El documento critica el fanatismo de ciertos sectores de la derecha peruana. Señala que ningún enfoque de política económica funciona por sí solo y que las teorías del libre mercado han sido desmentidas por la historia, como los rescates gubernamentales a empresas privadas en crisis. También destaca que un estudio influyente sobre deuda pública y crecimiento usó datos falsos, lo que llevó a políticas de austeridad dañinas.
LA MUERTE DE LOS CREYENTES Y NO CREYENTES O IMPIOS
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1. Fanatismos de la derecha
Andrés Solari Vicente1
Publicado en Ñuqanchik # 23
En memoria de Javier Diez Canseco
Cualquier tipo de fanatismo es una lacra para el desarrollo. Sea político, religioso, de derecha o de
izquierda, se refiera a la ciencia o al arte; porque, como modo de ser irreflexivo al extremo,
obnubila el entendimiento y conduce a la violencia. Sin embargo, el fanático cree que es reflexivo
o que lo fue en algún momento, pero se pone en evidencia al evadir que su pensamiento sea
confrontado con los nuevos hallazgos, pruebas y razones.
La reacción de un sector importante de la derecha peruana frente a la promulgada Ley de
Promoción de la Alimentación Saludable trae a la memoria varios sucesos políticos y sociales que
patentizaron el fanatismo con que se comporta, ante una sociedad que lo que menos necesita es
precisamente de visiones obcecadas. Educar en el fanatismo es caldo de cultivo fértil para todo
tipo de terrorismo. No es casual en la historia que los períodos previos a las confrontaciones
bélicas hayan estado antecedidos de extensas campañas de cerrazón, inflexibilidad, incapacidades
de negociación y hostilidades, amplificadas al infinito irreversible cuando los enfrentamientos se
desataban.
Para quien desde fuera hubiese leído la prensa
peruana de esos días (y no sólo la de estos días) lo que
le vendría a la mente es la imagen de un país al borde
de la guerra civil, por la abundancia de arrebatados y
furibundos ataques, escasa información ponderada y
casi nulo análisis crítico de los antecedentes, opciones
y consecuencias puestas en juego. Una buena parte de
la derecha peruana de nuestros días no brilla por su
reflexividad. Destaca, más bien, por sus atracos,
insultos y embustes. Viveza criolla (en el peor sentido) apoderada en casi todos sus niveles. Es la
lumpenización de una buena parte de la derecha política y su marcado achoramiento. Ejemplos
sobran, pero quizás el más patente ha sido la campaña por la revocatoria de la alcaldesa de Lima,
Susana Villarán, donde el jefe visible abundó en barbaridades, donde los políticos que estaban
detrás de la revocatoria (Castañeda, el fujimorismo y los sectores más corruptos del Apra)
escondieron la cara, y donde nunca se supo de dónde salieron los ingentes fondos para financiarla.
Si algo podría volver a diferenciar hoy a la derecha peruana, especialmente a este sector
prehistórico (que no deja de impregnarla a toda ella en su conjunto) de los sectores progresistas,
ecologistas, verdaderamente democráticos y populares, de izquierda, es principalmente su
irreflexividad. Por este lado, en las últimas décadas se ha evolucionado hacia posiciones más
críticas, humanistas, razonadas y se ha dado muestras de creciente flexibilidad en el interés de
1
Economista y sociólogo. Profesor-investigador en el doctorado de la Facultad de Economía de la
Universidad Michoacana. Agradezco las sugerencias de César Ferrari Q. y Martha Landa M.
Alimentos Chatarra
2. resolver las necesidades más profundas del país. Mientras que por el lado de la derecha, se ha ido
configurado este monstruoso engendro henchido de corrupción, malas mañas y cinismos, que es
sin duda el mayor peligro que enfrenta el futuro del país.
En el caso de la ley en pro de la alimentación
saludable se ha aferrado de uno de los elementos
fáciles que conforman su repertorio. Han
sostenido que la ley es una agresión a la libertad
de empresa y al libre mercado. No se han dado
cuenta que la realidad mundial sobre el tema los
puso al descubierto. La Organización Mundial de
la Salud recomienda este tipo de regulaciones y
otras bastante más radicales, que es así como han
sido puestas en vigencia en innumerables países
europeos, algunos asiáticos y latinoamericanos
(México entre ellos). La derecha peruana se ha
colocado en un off-side mundial, propio de
olimpiadas en pro del supuesto libre mercado. En
lo que sigue, abordaremos el tema sin perder de vista que detrás de esta divisa anida una actitud
fanática, que finalmente es el principal problema.
Fanatismo del libre mercado
La discusión sobre el libre mercado y las regulaciones es tan antigua como la propia economía. Sin
embargo, está rodeada de múltiples simplificaciones, mitologías y tergiversaciones. El libre
mercado como tal, más allá de la teoría no ha existido en ningún país del mundo, como ahora
tampoco, el estatismo absoluto. Para mostrarlo no sólo hay que mencionar las recientes
intervenciones gigantescas de las arcas nacionales en el salvamento de las operaciones
irresponsables de los grandes capitales y empresarios bancarios en todo el mundo, sino también
recordar el papel igualmente significativo que ha tenido el papel del Estado –desde hace más de
medio siglo- en el salvamento de innumerables empresas privadas de gran envergadura
(virtualmente estatizadas en muchos casos, en la medida en que se socializaron sus deudas).
El caso de la rama automotriz en Estados Unidos, el país “ejemplo y paladín” del mercado libre, ha
sido desde los años ‘80s del siglo pasado un caso paradigmático, porque el Estado entró a
defender abiertamente a las empresas privadas ineficientes, que había reducido la calidad de sus
productos y estaban pereciendo ante la competencia externa (japonesa y europea). Es decir,
intervino para proteger la ineficiencia, todo lo contrario a lo que según los teóricos del mercado
libre debe hacerse: dejar que el mercado regule por sí sólo a la industria. Que si así hubiese sido,
hoy la industria automotriz estadounidense muy probablemente habría dejado de existir y el nivel
de desempleo de la época hubiera sido un agravante adicional de la crisis de los años ’80.
En esos años toda la industria automotriz norteamericana entró en crisis, sus ganancias decaían al
igual que sus mercados tanto internos como externos. Perdían la batalla en productividad, en
calidad, en servicio, en nivel de ingeniería, en consumo de gasolina, en trato al cliente, etc. Los
modelos japoneses y europeos ofrecían mejor calidad, precio y motores más eficientes. La
primera y más grave bancarrota fue la de American Motors Corporation: su cierre era inminente
pero fue comprada por la Chryler, la que entonces recibió del gobierno mil millones de dólares de
“Un buen fanático siempre está listo para la bronca…”
3. préstamos en inmejorables condiciones y que se emitieron como capital de reflotamiento,
caracterizado por la competencia como un subsidio disfrazado.
Pero estas operaciones de salvamento se producirían sucesivamente varias veces en la rama
automotriz. En 2008, el gobierno de George W. Bush dio a la General Motors y a la Chrysler un
préstamo puente de emergencia que les permitiese mantenerse hasta que Obama entrara
abiertamente a rescatarlos con US$ 80,000 millones, que fueron el “acompañamiento” estatal de
la quiebra de estas dos compañías automotrices. Luego, la Chrysler se asoció con DAimler-Benz,
tomando ésta la conducción y dirección de los principales procesos en desmedro de ingenieros y
obreros estadounidenses. Para 2009, el 54% de los estadounidenses se pronunció -según la
encuesta de la Pew Research- en contra del rescate gubernamental y sus consecuencias,
considerándolo muy negativo para la economía. Posteriormente, en mayo 2009, la Fiat se asoció
con la Chrysler buscando hacerla competente.
Entre los años ‘80s y el 2010, el gobierno había inyectado no menos de 100,000 millones de USD$
en la rama automotriz en créditos blandos para reflotarla y defenderla de la competencia europea
y japonesa. Es decir, protegió la ineficiencia, las menores tasas de innovaciones y la menor calidad.
Aquí el anatema contra el “mercado libre” provino de los mismos que lo impulsan para ser
aplicado en los países menos desarrollados. ¿De qué mercado libre estaban y están hablando?
Estas intervenciones masivas no sólo se han dado en la rama automotriz, incluyen a varias otras,
como la de alimentos, con Parmalat al frente (2003), también a la producción de aviones
(Lockheed en 1971) y los 6 rescates más recientes a bancos, financieras e hipotecarias. Y antes,
durante la segunda mitad de los ‘80s en la agricultura estadounidense cuando ésta vivió una
fuerte crisis y recibió masivos subsidios que fueron redirigidos en favor de las grandes
concentraciones de tierras y capitales agrarios, favoreciendo la fusión y entrada de las empresas
agroquímicas en el sector. Como se sabe, lo mismo ha sucedido en varios países europeos que
pregonan austeridad y no intervención pero rescatan a manos llenas a los grandes bancos.
Debilidades de la teoría y fortalezas de la historia
Pero incluso la propia teoría económica que sustenta los ajustes tiene bases endebles. Milton
Friedman elaboró su teoría monetarista a fines de los años ’50 usando un método de estimación
incorrecto, cuyo remiendo 7 años después, daría a sus apreciaciones una menor solidez.2
Muchos
economistas, desde diversos enfoques, criticaron profundamente las postulaciones de Friedman,
entre ellos Paul Samuelson, quien 4 décadas más tarde de sistemáticas discrepancias con la
Escuela de Chicago y desde su visión keynesiana (el Estado debe intervenir para dinamizar y
equilibrar una economía) preguntó:3
¿Qué es entonces lo que ha causado, desde 2007, el suicidio del capitalismo de Wall Street? En el fondo
de este caos financiero, el peor del siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez-
2
Friedman no logró dejar constituida como verdad irrefutable que los excesos de oferta monetaria
tuviesen efectos relevantes sobre los ingresos de toda la economía y los precios, ni tampoco entonces
que, una economía inflacionaria, debía ser reequilibrada únicamente por la liberalización de sus
mercados, a la espera de la reducción de sueldos y salarios, y haciendo intervenir al Estado únicamente
para disminuir a cero el déficit público (especialmente minimizando los gastos sociales) en la medida que
éste haya sido solventado con préstamos.
3
“Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek” (Tribune Media Services, 2008).
4. faire que predicaba Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se le permitió desbocarse sin
reglamentación alguna. Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres
están muertos, pero sus envenenados testamentos teóricos todavía perduran.”
Aunque los ciclos críticos de la evolución de una economía tienen una complejidad sistémica que
no pueden achacarse única ni principalmente a la política económica, Samuelson puso en
evidencia que la teoría friedmaniana, y el neoliberalismo desprendido en gran parte de ella, era
una calamidad asumida en forma dogmática por sus seguidores. Denunció por igual los
“programas de enormes recortes tributarios exclusivamente destinados para gente […] próspera”,
es decir, para hacer más ricos a los ya ricos. Además, Samuelson mostró claramente que “el
fomento deliberado de la desigualdad [social y económica] no aceleró la productividad total de los
factores en Estados Unidos. Por el contrario, la obscena subida de los emolumentos de los altos
directivos volvió disfuncional todo el sistema de la gobernanza empresarial”. Samuelson ratificaba
así que la prédica neoconservadora, consistente en que los ajustes elevarían la productividad de la
economía, no se vio confirmada en los Estados Unidos. Sin duda que hoy en el Perú Paul
Samuelson hubiera sido considerado (en la miopía de quienes dirigen los medios) como un
pseudo-economista y energúmeno izquierdista.
Lo que nos interesa rescatar de esta polémica es que ningún enfoque de política económica es
efectivo en sí mismo ni por sí solo. Su eficacia dependerá, cuando menos, de la economía de que
se trate, de la fase por la que ésta atraviese y de los contextos en los que se desenvuelva. No hay
enfermedades sino enfermos, dirían los médicos. Es decir, no hay dogma del cual debamos (y
podamos) aferrarnos salvo que, por ignorancia o desinformación, la obstinación venga de un
pensamiento que empuña verdades fáciles como parte de su fanatismo.
Ahora bien, más recientemente, Thomas Herndon, estudiante de 28 años
de Austin (Texas) descubrió, en el proceso de elaboración de su tesis de
doctorado en economía en la Universidad de Massachusetts, la falsedad
de las premisas sobre las que se basan las políticas de austeridad (ajuste
fiscal y recortes drásticos de los gastos especialmente sociales)
preconizadas por el FMI, el BM, el BCE, las elites de poder de los países
europeos y de Estados Unidos: que el crecimiento de una economía cae
de golpe cuando su deuda pública supera el 90% del PIB. Estas premisas
se derivaron de un famoso estudio, multireferido por políticos,
financistas y economistas de todo el mundo, realizado nada menos que
por dos Drs. de la prestigiosa Universidad de Harvard, Carmen Reinhart
(cubana exfuncionaria del FMI), y Kenneth Rogoff (también del FMI y quien fuera duramente
criticado por el Premio Nobel Joseph Stiglitz)4
, cuyas reputaciones hoy están por los suelos; y que
no escaparon tampoco a la crítica y al sarcasmo de otro Premio Nobel, Paul Krugman5
. Así es como
este tipo de análisis hacen sacrosanta una idea que se replica después en todo el mundo con el
fanatismo reverberante de nuestros países. Como se ha comentado en la prensa mundial, esta
mentira alcanza el tamaño de la supuesta existencia de armas de destrucción masiva que
“justificaron” la invasión y destrucción de la economía Iraquí.
4
Véase el artículo de Hoff, Karla, y Joseph E. Stiglitz. 2010. Equilibrium Fictions: A Cognitive Approach to Societal
Rigidity. American Economic Review, 100(2): 141-46.
5
Paul Krugman, “La depresión del Excel ¿Puede un error en una hoja de cálculo haber destruido casi por completo la
economía de Occidente?”. En El País, 23 de abril 2010. Disponible en:
http://economia.elpais.com/economia/2013/04/19/actualidad/1366398440_370422.html
Thomas Herndon
5. Lo sorprendente aquí es que la revelación de esta alteración de los datos viene desde dentro del
mismo sistema universitario y bajo las mismas reglas metodológicas. Aunque, al igual que antes,
les darán la espalda, salvo excepciones, y fundamentarán para volver sobre lo mismo, porque
detrás permanece el interés de favorecer a los grandes capitales financieros transnacionales.
Este tipo de críticas (que parten de la misma matriz metodologica) son nuevas. Pero no son las
primeras ni las únicas, especialmente si nos ubicamos en una perspectiva latinoamericana, donde
desde fines de los años ’70 y los primeros ’80 varios destacados economistas latinoamericanos
demostraron las bases teóricas igualmente endebles sobre las cuales se basaba esta teoría.
Bastará recordar a Samuel Lichtensztejn, Alberto Curiel, Pedro Vuskovick, Jaime Ros, Trinidad
Martínez-Tarragó, María Concepción Tabares, Fernando Fajnzylber y varios más del CIDE, de la
Facultad de Economía de la UNAM, también muchos otros que trabajaron en la CEPAL.
Otro ventarrón reciente que abrió algo más las ventanas a la
realidad y mostró las “astucias” del gobierno alemán para
tergiversar la historia económica real, viene de dos
economistas del Institute for the Study of Labor, Ulf Rinne y
Klaus F. Zimmermann, quienes en su trabajo “Is Germany the
North Star of Labor Market Policy” (marzo 2013)6
, han
demostrado cómo es que el crecimiento alemán no se debió
precisamente a la austeridad en el gasto público sino a su
expansión, tanto durante el gobierno socialdemócrata como
luego durante el gobierno Merkel. Así, entre el 2000 y el 2010
la deuda pública se elevó en 40% mientras el PIB crecía mucho
más lentamente. No hubo ninguna austeridad con el gasto, que
se expandió debido a la integración con la economía del Este alemán y el acicate que ello
representó para toda Europa. El superávit público de 1989 se convirtió en déficit promedio anual
de 3.4%, desde entonces hasta 1996 y continuó de manera similar durante los gobiernos Schröder
y Merkel. No obstante, el gobierno alemán es de los principales pregoneros de una austeridad
radical para todos los demás países, como dogma que debe asumirse ciegamente.
Pero por otro lado y desgraciadamente, esta discusión, anclada y quedada en el tema de los
equilibrios macroeconómicos, ha hecho desaparecer por completo los asuntos verdaderamente
importantes para el desarrollo económico, como son: la política industrial, la política agraria, la de
redistribución del ingreso nacional y de creación de un fuerte y dinámico mercado interno (no
aislado del exterior, evidentemente), la política sobre la sostenibilidad del modelo de desarrollo,
así como la que tiene que ver con el desarrollo regional/local. Esto es parte del fatal desenfoque
que introdujo el neoliberalismo.
El substrato fanático que sobrevive
El libre mercado es una falsedad histórica que se divulga y asume de manera cerrada e inflexible.
No se escucha lo que dice quien discrepa con ello. Se genera un ambiente fundamentalista, en el
cual no es posible razonar y donde el fanatismo interviene con una fuerza significativa. Aunque en
6
Disponible (julio 2003): http://www.iza.org/en/webcontent/publications/papers/viewAbstract?dp_id=7260. Véase
también el artículo de Vicenç Navarro: “El gobierno alemán no hace lo que predica” Alainet, 12 mayo 2013).
El pensamiento rígido de Angela Merkel,
como forma de tergiversar la historia.
6. la fase actual de la vida política del Perú el fanatismo es un extravío que concierne más a una parte
del espectro político, es decir, a este sector prehistórico y lumpenizado de la derecha, no deja de
ser una característica que impregna al sistema social en su conjunto. No todo puede achacársele a
la ceguera y a la ignorancia, sino ¿cómo es que hemos podido tener, en una casi inexorable
sucesión, una larga fase de terrorismo generalizado seguida de otra actual donde campea a sus
anchas el sector más infame y corrupto de la derecha?