Nuestro estado de conciencia existencial actual es tan limitado que apenas nos
permite descubrir que habitamos en un mundo cuya naturaleza nos es desconocida
en casi la totalidad de sus aspectos. Debido a esta limitada conciencia, ni siquiera
nos es posible conservar el recuerdo del momento en que biológicamente llegamos a
la existencia actual. Ante tal inconsciencia, nos queda aún más lejana la posibilidad de
responder a las preguntas más fundamentales: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿hacia
dónde voy? Pero lo más lamentable es que ni siquiera tengamos la suficiente sensibilidad
para percibir el nivel de gravedad que hay en la inconciencia de sí mismo.
Lo peor de todo: cada una de las cosas, de las que se ha hablado, se cree en este
mundo que sean el más grande bien. Este error es el que conduce el tren de todos
los errores.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Una vez que hayas cruzado el profundo océano de Maya, estarás aún más allá de lo
que hay escrito en cualquier escritura; ya sea de tiempos pasados o los que han de
venir.
Bhagavad Gita, II- 52
Conferencia 40 No ser
Todo el universo físico tiene su “Origen” en la nada, de allí surgió; está rodeado de la nada y eventualmente regresará a ella. Ningún cuerpo físico terrenal —sólido, líquido o gaseoso—, ni entidad existencial alguna, puede ser transformado en “original”; antes de pretenderlo, primero debe ser llevado a la nada y, tan pronto como se llega a ella, se abre la posibilidad al Ser.
De las cosas pequeñas nacen las grandes cosas. Es por eso que la grandeza consiste en honrar los pequeños detalles en el presente, en lugar de perseguir los ideales de grandeza ilusoria en el futuro. En contraposición a esto, el mundo se mantiene distraído con las grandes cosas que se van manifestando, en lugar de prestar atención a la nada del espacio.
El problema del alma se manifiesta en las expresiones “yo digo”, “yo sé”, “yo percibo”, “yo vengo”, “yo me voy” o “yo me quedo”. Tu alma no es tu cuerpo; no es tu ojo, tu oído, tu nariz, tu lengua.
Evangelio del Buddha
Me anulé a mí mismo; mi mismo Yo me encontró de nuevo.
Lo serás todo cuando hagas de ti nada.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo
En su estado natural, el hombre se cree libre y consciente de sí mismo y del medio en que se desenvuelve, difícilmente advierte que su realidad existencial difiere mucho de su percepción condicionada; y siempre que así sucede, la propia naturaleza se encarga de propiciar los tropiezos necesarios para que se vislumbre al menos una ligera duda que le permita dirigir su mirada hacia otros escenarios más objetivos.
Cuando el Cielo quiere otorgar a alguien una gran misión, antes llena su corazón de amarguras, somete a la fatiga sus nervios y sus huesos, entrega sus miembros y todo su cuerpo al tormento del hambre, le reduce a una extremada indigencia, contraría y derriba todas sus empresas. Por estos medios despierta en él los buenos sentimientos, fortifica su paciencia y le comunica lo que todavía le faltaba. Confucio
En la adversa fortuna suele descubrirse al genio, en la prosperidad se oculta. Horacio
Nuestro estado de conciencia existencial actual es tan limitado que apenas nos
permite descubrir que habitamos en un mundo cuya naturaleza nos es desconocida
en casi la totalidad de sus aspectos. Debido a esta limitada conciencia, ni siquiera
nos es posible conservar el recuerdo del momento en que biológicamente llegamos a
la existencia actual. Ante tal inconsciencia, nos queda aún más lejana la posibilidad de
responder a las preguntas más fundamentales: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿hacia
dónde voy? Pero lo más lamentable es que ni siquiera tengamos la suficiente sensibilidad
para percibir el nivel de gravedad que hay en la inconciencia de sí mismo.
Lo peor de todo: cada una de las cosas, de las que se ha hablado, se cree en este
mundo que sean el más grande bien. Este error es el que conduce el tren de todos
los errores.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Una vez que hayas cruzado el profundo océano de Maya, estarás aún más allá de lo
que hay escrito en cualquier escritura; ya sea de tiempos pasados o los que han de
venir.
Bhagavad Gita, II- 52
Conferencia 40 No ser
Todo el universo físico tiene su “Origen” en la nada, de allí surgió; está rodeado de la nada y eventualmente regresará a ella. Ningún cuerpo físico terrenal —sólido, líquido o gaseoso—, ni entidad existencial alguna, puede ser transformado en “original”; antes de pretenderlo, primero debe ser llevado a la nada y, tan pronto como se llega a ella, se abre la posibilidad al Ser.
De las cosas pequeñas nacen las grandes cosas. Es por eso que la grandeza consiste en honrar los pequeños detalles en el presente, en lugar de perseguir los ideales de grandeza ilusoria en el futuro. En contraposición a esto, el mundo se mantiene distraído con las grandes cosas que se van manifestando, en lugar de prestar atención a la nada del espacio.
El problema del alma se manifiesta en las expresiones “yo digo”, “yo sé”, “yo percibo”, “yo vengo”, “yo me voy” o “yo me quedo”. Tu alma no es tu cuerpo; no es tu ojo, tu oído, tu nariz, tu lengua.
Evangelio del Buddha
Me anulé a mí mismo; mi mismo Yo me encontró de nuevo.
Lo serás todo cuando hagas de ti nada.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo
En su estado natural, el hombre se cree libre y consciente de sí mismo y del medio en que se desenvuelve, difícilmente advierte que su realidad existencial difiere mucho de su percepción condicionada; y siempre que así sucede, la propia naturaleza se encarga de propiciar los tropiezos necesarios para que se vislumbre al menos una ligera duda que le permita dirigir su mirada hacia otros escenarios más objetivos.
Cuando el Cielo quiere otorgar a alguien una gran misión, antes llena su corazón de amarguras, somete a la fatiga sus nervios y sus huesos, entrega sus miembros y todo su cuerpo al tormento del hambre, le reduce a una extremada indigencia, contraría y derriba todas sus empresas. Por estos medios despierta en él los buenos sentimientos, fortifica su paciencia y le comunica lo que todavía le faltaba. Confucio
En la adversa fortuna suele descubrirse al genio, en la prosperidad se oculta. Horacio
Conferencia 5, Dos naturalezas: original y física
Los humanos cometemos de manera constante un grave error, consideramos a la naturaleza física como la única realidad y dejamos de lado a la verdadera naturaleza, la original, en cuya esencia se encuentra el origen de todo. El motivo de esta gran confusión radica en que a la naturaleza física —que es temporal e ilusoria— es a la que sí percibimos.
La materia es llamada substancia natural y no es Dios propiamente dicho, aunque Él habite completamente en la naturaleza y aunque la naturaleza lo comprenda.
Jacob Boehme, La Llave
La materia grosera es la nutrición de los cuerpos, y el espíritu es la nutrición de las almas.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Es necesario diferenciar las cosas: lo que siempre existe sin haber nacido, y lo que siempre está comenzando sin jamás llegar a ser.
Platón
Como personas tenemos la costumbre de depositar toda nuestra confianza —como Tomás— en lo que vemos y tocamos y, de esta forma, desdeñamos de manera sistemática todo aquello que no es perceptible por medio de nuestros sentidos. Así la mente, al no recibir información de tipo sensorial, no puede comprender a la verdadera naturaleza.
Nunca se debe tratar con ligereza lo que es primordial, ni con gravedad lo que es secundario.
Confucio
Personalidad, etimológicamente significa máscara. Es un producto creado por la
naturaleza que se forma en nosotros desde el período preparatorio de la vida.
Al nacer es casi nula y se va manifestando al vivir entre gente dormida, que goza de
sus emociones agradables y se aflige de las desagradables; experiencias que el niño va
haciendo suyas como por infección que brota y se expande. La personalidad —que es
todo el lado adquirido en nosotros— se construye por imitación, por costumbres y por
un sinnúmero de influencias vinculadas al momento histórico en que se crece: factores
sociales, económicos y culturales que actúan desde el exterior y se introducen a través
de los sentidos.
La personalidad está formada, en su mayor parte, por el contorno en el que el
hombre se ha encontrado en el momento de su desarrollo, por las estructuras de
la sociedad en la que se desenvuelve, por las tradiciones de esa sociedad y por la
valoración de tipos particulares de conducta.
Albert Einstein, Mis creencias
El hombre no es más que un soplo y una sombra.
Sófocles
Más allá del poder del fuego, de la espada, del agua y del viento, el Espíritu es eterno, inmutable, omnipresente, inamovible, y siempre Uno. Bhagavad Gita, II- 24
Cuando un hombre puede ver que toda la infinita variedad de seres es una manifestación del Uno, y que todos son uno en Él, éste se hace Uno con Brahman. Bhagavad Gita, XIII- 30 Resultaría imposible profundizar en la ciencia, la filosofía o el arte —cualquiera de los tres— de manera aislada, sin antes comprender sus relaciones en materia de ley universal;
Haz que todo venga a ser Uno y obtendrás así lo que buscabas. Nicolás Flamel, El deseo deseado
El que pide y lo pedido, el amante y lo amado, el creyente y lo creído, son lo mismo que el gnóstico. Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo
75 Aceptación
No es posible imaginar un mundo mejor que éste, aunque a un necio e ignorante le resulte sencillo; el mundo nunca ha sido el problema, nosotros hemos sido siempre los problemáticos. Los hombres cerrados —sobre todo el hombre político— dicen siempre que todo está equivocado, que debemos transformar al mundo y a la sociedad; el Hombre consciente se reconoce a sí mismo como el objeto del problema y aprecia la perfección de los mecanismos naturales de la existencia —a pesar de su cualidad cambiante, transitoria e ilusoria—, reconoce también que si el humano desapareciera de la Tierra, el mundo mantendría su belleza y su perfección “casi absoluta” —lo único que la limita es el factor cambiante en el tiempo—.
Un Hombre libre y consciente ya no intenta cambiar las condiciones externas de la vida para que se ajusten a él, ya no lucha contra la existencia porque reconoce que ni siquiera es capaz de hacerlo; es así como deja de soñar. Antes bien, reconoce que lo único que en realidad puede cambiar es su actitud, el equivocado proceso de su mente con sus respectivos condicionamientos. De ese modo descubre que “sólo por la aceptación” es posible permitir que el mundo se transforme espontáneamente ante él.
Aunque tu trabajo sea humilde, realízalo sin sentir preferencia por otros más importantes. Morir cumpliendo nuestro deber es la vida, mientras que vivir envidiando el de otros es la muerte.
Bhagavad Gita, III- 35
La vida natural separa; la búsqueda de la Verdad une. La vida de la existencia divide porque entre las personas surgen un sinnúmero de propósitos externos — muchos de ellos en contraposición— que impiden la comprensión mutua; en la búsqueda de la Libertad hay una base común, un propósito verdadero que es único y permite que se comprendan unos a otros.
Por la Gracia del Señor y a través de la práctica de la meditación, algunos logran ver su propio Espíritu. Y es más aún, hay otros que sin tener el Conocimiento, tan sólo por escuchar las palabras de otros ya iniciados y poner fe en ellas, logran trascender la muerte. Bhagavad Gita, XIII- 24 y 25
Las leyes humanas, los mandamientos, las reglas, las normas, la ética y la moral
resultan indispensables para quienes se conducen y se mantienen ajenos a la
Conciencia, debido a la separación de su esencia —casi toda la humanidad—. El objetivo
de toda ley y de todo orden establecido por la sociedad, es permitir que el curso de las
cosas llegue siempre a un buen término; la ley del hombre permite que las circunstancias
se mantengan dentro de un cierto control y que nada rebase los límites preestablecidos.
La moral se construye desde la naturaleza humana y se despliega en todos los
ámbitos sociales, aún al margen de la religiosidad; porque hasta un ateo es moral y se
conduce dentro de dichos cánones. El ejercicio de la moralidad fluye a través del abanico
que se abre en el interior de la dualidad “bien-mal”; y dentro de ese espectro, las
personas obran según el sentido de lo que consideran que es el bien —nadie en su juicio
reconocería que procede desde el mal—.
El gran vacío que alberga la moral está en su carácter relativo, lo que la hace moldeable
y adaptable al estado de conciencia existencial de cada hombre: el ladrón suele
creer que procede desde el bien, porque piensa que es justo tomar por mano propia lo
que la sociedad le ha negado; el terrorista puede creer que es bueno matar, porque considera
que el sacrificio de vidas humanas se justifica con el cumplimiento de su “ideal”
sobre el restablecimiento de un nuevo orden social —Maquiavelo lo dejó inscrito en su
frase: “El fin justifica los medios”—. Son pocos quienes comprenden que el bien de este
mundo es relativo y que, por naturaleza propia, el ejercicio de este “limitado bien”
está totalmente condicionado por la mente colectiva. Es posible ser una buena persona
“mecánicamente”, pero esa bondad nunca será verdadera y estará siempre alejada de
la “acción sin identificación”.
La moral proyecta un camino basado en el “dominio” de sí mismo, que demanda
38 No juzgar
Ya hemos comentado que la inercia mecánica de la mente nos ha mantenido en la ilusión de creer que el análisis de las escalas comparativas nos otorga comprensión y conciencia, pero esta ilusión sólo nos empuja a “juzgar” las cualidades de todo cuanto nos rodea.
La gravosa práctica de juzgar
trae consigo irritación y hastío.
¿Qué beneficio se puede sacar
de las distinciones y las separaciones?
Sosán, Hsin Hsin Ming
Haz la más mínima distinción,
y el cielo y la tierra se distancian infinitamente.
Si quieres ver la Verdad,
no mantengas ninguna opinión a favor o en contra.
Sosán, Hsin Hsin Ming
El trabajo filosófico y científico que hemos desarrollado desde la colección: Principios de Sabiduría Universal, inició con un cuestionamiento fundamental: ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo? y ¿hacia dónde voy? Y es la posible respuesta a tales interrogantes quien nos proporciona el motivo para llevar a cabo una revisión de 144 temas a lo largo de cuatro tomos. Los humanos, como personalidad, hemos vivido entrampados en un estado de ilusión, preocupados por alcanzar una felicidad que solo es efímera, pero nos empeñamos en visualizarla como permanente, e irremediablemente caemos en círculos de felicidadsufrimiento. Sin embargo, hoy escuchamos la cita de Hermes Trismegisto y cabalmente comprendemos su mensaje:
Los humanos, en tanto que no conocen para qué propósito han sido hechos, son mantenidos bajo la constricción de la ira y la incontinencia; admiran cosas que no son dignas de ser contempladas; atienden tan sólo a sus placeres y deseos corporales y creen que el hombre ha sido hecho para cosas como éstas. Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Todo el quehacer del hombre natural —pensamientos, emociones y movimientos— es regulado por tres centros que trabajan simultáneamente: centro mental, centro emocional y centro instintivo-motor. En algunas corrientes se les conoce también como las tres mentes porque, en su función reguladora, operan almacenando y ordenando información. En su estado original, cada centro es responsable por sí mismo de su propia función; sin embargo, ante del desorden que prevalece en el humano actual, lo común es que cualquier centro usurpe la función de otro, lo que genera desajuste psicológico en muchas direcciones, por ejemplo: actuar por impulsos emocionales, amar con la mente o pensar con base en estímulos sentimentales. En este tema nos enfocaremos, de manera particular, en el centro mental. La “dimensión” de la mente humana es de una magnitud tan insignificante, en relación con la Mente universal, que visualmente podríamos compararla con el tamaño de la flama de una vela con respecto al fuego del Sol. Y en esa misma proporción tendríamos que ubicar también a la conciencia relativa del centro mental, en relación con la Conciencia absoluta del Ser universal; es por eso que los conceptos y las ideas humanas no son suficientes para alcanzar una comprensión profunda de los hechos, tal como son.
La inteligencia que se dedica a las cosas materiales es insuficiente para entender cosas grandes. Para poder comprender esto hay que tener una inteligencia que vaya más allá de esas cosas y tenga mayor alcance. Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo
Aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá. Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días. Entonces si alguno les dice: Mira, aquí está el Cristo; o, mira, allí está, no le creas. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos. Mas ustedes miren; se los he dicho todo antes. Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mira, vela y ora; porque no sabes cuándo será el tiempo. Marcos 13: 19-23, 32,33
Los sentidos —vista, oído, olfato, gusto y tacto— constituyen la base de la conciencia existencial humana, porque sin la función sensorial ningún quehacer humano sería posible; ni siquiera el pensamiento. Todo el flujo de información que la mente procesa entra precisamente por los órganos sensoriales, que también representan la base para la manifestación de la Conciencia del Ser, cuyo acto fundamental es la Observación; y para que haya observación, la “percepción sensorial” resulta indispensable.
Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos.
Aristóteles
Este cuerpo sólo adquiere vida como manifestación externa de mí; además es necesario. Porque, para principiar, yo no podría tener ninguna experiencia interior sin mis sentidos, que sólo el cuerpo puede poner a mi disposición. Rudolf Steiner, Guía para el conocimiento de sí mismo Todo el conocimiento racional humano —sea científico, filosófico o artístico— surge desde los sentidos, porque sin la percepción sensorial no puede haber comprensión y sin la comprensión se disipa la memoria de cualquier estímulo sensorial; van siempre de la mano.
Todo lo que se halla en el hombre, tiene su origen en el universo; no tendríamos ojos con sensación de la luz, si la luz no hubiera generado el organismo. Goethe dice: “El ojo fue creado por la fuerza de la luz y para la luz. Rudolf Steiner, S/Ev. Lucas
Los sentidos —vista, oído, olfato, gusto y tacto— constituyen la base de la conciencia existencial humana, porque sin la función sensorial ningún quehacer humano sería posible; ni siquiera el pensamiento. Todo el flujo de información que la mente procesa entra precisamente por los órganos sensoriales, que también representan la base para la manifestación de la Conciencia del Ser, cuyo acto fundamental es la Observación; y para que haya observación, la “percepción sensorial” resulta indispensable.
Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos.
Aristóteles
En la mitología bíblica sobre el “pecado original”, plasmado en el pasaje histórico
de Adán y Eva en el paraíso, se pueden apreciar simbolismos maravillosos.
El más claro es con relación a la manzana, donde se sugiere que en el momento de ser
ingerida por Eva inicia de manera muy sutil el proceso de identificación con el mundo
de las formas —es conveniente dejar a un lado el concepto moral del pecado para que
no nos nuble la parte esencial—. Indiscutiblemente, éste es el relato más antiguo que
evoca el proceso de identificación; pero no nos quedemos allí, después de este proceso
viene otro aún más sutil: el olvido de la esencialidad. Conforme el hombre se va identificando,
se olvida se de sí mismo y de su Origen, hasta llegar a un estado de confusión
permanente que nubla el sentido del Ser y lo introduce en el engranaje de la vida
material. Todo queda cristalizado en el estado más lamentable que pueda afrontar la
humanidad: la ignorancia.
Únicamente por error e ignorancia los hombres se gozan en ese sueño de que sus
almas sean entidades distintas y existentes por sí mismas.
Evangelio del Buddha
Es tan vasta la información teórica generada en relación con el ego, que la simple
pretensión de darle orden se convertiría en una labor titánica. Frente a esta
marejada de referencias mentales, lo más inteligente es ubicar, en primera instancia,
al centro generador de ideas referidas al ego, que fluye en el vacío gestado desde el
fondo de una simple pregunta: ¿Quién soy? . . . Siempre que alguien ignore quién es,
y se rinda ante su incapacidad para descubrirlo, se verá en la necesidad inconsciente de
fabricar mentalmente una multitud de “yo(es)” —que constituyan la personalidad— para
que llenen el vacío del Ser original que no se conoce. Eso nos sucede a todos los individuos
que habitamos en esta existencia; y una vez auto-engañados por este artificio, la
posibilidad de re-descubrir al “Yo real” se presentará sólo reconociendo que cualquier
“yo” creado por la mente es falso. Es así como la palabra “yo” nos puede mover al mayor
error o a la más profunda Verdad.
La existencia del “yo” es una ilusión, y no hay en el mundo torcimiento, ni vicio, ni
pecado que no se derive de la afirmación del “yo”.
Evangelio del Buddha
Es tan vasta la información teórica generada en relación con el ego, que la simple
pretensión de darle orden se convertiría en una labor titánica. Frente a esta
marejada de referencias mentales, lo más inteligente es ubicar, en primera instancia,
al centro generador de ideas referidas al ego, que fluye en el vacío gestado desde el
fondo de una simple pregunta: ¿Quién soy? . . . Siempre que alguien ignore quién es,
y se rinda ante su incapacidad para descubrirlo, se verá en la necesidad inconsciente de
fabricar mentalmente una multitud de “yo(es)” —que constituyan la personalidad— para
que llenen el vacío del Ser original que no se conoce. Eso nos sucede a todos los individuos
que habitamos en esta existencia; y una vez auto-engañados por este artificio, la
posibilidad de re-descubrir al “Yo real” se presentará sólo reconociendo que cualquier
“yo” creado por la mente es falso. Es así como la palabra “yo” nos puede mover al mayor
error o a la más profunda Verdad.
La existencia del “yo” es una ilusión, y no hay en el mundo torcimiento, ni vicio, ni
pecado que no se derive de la afirmación del “yo”.
Evangelio del Buddha
La manifestación del Ser a través de las formas materiales, en las condiciones
más tangibles, se establece a partir de los cuatro elementos de la naturaleza:
tierra, agua, aire y fuego. Del mismo modo, El Éter fundamental que da Origen a la Vida
de toda entidad —Quinta Esencia—, se hace manifiesto a través de cuatro éteres naturales
activos; ellos son los precursores de la consolidación de todo el Universo tangible.
Nuestro microcosmos es un acumulador de energía etérea, que es fundamental
para hacer posibles todos los procesos vitales; y el grado de acumulación de estos éteres
naturales determinará la prolongación y la calidad de nuestro estado de vida natural.
La energía etérea que disponemos —por naturaleza— sería suficiente para vivir en
condiciones óptimas durante varios siglos, pero no sucede así por la manera irracional
en que se drenan los éteres por la actividad compulsiva de la mente y por los despliegues
de un centro emocional en desequilibrio.
En apego a la Tierra, los cuatro éteres naturales constituyen el factor principal de
arraigo con la vida natural; quien aspira a la Luz de la verdadera Vida, debe procurar la
“Quinta Esencia” del Éter fundamental.
Nada hay más complejo en este mundo que hablar de la Verdad, porque siendo
absoluta, se ubica en un extremo de la dualidad, lo que la hace intangible e
incognoscible. Habría que estudiar mucho y durante largo tiempo, tan sólo para lograr
una incipiente aproximación a Ella; para luego encontrarse con la certeza asentida por
Sócrates: “lo único que sé es que nada sé”.
¡Oh, Arjuna! permanece en la Verdad que está más allá de todos los pares de opuestos.
Ve más allá de las posesiones y las ganancias. ¡Recupera tu propia alma!
Bhagavad Gita, II- 45
Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se
encuentra la realidad sustancial, la Verdad fundamental.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Conferencia 5, Dos naturalezas: original y física
Los humanos cometemos de manera constante un grave error, consideramos a la naturaleza física como la única realidad y dejamos de lado a la verdadera naturaleza, la original, en cuya esencia se encuentra el origen de todo. El motivo de esta gran confusión radica en que a la naturaleza física —que es temporal e ilusoria— es a la que sí percibimos.
La materia es llamada substancia natural y no es Dios propiamente dicho, aunque Él habite completamente en la naturaleza y aunque la naturaleza lo comprenda.
Jacob Boehme, La Llave
La materia grosera es la nutrición de los cuerpos, y el espíritu es la nutrición de las almas.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Es necesario diferenciar las cosas: lo que siempre existe sin haber nacido, y lo que siempre está comenzando sin jamás llegar a ser.
Platón
Como personas tenemos la costumbre de depositar toda nuestra confianza —como Tomás— en lo que vemos y tocamos y, de esta forma, desdeñamos de manera sistemática todo aquello que no es perceptible por medio de nuestros sentidos. Así la mente, al no recibir información de tipo sensorial, no puede comprender a la verdadera naturaleza.
Nunca se debe tratar con ligereza lo que es primordial, ni con gravedad lo que es secundario.
Confucio
Personalidad, etimológicamente significa máscara. Es un producto creado por la
naturaleza que se forma en nosotros desde el período preparatorio de la vida.
Al nacer es casi nula y se va manifestando al vivir entre gente dormida, que goza de
sus emociones agradables y se aflige de las desagradables; experiencias que el niño va
haciendo suyas como por infección que brota y se expande. La personalidad —que es
todo el lado adquirido en nosotros— se construye por imitación, por costumbres y por
un sinnúmero de influencias vinculadas al momento histórico en que se crece: factores
sociales, económicos y culturales que actúan desde el exterior y se introducen a través
de los sentidos.
La personalidad está formada, en su mayor parte, por el contorno en el que el
hombre se ha encontrado en el momento de su desarrollo, por las estructuras de
la sociedad en la que se desenvuelve, por las tradiciones de esa sociedad y por la
valoración de tipos particulares de conducta.
Albert Einstein, Mis creencias
El hombre no es más que un soplo y una sombra.
Sófocles
Más allá del poder del fuego, de la espada, del agua y del viento, el Espíritu es eterno, inmutable, omnipresente, inamovible, y siempre Uno. Bhagavad Gita, II- 24
Cuando un hombre puede ver que toda la infinita variedad de seres es una manifestación del Uno, y que todos son uno en Él, éste se hace Uno con Brahman. Bhagavad Gita, XIII- 30 Resultaría imposible profundizar en la ciencia, la filosofía o el arte —cualquiera de los tres— de manera aislada, sin antes comprender sus relaciones en materia de ley universal;
Haz que todo venga a ser Uno y obtendrás así lo que buscabas. Nicolás Flamel, El deseo deseado
El que pide y lo pedido, el amante y lo amado, el creyente y lo creído, son lo mismo que el gnóstico. Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo
75 Aceptación
No es posible imaginar un mundo mejor que éste, aunque a un necio e ignorante le resulte sencillo; el mundo nunca ha sido el problema, nosotros hemos sido siempre los problemáticos. Los hombres cerrados —sobre todo el hombre político— dicen siempre que todo está equivocado, que debemos transformar al mundo y a la sociedad; el Hombre consciente se reconoce a sí mismo como el objeto del problema y aprecia la perfección de los mecanismos naturales de la existencia —a pesar de su cualidad cambiante, transitoria e ilusoria—, reconoce también que si el humano desapareciera de la Tierra, el mundo mantendría su belleza y su perfección “casi absoluta” —lo único que la limita es el factor cambiante en el tiempo—.
Un Hombre libre y consciente ya no intenta cambiar las condiciones externas de la vida para que se ajusten a él, ya no lucha contra la existencia porque reconoce que ni siquiera es capaz de hacerlo; es así como deja de soñar. Antes bien, reconoce que lo único que en realidad puede cambiar es su actitud, el equivocado proceso de su mente con sus respectivos condicionamientos. De ese modo descubre que “sólo por la aceptación” es posible permitir que el mundo se transforme espontáneamente ante él.
Aunque tu trabajo sea humilde, realízalo sin sentir preferencia por otros más importantes. Morir cumpliendo nuestro deber es la vida, mientras que vivir envidiando el de otros es la muerte.
Bhagavad Gita, III- 35
La vida natural separa; la búsqueda de la Verdad une. La vida de la existencia divide porque entre las personas surgen un sinnúmero de propósitos externos — muchos de ellos en contraposición— que impiden la comprensión mutua; en la búsqueda de la Libertad hay una base común, un propósito verdadero que es único y permite que se comprendan unos a otros.
Por la Gracia del Señor y a través de la práctica de la meditación, algunos logran ver su propio Espíritu. Y es más aún, hay otros que sin tener el Conocimiento, tan sólo por escuchar las palabras de otros ya iniciados y poner fe en ellas, logran trascender la muerte. Bhagavad Gita, XIII- 24 y 25
Las leyes humanas, los mandamientos, las reglas, las normas, la ética y la moral
resultan indispensables para quienes se conducen y se mantienen ajenos a la
Conciencia, debido a la separación de su esencia —casi toda la humanidad—. El objetivo
de toda ley y de todo orden establecido por la sociedad, es permitir que el curso de las
cosas llegue siempre a un buen término; la ley del hombre permite que las circunstancias
se mantengan dentro de un cierto control y que nada rebase los límites preestablecidos.
La moral se construye desde la naturaleza humana y se despliega en todos los
ámbitos sociales, aún al margen de la religiosidad; porque hasta un ateo es moral y se
conduce dentro de dichos cánones. El ejercicio de la moralidad fluye a través del abanico
que se abre en el interior de la dualidad “bien-mal”; y dentro de ese espectro, las
personas obran según el sentido de lo que consideran que es el bien —nadie en su juicio
reconocería que procede desde el mal—.
El gran vacío que alberga la moral está en su carácter relativo, lo que la hace moldeable
y adaptable al estado de conciencia existencial de cada hombre: el ladrón suele
creer que procede desde el bien, porque piensa que es justo tomar por mano propia lo
que la sociedad le ha negado; el terrorista puede creer que es bueno matar, porque considera
que el sacrificio de vidas humanas se justifica con el cumplimiento de su “ideal”
sobre el restablecimiento de un nuevo orden social —Maquiavelo lo dejó inscrito en su
frase: “El fin justifica los medios”—. Son pocos quienes comprenden que el bien de este
mundo es relativo y que, por naturaleza propia, el ejercicio de este “limitado bien”
está totalmente condicionado por la mente colectiva. Es posible ser una buena persona
“mecánicamente”, pero esa bondad nunca será verdadera y estará siempre alejada de
la “acción sin identificación”.
La moral proyecta un camino basado en el “dominio” de sí mismo, que demanda
38 No juzgar
Ya hemos comentado que la inercia mecánica de la mente nos ha mantenido en la ilusión de creer que el análisis de las escalas comparativas nos otorga comprensión y conciencia, pero esta ilusión sólo nos empuja a “juzgar” las cualidades de todo cuanto nos rodea.
La gravosa práctica de juzgar
trae consigo irritación y hastío.
¿Qué beneficio se puede sacar
de las distinciones y las separaciones?
Sosán, Hsin Hsin Ming
Haz la más mínima distinción,
y el cielo y la tierra se distancian infinitamente.
Si quieres ver la Verdad,
no mantengas ninguna opinión a favor o en contra.
Sosán, Hsin Hsin Ming
El trabajo filosófico y científico que hemos desarrollado desde la colección: Principios de Sabiduría Universal, inició con un cuestionamiento fundamental: ¿Quién soy?, ¿de dónde vengo? y ¿hacia dónde voy? Y es la posible respuesta a tales interrogantes quien nos proporciona el motivo para llevar a cabo una revisión de 144 temas a lo largo de cuatro tomos. Los humanos, como personalidad, hemos vivido entrampados en un estado de ilusión, preocupados por alcanzar una felicidad que solo es efímera, pero nos empeñamos en visualizarla como permanente, e irremediablemente caemos en círculos de felicidadsufrimiento. Sin embargo, hoy escuchamos la cita de Hermes Trismegisto y cabalmente comprendemos su mensaje:
Los humanos, en tanto que no conocen para qué propósito han sido hechos, son mantenidos bajo la constricción de la ira y la incontinencia; admiran cosas que no son dignas de ser contempladas; atienden tan sólo a sus placeres y deseos corporales y creen que el hombre ha sido hecho para cosas como éstas. Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Todo el quehacer del hombre natural —pensamientos, emociones y movimientos— es regulado por tres centros que trabajan simultáneamente: centro mental, centro emocional y centro instintivo-motor. En algunas corrientes se les conoce también como las tres mentes porque, en su función reguladora, operan almacenando y ordenando información. En su estado original, cada centro es responsable por sí mismo de su propia función; sin embargo, ante del desorden que prevalece en el humano actual, lo común es que cualquier centro usurpe la función de otro, lo que genera desajuste psicológico en muchas direcciones, por ejemplo: actuar por impulsos emocionales, amar con la mente o pensar con base en estímulos sentimentales. En este tema nos enfocaremos, de manera particular, en el centro mental. La “dimensión” de la mente humana es de una magnitud tan insignificante, en relación con la Mente universal, que visualmente podríamos compararla con el tamaño de la flama de una vela con respecto al fuego del Sol. Y en esa misma proporción tendríamos que ubicar también a la conciencia relativa del centro mental, en relación con la Conciencia absoluta del Ser universal; es por eso que los conceptos y las ideas humanas no son suficientes para alcanzar una comprensión profunda de los hechos, tal como son.
La inteligencia que se dedica a las cosas materiales es insuficiente para entender cosas grandes. Para poder comprender esto hay que tener una inteligencia que vaya más allá de esas cosas y tenga mayor alcance. Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo
Aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá. Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, nadie sería salvo; más por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días. Entonces si alguno les dice: Mira, aquí está el Cristo; o, mira, allí está, no le creas. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos. Mas ustedes miren; se los he dicho todo antes. Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mira, vela y ora; porque no sabes cuándo será el tiempo. Marcos 13: 19-23, 32,33
Los sentidos —vista, oído, olfato, gusto y tacto— constituyen la base de la conciencia existencial humana, porque sin la función sensorial ningún quehacer humano sería posible; ni siquiera el pensamiento. Todo el flujo de información que la mente procesa entra precisamente por los órganos sensoriales, que también representan la base para la manifestación de la Conciencia del Ser, cuyo acto fundamental es la Observación; y para que haya observación, la “percepción sensorial” resulta indispensable.
Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos.
Aristóteles
Este cuerpo sólo adquiere vida como manifestación externa de mí; además es necesario. Porque, para principiar, yo no podría tener ninguna experiencia interior sin mis sentidos, que sólo el cuerpo puede poner a mi disposición. Rudolf Steiner, Guía para el conocimiento de sí mismo Todo el conocimiento racional humano —sea científico, filosófico o artístico— surge desde los sentidos, porque sin la percepción sensorial no puede haber comprensión y sin la comprensión se disipa la memoria de cualquier estímulo sensorial; van siempre de la mano.
Todo lo que se halla en el hombre, tiene su origen en el universo; no tendríamos ojos con sensación de la luz, si la luz no hubiera generado el organismo. Goethe dice: “El ojo fue creado por la fuerza de la luz y para la luz. Rudolf Steiner, S/Ev. Lucas
Los sentidos —vista, oído, olfato, gusto y tacto— constituyen la base de la conciencia existencial humana, porque sin la función sensorial ningún quehacer humano sería posible; ni siquiera el pensamiento. Todo el flujo de información que la mente procesa entra precisamente por los órganos sensoriales, que también representan la base para la manifestación de la Conciencia del Ser, cuyo acto fundamental es la Observación; y para que haya observación, la “percepción sensorial” resulta indispensable.
Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos.
Aristóteles
En la mitología bíblica sobre el “pecado original”, plasmado en el pasaje histórico
de Adán y Eva en el paraíso, se pueden apreciar simbolismos maravillosos.
El más claro es con relación a la manzana, donde se sugiere que en el momento de ser
ingerida por Eva inicia de manera muy sutil el proceso de identificación con el mundo
de las formas —es conveniente dejar a un lado el concepto moral del pecado para que
no nos nuble la parte esencial—. Indiscutiblemente, éste es el relato más antiguo que
evoca el proceso de identificación; pero no nos quedemos allí, después de este proceso
viene otro aún más sutil: el olvido de la esencialidad. Conforme el hombre se va identificando,
se olvida se de sí mismo y de su Origen, hasta llegar a un estado de confusión
permanente que nubla el sentido del Ser y lo introduce en el engranaje de la vida
material. Todo queda cristalizado en el estado más lamentable que pueda afrontar la
humanidad: la ignorancia.
Únicamente por error e ignorancia los hombres se gozan en ese sueño de que sus
almas sean entidades distintas y existentes por sí mismas.
Evangelio del Buddha
Es tan vasta la información teórica generada en relación con el ego, que la simple
pretensión de darle orden se convertiría en una labor titánica. Frente a esta
marejada de referencias mentales, lo más inteligente es ubicar, en primera instancia,
al centro generador de ideas referidas al ego, que fluye en el vacío gestado desde el
fondo de una simple pregunta: ¿Quién soy? . . . Siempre que alguien ignore quién es,
y se rinda ante su incapacidad para descubrirlo, se verá en la necesidad inconsciente de
fabricar mentalmente una multitud de “yo(es)” —que constituyan la personalidad— para
que llenen el vacío del Ser original que no se conoce. Eso nos sucede a todos los individuos
que habitamos en esta existencia; y una vez auto-engañados por este artificio, la
posibilidad de re-descubrir al “Yo real” se presentará sólo reconociendo que cualquier
“yo” creado por la mente es falso. Es así como la palabra “yo” nos puede mover al mayor
error o a la más profunda Verdad.
La existencia del “yo” es una ilusión, y no hay en el mundo torcimiento, ni vicio, ni
pecado que no se derive de la afirmación del “yo”.
Evangelio del Buddha
Es tan vasta la información teórica generada en relación con el ego, que la simple
pretensión de darle orden se convertiría en una labor titánica. Frente a esta
marejada de referencias mentales, lo más inteligente es ubicar, en primera instancia,
al centro generador de ideas referidas al ego, que fluye en el vacío gestado desde el
fondo de una simple pregunta: ¿Quién soy? . . . Siempre que alguien ignore quién es,
y se rinda ante su incapacidad para descubrirlo, se verá en la necesidad inconsciente de
fabricar mentalmente una multitud de “yo(es)” —que constituyan la personalidad— para
que llenen el vacío del Ser original que no se conoce. Eso nos sucede a todos los individuos
que habitamos en esta existencia; y una vez auto-engañados por este artificio, la
posibilidad de re-descubrir al “Yo real” se presentará sólo reconociendo que cualquier
“yo” creado por la mente es falso. Es así como la palabra “yo” nos puede mover al mayor
error o a la más profunda Verdad.
La existencia del “yo” es una ilusión, y no hay en el mundo torcimiento, ni vicio, ni
pecado que no se derive de la afirmación del “yo”.
Evangelio del Buddha
La manifestación del Ser a través de las formas materiales, en las condiciones
más tangibles, se establece a partir de los cuatro elementos de la naturaleza:
tierra, agua, aire y fuego. Del mismo modo, El Éter fundamental que da Origen a la Vida
de toda entidad —Quinta Esencia—, se hace manifiesto a través de cuatro éteres naturales
activos; ellos son los precursores de la consolidación de todo el Universo tangible.
Nuestro microcosmos es un acumulador de energía etérea, que es fundamental
para hacer posibles todos los procesos vitales; y el grado de acumulación de estos éteres
naturales determinará la prolongación y la calidad de nuestro estado de vida natural.
La energía etérea que disponemos —por naturaleza— sería suficiente para vivir en
condiciones óptimas durante varios siglos, pero no sucede así por la manera irracional
en que se drenan los éteres por la actividad compulsiva de la mente y por los despliegues
de un centro emocional en desequilibrio.
En apego a la Tierra, los cuatro éteres naturales constituyen el factor principal de
arraigo con la vida natural; quien aspira a la Luz de la verdadera Vida, debe procurar la
“Quinta Esencia” del Éter fundamental.
Nada hay más complejo en este mundo que hablar de la Verdad, porque siendo
absoluta, se ubica en un extremo de la dualidad, lo que la hace intangible e
incognoscible. Habría que estudiar mucho y durante largo tiempo, tan sólo para lograr
una incipiente aproximación a Ella; para luego encontrarse con la certeza asentida por
Sócrates: “lo único que sé es que nada sé”.
¡Oh, Arjuna! permanece en la Verdad que está más allá de todos los pares de opuestos.
Ve más allá de las posesiones y las ganancias. ¡Recupera tu propia alma!
Bhagavad Gita, II- 45
Más allá del cosmos, del tiempo, del espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se
encuentra la realidad sustancial, la Verdad fundamental.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
La Biblia nos dice, en diversos pasajes, que el Señor de la Vida va siempre al encuentro
del peregrino. Con esto no debemos crear la imagen personalizada de
un “dios majestuoso” con atributos “sobrehumanos” abordando a la personalidad de un
humilde peregrino; sino comprender que hace referencia a la dirección y el sentido en
que se establece el contacto directo entre el Ser universal y nuestro Ser interior original.
Mantén solamente el silencio; así descenderá sobre nosotros la misericordia de Dios.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Mientras la mente no está en armonía, la comunión divina es muy difícil de alcanzar.
Pero aquel hombre que ha recibido el Conocimiento y lo practica con regularidad
y determinación, logra controlar su mente y alcanzar la Unidad.
Bhagavad Gita, VI- 33 y 36
En el Sermón de la Montaña, Jesús de Nazaret pronuncia algo muy importante:
“bienaventurados los humildes, porque ellos heredarán la Tierra”; pero, ¿qué es
realmente la humildad?
El sabio, que es rico en virtudes, gusta de presentarse como un hombre simple,
falto de inteligencia. Comienza, pues, por despojarte de ese espíritu orgulloso que
te anima.
Lao tse, Tao Te King
Todo es vanidad. Desolación y vanidad.
Evangelio del Buddha
La eminencia tiene por base la humildad, y lo alto se basa en lo bajo.
Lao tse, Tao Te King
En el humano común siempre ha permanecido la pretensión de la verdadera Oración;
no obstante, la posibilidad de que pueda fluir se basa en recuerdo de sí,
del Origen verdadero, dejándose de lado las inclinaciones de la personalidad como las
preocupaciones, los miedos, los deseos; y con una Conciencia previa del “por qué” de
la Oración misma.
Una ofrenda de incienso y perfumes son inadecuados para Dios, pues está lleno de
todas las cosas que existen, y no carece de nada. Adorémoslo más bien con la acción
de gracias.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
Si el propósito de este tema fuera abordar moralmente los “apegos”, inevitablemente
se tendrían que ubicar en el centro medular de todos los pecados;
pero con esta visión nos sumergiríamos en una laguna de complicaciones de la que
difícilmente podríamos salir: inmediatamente surgirían simpatizantes y detractores, y
esto a ningún lugar nos conduciría. Por lo contrario, si se parte de la Conciencia, invariablemente
los apegos se ubicarán como parte del motor que genera estados ilusorios,
porque son el somnífero más adormecedor de la humanidad; debido a que están siempre
dirigidos hacia lo más superficial e inútil, lo prescindible —aunque algunas veces parezca
fundamental—
El vulgo toma como necesario aun lo no necesario, por eso tiene tantas guerras.
Chuang Tzu
El que permanezca aprisionado en una dimensión definida estará completamente
triste cuando deje la tierra.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo
Todo el sufrimiento que agobia a la humanidad se debe a que el hombre natural se
engancha con lo que es de naturaleza ilusoria y en un grado desmedido;
Es fácil ser rico y no altivo; es difícil ser pobre y no quejoso.
Confucio
Sin el recuerdo de sí, la oración es un absurdo; en condiciones ordinarias, el hombre ni siquiera está facultado para orar. En su estado natural, el humano sólo sueña que está orando, y la “oración” pronunciada desde un estado de ensoñación resulta inútil. Aún en el llamado “estado de vigilia”, cualquier pretensión de orar deviene de un simple sueño.
Los rituales carecen de eficacia; las oraciones son vanas repeticiones de fórmulas; las encantaciones no tienen poder saludable. Evangelio del Buddha
Una ofrenda de incienso y perfumes es inadecuada para Dios, pues está lleno de todas las cosas reales, y no carece de nada. Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
44. vivir en el mundo sin ser del mundo. pgr. 2016fomtv
Una de las grandes bondades de la Sabiduría Universal es que nos conduce a vivir
conscientemente, ofreciendo los elementos necesarios para salir del sueño;
estado que se provoca por la influencia hipnotizante de las sensaciones con que se percibe
la manifestación dialéctica. Permite recordar que los propósitos de la existencia
carecen de significado y que todo lo que se hace, aún a pesar de su escaso sentido, debe
realizarse sin importar el resultado. Bajo estas condiciones se hace posible “vivir en la
existencia teniendo la conciencia de no pertenecer a ella”.
El sabio tiene la forma de un hombre pero no sus sentimientos. Como tiene la forma
de un hombre, se junta con otros hombres. Como no tiene los sentimientos de un
hombre, el bien y el mal no lo alcanzan. Pequeño e insignificante, se queda con el
resto de los hombres. Inmenso y grandioso, perfecciona su Cielo solo.
Chuang-Tzu
Más allá de las raíces y las inclinaciones de cada religión, es evidente que todas
persiguen un fin común: ofrecer las condiciones propicias para que el hombre
natural pueda restablecerse en su estado original. Y si en esencia todas las religiones
giran alrededor de un propósito único, resulta lógico que exista un espacio de cooperación
y convivencia, ajeno a fanatismos y dogmas, para un entendimiento pleno y libre.
Sus verdaderos hermanos son todos aquellos que hacen la voluntad de su Padre celestial
y de su Madre terrenal, y no sus hermanos de sangre. En verdad les digo que
sus verdaderos hermanos, en la voluntad del Padre celestial y de la Madre terrenal,
los amarán un millar de veces más que sus hermanos de sangre. Pues desde los días
de Caín y Abel, cuando los hermanos de sangre transgredieron la voluntad de Dios,
no existe una verdadera fraternidad por la sangre.
Evangelio de los esenios
Pitágoras: Los hombres virtuosos, aunque habiten los lugares más lejanos, son amigos
entre sí antes de conocerse o de dirigirse la palabra.
Vida Pitagórica, Jámblico
Conferencia 130 La caída
¿De dónde vengo? . . . La incapacidad para responder esta pregunta es secuela de un estado ilusorio de adormecimiento que muchas tradiciones lo atribuyen a una caída en la que nos involucramos un sinnúmero de microcosmos. No existe evidencia plena que describa los detalles de ese lamentable proceso; sin embargo, los Libros Universales ofrecen algunas narraciones mitológicas que permiten una aproximación al fondo de las causas que lo provocaron y también permiten comprender el estado en el que actualmente nos encontramos.
Sucesivamente se fue revelando el Conocimiento de padres a hijos, siguiendo la dinastía de los Rajarsis (reyes santos). Pero sobreviniendo la decadencia, los hombres olvidaron este Conocimiento, hace ya muchísimo, muchísimo tiempo.
Bhagavad Gita, IV- 2