Las principales potencias europeas del siglo XVIII como Inglaterra, Francia, Holanda y España compitieron por el poder económico y militar, la búsqueda de nuevos mercados y materias primas, y la expansión de su influencia cultural y religiosa. Esto llevó al resurgimiento del colonialismo e imperialismo en América del Norte, donde cada potencia estableció colonias con diferentes características e intereses que chocaban continuamente.
BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
Cuáles fueron las razones de la rivalidad entre inglaterra
1. ¿Cuáles fueron las razones de la rivalidad entre Inglaterra, Francia, Holanda y España
durante el periodo previo de la conquista de los E.U?
Autor: Paulo Arieu
Poder económico y militar, búsqueda de nuevos mercados, supuesta superioridad racial y cultural
y necesidad de materias primas, fueron los factores que impulsaron a las grandes potencias del
siglo XIX y principios del XX a retomar el colonialismo e instaurar el imperialismo.
España acababa de unificarse formando uno de los nuevos Estado-nación modernos, como
Francia, Inglaterra y Portugal Su población, mayormente compuesta por campesinos, trabajaba
para la nobleza, que representaba el 2% de la población, siendo éstos los propietarios del 95% de
la tierra España se había comprometido con la Iglesia Católica, había expulsado a todos los
judíos y ahuyentado a los musulmanes. Como otros estados del mundo moderno, España buscaba
oro, material que se estaba conviniendo en la nueva medida de la riqueza, con más utilidad que la
tierra porque todo lo podía comprar.
Durante casi un siglo, España fue la única potencia presente en América del Norte. Pero desde
finales del siglo XVI la Monarquía Católica sufrió una crisis profunda y fue incapaz de defender
los límites de su imperio. Comerciantes y puritanos ingleses fundaron Virginia y Nueva
Inglaterra; los holandeses, Nueva Holanda; los franceses, Nueva Francia; y también la Suecia de
la reina Cristina, Nueva Suecia. Estas “plantaciones” tenían características e intereses muy
distintos a los de los virreinatos españoles en América. Los enfrentamientos entre estos mundos
coloniales fueron continuos a lo largo de los siglos XVII y XVIII y los límites imperiales se
alteraron sin cesar.
2. Después de 1763, con la victoria de Inglaterra sobre Francia en la Guerra de los Siete Años (que
en América se conoce como la Guerra de los Franceses y los Indios) —la cual conllevó la
expulsión de los franceses— los ambiciosos líderes coloniales ya no sentían la amenaza francesa.
Ahora sólo les quedaban dos rivales- los ingleses y los indios. Los británicos, con el afán de
ganarse a los indios, habían declarado zona prohibida las tierras indias más allá de los montes
Apalaches (Proclamación de 1763). Una vez
despachados los ingleses, quizás podrían ir a por los indios. Tras la derrota de los franceses, el
gobierno británico pudo dedicarse a apretar las tuercas a las colonias. Necesitaba dinero para
pagar la guerra, y para ello contaba con las colonias. Además el comercio colonial tenía cada vez
más importancia y era más provechoso para la economía británica- en 1700 equivalía a unas
500.000 libras, y en 1770 ya ascendía a 2 800.000 libras.
Por lo tanto, mientras que los ingleses necesitaban cada vez más la riqueza colonial, los líderes
americanos estaban cada vez más desencantados con el mando inglés Estaban sembradas las
semillas del conflicto. La guerra con Francia había traído gloria para los generales, muerte a los
soldados rasos, riqueza para los comerciantes y desempleo para los pobres. Al acabar la guerra,
vivían 25.000 personas en Nueva York (en 1720 había 7 000).
La presencia política de Suecia y de Holanda había desaparecido de América del Norte en el
siglo XVII. Francia impulsaba, sobre todo, la colonización del actual Canadá, aunque mantenía a
un pequeño grupo de colonos en Luisiana. Sin embargo la Monarquía Católica conservaba los
límites septentrionales de su imperio en los actuales Estados Unidos. Pero ya se apreciaba que ni
la Florida, ni la parte norte del virreinato de Nueva España tenían la vitalidad demográfica,
económica y cultural de las trece colonias inglesas. Efectivamente, a mediados del siglo XVIII
3. las Trece Colonias inglesas se habían transformado en territorios prósperos. Las colonias de
Nueva Inglaterra: New Hampshire, Connecticut, Massachusetts y Rhode Island, estaban
densamente pobladas y tenían una economía diversa. Agricultura, pesca, construcción naval y un
comercio, no siempre legal, con la América española eran las actividades de sus habitantes.
Ciudades como Boston, Newport y Salem eran muestra de esa actividad comercial.
Los países europeos, hasta el siglo XVIII regidos por el absolutismo, crearon constituciones y
dieron representación política a las fuerzas activas de su población. Italia y Alemania se
unificaron, y Estados Unidos e Inglaterra democratizaron sus instituciones. Además, la
revolución industrial y tecnológica incrementó su poder económico y militar.
Todas estas condiciones reactivaron la expansión a ultramar, que había sido suspendida tras la
emancipación de las colonias inglesas y españolas en América.
Fueron los estados europeos quienes primero extendieron su influencia económica, militar,
cultural y política sobre el resto del planeta. Luego, Estados Unidos y Japón se sumaron.
A esta expansión, que comenzó en el siglo XVIII y que duró hasta la I Guerra Mundial, se le
llamó imperialismo.
La necesidad de dar salida a los excedentes de la población, de encontrar materias primas y
nuevos mercados para sus productos, además de que los modernos medios de comunicación y
transporte acortaron las distancias, fueron otros de los factores que determinaron la aparición del
imperialismo.