1. Barack Obama
miércoles, 5 de noviembre, 10.30
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La historia del senador demócrata Barack Obama es una clara representación del llamado
"sueño americano", una historia de constancia y superación que ha tenido su culminación el 4
de noviembre de 2008 tras ganar las elecciones presidenciales. Seguir leyendo el arículo
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Barack Hussein Obama Jr. nació el 4 de agosto de 1961 en Honolulu, Hawai. Su padre, Barack
Hussein Obama Sr, nacido en Kenia y su madre, Shirley Ana Dunham, natural de Kansas, se
conocieron en la isla y decidieron formar allí una familia. Apenas dos años después del
nacimiento del pequeño Barack, su padre les abandonó para cursar una beca de Economía en
Harvard. Más tarde, se iría a Kenia para trabajar para el gobierno del país africano y Obama
sólo volvería a ver a su padre en una ocasión.
Su madre se casó entonces con un administrador de petróleo indonesio, y Barack se fue a los
6 años a vivir a Yakarta. Allí asistió a una escuela católica, siendo protestante y en un país de
mayoría musulmana, una paradoja más en su vida.
A los 10 años, Obama volvió a Honolulu y fue criado por sus abuelos. Permanecería en la isla
del Pacífico hasta los 19 años, cuando se fue a estudiar Ciencias Políticas en la Universidad de
Columbia, en Nueva York. Durante un par de años realizó trabajos comunitarios colaborando
con ONG de la Iglesia y después decidió estudiar Derecho en la Universidad de Harvard,
2. graduándose "cum laude". Allí consiguió el primer hito en su carrera: conseguir ser el primer
afroamericano en presidir la prestigiosa revista de derecho 'Harvard Law Review'.
En 1988, una editorial le ofreció la posibilidad de publicar sus memorias, y Obama viajó a Kenia
para buscar sus raíces. Fruto del viaje nació 'Sueños de mi padre', que vio la luz en 1995, y en
el que Barack admite, entre otras cosas, haber consumido marihuana y "algún soplo" de
cocaína durante su juventud.
Con una carrera brillante, su singularidad biográfica y su amplia perspectiva sobre la diversidad
racial y los grandes retos del mundo, no le faltaron las ofertas de los mejores bufettes de
abogados del país, pero Obama prefirió dar clases de Derecho Constitucional en Harvard y
dedicarse a pelear por la defensa de los derechos civiles.
En cuanto a su trayectoria política, que no abarca más de 10 años, comenzó siendo elegido
diputado federal por un distrito de Illinois, Chicago, que aglutinaba al voto universitario y de las
capas populares. Desde un primer momento se le distinguió por ser un enfervorizado defensor
de las políticas sociales, que serían la bandera de su campaña hacia el Senado.
Al Senado llegaría en noviembre de 2004, tras vencer a otros seis candidatos demócratas
(mucho mejor posicionados que él) en las primarias del partido, haciendo lo mismo hizo frente
al candidato conservador, al que venció con casi el 70 % de los votos. En un año en que su
partido perdía las presidenciales, Obama se situaba como una estrella ascendente.
Su potente oratoria, su sonrisa contagiosa, su discurso social, su credibilidad y su facilidad para
conquistar al electorado y cruzar las líneas ideológicas de raza y de clase, uniendo a los
votantes en uno, fueron sus principales armas.
Entetanto, "la nueva cara", sobrenombre con el que fue tratado por prensa y políticos, se
dedicó también a su familia y se casó con Michelle Obama, con la que tuvo dos hijas: Malia,
nacida en 1999, y Shasa, dos años menor.
Los demócratas pusieron en él sus esperanzas y le encargaron el discurso central de la
Convención del partido celebrada en Boston, también en 2004. En el mismo, su llamamiento a
la esperanza, a la unidad de los demócratas y a seguir creyendo en el "sueño americano", hizo
levantar a los asistentes de sus asientos. Muchos comenzaron a proyectar en el afroamericano
sus esperanzas de volver a ocupar la Casa Blanca e incluso se llegó a comparar su
intervención con el discurso "I have a dream" ("Tengo un sueño") de Martin Luther King en
1958, en el que cargó contra la esclavitud y la secesión. Fue bautizado, entonces, como "una
reluciente estrella en el cielo demócrata".
El 10 de febrero de 2007, Obama hizo pública su candidatura a las primarias demócratas. En
un entorno simbólico, ante el Capitolio y rememorando a Abraham Lincoln, aprovechó su fuerza
y su facilidad de conectar con el público, para hacer un llamamiento a las "esperanzas
comunes y los sueños que todavía permanecen vivos" para presentar su alternativa de
gobierno.
Obama reconoció su inexperiencia, lo que para muchos es su punto débil, pero argumentó: "Sé
que no he pasado mucho tiempo aprendiendo cómo funciona Washington, pero he estado allí
el tiempo suficiente para saber que las cosas tienen que cambiar". El senador no dudó en
arremeter duramente contra el Gobierno de Bush: "Estados Unidos se ha enfrentado a grandes
problemas antes, pero hoy nuestros líderes parecen incapaces de trabajar juntos con sentido
común", piensa Obama, que añadió, "la política se ha vuelto tan amarga y partidista, tan
contaminada por el dinero y las influencias que no podemos atajar los grandes problemas que
requieren una solución".
Pese a que el hawaiano no pensaba plantearse un paso tan grande hasta 2012, el éxito de su
último libro, 'La osadía de la esperanza', y de su tour promocional, le hicieron replantearse las
3. cosas. Las colas a las afueras de las tiendas y el revuelo general organizado le han creado
más una imagen de "estrella del rock" que de político austero y tradicional.
Cuando el año pasado decidió presentarse a las primarias demócratas, los sondeos le situaron
pronto en segundo lugar, aunque nada parecía indicar que lograría arrebatar el puesto a la
senadora por Nueva York, Hillary Clinton. Sin embargo, su lema de "un cambio en el que
podemos creer" y "el cambio que necesitamos", pero sobre todo su ya famoso "Yes, we can" (sí
podemos) hicieron cambiar de idea a los votantes.
Barack Obama, el nuevo presidente electo de Estados Unidos, ha hecho historia al convertirse
en el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca, un acontecimiento sin precedentes que
cambiará para siempre la rumbo de su país, y quizá el del resto del mundo. Con un mensaje de
unidad y esperanza, y su promesa de cambio como bandera, el senador pronunció su primer
discurso ante cientos de miles de personas en Chicago que fue retransmitido en directo a lo
largo y ancho de Estados Unidos y que se debidó escuchar en todos los rincones del planeta.
Nombre completo:
Barack Obama
Fecha de nacimiento:
4/Agosto/1961
Lugar de nacimiento:
Honolulu, Hawai
Estado civil:
Casada/o
Signo del zodiaco:
LEO
Ojos:
marrón
Profesión:
Senador del Partido Demócrata de los EE.UU.
Hijos:
2, Malia y Shasa
4. LA VIDA DE BARACK HUESSEIN OBAMA Jr.
La biografía del próximo presidente de los Estados Unidos es
la personalización del ideal del 'sueño americano': con
esfuerzo y trabajo, todo es posible
Barack Obama, de bebé, junto con su madre, Shirley Ann, en
Honolulú, Hawaii, donde creció.
Un jovencísimo Obama corretea alegre con su triciclo en Honolulu
(Hawaii), donde se crió.
5. Madelyn, la abuela materna de Barack, abraza cariñosa y
emocionada a su nieto en la fiesta de graduación del instituto.
Barack y Michelle, felices y radiantes en el día de su boda, el 4 de
noviembre de 1992. Sin duda, uno de los momentos más
importantes en la vida del próximo presidente de los Estados
Unidos.
Barack Hussein Obama Jr. nació en Honolulú (Hawaii) el 4 de
agosto de 1961. Es el primer afroamericano que será presidente
de Estados Unidos, pero hasta esta victoria, su vida no ha sido
siempre fácil.
Hijo de una mujer blanca de Kansas y de un inmigrante
keniano, su infancia tuvo momentos complicados. En la familia
materna no sentó muy bien la boda de la joven con un negro, pero
tampoco lo hizo entre los familiares paternos. A pesar de todo,
Barack (padre) y Shirley, se casaron y formaron una familia.
Cuando el pequeño Barack tenía dos años, su padre les abandonó
para cursar una beca de Economía en Harvard, y después regresó
6. a Kenia. Obama sólo volvería a ver a su padre en una ocasión.
Su madre volvió a casarse y la nueva familia se instaló en Yakarta
(Indonesia), donde Barack fue al colegio y conoció a sus primeros
amigos. Sin embargo, cuatro años después regresaron a Hawaii.
Los abuelos maternos de Barack se volcaron con su nieto. Con
la figura de un padre ausente, tuvo una complicada juventud, en la
que no comprendía los prejuicios de la sociedad hacia los negros.
Rebelde y adolescente, las relaciones con su abuelo no siempre
fueron sencillas, pero en la casa de los Obama se respiraba mucho
cariño. En gran parte gracias a su abuela, Madelyn, que trabajó y
luchó durante toda su vida por ofrecer lo mejor a la familia.
La abuela materna de Obama falleció un día antes de las
elecciones presidenciales, y Obama, sensiblemente emocionado,
lloró sin vergüenza ante sus miles de seguidores y quiso rendirle un
homenaje en su último discurso antes de las elecciones: "Fue uno
de esos héroes silenciosos que tenemos en Estados Unidos
que no son famosos. Sus nombres no están en el diario, pero
cada día trabajan duro y cuidan de sus familias". Nada más saber
que había vencido en las elecciones, también dedicó unas
cariñosas palabras a su abuela: “sé que me está viendo y sé que
estará orgullosa”.
Un estudiante modelo
A los 19 años, se fue a estudiar a estudiar Ciencias Políticas a la
Universidad de Columbia, en Nueva York, y quiso compaginar sus
estudios con trabajos comunitarios. Obama ha reconocido que su
primera noche en Manhattan durmió en la calle, no era lo previsto,
pero tuvo que extender sus cosas y dormir en un callejón. No
obstante, trabajador y tenaz, comenzó a labrarse una brillante
carrera.
Al terminar decidió estudiar Derecho en la Universidad de
Harvard, graduándose "cum laude". Precisamente en la
universidad consiguió el primer hito de los muchos que vendrían
en su carrera: ser el primer afroamericano en presidir la prestigiosa
revista de derecho 'Harvard Law Review'.
Viaje a sus raíces
En 1988, Obama decidió viajar a Kenia y conocer sus raíces,
7. para escribir “Sueños de mi padre” una sincera y emotiva biografía
que explora todos los momentos, buenos y malos, de su juventud.
Este viaje fue un punto y aparte en la vida de Obama, que al ver las
condiciones de vida de sus familiares, se reafirmó en su creencia
en la democracia como sistema de progreso. Además, conoció
esa parte de la familia de la que tan solo había oído hablar de
niño, y se encontró con una gran familia, muy diferente de la
norteamericana.
A su regreso a Estados Unidos, Obama ya era un joven talentoso
y exitoso, pero deshechó ofertas para trabajar en los mejores
despachos de abogados del país para dar clases de Derecho
Constitucional durante unos años en Harvard.
La aparición de Michelle, la “roca” de su vida
Es imposible desligar la imagen y la vida del demócrata de la
figura de Michelle, su mujer. Se conocieron en un prestigioso
buffette de abogados de Chicago, cuando Obama entró a trabajar
bajo las órdenes de Michelle. Ella le rechazó dos veces hasta que
finalmente se rindió al encanto de este joven, con talento y audacia.
Hoy por hoy son un feliz matrimonio y tienen dos hijas, Malía y
Sasha, a las que el futuro presidente adora.
La familia es uno de los pilares de este hombre que, a pesar de lo
duro de una campaña electoral, siempre ha querido tener muy cerca
a sus tres “mujeres”. Precisamente a ellas quiso dedicar su triunfo
en las elecciones presidenciales el pasado martes 4 de noviembre.
Trayectoria política
La fulgurante carrera política de Obama parece tocada por la
magia: en tan solo 10 años, ha conseguido ser presidente de
los Estados Unidos. Comenzó defendiendo las políticas sociales
en su ciudad de adopción, Chicago, y pronto destacaron sus
habilidades a la hora de hablar y sus convicciones. Así llegó al
Senado en el año 2004, haciéndose con el 70 por ciento de los
votos y venciendo a candidatos mucho más experimentados. Era el
principio del “huracán Obama”.
Y es que el entonces senador ya contaba con gran carisma,
oratoria, un discurso social, credibilidad y una perfecta sonrisa
como mejor carta de presentación. Su carácter multirracial hacía
8. de él un buen equilibrio entre las necesidades de los blancos
trabajadores y los negros, aún a veces, apartados de la sociedad.
Pero sin duda, su momento estrella lo tuvo en 2004, durante la
Convención del Partido Demócrata celebrada en Denver. Obama
era el encargado de pronunciar el discurso central y su palabras de
esperanza, unidad y defensa del “sueño americano” levantaron
de sus asientos a los asistentes. Fue un disccurso tan brillante
que se comenzó a comparar con el famoso “I have a dream”
(“Tengo un sueño”) de Martin Luther King en defensa de la libertad
y contra la esclavitud y la secesión, en 1958. Para su partido, ya era
toda una estrella.
“Yes, we can”
Estas convicciones llevaron a Obama a presentarse a las primarias
demócratas. Reconoció que no contaba con mucha experiencia,
pero con su discurso prometedor, aseguró que sí que sabía que las
cosas podían cambiar.
Precisamente el cambio ha sido la idea central de su campaña.
Obama ha trabajado incansable durante los casi dos años que han
pasado hasta las elecciones, llevando un mensaje de esperanza y
renovación a la población estadounidense. Tanto, que su fama
empezó a extenderse por el mundo entero, y con ella, un fenómeno:
la “Obamamanía”.
No obstante, llegar hasta aquí ha tenido sus dificultades. Para
empezar, se enfrentaba a una de las mujeres más fuertes,
decididas y queridas en las altas esferas de la política: Hillary
Clinton, senadora de Nueva York y esposa del ex presidente, Bill
Clinton. Ambos protagonizaron una dura batalla para elegir al
candidato del partido demócrata a las elecciones, y la experiencia
de la senadora no pudo con el carisma de Obama. Su lema “Yes,
we can” (“Sí, podemos”) inspiró a muchos dentro del partido
demócrata y le dio la victoria.
Cercano y humano
Además, Obama ha cuidado mucho de que su imagen sea la de un
hombre sencillo, trabajador, padre de familia, con las mismas
preocupaciones que el resto de estadounidenses. Le encanta el
baloncesto y pasar tiempo con sus hijas, por las que siempre
9. muestra gran cariño.
Es un gran amante de la música, y ha asegurado que entre sus
grupos favoritos están artistas tan variados como Miles Davis, Bob
Dylan, Stevie Wonder, Johann Sebastian Bach o The Fugees.
Si bien el matrimonio Obama ha cosechado muchos éxitos
profesionales y ha tenido una buena posición económica, tanto
Barack como Michelle se implican diariamente en la educación de
sus hijas, como unas niñas normales, sin ostentaciones ni lujos.
La carrera hacia la Casa Blanca
Cuando la tensión parecía llegar a su fin, en realidad, solo era el
comienzo de la verdadera batalla: la presidencia de los Estados
Unidos. Durante la campaña electoral, Obama no ha dejado de
recorrer Estados Unidos, de costa a costa, incansable, con su
promesa de cambio para un país mejor: en economía, en
relaciones internacionales y sobretodo, en la vida diaria de los
trabajadores medios.
La lucha nuevamente no era sencilla: tenía como oposición a John
McCain, un héroe de guerra, experimentado y candidato del
partido republicano. Obama no quiso frenar su ritmo hasta el último
minuto, y su mensaje caló, y hondo, entre los estadounidenses.
La nueva América
Obama hizo historia el pasado martes 4 de noviembre al
convertirse en el primer hombre afroamericano en conseguir
llegar a la Casa Blanca. El mundo entero se ha apresurado a
felicitar al próximo presidente, que tomará posesión de su cargo el
20 de enero de 2009. Obama no solamente simboliza la igualdad
de la sociedad negra, sino también, un punto y aparte en la
forma de gobernar del país más poderoso del mundo. Y lo que
ha tocado la fibra sensible en todos los rincones del planeta: el
sueño americano vive, ese sueño de que con constancia y
superación, absolutamente todo es posible.
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11. demográfica dejó sin substrato a varios indios, que se convirtieron en
elementos flotantes. Como, al mismo tiempo, los españoles y criollos
pudientes adquirían de la Corona las tierras desocupadas, necesitaban mano de
obra adicional, y la encontraron en estos indios sueltos, convirtiéndolos de
copropietarios o cousufructuarios de los extinguidos resguardos, en peones
comunes y corrientes.
Otra fuente de mano de obra asalariada procedió de los indios no incluidos en
las mitas, pues, como se dijo cuando se trató de este asunto, para ellas se
sacaba una séptima parte de una comunidad determinada, y aunque muchos de
los pertenecientes a las 6/7 restantes se dedicaban por su cuenta a producir
comida y otros bienes, quedaba un remanente libre que podía aprovecharse en
actividades diversas.
Indios escapados de unos lugares a veces pasaban a otras tierras, con cuyos
habitantes no tenian mucha vinculación. Los casos de indios huidos —
llamados también extranjeros, forasteros, reservados, vagamundos,
extravagantes, de faldriquera, fronterizos o forajidos — fueron, al parecer,
más comunes de lo que se suele pensar, pues no sólo se ausentaban de labores
en confinamiento (obrajes), sino de las realizadas al aire libre, como las
agropecuarias y las de transporte; cuando las mitas duraban más del periodo
concertado, o simplemente para evitar abusos (ESPADA, 1897, III, XLVIII;
RUIZ RIVERA, 1975, 337-338, 345-347). En este caso eran candidatos para
el peonaje, sin mayores responsabilidades por parte del empleador. En el
Nuevo Reino se servían de ellos en trapiches, sin pagarles, dándoles sólo la
comida y el vestido (RUIZ RIVERA, op. cit., 290).
En los cálculos sobre la poblaci6n indígena laboral en Santa Fe y Tunja en el
siglo XVII, los indios huidos totalizaban el 6.22%, mientras que en minas sólo
había el 0.55% (RUIZ RIVERA, op. cit., 31). En 1565, los encomenderos se
quejaban de las frecuentes huidas de indios, que disminuían la población
laboral (FRIEDE, 1976, V, 280).
Los jesuítas que se establecieron en el Marañón y otros ríos amazónicos,
afrontaron la deserción de indios que rehusaban la evangelización coactiva, y
aunque eran perseguidos por militares, fue casi siempre sin resultado. Algunos
pretendían escapar por medios mágicos tomando borrachero (Brugmansia) o
bañándose con yerbas, con las cuales pensaban hacerse invisibles
(FIGUEROA, 1904, 62-66, 84; MERCADO, 1957, IV, 155-156).
También hubo indios ocultados por los caciques en casos de encomiendas,
para aminorar la cuantía del tribute. Indios recién convertidos a la fe católica,
12. por lo general estaban exentos de tributar durante los primeros diez años, así
como los yanaconas y mitimaes, aunque esto no siempre ocurrió así.
Per otra parte, muchos mestizos, mulatos y negros libres que no tenian una
posición definida en la sociedad colonial, podían convertirse en jornaleros, a
veces bajo la coacción de las autoridades, que esporádicamente lanzaban
arremetidas contra la ociosidad, como en 1711 y 1716, cuando las de Cali
dispusieron que se concertaran los mestizos, mulatos y negros, hombres y
mujeres sin oficio (ARBOLEDA, 1928, 229-230, 242). Con el tiempo, éstos
se convirtieron en la población neogranadina (TOVAR: ZAVALA et alii,
1987, 127).
No se conoce mucho sobre las leyes laborales que se aplicaban a este tipo de
peones, aunque se supone que regirían las mismas que para los otros grupos
en lo relativa a horarios, pago en propia mano, suministro de raciones. Por lo
general, a éstos se les enganchaba durante periodos cortos.
13. Sexacional de Burócratas
® v. V
CINCO AÑOS DE SER LA BITÁCORA DEL SECTOR PÚBLICO Y LA
VIDA PRIVADA. DESDE LA CIUDAD DE MÉXICO. CONTACTO:
BUROCRATAS@GMAIL.COM
JUEVES, OCTUBRE 02, 2003
Pocas palabras o términos generan tal consenso como BURÓCRATA. Es decir, puedes
preguntarle a la gente ¿qué piensa usted cuando escucha el concepto "democracia"?, y
todos responderán de manera diferente: el gobierno de todos, la tiranía de la mayoría,
lo contrario a oligarquía, etc. Pero, cuando se trata de saber la opinión de los demás
sobre BUROCRACIA, todos coinciden en que se trata de seres:
- Abúlicos
- Conformistas
- Retrógradas
- Mal vestidos
- Flojos
- Intratables
- Soberbios
- Simples
- Ineficientes
- Inertes
- Incólumes
Y así un sin fín de adjetivos que dan santo y seña de todas las características negativas
de los que hoy nos autodenominamos "servidores públicos".
Pero, cuidado: repito, el término "burócrata" no sólo es exclusivo de los empleados de
las oficinas públicas (pueden leer mi antiguo post sobre la definición de Max Weber
Chatanuga).
En fin.
En el posgrado escribí un ensayo --más bien, un reporte de lectura-- sobre uno de los
autores que mejor han definido el problema de la burocracia, su contraposición a la
empresa privada y la perspectiva de cambio en la organización estatal: Ludwig von
Mises.
Antes de transcribirlo, adelanto una de sus conclusiones más contundentes:
El problema del sector público es que lo componen burócratas que se rigen por normas
y procedimientos, en contraste con la empresa privada donde el objetivo rector es la
14. obtención de ganancias. Sin embargo, pongan ustedes al empresario más exitoso, al
más capaz, al más agresivo en los negocios en la administración pública, ¿y qué
tendremos?, pues un nuevo burócrata al cabo de algunos meses de trabajo. ¿Por qué?
Porque el sector público crea valor de una manera diferente al de la empresa capitalista.
Aquí va, pues...
Ludwing von Mises, Burocracia, Madrid, Unión Editorial, 1976, pp. 1-81.
La obra de Ludwing von Mises explora las diferencias entre los sistemas de producción
capitalista y socialista a través de sus respectivas burocracias, señalando que las
particularidades más notables de ambas son, en el primer caso, un espíritu empresarial
enfocado a la obtención de ganancias por medio del mejor desempeño humano y, en el
segundo, una gestión planificada que no puede ser cuantificada ni controlada y que
genera apatía y bajos rendimientos.
El autor inicia definiendo al capitalismo como un sistema caracterizado por la libertad y
la iniciativa privada cuya organización se basa en el beneficio, y al socialismo como un
aparato de compulsión y coerción sustentado en una organización burocrática. Sin
embargo, en ambos sistemas existe un rechazo sistemático hacia el término
―burocracia‖, despectivo y deshonroso, por lo que buscan erradicarlo a través de
estrategias divergentes.
El fenómeno de la burocratización aparece en el socialismo por las políticas
progresistas que buscan inferir en todas las actividades humanas lo que crea nuevos
cargos y secciones administrativas ocupadas por un mayor número de burócratas. Por
su parte, en el capitalismo surge por el crecimiento y expansión de las empresas
privadas.
Para von Mises, la burocracia –en sí misma—no es el problema. El punto radica en el
papel que juegan en ambos sistemas, ya que mientras en los estados se reconoce cierta
utilidad dentro de una soberanía extendida sobre una amplia zona con el fin de crear
cohesión social, se critica su intromisión en todas las actividades de la vida que inhiben
el liderazgo creador, el dinamismo y el progresismo de la empresa capitalista.
Por lo tanto, el dilema planteado por el autor radica en escoger entre la gestión
empresarial o la gestión burocrática.
La organización laboral en la empresa capitalista se apoya en las características propias
de este sistema económico. Los cálculos de pérdidas y ganancias –exclusivos del
capitalismo—basados en la teneduría de libros y la contabilidad indican el estado de los
diferentes componentes de la producción. Esto permite al empresario, al momento de
delegar autoridad, tener confianza en la dirección de su taller o fábrica porque todos
sus subordinados conocen el objetivo a alcanzar: el máximo beneficio posible.
Bajo este esquema se genera un círculo virtuoso que se extiende a todos los niveles de la
empresa –desde el director general hasta los aprendices y el personal de limpieza, por
ejemplo—en el que el ingreso y la permanencia laboral de los involucrados en la
15. producción se guíe por el mejor desempeño, siempre bajo la calificación del ―juez
implacable‖ del sistema de pérdidas y ganancias. En los negocios sólo cuenta el éxito,
sentencia von Mises.
Sin embargo, se reconoce que ciertas áreas no pueden ser calificadas por el sistema de
pérdidas y ganancias. En ese caso se aplica la discrecionalidad de los jefes para juzgar a
su personal. Esta evaluación no se realiza de manera arbitraria contra el personal por
antipatías o prejuicios, ya que en caso de suceder los principales afectados serán los
propios directivos.
El autor recalca que en el socialismo las cosas son totalmente diferentes: al no existir
mercados ni precios se imposibilita el cálculo económico que ajuste la producción a las
demandas. Asimismo, no es cuantificable el modelo por pérdidas y ganancias, por
éxitos o fracasos, por lo que ―se permanece en la oscuridad‖.
Cuando los jerarcas delegan autoridad a los gobernadores dentro de los modelos
despóticos se limita la discrecionalidad de los segundos por medio de leyes y normas
debido a su irresistible tendencia a ejercer el poder de la misma forma que sus
superiores. El resultado de esto es que los delegados del poder y la administración se
preocupan más por adaptarse y cumplir dichos reglamentos que por encontrar la
solución más adecuada para los problemas (el ―beneficio‖ en la empresa capitalista)
transformándose en burócratas, es decir en administradores cuya primera virtud es
cumplir con lo establecido.
Posteriormente, el autor critica el welfare state predominante en la época en la que el
libro fue escrito, tachándolo de una tiranía de sus gobernantes al consistir en la
creencia de que los gobernantes pueden hacer cualquier cosa que crean conveniente
para la república. En opinión de von Mises esto no corresponde al personal
administrativo ni a los jueces en un sistema democrático, sino al soberano (el pueblo) a
través de sus representantes (el parlamento) bajo los pilares de la primacía de la ley y el
presupuesto.
Esta convivencia entre un gobierno democrático y la burocracia es explicada por von
Mises en el sentido de que la segunda, en sí misma, no puede calificarse como buena o
mala, simplemente es ―un método de gestión que puede aplicarse a diferentes esferas
de la actividad humana‖.
El aspecto negativo consiste en ―la expansión de la esfera a la que se aplica la gestión
burocrática‖ que restringe la libertad del ciudadano y trata de sustituir la iniciativa
privada por el control del gobierno, es decir pasar de la organización basada en el
beneficio por la organización burocrática de seguimiento de normas y procedimientos.
Al entender la ley como el instrumento para limitar el poder de los tribunales y las
autoridades frente a la ciudadanía y no como las medidas encaminadas a ejecutar la
voluntad de la autoridad suprema, la gestión burocrática se conforma con cumplir las
reglas y disminuir la discrecionalidad (o iniciativa) de sus empleados. Demasiados
ordenamientos crean confusión en la burocracia, en contraste con la claridad con la que
los miembros de la iniciativa privada ubican el objetivo final (hacer provechosas sus
operaciones).
16. De esta forma, el autor enlista tres características de la administración pública:
a) Sus objetivos no se pueden medir en términos monetarios ni controlar por métodos
contables
b) No hay conexión entre ingresos y gastos
c) No hay precio de mercado para los aciertos
Por lo tanto, la gestión burocrática es igual al método aplicable a la conducción de
asuntos administrativos y cuyo resultado no se refleja como valor contable del mercado.
La parte final de la lectura es una reflexión a propósito de las deficiencias de la
burocracia. La población –de acuerdo con von Mises—se pregunta por qué no se
aplican las estrategias seguidas en la iniciativa privada para mejorar el desempeño de la
burocracia gubernamental. La respuesta del autor es contundente: no tiene sentido. Los
empresarios metidos al gobierno terminarán convertidos en burócratas que deberán
cumplir con las normas como aquéllos a los que criticaron.
Y esto se debe a la ausencia de un método de cálculo en la gestión burocrática
planificada.
Sin embargo, para von Mises no tiene sentido porque reconoce que la administración
pública y el gobierno crean valor de una manera diferente al monetario. Las reformas
propuestas no podrían transformar un servicio en una empresa privada ya que un
gobierno no es una compañía que busque beneficios y su gestión no se puede controlar
por el sistema de pérdidas y ganancias.
Siendo éste el campo de acción general, la definición de sus trabajadores es la de
burócratas, acarreando la pérdida de la competencia y la innovación al dar prioridad al
cumplimiento de normas y procedimientos jerárquicos, en concentrarse en seguir las
formalidades más que en hacer su trabajo de la mejor manera posible.
Lo anterior, en su conjunto, ―mata la ambición, destruye la iniciativa y el incentivo de
hacer más del mínimo exigido‖.
17. burocrata
nombre común
Persona que ocupa un puesto en la administración pública,
en especial la que se encarga de tareas administrativas:
escuela de formación de burócratas; al empleado público se
le ve injustamente como un burócrata, en el mal sentido del
término, preocupado por la observancia de minuciosos
trámites, áspero con el público, presuntuoso por ostentar
aunque sea sólo una ínfima parcela de poder y perezoso en
la confianza que le da saber su puesto seguro. NOTA: En
muchos países se usa generalmente con valor despectivo.