tanto conforme se expande y se convierte en una metáfora. La palabra fuerza puede describir un amplio espectro de habilidades y poderes sin perder su significado primitivo, su sello. La fuerza es el equivalente corpóreo del poder. Fuerza es tener 300 tanques para usarlos contra los 200 tanques de tu enemigo. La fuerza es el arsenal, pero no garantiza que éste sea empleado. La fuerza, en su sentido más amplio, es una comodidad deseable. Hacerse más fuerte —incrementar la fuerza— significa incrementar vuestra habilidad, como individuos, como banda o como nación, para hacer lo que deseéis con relativa impunidad. ¿Qué es la libertad, sino la habilidad de hacer lo que uno desea? La fuerza es la habilidad de mover, y mayores fuerzas mueven más. Sin embargo, del mismo modo que los músculos pueden realizar contracciones isométricas, la fuerza también puede ser la habilidad de aguantar la presión externa. Fuerza también es la habilidad de AFERRARSE (NdelE: “Hold fast” en inglés. “Mantente firme” es también una traducción al español válida) — un tatuaje que se veía en los nudillos de los marineros cuyas vidas (y las vidas de las bandas de hombres de sus barcos) dependían de su habilidad de
  • 29. aguantar y capear una tormenta. Que la fuerza signifique tanto la habilidad de mover como la habilidad de ser inamovible no es más contradictorio que la mecánica de un músculo. La fuerza física es la metáfora que define la hombría, porque la fuerza es una característica definitoria de los hombres. Un aptitud mayor para la fuerza física diferencia a la mayoría de los hombres de la mayoría de las mujeres, y esta diferencia, aunque menos importante en tiempos de seguridad y abundancia, ha definido el rol de los hombres a lo largo de la historia de la humanidad. A la fuerza se le puede dar toda una variedad de usos, pero cuando no se usa, es como un motor poderoso acumulando polvo en un garaje o una voz bonita que nadie escucha nunca. Un coche deportivo que nunca quema goma en la carretera es solo un bonito montón de metal. Para experimentar el gozo de su talento natural, un cantante debe cantar. La experiencia de ser un hombre es la experiencia de tener más fuerza, y la fuerza debe ser ejercida y demostrada para ser de alguna utilidad. Cuando los hombres no pueden o no ejercen su fuerza, o no le dan uso alguno, ésta es solo una decoración inútil.
  • 30. CORAJE La fuerza es un concepto directo y físico. El coraje tiene muchos nombres, y ha sido definido de muchas maneras. Fuerza es la habilidad de mover o resistir contra fuerzas externas. Coraje es cinética. El coraje inicia el movimiento, la acción o la fortaleza. El coraje ejercita la fuerza. El “león cobarde” —el tipo que parece duro y se aparta mientras hombres más débiles pelean, asumen riesgos y llevan a cabo el trabajo— vale menos que los hombres que pisan la arena. No digo que todas las muestras de voluntad sean valerosas, pero todos los actos que requieren coraje son ejercicios de voluntad. No requiere valor el coger un vaso y llevároslo a la boca. El coraje implica riesgo. Implica la posibilidad de fallo o la presencia de peligro. El valor se mide contra el peligro. Cuanto más peligro, más coraje. Entrar en un edificio en llamas gana a discutir con tu jefe. Discutir con tu jefe es más valeroso que escribir una nota anónima. Los actos sin consecuencias relevantes requieren de poco valor. Aristóteles creía que el coraje estaba relacionado con el miedo, y que aunque había muchas cosas que temer en la vida, la muerte es la que más asustaba. En su Ética Nicomáquea, el valiente es el hombre que, “en la honrosa muerte y en las cosas que a ella le son cercanas no se muestra temeroso, tales son las cosas de la guerra”. También señala que los hombres que son obligados a luchar tienen menos valor que aquellos que demuestran coraje en la batalla por propia voluntad. Aristóteles expresó el coraje como una virtud moral, como la voluntad de la acción noble. Cuestionó el valor de aquellos que estaban confiados por el éxito en la batalla, aunque me pregunto cómo puede conseguirse tal éxito si no es a través de alguna demostración inicial de coraje. Aunque es verdad que el pecho de hombres fuertes y experimentados a menudo se hincha cuando la amenaza es menor, y esos mismos hombres son conocidos por dar media vuelta ante un reto legítimo, cierta cantidad de coraje es el producto de una trayectoria exitosa. ¿Un hombre que nunca ha ganado una pelea es más valeroso por enfrentarse a un luchador experimentado —sin importar la nobleza de la causa— o simplemente es un
  • 31. idiota? La definición de coraje de Aristóteles no es la de la confianza salvaje e insensata de un hombre apasionado que pelea en caliente sin miedo ni ira. Más bien, sugiere que “los valientes luchan por el honor en sí, pero la pasión les ayuda”. Admite que los hombres que actúan por la fuerza de un sentimiento poseen “algo semejante al coraje”.9 La definición de coraje de Aristóteles, aunque admirable, está tan condicionada y ligada a un escurridizo y altivo ideal de noble acción, que tratar de determinar quién es realmente valeroso se convierte un poco en un juego. Andreia, la palabra que Aristóteles usaba para coraje, también era sinónimo de hombría en la antigua Grecia. Andreia deriva de “andros”, que connota “macho” o “masculino”. En su libro Roman Manliness, el clasicista Myles McDonnell argumentaba que la palabra virtus,10 la cuál “sacudía el oído de los antiguos romanos tanto como ‘hombría’ (NdelE: “Manliness”) lo hace con los angloparlantes”,11 significaba coraje —en batalla, concretamente— en el latín pre-clásico. La palabra vir significaba “hombre”, y virtus significaba coraje.12 McDonnell escribía: “En contextos militares, virtus puede denotar la clase de valor requerido para defender la patria, pero más a menudo designaba conductas agresivas en combate. En situaciones no militares, el virtus valeroso se refiere normalmente a la capacidad de enfrentarse y resistir el dolor y la muerte.”13 La hombría valerosa se personifica en la historia de Gayo Mucio, un joven noble romano de la temprana República. Un rey etrusco llamado Porsena había asediado Roma, guarneciendo a sus soldados alrededor de la ciudad. Gayo Mucio pidió permiso a los senadores romanos para introducirse en el campamento etrusco y matar a Porsena. Mató al ayudante de Porsena por error y fue capturado por los guardaespaldas del rey. Gayo Mucio le dijo al rey: “Soy Gayo Mucio, ciudadano de Roma. Vine aquí como enemigo a matar a mi enemigo, y estoy listo para morir al igual que lo estoy para matar. Nosotros los romanos actuamos con bravura y, cuando la adversidad golpea, sufrimos con bravura. No soy el único que siente así; tras de mí aguarda una fila de aquellos que persiguen el mismo honor.”14 Porsena amenazó con arrojar a Gayo Mucio al fuego. Gayo Mucio respondió
  • 32. metiendo su propia mano en las llamas. Mientras su mano ardía, dijo: “Mírame y observa que tan insignificante es el cuerpo para aquellos que persiguen mayor gloria.”15 Porsena le dijo a Gayo Mucio que, de haber sido miembro de su propia tribu, le habría recompensado por su valentía. Gayo Mucio fue liberado, pero le dijo a Porsena que había otros trescientos romanos dispuestos a sacrificarse como él para salvar la ciudad, y que si el sitio de Roma persistía, antes o después alguno tendría éxito asesinándolo. Porsena envió un emisario a los romanos, ofreciéndoles un acuerdo de paz. Gayo Mucio se ganó el sobrenombre de “Scaevola”, que significa “zurdo”, tras perder su mano derecha en el fuego. Tanto para Aristóteles como para los romanos, el coraje —y la hombría— era la voluntad de arriesgar heroicamente la vida y las extremidades contra un peligro para las personas de la propia tribu, especialmente en el contexto de guerra con otra tribu. La forma de valor más noble de Aristóteles era una disposición a asumir riesgos necesarios para asegurar la supervivencia del grupo. Una demostración de voluntad de arriesgar la vida propia por la banda es prueba de lealtad y aumenta el valor del hombre para ésta. Cuando llega la hora de la verdad, con un hombre que demuestra esta clase de coraje se puede confiar en que dará todo lo que posee —incluso sacrificarse a sí mismo— por la supervivencia del grupo. Cuando un grupo no afronta una situación de supervivencia, dicho grupo puede permitirse ser más metafórico en cuanto al valor y admitir sacrificios menores. Hasta que la seguridad está consolidada, ningún grupo puede permitirse divagar acerca de delicadezas como el “coraje intelectual”. La palabra coraje resulta fácil de usar en la actualidad. Cualquier famoso que se pone enfermo y no se pasa el día llorando es alabado por los fanáticos de la farándula por su “valerosa batalla” contra el cáncer, o el síndrome de fatiga crónica, o la depresión, o incluso con la “adicción a la comida”. No tiene nada de malo reconocer las dificultades que afrontan otros, pero también tenemos que reconocer, como hacían Aristóteles y los romanos, que el coraje, en su forma más pura y elevada, requiere asumir voluntariamente el riesgo de resultar herido o muerto por el bien del grupo. Los riesgos menores exigen un
  • 33. valor muy diluido. Aristóteles creía que el coraje heroico era la forma más noble de coraje moral, pero también señalaba que la pasión, el espíritu, era “algo parecido al coraje”. En la República de Platón, se sugiere que la crueldad salvaje proviene de la misma parte del hombre que inspira actos de gran valor.16 El coraje era un forma cooperativa del espíritu socialmente consciente, entrenado y maduro. El traductor Allan Bloom identificaba la forma más pura de coraje —un thumos17 o “espíritu”— como “el principio, o base, de la furia o la ira”18. Sócrates comparaba a los guardianes de su ciudad con “nobles cachorros”, que serían corteses con la gente que conocían pero que estaban ansiosos por lucha ferozmente con extraños y extranjeros cuando fuera necesario.19 Para llegar a la esencia de lo que es realmente la masculinidad, apartemos la cubierta de moralidad y nobleza por un momento. Aunque creo que algunos hombres demuestran tendencias heroicas casi a nivel instintivo —como nobles cachorros— también he de decir que antes de que un hombre pueda estar dispuesto a asumir riesgos por el grupo, debe estar dispuesto a asumir riesgos de forma genérica. A algunos hombres y mujeres se los describe como “riesgo-aversivos”, y se apartan del camino para evitar casi cualquier tipo de riesgo. Antes de tener la voluntad de asumir riesgos por el grupo — llamémoslo “elevado coraje”— debemos poseer una especie de “bajo coraje” con el que resulte cómodo el asumir riesgos. Asumir riesgos es algo que resulta más natural para unos que para otros, y resulta más natural para los hombres que para las mujeres.20 Al igual que la fuerza es entrenable, también lo es el coraje. Pero, al igual que la fuerza, algunos tienen mayor aptitud para asumir riesgos que otros. Los hombres socializan entre ellos — diablos, se provocan e incitan alegremente entre ellos— corriendo riesgos. Cuando no hay objetivo heroico a la vista, los chicos se retan a realizar toda clase de estupideces. Sin embargo, un macho que se encuentra cómodo asumiendo riesgos bajos es más probable que se sienta más seguro —y tenga más éxito— cuando llegue el momento de correr un riesgo heroico. Cuando respondemos a la cuestión “¿qué es la masculinidad?”, también resulta importante no perder de vista al individuo dentro del grupo. El coraje heroico beneficia al grupo pero, como ya hemos discutido, hay beneficios al
  • 34. ganar status dentro del grupo, y los hombres lucharán por ese status. Esto requiere una clase de coraje menos noble. Exige amor propio. La fuerza de un hombre no es una simple herramienta que usar al servicio de otros. Los hombres también la usan en su propio interés y sería estúpido esperar que hicieran sacrificios constantes sin algún tipo de ganancia personal, ya sea material o espiritual. Debemos esperar que los hombres luchen para sí mismos, que compitan entre ellos y que persigan sus propios intereses. Nada podría ser más natural que un hombre que quiere triunfo y prosperidad. No es necesariamente el hombre más fuerte el que dirige, es el hombre que toma el mando el que lo hace. Este valor intragrupal es necesario para que el hombre haga valer sus intereses sobre los de otros hombres en el seno del grupo. En el nivel más primitivo, hacer valer vuestros intereses sobre los de otros hombres requiere de una potencial amenaza de violencia. Así es como los hombres se han tomado siempre la medida, y así es como lo hacen en la actualidad. Este espíritu valiente, básico y amoral es necesario para estar por delante de otros hombres dentro de una jerarquía. Es la esencia del espíritu competitivo. Cara a cara, los hombres aún echan un vistazo e intentan percibir si —y hasta qué punto— otro hombre estaría dispuesto a oprimir sus intereses. ¿Si planto cara, se irá? ¿Plantará cara él? Esta “presión” básica es la chispa de coraje. Si no está lo suficientemente presente en un hombre, dudo que sean posibles formas más elevadas de valor. Hay muchos nombres para el tipo de coraje necesario para asumir riesgos en pos del interés propio. La mayoría de la gente lo llamaría pelotas. Otra palabra sería “gameness” (N.del.T: podríamos emplear los términos raza, empuje o bravura, pero he preferido conservar el término inglés original). Sham Sheridan escribió sobre ello en A Fighter´s Heart (N.del.T: El Corazón de un Luchador). Gameness es un término empleado en las peleas de perros para describir, “el afán de luchar, la furia berserker y el absoluto compromiso con el combate, afrontando el dolor, la desfiguración, hasta morir”. En las peleas de perros, dos canes luchan hasta que no pueden más por algún motivo. Se les lleva hacia atrás, hasta las “líneas de arañazos”, de sus
  • 35. esquinas y se les suelta. Los perros que vuelven a luchar — se le llama “arañar”— se dice que tienen “game”. Las peleas de perros son una prueba de gameness. Según Sheridan, no están pensadas para ser a muerte. Los perros pelean hasta que uno de los dos rehúsa cruzar la línea de arañazos y continuar la lucha.21 Es como palmear o decir “me rindo”. Los hombres se evalúan entre sí por su gameness, y esta es la razón por la que resultaba relevante en el libro de Sheridan sobre la lucha profesional y amateur. Ese espíritu indomable es un tema clave en todo viaje heroico. En el deporte, es parte de la historia del regreso. Un tipo afronta su mayor reto y después, cuando prácticamente todos lo daban por perdedor, regresa — corriendo con el corazón “en la boca”— y triunfa sobre su oponente. Es el clímax de todas las historias de Rocky y la treta de Hulk Hogan en la mayoría de sus peleas de wrestling. En todas las películas de Jungla de Cristal (NdelE: Duro de Matar, en Hispanoamérica), John McClane consigue arreglar la situación solo después de haber sido apaleado, regresando desde el mismo abismo de la derrota. Estos héroes tienen un empuje interior que les hace insistir una y otra vez, cuando otros se habrían rendido. Un hombre que obviamente tiene game puede ponerse por delante de uno que no lo tiene, simplemente porque puede esperar que el que tiene menos game se rinda. Algunas personas hablan sobre la masculinidad intentando determinar quién es “alfa” y quién es “beta” en una determinada situación.22 Un buen amigo me lo explicó así: “Si puedes tratar a otro hombre como si fuera tu hermano pequeño, tú eres el alfa”.23 El alfa será el hombre con más empuje y estará por delante del beta. Fingir el gameness puede ser una estrategia efectiva mientras nadie te destape el farol. Se puede fingir por medio del lenguaje corporal, por la inflexión del tono de voz y la elección de las palabras. Generar una sensación de que estáis listos para llegar hasta donde sea necesario para conseguir lo que queréis, es una forma de marcar autoridad, ya seas un prisionero, un hombre de negocios, un agente de la autoridad, un padre o alguien intentando disciplinar a un perro. La mayoría de la gente no pondrá a prueba a alguien que esté fingiendo el gameness, si el actor es lo suficientemente convincente. Fingirlo es una manera de afirmar la voluntad propia, y la gente lo hace constantemente, incluso en las sociedades primitivas. Los intentos fallidos de
  • 36. aparentarlo —intentar parecer más duros de lo que sois y no lograrlo— es a lo que las feministas se refieren cuando hablan de “actuar con masculinidad” o “disfrazarse de duro”. Lo que reconocen con esto es el hecho de que hoy en día los hombres continúan con el ritual de establecer jerarquías y medirse entre ellos, incluso aunque la mayoría no se han puesto a prueba y muy pocos lucharían alguna vez. Puede parecer estúpido porque no casa con la mortalmente seria realidad táctica de un escenario de supervivencia. Desafortunadamente, simular el gameness también puede conducir a un comportamiento ilusorio. Muchas personas adoptan actitudes y posturas violentas incluso sin tener experiencia o expectativas de violencia física. Existe una audacia que proviene del hecho de saber que puedes decir lo que quieras porque tienes detrás a un hombre grande y fuertemente armado. La gente habla con firmeza sin tener que recurrir a las primitivas matemáticas de la violencia, porque creen que las autoridades intervendrán y detendrán o castigarán al atacante. El falso gameness se basa en la disuasión de que hay hombres y mujeres que están preparados para usar la violencia para hacer cumplir la ley. Este falso gameness solo es posible cuando casi no hay peligro de una escalada de violencia. En momentos y lugares menos cómodos y seguros, la autoafirmación debe ir acompañada de coraje físico y atrevimiento. Cuando no hay expectativas de ser “salvado” o de que la mayoría de la gente tema la contestación violenta del estado, es de necios provocar a un hombre con apariencia peligrosa a menos que estéis preparados para luchar con él. El coraje puro del gameness puede, en cierto grado, ir en correlación con la seguridad de un mayor tamaño y fuerza, pero muchos hombres más pequeños tienen el mismo o más game que sus contrarios más grandes. Los pesos mosca son un buen ejemplo de hombres con un game extremo, aunque sean mucho menos fuertes que hombres mucho más grandes con menos game. Los deportes de combate con categorías de peso nos dejan ver que hombres de todos los tamaños pueden mostrar un gameness terrible. Tanto hombres como mujeres pueden tener game, pero el status de las hembras humanas rara vez ha dependido del deseo de lucha de la mujer. Las mujeres recatadas, educadas y pasivas son atractivas para los hombres y, generalmente, también son bien miradas por otras mujeres. Incluso en la
  • 37. actualidad, muchos hombres saltarán a la primera oportunidad de hacer daño a un hombre que haga daño a una hembra desconocida. Es por este motivo por el que muchas mujeres pueden autoafirmarse o hacer demostraciones de gameness con relativa impunidad, y algunas se llevan un chasco sobre sus habilidades para llevar a buen puerto sus amenazas o defenderse cuando sus bravuconadas acaban en violencia. Gravitas es otra vieja palabra que aún empleamos para hablar de la hombría, especialmente con actores y políticos. Decimos que un hombre posee gravitas cuando nos hace creer que deberíamos tomarlo en serio. Nuestra palabra “gravedad” proviene del latín gravitas; significa “pesado”. Los romanos usaban gravitas con el mismo sentido que nosotros —para decir que hay que tomar en serio a un hombre o a una cosa. En contraste con la enloquecida imagen del game de un pitbull, equilibra nuestro sentido de lo que es el coraje viril. Coraje no es solo el deseo de entrar en batalla o escalar en la jerarquía, sino que también consiste en defender la posición. Los hombres masculinos dejan claro que tienen que ser tomados en serio, que tienen peso, que no se dejarán apartar. Quieren que los demás hombres sepan que resultarán “pesados” a la hora de ser desplazados, y que deben ser tomados en serio. Coraje es el espíritu animado de la virilidad, y es crucial para cualquier definición significativa de la masculinidad. Coraje y fuerza son virtudes sinérgicas. Una sobreabundancia de alguna resulta menos útil sin la adecuada cantidad de la otra. En cualquier banda de hombres que luchen por la supervivencia, el coraje será apreciado y respetado estando en vida y reverenciado en la muerte. El coraje es un valor táctico crucial. Uno puede elegir ser valeroso y, hasta en su forma más básica, el coraje es el triunfo sobre el miedo. Se asocia con el corazón, el espíritu y la pasión, pero también es un acicate para luchar y vencer. El coraje es abstracto, y tiene muchos aspectos, así que he sintetizado su definición en lo que respecta a nuestro intento de comprender El Camino de los Hombres y el ethos de la banda. Coraje es la voluntad de correr riesgos en beneficio propio o de otros. En su forma más básica y amoral, el coraje es un deseo voluntario o pasional
  • 38. de luchar o conservar el terreno a toda costa (gameness, corazón, espíritu, thumos). En su forma más desarrollada, civilizada y moral, el coraje es la voluntad decisiva y considerada de correr riesgos para asegurar el éxito o la supervivencia de un grupo o de otra persona (valor, virtus, andreia). Comparando su propia experiencia como luchador con las peleas de perros, Sam Sheridan escribía: “Se retuercen furiosamente como serpientes, enroscándose, escupiendo y sometiendo, rugiendo como osos. El epítome de la furia. Sus colas se agitan, para esto están hechos, y cumplen su propósito, están convirtiéndose. Hay sangre, pero a los perros no les importa, girando y clavándose al suelo, luchando bocarriba y lanzando mordiscos para ponerse en pie […] obviando cualquier dolor que sientan en pos del deseo de superar al otro perro. Conozco ese sentimiento.” Platón (o Sócrates) también comparaba a los hombres con los perros. Una de las grandes tragedias de la modernidad es la falta de oportunidades de los hombres para llegar a ser lo que son, de hacer aquello para lo que nacieron, lo que sus cuerpos quieren hacer. Podrían ser los nobles cachorros de Platón, pero están encadenados a una estaca en el suelo —abandonados a la locura de ladrar a las sombras de la noche, humillados por retos pasados sin resolver y cuyos resultados siempre serán desconocidos.
  • 39. MAESTRÍA Los hombres siempre se han reconocido en los animales. Los han adorado y han reivindicado linajes totémicos de animales. Han rastreado sus orígenes hasta dioses que eran como animales, tenían partes animales o podían transformarse en animales. Heracles era representado vistiendo la piel de un poderoso león al que había matado. Los berserkers nórdicos llevaban pieles de lobos y osos para intimidar a sus enemigos e inspirar un coraje feroz en la batalla. En los ejércitos aztecas, eran los guerreros jaguares de élite los que iban al frente. Equipos deportivos y unidades militares de todo el mundo adoptan los nombres de animales formidables para representar su fuerza y su gameness. A lo largo de este libro, he comparado a hombres con perros y chimpancés. Sin embargo, en el deporte, la guerra y la vida, hay otra virtud masculina que es universal y específicamente humana, porque en su mayor parte requiere del intelecto humano. Los animales tienen éxito o fallan en gran medida debido a una combinación de sus circunstancias y su forma física genéticamente heredada, en una determinada situación. Un animal que es más fuerte, más ágil o tiene más game, triunfará sobre un animal inferior. Tenemos que proyectar nuestra propia humanidad en los animales para convertirlos en maestros de la estrategia. En todos, excepto animales inteligentes como los grandes primates y las orcas o los delfines, lo que interpretamos como habilidad es casi siempre instinto —no el producto de la deliberación, el intento o el ensayo y error. El deseo y la habilidad de emplear la razón y desarrollar habilidades y tecnologías que le permitan a uno ganar el dominio sobre sus circunstancias —sobre uno mismo, sobre la naturaleza, sobre otros hombres, sobre las mujeres— es una virtud humana, aunque también es el talón de Aquiles del hombre. Si le preguntáis a varios hombres sobre lo que significa ser bueno siendo un hombre, a menudo obtendréis respuestas que empiezan a sonar como un compendio de destrezas y habilidades mínimas en la descripción de un trabajo.
  • 40. Mientras que para los hombres la descripción de un trabajo innegablemente varía en función de la época, el lugar y la cultura, la virtud primitiva colectiva que los une a todos es “ser capaz de cargar con tu propio peso”. Las mujeres se sienten más cómodas aceptando la benevolente ayuda del grupo porque siempre la han necesitado. Una mujer adulta sana debe aceptar ayuda del grupo si va a mantener a un niño, dar a luz o cuidar de un bebé. Y especialmente cuando los hombres han conseguido establecer un nivel de seguridad y prosperidad más allá de la simple supervivencia, las mujeres han sido evaluadas por los hombres basándose menos en su utilidad que en cualidades más nebulosas, como el atractivo y el encanto social. Cuando tienen los medios, la mayoría de los hombres mantendrán alegremente a una mujer que parezca despreocupada, bonita y encantadora. No ha sido así para los hombres. Es mucho más raro que hombres y mujeres se ofrezcan a mantener a un hombre adulto y sano. También les resulta extraño mantenerlo sin resentimiento. Llega un momento en la vida de todo macho adulto en la que no hay excusa para que no cargue con su propio peso, excepto cuando está enfermo, herido, incapacitado o es viejo. Las sociedades humanas aceptan estas excepciones, pero la competencia siempre ha sido crucial para la salud mental de un hombre y su propio sentido de valía. Los hombres quieren cargar con su propio peso, y deberíamos esperar que lo hicieran. Como diría Don Corleone, las mujeres y los niños podían permitirse ser descuidados durante la mayor parte de la historia de la humanidad, pero no los hombres. Siempre han tenido que demostrarle al grupo que podían cargar con su propio peso. Hasta que podáis funcionar como miembros competentes del grupo y cargar con vuestro propio peso, sois pordioseros y un lastre para el colectivo. Un niño es un niño, pero un adulto incompetente es un mendigo. Uno de los problemas del masivo estado del bienestar es que nos convierte a todos en niños o mendigos, y esto resulta una afrenta y una barrera para la masculinidad adulta. Se ha convertido en un chascarrillo cómico para hombres y mujeres el reírse de hombres preocupados por ser competentes. El chiste del “hombre al que evitar parar y preguntar por una dirección” parece no pasar nunca moda para las mujeres, que se encuentran más cómodas con la dependencia, o los modelos socialistas, porque necesitan reducir a los
  • 41. hombres a estadios infantiles de sumisión y súplica ante los burócratas estatales para que los grandes gobiernos del estado del bienestar puedan funcionar. La aversión masculina de la dependencia es un reducto enfrentado al terapéutico estado maternalista. Dependencia es impotencia. Los hombres siempre han sido cazadores cooperativos, y en un escenario de supervivencia se estructurarán en jerarquías basadas en la fuerza y el gameness. Los hombres tienen cierta comodidad natural con la interdependencia. Las pretensiones de independencia absoluta son, generalmente, chorradas. Pocos de nosotros sobreviviríamos o seríamos capaces de sobrevivir por nuestra cuenta a lo largo de un período de tiempo prolongado. Pocos querríamos. Un niño es completamente impotente y dependiente. No tiene control sobre su propio destino. Controlar el destino propio dentro del contexto del tomar y dar de un grupo tiene que ver con averiguar qué poner sobre la mesa y cómo convertirte en algo valioso para el grupo. El mínimo requerido para pasar de la dependencia a la interdependencia es la competencia y la autosuficiencia —la habilidad de cargar con el propio peso. Pasar a ser un miembro interdependiente, en lugar de completamente dependiente, del grupo significa dominar una serie de habilidades útiles y comprender algunas ideas prácticas. Enviamos a los niños al colegio para que dominen un conjunto de destrezas y un bloque de conocimientos que creemos que necesitarán para cargar con su propio peso en la sociedad y funcionar como adultos. La mayoría de ejércitos envían a sus hombres a campamentos. En los campamentos, los hombres aprenden un juego de habilidades básicas y un bloque de conocimientos necesarios para funcionar dentro del ejército. Los que se gradúan en el campamento teóricamente deberían poder cargar con su propio peso en un escenario ofensivo o defensivo. Comprender El Camino de los Hombres significa comprender cómo los hombres se evalúan entre sí como hombres, y cómo establecen su status con hombres dentro del contexto de una historia primitiva común a todos ellos. La filosofía de la banda masculina y amoral es táctica y utilitaria. Es como escoger hombres para un equipo deportivo. Antes de preocuparse por si eres o no buena persona, la gente quiere saber si eres un buen jugador. Especular sobre la moralidad de los atletas profesionales es una forma popular de
  • 42. chismorreo social masculino, pero cuando los atletas saltan al campo, lo que más importa es cómo pueden contribuir al éxito del equipo. Los hombres quieren saber si tienen la habilidad física, el gameness y la maestría necesaria para ayudar a que el equipo gane. El Camino de los Hombres, el ethos de la banda y las virtudes tácticas amorales tratan básicamente sobre la victoria. Antes de que podáis tener iglesia, arte y filosofía, necesitáis ser capaces de sobrevivir. Necesitáis triunfar sobre la naturaleza y otros hombres, o por lo menos ser capaces de mantener a raya a ambos. Vencer exige fuerza y coraje, y demanda maestría suficiente sobre las habilidades necesarias para ganar. Definida como virtud masculina: La maestría es el deseo y la habilidad de un hombre de cultivar y demostrar competencia y pericia en técnicas que ayuden al ejercicio de la voluntad sobre sí mismo, la naturaleza, las mujeres y otros hombres. Los niveles avanzados de maestría y técnica permiten a los hombres competir por un status mejor dentro del grupo, aportando más al campamento, caza o lucha, de lo que sus cuerpos podrían sin ello. La maestría puede ser un suplemento —un hombre que puede construir, cazar y luchar, pero que pueda hacer algo más, ya sea contar chistes, montar trampas o fabricar cuchillos, es de mayor valor para el grupo y es más probable que tenga un status mayor dentro de éste, que un hombre que sólo sabe construir, cazar y luchar bien. La maestría también puede ser una virtud compensatoria, en el sentido de que un hombre más débil o menos valeroso puede ganarse la estima de sus compañeros aportando algo de gran valor. Podría haber sido un enano que dominara el fuego, inventara la ballesta o tocara la primera música, y ese hombre se habría ganado el respeto y la admiración de sus compañeros. Homero era ciego, pero sus palabras han sido valoradas por los hombres durante miles de años. Las mujeres también se ganan su sustento a través del dominio de una u otra cosa, y la maestría no es exclusiva de los hombres, aunque tiene mucho que ver con la competencia por status entre ellos. Si la necesidad es la madre de la invención, es la necesidad de competir por el status y la estima de los
  • 43. compañeros —encontrar un lugar apreciado en el grupo— lo que lleva a muchos inventores a inventar. El impulso de ganar el control de algo es parte del impulso de dominar la naturaleza. Fuerza, coraje y honor componen una prolija triada, porque están directamente relacionadas con la violencia. Pero el cuadro de cómo los hombres se juzgan como hombres está incompleto sin cierto concepto de maestría. La fuerza, el gameness y la competencia por status están presentes en los animales, pero es el impulso consciente de dominar nuestro mundo lo que diferencia a hombres y bestias. Ya seáis un rey benevolente o un gánster implacable, un hombre con una habilidad, talento o tecnología especial puede resultar de tanto o, exponencialmente, más valor que el más duro de vuestro matones. Con frecuencia, es la maestría y no la fuerza bruta la que permite a la élite gobernar. La virilidad nunca puede separarse de su conexión con la violencia, porque es a través de la violencia como competimos por status y el control del poder sobre los demás hombres. Sin embargo, la tecnología y las habilidades dominadas aportan ventajas decisivas en la lucha, la caza y la supervivencia para los humanos.
  • 44. HONOR La idea de honor hace brillar una antigua luz tan cálida y dorada que todos quieren estar ante ella. Es el deseo más natural del mundo, porque el honor, en su sentido más inclusivo, significa estima, respeto y status. Ser honrado es ser respetado por los compañeros. Thomas Hobbes escribió en Leviatán que “honorable es cualquier género de posición, acción o calidad que constituye argumento y signo del poder”.24 Hobbes creía que el honor existía en un mercado libre, donde el valor se le otorgaba a los hombres basándose en lo que éstos tenían que ofrecer y la importancia que otros hombres le daban. Para Hobbes, el honor era una especie de deferencia, un reconocimiento del poder y la influencia sobre otros hombres. En nuestra rudimentaria banda de pocos hombres dependientes entre sí en un entorno hostil, está definición de honor está directamente relacionada con las otras tres virtudes masculinas. En un entorno hostil, la fuerza, el coraje y la maestría son absolutamente necesarias para la supervivencia, y toda la banda comprende esta certeza porque las amenazas externas son regulares e inminentes. Los hombres que exhiban estos rasgos gozarán de gran valor para el grupo y contribuirán en mayor medida a la supervivencia y prosperidad del mismo. La deferencia reconocerá la interdependencia y la lealtad. En una sociedad relativamente segura, como el poder proviene en última instancia de la habilidad para usar la violencia, hay tantos intermediarios involucrados que la persona que ostenta mayor poder e influencia puede ser, simplemente, la más rica o popular. Por ejemplo, cantantes adolescentes y presentadores televisivos pueden ostentar gran poder e influencia, pero éste nada tiene que ver con el respeto de los luchadores que le dieron a la palabra honor su heroico resplandor. Según James Bowman, hay dos tipos de honor. El honor reflexivo es el deseo primitivo de devolver el golpe cuando nos golpean, de demostrar que te mantendrás firme. Ampliando la teoría de Bowman, el honor reflexivo es la señal de la serpiente
  • 45. de cascabel, transmitiendo una reputación de respuesta acuñada por el viejo lema Nemo me impune lacessit, o “Nadie me ataca impunemente”. Proteger el honor propio es tan defensivo como ofensivo —incluso si el ataque es preventivo, como ocurre a menudo. Es más probable que la gente os deje en paz si temen que podáis hacerles daño, y si los hombres os ceden el paso porque os temen, ganaréis cierto status entre ellos. Esto resulta igualmente cierto para el grupo y, en un escenario de supervivencia, generalmente resulta una ventaja táctica el aparentar ser temible. Es decir, es tácticamente ventajoso cultivar una reputación de fuerza, disposición a la lucha y maestría técnica. Un hombre dijo una vez, “si permito que un hombre me robe las gallinas, también podría dejarle violar a mis hijas”. Eso es honor reflexivo. Bowman también reconocía la idea del honor cultural, que definió como la suma de “tradiciones, historias y hábitos de pensamiento de una sociedad particular acerca de usos propios e impropios de la violencia”.25 La definición de honor cultural de Bowman tiene tintes morales. Aunque lo liga a una violencia superior, en su libro señala que hay un conflicto, especialmente (aunque no de manera única) en la mentalidad occidental, entre el honor público viril y el honor moral y privado, que tiene tanto que ver con la filosofía personal de cada uno y el deseo de ser una buena persona como con la reputación de la persona por responder violentamente a ojos de otros hombres. Aunque la perspectiva de Bowman sobre el honor cultural proviene del honor reflexivo, éste está relacionado en última instancia con ser un buen hombre, no con ser bueno siendo un hombre. Como está unido a la moralidad y a lo que se valora culturalmente, el código de honor cultural puede mutar en virtualmente cualquier cosa. Observamos esto en la forma en que se limpia la sangre de la hoja del honor hoy en día. El honor se usa para indicar casi cualquier clase de estima general, deferencia o respeto. Los programas de reconocimiento escolar, como The National Honor Society, continúan el sentido de honor jerárquico y meritocrático —porque el estudio es un intento de maestría—, aunque neutral en género y no violento. La deferencia que Hobbes reconocía en el honor se aplica ahora a conceptos abstractos que tienen poco o nada que ver con el honor tradicional.
  • 46. Por ejemplo, el eslogan “Honra la Diversidad” es popular entre los defensores de los derechos de los gays, que rechazan formas tradicionales y jerárquicas de definir tanto el honor como la masculinidad. “Honra la Diversidad” es un reclamo interesante porque esencialmente significa “honra a todo y a todos”. Si a todo el mundo se le honra igualmente, y todo modo de vida es honrado por igual, el honor carece de jerarquía y, por tanto, tiene poco valor según la economía de la oferta y la demanda. “Honra la diversidad” no quiere decir mucho más que “se amable”. Si el honor significa realmente algo, debe ser jerárquico. Ser honrado, como reconocía Hobbes, es ser estimado, y como los humanos tienen diferentes capacidades y motivaciones, algunos se ganarán mayor estima que otros. Los americanos tienen una relación tensa con la idea del honor. Siempre les ha embriagado un poco la idea de que “todos los hombres son creados iguales” y los políticos se han pasado dos siglos lisonjeando al americano medio para que creyera que su opinión vale tanto como la de cualquier otro —incluso cuando no tiene ni idea de lo que está hablando. Los hombres americanos profesan el credo de la igualdad, pero si metes a un puñado en una habitación o les das una tarea, aparecen las jerarquías de El Señor de las Moscas de la misma forma que ha ocurrido siempre entre hombres. La religión de la igualdad deja paso a la realidad de la meritocracia, y no hay mucha diferencia entre el lema de Geoffroi de Charny, “el que más hace, más vale”, y el tosco individualismo del americano que debía levantarse “con su propio empuje”. Honrar a un hombre es valorar sus logros y reconocer que ha conseguido un mayor status dentro del grupo. Si nos detenemos ahí y decimos que el honor es simplemente un status dentro del grupo, aún tendríamos una definición de honor que resultaría irreconocible para caballeros, samuráis, antiguos griegos y romanos que — entre muchos otros— le daban a la idea de honor la cualidad mítica y noble que lo hace tan atractivo. La razón es simple. El honor siempre ha versado sobre la estima de grupos de hombres. A Hobbes probablemente nunca se le ocurrió incluir esta salvedad porque, a
  • 47. pesar de las monarquías femeninas ocasionales, vivió toda su vida en un sistema diseñado para favorecer los intereses masculinos. La idea de un sistema en el que las mujeres tuvieran el mismo peso ha sido impensable, excepto para unos pocos, antes de nuestra época. Los hombres siempre han gobernado y han determinado qué comportamientos eran honrados y cuáles se consideraban deshonrosos. Y aunque los detalles de estos códigos de honor han cambiado conforme cambiaban las circunstancias y la moralidad predominante, la mayoría de hombres aún reconocen la necesidad táctica fundamental del honor reflexivo. Aún se juzgan entre sí, como hombres, según las virtudes masculinas básicas de fuerza, coraje y maestría. Cuando la palabra “honor” está conectada con la palabra “cultura” y es etiquetada como negativa, los científicos sociales parecen sentirse más cómodos con una definición de honor similar a la que presento aquí. Recientemente, un artículo que vinculaba una alta tasa de muertes accidentales entre hombres y la cultura del honor y el riesgo en los estados del sur,26 centró la atención de los principales informativos.27 Los investigadores en cuestión, definían esta cultura del honor según el énfasis cultural referido a la “implacable, y algunas veces violenta, defensa de la reputación masculina, lo que presumiblemente es una adaptación social a un entorno caracterizado por la escasez de recursos, las frecuentes agresiones entre grupos y la ausencia del imperio de la ley”.28 Lanzaban la hipótesis de que los hombres pertenecientes a una cultura del honor serían más propensos a mantener comportamientos arriesgados porque “los comportamientos arriesgados aportan una prueba social de fuerza e impavidez”. Aunque el estudio revelaba los prejuicios de sus autores al centrarse en la zona Ulster- Scot (NdelE: Zonas del sur de Estados Unidos donde los blancos son en su gran mayoría descendientes de inmigrantes protestantes llegados desde la provincia de Ulster, en Irlanda, cuyos ancestros habían sido a su vez llevados allí desde Escocia por la corona británica para poblar tierras con súbditos leales y así desplazar a la población irlandesa católica nativa) del sur y evitando cualquier discusión sobre la cultura del honor entre bandas latinas en prisión, señores de la guerra africanos o terroristas islámicos, los investigadores parecían estar de acuerdo en que el honor entre hombres tiende a definirse por una preocupación acerca de mantener una reputación de fuerza y coraje (dos de tres virtudes masculinas).
  • 48. Bowman y otros han escrito que “el honor depende de un cuadro de honor”.29 El cuadro de honor es la banda masculina, y la cultura del honor consiste en el status dentro de una determinada banda de hombres. Lo que esencialmente dicen los sociólogos en su estudio de los “estados del honor”, es que algunos hombres se preocupan más que otros por lo que el resto de hombres piensen de ellos —específicamente sobre su reputación de fuerza, coraje y maestría. Los cuadros de honor se basan en un sentimiento de identidad compartida. En un escenario cosmopolita en el que los viajes frecuentes, las conexiones pasajeras y las alianzas temporales son la norma, el nosotros vs ellos nunca llega a tomar suficiente forma a nivel interpersonal directo. En cambio, el cuadro de honor es solemne o metafórico —como en los deportes colectivos, los partidos políticos y las posiciones ideológicas. Estas alianzas se pueden abandonar fácilmente y las responsabilidades son mínimas. El honor depende de las conexiones cara a cara y de la posibilidad de ser avergonzados o deshonrados ante otros hombres. Esto explica parcialmente porque los hombres que han crecido juntos en el mismo barrio del gueto o en la misma zona rural, o que han pasado tiempo acuartelados juntos, es más probable que se preocupen del honor en mayor medida que hombres ambulantes que viajan mucho, u hombres que solo pasan tiempo con otros hombres en presencia de hembras. En lo que se refiere a comprender el ethos masculino: El honor es la reputación de fuerza, coraje y maestría de un hombre, dentro del contexto de un cuadro de honor compuesto primariamente por otros hombres. Definido como virtud masculina: El honor es una preocupación por la propia reputación de fuerza, coraje y maestría, dentro del contexto de un cuadro de honor compuesto primariamente por otros hombres. Hay códigos culturales y códigos morales de honor que factorizan la estimación masculina de otros hombres dentro de su cuadro de honor, pero lo importante aquí es reducir la virilidad a los principios básicos sin perderse en una maraña de códigos de honor culturalmente variables. Lo que resulta común al honor del mafioso y al del caballero, al honor del padre fundador
  • 49. americano Alexander Hamilton30 y al de cualquier salvaje desnudo, es la preocupación por la propia reputación masculina de fuerza, coraje y maestría, y cómo se relaciona ésta con el sentido de valía y pertenencia de un hombre dentro del contexto de un cuadro de honor masculino. COMPRENDIENDO EL DESHONOR Parte de la razón por la cual el honor es una virtud en lugar de simplemente una situación es que mostrar preocupación por el respeto de vuestros compañeros es una muestra de lealtad y un indicador de pertenencia —de ser nosotros en vez de ellos. Es una muestra de deferencia. Hobbes señalaba que los hombres se honraban unos a otros buscando su consejo e imitándose. Preocuparse por lo que piensan de vosotros los hombres a vuestro alrededor es una muestra de respeto y, a la inversa, no tener en consideración lo que otros hombres piensen de vosotros es una señal de menosprecio. En un grupo de supervivencia, resulta tácticamente ventajoso mantener una reputación de ser fuertes, valerosos y diestros como grupo. Un hombre que no se preocupa por su reputación hace, por asociación, que su grupo parezca débil. El deshonor y la desatención del honor son peligrosos para un grupo de supervivencia o un equipo de combate, porque la apariencia de debilidad invita al ataque. A nivel personal intragrupal, la apariencia de debilidad o sumisión invita a otros hombres a imponer sus intereses sobre los vuestros. Los problemas tácticos que presenta la apariencia de grupo débil explican, hasta cierto punto, la respuesta visceral que ofrecen muchos hombres ante exhibiciones llamativas de afeminamiento. La palabra afeminamiento resulta un poco engañosa aquí, porque en realidad no es sobre las mujeres. El disgusto por lo que comúnmente se llama afeminamiento está relacionado con la ansiedad del status masculino y la preocupación práctica por las vulnerabilidades tácticas, por lo que resulta más preciso discutir el deshonor en términos de virilidad deficiente y deshonor ostentoso. La virilidad deficiente es, simplemente, una falta de fuerza, coraje o maestría. Como la virilidad y el honor son jerárquicos por naturaleza, todos los hombres tienen, en cierto modo, una carencia de virilidad en comparación con hombres de mayor status. Siempre hay un hombre con mayor rango, si no
  • 50. en vuestro grupo, en otro, si no de una forma, de otra, si no es ahora, lo será al final. Nadie es el más fuerte, el más valeroso y el más listo y diestro — aunque algunos hombres están más cerca del ideal o de la “forma” perfecta de masculinidad que otros. El perfecto ideal de virilidad es una aspiración, no algo factible. La cuestión es ser mejor, más fuerte, más valeroso, más diestro —para conseguir mayor honor. Los hombres que poseen menos de estas cualidades o adolecen de una carencia excesiva de alguna en particular, son los hombres que ningún otro quiere ser. Son lo más alejado del ideal. Mientras que no desprecien abiertamente el ideal, o intenten mover la línea de meta para parecer “más masculinos” creando nuevos estándares artificiales, los hombres tenderán a integrar y ayudar a los miembros de su banda o tribu que sean deficientes en lo que se refiere a fuerza, valentía o competencia. Los hombres con el status más bajo dentro de un grupo siguen siendo incluidos en éste, salvo que avergüencen al grupo en conjunto — poniéndolo así en peligro, al menos en teoría— o fallen de forma tan miserable que se conviertan en una carga excesiva. La mayoría de hombres con un status elevado no son monstruos, y la mayoría de hombres de bajo status no quieren ser una carga para otros (porque la dependencia es esclavitud), por lo que los hombres que no son buenos siendo hombres normalmente tratan de encontrar alguna manera de resultar útiles o, al menos, tolerables para un grupo determinado. Pensad en los tipos gordos graciosos, en los frágiles artistas y en los compañeros de provecho que se aseguran de que todo esté listo para los hombres de acción. Todos los grupos grandes de hombres parecen tener miembros que asumen esta clase de roles de bajo nivel, manteniéndose así en el cuadro de honor. La carencia de virilidad es indeseable y reduce el status. Los hombres desprecian una masculinidad deficiente en sí mismos porque, de forma natural, prefieren ser más fuertes, más valerosos y más diestros. La carencia de masculinidad rara vez genera odio o ira dentro de un grupo de hombres, aunque puede suscitar algo de frustración general. OSTENTACIÓN DEL DESHONOR La virilidad deficiente es ensayo y error. Fallar es parte de intentarlo y
  • 51. aunque los hombres se burlan y se incordian entre ellos, ningún hombre que haya alcanzado la maestría en algo lo ha hecho sin cometer cierta cantidad de errores por el camino. Los grupos masculinos son jerárquicos, así que, aunque es deseable una mayor dominancia, cierta cantidad de sumisión resulta esencial para cualquier grupo cooperativo de hombres. A menos que algunos hombres cedan el paso a otros, acabaréis siendo demasiados jefes y muy pocos indios. Honor, como virtud, significa preocuparse por lo que otros hombres piensen de vosotros, intentar ganar su estima y autoafirmaros lo mejor que podáis para conseguir la posición relativamente más alta dentro del grupo. La ostentación del deshonor no es un fallo de fuerza o coraje. Los hombres que muestran un deshonor de forma ostentosa, manifiestan su menosprecio por la estima de sus compañeros masculinos. Lo que a menudo llamamos afeminamiento es un rechazo teatral de la jerarquía masculina y de las virtudes viriles. La masculinidad es religiosa y los hombres sin honor son blasfemos. El deshonor manifiesto es un insulto a los principales valores del grupo masculino. El deshonor manifiesto es una falta de preocupación, expresada abiertamente, por la propia reputación en cuanto a fuerza, coraje y maestría, dentro del contexto de un cuadro de honor conformado primariamente por otros hombres. En 1994, Michael Kimmel escribió un ensayo que afirmaba, provocativamente, que “la homofobia es un principio organizador central de nuestra definición cultural de hombría”. Continuó aclarando que esta homofobia tenía poco o nada que ver con actos homosexuales o con un miedo real a los homosexuales. Escribió, “la homofobia es el miedo a que otros hombres nos desenmascaren, nos castren, revelando al mundo que no damos la talla, que no somos auténticos hombres. No asusta que otros hombres vean ese miedo”.31 ¿Por qué llamarlo homofobia? La clase de ansiedad por status masculino sobre la que escribía Kimmel tiene mucho que ver con el modo en que los hombres buscan a tientas trasladar el