El documento describe los sacrificios que se ofrecían a Dios en el Antiguo Testamento, incluyendo aditivos como harina, aceite y vino. También explica que tanto los judíos como los extranjeros podían ofrecer sacrificios para adorar a Dios y obtener perdón por sus pecados. Finalmente, señala que el objetivo de los sacrificios era que el pueblo recordara los mandamientos de Dios y viviera santamente.
1. PLANES PARA EL FUTURO Lección 6 para el 7 de noviembre de 2009
2. LOS SACRIFICIOS OFRECIDOS A DIOS A todos los sacrificios ofrecidos a Dios se les debía añadir los siguientes aditivos: FLOR DE HARINA. ACEITE. VINO. Esto implicaba el reconocimiento de los dones que Dios nos da y gratitud por ellos (al igual que la ofrenda de las primicias) SAL.
3. QUIEN PODÍA OFRECER SACRIFICIOS “Tú y el extranjero sois iguales ante el Señor, así que la misma ley y el mismo derecho regirán, tanto para ti como para el extranjero que viva contigo… Una sola ley se aplicará para todo el que peque inadvertidamente, tanto para el israelita como para el extranjero residente”. (Números, 15: 14-16, 29 NVI) ¿Por qué debía ser tratado el extranjero igual que el judío (miembro del pueblo escogido por Dios)?
4. QUIEN PODÍA OFRECER SACRIFICIOS Dios no ha hecho nunca acepción de personas. A los extranjeros se les ofrecía el mismo medio de salvación que a los judíos. “Y a los extranjeros que se han unido al Señor para servirle, para amar el nombre del Señor, y adorarlo, a todos los que observan el sábado sin profanarlo y se mantienen firmes en mi pacto, los llevaré a mi monte santo; ¡los llenaré de alegría en mi casa de oración! Aceptaré los holocaustos y sacrificios que ofrezcan sobre mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos” (Isaías, 56: 6-7) Todo aquel que quería unirse al pueblo de Dios podía ofrecer sacrificios.
5. QUIEN PODÍA OFRECER SACRIFICIOS A través de la muerte de Jesús todas las personas pueden obtener el perdón y pasar a formar parte de la Iglesia universal de Dios “donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos” (Colosenses, 3: 11)
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7. Sin darte cuenta de que es falso, lo usas para realizar una compra.
8. ¿Has cometido fraude? Ante la ley civil si, aunque no hayas sido consciente de ello. Mucho más ante Dios.
9. El que te dio el billete, te dice después que se ha dado cuenta de que era falso.
10. Debes ir al lugar donde usaste el billete e informarles de ello. Además, debes pagar correctamente tu compra y pedir perdón a Dios.
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12. LOS SACRIFICIOS POR LOS PECADOS REALIZADOS CON SOBERBIA “Con soberbia”, literalmente “con mano elevada”, con la intención expresa, rebelándose abiertamente contra la ley divina. El sistema de sacrificios NO proporcionaba expiación para la oposición deliberada a la voluntad y a las órdenes de Dios. El único castigo posible para este tipo de pecados era LA MUERTE como ocurrió con el caso del hombre que salió a recoger leña en sábado (“El acto llevado a cabo por este hombre era una violación voluntaria y deliberada del cuarto mandamiento. Era un pecado, no de negligencia, sino de presunción” (Patriarcas y Profetas, cap. 36, pg. 433))
13. LOS SACRIFICIOS POR LOS PECADOS REALIZADOS CON SOBERBIA Hagamos nuestra la oración de David: “Preserva también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí; Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión”. Salmo 19: 13
14. OBJETIVO DE LOS SACRIFICIOS “Para que […] os acordéis de todos los mandamientos de Jehová, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales os prostituyáis. Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y SEÁIS SANTOS A VUESTRO DIOS” (Números, 15: 39-40) Dios le proporcionó a cada israelita un recordativo visual que debía llevar siempre consigo: Un cordón azul en la franja del borde de su vestido.
15. Aunque nosotros no usamos franjas o borlas hoy, tenemos algo mucho más poderoso: LA CRUZ DE CRISTO, que siempre debería llevar ante nuestra mente el costo del pecado, el costo de nuestra redención y la promesa de salvación para todos los que, por la fe, confíen en los méritos de Jesús y sigan “la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).