El documento argumenta que Dios realmente abrió el Mar Rojo para Moisés y los israelitas basándose en varias piezas de evidencia, incluyendo ruinas y objetos encontrados en el fondo del mar, huesos de caballos y soldados egipcios, y marcas de pisadas visibles por satélite que confirman la presencia de millones de personas. También menciona una columna erigida por el rey Salomón en conmemoración del evento.