2. El centro del Evangelio, del Proyecto de Jesús es el del servicio al que
se opone el egoísmo, la ambición, la dominación cuyos
pilares son el poder y la riqueza señas del anticristo y el contra-evangelio.
3. El servicio solo puede ser prestado por personas concretas – como
somos los rectores – as en nuestro caso – no por entes de razón como son
nuestros colegios o instituciones.
4. Somos nosotros rectores – as ,
personas concretas con nombres y
apellidos propios quienes tenemos
que ser seres para los demás y
con los demás en nuestros
colegios.
Ahí está nuestra realización como
seres humanos tratar de darnos como
Dios se da, entregarnos plenamente a
nuestros docentes, estudiantes,
padres de familia, personal
administrativo y de servicios.
5. Se trata por tanto de superar en nosotros. El “apego al falso yo”, deshacernos
en beneficio de los demás. Es el “ya solo en amar es mi ejercicio” de San
Juan de la Cruz o “donde no hay amor por amor y recibirás amor”.
La grandeza no se mide por el poder que tengamos, el puesto que ocupemos
o los títulos que ostentemos que en el fondo son asuntos relativos.
6. Un buen rector@
cristian@ creyente
hace presente al Dios
encarnado en Jesús de
Nazareth y construye
Reino, es decir Vida
Plena y Abundante en su
colegio al articular
Ciencia – Evangelio y
Vida.
Si no somos capaces de
transmitir la presencia de
Jesús y su Proyecto de
Vida, ¿qué sentido tiene
nuestro trabajo?
7. Un buen rector@ no debe colocarse
desde arriba, desde la superioridad, el
poder o el protagonismo interesado o
manipulador sino desde abajo, desde la
disponibilidad, el servicio y la ayuda a
los demás.
Nuestro ejemplo es Jesús. No vino
nunca para ser servido sino para servir.
Hizo realidad la súplica de Dios por
medio del profeta “Consolad,
consolad a mi pueblo”.
8. El Maestro Jesús de Nazareth parecer ser bien consciente de la fuerza
digregradora y deshumanizadora que conlleva toda búsqueda de poder.
Lo nuestro como rectores no es el poder es la autoridad, no
es el egoísmo es el servicio, no es la ambición es la humanización.
9. Nuestro trabajo como rector@s no debe ser asunto de jerarquía sino de
calidad humana para hacer de nuestros colegios – como dice el
Obispo Pedro Casaldáliga de la Iglesia “No una democracia sino más
que una democracia…”
10. Todos estamos necesitados de conversión – incluidos nosotros los
rector@s. El equilibrio afectivo nos pide que reconozcamos nuestros
límites y la propia fragilidad. Como decía San Agustín “Somos seres
humanos atravesados por la gracia y el pecado”.
11. Es el Espíritu de Jesús, son nuestros muchachos y muchachas
quienes nos pueden ayudar a seguir a Jesús, a convertirnos, a beber el
cáliz y ser bautizados como figuras de ese paso que nos lleva a entregarnos
y a ser entregados. Nos ayudan a eliminar todo aquello que esté de alguna
manera infectado de idolatría y de ensimismamientos, que nos hacen poner
“la añadidura” en el primer plano de nuestra búsqueda y que nos
impide ver y sentir que solo Dios es Dios. Se trata del primado de la
gratuidad de Dios en nuestras vidas la presencia de su amor en nuestras
vidas . “No es que nosotros hallamos amado a Dios, sino que Él nos amó
primero” 1 Jn
12. Para el discipulado nuestro
trabajo como rector@s es un
llamado para la misión no para
un estado de privilegio. La
espiritualidad del que sigue
a Jesús es respuesta,
respuesta a lo que ha recibido ya.
Y lo que hemos recibido es una
ESTUPENDA NOTICIA: Si
sales de ti; si eres persona
degocentrada, si ves la
desidentificación de tu yo
estás en el camino del Reino
y si tu está en ese camino tu
colegio también lo estaría,
pues estará en el camino de
la vida plena y digna en
misericordia, justicia,
dignidad y paz.
13. Nuestras muchachas y
muchachos, nuestras niñas y
niños esperan de nosotros los
rectores un servidor, un
acompañamiento, un cuidador,
un pastoreo como el de Jesús
con autoridad, con entrañas de
misericordia, esperan ser
acogidos, escuchados y tocados
por la misericordia, la esperanza,
la confianza, la generosidad, la
vida dada del que ama y siembra.
“Cristo Jesús, un Señor” Fil
3,8 en palabras del Apóstol
Pablo.
14. Nuestras palabras se vuelven irrelevantes, como dice Agustín “no
permanece en nosotros la raíz del amor”. Cómo llegamos al corazón
de las personas, allí donde el dolor y el sufrimiento habitan, pero también
donde hambrea la esperanza y donde la gracia de Dios puede sanar de raíz
el corazón maltrecho. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre
eco en nuestros corazones de rector@s.
15. Ante cambios tan profundos en el sistema productivo, modelo cultural y en
relaciones personales nosotros rector@s no podemos permitir que el
sistema educativo sea simple reproche de la actual estructura social.
Al contrario, debe ser medio fundamental que facilite el
alumbramiento de personas compasivas, misericordiosas, de una sociedad
solidaria y de una creación plena como lo quiere Nuestro Dios.