2. 1. Empezar desde muy
pequeños
• En el diálogo con nuestros hijos no solo
es importante la calidad sino también la
cantidad y por eso y desde que son muy
pequeños, tenemos que dialogar con
ellos adaptando el modo y los temas a
su edad y a su capacidad de
comprensión.
3. 2. Escuchar para
entender y ser
entendidos.
• Solamente entendiendo primero lo que
nuestros hijos quieren decirnos, es
posible que ellos entiendan lo que
nosotros queremos decirles. Cuando
ponemos toda la atención en lo que ellos
tienen, si o si, que escuchar….. Lo más
normal es que terminen por
desconectarse.
4. 3. Todo diálogo aporta
valor
• No todo el diálogo que tenemos que
mantener con nuestros hijos tiene que
ser sobre temas importantes... Hablar
sobre cosas cotidianas, superficiales….
También ayuda a potenciar los lazos de
unión que se generan en el diálogo
5. 4. Respetar sus tiempos.
• No siempre es un buen momento para
dialogar y si no estamos ante una
situación “urgente”, es muy importante
saber ver en que momentos suyos o
nuestros (por cansancio, un mal día….)
es mejor aplazar el diálogo para mejor
ocasión.
6. 5. Atención a las señales
no verbales
• No todo lo que nuestros hijos quieren
decirnos lo transmiten a través de sus
palabras. Sus gestos, emociones… son
parte de un diálogo que tenemos que
aprender a interpretar. Y del que también
forman parte los silencios.
7. 6. Empatía.
• Cuando dialogamos lo hacemos desde
un situación personal que solamente
cada uno de nosotros somos capaces de
entender en su totalidad. Cuando
respondemos a lo que nuestros hijos nos
están diciendo, desde nuestra realidad
personal y no desde la comprensión de
la suya, lo más normal es que
levantemos entre ambos un muro difícil
de superar.
8. 7. Autenticidad
• Detrás de nuestras palabras hay un
proyecto vital con el que nos hemos
comprometido y que nunca debemos
ocultar. El diálogo con nuestros hijos
siempre educa y más cuando lo hace
desde la autenticidad de unos valores
que estamos obligados a transmitir y que
ellos decidirán en qué medida quieren
interiorizarlos y hacerlos suyos.
9. 8. Saber dónde están los
límites
• Una forma de diálogo “entre colegas”
solamente nos ofrece un modelo de
cercanía y felicidad a corto plazo. Y será
muy difícil de mantener cuando sea
necesario incorporar los necesarios
límites que deben formar parte de la
educación de nuestros hijos. Se puede
dialogar desde el afecto y la cercanía sin
caer en el error de tratar de sustituir un
diálogo entre amigos.
10. 9. Ser parte de un
equipo
• En el diálogo con nuestros hijos no
estamos solos... Madre – padre –
escuela forman parte de un equipo
educativo cuyo discurso pierde fuerza
cada vez que, a través del diálogo,
transmitimos divergencias en aspectos
clave de la educación como la formación
en valores
11. 10. Optimismo y
confianza
• Solamente desde un diálogo optimista es
posible educar a nuestros hijos en un
sentido positivo de la vida que, sin
renunciar al realismo, les capacite para
superar con éxito sus proyectos vitales
personales y profesionales. Un dialogo
que les transmita confianza en sus
posibilidades y que genere un deposito
emocional al que aferrarse en momentos
difíciles.