A usted, dulce Ma Florentina, que si pudiésemos
Señalarle en una flor, sea el aguinaldo blanco quien la represente en estos amaneceres de invierno en que se coronan de ellos los campos Cubanos, y hagan, inquietas, las sombras más tristes de la memoria.
A usted, dulce Ma Florentina, que si pudiésemos
Señalarle en una flor, sea el aguinaldo blanco quien la represente en estos amaneceres de invierno en que se coronan de ellos los campos Cubanos, y hagan, inquietas, las sombras más tristes de la memoria.