El documento describe el caso de un león que escapó de un zoológico en Londres y atacó a una mujer y su hija en su casa, matándolas. El detective Loop y el periodista Estile Preston investigan el caso y visitan la escena del crimen, hablan con el forense y entrevistan al marido de las víctimas, Peter Miller Mann, quien les cuenta lo que hizo el día del ataque.
Un león se escapa de un zoológico de Londres y mata a una mujer y su hija de 3 años. La policía investiga el caso extraño, donde el león dejó los cuerpos en 3 montones separados. El detective Glaseens Loop y el periodista Estile Preston ayudan con la investigación.
Un león escapó del zoológico de Londres y mató a una mujer y su hija de 3 años en su casa. El detective Glaseens Loop y el periodista Estile Preston investigan el caso extraño, donde las fotos del crimen no muestran signos de lucha a pesar de involucrar a un león. Loop pide hablar con el forense para obtener más detalles.
Cuento breve
Autor: Aníbal Casco
Obtuvo el tercer puesto en el concurso de cuentos “Dr. Jorge Ritter” XIX edición, organizado por el Comité cultural, social y deportivo de la COMECIPAR, el 25 de octubre de 2016. Fueron miembros del jurado: entre otros, Nelson Aguilera, Milia Gayoso Manzur y Lourdes Aquino.
La historia cuenta el encuentro entre Malfoy, un arquitecto y escultor que se suicidó y ahora vive atrapado en la gárgola que él mismo esculpió, Angus el capellán que lo descubre, y Deyna una doncella enclaustrada en la catedral. Angus les presenta a Malfoy y Deyna, quienes comienzan una amistad a pesar de la situación de Malfoy.
La historia cuenta el encuentro entre Malfoy, un arquitecto y escultor que se suicidó y ahora vive atrapado en la gárgola que él mismo esculpió, Angus el capellán que lo descubre, y Deyna una doncella enclaustrada en la catedral. Angus les presenta a Malfoy y Deyna, quienes comienzan una amistad a pesar de la situación de Malfoy.
Antología Z-Sides: Preámbulo de la I Antología Hispano-parlante del Apocalips...LuisJoelCortez
El documento presenta una introducción a una antología de relatos de temática apocalíptica y zombie. Se detalla que es la primera entrega de una antología hispanoparlante más grande y que los relatos fueron escritos por diferentes autores y coordinados por Luis Joel Cortez. Se agradece a los escritores, corrector y demás involucrados por su trabajo para publicar la antología de forma gratuita.
El documento contiene 10 historias cortas. La primera historia trata sobre un hombre que observa a una mujer leyendo un libro misterioso cada noche antes de dormir. La segunda historia involucra a unos familiares que tienen dificultades para meter a un difunto en un ataúd debido a que su cuerpo se mueve de manera extraña. La tercera historia presenta a un huésped que entra sigilosamente en la habitación de una joven pensando que lo llamaba, pero resulta ser una broma.
El hijo de la justicia capitulo 3 la mecedora embrujadacorreo correo
El joven compra una mecedora barata en una subasta. Por las noches, a partir de las 3 de la mañana, la mecedora emite extraños ruidos que lo perturban. Una noche ve que la mecedora se mece sola. Al investigar, un amigo lo encuentra muerto en la mecedora, con los ojos fuera de sus órbitas. El relato deja abierta la posibilidad de que la mecedora esté embrujada.
Un león se escapa de un zoológico de Londres y mata a una mujer y su hija de 3 años. La policía investiga el caso extraño, donde el león dejó los cuerpos en 3 montones separados. El detective Glaseens Loop y el periodista Estile Preston ayudan con la investigación.
Un león escapó del zoológico de Londres y mató a una mujer y su hija de 3 años en su casa. El detective Glaseens Loop y el periodista Estile Preston investigan el caso extraño, donde las fotos del crimen no muestran signos de lucha a pesar de involucrar a un león. Loop pide hablar con el forense para obtener más detalles.
Cuento breve
Autor: Aníbal Casco
Obtuvo el tercer puesto en el concurso de cuentos “Dr. Jorge Ritter” XIX edición, organizado por el Comité cultural, social y deportivo de la COMECIPAR, el 25 de octubre de 2016. Fueron miembros del jurado: entre otros, Nelson Aguilera, Milia Gayoso Manzur y Lourdes Aquino.
La historia cuenta el encuentro entre Malfoy, un arquitecto y escultor que se suicidó y ahora vive atrapado en la gárgola que él mismo esculpió, Angus el capellán que lo descubre, y Deyna una doncella enclaustrada en la catedral. Angus les presenta a Malfoy y Deyna, quienes comienzan una amistad a pesar de la situación de Malfoy.
La historia cuenta el encuentro entre Malfoy, un arquitecto y escultor que se suicidó y ahora vive atrapado en la gárgola que él mismo esculpió, Angus el capellán que lo descubre, y Deyna una doncella enclaustrada en la catedral. Angus les presenta a Malfoy y Deyna, quienes comienzan una amistad a pesar de la situación de Malfoy.
Antología Z-Sides: Preámbulo de la I Antología Hispano-parlante del Apocalips...LuisJoelCortez
El documento presenta una introducción a una antología de relatos de temática apocalíptica y zombie. Se detalla que es la primera entrega de una antología hispanoparlante más grande y que los relatos fueron escritos por diferentes autores y coordinados por Luis Joel Cortez. Se agradece a los escritores, corrector y demás involucrados por su trabajo para publicar la antología de forma gratuita.
El documento contiene 10 historias cortas. La primera historia trata sobre un hombre que observa a una mujer leyendo un libro misterioso cada noche antes de dormir. La segunda historia involucra a unos familiares que tienen dificultades para meter a un difunto en un ataúd debido a que su cuerpo se mueve de manera extraña. La tercera historia presenta a un huésped que entra sigilosamente en la habitación de una joven pensando que lo llamaba, pero resulta ser una broma.
El hijo de la justicia capitulo 3 la mecedora embrujadacorreo correo
El joven compra una mecedora barata en una subasta. Por las noches, a partir de las 3 de la mañana, la mecedora emite extraños ruidos que lo perturban. Una noche ve que la mecedora se mece sola. Al investigar, un amigo lo encuentra muerto en la mecedora, con los ojos fuera de sus órbitas. El relato deja abierta la posibilidad de que la mecedora esté embrujada.
Ventayosvi resurrection_Fanzine de historias y cuentos brevesMiguel Ventayol
Ventayovski Resurrection es un fanzine creado por Miguel Ventayol con motivo de la celebración del Reto Fanzine 2020 que no se pudo celebrar de manera presencial con intercambio de fanzines, sino solo de manera online, compartidos a través de la red, como corresponde al siglo XXI.
El fanzine es de broma, de ironía, habla de Donald Trump, de Nacho Vidal y de risas. Si te lo tomas de otra manera es asunto tuyo.
#Fanzine
#RetoFanzine
#cuentos
#historias
Gregorio Samsa se despierta una mañana convertido en un monstruoso insecto. A pesar de su nueva forma, mantiene su mente humana. Intenta levantarse de la cama para ir a trabajar, pero su nuevo cuerpo se lo dificulta. Sus padres y su hermana llaman a la puerta preocupados por su tardanza, pero Gregorio no puede abrirles por vergüenza de su apariencia.
Este documento resume varias obras literarias realistas y naturalistas del siglo XIX, incluyendo novelas de Dostoievski, Balzac, Flaubert, Zola, Eça de Queirós y Dickens. También presenta extractos de las novelas "Crimen y castigo" de Dostoievski y "Oliver Twist" de Dickens que describen escenas de muerte y pobreza.
Maud está convencida de que su amiga Elizabeth ha desaparecido, pero nadie le cree debido a que Maud tiene 70 años y su contacto con la realidad no es el mismo. Maud encuentra una nota escrita por ella misma que dice "Elizabeth ha desaparecido". Maud está decidida a encontrar a Elizabeth porque teme que pueda estar en peligro, lo que la lleva a recordar la desaparición de su hermana durante la Segunda Guerra Mundial.
Este resumen describe el primer capítulo de la novela La Metamorfosis de Franz Kafka. Gregor Samsa despierta una mañana transformado en un monstruoso insecto. Trata de salir de la cama pero sus nuevas patas se lo dificultan. Sus padres y hermana llaman a la puerta preocupados por su tardanza en ir al trabajo. Gregor intenta explicar su situación pero su nueva voz los asusta.
Gregor Samsa despierta una mañana convertido en un monstruoso insecto. Se encuentra atrapado en su habitación, incapaz de moverse con facilidad debido a su nuevo cuerpo. Teme llegar tarde a su trabajo y enfrentar la ira de su jefe. Sus intentos por salir de la cama resultan dolorosos. Llama a la puerta su familia, preocupados por él, pero Gregor no puede abrirles.
Historias del chimbilax (o la estatua del angel) - Rafael bejarano / Olto Jim...STAROSTA1000
El documento relata la historia de un hombre que observa a su exnovia Luisita en una cantina. Ella está con su primer amor Bernabé. Las miradas entre Luisita y Bernabé, las lágrimas de Luisita y una canción de su época de noviazgo encienden la tensión. El hombre actual de Luisita se prepara para enfrentarse a Bernabé con un machete para defender su relación.
La Metamorfosis de Kafka cuenta la historia de Gregor Samsa, quien despierta una mañana convertido en un monstruoso insecto. Atrapado en su habitación, Gregor lucha por salir de la cama mientras reflexiona sobre su trabajo y familia. A pesar de sus esfuerzos, Gregor no puede moverse fácilmente debido a su nuevo cuerpo. Cuando suena el timbre, Gregor se pregunta quién podría ser, probablemente alguien del almacén donde trabaja.
El documento narra la historia de una mujer que fue víctima de abuso sexual por parte de su padre desde los 6 años. Como resultado del abuso, desarrolló una relación sexual con él y otros hombres. Quedó embarazada y su madre se hizo pasar por la madre del bebé. La mujer finalmente asesina a su esposo, le cuenta todo a la policía, y es condenada a muerte. El documento sugiere que el abuso sexual en la infancia la llevó por un camino de sufrimiento y trauma que culminó en asesinato
En esta presentación podrás disfrutar de una obra magnifica de las cuales están destinadas a describir nuestro universo. El investigador presenta cosmos.
El documento resume el cuento de hadas "Hansel y Gretel". Los niños son abandonados en el bosque por sus padres debido a la pobreza. Se pierden y encuentran la casa de una bruja hecha de galletas y dulces. La bruja los engaña y encierra a Hansel para engordarlo. Gretel logra engañar a la bruja y hacerla desaparecer con humo de tilo. Los niños escapan con oro y joyas de la bruja y son rescatados por un cisne al otro lado de un lago, donde se re
El documento resume la vida y obra de Arthur Conan Doyle, creador del personaje de Sherlock Holmes. Detalla que Conan Doyle nació en 1859 en Edimburgo y creó a Holmes, publicando por primera vez "Estudio en Escarlata" en 1887. Esta novela introdujo al detective Sherlock Holmes y su método de deducción para resolver crímenes.
El documento resume la novela "Estudio en Escarlata" de Arthur Conan Doyle, la primera obra en presentar al detective Sherlock Holmes. Narra la historia de cómo el doctor Watson conoce a Holmes y se ve envuelto en la resolución de un misterio. Incluye comentarios sobre la popularidad duradera de Holmes como un ícono de la novela policíaca.
El documento resume la vida y obra de Arthur Conan Doyle, creador del personaje de Sherlock Holmes. Detalla que Conan Doyle nació en 1859 en Edimburgo y menciona algunas de sus novelas y cuentos más destacados, como "Estudio en Escarlata", la primera en presentar a Holmes. El documento también incluye extractos argumentales y opiniones sobre esta primera historia de Sherlock Holmes.
El documento resume la vida y obra de Arthur Conan Doyle, creador del personaje de Sherlock Holmes. Detalla que Conan Doyle nació en 1859 en Edimburgo y creó a Holmes, publicando por primera vez "Estudio en Escarlata" en 1887. Esta novela introdujo al detective Sherlock Holmes y su asociado el Dr. Watson y es reconocida como la primera de la serie de novelas de misterio de Holmes.
El documento resume la novela "Estudio en Escarlata" de Arthur Conan Doyle, la primera obra en presentar al detective Sherlock Holmes. Narra la historia de cómo el doctor Watson conoce a Holmes y se ve envuelto en la resolución de un misterio. Incluye comentarios sobre la popularidad duradera de Holmes como un ícono de la novela policíaca.
Este documento presenta el primer capítulo de la novela "Escándalo en Bohemia" de Arthur Conan Doyle. Introduce a los personajes de Sherlock Holmes e Irene Adler. También presenta a un misterioso cliente alemán que visita a Holmes enmascarado buscando su ayuda con un asunto de gran importancia.
Este documento presenta la historia de Lucas Lenz, un buscador de objetos perdidos que recibe un nuevo encargo. Un hombre llamado Raval le pide que encuentre una tortuga gigante y muy antigua llamada Lulú que posó para una estampilla hace 25 años. Lenz sigue la única pista que tiene hasta dar con el dibujante Faber, quien le cuenta que el dueño de la tortuga vivía en el Hotel La Giralda. Mientras busca el hotel, Lenz es interceptado por dos hombres misteriosos que lo amenazan para que abandone
TraducciLa llamada de cthulhu bajo nueva inglaterra por ángel contreras y abd...Abdul_Alhazred
Este documento presenta un misterio para que los investigadores resuelvan. El cuerpo de un escritor recientemente fallecido ha sido robado de la iglesia donde iba a ser enterrado. La policía local pide ayuda a los investigadores para resolver el caso. Siguiendo pistas, los investigadores descubren que las criaturas llamadas Gules son responsables de los robos de cuerpos. El documento proporciona detalles sobre cómo los investigadores podrían atrapar a los Gules en su madriguera subterránea.
Misterio del tesoro desaparecido de robert arthurDenys Adreman
El documento describe una novela de Alfred Hitchcock y Los Tres Investigadores. Introduce a los tres jóvenes investigadores, Júpiter Jones, Pete Crenshaw y Bob Andrews, y su puesto de mando en un patio de chatarrería. También describe brevemente la trama de la novela, que involucra a los investigadores tratando de averiguar si sería posible robar unas valiosas joyas exhibidas en un museo cercano.
El documento presenta el primer capítulo de la novela "Escándalo en Bohemia" de Arthur Conan Doyle. Narra la llegada de un misterioso cliente alemán a la residencia de Sherlock Holmes en Londres. El cliente, de gran tamaño y vestido de forma lujosa, lleva una máscara negra y busca la ayuda de Holmes para un asunto de máxima importancia.
Ventayosvi resurrection_Fanzine de historias y cuentos brevesMiguel Ventayol
Ventayovski Resurrection es un fanzine creado por Miguel Ventayol con motivo de la celebración del Reto Fanzine 2020 que no se pudo celebrar de manera presencial con intercambio de fanzines, sino solo de manera online, compartidos a través de la red, como corresponde al siglo XXI.
El fanzine es de broma, de ironía, habla de Donald Trump, de Nacho Vidal y de risas. Si te lo tomas de otra manera es asunto tuyo.
#Fanzine
#RetoFanzine
#cuentos
#historias
Gregorio Samsa se despierta una mañana convertido en un monstruoso insecto. A pesar de su nueva forma, mantiene su mente humana. Intenta levantarse de la cama para ir a trabajar, pero su nuevo cuerpo se lo dificulta. Sus padres y su hermana llaman a la puerta preocupados por su tardanza, pero Gregorio no puede abrirles por vergüenza de su apariencia.
Este documento resume varias obras literarias realistas y naturalistas del siglo XIX, incluyendo novelas de Dostoievski, Balzac, Flaubert, Zola, Eça de Queirós y Dickens. También presenta extractos de las novelas "Crimen y castigo" de Dostoievski y "Oliver Twist" de Dickens que describen escenas de muerte y pobreza.
Maud está convencida de que su amiga Elizabeth ha desaparecido, pero nadie le cree debido a que Maud tiene 70 años y su contacto con la realidad no es el mismo. Maud encuentra una nota escrita por ella misma que dice "Elizabeth ha desaparecido". Maud está decidida a encontrar a Elizabeth porque teme que pueda estar en peligro, lo que la lleva a recordar la desaparición de su hermana durante la Segunda Guerra Mundial.
Este resumen describe el primer capítulo de la novela La Metamorfosis de Franz Kafka. Gregor Samsa despierta una mañana transformado en un monstruoso insecto. Trata de salir de la cama pero sus nuevas patas se lo dificultan. Sus padres y hermana llaman a la puerta preocupados por su tardanza en ir al trabajo. Gregor intenta explicar su situación pero su nueva voz los asusta.
Gregor Samsa despierta una mañana convertido en un monstruoso insecto. Se encuentra atrapado en su habitación, incapaz de moverse con facilidad debido a su nuevo cuerpo. Teme llegar tarde a su trabajo y enfrentar la ira de su jefe. Sus intentos por salir de la cama resultan dolorosos. Llama a la puerta su familia, preocupados por él, pero Gregor no puede abrirles.
Historias del chimbilax (o la estatua del angel) - Rafael bejarano / Olto Jim...STAROSTA1000
El documento relata la historia de un hombre que observa a su exnovia Luisita en una cantina. Ella está con su primer amor Bernabé. Las miradas entre Luisita y Bernabé, las lágrimas de Luisita y una canción de su época de noviazgo encienden la tensión. El hombre actual de Luisita se prepara para enfrentarse a Bernabé con un machete para defender su relación.
La Metamorfosis de Kafka cuenta la historia de Gregor Samsa, quien despierta una mañana convertido en un monstruoso insecto. Atrapado en su habitación, Gregor lucha por salir de la cama mientras reflexiona sobre su trabajo y familia. A pesar de sus esfuerzos, Gregor no puede moverse fácilmente debido a su nuevo cuerpo. Cuando suena el timbre, Gregor se pregunta quién podría ser, probablemente alguien del almacén donde trabaja.
El documento narra la historia de una mujer que fue víctima de abuso sexual por parte de su padre desde los 6 años. Como resultado del abuso, desarrolló una relación sexual con él y otros hombres. Quedó embarazada y su madre se hizo pasar por la madre del bebé. La mujer finalmente asesina a su esposo, le cuenta todo a la policía, y es condenada a muerte. El documento sugiere que el abuso sexual en la infancia la llevó por un camino de sufrimiento y trauma que culminó en asesinato
En esta presentación podrás disfrutar de una obra magnifica de las cuales están destinadas a describir nuestro universo. El investigador presenta cosmos.
El documento resume el cuento de hadas "Hansel y Gretel". Los niños son abandonados en el bosque por sus padres debido a la pobreza. Se pierden y encuentran la casa de una bruja hecha de galletas y dulces. La bruja los engaña y encierra a Hansel para engordarlo. Gretel logra engañar a la bruja y hacerla desaparecer con humo de tilo. Los niños escapan con oro y joyas de la bruja y son rescatados por un cisne al otro lado de un lago, donde se re
El documento resume la vida y obra de Arthur Conan Doyle, creador del personaje de Sherlock Holmes. Detalla que Conan Doyle nació en 1859 en Edimburgo y creó a Holmes, publicando por primera vez "Estudio en Escarlata" en 1887. Esta novela introdujo al detective Sherlock Holmes y su método de deducción para resolver crímenes.
El documento resume la novela "Estudio en Escarlata" de Arthur Conan Doyle, la primera obra en presentar al detective Sherlock Holmes. Narra la historia de cómo el doctor Watson conoce a Holmes y se ve envuelto en la resolución de un misterio. Incluye comentarios sobre la popularidad duradera de Holmes como un ícono de la novela policíaca.
El documento resume la vida y obra de Arthur Conan Doyle, creador del personaje de Sherlock Holmes. Detalla que Conan Doyle nació en 1859 en Edimburgo y menciona algunas de sus novelas y cuentos más destacados, como "Estudio en Escarlata", la primera en presentar a Holmes. El documento también incluye extractos argumentales y opiniones sobre esta primera historia de Sherlock Holmes.
El documento resume la vida y obra de Arthur Conan Doyle, creador del personaje de Sherlock Holmes. Detalla que Conan Doyle nació en 1859 en Edimburgo y creó a Holmes, publicando por primera vez "Estudio en Escarlata" en 1887. Esta novela introdujo al detective Sherlock Holmes y su asociado el Dr. Watson y es reconocida como la primera de la serie de novelas de misterio de Holmes.
El documento resume la novela "Estudio en Escarlata" de Arthur Conan Doyle, la primera obra en presentar al detective Sherlock Holmes. Narra la historia de cómo el doctor Watson conoce a Holmes y se ve envuelto en la resolución de un misterio. Incluye comentarios sobre la popularidad duradera de Holmes como un ícono de la novela policíaca.
Este documento presenta el primer capítulo de la novela "Escándalo en Bohemia" de Arthur Conan Doyle. Introduce a los personajes de Sherlock Holmes e Irene Adler. También presenta a un misterioso cliente alemán que visita a Holmes enmascarado buscando su ayuda con un asunto de gran importancia.
Este documento presenta la historia de Lucas Lenz, un buscador de objetos perdidos que recibe un nuevo encargo. Un hombre llamado Raval le pide que encuentre una tortuga gigante y muy antigua llamada Lulú que posó para una estampilla hace 25 años. Lenz sigue la única pista que tiene hasta dar con el dibujante Faber, quien le cuenta que el dueño de la tortuga vivía en el Hotel La Giralda. Mientras busca el hotel, Lenz es interceptado por dos hombres misteriosos que lo amenazan para que abandone
TraducciLa llamada de cthulhu bajo nueva inglaterra por ángel contreras y abd...Abdul_Alhazred
Este documento presenta un misterio para que los investigadores resuelvan. El cuerpo de un escritor recientemente fallecido ha sido robado de la iglesia donde iba a ser enterrado. La policía local pide ayuda a los investigadores para resolver el caso. Siguiendo pistas, los investigadores descubren que las criaturas llamadas Gules son responsables de los robos de cuerpos. El documento proporciona detalles sobre cómo los investigadores podrían atrapar a los Gules en su madriguera subterránea.
Misterio del tesoro desaparecido de robert arthurDenys Adreman
El documento describe una novela de Alfred Hitchcock y Los Tres Investigadores. Introduce a los tres jóvenes investigadores, Júpiter Jones, Pete Crenshaw y Bob Andrews, y su puesto de mando en un patio de chatarrería. También describe brevemente la trama de la novela, que involucra a los investigadores tratando de averiguar si sería posible robar unas valiosas joyas exhibidas en un museo cercano.
El documento presenta el primer capítulo de la novela "Escándalo en Bohemia" de Arthur Conan Doyle. Narra la llegada de un misterioso cliente alemán a la residencia de Sherlock Holmes en Londres. El cliente, de gran tamaño y vestido de forma lujosa, lleva una máscara negra y busca la ayuda de Holmes para un asunto de máxima importancia.
Harry Purvis cuenta la historia de cómo evitó el pánico masivo en el sur de Inglaterra después de que un camión que transportaba material radiactivo volcara cerca de su localidad. Purvis y otros científicos observan el accidente desde un bar cercano y notan un extraño halo alrededor de los contenedores accidentados. Cuando Purvis se acerca para investigar, descubre una masa negra y cambiante sobre uno de los contenedores, lo que desmiente su teoría inicial de que se trataba de un escape de gas.
Este resumen describe el primer caso de Hércules Poirot en el libro Ocho casos de Poirot de Agatha Christie. En el caso, Poirot es contratado por Lady Astwell para investigar el asesinato de su cuñado Sir Ruben Astwell. Lady Astwell sospecha erróneamente del secretario de Sir Ruben, Owen Trefusis. Poirot deduce los detalles del caso a partir de la narración de Lily Murgrave, la dama de compañía de Lady Astwell, y se da cuenta de que Lady Astwell carece de pruebas para sustent
Este documento presenta el primer caso de Hércules Poirot en el libro "Ocho casos de Poirot" de Agatha Christie. En él, Lily Murgrave visita a Poirot para pedirle que investigue el asesinato de Sir Ruben Astwell, aunque en realidad no cree en las sospechas de la madrastra de la víctima. Intrigado, Poirot acepta visitarla para investigar el caso.
El resumen cuenta la historia de un hombre que muere en extrañas circunstancias en un bosque distante. Su alma es juzgada y se le dice que su gato, Lutus, lo mató. Para comprobarlo, se le da la oportunidad de regresar a la Tierra durante 24 horas si obtiene una moneda de oro de un duende llamado Polo, que no se ha reído en 100 años. El hombre intenta hacer reír a Polo para lograr la moneda y resolver el misterio detrás de la muerte.
La aparición de tres cadáveres casi decapitados en diversos puntos de Santiago moviliza a los detectives Guzmán y Jiménez para dar lo antes posible con el psicópata responsable de dichas atrocidades. La única pista con que cuentan es el testimonio de un ebrio que asegura que el primer homicidio fue cometido por un ser alado enorme que usó una de sus garras como arma. Luego de revisar la grabación de una cámara de seguridad y enfrentarse cara a cara con el denominado “ángel negro”, los policías deben recurrir a todos los recursos normales y paranormales disponibles, incluyendo la vara que heredó Guzmán en una serie de homicidios acaecidos ocho meses antes, junto con una suerte de misión sagrada que aún no era capaz de comprender, y que le seguía costando aceptar.
Este libro de bolsillo es la secuela de “La Vara”, siendo imprescindible dicha lectura para seguir el hilo de esta historia. Que la disfruten.
Género: Fantasía, Terror
Es el segundo libro de la saga.
Durante siglos una librería perdida en el mundo ha escondido un secreto. En sus estantes hay un misterioso libro sin nombre ni autor. Quien lo lee… acaba muerto.
¡Sólo las almas puras pueden ver las páginas de este libro! Ahora es tu turno. Cada página que pases, cada capítulo que leas, te acercará al final. Vendrá la oscuridad, y con ella grandes males. Pero tranquilo, no estás solo. La amnésica y sexy Jessica, el boxeador Rodeo Rex, el criminal Santino, dos monjes karatekas, un asesino vestido de Elvis Presley, dos policías despistados y muchos delincuentes te acompañarán por las violentas calles de Santa Mondega. Pronto, un eclipse solar sumirá a la ciudad en la oscuridad más absoluta…
Este documento es una introducción escrita por Isaac Asimov para una compilación de sus cuentos completos. Explica que ha escrito cuentos durante más de 50 años y que esta compilación recopila muchos de sus cuentos favoritos de las décadas de 1950 y 1960, incluyendo "La última pregunta" y "El niño feo". También resume brevemente algunos de los temas y cuentos incluidos en los primeros volúmenes de la compilación.
Entrevista con la historia, oriana fallaciCharles Pool S
Este documento presenta el prólogo de la obra "Entrevista con la historia" de Orlana Fallaci. En él, la autora explica que el libro contiene 27 entrevistas realizadas a figuras políticas contemporáneas con el objetivo de comprender qué los hace diferentes y determina el destino de los demás. Fallaci expresa su escepticismo hacia el poder y su deseo de encontrar la verdad más allá de las apariencias.
El resumen presenta el primer capítulo de la novela "No serás un extraño". Introduce al protagonista, Luke March, un niño de 9 años cuya mayor ilusión es acompañar al Dr. Kellog en sus visitas médicas. Sin embargo, su madre Ouida desaprueba esto y le advierte a Luke sobre los peligros de su "tendencia amatoria", refiriéndose a la sexualidad. Mientras tanto, en la ciudad, un hombre llamado Job habla con un amigo sobre su vida familiar y sus aspiraciones laborales.
El documento resume los hechos clave detrás del caso que Holmes y Watson están investigando en Dartmoor. Silver Blaze, el caballo favorito para ganar la Copa Wessex, desapareció misteriosamente y su entrenador John Straker fue asesinado. La noche antes, un hombre desconocido intentó obtener información confidencial sobre los caballos de Straker de parte del mozo de cuadras Ned Hunter. Más tarde esa noche, Straker salió de su casa en medio de una tormenta para inspeccionar los establos y nunca regresó, m
La Geografía como Ciencia un documento vdancedeno902
un trabajo sobre la geografia como ciencia vista desde el punto cientifico y aportaciones a esta desde cierto punto del desarrolllo de la misma, aproximandose a la actualidad de la geografía en este punto, veremos algunos conceptos sencillos utilizados normalmente frecuente y que no siempre sabemos en totalidad su significado o referencia
Se pone en marcha la III edición del programa UniSalut, Programa de Colaboración entre la Universitat Politècnica de València (UPV), la Universitat Jaume I (UJI), la Universidad Miguel Hernandez (UMH) y la Fundació per al Foment de la Investigació Sanitària i Biomèdica de la Comunitat Valenciana (FISABIO).
El programa se articula en dos fases:
• Fase I: esta fase (no obligatoria) está actualmente abierta, y consiste en la presentación de Ideas por parte del personal investigador para la búsqueda de posibles socios, y/o el interés por colaborar en Ideas presentadas por investigadores de FISABIO o de las otras universidades.
• Fase II (se abrirá próximamente): Presentación de solicitudes de ayuda para financiar "Acciones preparatorias" y "Proyectos de innovación" a la III Convocatoria de Ayudas UniSalut.
Os animamos a presentar vuestras IDEAS en la plataforma UniSalut, con el objetivo de buscar socios.
El 18 de junio de 2024 ha tenido lugar una Jornada informativa online.
Para más información www.unisalut.es
Introduccion-a-Amidas- Relevancia en la cienciaquimica3bgu2024
Las amidas son compuestos orgánicos derivados del ácido carboxílico donde el grupo hidroxilo (-OH) ha sido reemplazado por un grupo amino (-NH2) o derivados de este.
Las heridas son lesiones en el cuerpo que dañan la piel, tejidos u órganos. Pueden ser causadas por cortes, rasguños, punciones, laceraciones, contusiones y quemaduras. Se clasifican en:
Heridas abiertas: la piel se rompe y los tejidos quedan expuestos (ej. cortes, laceraciones).
Heridas cerradas: la piel no se rompe, pero hay daño en los tejidos subyacentes (ej. contusiones).
El tratamiento incluye limpieza, aplicación de antisépticos y vendajes, y en algunos casos, suturas. Es crucial vigilar las heridas para prevenir infecciones y asegurar una curación adecuada.
La_familia_bromeliaceae_en_mexico.pdf y yaAzulAzul44
completa de una de las familias de plantas más fascinantes y diversas del país. Esta obra es crucial para botánicos, ecólogos, jardineros, y aficionados a la naturaleza, proporcionando una valiosa fuente de información sobre la riqueza y variedad de las bromelias en el contexto mexicano.
Contexto y Alcance de la Obra
Las Bromeliaceae, conocidas comúnmente como bromelias, comprenden una familia de plantas con una notable diversidad de formas, tamaños y adaptaciones ecológicas. Esta familia incluye desde pequeñas plantas epífitas hasta grandes terrestres, y es especialmente notable por incluir a la piña (Ananas comosus), una de las frutas más importantes a nivel global.
En México, las bromelias se encuentran en una amplia gama de hábitats, desde las selvas tropicales húmedas hasta los áridos desiertos. Esta diversidad de ambientes hace que el estudio de las Bromeliaceae en México sea particularmente interesante y complejo. La obra "La familia Bromeliaceae en México" aborda esta complejidad con un enfoque meticuloso y exhaustivo.
Contenido y Estructura
El libro está organizado de manera sistemática, comenzando con una introducción general a la familia Bromeliaceae, incluyendo su clasificación taxonómica, características morfológicas, y una breve historia de su estudio. Esta sección inicial es fundamental para establecer una base sólida de conocimiento para los lectores, independientemente de su nivel previo de familiaridad con el tema.
A continuación, la obra se adentra en una descripción detallada de las diferentes especies de bromelias presentes en México. Cada especie se presenta con descripciones morfológicas precisas, ilustraciones y fotografías de alta calidad, y mapas de distribución. Estas descripciones no solo son útiles para la identificación de especies, sino que también proporcionan información sobre su ecología y hábitat preferido.
Un aspecto notable del libro es su atención a la conservación de las bromelias. Muchas especies de Bromeliaceae en México están amenazadas por la destrucción de hábitats, el cambio climático y la sobreexplotación. El autor aborda estos temas con un enfoque claro y directo, destacando la importancia de las bromelias para los ecosistemas locales y proponiendo estrategias para su conservación y manejo sostenible.
Metodología y Rigor Científico
El rigor científico es evidente en toda la obra. El autor ha empleado una metodología robusta, basada en años de investigación de campo, revisión de literatura científica y consulta con expertos en la materia. Las descripciones taxonómicas están respaldadas por un uso preciso de la terminología botánica y por comparaciones detalladas con especies relacionadas.
El uso de claves de identificación es otro punto fuerte del libro. Estas claves permiten a los lectores, tanto expertos como aficionados, identificar especies de bromelias de manera eficiente y precisa. Las claves están diseñadas de manera lógica y accesible, lo que facilita su uso en el campo.
7. El Crimen del ADN
7
Diario de Londres
6-Dic-1955
“Un león se escapa del zoológico matando,
entre varias personas, a una mujer y su hija
de tres años en su domicilio. Todo indica que
pudo ser un accidente. No obstante, la Agencia
de Criminología ha abierto una línea de inves-
tigación para averiguar cómo pudo escaparse
una fiera de tales dimensiones del zoo de Re-
gent´s Park, cerca de Portland St., donde vivía
esta familia. Al parecer, el marido no se halla-
ba en el inmueble y pudo salvarse del trágico
suceso. Para cuando éste regresó, se encontró,
muy a su pesar, los cuerpos ya sin vida de su
mujer e hija. Se cree que pudiera tratarse de
Alice Miller Mann, mujer del famoso científi-
co Peter Miller Mann y Doctora en Microbio-
logía, y Jane Miller Mann, hija de ambos.
La fiera finalmente fue abatida por un vigilante
nocturno de la policía en la segunda de Port-
land, donde a tres minutos se encuentra el zoo-
lógico del que se escapó el felino”.
Estile Preston.
8.
9. El Crimen del ADN
9
I
–Loop, si no es menester, me gusta-
ría que me explicase cómo decidió
cambiar su preciosa casa, situada en
pleno centro de Londres, para vivir en el Mu-
seo de Covent Garden.
–Si lo piensa, Estile, usted mismo acaba de
pronunciar la respuesta –coligió Loop–: “para
vivir en el museo”.
–Por cierto, –dijo Estile cambiando de tema–
¿ha leído usted el periódico esta mañana?
–Sí. ¿El león que escapó? Interesante. Por fa-
vor, Estile, ¿puede usted soltar ese lastre?–pro-
firió.
–Pero Loop, podría caerle a alguien encima y
quién sabe el daño que causaría –contestó Es-
tile observando a la gente desde el aerostático.
–Descuide, estamos a punto de sobrevolar el
río Támesis, –señaló Loop– sólo tiene que des-
10. 10
El Crimen del ADN
hacer el lazo del nudo y el lastre caerá por sí
mismo.
–De acuerdo –dijo Estile liberando el lastre–.
Desde luego, Loop, a excepción de esa horri-
ble careta de cuervo de la que espero que se
haya desecho, fue toda una suerte encontrar
este globo en el desván. Sólo por eso mereció
la pena quedarse con el museo, por no mencio-
nar los cuadros y las obras de arte, claro.
El globo comenzó a navegar a través de las
nubes y, surcando los cielos, contemplaron las
panorámicas vistas del Regent´s Park, lugar
donde se encuentra el zoo del que se escapó
el felino.
–Estile, ¿sería tan amable de conseguirme esos
bombones de tan extraordinario gusto y sa-
bor para esta tarde? Pues hoy tengo una cita,
¿sabe?
–Estoy de acuerdo, Loop, creo que son sucu-
lentos y, si me lo permite, un buen afrodisíaco.
–Estile, la cita es con mi tía Enriqueta.
–Debería usted hacer algo con ese mechón
blanco que tiene en el flequillo, pareciera apa-
11. El Crimen del ADN
11
rentar más edad de los treinta y siete que asu-
me –sugirió Estile.
–Lo tengo desde que nací. Creo que podré con-
vivir con él. Ahora debo ir al Departamento
Criminológico, he de reunirme con el sargento
Dalton. Si dispone usted de tiempo y quiere
acompañarme, quizás encuentre algo intere-
sante para su nuevo artículo. Se trata del caso
del león.
–¡Oh, por supuesto! Tengo un poco de tiempo.
Después de tomar tierra y mientras unos mo-
zos recogían y plegaban con talento el aerostá-
tico, un coche de la policía, que había enviado
el Sargento Dalton, pasó a recogerlos.
Cuando Loop y Estile llegaron al Departamen-
to Criminológico, el sargento Dalton se apre-
suró a recibirlos como aquel que encuentra a
un ser salvador. Parecía ser un hombre muy
ocupado y reflexivo, pero a la vez cercano y
cordial. Fumaba en pipa, mas no tragaba el
humo que iba tiñendo de nicotina el canoso
bigote de éste.
–Detective Glaseens Loop, me alegra verle
de nuevo. Espero que en este sumario, señor
Loop, no haya tantos destrozos como en su
antecesor –exclamó el sargento con amistad
y dirigiendo su mirada a Estile–. Señor Estile
12. 12
El Crimen del ADN
Preston, gracias por venir, si la gente tiene que
enterarse, que sea por una mano veraz, de plu-
ma contrastable como la suya.
–Y bien ¿qué cuestión ha hecho que solicite de
nuestra intervención? –preguntó Loop.
–No sé si ha leído los periódicos, señor Loop,
pero ayer noche se escapó un león del Zoo y,
bueno, la verdad es que nos gustaría que echa-
ra un vistazo a las fotos que se hicieron en el
lugar de los hechos –explicó mientras se saca-
ba las fotos del bolsillo.
Loop observó éstas con detenimiento.
–La verdad, sargento Dalton, creo que en estas
fotos hay algo raro, no parece haber mucho al-
boroto para el que podría ocasionar un león en
un inmueble, ni indicios de lucha. Es un tanto
extraño.
–Sepa, señor Loop, que el león estuvo allí y
se alimentó de los cuerpos, pues hemos encon-
trado restos de las víctimas en la boca y en la
zarpas del animal, pero he de reconocer que
es un tanto extraño, sí. Y bueno, para eso le he
llamado, por si puede usted arrojar un foco de
luz sobre este tema.
–¿Qué más encontraron?
13. El Crimen del ADN
13
–Sinceramente, no mucho, sólo dos cuerpos
amontonados, como si de una bola de carne se
tratara. Pensamos que, cuando las víctimas lle-
garon a su domicilio, debieron dejarse la puer-
ta abierta, el león se dio cuenta y sin pensárse-
lo dos veces accedió a la vivienda, atacando a
madre e hija hasta saciar su apetito.
–Perdone que le interrumpa, sargento, pero en
estas fotos no se divisa un montón de carne, si
no tres –profirió Loop azaroso.
–Así es, detective, tres montones de carne y
sobras humanas –el rostro de Loop se tilda.
–Disculpe mi expresión, pero no es muy nor-
mal sargento Dalton, si me lo permite, que un
león se racione la comida en tres él solo. Creo
que es un número inquietante –apuntó el de-
tective–. Muy bien, sargento, veré qué puedo
hacer, no se preocupe, ya verá como todo se
esclarece, es cuestión de tiempo y audacia. Si
no le importa, me gustaría hablar con el foren-
se que lleva el caso.
–¡Oh, sí! El forense Robert Waals. Podrán en-
contrarlo ustedes en el sótano, por la entrada
más estrecha, después sigan el pasillo hasta el
final.
–Muchas gracias sargento.
14. 14
El Crimen del ADN
Siguiendo las instrucciones del sargento Dal-
ton, hicieron el recorrido por el hueco y vacío
pasillo en cuyas paredes, prácticamente desnu-
das, había nada. Salvo en un lateral, en el que
Loop y Estile pudieron apreciar un cuadro con
un gigantesco sello en el que se formulaba una
cita que decía:
“Sólo aquellos que trascendieron más allá
de sí mismos alcanzarán al ser ineludible”.
Enseguida se encontraron con el Departamento
Forense, cuya entrada consistía en un pasadizo
de luz parpadeante que, a su vez, desembocaba
en una sala amplia con una puerta al final, que
debía de ser la cámara donde se guardaban los
restos. En la sala había un hombre joven, del-
gado, de tez pálida e impertérrita que se pasea-
ba por el frío e inhóspito lugar. Loop se dirigió
a éste casi en un bisbiseo para no sobresaltarlo.
–¿Doctor Robert Waals?
–¡Ah, sí! ¿Detective Glaseens Loop? Es un
placer. ¿En qué puedo ayudarles? –preguntó el
forense.
–Espero no importunarle, pero, ¿qué puede us-
ted decirnos de los cuerpos que hallaron en la
casa de los Miller Mann?
15. El Crimen del ADN
15
–Pues verá usted, señor Loop, los cuerpos o
mejor dicho, lo que quedaba de ellos, denota-
ban que el crimen había sido perpetrado de una
forma tácticamente animal. Dadas las dimen-
siones de las dentelladas y desgarros, queda
descartada la representación de un ser humano.
–Cuando llegó usted, señor Waals, ¿cuánto
tiempo cree que llevaban muertas las víctimas?
–Los restos, señor Loop, estaban relativamente
tiernos. Valúo que poco más de una hora.
–¿Hallaron algo más en los cuerpos?
–Detective Glaseens Loop –aseveró el dog-
mático forense con medida– el trabajo de un
forense en los tiempos que corren y con las ru-
dimentarias herramientas de que disponemos,
suele ser elevado y lento, especialmente lo
segundo. Puede usted repasar las estadísticas,
sólo un setenta por ciento de los crímenes que
se cometen en Londres se resuelve favorable-
mente, así que si no tiene usted ninguna otra
pregunta, detective…
–¡Oh, perdone, no quería abrumarle doctor!
Ruego me disculpe si le he parecido arrogante,
pues no era mi intención. Le agradezco mu-
cho la información que nos ha proporcionado,
sin duda nos será de gran ayuda. Espero verle
pronto.
16. 16
El Crimen del ADN
–Igualmente, señor Loop, ha sido un placer co-
nocerle.
–Lo mismo digo.
*
–¿Y ahora hacia dónde nos dirigimos?
–Estile, el sospechoso número uno es siempre
la persona que acierta el cadáver.
–Discúlpeme, Loop, pero ¿no fue el mari-
do quien las encontró? –incidió el periodista
mientras se disponían a abandonar el Centro
Criminológico propuestos a hacer una inspec-
ción en Portland St., lugar de los hechos.
–Así es, querido amigo, y donde nos dirigimos
en este momento.
–Pero…–replicó.
–No se precipite, Estile, todo tiene su porqué y
debemos escuchar primero la versión del señor
Miller Mann.
*
¡Ding, dong!
–Sí, un momento por favor –exclamó una voz
tras unos pasos que se iban acercando desde la
profundidad de la casa.
17. El Crimen del ADN
17
Cuando el científico Peter Miller Mann les
abrió la puerta, Loop y Estile pudieron apre-
ciar en el rostro de éste el rastro de la falta de
sueño y del poco descanso al que había estado
expuesto el susodicho. Por otro lado, el traje
mal ataviado y la barba de dos días hacían evi-
dente la ausencia de cuidado personal. Mas no
era para menos, pues acababa de perder a su
mujer e hijita de la manera más atroz que na-
die desearía. Aun así y detrás de todo aquello
podía presentirse a un hombre joven, de buena
planta, espíritu fuerte y carácter constante. Un
ser en apariencia interesante, que a pesar del
fatal acaecimiento, consiguió reunir fuerzas
para tratarlos con cierta hospitalidad.
–Perdonen, estaba haciendo las maletas…
–¿Se marcha, señor Miller?
–Sí. Ahora la casa está precintada y debo se-
guir trabajando, por lo que he decidido tras-
ladar todo mi equipo a mi casa de campo, en
el observatorio, y tratar de recuperar el tiempo
perdido.
–¿Además de observar los microorganismos,
contempla también usted las estrellas? –profi-
rió Loop.
–Aunque le pueda parecer extraño, existe una
gran conexión entre el cosmos y el microcos-
18. 18
El Crimen del ADN
mos, incluso se ha llegado a calcular la proba-
bilidad de que el ADN terrestre podría conte-
ner partículas de origen estelar. Pero ustedes
no están aquí por eso, ¿me equivoco?
–¡Oh, sí, perdone! Soy el detective Glaseens
Loop y él es el señor Estile Preston, periodista.
–Tanto gusto señores. ¿Y en qué puedo ayu-
darles?
–Me gustaría hacerle unas preguntas, si es tan
amable.
–Sí, claro, cómo no. Salgamos fuera, pues den-
tro está la guardia forense y me han dicho que
no debo tocar nada. Ruego me disculpen.
–No se preocupe, señor Miller Mann, estamos
al tanto. Quiero exponerle mi más sentido pé-
same.
–Gracias, detective. Pero no se queden ahí,
siéntense, estaremos más cómodos. ¿Y bien?
–Verá, señor Miller, me gustaría que me expli-
case al detalle qué es lo que hizo desde que se
fue a esa reunión hasta que regresó a su casa.
Quiero que me lo cuente todo tal y como pasó.
–Ya se lo dije a la policía. Salí hacia las 7:30
de la mañana, como de costumbre hago para ir
a trabajar. Al punto tenía que coger un vuelo
rumbo a Glasgow, donde presentaría mi tesis
en una importante reunión, ya que necesito que
alguien apoye y financie mi proyecto.
19. El Crimen del ADN
19
–¿Y qué tal le fue?–preguntó cordialmente
Loop.
–¡Oh! Bien, causó muy buena impresión y con-
seguí el respaldo que tanto necesitaba, gracias.
–Y después de la reunión, ¿qué hizo?
–Tenía tiempo hasta que saliese el vuelo, qui-
zás unas dos o tres horas. Así que me fui a
almorzar a un restaurante situado en la zona.
Después tomé el vuelo y regresé directamente
a casa. Luego… Dios mío ¿Cómo pudo suce-
der algo tan atroz?
–Dígame, señor Miller ¿Qué hora sería cuan-
do, si me lo permite, encontró los cadáveres de
su mujer y de su hija?
–Pues… –esbozó– aproximadamente las 2:45
de la madrugada.
–¿Conserva usted los pasajes todavía?
–Sí. Están en la mesa camilla, dentro. Pasen
por favor.
La casa se encontraba bajo observación y cus-
todiada por varios agentes de la Policía Cien-
tífica, quienes con cierto afán de desconcierto,
analizaban y tomaban muestras en el aciago
lugar.
El científico tomó el pasaje de encima de una
cómoda que se encontraba en la misma entra-
20. 20
El Crimen del ADN
da y, ofreciéndoselo al detective, extendió su
mano con disposición.
–Aquí tiene.
–Perdone que le cuestione, señor Miller, pero
aquí dice que usted llegó a las 23:15. ¿Cómo
pudo tardar tres horas y media en llegar desde
el aeropuerto hasta Portland St?–preguntó in-
usitado Loop.
–Desde luego tiene toda la razón detective. Es
imposible. Pero ayer era viernes noche y a esas
horas los atascos son horribles. Al final, del
agotamiento del viaje me quedé dormido.
–¿Cómo reaccionó usted, exactamente, cuan-
do encontró los cadáveres?
–Oí unos gritos en la calle y sirenas mientras
llamaba a la policía. Me asomé a la ventana y
pude ver al que supongo, debía ser el guarda
nocturno tendido en el suelo, creo que muerto.
Posteriormente escuché tres disparos. Después
salí a la calle a esperar a que alguien llegara.
La gente estaba aterrada, decían que un león se
había escapado y entonces comprendí lo que
había pasado. Entre lágrimas, recordé que el
día anterior un viejo amigo nos regaló unas en-
tradas para ir al zoo, ya que últimamente mi
relación con mi esposa no era muy fluida, por
decirlo de alguna forma, y pensé que sería una
21. El Crimen del ADN
21
buena idea hacer una excursión familiar –ex-
plicó–. Esa misma tarde me llamaron de Glas-
gow, pues estaban interesados en los informes
preliminares que les envié, lo que hizo que
no pudiera acompañarlas al zoo. Les dije que
se fueran ellas, que tenían una visita guiada,
ya que les enseñarían todas las instalaciones.
Dios mío, quién me iba a decir a mí que esto
pasaría. Si pudiera dar marcha atrás…
–Perdone, agente –comentó Loop dirigiéndose
a uno de los oficiales que estaba tomando fotos
en el lugar de los hechos.
–¿Sí, detective?
–¿Podría usted decirme si han encontrado al-
guna huella de león o pisada?
–Buena pregunta. La respuesta, detective
Loop, es que no. Parece ser que en el zoo dis-
ponen de un equipo experto en higiene, porque
el león estaba impoluto, no hay huellas ni res-
tos de pelo o señal alguna de su presencia en
todo el lugar –afirmó el oficial con frustración.
–¿Le importaría a usted que echáramos un vis-
tazo a la casa?
–Mientras no toquen nada no hay problema–
exclamó.
–Señor Miller, ¿sería tan amable de mostrarme
el resto del inmueble?
22. 22
El Crimen del ADN
–Sí. Por favor, síganme –contestó el científico
mientras se disponía a ascender al piso supe-
rior–. Aquí está nuestro dormitorio, es grande,
amplio y luminoso. Como a Alice le gustaba.
–Dígame, señor Miller, ¿cómo encontró usted
la casa cuando ocurrió todo? –profirió Loop
pensativo.
–Intacta, como lo está ahora, por alguna razón
el león no quiso acceder al piso superior.
–Creo que a su mujer también le gustaba ma-
quillarse, es una prodigiosa colección de la fir-
ma–comentó Estile.
–Sí. La verdad es que siempre estaba retocán-
dose y sólo le gustaba esta marca. Yo siempre
le solía traer de mis viajes lo último que habían
sacado. Entre otras cosas, esas uñas postizas
de porcelana que a ella le hizo tanta ilusión
tener –detalló–. Cosas de mujeres. Creo que
ahora es lo que se lleva.
–Pues sí es lo que se lleva –interrumpió Estile
con energía de colegial–. Lo sé porque tengo
una prima que es muy joven y…
–Gracias, Estile, pero no creo que sea el mo-
mento apropiado para hablarnos de las cuali-
dades de su adolescente prima. Ruego disculpe
a mi amigo, está un poco exaltado.
–No pasa nada, de hecho a mi hijita Jane tam-
bién le gustaban esas cosas.
23. El Crimen del ADN
23
–¡Loop!
–¿Sí, Estile?
–Aquí parece que falta un bote de pintauñas
rojo. Lo sé por mi prima, que, como le comen-
taba antes, tiene toda la colección. ¿Sabe usted
si lo llevaba consigo cuando fueron al zoo?–
inquirió Estile.
–Pues supongo que sí, ya que siempre o casi
siempre solía llevárselos.
–Muy bien. Ahora, señor Miller, sólo me que-
da darle las gracias, de momento eso es todo y
cuanto quiero saber.
–Austedes, Señor Loop y compañía –exclamó.
–Hasta la vista y espero que se recupere pronto
de tan desgraciado asedio.
–Gracias –concluyó.
*
–¿Cómo pudo escaparse el león de la jaula? –
preguntó Estile.
–Qué decirle, Estile. Esta misma mañana, des-
pués de hablar por teléfono con el sargento,
solicité una entrevista en el zoo con la cuida-
dora responsable de la vigilancia de los felinos
–enunció Loop.
–¿No está el zoo a dos manzanas de aquí? –
preguntó Estile.
24. 24
El Crimen del ADN
–¡Oh, sí, por supuesto! –exclamó mientras se
ponía en marcha.
Al cabo de tres minutos llegaron al zoológico
de Regent´s Park. Seguidamente se dirigieron
hasta las instalaciones donde se encontrarían
con la cuidadora de las fieras en la noche del
suceso.
–¿Es usted Martha Swann, la cuidadora del
león que se escapó?
De una singular belleza era el rostro frío e
inexpresivo de la chica cuando se volvió hacia
ellos.
–¿Qué es lo que quieren? –profirió la chica con
una reticente y aterciopelada voz.
–Me llamo Glaseens Loop y él es el señor Es-
tile Preston.
–¡Ah, sí! Me dijeron que vendrían.
–Veo que la tienen bien informada, ¿podría
usted contarme lo que ocurrió? ¿Cómo pudo
escaparse el león?
–Sí, detective. Sencillamente alguien se dejó
la puerta abierta y la fiera se escapó –explicó.
–¿De cuántas puertas dispone dicha jaula?
25. El Crimen del ADN
25
–Bueno, en realidad son dos jaulas que co-
munican entre sí. Una es de aislamiento, por
mantener al animal de un modo seguro apar-
tado, para proporcionarle el alimento. Luego,
entre ellas, existe una compuerta de acero. La
jaula también dispone de otra entrada para el
cuidador y la puerta o portillo de traslado de
animales que se halla en la jaula de aislamiento
y que comunica con Portland St. –concluyó la
cuidadora.
–Señorita Swann–continuó Loop–, esa puerta
o portillo ¿es la que se quedó abierta y por don-
de pudo escaparse el león?
–Así es –afirmó.
–¿Podría usted mostrarme la jaula del felino?
Si no es molestia, claro.
–Sí, por favor, acompáñenme.
Después de caminar durante un rato por las ga-
lerías del zoo, todo eran prisiones para los ani-
males, con lo que Loop no estaba en absoluto
de acuerdo. Pues menuda filosofía ésta de los
humanos, siempre intentando alterar y contro-
lar la naturaleza, apropiándose de lo que no es
suyo y sometiendo a estos pobres animales con
el único fin de entretener a un paga-entradas.
–¡Aquí está! Esta es la jaula.
26. 26
El Crimen del ADN
–¡Ah, por fin! –contestó Loop mientras se
adentraban por un paso, cuya luz apagada al
final no parecía tener fondo. Lugar donde se
encontraba la jaula del felino.
La cuidadora corrió las cortinillas.
–Como puede ver, detective, ahí está la com-
puerta que divide la jaula y más allá está el
portillo que se dejaron abierto.
–¿Sabría usted decirme, señorita Swann, quién
estaba de guardia aquella noche?
–Sí señor. Estaba yo –respondió–, pero no bajé
a la jaula para nada, ya que el alimento se lo
damos por la mañana –explicó.
–¡Loop, he encontrado algo! Parece una uña
postiza roja –dijo Estile extrayendo la uña de
entre las virutas.
–Déjeme ver, Estile. Sí. Es una uña postiza de
porcelana –esbozó Loop.
–¡Oh sí, perdonen! Creo que es mía ¿ven?–ex-
clamó la cuidadora mientras se despegaba una
uña postiza del mismo color de su dedo– es
que a veces estas dichosas uñas se despegan
y se caen. Si no me equivoco, debe ser de
ayer, que al hacerme la manicura, seguramente
cuando entré en la jaula no estaría totalmente
seca y se me debió caer–contestó ruborizada y
un tanto nerviosa.
27. El Crimen del ADN
27
–¡Oh! Bien, bueno –profirió Loop–. Y cuan-
do descubrió que el león no estaba en su jaula
¿qué hizo?–preguntó.
–Pues me enteré por la policía. Me llamaron
informando de que posiblemente podría ha-
berse escapado del zoo, –prosiguió la chica
narrando los hechos– me pidieron que lo com-
probara y así lo hice, cuando me percaté de que
la puerta de traslado...
–¿El portillo? –interrumpió Loop.
–… Eso es, que el portillo estaba abierto, les
avisé de que efectivamente se trataba de nues-
tro león. A pesar de que lo abatieron a tiros,
enviamos un furgón con personal del zoo para
recoger al animal y trasladarlo al Centro Cri-
minológico, –siguió contando la cuidadora–
después me enteré de lo que había pasado y
no pude evitar pensar en quién pudo hacer una
cosa así –concluyó la chica entre sollozos.
–Un momento señorita Swann, ¿está Ud. insi-
nuando que alguien intencionadamente dejó el
pestillo quitado?
–No sé qué pensar, lo siento –profirió ésta.
–Gracias, señorita Swann, por su ayuda –ex-
clamó Loop.
–Cuenten conmigo para lo que quieran. Ahora,
si me disculpan, he de ir a limpiar las jaulas –
28. 28
El Crimen del ADN
se ofreció acompañando a Loop y Estile hasta
la puerta de salida.
En las afueras del Zoo…
–Estile, ¿ha guardado usted esa uña?
–La he guardado.
–Estupendo, ya tiene usted un buen artículo
para su columna, ya que podría tratarse de una
prueba, pero no saquemos conclusiones toda-
vía, debemos ser cautelosos de los detalles que
nos depare todo lo concerniente a este caso –
dijo.
–¿Piensa usted que pudo no ser un accidente?
–Estile, no es momento de pensar, sino de re-
unir pruebas. Las pruebas son nuestro testigo
directo y único aliado, pues sólo ellas pueden
conducirnos hasta la verdad.
Después de despedirse de Estile, Loop quiso
indagar un rato y dar un paso más hacia esa
verdad. Por lo que tomó un taxi en dirección
al aeropuerto para averiguar si la coartada del
científico Peter Miller Mann era veraz y efecti-
vamente estuvo, en la noche que el león escapó
matando a toda su familia, en un atasco que
duró más de tres horas.
29. El Crimen del ADN
29
–Buenas tardes, ¿es usted el director del servi-
cio de taxis del aeropuerto?
–¡Perdone, pero ahora tengo mucho trabajo! –
contestó casi sin detenerse.
–Discúlpeme, me llamo Glaseens Loop. Que-
ría pedirle sólo un favor, soy el detective que
lleva el caso del león que se escapó, ¿sabe us-
ted de qué le hablo?
–¡Ah! Sí. ¿Y qué tiene eso que ver conmigo?
–Espero que nada, director, solamente quisiera
ver el registro de trayectos que se hicieron en
la noche del viernes.
–¡Ah, bueno! –exclamó– Si es sólo eso, espere
aquí. Ahora se lo traigo.
Minutos más tarde salió de su despacho el di-
rector con la hoja de rutas en la mano.
–Tenga. Espero que esto le sirva.
–Gracias.
–De acuerdo, estaré en mi oficina por si nece-
sita usted algo. Ahora, si me disculpa, tengo
mucho trabajo.
Cuando Loop examinó el registro, dio con el
nombre del taxista en un santiamén, ya que la
anterior noche sólo se hizo un trayecto a Port-
land St., según hacía constar la hoja de rutas.
30. 30
El Crimen del ADN
¡Toc, toc!
–Director. Ya sé que tiene mucho trabajo y per-
done que le importune, pero me gustaría hablar
con el señor Tejada. ¿Es posible que esté aquí?
–Aver, a ver, sí. Hoy tiene turno de noche, debe
estar en la entrada del aeropuerto, si no está,
seguramente esté haciendo un servicio. Puede
esperarle ahí sentado, si quiere usted. Ahora, si
me disculpa, he de atender otros asuntos señor
Loop. Adiós.
–Qué hombre más desagradable –pensó el de-
tective mientras se dirigía hacia la parada de
taxis.
Allí preguntó por el señor Tejada, pero al pa-
recer estaba haciendo un servicio. Por lo que
decidió esperarle. Al cabo de casi dos intermi-
nables horas el taxista apareció.
–¿Señor Tejada?
–Sí, soy yo. ¿Qué quiere? –respondió con do-
naire.
–Verá, soy el detective Glaseens Loop y me
gustaría hacerle unas preguntas–profirió Loop
afablemente.
–¡Ah! ¿Sí? ¿Sobre qué?
31. El Crimen del ADN
31
–Sobre un servicio que hizo el viernes a las
11:30 en Portland St.
–Sí. ¿Qué pasa?
–El cliente al que llevó, ¿le pidió que le llevara
directamente o hicieron alguna parada por el
camino?
–Le llevé directamente –respondió el taxista.
–¿Está usted seguro? –insistió Loop.
–Sí señor, lo recuerdo perfectamente, pues ha-
bía un atasco total. Como lo llamo yo.
–Perdone que le haga otra pregunta, señor Te-
jada, pero, ¿hablaron de algo, le hizo algún co-
mentario?
–Nada, detective, se quedó dormido como un
bebé. Tuve que despertarle cuando llegamos a
su casa en Portland.
–Bueno, pues parece que el señor Miller Mann
decía la verdad –pensó Loop–. Muchas gra-
cias, señor Tejada, y salude al director de mi
parte. Hasta pronto.
–Sí. Lo haré. Adiós.
Ya había casi anochecido completamente
cuando Loop llegó al museo, que ahora se ha-
bía convertido en su nueva casa. Se detuvo en
la puerta contemplando las abovedadas gale-
rías en las que todavía pendían algunos de los
cuadros y obras extrañamente abandonadas.
32. 32
El Crimen del ADN
Atónito, no acababa de entender, recordando
por qué su antiguo dueño decidió cerrarlo al
público y demolerlo junto con todas las obras
de arte dentro. Por no mencionar la frialdad
con la que despidió a Shu Qi, su empleada,
quien en aquel momento y desde hacía quince
años trabajaba en el museo como guía y recep-
cionista, para seguidamente verse sin trabajo y
en la calle.
Por suerte, el mismo día que iban a proceder a
su demolición, Loop quiso asistir y tomar unas
fotos, pues conocía el lugar desde que aún era
un niño, cuando escuchó decir al propietario
del museo “que era una lástima derruirlo por
su antigüedad, pero que era un lugar medio
embrujado. Lo que hacía aún más complicada
su venta”.
Loop, incrédulo, se acercó y con respeto le
preguntó qué cantidad esperaba conseguir por
el museo. El propietario le contestó que él se
lo cambiaría por su casa, si Loop quisiera. A
Loop le pareció bien, así que detuvieron la de-
molición.
Loop entregó su casa y pasó a ser el nuevo pro-
pietario del museo de Covent Garden. Pronto
lo restauraron, reparando las grietas y des-
conchados que tenían las paredes y los techos
para, al fin, volver a reabrirlo al público. Shu
33. El Crimen del ADN
33
volvió a retomar su antiguo puesto como la re-
cepcionista y guía del museo, y Loop trasladó
su residencia a la ahora renovada y hermosa
biblioteca.
Después de pararse a recordar y reflexionar
en todos estos acontecimientos, accedió a la
biblioteca y mientras se quitaba su túnica, el
viejo reloj de pie, que se encuentra en el ves-
tíbulo, se detuvo misteriosamente, creando
un angosto silencio seguido de un estruendo
–¡plooom!– cuyo eco hizo a Loop que se le
encogiera el corazón. Salió para ver qué es lo
que había sucedido, cuando al final del cañón
abovedado de una de las galerías advirtió una
extraña silueta. La figura se desplazó como
sombra en la noche, Loop la siguió hasta la es-
calerilla de la entreplanta, donde guardan las
obras de arte, y sigiloso, se adentró por ésta
hacia el subterráneo. Cuando llegó al sótano
y encendió la luz, todo estaba lleno de polvo,
restos de viruta, algunas sábanas esparcidas
por el suelo y varios cuadros y esculturas ocul-
tas bajo unas colchas raídas. Un lugar todavía
extraño para Loop, quien abstraído, observó
cómo una especie de túnel, que debía de co-
municarse con todo el entramado de la ciudad,
se aparecía ante él. Loop, al ver que no había
nadie en aquel viejo depósito, se adentró por
34. 34
El Crimen del ADN
el oscuro paso. De pronto alguien, desde uno
de los túneles, comenzó a reír de una manera
desmesurada y enfermiza. Pronto las risas se
convirtieron en llantos.
Loop preguntó:
–¿Qué le ocurre, se encuentra bien?
Cuando en medio de la oscuridad apareció la
figura de una mujer acercándose despacio ha-
cia éste. Loop la enfocó con su linterna, ad-
virtiendo con pavor el rostro amorfo de ésta.
Espantado echó a correr y consiguió alejarse
del lugar hasta situarse de nuevo en el sótano.
Desde muy pequeño, Loop había experimenta-
do aquellas visiones y encuentros con aquellos
espectros, pero nunca hizo mención a nadie
sobre los mismos, pues él creía profundamente
que aquello debía de ser una manifestación del
subconsciente, por lo que decidió regresar a la
biblioteca.
Todas las luces de las salas estaban apagadas
en el museo menos una, cual pareciera ofre-
cer una perspectiva un tanto diabólica. Loop,
con instigadora quietud, se acercó y apagó la
luz mientras observaba con incógnita el viejo
péndulo del reloj que ahora volvía a funcionar.
35. El Crimen del ADN
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Cansado y a punto de acostarse, distinguió en-
cima del secretario que había una cajita redon-
da y recordó que debían ser los bombones que
le pidió a Estile en la mañana.
–¡No, no, no! –exclamó–. ¿Cómo he podido
olvidarme de mi tía Enriqueta? ¡Pobrecilla, un
viaje tan largo desde Santiago y todavía no he
ido a verla! ¡Estúpido de mí! ¡Glaseens Loop,
no tienes cabeza nada más que para tus casos!
–pensó en voz alta, a la vez que Shu aparecía
por la puerta.
–Señor Loop.
–Shu, ¿qué hace en el museo a estas horas?
–Verá, señor Loop, el señor Estile le dejó una
caja y pensé esperarle hasta que viniera. Pues
esta noche ha llamado una mujer.
–¡Oh, sí! Mi tía Enriqueta.
–¡Oh, no! Señor Loop. Era una mujer joven
que se hacía llamar Martha Swann.
–¿Cómo? ¿Y qué quería? –preguntó intrigado.
–Decía que quería urgentemente hablar con
usted, que era de vital importancia verle. Le
dije que viniera a primera hora de la mañana.
–Gracias, Shu, por hacerme este favor, recuér-
demelo a fin de mes.
–No hay de qué, señor.
36. 36
El Crimen del ADN
A la mañana siguiente, Shu llamó a la puerta
de Loop quien, entretenido, ojeaba con análisis
algunos pasajes en los manuscritos antiguos
que venían con la biblioteca, mientras que un
experto en objetos antiguos, en voz baja e ilus-
trativa, databa la procedencia de un libro que
Loop había encontrado.
–Se trata del Códice Voynich. El nombre del
manuscrito se debe al especialista en libros
de culto Wilfrid M. Voynich, quien lo adqui-
rió en 1912 –afirmó el experto–. Data apro-
ximadamente entre 1404 y 1438 d.C. Es un
manuscrito muy valioso de época, donde la
Santa Inquisición no dejaba una oveja suelta,
de ahí que sus explicaciones estén en un léxico
indescifrable. Del autor no se sabe nada, pero
se cree que pudo haberlo escrito el mismísimo
Leonardo Da Vinci.
–Señor Loop –interrumpió Shu.
–¿Sí, Shu?
–Está aquí la mujer de la que le hablé ayer, la
señorita Martha Swann.
–Gracias, Shu, hágala pasar –profirió–. En otra
ocasión será, señor Stanley –exclamó, mien-
tras el experto en antigüedades desaparecía
con discreción–. Por cierto, Shu, hágame el
favor de colocar el Códice Boynich en el ex-
37. El Crimen del ADN
37
positor de la sala de libros antiguos donde la
gente pueda contemplarlo.
–Buenos días –profirió una voz contenida de-
trás de la puerta.
–Señorita Swann, pase por favor no se quede
usted ahí.
–¡Oh, sí! Claro, gracias.
–¿Y bien? Mi secretaria me dijo que ayer lla-
mó usted y requería de gran urgencia, ¿de qué
se trata?
–Señor Loop, es de suma importancia lo que
voy a contarle –señaló medio temblando la
muchacha–. Resulta que ayer, recordando
lo que pasó con el león, me detuve a pensar
en todo lo que hice aquella jornada. Cuando
observé el periódico que estaba encima de la
mesa con las fotos de los fallecidos, pude iden-
tificar la misma mujer y su hija que horas antes
acompañé en una visita guiada. Seguidamente,
en un fulgor, recordé que a media noche pro-
cedimos al traslado de una cebra y que cuando
abrí la compuerta por equivocación, abrí la del
león. Mi compañero me informó de que aque-
lla compuerta no era la que debía abrir, sino la
de al lado. Así que me pasé a la puerta siguien-
te y la abrí, olvidando por completo echar el
cierre a la jaula del león, que seguramente es-
38. 38
El Crimen del ADN
taba dormido, y por ello no hizo nada, hasta
que supongo un golpe de aire abrió la dicho-
sa compuerta. El león se dio cuenta y escapó.
¡Dios mío! Señor Loop, fue culpa mía, una
negligencia.
–Un error catastrófico –contestó éste–. No se
preocupe, tiene usted todo mi apoyo. La acom-
pañaré a la comisaría y les contará lo que me
ha contado a mí.
–¡Pero me meterán en la cárcel!
–No. Señorita Swann, probablemente lo toma-
rán como una falta dentro del orden laboral.
Lo más seguro es que pierda el empleo y le
suspendan el sueldo y posiblemente tendrá que
cumplir una pequeña condena –explicó éste
tranquilizándola–. ¡Venga, no debemos perder
más tiempo!
De inmediato salieron hacia la comisaría y la
chica testificó. Todo parecía tener sentido.
Al día siguiente se celebró un juicio rápido,
concluyendo que, efectivamente, hubo negli-
gencia por homicidio imprudente con agra-
vante. Suspendiendo a la señorita Swann de
empleo y sueldo. Curiosamente, un anónimo
pagó la fianza y pudo la cuidadora salir en li-
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bertad con cargos, prohibiéndole abandonar la
ciudad.
Ese mismo día se enterraron los restos de la
señora Alice Miller Mann y su hija, quedando
el caso cerrado.
40. 40
El Crimen del ADN
II
En el entierro había numerosos familia-
res, amigos y celebridades del mun-
do de la medicina. Entre otros, y para
sorpresa de Loop, el forense Robert Waals,
recibiendo en mano un sobre marrón de Peter
Miller Mann. Lo cual inquietó a Loop y Estile.
–No puedo evitar preguntarme por el conteni-
do de ese sobre –cuestionó Estile con aire de
sospecha.
–Ni yo tampoco Estile, ni yo tampoco.
Después del entierro, Peter Miller Mann se
acercó a saludar a Loop, lo que pareció un
poco extraño al detective.
–Gracias por venir, señor Glaseens Loop y se-
ñor Preston.
41. El Crimen del ADN
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–¿Qué tal, señor Miller Mann? –preguntó Esti-
le con cara de sabueso.
–Al final se esclareció todo, para su tranquili-
dad –añadió Loop–. Y ¿ahora qué hará? ¿Vuel-
ve a casa?
–¡Oh! No, a esa casa no creo que vuelva. Está
precintada y la he puesto en venta. Creo que
permaneceré en la vieja casa del campo. En un
ambiente natural todo se ve de otra manera –
aclaró el científico.
–No sabía que conociera usted al forense Ro-
bert Waals –exclamó Loop.
–El doctor Robert Waals, sí, es un viejo ami-
go. Estudiamos juntos en la universidad de
Oxford. Es colega del Club de Médicos.
–Sin duda un gran apoyo –afirmó Loop.
–Pues sí. Es el mejor amigo que conservo de la
infancia. Es como si fuera de la familia y sabe
muy bien por lo que estoy pasando.
–Comprendo –pronunció el detective.
–En fin, señor Loop, no sé cómo agradecerle
lo que ha hecho. Haré que le llegue una gra-
tificación por su perspicaz actuación en este
horrible suceso.
–Le agradezco su interés, pero mejor será que
lo guarde para usted, pues yo cobro del gobier-
no. Espero, señor Miller, que le vaya bien en la
vida y bueno… con sus descubrimientos.
42. 42
El Crimen del ADN
–Igualmente les doy las gracias. Ya sabe, de-
tective, si algún día quiere compartir uno de
sus casos conmigo, estaré muy complacido de
ayudarle –agregó el científico mientras se su-
bía en el coche funerario.
–Eso está hecho –aseguró Loop.
–Creo que aquí hay gato encerrado.
–León, Estile, león escapado –afirmó sarcásti-
co el detective.
–Loop. ¿Qué cree usted que había en ese so-
bre?
–No lo sé, Estile, ¿tal vez una gratificación?
–alegó con una resuelta sonrisa.
–¿Por qué sonríe usted, Loop? –preguntó el
periodista con cierta frustración.
–Verá, Estile, el hecho de que un caso esté ce-
rrado no hace que cesen los acontecimientos,
la vida es como un reloj que nunca se detiene,
incesante e impasible a nuestra interpretación.
–Interesante filosofía. Tomo nota –dijo Estile.
–Todos nuestros actos, por ínfimos que puedan
aparentar ser, desembocan en un río de con-
secuencias. Por eso es tan importante la edu-
cación.
Loop juntó las dos manos mientras Estile pa-
raba al carruaje.
43. El Crimen del ADN
43
–Al museo de Covent Garden y, por favor,
vaya despacio.
Mientras, el coche se adentraba por el ancho y
terso camino del cementerio, en el que a am-
bos lados, en perfecto orden y armonía, se ha-
llaba un hermoso cordón de centenarios robles
y castaños que adornaban el agreste paseo de
hojas ocres.
Aquella noche, Loop se sentó frente al fuego
de la chimenea con incógnita expresión, dada
la singularidad del caso.
Por un lado, la uña acertada en la jaula del fe-
lino, pues en el caso de que en realidad se hu-
biese tratado de la uña de Alice Miller Mann,
pondría en evidencia la declaración de Martha
Swann. Loop se arrepintió de no haber entre-
gado en su momento la uña encontrada al sar-
gento Dalton, pues quizás el desenlace hubie-
se sido muy distinto de lo que fue. Y por otro
lado, la estrecha relación que había entre Peter
Miller Mann y el forense Robert Waals. ¿Qué
lazos unían esta relación? Ahora ya era tarde
caer en la cuenta, el caso estaba cerrado y no
había nada que hacer, con apenas indicios y sin
causa aparente, por no mencionar que nunca
44. 44
El Crimen del ADN
apareciere un testigo diferente, especial, raro,
que abriera las puertas de la sospecha.
A la mañana siguiente, Loop se disponía a to-
mar un delicioso desayuno compuesto de café,
zumo de naranjas, tostadas y fresas.
–¿Dónde está mi periódico? ¡Shu, Shu! –ex-
clamó.
–¿Me llamaba, señor?
–Sí, pase por favor.
–Buenos días. ¿Qué tal ha descansado?
–Buenos días. La verdad, no muy bien, pero
eso se soluciona con un proteínico desayuno.
–Me alegra que así sea –exclamó–. Le traigo
el periódico.
–¡Oh! Gracias –contestó el detective agrade-
cido.
–Si me necesita para algo, estaré en la recep-
ción.
–Está bien, gracias Shu.
45. El Crimen del ADN
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Diario de Londres
9 - Dic -1955
“Premios de la medicina”
El próximo viernes se celebrará el XVII Cer-
tamen de los premios de “Medicina e Investi-
gación” en el Colegio de Médicos de Londres.
Varios serán los condecorados. Entre otros,
el conocido científico Peter Miller Mann, que
tras el trágico y escandaloso acaecimiento del
caso ya cerrado del león que escapó y que aca-
bó con la vida de su mujer e hija, obtendrá el
premio y el reconocimiento por el trabajo de
investigación al que ha estado dedicado.
Este premio se debe a un descubrimiento que
sin lugar a dudas cambiará la trayectoria y el
destino de la vida tal y como la entendemos.
Dicho hallazgo consiste en el ya conocido,
pero poco explorado, “ácido desoxirribonu-
cleico”, más pronunciado con el sobrenombre
de ADN, y del que esperamos que el profesor
Peter Miller Mann nos dé muestras e informa-
ción sobre esta admirable revelación.
Seguidamente, se celebrará un acto ceremo-
nia en la biblioteca, donde se reúnen aquellos
que pasarán a la historia como ineludibles. Por
46. 46
El Crimen del ADN
desgracia, estas cámaras se celebran a puer-
ta cerrada y no podemos dar extractos sobre
quiénes recibirán el conspicuo anillo. Estile
Preston.
–¡Quiero verle ahora mismo y no me iré hasta
que haya hablado con él! –se oye una discu-
sión al otro lado.
–Shu, ¿qué está ocurriendo aquí? ¿Por qué tan-
ta barahúnda?
–Perdone, señor Loop, esta mujer que se em-
peña en verle y trato de explicarle que está us-
ted con el desayuno. Pero no atiende a razón,
además de espantarme a la gente que está en
el museo.
–No se preocupe, Shu, déjela pasar.
–¿Es usted el detective Glaseens Loop? –pre-
guntó la extraña mujer.
–Servidor. Y usted es la señora…
–Tatiana –se adelantó aquella mujer de avan-
zada edad–. Señora Emilia Tatiana.
Su aspecto era humilde y modestamente ata-
viado. Llevaba una especie de pamela diminu-
ta que le cubría el recogido, haciendo aún más
prominente, si cabe, su enorme papada, que a
su vez ocultaba con misterio la barbilla de ésta.
47. El Crimen del ADN
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Un rostro cuyo efecto en su composición, se
antojaba semejante al de un buldog.
–Y dígame, señora Tatiana, ¿qué le inquieta
tanto? ¿Por qué se enoja? Cuénteme.
–He leído los periódicos y dicen que es usted
el detective que llevó el caso del león asesino.
–Así es –afirmó Loop.
–Yo estaba allí y pude ver a aquel hombre –
dijo.
–Tranquilícese, mujer. ¿A qué se refiere usted?
–Naturalmente a la casa de los Miller Mann en
Portland –exclamó sobreponiéndose–. Yo vivo
en la acera de enfrente, un poco más adelan-
te, ¿sabe usted?, y pude ver algo que me hizo
desconfiar.
–Continúe –dijo Loop.
–Distinguí cómo un coche verde oscuro se me-
tía entre las casas a hurtadillas –declaró sofo-
cada.
–¿Y qué más vio usted?
–El coche tenía un rayón en la puerta del con-
ductor. De él salió un hombre con gabardina y
sombrero. Pude ver que llevaba un anillo gran-
de que brillaba con el reflejo de la luz de los
focos. Inmediatamente los apagó. Entonces se
dirigió a la parte trasera del coche y abrió el
maletero.
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El Crimen del ADN
–¿Qué sacó del maletero señora Tatiana?
–Me pareció ver unas bolsas negras, como las
que se usan para la basura. Al cabo de un rato
el hombre salió de la casa, subió al coche otra
vez y se marchó –zanjó la mujer.
–¿Y qué hora cree usted que sería cuando vio
aquel coche?
–Mire detective, yo padezco de insomnio –ad-
virtió– y me suelo dormir tarde. Así que me
senté en el sofá, al lado de la ventana que da a
la calle, para tomar una tila y mi pastilla, que es
desde donde pude ver lo ocurrido. Serían sobre
las 1:15 de la madrugada –explicó la señora.
–¿Pudo reconocer a ese hombre?
–No, señor Loop, estaba oscuro, pero lo que
vi estoy segura de que es tal y como se lo he
contado –concluyó.
–No se preocupe, señora Tatiana, ha hecho us-
ted bien en venir –enunció Loop.
–Sólo quería contarle lo que vi, pues última-
mente duermo mucho peor de lo que estoy
acostumbrada. Ahora me puedo ir tranquila.
Así que adiós –dijo como si se hubiera quitado
un peso de encima.
–Gracias señora Tatiana. Ha sido usted un tes-
tigo de lo más característico –pensó Loop.
49. El Crimen del ADN
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Y pronunciando una especie de gemido se
marchó la mujer, casi chocándose con Estile,
que acababa de llegar.
–Buenos días –dijo–. ¿Quién era esa mujer?
No me lo diga, era su tía Enriqueta ¿me equi-
voco?
–Ay, Estile –esbozó Loop con un extendido y
paliativo aire de paciencia–, no era la tía Enri-
queta. Esa mujer traía una valiosa información
sobre el caso que nos ocupa, pues es un testigo
directo que se encontraba muy cerca de la es-
cena –apuntó el detective.
–¿Ah sí? ¿Y qué decía?
–Lo que me ha contado es de sumo interés para
el caso, pues…
¡Riiiing, riiiing!
La estertórea campanilla del teléfono los so-
bresaltó.
–¡Oh! Perdone, Estile, creo que Shu ha debido
de salir, atenderé yo esta llamada. Ahora mis-
mo se lo acabo de contar.
“Museo de Covent Garden Glaseens, Loop al
habla –contestó éste mientras observaba a Es-
tile dando vueltas por la biblioteca irresoluto–.
50. 50
El Crimen del ADN
¡Oh! Buenos días, sargento Dalton, tengo bue-
nas noticias para usted –reveló Loop–. ¿Usted
también tiene algo para mí?... Interesante…
muy bien, sargento, ahora mismo salgo hacia
allí… hasta ahora –finalizó”. –¡Estile, no tene-
mos tiempo que perder, pida un taxi por favor!
–exclamó éste casi a la carrera–. Shu hoy no
estoy para nadie, a no ser que tenga que ver
con el caso.
–Está bien, señor Loop, pero cálmese que no
se acaba el mundo –profirió Shu.
–El mundo no, Shu, pero el tiempo es vida –
contestó Estile con actitud de explorador.
Durante el trayecto, Loop terminó de explicar
a Estile el curioso testimonio de la señora Emi-
lia Tatiana. Un alegato que no tendría ningún
sobrante para el sargento, que ya les esperaba
en las puertas del Centro Criminológico.
–Buenos días, sargento.
–Buenos días, Loop… Usted primero –propu-
so el sargento.
–No, por favor, ya que estamos en su departa-
mento creo que será conveniente que empiece
usted –replicó el detective.
–Está bien, si insiste… Pues no se va a creer lo
que ha pasado.
51. El Crimen del ADN
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–¿Pues qué ha pasado? –inquirió Loop.
–Que esta misma mañana dos niños gemelos
jugaban a la pelota en los jardines de Regent´s
Park, cuando la pelota salió despedida hacia
el río, justamente al lado de unas bolsas ne-
gras de basura que se habían quedado ligadas
entre las ramas de uno de los matorrales que
suelen estar en las orillas del Támesis. Uno de
los muchachos pensó que podría haber algo y
la curiosidad del chico le hizo mirar dentro de
una de las bolsas –añadió el Sargento– encon-
trando en la misma, para su sorpresa, parte de
un dedo y restos de sangre. Inmediatamente
avisaron a un policía que estaba a pocos me-
tros del lugar. Cuando éste tomó la radio dando
parte del macabro hallazgo a las autoridades
pertinentes, adivinen lo que encontramos –
cuestionó desafiante a Loop.
–Pues, sin ambages, no lo sé, pero ¿podría tra-
tarse entre otras piezas de un frasco pintauñas
rojo? –soltó Loop con la ceja encumbrada, esa
ceja que siempre solía dar en el clavo.
–Así es. ¿Cómo lo ha sabido usted? –preguntó
el sargento atónito.
–Ya se lo explicaré, ¿qué más encontraron?
–Además del frasco y el dedo, encontramos
restos de sangre, tejido de algún tipo de órgano
interno de las posibles víctimas y unos guantes
52. 52
El Crimen del ADN
que se suelen emplear para uso médico, que
están analizando en este momento. Y ustedes,
¿qué tienen para mí? –inquirió.
El Sargento miró a Loop con el presentimien-
to de que la información del detective, posi-
blemente, provendría de fuera de los ámbitos
jurisdiccionales de su departamento. Lo cual
emocionaba de forma grata al sargento que,
con total curiosidad o quizás admiración, se
hizo todo oídos hacia las palabras del detec-
tive.
Entonces Loop detalló al sargento la inespe-
rada entrevista que tuvo con la señora Emilia
Tatiana a primera hora de la mañana.
–¡Dios mío, ahora lo entiendo! –exclamó el
sargento mientras Loop le sonreía.
–¡Sargento! –determinó Loop con potestad–.
Le sugiero que solicite una orden para exhumar
los cuerpos de la señora Alice Miller Mann e
hija de inmediato. Estoy completamente segu-
ro de que los restos de esas bolsas pertenecen a
nuestras víctimas.
Mientras el sargento efectuaba la llamada, se
acercó un agente cuya curiosidad le hizo pre-
guntar al detective.
53. El Crimen del ADN
53
–Perdonen, señores, pero no he podido evitar
escuchar su conversación –comentó respetuo-
samente el agente– se trata del caso del león
que se escapó, ¿verdad?
–Así es –exclamó Estile.
El agente se quedó por un momento dubitati-
vo, observando los rostros del detective y el
periodista, y por fin se decidió a hablar.
–Yo fui quien disparó a ese león. Pero en vista
de lo que está ocurriendo, creo de vital impor-
tancia contarles en qué condiciones encontré al
felino –dijo–. Recuerdo que ya había atacado
al guarda nocturno cuando lo encontré, lo cual
me pareció raro, si me lo permiten, ya que me
encanta la naturaleza y soy un gran adepto de
las revistas de animales, sobre todo las de fe-
linos.
–¿Y qué es lo que le extrañó, oficial? –pregun-
tó Loop.
–Pues lo que me extrañó, detective, fue que ata-
cara a una persona. Ya que en una manada de
leones la que caza normalmente es la hembra
y no el macho, salvo en raras circunstancias en
las que éste se vea amenazado o sin salida –ex-
plicó el policía–. Después, además, me pareció
que no estaba bien, pues iba tambaleándose de
54. 54
El Crimen del ADN
un lado para otro.Acontinuación me vi obliga-
do a efectuar los tres disparos reglamentarios
–agregó con tristeza–. Puedo asegurarles que
me dolió más a mí que a la fiera. Espero que
solucionen este caso, pues yo creo que el león
también fue una víctima.
–Gracias, agente –manifestó Estile compade-
ciendo al joven mientras éste regresaba a su
mesa de trabajo.
–¿Sabe lo que sospecho, Loop? –susurró Es-
tile.
–¿Qué, Estile?
–Que ese pobre león fue drogado –dijo.
–O mejor aún, que le alimentaron de carne
contaminada –sugirió el detective mientras se
acercaba el sargento.
–Ya solicité la orden de exhumación, pero me
han advertido que el asunto es complicado, ya
que debemos disponer de pruebas contunden-
tes que apunten hacia que efectivamente se
trata de los restos de las víctimas en cuestión
–explicó el sargento.
–Mientras tanto, analizaremos la sangre y los
restos de tejidos para ver si coinciden con los
de la señora Alice Miller Mann y/o con los de
su hija –apuntó Loop.
–Para entonces ya tendremos esas dichosas
pruebas que demuestren la relevancia de dicha
55. El Crimen del ADN
55
exhumación –afirmó el sargento–. Por cierto,
¿qué quería ese agente?
–Decía que él fue el que disparó al león –ex-
clamó Estile.
–¡Ah, sí! Pobre muchacho, todavía está cons-
ternado por lo sucedido –comentó éste–Ahora
el león pasó a mejor vida, pues fue incinerado
a las pocas horas.
–El chico es joven aún, le falta experiencia en
el campo de la acción. Supongo que como nos
ocurrió a todos –afirmó Estile.
–Estoy de acuerdo, el tiempo cura las heridas
y si no, las termina ocultando –profirió Loop.
Aquella tarde Loop concertó una entrevista
con el científico Peter Miller Mann para char-
lar un rato mientras tomaban un té en South
Wark.
–Sinceramente, señor Loop, hubiera preferido
tomar el té en Covent Garden, donde usted re-
side–exclamó Miller Mann.
–Quizá la próxima vez. De momento he queri-
do quedar con usted en este lugar que seguro le
debe de resultar familiar, ¿me equivoco señor
Miller?
–Ya sé dónde quiere ir a parar, detective. Por
supuesto que me es familiar, el ático de la Igle-
56. 56
El Crimen del ADN
sia de Santo Tomás, lo conozco muy bien, aun-
que nunca oficié en él.
–Así es, señor Miller –apuntó Loop–, recons-
truida junto con el hospital en 1822. Utilizaron
el herbolario para crear el primer quirófano de
Inglaterra, donde se practicarían intervencio-
nes a vida o muerte, acompañadas de sangui-
narias escabechinas –dijo–. Los pacientes del
hospital eran tan pobres que no podían costear-
se las operaciones, de modo que lo hacían au-
torizando a que se experimentase con sus cuer-
pos, mientras varios estudiantes de medicina
con curiosidad y alrededor de los enfermos,
prestaban atención para no perderse los pasos
de la operación –detalló el detective–. Sin em-
bargo los pacientes ricos tenían la dicha de ser
operados con menos público –explicó–, nor-
malmente en las mesas de las cocinas de sus
propios domicilios. ¿Sabe usted, señor Miller,
que desde 1822 hasta 1847 las operaciones se
realizaron sin anestesia, tratando de adorme-
cer al paciente en cuestión con alcohol u opio?
Muy contrariamente a como se realizan en es-
tos días en los que ya disponemos de métodos
anestésicos más sofisticados como la morfina
–deliberó retóricamente el detective–. Al final,
en 1862, el hospital fue trasladado el barrio de
Lambeth. Desde entonces, el antiguo quirófa-
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no de los horrores ha permanecido cerrado y
en el olvido hasta hoy.
Miller Mann se quedó reflexivo con la ilustra-
tiva observación de Loop.
–Desde luego que está usted bien informado,
pero no sé qué espera que diga. ¿De verdad me
ha hecho usted venir para mostrarme los mo-
numentos de la ciudad?
–A veces, señor Miller, los monumentos nos
hablan con su estela universal, indicándonos
qué sendero debemos tomar, pues la historia
está llena de acontecimientos trágicos que se
han ido repitiendo reiteradamente por los tiem-
pos de los tiempos y que, a pesar de ello, no
hemos conseguido remendar –afirmó Loop–.
Dígame, señor Miller, si pudiera usted remen-
dar algo, ¿qué sería? –preguntó.
–Daría todo lo que tengo por estar con mi mu-
jer y mi hija tan sólo un instante –reveló Miller
Mann emocionado.
–¿Y qué más? –inquirió Loop.
–Está usted intentando sonsacarme si fui yo el
que arrojó esas bolsas al río, ¿verdad? –cues-
tionó intrépido–. Lo siento, detective, pero no
tengo tiempo para absurdos de este tipo. Si
quiere usted incriminarme, le sugiero que re-
58. 58
El Crimen del ADN
úna las pruebas, de lo contrario, guárdese sus
insinuaciones para sus adentros –contestó y se
marchó.
Loop se quedó observándole alejarse e inició
un seguimiento para ver hacia dónde se diri-
gía el científico, quien, atravesando las calles
del Soho, condujo a Loop hasta el centro de
la ciudad. Cuando llegaron a Oxford St, las
aceras estaban colapsadas de gente, lo que casi
le cuesta a Loop perder la pista al científico,
momento en que éste apresuraba su paso por
Winsley St., que deriva en Eastcastle St., un
buen laberinto de calles. El detective aceleró
su paso para no perder de vista al sujeto, que
seguidamente se apresuró con secreto por Ber-
ners News y Goodge St. hasta Tottenham St.,
donde Loop diferenció a Peter Miller Mann
entrando en el Monkey Pub, un conocido lugar
de encuentro entre hombres, y decidió intentar
acercarse con el afán de averiguar con quién
se habría de encontrar el científico. Cuando se
aproximó lo suficiente, pudo observar a éste
hablando con otro hombre imposible de reco-
nocer, ya que se encontraba de espaldas a la
ventana. Miller Mann se levantó y Loop se ale-
jó para no ser descubierto, situándose en la es-
quina de una calle colindante con expectación.
59. El Crimen del ADN
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Un taxi se detuvo justamente de forma que
ocultaba por completo al misterioso acompa-
ñante de Miller Mann, quien despidiéndose del
científico con un apretón de manos, tomaba el
taxi para desvanecerse entre el tráfico. ¿Quién
era ese hombre?
60. 60
El Crimen del ADN
III
Al día siguiente ya habían dado parte
los periódicos sensacionalistas, con
todo lujo de detalles, sobre el hallaz-
go de las bolsas negras encontradas en el río, lo
cual complicaría seriamente la investigación,
ya que era una interferencia que daba venta-
ja al supuesto asesino en cuestión, además de
informar sobre la posible exhumación de los
cuerpos de la señora Alice Miller Mann e hija.
–Buenos días, Loop, ¿qué tal está su intuición
hoy?
–Buenos días, Estile. Estoy un poco preocu-
pado con la prensa sensacionalista, que ya ha
dado la noticia al asesino de que estamos tras
él o ella –expresó Loop un tanto infausto.
–Vislumbro su frustración, pero sinceramente
no creo que eso sea un impedimento para su
61. El Crimen del ADN
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perspicaz sexto sentido –exclamó Estile dando
ánimos a su amigo.
–Muy amable por su parte, pero la verdad es
que los detalles de este caso parecen estar bas-
tante enmarañados, y creo que a conciencia, y
no debo adelantar acontecimientos, pero sos-
pecho que la víctima ya estaba muerta cuando
el león la acechó –afirmó.
–¿Cree usted que la envenenaron?
–Veamos –dijo Loop mientras extraía del ana-
quel un viejo libro de tóxicos: “Un veneno es
cualquier sustancia tóxica, ya sea sólida, lí-
quida o gaseosa que puede producir una en-
fermedad, lesión, o bien que pueda alterar las
funciones del organismo cuando entra en con-
tacto con un ser vivo, incluso provocándole la
muerte –manifestó el detective y añadió–… los
venenos son sustancias que bloquean o inhi-
ben una reacción química, uniéndose a un ca-
talizador o enzima más fuertemente”. La pre-
gunta debería ser, ¿cuál es la diferencia entre
un veneno y un fármaco? –debatió.
–Pues francamente, Loop, no sé qué decirle,
¿quizá la dosis? –soltó el periodista por decir
algo.
–Exacto, Estile, la diferencia entre un veneno y
un fármaco es la dosis, ya que según han cons-
tatado diversos estudios, todo es venenoso. El
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El Crimen del ADN
tabaco, el alcohol, incluso la comida, salvo que
estos se racionen sin excesos, según lo estipu-
lado por el Ministerio de la Sanidad Pública.
Existe un baremo y éste es el que permite o
no a la ley dar vigencia a estos tóxicos en el
mercado y usted, Estile, se preguntará, ¿qué
tiene eso que ver con el caso que nos compe-
te? Pues muy sencillo, mi querido amigo. La
persona que esgrimió esa sustancia, de la que
todavía no sabemos nada, debe estar directa o
indirectamente relacionada con el mundo de la
medicina. De momento debemos ser pacien-
tes –afirmó–. Me gustaría que me acompañase
esta tarde noche al Centro Criminológico, ya
que debo decirle que sin usted esta investiga-
ción no sería lo mismo.
–¡Oh!, muchas gracias, es un honor –profirió
el periodista.
–Ahora –apuntó Loop– debo atender a mi que-
rida tía Enriqueta, que ya debe de estar empe-
zando a sacar sus propias conclusiones sobre
el que hasta ayer era su sobrino favorito, lo
cual me preocupa, pues quiero mantener el es-
calafón. ¡Ah!, y gracias por los bombones, le
gustaron mucho –comentó entre risas con su
amigo–. No lo olvide, Estile, en Criminolo-
gía a las 20:00 –gritó mientras salía corriendo
como alma que lleva el diablo.
63. El Crimen del ADN
63
–Allí estaré –afirmó Estile levantando ligera-
mente la voz.
Cuando Loop salió por la puerta para reunirse
con la tía Enriqueta, a Estile se le ocurrió dar
un paseo por el museo, apreciando las obras
de arte que otros dejaron para nuestro deleite o
probablemente para escribir sobre el museo. El
periodista pensó que a Loop le agradaría una
foto en primera plana. Aunque tal vez no tanto,
teniendo en cuenta que Loop encarnaba a un
ser de humildad sin precio, con la modestia de
un ermitaño, distante de la hipocresía de una
sociedad consumista que se empeña en poner
las cosas al revés. Loop era distinto, se trataba
de un entrañable amigo con el que compartió
momentos de especial sentido y largas tardes
de tertulias en las que se reunían para discernir
sobre el misterio de la vida o de la muerte, el
espacio y el tiempo. En ocasiones, el detective
requería de Estile como fuente de inspiración
para posibles cálculos y lecturas del pensa-
miento, a las que Estile siempre concurrió de
buen agrado, pues Glaseens Loop era un jo-
ven de cognitivas experiencias, un ser ascético
docto, un amigo del mundo que experimentó
muy de cerca las grandes transiciones a las que
se ve sometido el ser humano. En definitiva, un
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El Crimen del ADN
hombre lleno de sabiduría y de gran respeto y
educación hacia los demás, lo que en diversas
ocasiones despertó la reticencia y suspicacia de
otros que no se acababan de creer hasta dónde
llegaba la envergadura de este grandioso ser
humano que trataba a sus amigos en público
con admiración y en privado con franqueza.
Absorto y sumergido en posibles ideas para su
artículo, a Estile se le echó la hora encima, y
marchando se propuso llegar a tiempo al Cen-
tro Criminológico.
A las 20:00 en punto, y casi a la vez, Loop y
Estile se encontraron en el departamento para
ver cómo habían ido los resultados tras ana-
lizar los restos encontrados en las misteriosas
bolsas.
–Buenos noches, sargento.
–Hola señores, tengo nuevas para ustedes –
dijo.
–¿De veras? –respondió Loop con curiosidad.
–Así es, de momento les diré que hemos en-
contrado una huella en el frasco pintauñas que
están comparando con el dedo índice que en-
contramos –reveló el sargento.
–Sargento Dalton, si no es inconveniente, me
gustaría ver ese resto de índice –formuló Loop.
65. El Crimen del ADN
65
–Por supuesto, vengan conmigo, se lo mostra-
ré.
Cuando el sargento les enseñó a Loop y Estile
el resto del dedo, el detective sacó de su bol-
sillo un sobrecillo verde que contenía la uña
que encontró Estile en la jaula y se la entregó
al sargento.
–Loop, ¿cree usted que pueda tratarse de un
crimen pasional? –preguntó sobrecogido Esti-
le.
–De momento todas las pruebas apuntan ha-
cia la señorita Martha Swann. Dejaremos que
duerma tranquila esta noche, si al sargento le
parece bien –señaló Loop.
–¡Oh!, por supuesto, espero que disfrute de su
última noche en libertad –dijo el sargento.
–Perdone que le cambie de asunto, sargento,
pero quería, si no es mucha molestia, que me
hiciera usted un favor, mas no puedo explicarle
del todo por qué.
–Por favor, Loop, dígame de qué se trata –ins-
tó el sargento.
–Verá, sargento, creo que sería mejor, y más
sustancial, que el forense que lleve el caso fue-
se alguien que no conociera de una forma cer-
cana a la familia Miller Mann, pues el forense
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Waals, y no es que cuestione su profesionali-
dad, no creo que en su momento aportara mu-
cho –aclaró Loop– y nosotros no deberíamos
dejar que alguien que pueda estar influenciado
por la amistad se maneje en este extraordina-
rio, ya que eso precisamente no deja en este
caso al forense, el doctor Robert Waals, traba-
jar a pleno rendimiento.
–¡Oh, sí! Estoy de acuerdo. Pues yo nunca le
dejaría llevar un caso a alguien que pudiera al-
bergar un sentimiento personal sobre el mismo
–aseguró el sargento–. Veré lo que puedo hacer
y, cambiando de tema otra vez, le gustará saber
que ya tenemos la orden firmada por el juez
para la exhumación de los cuerpos. Una exce-
lente noticia, ¿no le parece?
–Desde luego que sí–respondió Loop–. Espe-
ro que me informe lo antes posible, sargento,
pues nuestro asesino nos lleva ventaja.
–No se preocupe, señor Loop, ya que será esta
misma noche cuando procederemos a desente-
rrar los restos y probablemente mañana a estas
horas las pruebas dejarán de ser circunstancia-
les y daremos con la detención del, o la, res-
ponsable.
–Estaré expectante de su llamada. De momen-
to, sargento, sería mejor que no le diéramos
prenda suelta a la prensa, ya que supondría otra
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67
vez un obstáculo. usted ya me entiende –profi-
rió el detective.
–¡Oh, sí!, eso puede darlo por sentado. Estos
periodistas novatos que se cuelan en todos los
escenarios, de todos los crímenes, además de
trastocar las noticias y en vez de limitarse a dar
la información de forma imparcial, se dedican
a interpretar los acontecimientos como hoja
a merced del viento, sin pararse a pensar en
el destrozo que están ocasionando a la inves-
tigación, generando miedo y confusión, y la
verdad, señor Loop, no quiero seguir hablan-
do, porque me estoy empezando a cabrear, sin
ofender al señor Estile, desde luego –remató el
sargento casi enojado.
–Estoy con usted, sargento, y me tranquiliza
que se dé cuenta de estas cosas –exteriorizó el
detective.
–Buenas noches, señores y gracias por venir.
–No hay de qué –afirmó éste mientras salía
con Estile por la puerta del departamento.
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El Crimen del ADN
IV
Aquella noche el detective se quedó
despierto, solo, paseando por los re-
covecos del museo. Quizá intentando
hallar las respuestas en las formas o a través de
los colores de los dibujos y pinturas. De pron-
to, el viejo péndulo del reloj de pie, se detuvo
con resonancia y de nuevo se oyeron otra vez
esas risas que con reverberación se expandían
por las galerías del museo, poniendo en guar-
dia a Loop quien, indiscreto, se apresuró cuan
intriga hacia el lugar de donde procedían los
ruidos, en las salas expositoras.
–¿Quién anda ahí? –inquirió en voz alta.
Cuando –¡Plooooom!–. El mismo estruendo
que noches anteriores había estado escuchan-
do, lo hizo alterarse sobremanera. Loop pren-
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dió una de las espadas que se encontraban pos-
tradas en una de las armaduras medievales del
museo e intrépido se acercó hasta el vestíbulo,
cuya luz volvía a estar encendida. Sin aspa-
vientos, el detective se acercó para apagar el
interruptor. Cuando lo hizo, la luz permaneció
encendida. Loop comenzó a tratar de apagarla,
pero el botón de la llave no respondía. En ese
momento sintió como si la horrible mujer de
rostro amorfo estuviera justamente detrás de
él mirándole y riéndose en voz baja, mientras
un gruñido desde las profundidades del museo
puso los pelos como escarpias a Loop. Éste se
giró rápidamente, pero nadie había en aquel
vestíbulo que indudablemente trataba de de-
cirle algo. Al girarse otra vez, observó que la
luz también se había apagado y pudo enton-
ces apreciar cómo el albor del sol se extendía
imperioso a través de los alargados y olvida-
dos ventanales del museo. Luz que recordó a
Loop, en esos días tan grises, que aún existían
los colores.
Casi había amanecido cuando escuchó a Shu
entrar y dispuesta a preparar el café, como so-
lía hacer de costumbre, cuando el viejo péndu-
lo, que hasta ese momento había permanecido
parado, reanudó su marcha. Pronto sonó el te-
léfono.
70. 70
El Crimen del ADN
–Señor Loop, tiene una llamada del sargento.
Se la paso. ¡Oh! Y buenos días.
–¡Oh, sí! Claro, buenos días. Gracias, Shu, pá-
semelo. Dígame sargento.
–Buenos días, detective. He supuesto que le
gustaría saber que hemos analizado los restos
de sangre y de los tejidos que encontramos y
han dado positivo. Pertenecen a la señora Ali-
ce Miller Mann e hija. También cotejamos los
residuos de la uña que usted, si me lo permite,
nos proporcionó con los dedos de las víctimas.
¡Sepa que es la uña que le falta al dedo índice
de la señora Miller Mann y que encaja perfec-
tamente! –exclamó–. Y me acaban de entre-
gar los últimos datos del nuevo forense, quien
dice haber hallado una cantidad considerable
de morfina en la sangre de estas, lo que debió
ocasionarles la muerte –esclareció el sargento
mientras narraba a Loop los últimos aconteci-
mientos–. También han encontrado golpes en
los huesos, producidos con un arma cortante.
Pensamos que pueda tratarse del tipo de hacha
que se suele emplear para trocear carne.
–Vaya, sargento Dalton, veo que no ha perdido
usted el tiempo.
–La verdad, señor Loop, es que cuando encon-
tramos las bolsas del río reuní a los mejores
hombres de la Científica para que centraran
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toda su atención en este extraordinario y debo
añadir, detective, que lo estábamos deseando.
Con respecto al frasco de pintauñas, le sor-
prenderá saber que la huella que encontramos
ayer pertenece a la cuidadora del felino, la se-
ñorita Martha Swann –comentó.
–Interesante. Pero discúlpeme, sargento, ¿qué
me dice usted del bolso? –inquirió Loop sa-
biendo ya la respuesta.
–Perdone, detective, pero no había ningún bol-
so entre las pruebas –profirió el sargento un
tanto inquieto por la inesperada cuestión del
detective, ya que él estaba al tanto de todas y
cada una de las pruebas de que disponía el de-
partamento.
–Comprendo –asintió–. Pues en algún lugar
debe estar, hay que encontrar ese bolso –ase-
veró el detective preocupado.
–No obstante, tenemos pruebas suficientes
como para proceder a la detención de Martha
Swann –exclamó el sargento–. Si quiere venir
con nosotros, mandaré un coche a recogerle.
Una invitación que Loop nunca rechazaría.
–Ahora mismo acabo de prepararme y con mu-
cho gusto le acompañaré –dijo mientras colga-
ba el teléfono.
72. 72
El Crimen del ADN
Minutos más tarde un coche de la policía espe-
raba a Loop frente al museo de Covent Garden.
Mientras se dirigían al domicilio de la señorita
Martha Swann, Loop no pudo evitar preguntar
al sargento Dalton por la reacción del forense
Robert Waals cuando le apartaron del caso.
–Qué decirle, señor Loop. Ayer mismo, al mo-
mento de irse ustedes, el forense Waals me
llamó, exponiéndome que estaba sufriendo
una terrible indigestión y que de momento no
podría hacerse cargo del caso en cuestión –ex-
plicó el sargento–. No tuve que decirle nada,
pues él mismo fue quien decidió apartarse de
la investigación. Así que, al final, resultó ser
mucho más fácil de lo que esperaba exentarle
del caso sin hacer mucho ruido. Lo cual me
alegra, aunque me preocupa su salud y espero
que se reponga y pueda volver al trabajo en
cuanto le sea posible.
–¿Y qué forense lleva el caso en este momen-
to? Si puede usted darme esa información, cla-
ro –profirió Loop con curiosidad.
–Lo llevará un joven becario, me parece que
su nombre es Oscar Mont Blake, viene reco-
mendado por el mismo Colegio de Médicos al
que está haciendo honor, pues en tiempo re-
cord nos ha revelado información de gran im-
73. El Crimen del ADN
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portancia. Sin lugar a dudas se convertirá en
un magnífico forense de nuestro departamento
–incidió el sargento.
Poco rato después llegaron al domicilio de la
señorita Martha Swann, en Castle Combe, en
una casita apartada del pueblo.
Del coche se bajaron los dos agentes que
acompañaban a Loop y al sargento. Cuando
se aproximaron a la puerta y se disponían a
llamar, el golpe de una ventana que procedía
del interior del inmueble les alertó. El sargento
ordenó a los agentes que rodeasen la casa por
si la sospechosa intentaba escapar por la parte
trasera, mientras ellos se situaban en la entrada
del domicilio.
–¡Martha Swann, le habla la policía, traemos
una orden de arresto contra usted! ¡Abra la
puerta y salga despacio con las manos en alto!
Pero en la casa no se oía a nadie, salvo a un
gato que no cesaba de maullar.
–Señorita Swann, si no sale usted ahora mis-
mo, nos veremos obligados a entrar –repitió el
sargento en voz alta–. No complique más su
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El Crimen del ADN
situación de lo que ya lo está y salga despacio
por su bien.
Al ver que nadie respondía al aviso del sargen-
to, procedieron a entrar en la casa.
La puerta estaba abierta y el viento hacía que
esta golpease contra el marco de la misma, en-
treabriéndose y cerrándose. Muy despacio, los
dos hombres se imbuyeron. Todo estaba casi
oscuro, en penumbra y aparentemente en or-
den.
A la izquierda se encontraba la cocina, de la
que salió corriendo y bufando un gato persa
bastante asustado. El hocico del animal estaba
manchado de rojo. De pronto, un golpe de aire
que venía de cara y acompañado de un horrible
hedor, hizo sospechar al sargento y al detective
que podría haber un cadáver. El sargento des-
enfundó el arma y pidió a Loop que se pusiera
detrás de él por seguridad.
–Srta. Swann, ¿está usted ahí?
Pero nadie respondía a la insistente llamada
del sargento y cuanto más se adentraban en la
casa, más insoportable se iba haciendo aquella
fetidez, obligando a estos a taparse la nariz.
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A la derecha se hallaban unas escaleras que
seguramente conducían a las habitaciones y
enfrente, el oscuro salón, donde la humedad
podía divisarse en el aire. Entonces el sargen-
to sacó de su bolsillo una linterna y se la dio
a Loop para que éste enfocara hacia el tenue
y palpitante salón. Cuando se adentraron, en-
contraron a una mujer muerta, sentada, con la
cara reposando encima del escritorio, una pis-
tola colgando del dedo índice de la mano casi
a punto de caérsele y un prominente charco de
sangre. La lámpara estaba en el suelo, volcada
a punto de fundirse, lo que hacía que el cadáver
se viera en un parpadeante contraluz. Cuando
por fin se acercaron al cuerpo supuestamente
de la señorita Swann, el grito de una mujer,
que apareció allí de la nada, puso a Loop y el
sargento a un paso de sufrir un paro cardiaco.
A punto estuvo el sargento de disparar, cuando
advirtió que la chica estaba aún más asustada
que ellos. Rápidamente entraron los agentes
pistola en mano y reduciendo a la mujer. Por
fin la sacaron fuera de la casa para tranquilizar-
la, mientras entre llantos ella exclamaba:
–¡Dios mío, Martha, que te han hecho! ¡Dios
mío, quién te ha hecho esto! –gritó la extraña