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La importancia del estudio de conductas anormales
1. La importancia del estudio de conductas anormales
Por Ricardo Paulo Javier Arieu
I) La importancia del estudio de conductas anormales
Imagen n 1
I) La necesidad de definir lo que es y lo que no es una conducta normal.
La ciencia transmite sus conocimientos al mundo a través de las definiciones. La ciencia tiene la
necesidad de estudiar la razón de conductas claramente anormales. Y serán las ciencias
relacionadas con la salud mental, las responsables de informarle a la sociedad que es normal, que
es anormal y las consecuencias de ambas conductas. Pero ¿qué es normal y que es anormal?
Según afirmaba Sigmund Freud, una persona normal "es una persona con una sana conducta que
no reniega de su realidad sino que sabe enfrentarla y transformarla con las herramientas que
2. posee" (Definicion,s.f.). Para el, todas aquellas personas que no poseen esta características "son
individuos con algún trastorno emocional, como es el caso de la neurosis." (Definicion,s.f.). Sin
embargo, ¿cuál fue la importancia del descubrimiento del narcisismo por Freud? Erich Fromm
explica que con sus teorías, Freud no solo explicó la naturaleza de la psicosis, sino que también
mostró que "el mismo narcisismo existe no solamente en el niño sino también en el adulto
medio" (From,1991, p.62). Fromm también explica que "el objetivo real de Freud era
comprender las pasiones humanas"(From, 1991, p.17), un tópico que hasta entonces había sido
analizado por "los filósofos, dramaturgos y novelistas" pero no por "los psicólogos ni los
neurólogos"(From, 1991, p.17). Pero al definir la naturaleza de la anormalidad también surge la
comprensión que como raza humana que somos, “todos los hombres descienden de un tronco
común, Adán, y este hecho está comprobado plenamente y conforme con todas las nociones
históricas y fisiológicas” (Alcaide y Molina, J., 1866, p.3); y de alguna manera también
compartimos algún rasgo anormal y analizable por la ciencia médica. Para decirlo de una manera
mas literaria, usando las palabras de Fromm: "la persona normal participa, en mayor o menor
grado, en aquella actitud que cuando es cuantitativamente mas vigorosa constituye la psicosis"
(From, 1991, p.62). Esto demuestra que el uso del concepto de la normalidad siempre implica
inevitablemente la acción subjetiva. Se puede observar que la anormalidad es una característica
que se define subjetivamente y se utiliza para asignárselas a las personas o cosas que poseen
extrañas condiciones o no son funcionales.
Aunque existen posiciones como las del psiquiatra norteamericano Thomas S. Szasz, quien en su
libro Ideología y enfermedad mental, niega la existencia de la enfermedad mental, la que sería un
“mito” (Szasz, 1970.p.33) inventado por los profesionales de la Psiquiatría, impulsados por una
sociedad que de este modo encuentra una fácil solución a los profundos problemas del ser
3. humano. Estos profesionales, clasifican como enfermos mentales a todos aquellos que son
considerados como una peste social. Pero la estabilidad de los signos de los síntomas
psiquiátricos es la evidencia de que no responden a un constructo social sino a una entidad
natural con una base orgánica.
Ya decía el poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, que "el hombre
siente, piensa, florece y da frutos insólitos... Se enlazan lo sentido y lo pensado, tocamos las
ideas: son cuerpos y son números" (SAVATER, 1999, p.3) pero también a veces nos reímos y
algunas otras veces lloramos o sufrimos. Y estos "frutos insólitos" que el hombre da, como los
llama el poeta, son insólitos para aquellos que piensan que todo en esta vida es color de rosa.
Entonces, llegamos a la comprensión de que alguien los tiene que estudiar, analizar, definir bien
y luego explicar estos conceptos. Fue Thomas S. Szasz, quien afirmó la importancia de analizar
bien estos términos, ya que “en el meollo de casi todas las teorías y prácticas psiquiátricas
contemporáneas está el concepto de enfermedad mental”. Por lo tanto, “un examen crítico de este
concepto es, pues, indispensable para entender las ideas, instituciones y procedimientos
psiquiátricos” (Szasz, 1970, p.22), y psicopatológicos. Por lo tanto, habrá que encontrar la
manera de definir que es la normalidad y que es la anormalidad.
Adolfo Jame Esparcia explica que “ordenar y clasificar en categorías diferenciadas los datos y
los conocimientos son actividades que podríamos considerar inevitables e intrínsecas al ser
humano. Es más, las disciplinas científicas consideran que un paso previo a la explicación y la
predicción es la descripción y clasificación de los fenómenos que estudian” (Esparcia et al.,
2006, p.37).
4. II) Definición:
A) La normalidad: Adolfo Jarne Esparcia en su libro Psicopatología reconoce que “el adjetivo
anormal a menudo lleva asignado un sentido peyorativo aunque el término no lleve implícito
unas connotaciones negativas” (Esparcia & Caparrós & Ruiz & Faja & Varón, 2006, p.26).
Aunque Freud demostró que no existe nadie que sea perfecta y completamente normal, es bien
sabido que la normalidad tiende a ser visto como bueno y deseable por la sociedad, mientras que
la anormalidad puede ser juzgada como mala o indeseable. Por lo tanto, alguien que se llama
"normal" o "anormal" puede tener enormes ramificaciones sociales, incluyendo la exclusión o
estigmatización. Aunque es difícil definir la normalidad, el campo de la psicología ha tratado de
desarrollar un conjunto estándar de directrices para distinguir entre la normalidad y la
anormalidad (generalmente llamado "patología" o "psicopatología"). Con Freud, explica Adolfo
Jame Esparcia, “el centro de interés se desplaza de los cuadros psicóticos a los cuadros
neuróticos, pero además trata la disociación entre conducta normal y anormal, de manera que
posibilita una comprensión más completa del fenómeno psíquico tanto si es normal como si es
morboso” (Esparcia & Caparrós & Ruiz & Faja & Varón, 2006, p.24). Pero para la psicología, el
estándar de calificación se aplica a cualquier persona que no revela una diferencia significativa
de su comunidad. Por lo tanto, el uso del concepto de la normalidad siempre implica la
subjetividad.
Paz García-Portilla (s.f.), profesor Titular de la Universidad de Oviedo, cita algunos criterios
para la normalidad como pueden ser:
a) Salud: Un comportamiento está dentro de los límites normales cuando no se observa la
psicopatología (ausencia de signos y síntomas) = Estado de salud funcional razonable.
5. b) Utopía: una ficción ideal. Mezcla armoniosa y perfecta de los diferentes elementos de la
mente que permiten el funcionamiento óptimo.
c) Promedio: Basado en el principio matemático de la curva de Gauss. La evaluación psicológica
más utilizada para estas pruebas.
d) Proceso: El comportamiento normal es el resultado final de una serie de sistemas interactivos.
Él está más interesado en los cambios o procesos de una definición transversal de la normalidad.
e) Bienestar subjetivo: propia valoración del individuo con respecto a su salud: El enfermo va al
médico. El que no se sienta mal, no está enfermo? - No puede ser universalmente aceptado este
modelo.
f) Adaptación: Enfermedades: modo particular de adaptación del sujeto entre las metas
culturalmente aceptadas y medios institucionales para adaptar.
g) Ventaja Biológica: definido por su enfermedad consecuencias. Disminución de la esperanza
de vida y reducción de la fertilidad
h) Criterios legales de normalidad en relación con los derechos y obligaciones civiles: La edad
adulta, responsabilidad y penalidad, la edad adulta, la rendición de cuentas.
B) La anormalidad: Se observa que la anormalidad es otra de las características que se
define subjetivamente y se asigna a las personas o cosas que poseen extrañas condiciones o no
son funcionales. La 5ª edición del diagnóstico de la American Psychiatric Association Manual
Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) establece las directrices explícitas y específicas
6. para identificar y categorizar los síntomas y diagnósticos. El DSM “es un elemento central del
debate en torno a la definición de la normalidad, y que sigue cambiando y evolucionando“.
Actualmente, en el DSM-5 (quinta edición), comportamiento anormal se define generalmente
como “una conducta que viola una norma en la sociedad, es de mala adaptación, es raro dado el
contexto de la cultura y el medio ambiente, y está causando la persona malestar en su vida
diaria”. En concreto, el objetivo del DSM-5 “es identificar el comportamiento anormal que es
indicativo de algún tipo de trastorno psicológico”. El DSM “identifica los criterios específicos
que se utilizan en el diagnóstico de los pacientes; que representa el estándar de la industria para
los psicólogos y psiquiatras, que a menudo trabajan juntos para diagnosticar y tratar los
trastornos psicológicos.” (Boundless, s.f.). Según Esparcia, hay varios criterios a tener en cuenta
(Esparcia et al., 2006, p. 29-32):
a) Estadísticos: suponen que las variables que definen psicológicamente a un individuo se
distribuyen en la población según una curva normal. Un individuo puede ser clasificado como
normal o anormal si es muy frecuente esta posición en la población en general. Pero lo
infrecuente no siempre implica un carácter psicopatológico. Además, estos criterios equiparan
elevada incidencia de un rasgo, conducta, característica, etc, dentro de una población con
normalidad. En este criterio, las diferencias entre lo normal y lo patológico serían de naturaleza
cuantitativa.
b) Clínicos: Tienen como punto de partida la evaluación del paciente y se basan en la
delimitación de conjuntos de síntomas que se identificarían con trastornos o cuadros
psicopatológicos. Estos criterios definen la conducta anormal sobre la base de la presencia de
síntomas. Por tanto, anormal o psicopatológico es todo aquello que cumple los criterios definidos
7. por esta anormalidad, lo cual no está exento de problemas. En primer lugar, porque en
Psicopatología se tiene pocos síntomas fijos o absolutos de trastorno de conducta; hay, en
definitiva, pocos signos cuya presencia sea objetivamente valorable, dado que necesitan la
apreciación subjetiva del paciente y/o del clínico. En segundo lugar, porque el síntoma a menudo
posee valor psicopatológico según el contexto donde se observa. Así, diferenciamos entre
ansiedad normal y ansiedad patológica o tristeza como reacción de duelo y tristeza patológica,
aunque las manifestaciones externas de ansiedad y tristeza en las situaciones anteriores no varíen
en esencia, pero sí las circunstancias o condiciones que las rodean y que, al fin y al cabo, es lo
que marcaría su carácter patológico o no.
c) Sociales o interpersonales: La definición de anormalidad es una cuestión de normativa
social: determinar el carácter psicopatológico de una conducta, rasgo o actividad depende del
consenso social en un momento y lugar dados. A partir de estos dos criterios se incide en el peso
que tienen las variables socioculturales en la valoración de una conducta como anormal o
normal. La investigación transcultural ha dejado constancia de la relatividad cultural del
comportamiento humano: aquello que en un contexto histórico o cultural es normal, se considera
psicopatológico en otro contexto (por ejemplo, el abuso de sustancias en nuestra cultura puede
ser considerado un trastorno y en otras culturas, una forma de contacto con divinidades; o un
individuo totalmente centrado en sí mismo puede ser indicativo de rasgos esquizoides en el
mundo occidental, mientras que las culturas orientales pueden interpretarlo como sabiduría
religiosa o riqueza interior). Una variante de estos criterios es la anormalidad como inadaptación
al medio. En este caso, la adecuación de un individuo particular al rol que socialmente tiene
asignado es el criterio principal para determinar la normalidad de su comportamiento.
8. d) Sin embargo, tratar de definir el concepto adaptación social y si la inadaptación representa una
normalidad o una anormalidad es casi tan difícil como definir el de anormalidad. A pesar de las
críticas que se le puede hacer a este concepto, remarca adecuadamente la necesidad de considerar
al hombre siempre dentro de un contexto social, y nunca aisladamente.
4) Criterios subjetivos o intrapsíquicos: Según estos criterios, el mismo individuo es quien
mejor puede dictaminar su situación o estado. Una variante de estos criterios es “el criterio
alguedónico”. Así, se define la anormalidad según la presencia de sentimientos de sufrimiento,
incomodidad o malestar personales que a menudo se traduce en manifestaciones verbales y de
comportamiento, tales como quejas por la propia infelicidad, por la incapacidad de afrontar un
problema, etc. Otro criterio subjetivo sería el de "petición de ayuda". En este caso, conducta
anormal sería aquella que provoca que la persona solicite la intervención de un profesional para
que intervenga. Pero éste es un criterio con muy poca fundamentación científica. Este perfil de
anormalidad, es limitado: a) Por una parte, porque una gran cantidad de conductas anormales se
generan sin sentimientos de sufrimiento o no son vividas como anormales por la persona (por ej.
en la esquizofrenia la conciencia subjetiva de alteración suele ser nula). En consecuencia, no solo
no se genera la petición de ayuda, sino que además puede ser rechazada. Esta situación
acostumbra a ser característica de aquellas conductas que son más extrañas en el entorno social y
en las que intuitivamente más se acepta la existencia de anormalidad. b) Por otra parte, aunque la
mayoría de las personas que manifiestan trastornos de conducta sufren de un modo subjetivo y
expresan múltiples signos (dificultades en las relaciones interpersonales, miedo al fracaso,
molestias físicas, etc.), no todas tienen la misma capacidad para expresarlos. En definitiva, los
criterios subjetivos dependen de la autoevaluación y del autoinforme que el individuo sabe dar de
sus sufrimientos. Pero no todas las personas que manifiestan quejas sobre angustia, inadecuación
9. de la conducta según los parámetros sociales, etc. presentan rasgos psicopatológicos, incluso si
recurren a la ayuda de un psicólogo o psiquiatra. Establecer la ecuación "sufrimiento es igual a
anormalidad", además de inadecuado, negaría la riqueza de expresión de la emoción humana.
5) Criterios biológicos: Estos criterios enfatizan la naturaleza biológica frente a la psicológica
de las personas. Para éstos, los diferentes trastornos psicopatológicos son fundamentalmente
expresión de alteraciones o disfunciones del funcionamiento de la estructura o del proceso
biológico que los sustenta. Sin embargo, son muchas las dificultades existentes para aislar cuáles
son estas alteraciones y qué las ha producido. Asumir una etiología orgánica como explicación
última y exclusiva de la Psicopatología comportaría adoptar el término genérico enfermedad
mental. Aunque se descubriese una etiología orgánica para cada uno de los trastornos
psicopatológicos, eso no justificaría destacar la intervención de factores psicológicos o sociales
en la etiología misma o en su mantenimiento. Sin duda, en la génesis de las manifestaciones
psicopatológicas se reúnen factores biológicos, psicológicos y sociales.
No hay una definición unánimemente compartida del concepto anormalidad psicológica.
Se han propuesto diferentes criterios para delimitar la conducta anormal o desviada; todos
ellos son necesarios y, al mismo tiempo, insuficientes para definirla. Los criterios
estadísticos enfatizan que las conductas psicopatológicas difieren de las normales desde
el punto de vista cuantitativo, pero no desde el cualitativo.
Los criterios clínicos buscan el consenso para delimitar los diferentes cuadros
psicopatológicos según las manifestaciones clínicas.
Los criterios sociales recuerdan la importancia de contextualizar la conducta para
determinar su carácter psicopatológico.
10. La información aportada por la persona sobre ella misma, tanto si hay consciencia o no
de Psicopatología, es una fuente valiosa e imprescindible de información para el
psicopatólogo, según se deriva de los criterios subjetivos.
Los criterios biológicos centran su atención en las alteraciones en las estructuras y/o
procesos biológicos de la conducta anormal.
III) Conclusión
A modo de conclusión, comprendo que nadie es perfecto ni completamente normal. Pero al
analizar se observa que la mayoría de las definiciones, sin embargo, tienen ciertas características
en común:
a) Desviación - Diferente, extremo, inusual, tal vez incluso extraña.
b) Angustia - desagradable y molesto para la persona.
c) Disfunción - Interferir con la capacidad de la persona para realizar las actividades diarias de
una manera constructiva.
d) Peligro - que presenta un riesgo de daño.
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hecho está comprobado plenamente y conforme con todas las nociones históricas y fisiológicas:
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