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FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE
COMUNICACIÓN
CONVOCATORIA 616 DE 2014
JÓVENES INVESTIGADORES Y SEMILLEROS DE INVESTIGACIÓN
DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE CIENCIA Y
TECNOLOGÍA, COLCIENCIAS
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE FILOSOFÍA
NÚCLEO DE INVESTIGACIÓN EN ESTÉTICA
JÓVEN INVESTIGADOR: ANDRÉS FELIPE RODRÍGUEZ PÉREZ
INVESTIGACIÓN DIRIGIDA POR: GUSTAVO ADOLFO CHIROLLA
BOGOTÁ
2015
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. El método fenomenológico objetivo
1.1 Mundos-Redes: estructura matemática mas no estructura
estructuralista
1.2 Objetivismo relativista: Intermediarios-Modificaciones /
Mediadores-Sitios
1.3 Hermenéutica objetiva y relativista
1.4 Dialéctica materialista afirmativa verdad en las ciencias
sociales y contra el escepticismo ingenuo
1.5 Sujeto de verdad – cuasi-sujeto o individuo
1.6 Fuentes de incertidumbre
1.7 Hacia una fenomenología objetiva de los medios de
comunicación masivos como mediadores-sitios
2. Fenomenología objetiva de los medios masivos de
comunicación: un modelo de feedback mediático-
comunicacional
2.1 Contraste con diversas teorías de los medios de comunicación
1
2.2 Los objetos mediáticos como fósiles
2.3 Modelo de feedback comunicativo
2.4 Los actantes humanos también son medios
2.5 Más allá de la economía de la sospecha submediática
2.6 Más allá de la desconexión moderna
3. Fenomenología objetiva de los medios masivos de
comunicación enunciado por enunciado; ejemplo
Colombia (2000-2010)
3.1 Enunciados 12 a 57
3.2 Enunciados 1 a 11
3.3 Enunciados 58 a 66
4. Diagramas y Medida de Eigenvector para
calcular influencia o poder de un medio en una
red social
INTRODUCCIÓN
Este proyecto de investigación recurre a la Fenomenología
Objetiva de Alain Badiou, propuesta en Lógicas de los Mundos,
para estudiar los medios masivos de comunicación. Se pregunta,
como caso de experimentación, por la relación entre medios
masivos de comunicación y la constitución de lo común político
durante periodo 2000-2010 en Colombia.
Para llevarlo a cabo se propone la conjunción parcial y
experimental de la propuesta teórica de Badiou con la Teoría del
actor-red (actante-rizoma) (TAR) expuesta por Bruno Latour. En
el camino se articulan algunos conceptos provenientes de la
Fenomenología de los Medios propuesta por Boris Groys, la
arqueología y la teoría de las signaturas expuesta por Giorgio
Agamben, el Análisis de Redes Sociales (ARS), la Complejidad
computacional y el Caos según la perspectiva de Carlos Reynoso y
diversos autores cercanos a la naciente sociofísica, como también
de diversas propuestas teóricas en estudios de los medios de
comunicación y la semiótica. Esto se debe a la necesidad que el
objeto de estudio demanda de construir una teoría fenomenológica
calculada y materialista, sin perder de vista de los estudios
sociológicos, antropológicos y semióticos de los medios de
comunicación. La pertinencia de recurrir especialmente a esas
propuestas teóricas se debe a que todas implican una alta
preocupación espacial, por no decir especialmente, topológica,
sumada a una reconcepción de la causalidad, a la hora de estudiar
un fenómeno cualquiera; aquí en especial los medios masivos de
comunicación.
La primera parte de éste informe expone los logros teóricos,
sin duda perfectibles, en el ensamblaje entre la fenomenología
objetiva de Badiou y la TAR, cuyos conceptos se han prestado
fácilmente a mal interpretación debido a sus nombres. Se trata de
un intento que no es nuevo, pues ya Shaw (2012) ha emprendido
2
una tarea semejante bajo el nombre de Geografía Acontecimental,
pero agregando ideas de la fenomenología de los medios de Groys,
la teoría de las signaturas de Agamben, la semiótica, el ARS y la
sociofísica, buscando esbozar el modelo de investigación
fenomenológico objetivo de los medios de comunicación.
La segunda parte contrasta tales logros con diversas
propuestas que buscan comprender los lo social en relación a los
medios de comunicación y postula la posibilidad de negar la
validez de aquellas sometidas a una comprensión del signo
mediático como mero significante, proponiendo así la sustracción
del investigador de los medios de lo que Groys ha denominado
economía de la sospecha.
La tercera parte expone de manera formal el ensamblaje
logrado en las dos partes anteriores llevando a cabo
simultáneamente la fenomenología objetiva de los medios masivos
de comunicación en el periodo colombiano seleccionado. Dicha
simultaneidad no es caprichosa sino necesaria puesto que no es
posible exponer la fenomenología objetiva de los medios masivos
de comunicación aisladamente al estudio de los objetos en
cuestión.
La cuarta parte, a modo de conclusión, expone gráficamente,
es decir, en un diagrama dinámico, los resultados logrados en la
investigación.
1. El método fenomenológico objetivo
1.1 Mundos-Redes: estructura matemática mas no
estructura estructuralista.
Esta primera parte se dedica a conjuntar la empresa
fenomenológica objetiva de Badiou con algunos conceptos de la
TAR (Teoría del Actor-Red), la Fenomenología de los medios de
Groys y otros provenientes de diversas propuestas filosóficas útiles
para la investigación.
A saber, etimológicamente “fenomenología” puede querer
decir “pensamiento de lo que aparece”; de modo que una
Fenomenología no sería otra cosa que un ejercicio en el cual se
piensa “aquello que aparece”. Por su parte, el adjetivo “Objetiva”
indica la especificidad de dicho pensamiento del fenómeno
(Badiou, 2008: 56). De modo que una Fenomenología Objetiva
vendría siendo un pensamiento de los fenómenos en tanto que
objetos. Resulta necesario entonces aclarar ¿qué significan las
palabras fenómeno y objeto?
Según Badiou, a diferencia de la tradición fenomenológica
husserliana, a la hora de pensar objetivamente un fenómeno resulta
preciso hacerlo de manera descriptiva, “neutralizando”, al menos
parcialmente, el efecto de la conciencia o la subjetividad humana
en dicho mundo (Badiou, 2011). A primera vista, el nombre
fenomenología implicaría un acercamiento al pensamiento
fenomenológico de Edmund Husserl, que introduce en la Historia
de la Filosofía la noción de epojé como puesta entre paréntesis de
las doxa e incluso desconexión de lo que se considera como real en
3
sí en la reducción trascendental, para acceder al orden
trascendental y vital de la conciencia; el sujeto trascendental.
Empero, el punto que separa evidentemente la fenomenología de
Husserl de la fenomenología objetiva de Badiou que aquí es guía,
se ubica en que, según el pensador francés, Husserl elabora una
teoría subjetivista, o mejor idealista, en el sentido que mantiene su
fenomenología dentro del correlacionismo epistemológico; noción
elaborada por Quentin Meillassoux en su texto Después de la
Finitud (2008). A saber, en el correlacionismo la totalidad de lo
que hay es referida a la conciencia y al movimiento del tiempo en
la subjetividad humana, de manera que se configura una suerte de
Historia del Mundo desde el punto de vista de algún sujeto cuya
existencia es absoluta; sometiendo así el objeto a una existencia
indisociable del sujeto.
La pregunta recurrente en éste punto es ¿en qué difieren las
operaciones fenomenológicas objetivas, de un acto intencional
propio de alguna supuesta conciencia fenomenológica? Así, se
puede decir que en una fenomenología subjetiva e intencional todo
acto de discriminación tiene lugar en un orden temporal definido
(Badiou, 2008). En ese caso, frente a los objetos:
[u]na mirada consciente pasa de uno al otro y recapitula la
diferencia fenoménica inscribiendo, en la lengua, el movimiento
temporalizado de la evaluación. Si suspendemos toda referencia a la
conciencia intencional, no subsiste más que la vericidad
inmediata de una evaluación identitaria […] evaluación que no puede
retener ninguna referencia al tiempo ni al orden temporal, por la
mayor razón de que ningún tiempo está implicado en la
indexación trascendental del ser-ahí. El tiempo no es aquí más que un
parásito introducido por el uso metafórico, o didáctico, de la
fenomenología vulgar (Badiou, 2008: 230).
Siendo esto así, la fenomenología objetiva que propone
Badiou asume una posición materialista según la cual, además de
sostener que cualquier mundo existe independientemente de
cualquier orden subjetivo, supone la posibilidad de describir ese
mundo objetivamente en un sentido puramente espacial. Hay que
agregar además que la fenomenología objetiva debe ser también
calculada. De modo que se encuentra mas cerca de aquello que las
ciencias naturales llaman fenomenología que de la corriente
filosófica bautizada así por Husserl. Esto es así porque sus
resultados y procedimientos son formalismos que la resguardan de
caer en el correlacionismo antes mencionado (Badiou, 2008: 199-
200). Como se verá, la posibilidad de formalizar las descripciones
es el mayor aporte que puede hacerle la fenomenología objetiva a
la TAR.
Ahora bien, la Fenomenología Objetiva es fenomenológica
en tanto que no es estrictamente ontológica. La ontología por sí,
según Badiou, es el pensamiento del ser-en-tanto-ser. Desde el
punto de vista que el filósofo despliega en el primer tomo de El ser
y el acontecimiento, este pensamiento es llevado a cabo por la
matemática histórica que encuentra su fundamentación en la teoría
4
axiomática de conjuntos (Badiou, 1999: 55-61). Esto se debe a que
el ser-en-tanto-ser; lo real, coincide, según el análisis de Badiou,
con lo múltiple puro, nombrado como conjunto vacío o Ø, antes
que con lo Uno o bien lo múltiple contado-por-uno (estructurado);
contradiciendo con esto la manera como tradicionalmente la
teología y la metafísica clásica lo habían presentado.
Para comprender la noción de Objeto elaborada por Badiou y
aquí asumida es preciso primero recurrir a las definiciones de
mundo y de trascendental (de un mundo). A saber, “un mundo es
el lugar en el que aparecen objetos. O también (…) “mundo”
designa una de las lógicas del aparecer” (Badiou, 2008: 643). Así
mismo:
El concepto de “trascendental es, sin duda, el concepto operatorio
más importante de toda la Gran Lógica, o teoría del aparecer. Designa la
capacidad, constitutiva de todo mundo de atribuir a lo que está ahí, en
ese mundo, intensidades variables de identidad con todo lo que está,
igualmente, ahí. En suma, “trascendental” designa lo siguiente: un
mundo, en el que aparecen a título de objetos multiplicidades puras, es
una red de identidades y de diferencias que concierne a los
elementos de lo que aparece ahí. Se comprende, entonces, por
qué la estructura fundamental del trascendental es la estructura de
orden, forma general de lo que autoriza el “más” y el “menos” (Badiou,
2008: 649).
De manera que el trascendental de un mundo permite llevar
a cabo la distinción entre objetos según grados de
identidad/diferencia de manera reglada. Un manera muy útil de
comprender esto es pensar en un sistema auto-organizado donde se
presentan los fenómenos críticos propuestos por Perl Bak. En
contraste con los puntos críticos de la física clásica, donde el
parámetro de control, el trascendental, es exterior al sistema, como
sucede por ejemplo en el paso de un sólido a un líquido, tomado el
sólido como sistema asilado, según lo indica una medida de
temperatura entregada por un termómetro:
En los fenomenos criticos auto-organizados, en cambio, los
sistemas alcanzan un punto critico de acuerdo con su propia dinamica
interna, independientemente del valor de cualquier variable de control.
La idea crucial de Bak consistio en pensar que el arquetipo de un sistema
critico auto- organizado bien podria ser una simple pila de arena [...]
Arrojando un hilo de arena lentamente sobre una superficie se forma una
pila. A medida que la pila crece ocurren avalanchas que
transportan arena desde la cuspide hasta la base. En los modelos
teoricos, al menos, la pendiente de la pila es independiente de la
velocidad con que se arroja la arena. Esta es la pendiente auto-
organizada, la cual se llama asi incluso en casos en los cuales la
pila no tiene forma de cono o adopta una configuracion irregular. En
los sistemas de este tipo la caida de un grano de arena un poco
mas grande de lo comun podria no tener consecuencias mayores,
mientras que un evento menor (un grano de arena adicional) podria
desatar una reaccion en cadena y causar un deslizamiento de
proporciones: el mejor ejemplo de una funcion no lineal (Reynoso, 2011:
207).
5
Por otra parte, para dar inicio en este punto a la conjunción
entre TAR y fenomenología objetiva, según Latour, la noción
metodológica de red o rizoma responde a tres propiedades como
anulación de algunas relaciones binarias que ingenuamente se
consideran absolutas. En la noción de red se anulan la diferencia
entre:
Lejos/Cerca: para escapar a la tiranía de la distancia y la
proximidad de tal modo que actantes (actores narratológicos en el
sentido de Greimas) cercanos, al ser desconectados de la red se
puedan hacer absolutamente lejanos. La lejanía y la cercanía
dependen entonces de la conectividad de los actores. Pequeña
Escala/Gran Escala (Micro/Macro): para disolver la distinción
entre micro y macro en el sentido en que una red nunca es más
grande que otra, sino más o menos intensamente conectada.
Dentro/Fuera (Actor/Sistema): para salir al paso a la distinción
entre afuera y adentro dada por un límite periférico métrico
(Latour, 1996: 4-6).
Podría parecer que las nociones de mundo en Badiou y red en
Latour no tienen nada en común, más que por el uso de la palabra
red en ambas propuestas, y antes bien su conjunción aparentaría ser
problemática a causa de la autorización del “más” y del “menos”
en lo que Badiou llama un mundo. Esto sólo se resuelve teniendo
en cuenta que un mundo es ontológicamente medido por un
cardinal infinito inaccesible, a pesar que sus objetos son
fenomenológicamente finitos. Dada tal condición, que se irá
aclarando progresivamente, se cumple lo siguiente:
Badiou mismo advierte que habrá que tener cuidado “con que
la dialéctica de lo grande y lo pequeño no subsuma en modo
alguno todo el campo, axiomáticamente fijado, de la relación de
orden. Esas son sólo formas de leer el simbolismo. Porque la
esencia de la relación de orden es la comparación “en sí” (Badiou,
2008: 183). De manera que un mundo gozaría de una estructura de
orden que no implica someter a sus objetos a la relación pequeña
escala/gran escala; la posibilidad de decir mayor y menor es
siempre un forma de lectura de la relación de orden y no expresa su
esencia. Tanto un mundo como una red escapan a la dialéctica de
lo grande y lo pequeño. Si esta anulación vale en la fenomenología
objetiva para la relación Pequeña Escala/Larga Escala, también lo
hace para la relación Dentro/Fuera y Lejos/Cerca.
En un mundo no aplica la contradicción Dentro/Fuera en
tanto si un elemento (un múltiple) está en el interior de un
subconjunto, un objeto, (otro múltiple) de un mundo, es decir, si
está localizado en él, ese objeto sólo es un conjunto de referencia
que permite decir que algo está en el interior de algo. Tal curiosa
relación, que permite pensar interioridades en las que el interior de
un conjunto referencia es el conjunto referencia mismo se la llama
una topología o espacio topológico (Badiou, 2008). En palabras de
Badiou “esto significa que desde que un mundo es una potencia
[poder es un posible sinónimo] de localización del aparecer de
multiplicidades, es incapaz de localizarse a sí mismo distinguiendo
6
su interior de su frontera o exterior” (Badiou, 2008: 440). Un
mundo, así mismo, es un ambiente en términos de modelos basados
en agentes (MBA's). Vale agregar que la cercanía entre ANT con el
modelado basado en agentes ya ha sido estudiada por Wernick et
al. (2006).
Siendo esto así, la contradicción Lejos/Cerca es
evidentemente relativa. Pues si el mundo de referencia Colombia
como espacio territorial jurídico-político, por ejemplo, es una
topología, obviamente estaría absolutamente cerca de Colombia
misma. Pero al estar Colombia completamente cerca de Colombia
misma tendría que estar, curiosamente, lejos de Colombia misma.
Pero si, por avatares del destino, para introducir lo referente al
periodo 2000-2010 en Colombia, un decreto presidencial en
Colombia declarase un estado de conmoción interior (de
excepción), el mundo Colombia sería desconectado de sí mismo,
esto es, que dejaría de ser parte jurídico-política de Colombia
misma, a pesar de estar en el interior del conjunto de referencia
Colombia, estaría absolutamente lejos de Colombia como espacio
territorial jurídico-político, pues sencillamente no estaría en ese
espacio territorial jurídico-político; de modo que no tendría sentido
decir que estaría mas o menos cerca/lejos de Colombia como
espacio territorial jurídico-político. Estaría en una situación, como
diría Agamben, de estado de excepción jurídico-política.
Por esto para la TAR no hay actores “sociales” metidos en
sistemas “sociales”; como si estuvieran dentro de bolsas, ni
micropolíticas o microeconomías metidas en macropolíticas y
macroeconomías. En cierto modo sólo hay actores localizados en
redes, o bien “sistemas en el interior de sí mismos”, y sólo hay
“micro-objetos” localizados en redes, o bien “macro-objetos en el
interior de sí mismos”. Sencillamente lo macro, lo lejano y lo
sistémico son conjuntos de referencia cuyo interior es idéntico a
ellos mismos.
Por otra parte, el lector desprevenido asumirá de entrada el
uso de la palabra estructura por Badiou en su definición de mundo,
como una prueba tajante de su supuesto estructuralismo
trasnochado. ¿Cómo se atreve a usar la palabra estructura? ¡Eso no
explica nada y soluciona todo recurriendo a una universalidad
abstracta en la que lo que entra se acomoda funcionalmente!
Sin embargo, el sentido de la palabra estructura es
fundamentalmente diferente al usado por el estructuralismo. La
palabra estructura denota un tipo de múltiple definido por las
matemáticas estructurales y no un tipo funcional de imaginario o
símbolo cultural trascendente (Mandalas, lenguaje del
inconsciente, por ejemplo). Una estructura es un conjunto base A
junto a las construcciones que involucran a A y las propiedades que
verifican esas construcciones. Dichas propiedades siempre son
formuladas mediante axiomas.
Este es un sentido absolutamente inverso al de la estructura
en el estructuralismo, pues en la fenomenología objetiva no se
suponen funciones trascendentes para los objetos; cosa que incluso
sucede en la teoría de campos de Bordieu, donde los agentes se
posarían en posiciones definidas según tipos de capital y de poder,
7
sino que se proponen modelos en el sentido matemático, mundos
de objetos reglados trascendentalmente, donde los agentes
interactúan con sus vecinos. El concepto de estructura usado por
Badiou es auténticamente científico-matemático pues no
predispone un espacio funcional “vacío” que vendría a ser
ocupado. Todo mundo, en cambio, está estructurado
trascendentalmente, es decir, ordinalmente, según los grados de
identidad y de diferencia entre sus objetos.
Es preciso también tener en mente que una estructura de
orden no es una estructura en el sentido estructuralista, sino en uno
estrictamente matemático, del grupo Bourbaki y no estrictamente
de Saussure aunque por vía de Lacan (el inconsciente está
estructurado como –conjuntos y categorías matemáticas– y no es
un lenguaje) le fue posible ha Badiou ensamblar tales ideas en su
concepto de modelo con soporte en la teoría de modelos, al igual
que Serres pudo articular al análisis cultural con las estructuras
matemáticas y proponer lo que llamó en Hermes I logoanálisis.
Latour es claro frente al rechazo del estructuralismo:
Los estudios de organizaciones, los estudios de la ciencia y la
tecnología, los estudios empresarios, los estudios de la información, la
sociología, la geografía, la antropología, no importa cuál sea el
campo, por definición no pueden basarse en explicación estructuralista
alguna, dado que la información es transformación (…) en el
estructuralismo nada se transforma, simplemente se combina (…)
Una estructura es una red en la que solo hay información escasa (...)
Si quiero tener actores en mi informe, tienen que hacer cosas, no
ser los que ocupan lugares; si hacen algo, tienen que incidir. Si no
inciden, déjelos de lado, comience otra descripción (…) "¿Que
puedo hacer con la TAR?". Yo respondí: ninguna explicación
estructuralista. Las dos son completamente incompatibles (Latour,
2008: 220 - 222).
Pero tampoco se queda corto en su ataque al hijo legítimo del
estructuralismo; el postestructuralismo:
Como indica esta etiqueta, el postestructuralismo es la
supervivencia del estructuralismo después de desaparecida la
estructura, en forma similar al pollo que sigue corriendo después de que
se le corta la cabeza. Si bien ha abandonado la búsqueda de
coherencia, el postestructuralismo ha retenido la misma definición de
la causalidad: pocas causas seguidas de cadenas largas de
ocupantes de lugares pasivos a los que he llamado intermediarios
(Latour, 2008: 304).
De manera que en primer lugar la TAR anula la noción de
estructura abandonando la búsqueda de coherencia estructuralista y
en segundo lugar transforma la noción de causalidad al introducir
la distinción entre mediadores e intermediarios: “una
concatenación de mediadores no establece las mismas relaciones y
no requiere el mismo tipo de explicaciones que un cortejo de
intermediarios que transporta una causa” (Latour, 2008: 157).
8
Este es un sentido diferente al de estructura en el
estructuralismo. Recuérdese en este punto una, o mejor, la
característica fundamental que Deleuze propuso para reconocer el
estructuralismo: “las cosas mismas en general no tienen estructura
sino en la medida en que sostienen un “discurso” silencioso, que es
el lenguaje de los signos (Deleuze, 2002: 223). Siendo esto así, por
un lado, la fenomenología objetiva de Badiou sería aparentemente
un pensamiento de corte estructuralista. A saber, según Badiou, tal
fenomenología es calculada y se funda en la tesis de las
matemáticas como ontología. Pero desde el punto de vista de
Badiou, las matemáticas no son la estructura del ser, lo que implica
defender un pitagorismo inaceptable en la concepción ontológica
de las matemáticas. Badiou lo deja claro: “la tesis que sostengo no
declara en modo alguno que el ser es matemático, es decir,
compuesto de objetividades matemáticas. No es una tesis sobre el
mundo, sino sobre el discurso”. (Badiou, 1999: 16). Entiéndase
bien la precisión: son el discurso formal que permite decir algo
sobre el ser-en-tanto-ser o bien en tanto aparecer.
Empero hay que precisar los términos de Deleuze, él mismo
sostiene que:
Se tiene razon al asignar a la linguistica como origen del
estructuralismo: no solamente Saussure, sino la escuela de
Moscu, la escuela de Praga. Y si el estructuralismo se extiende a
continuacion a otros dominios, ya no se trata esta vez de analogia: no es
simplemente para instaurar metodos “equivalentes” a los que primero
fueron fecundos en el analisis del lenguaje. En verdad no hay
estructura mas que de lo que es lenguaje, aunque se trate de un
lenguaje esoterico o incluso no verbal” (Deleuze, 2002: 223).
El estructuralismo es una estrategia de investigación en las
teorías sociales y humanas que asume que existe, no un silencioso
lenguaje de los signos, sino un régimen de signos lingüístico-
natural, cultural, y universal, sostenido por las diferentes
sociedades. Al igual que los “lenguajes animales” son objeto de la
zoosemiótica, las matemáticas como ontología o discurso sobre el
ser, no son un lenguaje natural, y no son objeto de estudio de la
lingüística, sino de la semiótica formal de un lenguaje artifical, de
origen acontecimental y prolongación histórica. Nunca se ha visto
un científico estructuralista porque sencillamente no hay nada de
cultural en los lenguajes formales de la ciencia. La articulación con
la TAR aquí propuesta entonces hace hincapié en que no hay
tampoco nada de cultural en la forma de los lenguajes naturales de
las sociedades. Como se sabe ya hace tiempo, hay lenguajes
formales, lógicas, que describen las relaciones de los componentes
semióticos de los lenguajes naturales. Siguiendo a Badiou, existe
una Gran Lógica que subsume la pequeña lógica de las
proposiciones y los predicados de primer orden según un Álgebra
de Heyting completa. Desde el punto de vista aquí esbozado, la
comunicación desborda el orden de la significación lingüística
natural para poner en relación regímenes de signos diversos; se
planta más en el orden de la semiosis como proceso de intercambio
9
transformacional de signos, en tanto objetos o actantes que están
en lugar de algún objeto o actante para otro objeto o actante y que
pueden ser humanos y no humanos. Pero tal semiosis es
reductible, como Eco (1990) propone, a la relación de inferencia
probable, al “si a entonces” de la lógica de primer orden; en
consecuencia es formalizable y de ahí que la propuesta topo-lógica
de Badiou resulte muy pertinente, pues la inferencia es reductible a
la relación matemática de dependencia en la propuesta de Badiou;
lo que refuta en parte cualquier logicismo.
La matemáticas, en tanto ciencias del ser-en-tanto-ser, son la
situación que presenta la presentación misma, lo múltiple en sí, en
tanto que despliegan una teoría de lo real/múltiple no como
transparente o construido, sino como diferencia interna; múltiple
puro no contado por uno, solo cognocible sustractivamente como
conjunto (múltiple) vacío e instaurado por una ontología
axiomática conjuntista (Badiou, 1999).
De manera análoga a lo que Deleuze y Guattari (2006)
llaman principio de multiplicidad para el rizoma, y que luego
Latour adoptará como sinónimo de la palabra red, el conjunto vacío
solo es cognocible como múltiple, pues lo que es, se presenta como
múltiple.
Pero surge inmediatamente una duda. “¿Para qué sirve decir
que el vacío es ‹‹múltiple››, si se habla de ‹‹múltiple de nada››?”
(Badiou, 1999: 74):
Es que la ontología es una situación y, en consecuencia, todo lo
que ella presenta cae bajo su ley, que es la de tener que dar cuenta
sólo de lo múltiple, aun si, no componiendo nada, es en realidad
diagonal a la oposición intrasituacional entre lo uno y lo múltiple
(Badiou, 1999: 74).
El lector instruido objetará en este punto que Badiou es
enfático a la hora de enfrentarse al modelo rizomático que pretende
separarse de la dialéctica, al juzgarla como un pensamiento de lo
Uno trasnochado; incluso cuando afirma tajantemente y como
principio que “lo Uno se hace Dos”.
En su artículo El fascismo de la papa (2002) lo dice así:
Deleuze-Guattari's dialectical arboriculture, all absorbed as they
are to oppose the “multiple” philosophy of the potato to the vertical
despotism of the tree, is only a painful falsification. Lenin already
remarked that the essence of the dialectic is never the strong and
presupposed unity, but the unity of opposites, which at once relativizes
the concept of the One beyond return. (Badiou, 2012: ).
Para entender esta objeción hay que revisar el concepto de
rizoma elaborado por Deleuze y Guattari. Según el principio de
multiplicidad para el rizoma, “no hay unidad que sirva de pivote en
el objeto o que se divida en el sujeto. No hay unidad, ni siquiera
para abortar en el objeto o para “reaparecer” en el sujeto” (Deleuze
& Guattari, 2006: ). Así, si una determinación del rizoma cambia
entonces también la naturaleza del rizoma cambia. Un rizoma no se
deja codificar por alguna unidad-pivote de la que dependa un
10
conjunto de relaciones entre elementos/puntos, o bien, según lo
Uno que se divide en el objeto o se reunifica, según una lógica
binaria de diferenciación, en el sujeto. En fin, un rizoma no es
reducible ni a lo uno ni a lo múltiple, ni tendría sujeto u objeto
(Deleuze & Guattari, 2006).
Como se verá, los términos sujeto y objeto son usados por
Deleuze y Guatari en un sentido muy distinto al que le otorga
Badiou. Hay que tener en mente también que el vacío es nombre
del ser-en-tanto-ser (no es ni objetivo ni subjetivo).
Ahora bien, lo múltiple puro es por sí pura diferencia.
Empero, aclara Badiou respecto al vacío, lo es sólo en el sentido
paradójico de la in-diferencia. Como el vacío es inextensional,
pues no tiene elementos, es in-diferente, pues no le pertenece
elemento alguno que le diferencie de otro conjunto. El vacío, según
Badiou, es aquello que al no haber sido contado por uno,
instauradas axiomáticamente o por principio su existencia y su pura
diferencia, es decir, su in-existencia y su pura in-diferencia, sólo es
pensable y cognocible por vía sustractiva; restando lo Uno al ser-
en-tanto-ser.
La única manera de diferenciar el conjunto vacío de otro
conjunto es pensándole negativamente como lo in-diferenciado.
Asimismo, por fuerza, el conjunto vacío debe ser único, pues
cualquier conjunto supuesto, cuya cualidad sea no tener elementos,
no puede ser por definición sino el vacío. “La unicidad del
conjunto vacío es inmediata porque nada lo diferencia, y no porque
su diferencia sea corroborable. La unicidad según la diferencia es
aquí sustituida por la irremediable unicidad de la in-diferencia”
(Badiou, 1999: 84). Esta diferenciación extensional, en la teoría de
conjuntos queda fijada por el axioma de extensionalidad.
Pero como el conjunto vacío no tiene elementos. ¿Cómo
puede entonces relacionarse con algo más?
A saber, supuesto un conjunto sin elementos, el vacío, es
decir, un múltiple al que el no pertenecer a él se le atribuye
universalmente a cualquier otro múltiple -conjunto-, y supuesta su
negación, es decir, suponiendo que algo le pertenece, cualquier
cosa podría inferirse de allí por ex falso sequitur quodlibet
(principio de explosión).
El vacío, lo múltiple puro y auténtico, no se presenta en otro
conjunto bajo la forma de la mera pertenencia ( ) sino según la
relación de inclusión ( ) para conjuntos y subconjuntos. Según la
axiomática de conjuntos el vacío está incluido en sí mismo y en
consecuencia está incluido universalmente, pues nada impide que
lo que nada agrega se pose en cualquier conjunto como
subconjunto. Formalmente:
Un conjunto no está incluido ( ) en otro si un elemento suyo
no pertenece a ese otro, A B si y solo si ( ) x A y ( ) x B.
Si A es (=) Ø, es decir, si Ø B entonces habría que decir que hay
( ) un x Ø y x B. Lo cual es absurdo pues es axiomáticamente
verdadero que nada pertenezca al vacío; para toda ( ) “cosa” esa
“cosa” no pertenece al vacío. ( x) ¬ (x Ø). De manera que, si se
supone que el vacío no está incluido en algún conjunto, es decir, si
( ) [Ø ] (x): (x Ø x ) como es axiomáticamente
11
verdadero que ( x) ¬ (x Ø) y en consecuencia cualquier cosa
puede seguirse. Todo múltiple cualesquiera incluye, en último
término, el conjunto vacío, que es único, pues si hubiera otro nada
lo diferenciaría del primero.
La marca Ø guarda un sentido para siempre enigmático
(Badiou, 1999), al ser el nombre propio del ser. Asimismo, esta
verdad resulta traducible poéticamente con la siguiente afirmación:
La ontología, axiomática de la inconsistencia particular de la
multiplicidad, captura el en-sí de lo múltiple mediante la puesta en
consistencia de toda inconsistencia y la inconsistencia de toda
consistencia. Así, ella deconstruye todo efecto de uno, fiel al no-
ser de éste, para disponer sin nominación explícita, el juego reglado de
lo múltiple como forma absoluta de la presentación, por lo tanto,
el modo según el cual el ser se propone a todo acceso. (Badiou, 1999:
41).
Cuando Deleuze y Guattari afirman que las multiplicidades
son rizomáticas y denuncian las pseudo-multiplicidades
arborecentes (Deleuze & Guattari, 2006) ¿no estarían acaso
refiriéndose a la distinción entre lo múltiple puro que la marca Ø
nombra contra los conjuntos o múltiples contados por uno que
Badiou llama estructurados? Dicen Deleuze y Guattari respecto de
las multiplicidades arborescentes que éstas restituirían la unidad:
“siempre que una multiplicidad está incluida en una estructura, su
crecimiento queda compensado por una reducción de las leyes de
la combinación” (Deleuze & Guattari, 2006: 12). Hay empero que
hacer una aclaración para evitar caer en ésta errada tesis.
En un rizoma se cumplen también los principios de conexión
y heterogeneidad. Según el principio de conexión, en un rizoma
todos los puntos pueden y deben ser conectados. Lo curioso es que
Deleuze y Guattari también sostienen que un rizoma no está hecho
de puntos sino de líneas y que según su constitución, puede estar
formado por líneas de segmentariedad, ser roto, pero siempre
recomenzar “según ésta o aquella de sus líneas, y según otras”
(Deleuze & Guattari, 2006: 15). ¿No afirman que los puntos de un
rizoma podrían y deberían ser universalmente conectados? ¿Cómo
comprender esta afirmación contradictoria?
Esto sólo se comprende asumiendo la distinción entre lo
múltiple puro que se deja pensar bajo la forma múltiple del punto
vacío, conjunto vacío, y lo múltiple posterior a una cuenta-por-uno
y a su localización objetiva en un mundo.
La tesis aquí arriesgada, que complementa y aclara las
propuestas de Deleuze y Guattari heredadas por Latour, es que
precisamente un rizoma o red, no está hecho ni de puntos ni de
líneas. Un rizoma es un múltiple estructurado que cumple la
propiedad conectiva según la cual todos sus elementos deben y
pueden ser conectados. Lo cual sólo puede indicar que Deleuze y
Guattari, cuando hablan de rizoma, piensan parcialmente, más
bien, en un múltiple estructurado como una topología. Ésta
intuición se ve confirmada en el hecho que Latour asume la noción
de rizoma como sinónimo de red, al decir que una red: “las cosas
no se ordenan por tamano como si fueran cajas dentro de cajas.
12
Mas bien se ordenan por grado de conexion, como si fueran nodos
conectados a otros nodos” (Latour, 2013: 63). En una red o rizoma,
como la comprende Latour hay orden; pero ese orden rizomático
supera las distinciones binarias entre afuera/adentro,
grande/pequeño, lejos/cerca.
Si bien, por un lado, un rizoma es heterogeneidad absoluta,
también cumple, siguiendo a Deleuze y Guattari, un principio de
ruptura asignificante, (escapando al régimen significante en el que
el signo remite indefinidamente al signo), lo cual se evidencia en
los formalismos matemáticos, onto-lógicos que permiten modelizar
las observaciones en la fenomenología objetiva. Esto es así porque
la ontología renuncia a las definiciones ostensivas omitiendo la
definición de conjunto y sometiendo el discurso formal sobre “lo
que es”, al fundarse en la relación de pertenencia sin mayor
definición que lo que indica la misma marca: relación entre
elementos y conjuntos de esos elementos. Aquello que es,
conjunto, es aquello que se presenta bajo la relación de
pertenencia a la que nada define pues es vacía o sin sustancia.
El mayor impasse que se encuentra en este punto es el que
proponen los principios de cartografía y calcomanía para el rizoma
tal y como los definen Deleuze y Guattari. Según ellos, “un rizoma
no responde a ningún modelo estructural o generativo. Es ajeno a
toda idea de eje genético, como también de estructura profunda. Un
eje genético es como una unidad pivotal objetiva a partir de la cual
se organizan estadios sucesivos; una estructura profunda es como
una serie cuya base se puede descomponer en constituyentes
inmediatos, mientras que la unidad del producto está en otra
dimensión, transformacional o subjetiva” (Deleuze & Guattari,
2006: 17). Estos últimos son principios de calco de algo ya dado.
El rizoma, en cambio, es mapa, pues debe ser trazado sobre lo real.
Por eso las descripciones en la TAR, según Latour, trazan el
rizoma; porque el rizoma no está dado de antemano, es mas bien el
mapa de lo dado. Hacer rizoma o red es en este sentido
experimentar sobre lo real; no es tanto que lo real sea como una
red, sino que una red puede graficar cómo aparece eso real, pues en
todo caso, una red siempre podría ser traducida homomórficamente
a una matriz de adyacencia sin problemas.
En éste punto, empero, Latour parece separarse de lo que
Deleuze y Guattari llaman rizoma, puesto que sostiene
precisamente que en la TAR el “despliegue podría tomar la forma
de una red a condición de que cada transporte sea pagado en
transformaciones, es decir, si nos aseguramos de pavimentar toda
la distancia de un sitio al siguiente no con intermediarios sino con
mediadores plenos” (Latour, 2008: 248). La transformación
pagada, es decir, la información, dista de ser una metáfora, es
sentido pleno una verdad computacional: “se ha probado que los
patrones que se extienden en el tiempo y el espacio pueden
almacenar y trasmitir información, y que las interacciones
complejas resultantes son capaces de modificarla. Estas tres
habilidades (almacenar, reproducir, transformar) son los
componentes necesarios y suficientes de cualquier proceso de
computación” (Reynoso, 2006: 127); y como “la información
13
mide, por definición, el grado de organización de un sistema”
(Reynoso, 2006: 20), el almacenamiento, reproducción y
transformación de la información es literalmente el
almacenamiento reproducción y transformación que computa un
sistema mas o menos organizado. La teoría de la información en
éste punto es esclarecedora:
Urge aclarar que la teoría de la información nada tiene que ver
con el significado de los mensajes: se trata de un abordaje que
analiza cosas tales como las formas más óptimas de codificación, la
cantidad de redundancia que hay que introducir para compensar
el ruido, y, en especial, la “medida de la información”. Esta
cantidad de información se define como la cantidad de incertidumbre de
un mensaje en función de la probabilidad de aparición de los elementos
que componen el código. No hay en general ninguna correlación
entre la riqueza de significaciones y la complejidad informacional,
aunque algunos teóricos de la cultura y la sociedad (Abraham Moles,
Max Bense, los semiólogos de la Escuela de Tartu) hayan creído lo
contrario. El concepto de información, asimismo, es físico y no
psicológico: una sinfonía informacionalmente compleja no alberga,
subjetivamente hablando, demasiada improbabilidad o sorpresa para
quien la conozca de memoria (aunque objetivamente haya sido
más difícil de memorizar que una sinfonía más simple o más breve).
La información (que en homenaje a Ralph Hartley se simboliza
con la letra H, no con I) es un concepto muy simple: información es la
medida de los grados de libertad que existen en una situación dada
para escoger entre señales, símbolos, mensajes o pautas. El conjunto de
todas las categorías (el “alfabeto”, cualquiera sea el modo de la
comunicación) se denomina también repertorio. La cantidad de
información se mide como el logaritmo binario del número de patrones
alternativos, formas, organizaciones o mensajes que forman ese
repertorio. La unidad en que se expresa la medida de la información es
también la más simple de todas: el bit o dígito binario [binary digit]. La
complejidad creciente de las pautas informacionales determina apenas un
crecimiento logarítmico en las unidades de medida: dos
alternativas elegibles (dos grados de libertad) requieren un solo bit,
cuyos valores pueden ser sólo 1 y 0; cuatro alternativas se expresan
con dos bits (00, 01, 10, 11); ocho con tres bits (000, 001, 010,
011, 100, 110, 111, 101), y así sucesivamente (Reynoso, 2006: 19).
De manera que lo que la TAR entiende por rizoma dista
mucho de permitir saltos entre puntos o líneas de segmentariedad;
pero también dista mucho de renunciar al orden, como de no
pretender la unidad del producto gracias a una dimensión
transformacional. Los detalles de las imprecisiones conceptuales,
que aquí no se pretenden desplegar, del modelo rizomático
deleuze-güattariano han sido con detalle estudiados por Carlos
Reynoso en su texto, que hay que calificar de fundamental, junto a
muchos otros suyos, para la ciencia social auténtica “Arboles y
redes: Crítica del pensamiento rizomático” (2014).
Se puede comprender fácilmente en este punto que para
Deleuze y Guattari, estructura denota la profundidad de tipo
significante –profundidad lingüística– oculta tras los objetos y los
sujetos. De modo que dicha palabra no tiene el sentido de la
14
palabra estructura de orden en las matemáticas. En segundo lugar,
para Latour, la palabra estructura también denota algo profundo de
nivel “macro” o “global” y lingüísticamente formado. Así, “sin
duda, en cuanto las singularidades locales donde se fabrican las
estructuras globales son destacadas, es toda la topografía de lo
social lo que se modifica. Lo macro ya no describe un sitio más
ancho o más grande en el que lo micro quedaría inserto como una
muñeca Matrioshka rusa, sino otro lugar igualmente local,
igualmente micro, que está conectado con muchos otros a través de
algún medio que transporta tipos específicos de rastros” (Latour,
2008: 253).
Es preciso entonces notar que la noción de estructura de
orden (el trascendental de un mundo) sólo exige el establecimiento
de relaciones de identidad/diferencia entre los objetos de un
mundo. Permite en últimas la posibilidad de decir que dos objetos
que cambian singularmente están más o menos intensamente
conectados, mas no determina la forma de esa relación, esto es, no
puebla a la estructura por funciones necesarias, como sería en un
estructuralismo.
Pero por ello no hay que creer que un mundo es un sistema
para sus actores, un marco para sus actantes, una bolsa para sus
objetos; un mundo/red es también objeto/actante, pues el dualismo
falso entre macro y micro queda anulado al asumirse que un mundo
es una topología, empero ese aparecer-objetivado es inaccesible
pues un mundo tiene una cardinalidad inaccesible para sus
actantes; como se verá mucho más adelante. En todo caso un
objeto siempre puede ser tratado como mundo, y todo mundo como
objeto. Así las cosas, la teoría del actor/red es la teoría del
objeto/mundo.
La propuesta que ésta investigación ha ido describiendo:
Constituye una estructura filosófica abstracta de múltiples
modelos. Otorgándoles sus elementos, cimas, caminos, flujo de
comunicación, etcétera, tal contenido determinado, puede convertirse en
un método efectivamente movilizable. Para convencerse, basta
asegurarse de que su desempeño puede hacerse por medio de
contenidos puros o por medio de contenidos empíricos; y, de hecho,
en su límite de pureza, puede ser una matemática, teoría de
grafos, topología combinatoria, teoría de esquemas; puede convertirse,
llegada una aplicación extrema, en excelente órgano de comprensión
histórica. Esto se vuelve posible porque rompe definitivamente con la
linealidad de los conceptos tradicionales: la complejidad ya no es un
obstáculo para el conocimiento o, peor, un juicio descriptivo, sino el
mejor auxiliar del saber y la experiencia (Serres, 1996: 21).
Lo que le entrega la fenomenología objetiva a la TAR es la
calculada formalización de sus modelos de actor-red bajo el
concepto fenomenológico-matemático de mundo. Como lo propone
Michel Serres, alguna vez maestro tanto de Badiou como de
Latour: “las matemáticas son simultáneamente una ontología
formal y una lógica trascendental” (Serres 1996: 129).
Ese orden que acepta Latour en las redes, en la
fenomenología objetiva de Badiou es dado por una estructura (de
15
orden) trascendental que regla las identidades y las diferencias
entre los objetos que pueblan las redes que son los mismos
mundos. Con esto se demuestra que una red es un mundo
topológico y un mundo topológico es una red; un mundo/red es una
topología.
1.2 Objetivismo relativista: Intermediarios-
Modificaciones / Mediadores-Sitios
Comprender a cabalidad la noción de red o mundo aquí
utilizada, exige establecer las definiciones de actante o actor,
intermediario y mediador, y relacionarlas con la noción de objeto,
modificación, sitio y singularidad en Badiou.
La fenomenología objetiva es un discurso que traza, rastrea,
cartografía calculadamente redes a partir de los rastros que las
intertraducciones de sitios/mediadores humanos y no-humanos con
diversos modos de existencia establecen al asociarse. La TAR le
insta a pensar en términos de sitios o mediadores; se trata llevar a
cabo el trazo de las redes (Latour, 1997), que no están dadas en un
terreno pre-social. Con inspiración tardeana, las sociedades se
forman relacionando objetos “no sociales” como sitios locales, de
humanos y no humanos, que se conectan entre sí. Se asume
entonces aquí que la noción de mediador es la de un objeto, en el
sentido de Badiou, que deviene como sitio.
Para la TAR empero, no se trata simplemente de que no
estemos ya conectados, asociados en una red o un mundo
colectivo, sino de que para poder comprender las asociaciones se
precisa de ir paso a paso, o como diría Badiou, punto por punto,
reensamblándolas, al seguir los rastros que dejan los
mediadores/sitios en su devenir impredecible en términos
absolutos, al estar el mismo investigador incluido en ese mundo
que traza. Nadie, entre los investigadores contemporáneos
latinoamericanos, tiene más claridad de éste hecho, como de la
importancia de la epistemología que necesitan las ciencias sociales
de las asociaciones, que Carlos Reynoso cuando afirma que “sólo
hace falta resemantizar los nodos como actores y los vínculos
como relaciones para que los grafos representen redes sociales”
(Reynoso, 2011: 27).
Con la conjunción de estas dos posturas se propone un
objetivismo relativista, dado que para ser fieles a la noción de
mediador, incluso el investigador en TAR o el sociólogo de
asociaciones, produce, hace que pasen cosas, mientras observa,
describe y va construyendo su informe; hay objetividad y
relatividad. Se le sale al paso así a la distinción supuestamente real
entre emic / etic, pues la descripción emic del mundo realizada por
investigador está en el mismo mundo que la descripción etic de
otros agentes de ese mundo.
En este punto resulta necesario precisar el lenguaje de la
TAR. Sin duda, una red o un múltiple topológico debe ser trazado
por el investigador, pero es ingenuo creer que el trazo o la
observación y descripción de sociólogo-fenomenólogo objetivista y
no ingenuo no produce algo en lo que estudia.
16
De ahí que Latour recalque que:
Los informes textuales son el laboratorio del científico social y si
la práctica de laboratorio sirve de referencia, lo que indica es que la
objetividad puede lograrse debido al carácter artificial del medio,
bajo condición de que se detecte a los artefactos gracias a una atención
continua y obsesiva. De modo que tratar un informe de ciencias
sociales como un relato textual no significa debilitar su pretensión de
realidad, sino aumentar la cantidad de recaudos que deben tomarse y de
las capacidades que deben exigirse a los investigadores. A esta
altura, debería resultar claro que hacer mas difícil la producción
de objetividad es de lo que se trata. No hay motivo para que los
sociólogos de las asociaciones abandonen ese condicionamiento
cuando abandonan la sociología de lo social y cuando agregan a
la discusión una quinta fuente de incertidumbre, generada por la
escritura de sus propias investigaciones. De hecho, es lo opuesto.
Si lo social es algo que circula de cierto modo y no un mundo que está
mas allá al que puede acceder la mirada desinteresada de algún
científico ultra lúcido, entonces lo social puede ser transferido por
muchos dispositivos adaptados a la tarea, incluidos textos, informes,
explicaciones e indicadores. Puede que sí o puede que no. Los
informes textuales lo pueden fallar al igual que lo hacen a menudo los
experimentos (Latour, 2008: 185-186).
Se tiene en este punto una primera tesis claramente relativa a
los medios de comunicación: todo informe textual (multimedial si
se quiere), incluso una simulación computacional, en las ciencias
sociales es un experimento científico, de modo que una
fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación
incluye dentro de sus objetos de estudio los experimentos mediales
a los que ella misma recurre.
Así, siguiendo con el enlace aquí pretendido, en
fenomenología objetiva de los medios masivos masivos de
comunicación el medio de exposición es indisociable del medio de
investigación. De manera que toda investigación en fenomenología
objetiva debe reparar, mantener en buen estado y mejorar sus
afirmaciones, como debe ser reparado, mantenido en buen estado y
mejorado, por ejemplo, un telescopio para un astrónomo.
Igualmente, puede que un informe falle como fallan los
experimentos en otras ciencias.
La tesis que se arriesga entonces queda más clara si es
enunciada así: la ontología pura es el discurso que describe el plano
pre-social discreto, restringido a las matemáticas puras pero
fundamento de toda ciencia, mientras la fenomenología objetiva es
el discurso que describe el emerger objetivo, localizado en un
mundo, de lo actores sociales, con la claridad de que eso social, es
algo constituido parcialmente al establecer en la descripción las
relaciones entre sitios de todo tipo, que no son de materia social,
pues lo social como marco, como estructura subyacente escondida
o como Ley, no existe. En último término se propone en este punto
una justificación, cosa que ya está en curso en las investigaciones
más avanzadas en ciencias sociales, de la necesidad para la
sociología de operar como una fenomenología objetiva,
17
convirtiéndose en una sociología calculada de las asociaciones
entre medios/actores de comunicación, humanos y no humanos, en
tanto mediadores que transforman los datos que comunican y que
se conectan formando redes. En lo que sigue se propone el primer
esbozo de lo que podría ser algún día un nuevo discurso del
método sociológico.
Retornando a la conjunción formal entre TAR y
fenomenología objetiva de Badiou hay que aclarar la diferencia
entre los pensamientos ontológico y fenomeno-lógico objetivo para
comprender bien lo que aporta la fenomenología objetiva a la TAR.
Ésta diferencia es curiosamente la diferencia entre dos maneras de
concebir la diferencia y la identidad. En la teoría axiomática de
conjuntos la diferencia se encuentra reglada por la extensionalidad
y la identidad absoluta, es decir, la equivalencia entre dos múltiples
o conjuntos. Existe precisamente un axioma que regla la diferencia
ontológica; el axioma de extensionalidad:
A , B: ( x) [(x A) & (x B)] o A , B: ( x) [(x A)
(x B)] A = B
Esto evidencia que en el mundo de la ontología la diferencia
y la identidad son siempre absolutas, en tanto toda diferencia local,
en un punto o elemento de un conjunto, implica inmediatamente
una diferencia global.
En el mundo de la fenomenología objetiva la diferencia y la
identidad son relativas, de modo que admiten grados y están
regladas por una intensionalidad (no intencionalidad). Desde un
punto de vista objetivista descriptivo, que es el que concierne a la
fenomenología objetiva, se sabe al incluir o indexar cualquier
multiplicidad ontológica, cualquier conjunto, en algún mundo en el
cual se establezcan relaciones que pueden ser diferentes a la
equivalencia.
Recuérdese que un mundo, según Badiou, es forzosamente
cualquier múltiple, es decir, un conjunto en el sentido de la teoría
de conjuntos, que incluye entre sus subconjuntos un trascendental
que asigna (opera la metrología) a los objetos (A, Id) que en él
aparecen un grado de identidad/diferencia Id.
Esto se ve claramente con el formalismo que define la
diferencia/identidad fenomenológica:
Id (A, B) = k
Este formalismo o matema (aquello que puede ser
aprendido), indica que dos múltiples que aparecen en un mundo
tienen una identidad y diferencia variables. Siendo esto así, la
diferencia y la identidad fenomenológicas objetivas son relaciones
de orden donde no se da estrictamente que x = y sino que, por
antisimetría, x y. Esto también indica que un objeto sólo existe
en la medida en que está en una red, un mundo, en la cual es
posible atribuirle un grado de identidad con otro objeto: “un
apareciente en un mundo no podría existir en él menos que lo
idéntico que es a otro” (Badiou, 2008: 186). Lo que es compatible
18
con la afirmación constructivista de la TAR según la cual habría
que impulsar “la logica un paso mas alla: los materiales estan
constituidos interactivamente; fuera de sus interacciones no tienen
existencia, no tienen realidad. Maquina, gente, instituciones
sociales, el mundo natural, lo divino –todo es un efecto o un
producto (Law & Mol, 1995: 277). Pero todo un efecto o un
producto en tanto que sin las relaciones regladas con otros
existentes no tiene sentido hablar de existencia. La TAR no es una
teoría idealista en ningún sentido, no hay nada como la
construcción psicológica de lo real, sino una visión constructivista
de lo social. Para Badiou, de manera análoga, no tiene sentido de
hablar de la existencia en un “mundo político” si esa existencia no
adquiere sentido relacional según la función trascendental de
identidad que permite decir que un fenómeno tiene un mayor o
menor grado de existencia en relación a otros: Id. Es nítido ahora
que en TAR y en fenomenología objetiva no sólo no hay
escepticismo, sino un relativismo donde el objeto sólo existe en
tanto está en relación con otros objetos. Aquí toma más sentido el
hablar de un objetivismo relativista para denominar al método
fenomenológico objetivo, pues como el mismo Latour sostiene lo
opuesto del relativismo “es el absolutismo” (Latour, 2008: 135).
Las relaciones fenomenológicas se dan también en el caso de
la identidad propia de los objetos de un mundo, esto es, de las
multiplicidades que aparecen y se constituyen en un mundo; lo cual
se formaliza como sigue:
Id (A, A) = k
Lo anterior implica, a diferencia de la ontología pura, la
posibilidad de que un objeto no sea absolutamente idéntico a sí
mismo, ni absolutamente diferente de otros (Badiou, 2008: 181-
183). Lo que indica que un fenómeno existe en un mundo más
intensamente en la medida en que afirma en mayor grado su
identidad en ese mundo.
Ahora es posible atender a la larga y técnica definición del
objeto en el marco de la Gran Lógica elaborada por Badiou:
Objeto es el nombre de la forma genérica del aparecer para un
múltiple determinado. Es entonces, después de “mundo”, el concepto
más fundamental de la Gran Lógica. Se puede decir que ser un
apareciente de tal o cual mundo equivale, para un múltiple, a
Objetivarse en él. Como un mundo, en cuanto a las leyes que
localizan elementos en él, es ampliamente definido por su trascendental,
se comprende sin dificultad que un objeto sea la indexación
trascendental de un múltiple. Es entonces cierto que un objeto sea
una categoría del aparecer (o de la lógica), y no una categoría del ser (o
de la ontología). Es una estructura del ser-ahí en un mundo.
En este punto, hay que cuidarse de las interpretaciones idealistas
o críticas de la noción de objeto. Se debe reafirmar, por una parte,
un resultado importante de El ser y el acontecimiento, a saber, que
aquello que aparece (el puro múltiple) es perfectamente conocible (por la
ciencia ontológica, llamada en otros términos “matemática”). Y se
19
puede postular, por otra parte, que lo que cuenta por uno en el
aparecer, sus átomos, es prescrito, en definitiva, por la composición real
del ser- múltiple.
Sea un mundo determinado cuyo trascendental es T. Un objeto
es, ante todo, el dato conjunto (llamado “conjunto-soporte” del objeto)
y de una indexación trascendental de ese objeto sobre T; tal es la
razón por la cual se lo anota (A, Id), o también (A, ) , o (B, ), etcétera.
Y luego, la sumisión de ese dato al postulado del materialismo, que
es que todo átomo [de aparecer] es un átomo real. Bajo esas
condiciones, se dice que un objeto (A, Id) es una forma del ser-ahí del
múltiple A (en el mundo considerado) (Badiou, 2008: 643-644).
En El ser y el acontecimiento lo dice así refiriéndose a la
diferencia entre fenomenología objetiva y ontología pura:
Las matemáticas no presentan, en sentido estricto, nada, sin que
por ello sean un juego vacío, puesto que no tener nada que presentar,
fuera de la presentación misma, es decir lo Múltiple, y no acordar
nunca con la forma ob-jeto, es por cierto una condición de todo discurso
sobre el ser en tanto ser (Badiou, 1999: 15).
Como se puede notar la noción de actante coincide con la
noción de objeto elaborada por Badiou en que ambas apuntan a que
la identidad y diferencia de algunas entidades, en sí múltiples, no
está reglada necesariamente por la relación de equivalencia sino
por relaciones de orden; grados de identidad y diferencia.
Hay que esclarecer entonces la diferencia entre un mundo
clásico y uno no-clásico.
Sea M el máximo, el mínimo y la operación conjuntista
de unión (Badiou, 2008: 650). Un mundo clásico entonces cumple
la siguientes propiedades:
1. La ley de doble negación, o ¬ ¬ p = p
2. El principio del tercero excluido, o p ¬ p = M
3. La ecuación ¬ p = tiene una sola solución, que es M
Si bien la ontología y fenomenología de lo múltiple son
discursos sobre “algo”, como también lo es la TAR, pues tanto el
investigador como el fenomenólogo objetivo se abstienen de
afirmar el aparecer positivo de lo social en cuanto tal y de lo
múltiple en sí, el vacío, sin duda la pura ontología se limita a
asumir lo múltiple desde el punto de vista de la identidad absoluta,
algo que no sucede en la TAR. Un rizoma/red en la TAR es
siempre un múltiple heterogéneo, por ende la cartografía
fenomenológica de los medios masivos de comunicación debe
responder a esta exigencia de la única manera posible: asumiendo
que el mundo en el que se inscriben los medios masivos de
comunicación es no-clásico. Como resulta evidente de manera
empírica.
Existen mundos cuyo trascendental no clásico cumple otras
propiedades y que también cumple una red:
20
1. La ley de doble negación, o ¬ ¬ p p
2. El principio del tercero excluido, o p ¬ p M
3. La ecuación ¬ p = no tiene una sola solución.
Siendo esto así, los medios masivos de comunicación en
tanto que actantes serían cuasi-objetos y cuasi-sujetos; pero aquí se
llamarán objetos en el sentido de Badiou.
El aparente impasse reside en el uso equívoco de los nombres
objeto (en fenomenología objetiva) y cuasi-objeto/cuasi-sujeto (en
TAR). La dificultad se supera fácilmente cuando se atiende a que
un objeto, en el nuevo sentido que le da Badiou, es siempre la
indexación trascendental de un múltiple, de manera que sólo es
definible por los grados de identidad y diferencia que tiene con él
mismo y con otros objetos (A, Id). El cuasi-objeto y cuasi-sujeto de
la TAR es precisamente esto; un objeto no constituido nunca fuera
de la relación con otros actantes donde el grado de su identidad es
siempre y necesariamente también el grado de su diferencia
consigo mismo o bien con otros. Esto es así porque el concepto de
objeto para Badiou no es en ningún sentido el concepto de objeto
de la metafísica clásica e ingenua que lo circunscribe en el orden
equivalencial y absolutamente identitario de la ontología pura. El
objeto siempre es cuasi-objeto y cuasi-sujeto en el sentido clásico
pues sólo se define gracias a sus relaciones.
Asimismo, hay que tener en mente que un actante en la TAR
debe ser comprendido como un mediador, más que como un mero
intermediario:
[L]a TAR, describe un mundo hecho de concatenaciones de
mediadores en el que se puede decir que cada punta actúa
plenamente. Así, la cuestión clave para una ciencia social es decidir si
trata de deducir de unas pocas causas todos los efectos que estaban ya
allí "en potencia", o si trata de reemplazar tantas causas como sea
posible por una serie de actores; este es el significado técnico que la
palabra "red" adquirirá luego (Latour, 2008: 90).
Con esto en la mira, sin duda hay que sostener que para ésta
investigación los medios masivos de comunicación y los actantes
que se relacionen con ellos, bajo una buena observación en TAR,
deben ser descritos como mediadores. Se plantea aquí entonces que
el objeto de la fenomenología propuesta, son los medios masivos
de comunicación comprendidos como mediadores.
Según Badiou, existe también una distinción que asumimos
análoga a la que hay entre mediadores e intermediarios. Para
Badiou, se presentan en los mundos cambios en y entre sus objetos.
Estos cambios pueden ser meras modificaciones –asociaciones
objetivas sin cambio real y para precisar descriptibles por
ecuaciones lineales– que no transforman un mundo, sino que
indican un simple cambio de los objetos bajo la regla de las
intensidades preescrita para ese mundo por el trascendental.
Empero también se presentan sitios: cambios reales que rompen las
leyes ontológicas, descriptibles por ecuaciones no lineales, y que
21
evitan así la predicción de sus consecuencias y el rastreo absoluto
de su origen o mejor su emergencia. Tales sitios, al tener una
existencia no máxima se llaman hechos o bien, al tener una
existencia máxima, reciben el nombre de singularidades.
Estos sitios con existencia máxima son capaces de producir
consecuencias no máximas y presentarse como singularidades
débiles o bien tener consecuencias máximas y presentarse como
acontecimientos (Badiou, 2008). Un mundo, no es otra cosa que un
conjunto de cambios, o modificaciones y sitios; algo que recuerda,
para asociar la propuesta de Badiou con otras pasadas, la
articulación entre conjuntos y probabilidad elaborada por
Kolmogorov.
Ahora bien, para dar un ejemplo muy útil de lo que sería una
singularidad acontecimental científica, vale recordar que como
consecuencia de las paradojas producidas por las fundamentaciones
intuicionista y lingüística de las matemáticas, que pueden ser bien
rastreadas en la meditación tres de El ser y el acontecimiento, la
teoría de conjuntos, (ontología pura) tuvo que ser axiomatizada,
buscando evitar dos consecuencias.
Por un lado, como ya se ha mencionado, en la ontología es
preciso evitar definir explícitamente la noción de conjunto, pues la
intuición y el lenguaje caen en contradicción cuando van más allá
de la fundación de lo múltiple bajo la estricta relación de
pertenencia ( ) propia de la teoría de conjuntos. En tanto mundo,
respecto de sus objetos (múltiples que aparecen en un mundo), la
teoría de lo múltiple tiene un dominio implícito reglado por una
axiomática que prohibe contar por uno (como un conjunto) todo lo
que es subsumible bajo una propiedad que arbitrariamente un
lenguaje bien formado cualquiera inscriba. El presupuesto
especulativo de lo contrario, dígase de paso, fregeano, es que “nada
de lo múltiple puede exceder una lengua bien hecha y que, en
consecuencia, el ser, obligado a presentarse al lenguaje como el
referente-múltiple de una propiedad, no puede debilitar la
arquitectura de este lenguaje, si ella está rigurosamente construida.
El amo de las palabras es también el amo de lo múltiple” (Badiou,
1999: 53). Se trata aquí en últimas de la necesidad de negar el
idealismo ideográfico de Frege con la axiomática que permite a la
teoría de conjuntos operar.
Por otro lado, en la ontología resulta necesario evitar las
multiplicidades paradójicas para sostener la diferencia entre lo
múltiple (que es) y lo uno (que no-es). Es decir, no se tiene el
poder de suponer la existencia de, por ejemplo, un conjunto de
todos los conjuntos que son elementos de sí mismos, pues una vez
arbitrariamente creado por la lengua, la paradoja de Russell es
inevitable, mientras que la prohibición de la autopertenencia y la
existencia de la autoinclusión del ser en sí se hacen necesarias
(Badiou, 1999). La ontología es obligadamente un discurso
axiomático sobre el ser-en-tanto-múltiple y no un discurso
lingüístico estructural y silencioso que las cosas sostienen. Pero
esto sólo ha sido posible tras una decisión afirmativa formalmente
subjetiva fiel por el proceso de verdad de las matemáticas, contra el
concepto inválido que el idealismo ideográfico defendía.
22
Análogamente, una sociología auténticamente científica, como
fenomenología objetiva y calculada, deberá someterse a las
decisiones fieles que el razonamiento por el absurdo obliga.
Los sitios o los mediadores admiten la autopertenencia; son
múltiples reflexivos (A A) que rompen las leyes del ser puro; por
ex falso sequitur quodlibet cualquier cosa podría seguirse ellos. En
los sitios, como los hechos y las singularidades, el vacío se revela
como figura ontológica del instante –son presentes puros–:
aparecen sólo para desaparecer. En las modificaciones no se
presenta transformación real pues son cambios dados según el
orden trascendental del mundo. Así, lo que hay para-consiste en la
instantaneidad de un sitio; lo que hay tolera la inconsistencia sin
ser trivial.
Es razonable en éste punto arriesgar la tesis según la cual las
nociones de mediador y sitio coinciden, en que ambas denotan algo
capaz de hacer hacer cosas o tener consecuencias inesperadas.
Mientras que la noción de intermediación, como transporte de una
mera causa, coincide con la noción de modificación, como devenir
simple sin cambio real, reglado por el trascendental de su red
(mundo).
Esto incluso, como es evidente, complementa la taxonomía
del cambio propuesta por la TAR, al menos en lo referente a la
distinción entre singularidades/mediadores débiles y
singularidades/mediadores acontecimentales.
Si la identidad entre las nociones de intermediario/modo y
mediador/sitio es posible también resulta de ello que la
fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación
debe ser una fenomenología que describe los medios de
comunicación y los objetos mediáticos en tanto sitios, o bien
hechos, y singularidades débiles, o bien acontecimentales.
Un actor o actante es “el blanco móvil de una enorme
cantidad de entidades que convergen hacia él” (Latour, 2008: 73).
Los actantes no son nunca el origen absoluto de una acción sino
más bien un punto de convergencia de diversas entidades que
actúan constantemente; como se había dicho son imaginables como
nodos y al ser tratados como mediadores, como nodos con cierto
poder.
Así, existen mundos o lógicas clásicas, como el de la
ontología, cuyo trascendental es clásico. En estos mundos circula la
causalidad sin transformación real, apenas un cambio modal, a
través de intermediarios/modos (si quiere se puede decir como
Badiou modificaciones), evitando axiomáticamente la aparición de
objetos reflexivos (autopertenecientes) o sitios.
Como dice Latour: “para los intermediarios no hay misterio,
dado que los datos de entrada predicen bastante bien los de salida:
no habrá nada en el efecto que no haya estado en la causa” (Latour,
2008: 90). Así, si hay “misterio” para los mediadores, entonces lo
hay porque precisamente no esconden algo profundo: son
superficiales y puramente sitios locales. De manera que un rizoma
o red, en últimas una asociación, puede ser entendida como un
mundo cuyo trascendental no es clásico.
Bajo estas condiciones en un mundo no clásico resulta
23
perfectamente posible la siguiente afirmación de Latour y que
también vale para todos las observaciones científicas: “para los
mediadores, la situación es diferente: las causas no permiten que se
deduzcan los efectos dado que simplemente ofrecen ocasiones,
circunstancias y precedentes. Como resultado de ella, pueden
aparecer en el medio muchos extraños que nos sorprenden”
(Latour, 2008: 90).
1.3 Hermenéutica objetiva y relativista
No hay que confundirse tampoco por lo que Latour llama
cuasi-objeto en comparación con lo que Badiou denomina con la
palabra objeto, pues la noción de Latour de cuasi-objeto indica una
comprensión del aparecer en términos relativistas –no escépticos–
de lo social:
En la definición pre-relativista de lo social, lo que se colocó en
primer plano fue el participante humano y después, en virtud de una
fuerte discontinuidad, el mundo social del mas allá. No se permitía
que nada que no estuviera constituido de vínculos sociales tuviera un
encuentro con los humanos. Tal era el código de etiqueta de esta
extraña diplomacia. En la nueva definición es lo opuesto: los
miembros humanos y el contexto social han sido colocados en segundo
plano: lo que se destaca ahora son todos los mediadores cuya
proliferación genera, entre muchas otras entidades, lo que podría
llamarse cuasi-objetos y cuasi-sujetos. Para tomar e invertir el símil algo
infortunado que se vuelve aún mas tambaleante por el uso que le
da Kant, en vez de que los objetos giren en torno de los agregados
sociales como en la sociología pre-copernicana, varios agregados
sociales están emanando de los muchos enlaces que ahora ocupan el
centro del universo social. Por vacilante que sea la metáfora, es un
cambio de perspectiva como este el que persigue la TAR. Cosas,
cuasi-objetos y enlaces son el verdadero centro del mundo social, no el
agente, la persona, el miembro o el participante, ni tampoco la
sociedad o sus avatares. No es esta una forma mejor, para usar otra de
las expresiones de Kant, de hacer que la sociología por fin sea capaz de
"caminar por la senda segura de la ciencia"? (Latour, 2008: 334
– 335).
Lo social en la TAR es una relación que trasforma. Es
entonces claro por qué se usa la palabra traducción para designar
esta operación de transporte. La traducción, es decir, la asociación
en la TAR, es una relación que no transporta causalidad lineal sino
que induce al menos a dos mediadores a coexistir asociativamente
afectándose de maneras inesperadas. Así, “no hay sociedad,
dominio de lo social, ni vínculos sociales, sino que solo existen
traducciones entre mediadores que pueden generar asociaciones
rastreables” (Latour, 2008: 158). De manera que un actante es un
mediador que trasforma a otros al hacerlos actuar inesperadamente,
es en otras palabras un innovador. El trabajo del investigador es
trazar la red tras seguir como sabueso las traducciones rastreando
así las asociaciones.
En este punto hay que tener en mente que para la TAR la red
debe ser trazada también por el investigador junto a los actantes
24
cuyo rastro describe. Por ende, toda descripción en la
fenomenología objetiva debe ser también trazada; pues no está
dada como espacio de antemano puesto y a la espera de ser
ocupado por los actantes que arbitrariamente el investigador
coloque allí.
El concepto flexible de traducción, elaborado por Michel
Serres (1974) y asumido por Latour como sinónimo de transporte,
interpretación, desplazamiento, transformación, delegación,
resulta también de suma importancia para la TAR a la hora de
diferenciar los intermediarios de los mediadores como actantes con
cierto poder.
Tal diferencia se aclara cuando se atiende a la etimología de
traducción como la acción de guiar algo de un lugar a otro, la de
transporte como la de llevar una mercancía de un lugar a otro, la de
interpretación como el mercadear o comerciar algo entre al menos
dos agentes, la de desplazamiento como la acción de separar en
múltiples partes o vías algo ancho, la de delegación como el acto
de mandar algo según una regla y la de transformar como llevar
algo de una forma a otra. Así, según la TAR “la acción social no
solo es controlada por extraños, también es desplazada y delegada
a distintos tipos de actores que son capaces de transportar la acción
a través de otros modos de acción, otros tipos de fuerzas
completamente distintas” (Latour, 2008: 105). Esto se evidencia en
otro de los posibles nombres para la TAR aparte del deleuziano
“ontología del actante-rizoma”: sociología de la traducción.
En una traducción hay transformación y no mero
desplazamiento de datos. Se da en los casos que obligan a
transformar por completo el concepto de “lo social”, como cuando
intervienen actantes no humanos (moluscos, vieiras, arrecifes,
objetos técnicos) en la configuración de asociaciones (Latour,
2008). A saber, el estudio de estos agenciamientos dio pie a la
aparición de la TAR: “por ejemplo, los pescadores, los
oceanógrafos, los satélites y las vieiras podían tener algunas
relaciones entre sí, relaciones de tal tipo que hacen hacer cosas
inesperadas a otros (tienen cierto poder); ésta es la definición de un
mediador” (Latour, 2008: 156). Siendo esto así, es claro que un
actante debe ser descrito siempre como un mediador que tiene
cierto poder de hacer hacer cosas inesperadas a otros. Lo que es
claro es que ese poder de los medios es en cierto sentido nulo, pues
para inducir una acción “será inútil exhibir todos los documentos,
hacer oír todos los testimonios: lo que hace todopoderosa a la
información (el periódico, y la radio, y la televisión) es su nulidad
misma, su ineficacia radical” (Deleuze, 1988: 357-358).
Al comprender los mediadores como sitios, también debe
tenerse en mente que esos sitios pueden corresponder a actantes
humanos y no humanos; o afirmar una simetría operativa entre
ellos. Sin duda, es un programa radicalmente distinto del de la
sociología asimétrica de Weber (1947) donde los objetos no
humanos, o los artefactos como les llama, serían ininteligibles sin
su referencia a lo que significan para la acción humana. A saber,
según Latour, lo que los sociólogos de lo social han llamado social,
adquiere en la TAR el mismo estatuto que el éter para la física
25
moderna; simplemente desaparece del campo explicativo. Esto es
así porque en la concatenación metafísica ingenua entre actores no
humanos no hay nada de social; no lo hay ni en el funcionamiento
de un satélite, ni en la etología de las vieiras, etc. (Latour, 2008).
Lo social viene siempre por añadidura y en la sociología de lo
social, por añadidura antropomórfica.
Con esto en la mira, cuando se habla de mediadores/sitios, se
puede hablar de que en una red o mundo los actantes/objetos hacen
hacer cosas inesperadas a otros. En el mundo de la pesca por
ejemplo “las vieiras hacen que los pescadores hagan cosas, del
mismo modo que las redes puestas en el océano atraen a las vieiras
a adherirse a las redes, justamente como los recolectores de datos
reúnen a los pescadores y las vieiras en la oceanografía” (Latour,
2008: 156). De manera que “lo social no está en lugar alguno en
particular, como una cosa entre otras cosas, sino que puede circular
por todas partes como un movimiento que relaciona cosas no
sociales. Segunda etapa: lo social ha vuelto como asociación”
(Latour, 2008: 156).
No hay que creer entonces que Latour propone un
hermenéutica subjetiva al hablar de traducción, pues aclara que:
Para interpretar una conducta tenemos por cierto que estar
preparados para muchas versiones diferentes, pero esto no significa
que tengamos que volvernos hacia las interacciones locales. En muchas
partes de este libro he criticado a los fenomenólogos y quizá también a
los humanistas, por creer que las interacciones cara-a-cara, los agentes
individuales y las personas animadas por propósitos presentan un
lugar más realista y lleno de vida que lo que llaman las abstracciones
vanas de la sociedad. Aunque tienen razón en insistir en las
incertidumbres, están equivocados en cuanto a las fuentes. No es que
los humanos con propósitos, las personas intencionadas y las almas
individuales sean los únicos agentes interpretativos en un mundo de
cuestiones de hecho desprovistas de todo significado en sí mismas. Lo
que se indica con interpretaciones, flexibilidad y fluidez es
simplemente una manera de registrar el vasto exterior al que tiene que
apelar todo curso de acción para ser llevado a cabo. Esto no vale
solo para la acción humana sino para toda actividad. La
hermenéutica no es privilegio de los humanos sino, por así decirlo, una
propiedad del mundo mismo (Latour, 2008: 342).
Sin duda, tal es el caso de la propuestas que pretenden
ensamblar fenomenología, hermenéutica subjetivas y acción
comunicativa como la de Hoyos:
El cambio de paradigma de la filosofía de la conciencia (Husserl)
a una acción, a un actuar comunicativo (Habermas) privilegia el
lenguaje como punto de partida; tal lenguaje está referido en todo
momento y actividad al mundo de la vida. Entonces se va a hablar del
lenguaje, de la comunicación, en dos niveles:
Nivel cero de la comunicación. Es en él donde está la
hermenéutica. Se lo puede llamar, por igual, el nivel hermenéutico de
la comunicación: hay situaciones del mundo de la vida que, para
comprenderlas plenamente, se requiere, en primer lugar,
26
diferenciarlas mediante la utilización de un lenguaje llano y
directo (Hoyos, 2003: 8).
Nivel uno de la comunicación. Éste es el nivel discursivo–
argumentativo. La gente común y corriente siempre puede decir
que el sol sale por el Oriente, pero en el momento en el que se requiere
consolidar un poco más un conocimiento es necesario dar el paso a la
argumentación; ahí la comunicación no es sólo para describir ese
primer ámbito, el de la comprensión, sino que la comunicación
argumenta y discurre para dar fundamento a afirmaciones que requieren
ser demostradas porque pretenden ser objetivas (Hoyos, 2003: 8).
La manera de entender la palabra hermenéutica como en
ocasiones la usa la TAR es traduciéndola como: “actividad del
mundo mismo en la que algo se transforma al ser transportado”.
Queda más clara la diferencia con la hermenéutica subjetivista o
idealista en el siguiente texto, donde un investigador en TAR (P) le
explica la teoría a un estudiante (E):
E.: ¿Pero eso es exactamente lo que dicen las sociologías
interpretativas verdad?
P.: No, para nada. Dirían que los deseos humanos, los
significados humanos, las intenciones humanas, etc., introducen cierta
"flexibilidad interpretativa" en un mundo de objetos inflexibles, de
"relaciones causales puras", de "conexiones estrictamente materiales".
Eso no es para nada lo que digo. Yo diría que esa computadora que esta
sobre mi escritorio, este monitor, este teclado, son objetos de capas
múltiples, tanto como usted: su cuerpo, su lenguaje, sus preocupaciones.
Es el objeto mismo lo que agrega múltiple o mas bien la cosa, la
"reunión". Cuando se habla de hermenéutica, no importa qué
precauciones se tomen, uno siempre espera que llegue la otra parte:
alguien inevitablemente agregara: "Pero por supuesto que
también existen cosas 'naturales', 'objetivas', que 'no' se
interpretan".
E.: ¡Es lo que iba a decir! No sólo hay realidades objetivas, sino
también subjetivas. Es por eso que necesitamos ambos tipos de teorías
sociales.
P.: ¿Ve? Esa es la trampa inevitable: "No sólo... sino también".
Hay que extender el razonamiento a todo, pero entonces se
convierte en inútil, o "interpretación" se vuelve otro sinónimo de
"objetividad", o se lo limita a un aspecto de la realidad, el
humano, y entonces uno se queda trabado, dado que la objetividad
siempre esta al otro lado de la cerca. Y no importa si se considera el otro
lado más rico o más pobre; de todos modos esta fuera del alcance.
[...] Muéstreme un punto de vista y yo le mostraré dos docenas de
maneras de salir de él. Escuche: puede olvidarse sin problema de
esta oposición entre "punto de vista" y "visión desde ningún lugar". Y
también esta diferencia entre "interpretativa" y "objetivista". Deje la
hermenéutica de lado y vuelva a los objetos o, mas bien, a la cosa.
[...] Si se puede tener muchos puntos de vista sobre una estatua es
porque la estatua misma esta en tres dimensiones y le permite, sí,
le permite moverse alrededor de ella. Si algo hace posible muchos
puntos de vista, se debe a que es altamente complejo, tiene pliegues
intrincados, esta bien organizado y es hermoso, sí, objetivamente
hermoso.
27
E.: Pero sin duda nada es objetivamente hermoso, la belleza tiene
que ser subjetiva... el gusto y el color, relativos... Estoy perdido
nuevamente. ¿Por qué pasamos tanto tiempo peleando contra eI
objetivismo en esta facultad entonces? Lo que dice no puede ser
correcto.
P.: Porque las cosas que la gente llama "objetivas" la mayor parte
de las veces son clichés de cuestiones de hecho. No tenemos buenas
descripciones de nada: de lo que es una computadora, un software,
un sistema formal, un teorema, una empresa, un mercado. No sabemos
casi nada de lo que es esta cosa que está estudiando, una organización.
¿Cómo podríamos distinguirla de las emociones humanas? Por lo
tanto, hay dos maneras de criticar la objetividad: una es alejarnos del
objeto para acercarnos al punto de vista humano subjetivo. Pero
la otra dirección es de la que estoy hablando: la vuelta al objeto.
[…] E.: Aun así, estoy limitado a mi propia visión.
P.: Por supuesto que sí, pero otra vez, ¿que importa? No crea
todas esas estupideces acerca de estar "limitado" a la propia
perspectiva. Todas las ciencias han estado inventando maneras de
pasar de un punto de vista al siguiente, de un marco de referencia
al siguiente. Por Dios: a eso se lo llama relatividad.
E.: ¡Ah! ¡Pero entonces confiesa que es relativista!
P.: Pero por supuesto, ¿que mas podría ser? Si quiero ser
científico y alcanzar la objetividad, tengo que poder viajar de un
marco de referencia al siguiente, de un punto de vista al siguiente. Sin
esos desplazamientos, estaría limitado a mi propia estrecho punto de
vista definitivamente.
E.: Entonces, ¿asocia objetividad y relativismo?
P.: "Relatividad", sí, por supuesto. Todas las ciencias hacen lo
mismo. Nuestras ciencias también.
E.: ¿Pero cual es nuestra manera de cambiar nuestros puntas de
vista?
P.: Le dije, nuestro trabajo son las descripciones. Todos los
demás operan con clichés. Investigaciones, relevamientos, trabajo
de campo, archivos, encuestas, lo que sea. Nosotros vamos,
escuchamos, aprendemos, practicamos, nos hacemos competentes,
cambiamos nuestra visión. Muy simple en realidad: se lo llama
investigaciones. Las buenas investigaciones siempre producen
muchas descripciones nuevas.
E.: ¡Pero ya tengo muchas descripciones! Me ahogo en ellas. Ese
es mi problema. Es por eso que estoy perdido y por eso pensé que me
seria útil venir a verlo. ¿No puede ayudarme la TAR con esta
masa de datos? ¡Necesito un marco!
P.: "¡Mi reino por un marco!". Muy conmovedor; creo que
entiendo su desesperación. Pero no, la TAR es bastante inútil en ese
sentido. Su principio más importante es que los actores mismos hacen
todo, incluso sus propios marcos, sus propias teorías, sus propios
contextos, su propia metafísica, hasta sus propias ontologías. De
modo que me temo que la indicación a seguir sería la de más
descripciones (Latour, 2008: 209 - 214).
La hermenéutica para Latour es, para usar términos más
precisos, una propiedad de los mundos en tanto mundos que les
28
permite a sus actantes comerciar o traducir algo (de manera que se
trata de un asunto económico), pero que para hacerlo ese algo se
transforma inevitablemente. Dos actantes, por ejemplo no humanos
como dos computadores, hacen hermenéutica, interpretan o
intertraducen cuando intercambian signos codificados en un
lenguaje artificial, de modo tal que logran establecer una
comunicación, es decir, cuando transforman algo común. Lo cuál
es más claro aún cuando se sabe que “las palabras “traducción” o
“transferencia”, “deplazamiento” o “metáfora” significan los
mismo en latín griego o inglés” (Serres, 1974, Callon; 1975); la
misma palabra traducción se transforma en nombre aunque no en
contenido.
En este sentido, hermenéutica es el nombre que Latour le da
al operar trascendental de todo mundo, pues precisamente el
trascendental es lo que permite que se intercambien regladamente
las identidades/diferencias entre objetos de un mundo, es lo que
ordena las transformaciones como diría Latour. Empatar en éste
punto las ideas materialistas de Badiou y Latour implica arrebatar
la palabra interpretación de la hermenéutica subjetiva y devolverle
su sentido dramatúrgico, haciendo uno tanto a los actantes de la
TAR como a la dramaturgia de Badiou: los objetos son actantes
que se interpretan entre sí, de modo que así establecen
gradualmente sus identidades/diferencias, y entre mejor sea su
hermenéutica objetiva y trascendental, su interpretación les
identificará más; habrán operado una suerte de mímesis
interobjetiva perfectamente cuantificable y matematizable. Los
mundos son como escenarios donde los objetos actantes, como
mimos, usualmente fracasados, se interpretan unos otros.
Esto se comprende mejor cuando se atiende a lo que Latour
llama principio de irreductibilidad, según el cual nada es reducible
o bien irreducible a cualquier OTRA cosa –sin duda un principio
lógico trascendental–-. Así, la identidad absoluta no tiene lugar
entre dos cosas diferentes. Por esto, un “actor que no incide no es
un actor en absoluto. Un actor, si es que las palabras significan
algo, es exactamente lo que no es sustituible. Es un evento único,
totalmente irreductible a cualquier otro, excepto si se los hace
conmensurables entre sí por algún proceso de estandardización,
pero incluso eso requiere un tercer actor, un tercer evento” (Latour,
2008: 220). Toda conmensurabilidad requiere en la TAR un
mediador que la establezca para estabilizar las diferencias entre los
actantes.
Aquí hay que hacer una importante precisión. Dice Latour:
El mundo no es un continente sólido de hechos con unos pocos
lagos de incertidumbre, sino un vasto océano de incertidumbres
espolvoreado de unas pocas islas de formas calibradas y
estabilizadas (Latour, 2008: 342)
Las islas estabilizadas serían para Badiou procesos de
verdad, que se siguen de un desequilibrio fundamental en las leyes
de un mundo. No hay que confundirse en éste punto: un proceso de
verdad es consecuencia máxima de un acontecimiento. Un mundo
29
en donde el cambio es mera modificación es un mundo en el cual
no se presentan cambio reales. Empero, un lector instruido, notará
una vez más que si para Latour hay escasez de islas estabilizadas,
según Badiou, la estabilidad de un mundo es lo que abundaría en
los mundos donde pululan las modificaciones y los sitios no
acontecimentales; faltan los excepcionales acontecimientos. En
cierto sentido, puede que exista estabilidad en el cambio situado de
un mundo, y por ende estabilidad en la producción de
incertidumbre, pero puede que surja una nueva isla de estabilidad,
de un proceso de verdad, tras un acontecimiento cuyo tener lugar
es sumamente incierto.
Para lograr comprender esto simplemente hay que notar que
la diferencia no radica en los conceptos sino en la decisión. Esto es,
si Latour sostiene que hay pocas islas estabilizadas en las redes es
precisamente porque exige tratar a los actantes como mediadores
más que como intermediarios; si Badiou sostiene la abundancia de
modificaciones y sitios no acontecimentales es precisamente
porque exige que los cambios sumamente reales y sus procesos de
verdad estables sean radicalmente distintos de los cambios no
reales o menos fuertes en los mundos. La escasez o abundancia de
cambios reales dependerá únicamente del tipo de cambio que sea
observado por el fenomenólogo, quien, siguiendo la postura de
Badiou, deberá describirles según el grado de existencia y, en
especial para las singularidades, según el grado de las
consecuencias, que logre observar. Tal cosa es para Badiou, ni más
ni menos, que el producto de una decisión (Badiou, 2008); Latour
por ende, exige que tales decisiones se presenten, pero sin duda,
con cautela, para no saltarse ni un paso en el rastreo de lo que
hacen los actantes hacer inesperadamente a otros.
En los términos de la TAR, el investigador no debe
interesarse en la producción de la estabilidad de las controversias
entre actantes sobre las asociaciones a las que pertenecen, pues eso
es tarea de la política como constitución de lo común que los
mismos actantes construyen en sus relaciones y no de la ciencia
social, que debe limitarse a observarles y describirles, claro está,
sin ingenuidad positivista sino de manera relativista y objetiva: “su
labor no es estabilizar la lista de agrupamientos que componen lo
social ya sea para lograr claridad o por conveniencia o para parecer
razonable. Por el contrario, su punto de partida comienza
precisamente con las controversias respecto de a qué agrupamiento
pertenece cada uno, incluidas por supuesto las controversias entre
los científicos sociales respecto de qué esta hecho el mundo social
(Latour, 2008: 50).
1.4 Dialéctica materialista afirmativa: verdad en las
ciencias sociales y contra el escepticismo ingenuo
Éste es el auténtico punto en litigio entre la TAR y la
fenomenología objetiva, pues para la TAR sin lugar a dudas nunca
hay sólo dos puntos de vista en una controversia entre actantes sino
una gran multiplicidad. Para la fenomenología objetiva de Badiou
y la TAR sin duda hay múltiples puntos de vista sobre un asunto en
30
litigio porque el asunto controversial mismo es múltiple, empero
para la TAR no se ve que esa multiplicidad de puntos de vista
pueda ser dispuesta en la figura de la decisión como instancia del
Dos que permite la opción por una verdad.
Como se había mostrado arriba, constituye una herencia
deleuziana sobre la TAR la mistificación del término dialéctica; lo
que se puede evidenciar en ésta afirmación: “los pensadores
dialécticos tienen la habilidad de enterrar los artefactos aun mas
profundamente, afirmando que las contra-dicciones han sido
"superadas"; esta es la palabra mágica que usan en lugar de
"tapadas" o "hechas desaparecer por arte de magia". Y nuevamente,
no es tan difícil ver por qué siguen siendo tan convincentes aunque
sus manos pretendan conectar sitios no existentes” (Latour, 2008:
220). Como se verá más adelante en detalle, esos sitios (globales)
no existentes son la Naturaleza y la Sociedad que según una
dialéctica automática de las superaciones podría disolverse
mediante algún artilugio argumentativo.
Muy al contrario, la dialéctica según Badiou no es un
movimiento de superación de contradicciones. De manera clara así
lo enuncia: “admitamos que por “dialéctica”, en la línea directa de
Hegel, se comprenda que la esencia de toda diferencia es el tercer
término que marca la distancia entre los dos” (Badiou, 2008: 20).
Con lo cual se hace evidente que la dialéctica, por lo menos para
Badiou, no anula en ningún sentido la diferencia entre términos
contradictorios. Además esa dialéctica es una dialéctica
materialista, pues como todo materialismo acepta únicamente la
existencia de cuerpos y lenguajes (culturas si se quiere), pero añade
que hay verdades para evitar el escepticismo, afirmando que las
hay donde el “Tres suplementa a la realidad del Dos [verdades]
cuyo modo de existir es el de inexistir [...] Y es cierto que una
verdad constituye una excepción a lo que hay, por el hecho de que,
si se nos da la “ocasión” de encontrarla, la reconocemos
inmediatamente como tal” (Badiou, 2008: 20 – 22). Ahora bien,
esas verdades que hay según Badiou no son en ningún sentido
objetos trascendentes sino objetos inmanentes, de aquí que el tercer
tomo de “El ser y el acontecimiento” pueda ser titulado, como
Badiou lo confirma en una entrevista (2012), La inmanencia de las
verdades. Esas verdades afirman el derecho infinito de sus
consecuencias, es decir del conjunto de su presente, y la
universalidad que “se sostiene en formas subjetivas que no pueden
ser ni individuales ni comunitarias” (Badiou, 2008: 25). Según la
dialéctica materialista un sujeto de una verdad o sujeto fiel a ella, se
sustrae a toda comunidad y destruye toda individuación. O como lo
plantea Gómez Dávila: “la mayoría de los hombres muere sin que
les haya nacido alma” (Gómez Dávila, 1977: 45).
Éste punto en litigio indica que antes que haber alguna
posible incompatibilidad entre la postura de la TAR respecto a lo
que Latour llama dialéctica y la dialéctica materialista de Badiou.
La cuestión importante en litigio es la de la posibilidad de
transformar un mundo, que es siempre un múltiple, a la instancia
del Dos en la que se de la posibilidad de una decisión y por ende de
la fidelidad al Tres de alguna verdad.
31
Sobra decir que si la TAR no acepta que hay algo como
verdades, la misma sencillamente defendería un escepticismo
insuficiente para merecer el nombre de ciencia al que aspira. Esto
sencillamente queda descartado, la TAR no es escéptica
precisamente porque, como ya se ha dicho, es objetivista y
pretende explicar la verdad de la constitución de lo social por fuera
de las categorizaciones afanadas y automáticas de las sociologías
de lo social y de su forma elevada en las sociologías críticas –
incluido el marxismo más dogmático–; pues “demasiado a menudo,
los científicos sociales –y especialmente quienes se encuadran en la
sociología crítica– se comportan como si fueran investigadores
"críticos", "reflexivos" y "distanciados" que tratan con un actor
"ingenuo", "no crítico" e "irreflexivo". Pero lo que a menudo tratan
de decir es que traducen las numerosas expresiones de sus
informantes a su propio vocabulario de fuerzas sociales” (Latour,
2008: 87 – 88). De aquí que tanto la TAR como Badiou se
desliguen de la Crítica, pues resulta importante “que por “dialéctica
materialista” entendamos el despliegue de una crítica de toda
crítica. Finalizar, en lo posible, con el Kant insípido de los límites,
de los derechos y de los incognocibles” (Badiou, 2008: 24).
Basta una cita también para hacer evidente que la sociología
de las asociaciones se separa de las sociologías de lo social que
dejan de lado a los mediadores, en nombre de una ciencia social
auténtica y que tiene pretensiones de verdad:
Al dejar de lado los medios prácticos, es decir los mediadores a
través de los cuales se produce la inercia, la durabilidad, la
asimetría, la extensión, la dominación, y al fusionar todos esos medios
diferentes con el poder impotente de la inercia social, los
sociólogos son los que ocultan las verdaderas causas de las
desigualdades sociales, cuando no son cuidadosos en su uso de las
explicaciones sociales (Latour, 2008: 125).
Es claro que la TAR pretende dar con las causas verdaderas,
incluso, de las desigualdades sociales. Así, cuando en la misma se
usa la expresión construcción social de los hechos científicos, en
ningún momento se pretende defender con ello una postura
escéptica, anticientífica, como sí lo hace el muy opuesto
constructivismo social. Mas bien, con construcción se refiere a que
la práctica experimental del laboratorio, el diseño experimental
colectivo, por el mero hecho de implicar la elaboración de
herramientas y espacios propicios para la investigación; junto a la
luz colectivamente vigilada de la fidelidad de las teorías que dan
luz a la interpretación de hechos brutos, es decir a la luz del
planteamiento y despliegue de problemas de interés, es decir,
pertinencia. Para la TAR que algo sea construido no implica que
ese algo no sea verdadero; como si los bebés no fueran construidos
en el útero al igual que son perfectamente reales. Mas bien, que
algo sea construido indica que ese algo ha emergido de situaciones
artificiales, de modo que los hechos científicos son hechos
precisamente porque emergieron de situaciones artificiales que les
construyeron, que involucran asociaciones (de ahí lo social) con
32
actantes no humanos. (Latour, 2008: 133–134). Siendo esto así, es
evidente que toda ciencia es constructivista, pues lo opuesto de ello
“es el fundamentalismo” (Latour, 2008: 135). Así un hecho
científico puede estar bien o mal construido, y eso depende de la
habilidad de los científicos para construir sus artefactos; sus
laboratorios y sus instrumentos. Es más que evidente que si, por
ejemplo, el Gran Colisionador de Hadrones no hubiera estado bien
construido y los espacios, los laboratorios, las máquinas
informáticas, y una gran serie de otros actantes no humanos, no
hubiesen estado bien dispuestos para asociarse con los científicos,
ni rastro del Bosón de Higgs hubiera sido registrado. Así, sostiene
Latour:
Cuando decimos que un hecho es construido, queremos decir
simplemente que damos cuenta de la realidad objetiva sólida
poniendo en juego varias entidades cuyo ensamblado podría fracasar;
“constructivismo social” significa, por el otro lado, que
reemplazamos aquello de lo que está hecha esta realidad con alguna
otra sustancia, lo social, de lo que “realmente” está hecho. El relato de
la génesis heterogénea de una construcción es sustituido por otro que
habla de la materia social con la que es construida. Para que tenga
lugar cualquier tipo de construcción, el rol protagónico debe ser
interpretado por entidades no humanas, y es eso lo que queremos decir
desde un principio con esta palabra más bien inocua (Latour, 2008:
135).
Es nítido entonces que en la TAR no hay escepticismo, como
evidentemente en la fenomenología objetiva tampoco lo hay. Pero
si no hay escepticismo, tampoco absolutismo, o en términos de
Latour no hay fundamentalismo, pues Badiou deja bien claro que el
sujeto fiel a la verdad científica no es un pedagogista preocupado
por la continuación de lo viejo en la transmisión, ni un oscurantista
que pretende arruinar el cuerpo de las ciencias en nombre de
alguna moralidad (Badiou, 2008: 94 – 95).
Empero, en este punto resulta clave sostener, como postura
de ésta investigación guiada fundamentalmente por los aportes de
Badiou que, si bien hay verdad científica, esa verdad es siempre un
excepción al par cuerpos y lenguajes; cosa que no niega, como ya
se ha visto, que esa verdad científica venga al encuentro desde las
entrañas de un mundo que le construye y en el que aparecen
asociados objetos humanos y no humanos.
Aunque sea producida en un tiempo empírico mesurable o
contado, la verdad científica, como toda verdad, es eterna, pues en
todo otro mundo sería nítido que constituye una excepción para
aquel; es además translingüística, porque la forma que da acceso a
ella es calculada (matematizada) y separada de todo lenguaje
natural; asimismo, supone un cuerpo como un conjunto
orgánicamente clausurado de huellas materiales (Badiou, 2008), en
cuanto al cambio frontal que afectó a un objeto de un mundo,
puesto que la huella que supone toda verdad (científica o de otra
índole) es lo que se sigue de un acontecimiento. Un acontecimiento
científico o de otra índole, siempre es el resultado de la decisión
sobre un indecidible; al ser un sitio – definido exactamente por ser
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Fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación

  • 1. FENOMENOLOGÍA OBJETIVA DE LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN CONVOCATORIA 616 DE 2014 JÓVENES INVESTIGADORES Y SEMILLEROS DE INVESTIGACIÓN DEPARTAMENTO ADMINISTRATIVO DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA, COLCIENCIAS PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE FILOSOFÍA NÚCLEO DE INVESTIGACIÓN EN ESTÉTICA JÓVEN INVESTIGADOR: ANDRÉS FELIPE RODRÍGUEZ PÉREZ INVESTIGACIÓN DIRIGIDA POR: GUSTAVO ADOLFO CHIROLLA BOGOTÁ 2015 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 1. El método fenomenológico objetivo 1.1 Mundos-Redes: estructura matemática mas no estructura estructuralista 1.2 Objetivismo relativista: Intermediarios-Modificaciones / Mediadores-Sitios 1.3 Hermenéutica objetiva y relativista 1.4 Dialéctica materialista afirmativa verdad en las ciencias sociales y contra el escepticismo ingenuo 1.5 Sujeto de verdad – cuasi-sujeto o individuo 1.6 Fuentes de incertidumbre 1.7 Hacia una fenomenología objetiva de los medios de comunicación masivos como mediadores-sitios 2. Fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación: un modelo de feedback mediático- comunicacional 2.1 Contraste con diversas teorías de los medios de comunicación 1
  • 2. 2.2 Los objetos mediáticos como fósiles 2.3 Modelo de feedback comunicativo 2.4 Los actantes humanos también son medios 2.5 Más allá de la economía de la sospecha submediática 2.6 Más allá de la desconexión moderna 3. Fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación enunciado por enunciado; ejemplo Colombia (2000-2010) 3.1 Enunciados 12 a 57 3.2 Enunciados 1 a 11 3.3 Enunciados 58 a 66 4. Diagramas y Medida de Eigenvector para calcular influencia o poder de un medio en una red social INTRODUCCIÓN Este proyecto de investigación recurre a la Fenomenología Objetiva de Alain Badiou, propuesta en Lógicas de los Mundos, para estudiar los medios masivos de comunicación. Se pregunta, como caso de experimentación, por la relación entre medios masivos de comunicación y la constitución de lo común político durante periodo 2000-2010 en Colombia. Para llevarlo a cabo se propone la conjunción parcial y experimental de la propuesta teórica de Badiou con la Teoría del actor-red (actante-rizoma) (TAR) expuesta por Bruno Latour. En el camino se articulan algunos conceptos provenientes de la Fenomenología de los Medios propuesta por Boris Groys, la arqueología y la teoría de las signaturas expuesta por Giorgio Agamben, el Análisis de Redes Sociales (ARS), la Complejidad computacional y el Caos según la perspectiva de Carlos Reynoso y diversos autores cercanos a la naciente sociofísica, como también de diversas propuestas teóricas en estudios de los medios de comunicación y la semiótica. Esto se debe a la necesidad que el objeto de estudio demanda de construir una teoría fenomenológica calculada y materialista, sin perder de vista de los estudios sociológicos, antropológicos y semióticos de los medios de comunicación. La pertinencia de recurrir especialmente a esas propuestas teóricas se debe a que todas implican una alta preocupación espacial, por no decir especialmente, topológica, sumada a una reconcepción de la causalidad, a la hora de estudiar un fenómeno cualquiera; aquí en especial los medios masivos de comunicación. La primera parte de éste informe expone los logros teóricos, sin duda perfectibles, en el ensamblaje entre la fenomenología objetiva de Badiou y la TAR, cuyos conceptos se han prestado fácilmente a mal interpretación debido a sus nombres. Se trata de un intento que no es nuevo, pues ya Shaw (2012) ha emprendido 2
  • 3. una tarea semejante bajo el nombre de Geografía Acontecimental, pero agregando ideas de la fenomenología de los medios de Groys, la teoría de las signaturas de Agamben, la semiótica, el ARS y la sociofísica, buscando esbozar el modelo de investigación fenomenológico objetivo de los medios de comunicación. La segunda parte contrasta tales logros con diversas propuestas que buscan comprender los lo social en relación a los medios de comunicación y postula la posibilidad de negar la validez de aquellas sometidas a una comprensión del signo mediático como mero significante, proponiendo así la sustracción del investigador de los medios de lo que Groys ha denominado economía de la sospecha. La tercera parte expone de manera formal el ensamblaje logrado en las dos partes anteriores llevando a cabo simultáneamente la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación en el periodo colombiano seleccionado. Dicha simultaneidad no es caprichosa sino necesaria puesto que no es posible exponer la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación aisladamente al estudio de los objetos en cuestión. La cuarta parte, a modo de conclusión, expone gráficamente, es decir, en un diagrama dinámico, los resultados logrados en la investigación. 1. El método fenomenológico objetivo 1.1 Mundos-Redes: estructura matemática mas no estructura estructuralista. Esta primera parte se dedica a conjuntar la empresa fenomenológica objetiva de Badiou con algunos conceptos de la TAR (Teoría del Actor-Red), la Fenomenología de los medios de Groys y otros provenientes de diversas propuestas filosóficas útiles para la investigación. A saber, etimológicamente “fenomenología” puede querer decir “pensamiento de lo que aparece”; de modo que una Fenomenología no sería otra cosa que un ejercicio en el cual se piensa “aquello que aparece”. Por su parte, el adjetivo “Objetiva” indica la especificidad de dicho pensamiento del fenómeno (Badiou, 2008: 56). De modo que una Fenomenología Objetiva vendría siendo un pensamiento de los fenómenos en tanto que objetos. Resulta necesario entonces aclarar ¿qué significan las palabras fenómeno y objeto? Según Badiou, a diferencia de la tradición fenomenológica husserliana, a la hora de pensar objetivamente un fenómeno resulta preciso hacerlo de manera descriptiva, “neutralizando”, al menos parcialmente, el efecto de la conciencia o la subjetividad humana en dicho mundo (Badiou, 2011). A primera vista, el nombre fenomenología implicaría un acercamiento al pensamiento fenomenológico de Edmund Husserl, que introduce en la Historia de la Filosofía la noción de epojé como puesta entre paréntesis de las doxa e incluso desconexión de lo que se considera como real en 3
  • 4. sí en la reducción trascendental, para acceder al orden trascendental y vital de la conciencia; el sujeto trascendental. Empero, el punto que separa evidentemente la fenomenología de Husserl de la fenomenología objetiva de Badiou que aquí es guía, se ubica en que, según el pensador francés, Husserl elabora una teoría subjetivista, o mejor idealista, en el sentido que mantiene su fenomenología dentro del correlacionismo epistemológico; noción elaborada por Quentin Meillassoux en su texto Después de la Finitud (2008). A saber, en el correlacionismo la totalidad de lo que hay es referida a la conciencia y al movimiento del tiempo en la subjetividad humana, de manera que se configura una suerte de Historia del Mundo desde el punto de vista de algún sujeto cuya existencia es absoluta; sometiendo así el objeto a una existencia indisociable del sujeto. La pregunta recurrente en éste punto es ¿en qué difieren las operaciones fenomenológicas objetivas, de un acto intencional propio de alguna supuesta conciencia fenomenológica? Así, se puede decir que en una fenomenología subjetiva e intencional todo acto de discriminación tiene lugar en un orden temporal definido (Badiou, 2008). En ese caso, frente a los objetos: [u]na mirada consciente pasa de uno al otro y recapitula la diferencia fenoménica inscribiendo, en la lengua, el movimiento temporalizado de la evaluación. Si suspendemos toda referencia a la conciencia intencional, no subsiste más que la vericidad inmediata de una evaluación identitaria […] evaluación que no puede retener ninguna referencia al tiempo ni al orden temporal, por la mayor razón de que ningún tiempo está implicado en la indexación trascendental del ser-ahí. El tiempo no es aquí más que un parásito introducido por el uso metafórico, o didáctico, de la fenomenología vulgar (Badiou, 2008: 230). Siendo esto así, la fenomenología objetiva que propone Badiou asume una posición materialista según la cual, además de sostener que cualquier mundo existe independientemente de cualquier orden subjetivo, supone la posibilidad de describir ese mundo objetivamente en un sentido puramente espacial. Hay que agregar además que la fenomenología objetiva debe ser también calculada. De modo que se encuentra mas cerca de aquello que las ciencias naturales llaman fenomenología que de la corriente filosófica bautizada así por Husserl. Esto es así porque sus resultados y procedimientos son formalismos que la resguardan de caer en el correlacionismo antes mencionado (Badiou, 2008: 199- 200). Como se verá, la posibilidad de formalizar las descripciones es el mayor aporte que puede hacerle la fenomenología objetiva a la TAR. Ahora bien, la Fenomenología Objetiva es fenomenológica en tanto que no es estrictamente ontológica. La ontología por sí, según Badiou, es el pensamiento del ser-en-tanto-ser. Desde el punto de vista que el filósofo despliega en el primer tomo de El ser y el acontecimiento, este pensamiento es llevado a cabo por la matemática histórica que encuentra su fundamentación en la teoría 4
  • 5. axiomática de conjuntos (Badiou, 1999: 55-61). Esto se debe a que el ser-en-tanto-ser; lo real, coincide, según el análisis de Badiou, con lo múltiple puro, nombrado como conjunto vacío o Ø, antes que con lo Uno o bien lo múltiple contado-por-uno (estructurado); contradiciendo con esto la manera como tradicionalmente la teología y la metafísica clásica lo habían presentado. Para comprender la noción de Objeto elaborada por Badiou y aquí asumida es preciso primero recurrir a las definiciones de mundo y de trascendental (de un mundo). A saber, “un mundo es el lugar en el que aparecen objetos. O también (…) “mundo” designa una de las lógicas del aparecer” (Badiou, 2008: 643). Así mismo: El concepto de “trascendental es, sin duda, el concepto operatorio más importante de toda la Gran Lógica, o teoría del aparecer. Designa la capacidad, constitutiva de todo mundo de atribuir a lo que está ahí, en ese mundo, intensidades variables de identidad con todo lo que está, igualmente, ahí. En suma, “trascendental” designa lo siguiente: un mundo, en el que aparecen a título de objetos multiplicidades puras, es una red de identidades y de diferencias que concierne a los elementos de lo que aparece ahí. Se comprende, entonces, por qué la estructura fundamental del trascendental es la estructura de orden, forma general de lo que autoriza el “más” y el “menos” (Badiou, 2008: 649). De manera que el trascendental de un mundo permite llevar a cabo la distinción entre objetos según grados de identidad/diferencia de manera reglada. Un manera muy útil de comprender esto es pensar en un sistema auto-organizado donde se presentan los fenómenos críticos propuestos por Perl Bak. En contraste con los puntos críticos de la física clásica, donde el parámetro de control, el trascendental, es exterior al sistema, como sucede por ejemplo en el paso de un sólido a un líquido, tomado el sólido como sistema asilado, según lo indica una medida de temperatura entregada por un termómetro: En los fenomenos criticos auto-organizados, en cambio, los sistemas alcanzan un punto critico de acuerdo con su propia dinamica interna, independientemente del valor de cualquier variable de control. La idea crucial de Bak consistio en pensar que el arquetipo de un sistema critico auto- organizado bien podria ser una simple pila de arena [...] Arrojando un hilo de arena lentamente sobre una superficie se forma una pila. A medida que la pila crece ocurren avalanchas que transportan arena desde la cuspide hasta la base. En los modelos teoricos, al menos, la pendiente de la pila es independiente de la velocidad con que se arroja la arena. Esta es la pendiente auto- organizada, la cual se llama asi incluso en casos en los cuales la pila no tiene forma de cono o adopta una configuracion irregular. En los sistemas de este tipo la caida de un grano de arena un poco mas grande de lo comun podria no tener consecuencias mayores, mientras que un evento menor (un grano de arena adicional) podria desatar una reaccion en cadena y causar un deslizamiento de proporciones: el mejor ejemplo de una funcion no lineal (Reynoso, 2011: 207). 5
  • 6. Por otra parte, para dar inicio en este punto a la conjunción entre TAR y fenomenología objetiva, según Latour, la noción metodológica de red o rizoma responde a tres propiedades como anulación de algunas relaciones binarias que ingenuamente se consideran absolutas. En la noción de red se anulan la diferencia entre: Lejos/Cerca: para escapar a la tiranía de la distancia y la proximidad de tal modo que actantes (actores narratológicos en el sentido de Greimas) cercanos, al ser desconectados de la red se puedan hacer absolutamente lejanos. La lejanía y la cercanía dependen entonces de la conectividad de los actores. Pequeña Escala/Gran Escala (Micro/Macro): para disolver la distinción entre micro y macro en el sentido en que una red nunca es más grande que otra, sino más o menos intensamente conectada. Dentro/Fuera (Actor/Sistema): para salir al paso a la distinción entre afuera y adentro dada por un límite periférico métrico (Latour, 1996: 4-6). Podría parecer que las nociones de mundo en Badiou y red en Latour no tienen nada en común, más que por el uso de la palabra red en ambas propuestas, y antes bien su conjunción aparentaría ser problemática a causa de la autorización del “más” y del “menos” en lo que Badiou llama un mundo. Esto sólo se resuelve teniendo en cuenta que un mundo es ontológicamente medido por un cardinal infinito inaccesible, a pesar que sus objetos son fenomenológicamente finitos. Dada tal condición, que se irá aclarando progresivamente, se cumple lo siguiente: Badiou mismo advierte que habrá que tener cuidado “con que la dialéctica de lo grande y lo pequeño no subsuma en modo alguno todo el campo, axiomáticamente fijado, de la relación de orden. Esas son sólo formas de leer el simbolismo. Porque la esencia de la relación de orden es la comparación “en sí” (Badiou, 2008: 183). De manera que un mundo gozaría de una estructura de orden que no implica someter a sus objetos a la relación pequeña escala/gran escala; la posibilidad de decir mayor y menor es siempre un forma de lectura de la relación de orden y no expresa su esencia. Tanto un mundo como una red escapan a la dialéctica de lo grande y lo pequeño. Si esta anulación vale en la fenomenología objetiva para la relación Pequeña Escala/Larga Escala, también lo hace para la relación Dentro/Fuera y Lejos/Cerca. En un mundo no aplica la contradicción Dentro/Fuera en tanto si un elemento (un múltiple) está en el interior de un subconjunto, un objeto, (otro múltiple) de un mundo, es decir, si está localizado en él, ese objeto sólo es un conjunto de referencia que permite decir que algo está en el interior de algo. Tal curiosa relación, que permite pensar interioridades en las que el interior de un conjunto referencia es el conjunto referencia mismo se la llama una topología o espacio topológico (Badiou, 2008). En palabras de Badiou “esto significa que desde que un mundo es una potencia [poder es un posible sinónimo] de localización del aparecer de multiplicidades, es incapaz de localizarse a sí mismo distinguiendo 6
  • 7. su interior de su frontera o exterior” (Badiou, 2008: 440). Un mundo, así mismo, es un ambiente en términos de modelos basados en agentes (MBA's). Vale agregar que la cercanía entre ANT con el modelado basado en agentes ya ha sido estudiada por Wernick et al. (2006). Siendo esto así, la contradicción Lejos/Cerca es evidentemente relativa. Pues si el mundo de referencia Colombia como espacio territorial jurídico-político, por ejemplo, es una topología, obviamente estaría absolutamente cerca de Colombia misma. Pero al estar Colombia completamente cerca de Colombia misma tendría que estar, curiosamente, lejos de Colombia misma. Pero si, por avatares del destino, para introducir lo referente al periodo 2000-2010 en Colombia, un decreto presidencial en Colombia declarase un estado de conmoción interior (de excepción), el mundo Colombia sería desconectado de sí mismo, esto es, que dejaría de ser parte jurídico-política de Colombia misma, a pesar de estar en el interior del conjunto de referencia Colombia, estaría absolutamente lejos de Colombia como espacio territorial jurídico-político, pues sencillamente no estaría en ese espacio territorial jurídico-político; de modo que no tendría sentido decir que estaría mas o menos cerca/lejos de Colombia como espacio territorial jurídico-político. Estaría en una situación, como diría Agamben, de estado de excepción jurídico-política. Por esto para la TAR no hay actores “sociales” metidos en sistemas “sociales”; como si estuvieran dentro de bolsas, ni micropolíticas o microeconomías metidas en macropolíticas y macroeconomías. En cierto modo sólo hay actores localizados en redes, o bien “sistemas en el interior de sí mismos”, y sólo hay “micro-objetos” localizados en redes, o bien “macro-objetos en el interior de sí mismos”. Sencillamente lo macro, lo lejano y lo sistémico son conjuntos de referencia cuyo interior es idéntico a ellos mismos. Por otra parte, el lector desprevenido asumirá de entrada el uso de la palabra estructura por Badiou en su definición de mundo, como una prueba tajante de su supuesto estructuralismo trasnochado. ¿Cómo se atreve a usar la palabra estructura? ¡Eso no explica nada y soluciona todo recurriendo a una universalidad abstracta en la que lo que entra se acomoda funcionalmente! Sin embargo, el sentido de la palabra estructura es fundamentalmente diferente al usado por el estructuralismo. La palabra estructura denota un tipo de múltiple definido por las matemáticas estructurales y no un tipo funcional de imaginario o símbolo cultural trascendente (Mandalas, lenguaje del inconsciente, por ejemplo). Una estructura es un conjunto base A junto a las construcciones que involucran a A y las propiedades que verifican esas construcciones. Dichas propiedades siempre son formuladas mediante axiomas. Este es un sentido absolutamente inverso al de la estructura en el estructuralismo, pues en la fenomenología objetiva no se suponen funciones trascendentes para los objetos; cosa que incluso sucede en la teoría de campos de Bordieu, donde los agentes se posarían en posiciones definidas según tipos de capital y de poder, 7
  • 8. sino que se proponen modelos en el sentido matemático, mundos de objetos reglados trascendentalmente, donde los agentes interactúan con sus vecinos. El concepto de estructura usado por Badiou es auténticamente científico-matemático pues no predispone un espacio funcional “vacío” que vendría a ser ocupado. Todo mundo, en cambio, está estructurado trascendentalmente, es decir, ordinalmente, según los grados de identidad y de diferencia entre sus objetos. Es preciso también tener en mente que una estructura de orden no es una estructura en el sentido estructuralista, sino en uno estrictamente matemático, del grupo Bourbaki y no estrictamente de Saussure aunque por vía de Lacan (el inconsciente está estructurado como –conjuntos y categorías matemáticas– y no es un lenguaje) le fue posible ha Badiou ensamblar tales ideas en su concepto de modelo con soporte en la teoría de modelos, al igual que Serres pudo articular al análisis cultural con las estructuras matemáticas y proponer lo que llamó en Hermes I logoanálisis. Latour es claro frente al rechazo del estructuralismo: Los estudios de organizaciones, los estudios de la ciencia y la tecnología, los estudios empresarios, los estudios de la información, la sociología, la geografía, la antropología, no importa cuál sea el campo, por definición no pueden basarse en explicación estructuralista alguna, dado que la información es transformación (…) en el estructuralismo nada se transforma, simplemente se combina (…) Una estructura es una red en la que solo hay información escasa (...) Si quiero tener actores en mi informe, tienen que hacer cosas, no ser los que ocupan lugares; si hacen algo, tienen que incidir. Si no inciden, déjelos de lado, comience otra descripción (…) "¿Que puedo hacer con la TAR?". Yo respondí: ninguna explicación estructuralista. Las dos son completamente incompatibles (Latour, 2008: 220 - 222). Pero tampoco se queda corto en su ataque al hijo legítimo del estructuralismo; el postestructuralismo: Como indica esta etiqueta, el postestructuralismo es la supervivencia del estructuralismo después de desaparecida la estructura, en forma similar al pollo que sigue corriendo después de que se le corta la cabeza. Si bien ha abandonado la búsqueda de coherencia, el postestructuralismo ha retenido la misma definición de la causalidad: pocas causas seguidas de cadenas largas de ocupantes de lugares pasivos a los que he llamado intermediarios (Latour, 2008: 304). De manera que en primer lugar la TAR anula la noción de estructura abandonando la búsqueda de coherencia estructuralista y en segundo lugar transforma la noción de causalidad al introducir la distinción entre mediadores e intermediarios: “una concatenación de mediadores no establece las mismas relaciones y no requiere el mismo tipo de explicaciones que un cortejo de intermediarios que transporta una causa” (Latour, 2008: 157). 8
  • 9. Este es un sentido diferente al de estructura en el estructuralismo. Recuérdese en este punto una, o mejor, la característica fundamental que Deleuze propuso para reconocer el estructuralismo: “las cosas mismas en general no tienen estructura sino en la medida en que sostienen un “discurso” silencioso, que es el lenguaje de los signos (Deleuze, 2002: 223). Siendo esto así, por un lado, la fenomenología objetiva de Badiou sería aparentemente un pensamiento de corte estructuralista. A saber, según Badiou, tal fenomenología es calculada y se funda en la tesis de las matemáticas como ontología. Pero desde el punto de vista de Badiou, las matemáticas no son la estructura del ser, lo que implica defender un pitagorismo inaceptable en la concepción ontológica de las matemáticas. Badiou lo deja claro: “la tesis que sostengo no declara en modo alguno que el ser es matemático, es decir, compuesto de objetividades matemáticas. No es una tesis sobre el mundo, sino sobre el discurso”. (Badiou, 1999: 16). Entiéndase bien la precisión: son el discurso formal que permite decir algo sobre el ser-en-tanto-ser o bien en tanto aparecer. Empero hay que precisar los términos de Deleuze, él mismo sostiene que: Se tiene razon al asignar a la linguistica como origen del estructuralismo: no solamente Saussure, sino la escuela de Moscu, la escuela de Praga. Y si el estructuralismo se extiende a continuacion a otros dominios, ya no se trata esta vez de analogia: no es simplemente para instaurar metodos “equivalentes” a los que primero fueron fecundos en el analisis del lenguaje. En verdad no hay estructura mas que de lo que es lenguaje, aunque se trate de un lenguaje esoterico o incluso no verbal” (Deleuze, 2002: 223). El estructuralismo es una estrategia de investigación en las teorías sociales y humanas que asume que existe, no un silencioso lenguaje de los signos, sino un régimen de signos lingüístico- natural, cultural, y universal, sostenido por las diferentes sociedades. Al igual que los “lenguajes animales” son objeto de la zoosemiótica, las matemáticas como ontología o discurso sobre el ser, no son un lenguaje natural, y no son objeto de estudio de la lingüística, sino de la semiótica formal de un lenguaje artifical, de origen acontecimental y prolongación histórica. Nunca se ha visto un científico estructuralista porque sencillamente no hay nada de cultural en los lenguajes formales de la ciencia. La articulación con la TAR aquí propuesta entonces hace hincapié en que no hay tampoco nada de cultural en la forma de los lenguajes naturales de las sociedades. Como se sabe ya hace tiempo, hay lenguajes formales, lógicas, que describen las relaciones de los componentes semióticos de los lenguajes naturales. Siguiendo a Badiou, existe una Gran Lógica que subsume la pequeña lógica de las proposiciones y los predicados de primer orden según un Álgebra de Heyting completa. Desde el punto de vista aquí esbozado, la comunicación desborda el orden de la significación lingüística natural para poner en relación regímenes de signos diversos; se planta más en el orden de la semiosis como proceso de intercambio 9
  • 10. transformacional de signos, en tanto objetos o actantes que están en lugar de algún objeto o actante para otro objeto o actante y que pueden ser humanos y no humanos. Pero tal semiosis es reductible, como Eco (1990) propone, a la relación de inferencia probable, al “si a entonces” de la lógica de primer orden; en consecuencia es formalizable y de ahí que la propuesta topo-lógica de Badiou resulte muy pertinente, pues la inferencia es reductible a la relación matemática de dependencia en la propuesta de Badiou; lo que refuta en parte cualquier logicismo. La matemáticas, en tanto ciencias del ser-en-tanto-ser, son la situación que presenta la presentación misma, lo múltiple en sí, en tanto que despliegan una teoría de lo real/múltiple no como transparente o construido, sino como diferencia interna; múltiple puro no contado por uno, solo cognocible sustractivamente como conjunto (múltiple) vacío e instaurado por una ontología axiomática conjuntista (Badiou, 1999). De manera análoga a lo que Deleuze y Guattari (2006) llaman principio de multiplicidad para el rizoma, y que luego Latour adoptará como sinónimo de la palabra red, el conjunto vacío solo es cognocible como múltiple, pues lo que es, se presenta como múltiple. Pero surge inmediatamente una duda. “¿Para qué sirve decir que el vacío es ‹‹múltiple››, si se habla de ‹‹múltiple de nada››?” (Badiou, 1999: 74): Es que la ontología es una situación y, en consecuencia, todo lo que ella presenta cae bajo su ley, que es la de tener que dar cuenta sólo de lo múltiple, aun si, no componiendo nada, es en realidad diagonal a la oposición intrasituacional entre lo uno y lo múltiple (Badiou, 1999: 74). El lector instruido objetará en este punto que Badiou es enfático a la hora de enfrentarse al modelo rizomático que pretende separarse de la dialéctica, al juzgarla como un pensamiento de lo Uno trasnochado; incluso cuando afirma tajantemente y como principio que “lo Uno se hace Dos”. En su artículo El fascismo de la papa (2002) lo dice así: Deleuze-Guattari's dialectical arboriculture, all absorbed as they are to oppose the “multiple” philosophy of the potato to the vertical despotism of the tree, is only a painful falsification. Lenin already remarked that the essence of the dialectic is never the strong and presupposed unity, but the unity of opposites, which at once relativizes the concept of the One beyond return. (Badiou, 2012: ). Para entender esta objeción hay que revisar el concepto de rizoma elaborado por Deleuze y Guattari. Según el principio de multiplicidad para el rizoma, “no hay unidad que sirva de pivote en el objeto o que se divida en el sujeto. No hay unidad, ni siquiera para abortar en el objeto o para “reaparecer” en el sujeto” (Deleuze & Guattari, 2006: ). Así, si una determinación del rizoma cambia entonces también la naturaleza del rizoma cambia. Un rizoma no se deja codificar por alguna unidad-pivote de la que dependa un 10
  • 11. conjunto de relaciones entre elementos/puntos, o bien, según lo Uno que se divide en el objeto o se reunifica, según una lógica binaria de diferenciación, en el sujeto. En fin, un rizoma no es reducible ni a lo uno ni a lo múltiple, ni tendría sujeto u objeto (Deleuze & Guattari, 2006). Como se verá, los términos sujeto y objeto son usados por Deleuze y Guatari en un sentido muy distinto al que le otorga Badiou. Hay que tener en mente también que el vacío es nombre del ser-en-tanto-ser (no es ni objetivo ni subjetivo). Ahora bien, lo múltiple puro es por sí pura diferencia. Empero, aclara Badiou respecto al vacío, lo es sólo en el sentido paradójico de la in-diferencia. Como el vacío es inextensional, pues no tiene elementos, es in-diferente, pues no le pertenece elemento alguno que le diferencie de otro conjunto. El vacío, según Badiou, es aquello que al no haber sido contado por uno, instauradas axiomáticamente o por principio su existencia y su pura diferencia, es decir, su in-existencia y su pura in-diferencia, sólo es pensable y cognocible por vía sustractiva; restando lo Uno al ser- en-tanto-ser. La única manera de diferenciar el conjunto vacío de otro conjunto es pensándole negativamente como lo in-diferenciado. Asimismo, por fuerza, el conjunto vacío debe ser único, pues cualquier conjunto supuesto, cuya cualidad sea no tener elementos, no puede ser por definición sino el vacío. “La unicidad del conjunto vacío es inmediata porque nada lo diferencia, y no porque su diferencia sea corroborable. La unicidad según la diferencia es aquí sustituida por la irremediable unicidad de la in-diferencia” (Badiou, 1999: 84). Esta diferenciación extensional, en la teoría de conjuntos queda fijada por el axioma de extensionalidad. Pero como el conjunto vacío no tiene elementos. ¿Cómo puede entonces relacionarse con algo más? A saber, supuesto un conjunto sin elementos, el vacío, es decir, un múltiple al que el no pertenecer a él se le atribuye universalmente a cualquier otro múltiple -conjunto-, y supuesta su negación, es decir, suponiendo que algo le pertenece, cualquier cosa podría inferirse de allí por ex falso sequitur quodlibet (principio de explosión). El vacío, lo múltiple puro y auténtico, no se presenta en otro conjunto bajo la forma de la mera pertenencia ( ) sino según la relación de inclusión ( ) para conjuntos y subconjuntos. Según la axiomática de conjuntos el vacío está incluido en sí mismo y en consecuencia está incluido universalmente, pues nada impide que lo que nada agrega se pose en cualquier conjunto como subconjunto. Formalmente: Un conjunto no está incluido ( ) en otro si un elemento suyo no pertenece a ese otro, A B si y solo si ( ) x A y ( ) x B. Si A es (=) Ø, es decir, si Ø B entonces habría que decir que hay ( ) un x Ø y x B. Lo cual es absurdo pues es axiomáticamente verdadero que nada pertenezca al vacío; para toda ( ) “cosa” esa “cosa” no pertenece al vacío. ( x) ¬ (x Ø). De manera que, si se supone que el vacío no está incluido en algún conjunto, es decir, si ( ) [Ø ] (x): (x Ø x ) como es axiomáticamente 11
  • 12. verdadero que ( x) ¬ (x Ø) y en consecuencia cualquier cosa puede seguirse. Todo múltiple cualesquiera incluye, en último término, el conjunto vacío, que es único, pues si hubiera otro nada lo diferenciaría del primero. La marca Ø guarda un sentido para siempre enigmático (Badiou, 1999), al ser el nombre propio del ser. Asimismo, esta verdad resulta traducible poéticamente con la siguiente afirmación: La ontología, axiomática de la inconsistencia particular de la multiplicidad, captura el en-sí de lo múltiple mediante la puesta en consistencia de toda inconsistencia y la inconsistencia de toda consistencia. Así, ella deconstruye todo efecto de uno, fiel al no- ser de éste, para disponer sin nominación explícita, el juego reglado de lo múltiple como forma absoluta de la presentación, por lo tanto, el modo según el cual el ser se propone a todo acceso. (Badiou, 1999: 41). Cuando Deleuze y Guattari afirman que las multiplicidades son rizomáticas y denuncian las pseudo-multiplicidades arborecentes (Deleuze & Guattari, 2006) ¿no estarían acaso refiriéndose a la distinción entre lo múltiple puro que la marca Ø nombra contra los conjuntos o múltiples contados por uno que Badiou llama estructurados? Dicen Deleuze y Guattari respecto de las multiplicidades arborescentes que éstas restituirían la unidad: “siempre que una multiplicidad está incluida en una estructura, su crecimiento queda compensado por una reducción de las leyes de la combinación” (Deleuze & Guattari, 2006: 12). Hay empero que hacer una aclaración para evitar caer en ésta errada tesis. En un rizoma se cumplen también los principios de conexión y heterogeneidad. Según el principio de conexión, en un rizoma todos los puntos pueden y deben ser conectados. Lo curioso es que Deleuze y Guattari también sostienen que un rizoma no está hecho de puntos sino de líneas y que según su constitución, puede estar formado por líneas de segmentariedad, ser roto, pero siempre recomenzar “según ésta o aquella de sus líneas, y según otras” (Deleuze & Guattari, 2006: 15). ¿No afirman que los puntos de un rizoma podrían y deberían ser universalmente conectados? ¿Cómo comprender esta afirmación contradictoria? Esto sólo se comprende asumiendo la distinción entre lo múltiple puro que se deja pensar bajo la forma múltiple del punto vacío, conjunto vacío, y lo múltiple posterior a una cuenta-por-uno y a su localización objetiva en un mundo. La tesis aquí arriesgada, que complementa y aclara las propuestas de Deleuze y Guattari heredadas por Latour, es que precisamente un rizoma o red, no está hecho ni de puntos ni de líneas. Un rizoma es un múltiple estructurado que cumple la propiedad conectiva según la cual todos sus elementos deben y pueden ser conectados. Lo cual sólo puede indicar que Deleuze y Guattari, cuando hablan de rizoma, piensan parcialmente, más bien, en un múltiple estructurado como una topología. Ésta intuición se ve confirmada en el hecho que Latour asume la noción de rizoma como sinónimo de red, al decir que una red: “las cosas no se ordenan por tamano como si fueran cajas dentro de cajas. 12
  • 13. Mas bien se ordenan por grado de conexion, como si fueran nodos conectados a otros nodos” (Latour, 2013: 63). En una red o rizoma, como la comprende Latour hay orden; pero ese orden rizomático supera las distinciones binarias entre afuera/adentro, grande/pequeño, lejos/cerca. Si bien, por un lado, un rizoma es heterogeneidad absoluta, también cumple, siguiendo a Deleuze y Guattari, un principio de ruptura asignificante, (escapando al régimen significante en el que el signo remite indefinidamente al signo), lo cual se evidencia en los formalismos matemáticos, onto-lógicos que permiten modelizar las observaciones en la fenomenología objetiva. Esto es así porque la ontología renuncia a las definiciones ostensivas omitiendo la definición de conjunto y sometiendo el discurso formal sobre “lo que es”, al fundarse en la relación de pertenencia sin mayor definición que lo que indica la misma marca: relación entre elementos y conjuntos de esos elementos. Aquello que es, conjunto, es aquello que se presenta bajo la relación de pertenencia a la que nada define pues es vacía o sin sustancia. El mayor impasse que se encuentra en este punto es el que proponen los principios de cartografía y calcomanía para el rizoma tal y como los definen Deleuze y Guattari. Según ellos, “un rizoma no responde a ningún modelo estructural o generativo. Es ajeno a toda idea de eje genético, como también de estructura profunda. Un eje genético es como una unidad pivotal objetiva a partir de la cual se organizan estadios sucesivos; una estructura profunda es como una serie cuya base se puede descomponer en constituyentes inmediatos, mientras que la unidad del producto está en otra dimensión, transformacional o subjetiva” (Deleuze & Guattari, 2006: 17). Estos últimos son principios de calco de algo ya dado. El rizoma, en cambio, es mapa, pues debe ser trazado sobre lo real. Por eso las descripciones en la TAR, según Latour, trazan el rizoma; porque el rizoma no está dado de antemano, es mas bien el mapa de lo dado. Hacer rizoma o red es en este sentido experimentar sobre lo real; no es tanto que lo real sea como una red, sino que una red puede graficar cómo aparece eso real, pues en todo caso, una red siempre podría ser traducida homomórficamente a una matriz de adyacencia sin problemas. En éste punto, empero, Latour parece separarse de lo que Deleuze y Guattari llaman rizoma, puesto que sostiene precisamente que en la TAR el “despliegue podría tomar la forma de una red a condición de que cada transporte sea pagado en transformaciones, es decir, si nos aseguramos de pavimentar toda la distancia de un sitio al siguiente no con intermediarios sino con mediadores plenos” (Latour, 2008: 248). La transformación pagada, es decir, la información, dista de ser una metáfora, es sentido pleno una verdad computacional: “se ha probado que los patrones que se extienden en el tiempo y el espacio pueden almacenar y trasmitir información, y que las interacciones complejas resultantes son capaces de modificarla. Estas tres habilidades (almacenar, reproducir, transformar) son los componentes necesarios y suficientes de cualquier proceso de computación” (Reynoso, 2006: 127); y como “la información 13
  • 14. mide, por definición, el grado de organización de un sistema” (Reynoso, 2006: 20), el almacenamiento, reproducción y transformación de la información es literalmente el almacenamiento reproducción y transformación que computa un sistema mas o menos organizado. La teoría de la información en éste punto es esclarecedora: Urge aclarar que la teoría de la información nada tiene que ver con el significado de los mensajes: se trata de un abordaje que analiza cosas tales como las formas más óptimas de codificación, la cantidad de redundancia que hay que introducir para compensar el ruido, y, en especial, la “medida de la información”. Esta cantidad de información se define como la cantidad de incertidumbre de un mensaje en función de la probabilidad de aparición de los elementos que componen el código. No hay en general ninguna correlación entre la riqueza de significaciones y la complejidad informacional, aunque algunos teóricos de la cultura y la sociedad (Abraham Moles, Max Bense, los semiólogos de la Escuela de Tartu) hayan creído lo contrario. El concepto de información, asimismo, es físico y no psicológico: una sinfonía informacionalmente compleja no alberga, subjetivamente hablando, demasiada improbabilidad o sorpresa para quien la conozca de memoria (aunque objetivamente haya sido más difícil de memorizar que una sinfonía más simple o más breve). La información (que en homenaje a Ralph Hartley se simboliza con la letra H, no con I) es un concepto muy simple: información es la medida de los grados de libertad que existen en una situación dada para escoger entre señales, símbolos, mensajes o pautas. El conjunto de todas las categorías (el “alfabeto”, cualquiera sea el modo de la comunicación) se denomina también repertorio. La cantidad de información se mide como el logaritmo binario del número de patrones alternativos, formas, organizaciones o mensajes que forman ese repertorio. La unidad en que se expresa la medida de la información es también la más simple de todas: el bit o dígito binario [binary digit]. La complejidad creciente de las pautas informacionales determina apenas un crecimiento logarítmico en las unidades de medida: dos alternativas elegibles (dos grados de libertad) requieren un solo bit, cuyos valores pueden ser sólo 1 y 0; cuatro alternativas se expresan con dos bits (00, 01, 10, 11); ocho con tres bits (000, 001, 010, 011, 100, 110, 111, 101), y así sucesivamente (Reynoso, 2006: 19). De manera que lo que la TAR entiende por rizoma dista mucho de permitir saltos entre puntos o líneas de segmentariedad; pero también dista mucho de renunciar al orden, como de no pretender la unidad del producto gracias a una dimensión transformacional. Los detalles de las imprecisiones conceptuales, que aquí no se pretenden desplegar, del modelo rizomático deleuze-güattariano han sido con detalle estudiados por Carlos Reynoso en su texto, que hay que calificar de fundamental, junto a muchos otros suyos, para la ciencia social auténtica “Arboles y redes: Crítica del pensamiento rizomático” (2014). Se puede comprender fácilmente en este punto que para Deleuze y Guattari, estructura denota la profundidad de tipo significante –profundidad lingüística– oculta tras los objetos y los sujetos. De modo que dicha palabra no tiene el sentido de la 14
  • 15. palabra estructura de orden en las matemáticas. En segundo lugar, para Latour, la palabra estructura también denota algo profundo de nivel “macro” o “global” y lingüísticamente formado. Así, “sin duda, en cuanto las singularidades locales donde se fabrican las estructuras globales son destacadas, es toda la topografía de lo social lo que se modifica. Lo macro ya no describe un sitio más ancho o más grande en el que lo micro quedaría inserto como una muñeca Matrioshka rusa, sino otro lugar igualmente local, igualmente micro, que está conectado con muchos otros a través de algún medio que transporta tipos específicos de rastros” (Latour, 2008: 253). Es preciso entonces notar que la noción de estructura de orden (el trascendental de un mundo) sólo exige el establecimiento de relaciones de identidad/diferencia entre los objetos de un mundo. Permite en últimas la posibilidad de decir que dos objetos que cambian singularmente están más o menos intensamente conectados, mas no determina la forma de esa relación, esto es, no puebla a la estructura por funciones necesarias, como sería en un estructuralismo. Pero por ello no hay que creer que un mundo es un sistema para sus actores, un marco para sus actantes, una bolsa para sus objetos; un mundo/red es también objeto/actante, pues el dualismo falso entre macro y micro queda anulado al asumirse que un mundo es una topología, empero ese aparecer-objetivado es inaccesible pues un mundo tiene una cardinalidad inaccesible para sus actantes; como se verá mucho más adelante. En todo caso un objeto siempre puede ser tratado como mundo, y todo mundo como objeto. Así las cosas, la teoría del actor/red es la teoría del objeto/mundo. La propuesta que ésta investigación ha ido describiendo: Constituye una estructura filosófica abstracta de múltiples modelos. Otorgándoles sus elementos, cimas, caminos, flujo de comunicación, etcétera, tal contenido determinado, puede convertirse en un método efectivamente movilizable. Para convencerse, basta asegurarse de que su desempeño puede hacerse por medio de contenidos puros o por medio de contenidos empíricos; y, de hecho, en su límite de pureza, puede ser una matemática, teoría de grafos, topología combinatoria, teoría de esquemas; puede convertirse, llegada una aplicación extrema, en excelente órgano de comprensión histórica. Esto se vuelve posible porque rompe definitivamente con la linealidad de los conceptos tradicionales: la complejidad ya no es un obstáculo para el conocimiento o, peor, un juicio descriptivo, sino el mejor auxiliar del saber y la experiencia (Serres, 1996: 21). Lo que le entrega la fenomenología objetiva a la TAR es la calculada formalización de sus modelos de actor-red bajo el concepto fenomenológico-matemático de mundo. Como lo propone Michel Serres, alguna vez maestro tanto de Badiou como de Latour: “las matemáticas son simultáneamente una ontología formal y una lógica trascendental” (Serres 1996: 129). Ese orden que acepta Latour en las redes, en la fenomenología objetiva de Badiou es dado por una estructura (de 15
  • 16. orden) trascendental que regla las identidades y las diferencias entre los objetos que pueblan las redes que son los mismos mundos. Con esto se demuestra que una red es un mundo topológico y un mundo topológico es una red; un mundo/red es una topología. 1.2 Objetivismo relativista: Intermediarios- Modificaciones / Mediadores-Sitios Comprender a cabalidad la noción de red o mundo aquí utilizada, exige establecer las definiciones de actante o actor, intermediario y mediador, y relacionarlas con la noción de objeto, modificación, sitio y singularidad en Badiou. La fenomenología objetiva es un discurso que traza, rastrea, cartografía calculadamente redes a partir de los rastros que las intertraducciones de sitios/mediadores humanos y no-humanos con diversos modos de existencia establecen al asociarse. La TAR le insta a pensar en términos de sitios o mediadores; se trata llevar a cabo el trazo de las redes (Latour, 1997), que no están dadas en un terreno pre-social. Con inspiración tardeana, las sociedades se forman relacionando objetos “no sociales” como sitios locales, de humanos y no humanos, que se conectan entre sí. Se asume entonces aquí que la noción de mediador es la de un objeto, en el sentido de Badiou, que deviene como sitio. Para la TAR empero, no se trata simplemente de que no estemos ya conectados, asociados en una red o un mundo colectivo, sino de que para poder comprender las asociaciones se precisa de ir paso a paso, o como diría Badiou, punto por punto, reensamblándolas, al seguir los rastros que dejan los mediadores/sitios en su devenir impredecible en términos absolutos, al estar el mismo investigador incluido en ese mundo que traza. Nadie, entre los investigadores contemporáneos latinoamericanos, tiene más claridad de éste hecho, como de la importancia de la epistemología que necesitan las ciencias sociales de las asociaciones, que Carlos Reynoso cuando afirma que “sólo hace falta resemantizar los nodos como actores y los vínculos como relaciones para que los grafos representen redes sociales” (Reynoso, 2011: 27). Con la conjunción de estas dos posturas se propone un objetivismo relativista, dado que para ser fieles a la noción de mediador, incluso el investigador en TAR o el sociólogo de asociaciones, produce, hace que pasen cosas, mientras observa, describe y va construyendo su informe; hay objetividad y relatividad. Se le sale al paso así a la distinción supuestamente real entre emic / etic, pues la descripción emic del mundo realizada por investigador está en el mismo mundo que la descripción etic de otros agentes de ese mundo. En este punto resulta necesario precisar el lenguaje de la TAR. Sin duda, una red o un múltiple topológico debe ser trazado por el investigador, pero es ingenuo creer que el trazo o la observación y descripción de sociólogo-fenomenólogo objetivista y no ingenuo no produce algo en lo que estudia. 16
  • 17. De ahí que Latour recalque que: Los informes textuales son el laboratorio del científico social y si la práctica de laboratorio sirve de referencia, lo que indica es que la objetividad puede lograrse debido al carácter artificial del medio, bajo condición de que se detecte a los artefactos gracias a una atención continua y obsesiva. De modo que tratar un informe de ciencias sociales como un relato textual no significa debilitar su pretensión de realidad, sino aumentar la cantidad de recaudos que deben tomarse y de las capacidades que deben exigirse a los investigadores. A esta altura, debería resultar claro que hacer mas difícil la producción de objetividad es de lo que se trata. No hay motivo para que los sociólogos de las asociaciones abandonen ese condicionamiento cuando abandonan la sociología de lo social y cuando agregan a la discusión una quinta fuente de incertidumbre, generada por la escritura de sus propias investigaciones. De hecho, es lo opuesto. Si lo social es algo que circula de cierto modo y no un mundo que está mas allá al que puede acceder la mirada desinteresada de algún científico ultra lúcido, entonces lo social puede ser transferido por muchos dispositivos adaptados a la tarea, incluidos textos, informes, explicaciones e indicadores. Puede que sí o puede que no. Los informes textuales lo pueden fallar al igual que lo hacen a menudo los experimentos (Latour, 2008: 185-186). Se tiene en este punto una primera tesis claramente relativa a los medios de comunicación: todo informe textual (multimedial si se quiere), incluso una simulación computacional, en las ciencias sociales es un experimento científico, de modo que una fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación incluye dentro de sus objetos de estudio los experimentos mediales a los que ella misma recurre. Así, siguiendo con el enlace aquí pretendido, en fenomenología objetiva de los medios masivos masivos de comunicación el medio de exposición es indisociable del medio de investigación. De manera que toda investigación en fenomenología objetiva debe reparar, mantener en buen estado y mejorar sus afirmaciones, como debe ser reparado, mantenido en buen estado y mejorado, por ejemplo, un telescopio para un astrónomo. Igualmente, puede que un informe falle como fallan los experimentos en otras ciencias. La tesis que se arriesga entonces queda más clara si es enunciada así: la ontología pura es el discurso que describe el plano pre-social discreto, restringido a las matemáticas puras pero fundamento de toda ciencia, mientras la fenomenología objetiva es el discurso que describe el emerger objetivo, localizado en un mundo, de lo actores sociales, con la claridad de que eso social, es algo constituido parcialmente al establecer en la descripción las relaciones entre sitios de todo tipo, que no son de materia social, pues lo social como marco, como estructura subyacente escondida o como Ley, no existe. En último término se propone en este punto una justificación, cosa que ya está en curso en las investigaciones más avanzadas en ciencias sociales, de la necesidad para la sociología de operar como una fenomenología objetiva, 17
  • 18. convirtiéndose en una sociología calculada de las asociaciones entre medios/actores de comunicación, humanos y no humanos, en tanto mediadores que transforman los datos que comunican y que se conectan formando redes. En lo que sigue se propone el primer esbozo de lo que podría ser algún día un nuevo discurso del método sociológico. Retornando a la conjunción formal entre TAR y fenomenología objetiva de Badiou hay que aclarar la diferencia entre los pensamientos ontológico y fenomeno-lógico objetivo para comprender bien lo que aporta la fenomenología objetiva a la TAR. Ésta diferencia es curiosamente la diferencia entre dos maneras de concebir la diferencia y la identidad. En la teoría axiomática de conjuntos la diferencia se encuentra reglada por la extensionalidad y la identidad absoluta, es decir, la equivalencia entre dos múltiples o conjuntos. Existe precisamente un axioma que regla la diferencia ontológica; el axioma de extensionalidad: A , B: ( x) [(x A) & (x B)] o A , B: ( x) [(x A) (x B)] A = B Esto evidencia que en el mundo de la ontología la diferencia y la identidad son siempre absolutas, en tanto toda diferencia local, en un punto o elemento de un conjunto, implica inmediatamente una diferencia global. En el mundo de la fenomenología objetiva la diferencia y la identidad son relativas, de modo que admiten grados y están regladas por una intensionalidad (no intencionalidad). Desde un punto de vista objetivista descriptivo, que es el que concierne a la fenomenología objetiva, se sabe al incluir o indexar cualquier multiplicidad ontológica, cualquier conjunto, en algún mundo en el cual se establezcan relaciones que pueden ser diferentes a la equivalencia. Recuérdese que un mundo, según Badiou, es forzosamente cualquier múltiple, es decir, un conjunto en el sentido de la teoría de conjuntos, que incluye entre sus subconjuntos un trascendental que asigna (opera la metrología) a los objetos (A, Id) que en él aparecen un grado de identidad/diferencia Id. Esto se ve claramente con el formalismo que define la diferencia/identidad fenomenológica: Id (A, B) = k Este formalismo o matema (aquello que puede ser aprendido), indica que dos múltiples que aparecen en un mundo tienen una identidad y diferencia variables. Siendo esto así, la diferencia y la identidad fenomenológicas objetivas son relaciones de orden donde no se da estrictamente que x = y sino que, por antisimetría, x y. Esto también indica que un objeto sólo existe en la medida en que está en una red, un mundo, en la cual es posible atribuirle un grado de identidad con otro objeto: “un apareciente en un mundo no podría existir en él menos que lo idéntico que es a otro” (Badiou, 2008: 186). Lo que es compatible 18
  • 19. con la afirmación constructivista de la TAR según la cual habría que impulsar “la logica un paso mas alla: los materiales estan constituidos interactivamente; fuera de sus interacciones no tienen existencia, no tienen realidad. Maquina, gente, instituciones sociales, el mundo natural, lo divino –todo es un efecto o un producto (Law & Mol, 1995: 277). Pero todo un efecto o un producto en tanto que sin las relaciones regladas con otros existentes no tiene sentido hablar de existencia. La TAR no es una teoría idealista en ningún sentido, no hay nada como la construcción psicológica de lo real, sino una visión constructivista de lo social. Para Badiou, de manera análoga, no tiene sentido de hablar de la existencia en un “mundo político” si esa existencia no adquiere sentido relacional según la función trascendental de identidad que permite decir que un fenómeno tiene un mayor o menor grado de existencia en relación a otros: Id. Es nítido ahora que en TAR y en fenomenología objetiva no sólo no hay escepticismo, sino un relativismo donde el objeto sólo existe en tanto está en relación con otros objetos. Aquí toma más sentido el hablar de un objetivismo relativista para denominar al método fenomenológico objetivo, pues como el mismo Latour sostiene lo opuesto del relativismo “es el absolutismo” (Latour, 2008: 135). Las relaciones fenomenológicas se dan también en el caso de la identidad propia de los objetos de un mundo, esto es, de las multiplicidades que aparecen y se constituyen en un mundo; lo cual se formaliza como sigue: Id (A, A) = k Lo anterior implica, a diferencia de la ontología pura, la posibilidad de que un objeto no sea absolutamente idéntico a sí mismo, ni absolutamente diferente de otros (Badiou, 2008: 181- 183). Lo que indica que un fenómeno existe en un mundo más intensamente en la medida en que afirma en mayor grado su identidad en ese mundo. Ahora es posible atender a la larga y técnica definición del objeto en el marco de la Gran Lógica elaborada por Badiou: Objeto es el nombre de la forma genérica del aparecer para un múltiple determinado. Es entonces, después de “mundo”, el concepto más fundamental de la Gran Lógica. Se puede decir que ser un apareciente de tal o cual mundo equivale, para un múltiple, a Objetivarse en él. Como un mundo, en cuanto a las leyes que localizan elementos en él, es ampliamente definido por su trascendental, se comprende sin dificultad que un objeto sea la indexación trascendental de un múltiple. Es entonces cierto que un objeto sea una categoría del aparecer (o de la lógica), y no una categoría del ser (o de la ontología). Es una estructura del ser-ahí en un mundo. En este punto, hay que cuidarse de las interpretaciones idealistas o críticas de la noción de objeto. Se debe reafirmar, por una parte, un resultado importante de El ser y el acontecimiento, a saber, que aquello que aparece (el puro múltiple) es perfectamente conocible (por la ciencia ontológica, llamada en otros términos “matemática”). Y se 19
  • 20. puede postular, por otra parte, que lo que cuenta por uno en el aparecer, sus átomos, es prescrito, en definitiva, por la composición real del ser- múltiple. Sea un mundo determinado cuyo trascendental es T. Un objeto es, ante todo, el dato conjunto (llamado “conjunto-soporte” del objeto) y de una indexación trascendental de ese objeto sobre T; tal es la razón por la cual se lo anota (A, Id), o también (A, ) , o (B, ), etcétera. Y luego, la sumisión de ese dato al postulado del materialismo, que es que todo átomo [de aparecer] es un átomo real. Bajo esas condiciones, se dice que un objeto (A, Id) es una forma del ser-ahí del múltiple A (en el mundo considerado) (Badiou, 2008: 643-644). En El ser y el acontecimiento lo dice así refiriéndose a la diferencia entre fenomenología objetiva y ontología pura: Las matemáticas no presentan, en sentido estricto, nada, sin que por ello sean un juego vacío, puesto que no tener nada que presentar, fuera de la presentación misma, es decir lo Múltiple, y no acordar nunca con la forma ob-jeto, es por cierto una condición de todo discurso sobre el ser en tanto ser (Badiou, 1999: 15). Como se puede notar la noción de actante coincide con la noción de objeto elaborada por Badiou en que ambas apuntan a que la identidad y diferencia de algunas entidades, en sí múltiples, no está reglada necesariamente por la relación de equivalencia sino por relaciones de orden; grados de identidad y diferencia. Hay que esclarecer entonces la diferencia entre un mundo clásico y uno no-clásico. Sea M el máximo, el mínimo y la operación conjuntista de unión (Badiou, 2008: 650). Un mundo clásico entonces cumple la siguientes propiedades: 1. La ley de doble negación, o ¬ ¬ p = p 2. El principio del tercero excluido, o p ¬ p = M 3. La ecuación ¬ p = tiene una sola solución, que es M Si bien la ontología y fenomenología de lo múltiple son discursos sobre “algo”, como también lo es la TAR, pues tanto el investigador como el fenomenólogo objetivo se abstienen de afirmar el aparecer positivo de lo social en cuanto tal y de lo múltiple en sí, el vacío, sin duda la pura ontología se limita a asumir lo múltiple desde el punto de vista de la identidad absoluta, algo que no sucede en la TAR. Un rizoma/red en la TAR es siempre un múltiple heterogéneo, por ende la cartografía fenomenológica de los medios masivos de comunicación debe responder a esta exigencia de la única manera posible: asumiendo que el mundo en el que se inscriben los medios masivos de comunicación es no-clásico. Como resulta evidente de manera empírica. Existen mundos cuyo trascendental no clásico cumple otras propiedades y que también cumple una red: 20
  • 21. 1. La ley de doble negación, o ¬ ¬ p p 2. El principio del tercero excluido, o p ¬ p M 3. La ecuación ¬ p = no tiene una sola solución. Siendo esto así, los medios masivos de comunicación en tanto que actantes serían cuasi-objetos y cuasi-sujetos; pero aquí se llamarán objetos en el sentido de Badiou. El aparente impasse reside en el uso equívoco de los nombres objeto (en fenomenología objetiva) y cuasi-objeto/cuasi-sujeto (en TAR). La dificultad se supera fácilmente cuando se atiende a que un objeto, en el nuevo sentido que le da Badiou, es siempre la indexación trascendental de un múltiple, de manera que sólo es definible por los grados de identidad y diferencia que tiene con él mismo y con otros objetos (A, Id). El cuasi-objeto y cuasi-sujeto de la TAR es precisamente esto; un objeto no constituido nunca fuera de la relación con otros actantes donde el grado de su identidad es siempre y necesariamente también el grado de su diferencia consigo mismo o bien con otros. Esto es así porque el concepto de objeto para Badiou no es en ningún sentido el concepto de objeto de la metafísica clásica e ingenua que lo circunscribe en el orden equivalencial y absolutamente identitario de la ontología pura. El objeto siempre es cuasi-objeto y cuasi-sujeto en el sentido clásico pues sólo se define gracias a sus relaciones. Asimismo, hay que tener en mente que un actante en la TAR debe ser comprendido como un mediador, más que como un mero intermediario: [L]a TAR, describe un mundo hecho de concatenaciones de mediadores en el que se puede decir que cada punta actúa plenamente. Así, la cuestión clave para una ciencia social es decidir si trata de deducir de unas pocas causas todos los efectos que estaban ya allí "en potencia", o si trata de reemplazar tantas causas como sea posible por una serie de actores; este es el significado técnico que la palabra "red" adquirirá luego (Latour, 2008: 90). Con esto en la mira, sin duda hay que sostener que para ésta investigación los medios masivos de comunicación y los actantes que se relacionen con ellos, bajo una buena observación en TAR, deben ser descritos como mediadores. Se plantea aquí entonces que el objeto de la fenomenología propuesta, son los medios masivos de comunicación comprendidos como mediadores. Según Badiou, existe también una distinción que asumimos análoga a la que hay entre mediadores e intermediarios. Para Badiou, se presentan en los mundos cambios en y entre sus objetos. Estos cambios pueden ser meras modificaciones –asociaciones objetivas sin cambio real y para precisar descriptibles por ecuaciones lineales– que no transforman un mundo, sino que indican un simple cambio de los objetos bajo la regla de las intensidades preescrita para ese mundo por el trascendental. Empero también se presentan sitios: cambios reales que rompen las leyes ontológicas, descriptibles por ecuaciones no lineales, y que 21
  • 22. evitan así la predicción de sus consecuencias y el rastreo absoluto de su origen o mejor su emergencia. Tales sitios, al tener una existencia no máxima se llaman hechos o bien, al tener una existencia máxima, reciben el nombre de singularidades. Estos sitios con existencia máxima son capaces de producir consecuencias no máximas y presentarse como singularidades débiles o bien tener consecuencias máximas y presentarse como acontecimientos (Badiou, 2008). Un mundo, no es otra cosa que un conjunto de cambios, o modificaciones y sitios; algo que recuerda, para asociar la propuesta de Badiou con otras pasadas, la articulación entre conjuntos y probabilidad elaborada por Kolmogorov. Ahora bien, para dar un ejemplo muy útil de lo que sería una singularidad acontecimental científica, vale recordar que como consecuencia de las paradojas producidas por las fundamentaciones intuicionista y lingüística de las matemáticas, que pueden ser bien rastreadas en la meditación tres de El ser y el acontecimiento, la teoría de conjuntos, (ontología pura) tuvo que ser axiomatizada, buscando evitar dos consecuencias. Por un lado, como ya se ha mencionado, en la ontología es preciso evitar definir explícitamente la noción de conjunto, pues la intuición y el lenguaje caen en contradicción cuando van más allá de la fundación de lo múltiple bajo la estricta relación de pertenencia ( ) propia de la teoría de conjuntos. En tanto mundo, respecto de sus objetos (múltiples que aparecen en un mundo), la teoría de lo múltiple tiene un dominio implícito reglado por una axiomática que prohibe contar por uno (como un conjunto) todo lo que es subsumible bajo una propiedad que arbitrariamente un lenguaje bien formado cualquiera inscriba. El presupuesto especulativo de lo contrario, dígase de paso, fregeano, es que “nada de lo múltiple puede exceder una lengua bien hecha y que, en consecuencia, el ser, obligado a presentarse al lenguaje como el referente-múltiple de una propiedad, no puede debilitar la arquitectura de este lenguaje, si ella está rigurosamente construida. El amo de las palabras es también el amo de lo múltiple” (Badiou, 1999: 53). Se trata aquí en últimas de la necesidad de negar el idealismo ideográfico de Frege con la axiomática que permite a la teoría de conjuntos operar. Por otro lado, en la ontología resulta necesario evitar las multiplicidades paradójicas para sostener la diferencia entre lo múltiple (que es) y lo uno (que no-es). Es decir, no se tiene el poder de suponer la existencia de, por ejemplo, un conjunto de todos los conjuntos que son elementos de sí mismos, pues una vez arbitrariamente creado por la lengua, la paradoja de Russell es inevitable, mientras que la prohibición de la autopertenencia y la existencia de la autoinclusión del ser en sí se hacen necesarias (Badiou, 1999). La ontología es obligadamente un discurso axiomático sobre el ser-en-tanto-múltiple y no un discurso lingüístico estructural y silencioso que las cosas sostienen. Pero esto sólo ha sido posible tras una decisión afirmativa formalmente subjetiva fiel por el proceso de verdad de las matemáticas, contra el concepto inválido que el idealismo ideográfico defendía. 22
  • 23. Análogamente, una sociología auténticamente científica, como fenomenología objetiva y calculada, deberá someterse a las decisiones fieles que el razonamiento por el absurdo obliga. Los sitios o los mediadores admiten la autopertenencia; son múltiples reflexivos (A A) que rompen las leyes del ser puro; por ex falso sequitur quodlibet cualquier cosa podría seguirse ellos. En los sitios, como los hechos y las singularidades, el vacío se revela como figura ontológica del instante –son presentes puros–: aparecen sólo para desaparecer. En las modificaciones no se presenta transformación real pues son cambios dados según el orden trascendental del mundo. Así, lo que hay para-consiste en la instantaneidad de un sitio; lo que hay tolera la inconsistencia sin ser trivial. Es razonable en éste punto arriesgar la tesis según la cual las nociones de mediador y sitio coinciden, en que ambas denotan algo capaz de hacer hacer cosas o tener consecuencias inesperadas. Mientras que la noción de intermediación, como transporte de una mera causa, coincide con la noción de modificación, como devenir simple sin cambio real, reglado por el trascendental de su red (mundo). Esto incluso, como es evidente, complementa la taxonomía del cambio propuesta por la TAR, al menos en lo referente a la distinción entre singularidades/mediadores débiles y singularidades/mediadores acontecimentales. Si la identidad entre las nociones de intermediario/modo y mediador/sitio es posible también resulta de ello que la fenomenología objetiva de los medios masivos de comunicación debe ser una fenomenología que describe los medios de comunicación y los objetos mediáticos en tanto sitios, o bien hechos, y singularidades débiles, o bien acontecimentales. Un actor o actante es “el blanco móvil de una enorme cantidad de entidades que convergen hacia él” (Latour, 2008: 73). Los actantes no son nunca el origen absoluto de una acción sino más bien un punto de convergencia de diversas entidades que actúan constantemente; como se había dicho son imaginables como nodos y al ser tratados como mediadores, como nodos con cierto poder. Así, existen mundos o lógicas clásicas, como el de la ontología, cuyo trascendental es clásico. En estos mundos circula la causalidad sin transformación real, apenas un cambio modal, a través de intermediarios/modos (si quiere se puede decir como Badiou modificaciones), evitando axiomáticamente la aparición de objetos reflexivos (autopertenecientes) o sitios. Como dice Latour: “para los intermediarios no hay misterio, dado que los datos de entrada predicen bastante bien los de salida: no habrá nada en el efecto que no haya estado en la causa” (Latour, 2008: 90). Así, si hay “misterio” para los mediadores, entonces lo hay porque precisamente no esconden algo profundo: son superficiales y puramente sitios locales. De manera que un rizoma o red, en últimas una asociación, puede ser entendida como un mundo cuyo trascendental no es clásico. Bajo estas condiciones en un mundo no clásico resulta 23
  • 24. perfectamente posible la siguiente afirmación de Latour y que también vale para todos las observaciones científicas: “para los mediadores, la situación es diferente: las causas no permiten que se deduzcan los efectos dado que simplemente ofrecen ocasiones, circunstancias y precedentes. Como resultado de ella, pueden aparecer en el medio muchos extraños que nos sorprenden” (Latour, 2008: 90). 1.3 Hermenéutica objetiva y relativista No hay que confundirse tampoco por lo que Latour llama cuasi-objeto en comparación con lo que Badiou denomina con la palabra objeto, pues la noción de Latour de cuasi-objeto indica una comprensión del aparecer en términos relativistas –no escépticos– de lo social: En la definición pre-relativista de lo social, lo que se colocó en primer plano fue el participante humano y después, en virtud de una fuerte discontinuidad, el mundo social del mas allá. No se permitía que nada que no estuviera constituido de vínculos sociales tuviera un encuentro con los humanos. Tal era el código de etiqueta de esta extraña diplomacia. En la nueva definición es lo opuesto: los miembros humanos y el contexto social han sido colocados en segundo plano: lo que se destaca ahora son todos los mediadores cuya proliferación genera, entre muchas otras entidades, lo que podría llamarse cuasi-objetos y cuasi-sujetos. Para tomar e invertir el símil algo infortunado que se vuelve aún mas tambaleante por el uso que le da Kant, en vez de que los objetos giren en torno de los agregados sociales como en la sociología pre-copernicana, varios agregados sociales están emanando de los muchos enlaces que ahora ocupan el centro del universo social. Por vacilante que sea la metáfora, es un cambio de perspectiva como este el que persigue la TAR. Cosas, cuasi-objetos y enlaces son el verdadero centro del mundo social, no el agente, la persona, el miembro o el participante, ni tampoco la sociedad o sus avatares. No es esta una forma mejor, para usar otra de las expresiones de Kant, de hacer que la sociología por fin sea capaz de "caminar por la senda segura de la ciencia"? (Latour, 2008: 334 – 335). Lo social en la TAR es una relación que trasforma. Es entonces claro por qué se usa la palabra traducción para designar esta operación de transporte. La traducción, es decir, la asociación en la TAR, es una relación que no transporta causalidad lineal sino que induce al menos a dos mediadores a coexistir asociativamente afectándose de maneras inesperadas. Así, “no hay sociedad, dominio de lo social, ni vínculos sociales, sino que solo existen traducciones entre mediadores que pueden generar asociaciones rastreables” (Latour, 2008: 158). De manera que un actante es un mediador que trasforma a otros al hacerlos actuar inesperadamente, es en otras palabras un innovador. El trabajo del investigador es trazar la red tras seguir como sabueso las traducciones rastreando así las asociaciones. En este punto hay que tener en mente que para la TAR la red debe ser trazada también por el investigador junto a los actantes 24
  • 25. cuyo rastro describe. Por ende, toda descripción en la fenomenología objetiva debe ser también trazada; pues no está dada como espacio de antemano puesto y a la espera de ser ocupado por los actantes que arbitrariamente el investigador coloque allí. El concepto flexible de traducción, elaborado por Michel Serres (1974) y asumido por Latour como sinónimo de transporte, interpretación, desplazamiento, transformación, delegación, resulta también de suma importancia para la TAR a la hora de diferenciar los intermediarios de los mediadores como actantes con cierto poder. Tal diferencia se aclara cuando se atiende a la etimología de traducción como la acción de guiar algo de un lugar a otro, la de transporte como la de llevar una mercancía de un lugar a otro, la de interpretación como el mercadear o comerciar algo entre al menos dos agentes, la de desplazamiento como la acción de separar en múltiples partes o vías algo ancho, la de delegación como el acto de mandar algo según una regla y la de transformar como llevar algo de una forma a otra. Así, según la TAR “la acción social no solo es controlada por extraños, también es desplazada y delegada a distintos tipos de actores que son capaces de transportar la acción a través de otros modos de acción, otros tipos de fuerzas completamente distintas” (Latour, 2008: 105). Esto se evidencia en otro de los posibles nombres para la TAR aparte del deleuziano “ontología del actante-rizoma”: sociología de la traducción. En una traducción hay transformación y no mero desplazamiento de datos. Se da en los casos que obligan a transformar por completo el concepto de “lo social”, como cuando intervienen actantes no humanos (moluscos, vieiras, arrecifes, objetos técnicos) en la configuración de asociaciones (Latour, 2008). A saber, el estudio de estos agenciamientos dio pie a la aparición de la TAR: “por ejemplo, los pescadores, los oceanógrafos, los satélites y las vieiras podían tener algunas relaciones entre sí, relaciones de tal tipo que hacen hacer cosas inesperadas a otros (tienen cierto poder); ésta es la definición de un mediador” (Latour, 2008: 156). Siendo esto así, es claro que un actante debe ser descrito siempre como un mediador que tiene cierto poder de hacer hacer cosas inesperadas a otros. Lo que es claro es que ese poder de los medios es en cierto sentido nulo, pues para inducir una acción “será inútil exhibir todos los documentos, hacer oír todos los testimonios: lo que hace todopoderosa a la información (el periódico, y la radio, y la televisión) es su nulidad misma, su ineficacia radical” (Deleuze, 1988: 357-358). Al comprender los mediadores como sitios, también debe tenerse en mente que esos sitios pueden corresponder a actantes humanos y no humanos; o afirmar una simetría operativa entre ellos. Sin duda, es un programa radicalmente distinto del de la sociología asimétrica de Weber (1947) donde los objetos no humanos, o los artefactos como les llama, serían ininteligibles sin su referencia a lo que significan para la acción humana. A saber, según Latour, lo que los sociólogos de lo social han llamado social, adquiere en la TAR el mismo estatuto que el éter para la física 25
  • 26. moderna; simplemente desaparece del campo explicativo. Esto es así porque en la concatenación metafísica ingenua entre actores no humanos no hay nada de social; no lo hay ni en el funcionamiento de un satélite, ni en la etología de las vieiras, etc. (Latour, 2008). Lo social viene siempre por añadidura y en la sociología de lo social, por añadidura antropomórfica. Con esto en la mira, cuando se habla de mediadores/sitios, se puede hablar de que en una red o mundo los actantes/objetos hacen hacer cosas inesperadas a otros. En el mundo de la pesca por ejemplo “las vieiras hacen que los pescadores hagan cosas, del mismo modo que las redes puestas en el océano atraen a las vieiras a adherirse a las redes, justamente como los recolectores de datos reúnen a los pescadores y las vieiras en la oceanografía” (Latour, 2008: 156). De manera que “lo social no está en lugar alguno en particular, como una cosa entre otras cosas, sino que puede circular por todas partes como un movimiento que relaciona cosas no sociales. Segunda etapa: lo social ha vuelto como asociación” (Latour, 2008: 156). No hay que creer entonces que Latour propone un hermenéutica subjetiva al hablar de traducción, pues aclara que: Para interpretar una conducta tenemos por cierto que estar preparados para muchas versiones diferentes, pero esto no significa que tengamos que volvernos hacia las interacciones locales. En muchas partes de este libro he criticado a los fenomenólogos y quizá también a los humanistas, por creer que las interacciones cara-a-cara, los agentes individuales y las personas animadas por propósitos presentan un lugar más realista y lleno de vida que lo que llaman las abstracciones vanas de la sociedad. Aunque tienen razón en insistir en las incertidumbres, están equivocados en cuanto a las fuentes. No es que los humanos con propósitos, las personas intencionadas y las almas individuales sean los únicos agentes interpretativos en un mundo de cuestiones de hecho desprovistas de todo significado en sí mismas. Lo que se indica con interpretaciones, flexibilidad y fluidez es simplemente una manera de registrar el vasto exterior al que tiene que apelar todo curso de acción para ser llevado a cabo. Esto no vale solo para la acción humana sino para toda actividad. La hermenéutica no es privilegio de los humanos sino, por así decirlo, una propiedad del mundo mismo (Latour, 2008: 342). Sin duda, tal es el caso de la propuestas que pretenden ensamblar fenomenología, hermenéutica subjetivas y acción comunicativa como la de Hoyos: El cambio de paradigma de la filosofía de la conciencia (Husserl) a una acción, a un actuar comunicativo (Habermas) privilegia el lenguaje como punto de partida; tal lenguaje está referido en todo momento y actividad al mundo de la vida. Entonces se va a hablar del lenguaje, de la comunicación, en dos niveles: Nivel cero de la comunicación. Es en él donde está la hermenéutica. Se lo puede llamar, por igual, el nivel hermenéutico de la comunicación: hay situaciones del mundo de la vida que, para comprenderlas plenamente, se requiere, en primer lugar, 26
  • 27. diferenciarlas mediante la utilización de un lenguaje llano y directo (Hoyos, 2003: 8). Nivel uno de la comunicación. Éste es el nivel discursivo– argumentativo. La gente común y corriente siempre puede decir que el sol sale por el Oriente, pero en el momento en el que se requiere consolidar un poco más un conocimiento es necesario dar el paso a la argumentación; ahí la comunicación no es sólo para describir ese primer ámbito, el de la comprensión, sino que la comunicación argumenta y discurre para dar fundamento a afirmaciones que requieren ser demostradas porque pretenden ser objetivas (Hoyos, 2003: 8). La manera de entender la palabra hermenéutica como en ocasiones la usa la TAR es traduciéndola como: “actividad del mundo mismo en la que algo se transforma al ser transportado”. Queda más clara la diferencia con la hermenéutica subjetivista o idealista en el siguiente texto, donde un investigador en TAR (P) le explica la teoría a un estudiante (E): E.: ¿Pero eso es exactamente lo que dicen las sociologías interpretativas verdad? P.: No, para nada. Dirían que los deseos humanos, los significados humanos, las intenciones humanas, etc., introducen cierta "flexibilidad interpretativa" en un mundo de objetos inflexibles, de "relaciones causales puras", de "conexiones estrictamente materiales". Eso no es para nada lo que digo. Yo diría que esa computadora que esta sobre mi escritorio, este monitor, este teclado, son objetos de capas múltiples, tanto como usted: su cuerpo, su lenguaje, sus preocupaciones. Es el objeto mismo lo que agrega múltiple o mas bien la cosa, la "reunión". Cuando se habla de hermenéutica, no importa qué precauciones se tomen, uno siempre espera que llegue la otra parte: alguien inevitablemente agregara: "Pero por supuesto que también existen cosas 'naturales', 'objetivas', que 'no' se interpretan". E.: ¡Es lo que iba a decir! No sólo hay realidades objetivas, sino también subjetivas. Es por eso que necesitamos ambos tipos de teorías sociales. P.: ¿Ve? Esa es la trampa inevitable: "No sólo... sino también". Hay que extender el razonamiento a todo, pero entonces se convierte en inútil, o "interpretación" se vuelve otro sinónimo de "objetividad", o se lo limita a un aspecto de la realidad, el humano, y entonces uno se queda trabado, dado que la objetividad siempre esta al otro lado de la cerca. Y no importa si se considera el otro lado más rico o más pobre; de todos modos esta fuera del alcance. [...] Muéstreme un punto de vista y yo le mostraré dos docenas de maneras de salir de él. Escuche: puede olvidarse sin problema de esta oposición entre "punto de vista" y "visión desde ningún lugar". Y también esta diferencia entre "interpretativa" y "objetivista". Deje la hermenéutica de lado y vuelva a los objetos o, mas bien, a la cosa. [...] Si se puede tener muchos puntos de vista sobre una estatua es porque la estatua misma esta en tres dimensiones y le permite, sí, le permite moverse alrededor de ella. Si algo hace posible muchos puntos de vista, se debe a que es altamente complejo, tiene pliegues intrincados, esta bien organizado y es hermoso, sí, objetivamente hermoso. 27
  • 28. E.: Pero sin duda nada es objetivamente hermoso, la belleza tiene que ser subjetiva... el gusto y el color, relativos... Estoy perdido nuevamente. ¿Por qué pasamos tanto tiempo peleando contra eI objetivismo en esta facultad entonces? Lo que dice no puede ser correcto. P.: Porque las cosas que la gente llama "objetivas" la mayor parte de las veces son clichés de cuestiones de hecho. No tenemos buenas descripciones de nada: de lo que es una computadora, un software, un sistema formal, un teorema, una empresa, un mercado. No sabemos casi nada de lo que es esta cosa que está estudiando, una organización. ¿Cómo podríamos distinguirla de las emociones humanas? Por lo tanto, hay dos maneras de criticar la objetividad: una es alejarnos del objeto para acercarnos al punto de vista humano subjetivo. Pero la otra dirección es de la que estoy hablando: la vuelta al objeto. […] E.: Aun así, estoy limitado a mi propia visión. P.: Por supuesto que sí, pero otra vez, ¿que importa? No crea todas esas estupideces acerca de estar "limitado" a la propia perspectiva. Todas las ciencias han estado inventando maneras de pasar de un punto de vista al siguiente, de un marco de referencia al siguiente. Por Dios: a eso se lo llama relatividad. E.: ¡Ah! ¡Pero entonces confiesa que es relativista! P.: Pero por supuesto, ¿que mas podría ser? Si quiero ser científico y alcanzar la objetividad, tengo que poder viajar de un marco de referencia al siguiente, de un punto de vista al siguiente. Sin esos desplazamientos, estaría limitado a mi propia estrecho punto de vista definitivamente. E.: Entonces, ¿asocia objetividad y relativismo? P.: "Relatividad", sí, por supuesto. Todas las ciencias hacen lo mismo. Nuestras ciencias también. E.: ¿Pero cual es nuestra manera de cambiar nuestros puntas de vista? P.: Le dije, nuestro trabajo son las descripciones. Todos los demás operan con clichés. Investigaciones, relevamientos, trabajo de campo, archivos, encuestas, lo que sea. Nosotros vamos, escuchamos, aprendemos, practicamos, nos hacemos competentes, cambiamos nuestra visión. Muy simple en realidad: se lo llama investigaciones. Las buenas investigaciones siempre producen muchas descripciones nuevas. E.: ¡Pero ya tengo muchas descripciones! Me ahogo en ellas. Ese es mi problema. Es por eso que estoy perdido y por eso pensé que me seria útil venir a verlo. ¿No puede ayudarme la TAR con esta masa de datos? ¡Necesito un marco! P.: "¡Mi reino por un marco!". Muy conmovedor; creo que entiendo su desesperación. Pero no, la TAR es bastante inútil en ese sentido. Su principio más importante es que los actores mismos hacen todo, incluso sus propios marcos, sus propias teorías, sus propios contextos, su propia metafísica, hasta sus propias ontologías. De modo que me temo que la indicación a seguir sería la de más descripciones (Latour, 2008: 209 - 214). La hermenéutica para Latour es, para usar términos más precisos, una propiedad de los mundos en tanto mundos que les 28
  • 29. permite a sus actantes comerciar o traducir algo (de manera que se trata de un asunto económico), pero que para hacerlo ese algo se transforma inevitablemente. Dos actantes, por ejemplo no humanos como dos computadores, hacen hermenéutica, interpretan o intertraducen cuando intercambian signos codificados en un lenguaje artificial, de modo tal que logran establecer una comunicación, es decir, cuando transforman algo común. Lo cuál es más claro aún cuando se sabe que “las palabras “traducción” o “transferencia”, “deplazamiento” o “metáfora” significan los mismo en latín griego o inglés” (Serres, 1974, Callon; 1975); la misma palabra traducción se transforma en nombre aunque no en contenido. En este sentido, hermenéutica es el nombre que Latour le da al operar trascendental de todo mundo, pues precisamente el trascendental es lo que permite que se intercambien regladamente las identidades/diferencias entre objetos de un mundo, es lo que ordena las transformaciones como diría Latour. Empatar en éste punto las ideas materialistas de Badiou y Latour implica arrebatar la palabra interpretación de la hermenéutica subjetiva y devolverle su sentido dramatúrgico, haciendo uno tanto a los actantes de la TAR como a la dramaturgia de Badiou: los objetos son actantes que se interpretan entre sí, de modo que así establecen gradualmente sus identidades/diferencias, y entre mejor sea su hermenéutica objetiva y trascendental, su interpretación les identificará más; habrán operado una suerte de mímesis interobjetiva perfectamente cuantificable y matematizable. Los mundos son como escenarios donde los objetos actantes, como mimos, usualmente fracasados, se interpretan unos otros. Esto se comprende mejor cuando se atiende a lo que Latour llama principio de irreductibilidad, según el cual nada es reducible o bien irreducible a cualquier OTRA cosa –sin duda un principio lógico trascendental–-. Así, la identidad absoluta no tiene lugar entre dos cosas diferentes. Por esto, un “actor que no incide no es un actor en absoluto. Un actor, si es que las palabras significan algo, es exactamente lo que no es sustituible. Es un evento único, totalmente irreductible a cualquier otro, excepto si se los hace conmensurables entre sí por algún proceso de estandardización, pero incluso eso requiere un tercer actor, un tercer evento” (Latour, 2008: 220). Toda conmensurabilidad requiere en la TAR un mediador que la establezca para estabilizar las diferencias entre los actantes. Aquí hay que hacer una importante precisión. Dice Latour: El mundo no es un continente sólido de hechos con unos pocos lagos de incertidumbre, sino un vasto océano de incertidumbres espolvoreado de unas pocas islas de formas calibradas y estabilizadas (Latour, 2008: 342) Las islas estabilizadas serían para Badiou procesos de verdad, que se siguen de un desequilibrio fundamental en las leyes de un mundo. No hay que confundirse en éste punto: un proceso de verdad es consecuencia máxima de un acontecimiento. Un mundo 29
  • 30. en donde el cambio es mera modificación es un mundo en el cual no se presentan cambio reales. Empero, un lector instruido, notará una vez más que si para Latour hay escasez de islas estabilizadas, según Badiou, la estabilidad de un mundo es lo que abundaría en los mundos donde pululan las modificaciones y los sitios no acontecimentales; faltan los excepcionales acontecimientos. En cierto sentido, puede que exista estabilidad en el cambio situado de un mundo, y por ende estabilidad en la producción de incertidumbre, pero puede que surja una nueva isla de estabilidad, de un proceso de verdad, tras un acontecimiento cuyo tener lugar es sumamente incierto. Para lograr comprender esto simplemente hay que notar que la diferencia no radica en los conceptos sino en la decisión. Esto es, si Latour sostiene que hay pocas islas estabilizadas en las redes es precisamente porque exige tratar a los actantes como mediadores más que como intermediarios; si Badiou sostiene la abundancia de modificaciones y sitios no acontecimentales es precisamente porque exige que los cambios sumamente reales y sus procesos de verdad estables sean radicalmente distintos de los cambios no reales o menos fuertes en los mundos. La escasez o abundancia de cambios reales dependerá únicamente del tipo de cambio que sea observado por el fenomenólogo, quien, siguiendo la postura de Badiou, deberá describirles según el grado de existencia y, en especial para las singularidades, según el grado de las consecuencias, que logre observar. Tal cosa es para Badiou, ni más ni menos, que el producto de una decisión (Badiou, 2008); Latour por ende, exige que tales decisiones se presenten, pero sin duda, con cautela, para no saltarse ni un paso en el rastreo de lo que hacen los actantes hacer inesperadamente a otros. En los términos de la TAR, el investigador no debe interesarse en la producción de la estabilidad de las controversias entre actantes sobre las asociaciones a las que pertenecen, pues eso es tarea de la política como constitución de lo común que los mismos actantes construyen en sus relaciones y no de la ciencia social, que debe limitarse a observarles y describirles, claro está, sin ingenuidad positivista sino de manera relativista y objetiva: “su labor no es estabilizar la lista de agrupamientos que componen lo social ya sea para lograr claridad o por conveniencia o para parecer razonable. Por el contrario, su punto de partida comienza precisamente con las controversias respecto de a qué agrupamiento pertenece cada uno, incluidas por supuesto las controversias entre los científicos sociales respecto de qué esta hecho el mundo social (Latour, 2008: 50). 1.4 Dialéctica materialista afirmativa: verdad en las ciencias sociales y contra el escepticismo ingenuo Éste es el auténtico punto en litigio entre la TAR y la fenomenología objetiva, pues para la TAR sin lugar a dudas nunca hay sólo dos puntos de vista en una controversia entre actantes sino una gran multiplicidad. Para la fenomenología objetiva de Badiou y la TAR sin duda hay múltiples puntos de vista sobre un asunto en 30
  • 31. litigio porque el asunto controversial mismo es múltiple, empero para la TAR no se ve que esa multiplicidad de puntos de vista pueda ser dispuesta en la figura de la decisión como instancia del Dos que permite la opción por una verdad. Como se había mostrado arriba, constituye una herencia deleuziana sobre la TAR la mistificación del término dialéctica; lo que se puede evidenciar en ésta afirmación: “los pensadores dialécticos tienen la habilidad de enterrar los artefactos aun mas profundamente, afirmando que las contra-dicciones han sido "superadas"; esta es la palabra mágica que usan en lugar de "tapadas" o "hechas desaparecer por arte de magia". Y nuevamente, no es tan difícil ver por qué siguen siendo tan convincentes aunque sus manos pretendan conectar sitios no existentes” (Latour, 2008: 220). Como se verá más adelante en detalle, esos sitios (globales) no existentes son la Naturaleza y la Sociedad que según una dialéctica automática de las superaciones podría disolverse mediante algún artilugio argumentativo. Muy al contrario, la dialéctica según Badiou no es un movimiento de superación de contradicciones. De manera clara así lo enuncia: “admitamos que por “dialéctica”, en la línea directa de Hegel, se comprenda que la esencia de toda diferencia es el tercer término que marca la distancia entre los dos” (Badiou, 2008: 20). Con lo cual se hace evidente que la dialéctica, por lo menos para Badiou, no anula en ningún sentido la diferencia entre términos contradictorios. Además esa dialéctica es una dialéctica materialista, pues como todo materialismo acepta únicamente la existencia de cuerpos y lenguajes (culturas si se quiere), pero añade que hay verdades para evitar el escepticismo, afirmando que las hay donde el “Tres suplementa a la realidad del Dos [verdades] cuyo modo de existir es el de inexistir [...] Y es cierto que una verdad constituye una excepción a lo que hay, por el hecho de que, si se nos da la “ocasión” de encontrarla, la reconocemos inmediatamente como tal” (Badiou, 2008: 20 – 22). Ahora bien, esas verdades que hay según Badiou no son en ningún sentido objetos trascendentes sino objetos inmanentes, de aquí que el tercer tomo de “El ser y el acontecimiento” pueda ser titulado, como Badiou lo confirma en una entrevista (2012), La inmanencia de las verdades. Esas verdades afirman el derecho infinito de sus consecuencias, es decir del conjunto de su presente, y la universalidad que “se sostiene en formas subjetivas que no pueden ser ni individuales ni comunitarias” (Badiou, 2008: 25). Según la dialéctica materialista un sujeto de una verdad o sujeto fiel a ella, se sustrae a toda comunidad y destruye toda individuación. O como lo plantea Gómez Dávila: “la mayoría de los hombres muere sin que les haya nacido alma” (Gómez Dávila, 1977: 45). Éste punto en litigio indica que antes que haber alguna posible incompatibilidad entre la postura de la TAR respecto a lo que Latour llama dialéctica y la dialéctica materialista de Badiou. La cuestión importante en litigio es la de la posibilidad de transformar un mundo, que es siempre un múltiple, a la instancia del Dos en la que se de la posibilidad de una decisión y por ende de la fidelidad al Tres de alguna verdad. 31
  • 32. Sobra decir que si la TAR no acepta que hay algo como verdades, la misma sencillamente defendería un escepticismo insuficiente para merecer el nombre de ciencia al que aspira. Esto sencillamente queda descartado, la TAR no es escéptica precisamente porque, como ya se ha dicho, es objetivista y pretende explicar la verdad de la constitución de lo social por fuera de las categorizaciones afanadas y automáticas de las sociologías de lo social y de su forma elevada en las sociologías críticas – incluido el marxismo más dogmático–; pues “demasiado a menudo, los científicos sociales –y especialmente quienes se encuadran en la sociología crítica– se comportan como si fueran investigadores "críticos", "reflexivos" y "distanciados" que tratan con un actor "ingenuo", "no crítico" e "irreflexivo". Pero lo que a menudo tratan de decir es que traducen las numerosas expresiones de sus informantes a su propio vocabulario de fuerzas sociales” (Latour, 2008: 87 – 88). De aquí que tanto la TAR como Badiou se desliguen de la Crítica, pues resulta importante “que por “dialéctica materialista” entendamos el despliegue de una crítica de toda crítica. Finalizar, en lo posible, con el Kant insípido de los límites, de los derechos y de los incognocibles” (Badiou, 2008: 24). Basta una cita también para hacer evidente que la sociología de las asociaciones se separa de las sociologías de lo social que dejan de lado a los mediadores, en nombre de una ciencia social auténtica y que tiene pretensiones de verdad: Al dejar de lado los medios prácticos, es decir los mediadores a través de los cuales se produce la inercia, la durabilidad, la asimetría, la extensión, la dominación, y al fusionar todos esos medios diferentes con el poder impotente de la inercia social, los sociólogos son los que ocultan las verdaderas causas de las desigualdades sociales, cuando no son cuidadosos en su uso de las explicaciones sociales (Latour, 2008: 125). Es claro que la TAR pretende dar con las causas verdaderas, incluso, de las desigualdades sociales. Así, cuando en la misma se usa la expresión construcción social de los hechos científicos, en ningún momento se pretende defender con ello una postura escéptica, anticientífica, como sí lo hace el muy opuesto constructivismo social. Mas bien, con construcción se refiere a que la práctica experimental del laboratorio, el diseño experimental colectivo, por el mero hecho de implicar la elaboración de herramientas y espacios propicios para la investigación; junto a la luz colectivamente vigilada de la fidelidad de las teorías que dan luz a la interpretación de hechos brutos, es decir a la luz del planteamiento y despliegue de problemas de interés, es decir, pertinencia. Para la TAR que algo sea construido no implica que ese algo no sea verdadero; como si los bebés no fueran construidos en el útero al igual que son perfectamente reales. Mas bien, que algo sea construido indica que ese algo ha emergido de situaciones artificiales, de modo que los hechos científicos son hechos precisamente porque emergieron de situaciones artificiales que les construyeron, que involucran asociaciones (de ahí lo social) con 32
  • 33. actantes no humanos. (Latour, 2008: 133–134). Siendo esto así, es evidente que toda ciencia es constructivista, pues lo opuesto de ello “es el fundamentalismo” (Latour, 2008: 135). Así un hecho científico puede estar bien o mal construido, y eso depende de la habilidad de los científicos para construir sus artefactos; sus laboratorios y sus instrumentos. Es más que evidente que si, por ejemplo, el Gran Colisionador de Hadrones no hubiera estado bien construido y los espacios, los laboratorios, las máquinas informáticas, y una gran serie de otros actantes no humanos, no hubiesen estado bien dispuestos para asociarse con los científicos, ni rastro del Bosón de Higgs hubiera sido registrado. Así, sostiene Latour: Cuando decimos que un hecho es construido, queremos decir simplemente que damos cuenta de la realidad objetiva sólida poniendo en juego varias entidades cuyo ensamblado podría fracasar; “constructivismo social” significa, por el otro lado, que reemplazamos aquello de lo que está hecha esta realidad con alguna otra sustancia, lo social, de lo que “realmente” está hecho. El relato de la génesis heterogénea de una construcción es sustituido por otro que habla de la materia social con la que es construida. Para que tenga lugar cualquier tipo de construcción, el rol protagónico debe ser interpretado por entidades no humanas, y es eso lo que queremos decir desde un principio con esta palabra más bien inocua (Latour, 2008: 135). Es nítido entonces que en la TAR no hay escepticismo, como evidentemente en la fenomenología objetiva tampoco lo hay. Pero si no hay escepticismo, tampoco absolutismo, o en términos de Latour no hay fundamentalismo, pues Badiou deja bien claro que el sujeto fiel a la verdad científica no es un pedagogista preocupado por la continuación de lo viejo en la transmisión, ni un oscurantista que pretende arruinar el cuerpo de las ciencias en nombre de alguna moralidad (Badiou, 2008: 94 – 95). Empero, en este punto resulta clave sostener, como postura de ésta investigación guiada fundamentalmente por los aportes de Badiou que, si bien hay verdad científica, esa verdad es siempre un excepción al par cuerpos y lenguajes; cosa que no niega, como ya se ha visto, que esa verdad científica venga al encuentro desde las entrañas de un mundo que le construye y en el que aparecen asociados objetos humanos y no humanos. Aunque sea producida en un tiempo empírico mesurable o contado, la verdad científica, como toda verdad, es eterna, pues en todo otro mundo sería nítido que constituye una excepción para aquel; es además translingüística, porque la forma que da acceso a ella es calculada (matematizada) y separada de todo lenguaje natural; asimismo, supone un cuerpo como un conjunto orgánicamente clausurado de huellas materiales (Badiou, 2008), en cuanto al cambio frontal que afectó a un objeto de un mundo, puesto que la huella que supone toda verdad (científica o de otra índole) es lo que se sigue de un acontecimiento. Un acontecimiento científico o de otra índole, siempre es el resultado de la decisión sobre un indecidible; al ser un sitio – definido exactamente por ser 33