Los principios básicos para comprender las Escrituras incluyen: (1) Reconocer que hay un solo Dios, un solo Mesías y un solo pueblo elegido en la Biblia; (2) Entender que los libros de la Biblia se conectan entre sí y se complementan; (3) Interpretar los textos bíblicos considerando su contexto histórico, literario y lingüístico.
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1. AIN - 06 - 22 - PREGUNTA - Cuáles son los Principios básicos para comprender las
Escrituras.
Amigo Timoteo R. Con respecto a su pregunta nos permitimos comentarle lo siguiente:
Lo siguiente debiera como fundamento para poder comprender y asimilar La Palabra.:
La escritura tiene cuatro pilares.
1 Un sólo Elohim (YAHWEH)
2 Un sólo Mashíaj (LA TORÁH)
3 Un sólo Pueblo (ISRAEL)
4 Una Promesa (HECHA A ISRAEL)
Toda la Escritura se conecta perfectamente con estos pilares. Si se quita uno de ellos, se
saca de contexto la Palabra y se entenderá otra cosa.
La Torá es el fundamento. Los libros proféticos y los Salmos traen más luz a los temas de la
Torá y el Brit Hadashá = Pacto Renovado, conocido como nuevo testamento, CONFIRMAN
LA TORÁ!!!!.
En otras palabras, tengo la Torá y el TESTIMONIO de Yahshúa que la confirma. Veamos:
< Isaías 8 : 20 a la Torah y al testimonio, si no hablan conforme a esta palabra es que no les
ha amanecido.>
Debemos comprender que NINGÚN Pacto fue abolido, lo contario, cada pacto confirma los
anteriores.
Por otro lado, lo que hablamos debe ser confirmado por la Palabra. Según la Torá, una
verdad debe confirmarse CON DOS O TRES TESTIGOS.
Es decir, con dos o tres textos de la misma Escritura.
Con ello entendemos:
● La revelación no le pertenece al hombre, es decir que no viene de un hombre.
● La Palabra se confirma por la Palabra
● La Palabra se revela POR LA PALABRA
● La Palabra se comprende POR LA PALABRA.
( Claudio E Salina)
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Comentarios adicionales:
La Sagrada Escritura es la Palabra del Todopoderoso, por eso es vital que comprendamos
la Sagrada Escritura de manera correcta. “La libre interpretación” es el derecho de todo el
mundo de interpretar la Sagrada Escritura como sea, como si todas las interpretaciones
fueran igualmente válidas. De tal manera que existe cualquier cantidad de “religiones” cada
cual basada en una interpretación diferente.
2. Bajo los principios básicos anotados, hay que usar la mente, la inteligencia, con una actitud
de reverencia, humildad y fe. Y conviene orar antes, durante y después del trabajo de
considerar la lectura y meditación de la Sagrada Escritura.
La Sagrada Escritura significa lo que parece significar. Es claro que La Palabra nos dice, lo
que nos quiere decir. Asi de sencillo. No hay que buscar otro significado distinto del
significado más natural, a no ser que exista alguna razón de peso para hacerlo. Algunas de
las excepciones a esta regla son:
(1) Cuando lo que parece significar contradice el resto de la Sagrada Escritura.
(2) Cuando lo que parece significar no tiene ningún sentido.
(3) Cuando el lenguaje no es literal, sino metafórico (etc.). Sin embargo, siempre hay que
empezar buscando el sentido más natural y literal de cada texto o pasaje.
3. Cada parte de la Sagrada Escritura debe ser contemplada a la luz de toda la Sagrada
Escritura, a la luz de los pilares, básicos mencionados.
Aunque los libros que componen la Sagrada Escritura fueron escritos por unas cuarenta
personas diferentes, en lugares diferentes, a lo largo del milenio y medio entre Moisés y el
discípulo Juan, en otro sentido hay un solo Autor divino de toda la Sagrada Escritura. Por
eso, y sin negar las características propias de cada autor humano, hay en la Sagrada
Escritura una coherencia interna que refleja la coherencia del Todopoderoso mismo.
En la Sagrada Escritura hay paradojas y aparentes contradicciones, pero no puede haber
contradicciones en el sentido de afirmaciones o enseñanzas totalmente incompatibles entre
sí, porque si las hubiera, serían contradicciones dentro del ser del Todopoderoso. A la hora
de considerar cualquier parte de la Sagrada Escritura, debemos tener en cuenta la
Sagrada Escritura como un todo.
4. Hay que interpretar cada texto dentro de su contexto histórico:
Cada libro de la Sagrada Escritura fue escrito por un autor humano en particular (o por más
de uno, como en el caso de Salmos y Proverbios), bajo las siguientes condiciones:
En un lugar en particular
En un momento de la historia en particular.
Para un público en particular.
Con un propósito en particular.
Por lo tanto, sería irresponsable pretender interpretar un pasaje escritural sin tener en
cuenta estos factores. Por eso tenemos que hacernos preguntas:
(1) ¿Quién escribió esto?
(2) ¿Cuándo lo escribió?
(3) ¿Para quién(es) lo escribió
(4) ¿En qué circunstancias lo escribió?
(5) ¿Con qué intención o propósito lo escribió?
(6) ¿Cómo lo entenderían aquellos primeros oyentes o lectores?
3. 5. Hay que interpretar cada texto dentro de su contexto literario.
Si conoces el programa de ordenador Google Earth y si sabes cómo funciona, sabrás que
de ver el planeta en su totalidad te puedes ir acercando a tu continente, a tu país, a tu
ciudad, a tu barrio, a tu calle ¡y hasta a tu casa! Ahora, imagínate que lo hicieras al revés;
que empezaras fijándote en tu casa, luego en tu calle, luego en tu barrio, luego en tu ciudad,
etc. Pues, eso sería como analizar un texto escritural en su contexto literario.
Por ejemplo, si el texto fuese Juan 3:16, empezarías fijándote en el contexto inmediato:
Juan 3:16-21; luego te alejarías un poquito y mirarás Juan 3:16 como un versículo clave en
la sección de Juan 3:1-21; luego te fijarías en el capítulo entero, y después en esa sección
del Escrito nazareno según Juan: Juan 2:12 – Juan 4:54; y así, sucesivamente. ¿Ves la
diferencia entre el contexto histórico y el contexto literario? Es importante tener en cuenta
ambos contextos.
6. Hay que tener en cuenta el tipo de lenguaje de cada texto.
En la Sagrada Escritura hay diferentes tipos de lenguaje. Veamos:
1. Histórico
2. Legal
3. Lenguaje narrativo
4. Metafórico
5. Poético
6. Profético
7. Aapocalíptico.
Hay todo tipo de figuras del lenguaje:
(1) Símiles (comparaciones explícitas). Ejemplo:
“¿No es mi palabra como fuego –declara el Todopoderoso– y como martillo que despedaza
la roca?” (Jer. 23:29).
(2) Metáforas (comparaciones implícitas). Ejemplo:
“Lámpara es a mis pies tu palabra” (Sal. 119:105)
(3) Parábolas (metáforas más extensas). Ejemplo: : El buen samaritano
(4) Alegorías (metáforas más extensas y más complejas). Ejemplo: : El Sembrador y las
cuatro tierras.
Etc.
Son algunos ejemplos de los diferentes tipos de lenguaje que se encuentran en la Sagrada
Escritura, y hay que reconocerlos para situarlas correctamente.
7. Hay que tener en cuenta las palabras de conexión.
Palabras, muchas veces pequeñas y sin ( aparentemente) mucha importancia, que hacen
de puente entre dos frases, versículos, párrafos, secciones, etc. Con respecto a las
palabras de conexión, existen dos peligros opuestos:
4. (1) Darles más importancia de la que tienen
(2) Pasar por alto la importancia que sí pueden tener.
Entre las muchas palabras de conexión que encontramos en la Sagrada Escritura están las
siguientes: “porque”, “por lo tanto”, “entonces”, “si”, “pues”, “Y”, etc. En no pocas ocasiones
estas palabras son parte de la clave para la correcta aplicación del texto.
8. Hay que interpretar los textos menos claros a la luz de otros más claros.
Es verdad que la Sagrada Escritura es clara en sí misma, pero no siempre nos resulta tan
clara a nosotros. Veamos:
(1) Porque nuestras mentes están condicionadas y adiestradas a ciertas interpretaciones,
tradiciones, religiones, etc.
(2) Por la distancia (histórica, geográfica, cultural, etc.) entre el texto y nosotros. Nos
situamos en un contexto histórico y geográfico, cultural, que nos aleja y nos saca de
contexto.
El discípulo Kefas/Pedro habló de las cosas “difíciles de entender” en los escritos de
Shaul/Shaul (2 P. 3:15 y 16). Debemos considerar los textos más difíciles a la luz de otros
más fáciles de entender, y no al revés. Ejemplo:
< Mateo 16:18 Pero yo también te digo que tú eres Kefá; y sobre esta roca edificaré mi
comunidad, y las puertas del Sheol no prevalecerán contra ella.>.
Otros textos arrojan luz sobre este texto. Veamos<.
< 1ª de Corintios 3:11 11 porque nadie puede poner otro fundamento que el que está
puesto, el cual es Yahoshúa el Mashíaj.>
< Efesios 2:20 Han sido edificados sobre el fundamento de los Enviados y de los profetas,
siendo Yahoshúa el Mashíaj mismo la piedra angular.>
< 1ª de Pedro 2:6 Porque la Escritura contiene esto: “Miren, pongo en Tsiyón una Piedra
angular, escogida y preciosa. Y el que crea en él jamás quedará avergonzado”. 7 De
manera que, para ustedes los que creen, es de sumo valor; pero para los que no creen: “La
piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo”,8 y: “piedra de
tropiezo y roca de escándalo”. Aquéllos tropiezan, siendo desobedientes al mensaje, pues
para eso mismo fueron destinados.>
Estos textos aclaran el tema de sobre qué fundamento se edifica la Asamblea Israelita
Nazarena.
9. Hay que tener en cuenta la versión original de cada texto.
Las Sagrada Escrituras que usamos son traducciones de las lenguas originales, ¡y a veces
son traducciones de otras traducciones! Hay muchas versiones de la Sagrada Escritura que
son muy fiables, pero creemos en la inspiración de los documentos originales. Y hay
5. bastantes ocasiones cuando el original nos puede ayudar a comprender la Sagrada
Escritura correctamente. Pero hay dos problemas. Veamos:
(1) No tenemos acceso a los originales
(2) Hay pocos expertos en las lenguas originales. Pero, por parte positiva. Veamos:
(1) Existen versiones de la Sagrada Escritura muy fieles a los originales.
(2) Existen tantos manuscritos de la Sagrada Escritura (¡miles!) que podemos tener mucha
confianza en las Sagrada Escrituras que usamos.
(3) Existen cada vez más ayudas –comentarios escriturales, diccionarios escriturales,
Sagradas Escrituras interlineales, etc.– que nos pueden acercar más al texto original.
10. Hay que tener en cuenta la dimensión mesiàNICA. ( REFERENTE AL Mesìas).
A pesar de las características concretas de cada libro, hay un solo mensaje principal a lo
largo de toda la Sagrada Escritura. Una columna vertebral, un hilo conductor, un eje
temático: La restauración del pueblo santo, Israel, a cargo del Mesìas. Esto se conoce como
la salvación! El Tanak (Antiguo Testamento) apunta hacia el Mesìas que va a venir y el
Pacto renovado (Nuevo Testamento) apunta hacia el Mesìas que ya vino y que volverá.
Hay que tener en cuenta esta dimensión mesìànica a la hora de considerar cualquier parte
de la Sagrada Escritura. Hay que evitar dos peligros. Veamos:
(1) El peligro de no ver al Mesìas donde está
(2) El peligro de creer ver a Mesìas donde quizás no esté.
(3) Separar al pueblo de Israel del contexto general.
(4) Separar al Mesìas del lado del pueblo de Israel.
(5) Aislarnos del pueblo de Israel y del Mesìas ignorando su identidad judía e israelita.
¿Cómo podemos evitar estos peligros?
(1) Aplicar los demás principios básicos que hemos mencionado.
(2) Ver cómo los escritores del Pacto Renovado relacionan con el Tanak ( Antiguo
Testamento
(3) Evitar la alegorización, o la interpretación personal, gratuita
(4) Buscar paralelos verbales claros entre textos escriturales del Tanak ( A.T.) y las
enseñanzas del Mesìas. Y lo contrario.
(5) Distinguir entre la intención del autor, el significado para los lectores originales y una
posible dimensión mesìanica, etc.
Hay muchos paralelismos entre José y el Mesìas para que sea pura coincidencia. Shaul da
una interpretación mesìanica a una serie de acontecimientos de tiempos de Moisés y los
israelitas (1 Co. 10). Pero no hay pruebas claras de que el cordón de grana de Rahab (Jos.
2:17-22) se refiere a la sangre de Mesìas. Y el libro de Cantar de los Cantares parece
referirse –en primer lugar– al amor entre un hombre y una mujer. Se toma alegòricamente
como el amor del Todopoderoso y su pueblo Israel.
De manera que debemos ser cautelosos en el estudio y referirnos siempre a los principios
básicos expuestos.