Criterios ESG: fundamentos, aplicaciones y beneficios
El trauco
1. EL TRAUCO
Leyenda de Chiloé
El Trauco, es un hombre pequeño, no mide más de ochenta centímetros de alto, de formas
marcadamente varoniles, de rostro feo, aunque de mirada dulce, fascinante y sensual; sus
piernas terminan en simples muñones sin pies, viste un raído traje de quilineja y un bonete
del mismo material, en la mano derecha lleva un hacha de piedra, que reemplaza por un
bastón algo retorcido, elPahueldún, cuando está frente a una muchacha.
Es el espíritu del amor fecundo, creador de la nueva vida, padre de los hijos naturales.
Habita en los bosques cercanos a las casas chilotas.
Para las muchachas solteras, constituye una incógnita que les preocupa y las inquieta. Según
opinión de unas, se trata de un horrible y pequeño monstruo, que espanta y de cuya
presencia hay que privarse, a toda costa. Otras opinan distinto y manifiestan, que si bien es
feo, no es tan desagradable, sino, muy por el contrario, atractivo... Otras en lucha tenaz y
permanente, dicen haberlo eliminado de sus pensamientos, en los que alguna vez vibró
quemando sus entrañas...
Las madres toman todas las precauciones, para evitar que sus hijas, ya “solteras”, viajen
solas al monte, en busca de leña o de hojas de “radal”, para el “caedizo” de las ovejas, ues
generalmente es en el curso de estas faenas, cuando “agarra”, o con más propiedad “sopla”,
con su “pahueldún”, a las niñas solitarias, pero nunca si van acompañadas, aún de sus
hermanitos menores.
El Trauco no actúa frente a testigos...éste, siempre alerta, pasa gran parte del día colgado
en el gancho de un corpulento “tique”, en espera de su víctima.
En cuanto obscurece, regresa a compartir la compañía de su mujer, gruñona y estéril, la
temida Fiura.
Cuando desea conocer de cerca, las características de su futura conquista, penetra en la
cocina o fogón, donde donde se reúne, al atardecer toda la familia, transformado en un
manojo de quilineja, que en cuanto alguien intenta asirlo, desaparece en las sombras.
A las muchachas que le tiene simpatía, les comunica su presencia depositando sus negras
excretas, frente a la puerta de sus casas.
Todo su interés se concentra hacia las mujeres solteras, especialmente si son atractivas. No
le interesan las casadas. Ellas podrán ser infieles, pero jamás con él. Cuando divisa desde lo
alto de su observatorio a una niña, en el interior del bosque, desciende veloz a tierra firme y
con su hacha, da tres golpes en el tronco de tique, donde estaba encaramado, y tan fuerte
golpea, que su eco parece derribar estrepitosamente todos los árboles. Con ello produce
gran confusión y susto en la mente de la muchacha, que no alcanza a reponerse de su
impresión, cuando tiene junto a ella, al fascinante Trauco, que la sopla suavemente, con el
Pahueldún. No pudiendo resistir la fuerza magnética, que emana de este misterioso ser,
clava su mirada en esos ojos centellantes, diabólicos y penetrantes y cae rendida junto a él,
en un dulce y plácido sueño de amor.... Transcurridos minutos o quizás horas, ella no lo
sabe, despierta airada y llorosa; se incorpora rápidamente, baja sus vestidos revueltos y
ajados, sacude las hojas secas adheridas a su espalda y cabellera en desorden, abrocha
ojales y huye, semiaturdida, hacia la pampa en dirección a su casa.
A medida que transcurren los meses, van apreciándose transformaciones, en el cuerpo de la
muchacha, poseída por el Trauco. Manifestaciones que en ningún instante trata de ocultar,
puesto que no se siente pecadora, sino víctima de un ser sobrenatural, frente al cual, sabido
es, ninguna mujer soltera está lo suficientemente protegida...
A los nueve meses nace el hijo del Trauco, acto que no afecta socialmente a la madre ni al
niño, puesto que ambos, están relacionados con la magia de un ser extraterreno; quien no
siempre responde al “culme”, lanzado con el objeto de alejarlo y escapar de los efectos de su
presencia; o los azotes, dados a su Pahueldún, que debería afectarlo intensamente; como en
igual forma a la quema de sus excrementos. Su potencia es tal, que en ciertas ocasiones,
nada ni nadie puede detenerlo..
2. EL CALEUCHE:
Cuenta la leyenda que el Caleuche es un buque que navega y vaga por los mares
de Chiloé y los canales del sur.
Está tripulado por brujos poderosos, y en las noches oscuras va profusamente
iluminado. En sus navegaciones, a bordo se escucha música sin cesar. Se oculta en
medio de una densa neblina, que él mismo produce. Jamás navega a la luz del día.
Si casualmente una persona, que no sea bruja se acerca, el Caleuche se transforma
en un simple madero flotante; y si el individuo intenta apoderarse del madero, éste
retrocede. Otras veces se convierte en una roca o en otro objeto cualquiera y se
hace invisible.
Sus tripulantes se convierten en lobos marinos o en aves acuáticas.
Relatan que los tripulantes tienen una sola pierna para andar y que la otra está
doblada por la espalda, por lo tanto andan a saltos y brincos. Todos son idiotas y
desmemoriados, para asegurar el secreto de lo que ocurre a bordo.
Al Caleuche, no hay que mirarlo, porque los tripulantes castigan a los que los
miran, volviéndose la boca torcida, la cabeza hacia la espalda o matándole de
repente, por arte de brujería. El que quiera mirar al buque y no sufrir el castigo de
la torcedura, debe tratar de que los tripulantes no se den cuenta. Este buque
navega cerca de la costa y cuando se apodera de una persona, la lleva a visitar
ciudades del fondo del mar y le descubre inmensos tesoros, invitándola a participar
en ellos con la sola condición de no divulgar lo que ha visto. Si no lo hiciera así, los
tripulantes del Caleuche, lo matarían en la primera ocasión que volvieran a
encontrarse con él. Todos los que mueren ahogados son recogidos por el Caleuche,
que tiene la facultad de hacer la navegación submarina y aparecer en el momento
preciso en que se le necesita, para recoger a los náufragos y guardarlos en su seno,
que les sirve de mansión eterna.
Cuando el Caleuche necesita reparar su casco o sus máquinas, escoge de
preferencia los barrancos y acantilados, y allí, a altas horas de la noche, procede al
trabajo.
LOS SIETE EXPLORADORES
Leyenda de la Isla de Pascua
La leyenda cuenta que, precediendo al viaje de su rey y por instrucciones de un
vidente, siete navegantes llegaron a la isla de Pascua buscando un lugar adecuado
para instalarse y sembrar ñame, (tubérculo base de la alimentación de los
inmigrantes). Dos de ellos traían, además, un moai y un collar de madreperlas, que
escondieron y que luego dejaron abandonados cuando regresaron a su tierra de
Hiva. Sólo un explorador se quedó en la isla.
Por eso, que cuando Hotu Matúa llegó a la isla, ésta ya estaba poblada; ya existía
en ella el ñame; y también había moais.
Algunos estudiosos opinan que los siete exploradores simbolizan a siete
generaciones que habitaron el lugar; o quizás a siete tribus inmigrantes, de las
cuales sólo una sobrevivió y se mezcló con la gente de Hotu Matúa.
El rey Hotu Matúa murió 20 años después de su llegada a la isla y le sucedió su hijo
mayor, Tuu Maheke. El último de esta dinastía fue Gregorio o Roroko he tau,
3. llamado también el rey niño, que falleció en 1886, y aunque algunos lugareños
tienden a pensar que la sucesión dinástica no tuvo desvíos ni interrupciones, hay
varios indicios de que el linaje dinástico tuvo muchas alteraciones.
Se cuenta que poco después de los primeros polinesios llegó a la isla una segunda
inmigración. El origen de estos nuevos pobladores es polémico, ya que sus
características raciales difieren de las de aquellos que se consideraban nativos.
Estos nuevos habitantes fueron llamados Hanau eepe, que significa “raza ancha”,
y en efecto, éstos eran más corpulentos y robustos que los Hanau momoko o raza
delgada que ocupaban desde antes el lugar.
Los Hanau eepe tenían muy desarrollados los lóbulos de las orejas característica
por la cual muchos antropólogos los asocian con los incas y sus grandes pabellones
descriptos por Francisco Pizarro en sus informes.
Aunque éste es un tema no desentrañado aún, y los orejas cortas y los orejas
largas tienen un origen confuso, pero cuya existencia está afianzada por
testimonios en el pasado.
La gran inundación
(Leyenda Kawéscar - Chile)
(Se llamaban a sí mismos kaweskar, pero sus vecinos, en forma despectiva, los denominaron alacalufes -come
mejillones- por su costumbre de alimentarse de mariscos).
Se cuenta entre los Kawéskar, que hace mucho tiempo, un joven salió en busca de
una nutria tabú y la mató. Esto lo hizo cuando sus padres estaban ausentes. Ellos
habían partido lejos, en la caza de nutrias y aves, para su sustento.
Cuando el joven mató a la nutria, se desató un gran viento y una fuerte tormenta
comenzó a rugir.
Una gran marejada cubrió la tierra. El joven que había matado la nutria, logró
sobrevivir junto a su mujer y para salvar su vida, huyó a la cima de un cerro. Allí
aguardó hasta que la gran marea bajó.
Decidió descender entonces, aprovechando la marea baja, pero se percató que su
hermano y sus padres habían muerto ahogados. Más allá, se dio cuenta que todos
se habían ahogados y al retirarse el mar, vio animales, orcas y ballenas esparcidos
por el bosque.
Se fueron los dos tristes y comenzaron a construir una choza. Como no tenían con
que cubrir la choza, lo hicieron con pasto y allí permanecieron hasta el nuevo día.
Con el frío, el joven soñó que veía un coipo; y soñó con comida también. Mientras
soñaba que comía, se despertó.
-"¿Por qué estaba soñando con un coipo?-
Yo mataba al coipo, me lo comía cuando soñaba.
- ¿Y con qué fuego?"
Después se quedó dormido nuevamente, se quedó dormido y luego despertó y
despertó a su mujer.
-Oye, mira, ve a traer un palo quebrado, pues estaba soñando y sé que va a entrar
un coipo y tú lo vas a matar, para comer.-
4. Se quedó dormido y, nuevamente vio en sueños lo mismo.
Su mujer seguía despierta, cuando, de pronto entró una manada de coipos y ella
los iba matando con un garrote uno por uno, con lo que obtuvieron la comida
necesaria para sobrevivir.
Leyenda Nortina
EL INICIO DEL MUNDO
Los vecinos de la sierra cuentan, desde Cupo a Socaire, desde las cumbres hasta el
llano, que en un comienzo en el mundo todo era sólo noche, todo era sólo
penumbras, como cuando la neblina invade la quebrada. Nada iluminaba la
existencia de los hombres, quienes deambulaban por los cerros, las quebradas y las
vegas en busca de esquivos alimentos. Dicen que la falta de calor y de luz impedía
la germinación de las semillas, el crecimiento de las plantas; sólo existía lo que ya
estaba allí.
La tierra comenzaba recién a adquirir su forma actual, aparecían los paisajes de
volcanes y planicies, con su amplia gama de colores. El agua caía copiosamente;
llovía y llovía. Ríos caudalosos descendían desde lo alto, gastando los cerros,
arrastrando grandes rocas con las cuales desgarraban el llano, abriendo profundas
grietas.
"Saire", que significa agua de lluvia, frío, hambre y soledad eran los compañeros de
algunos "antiguos", los cuales difícilmente lograban sobrevivir. Se ocultaban en
cuevas existentes en lugares tan separados como en Socaire, camino a las lagunas,
y en la quebrada del Encanto, cerquita de Toconce, donde suelen verse sus
sombras en las noches sin luna, pero es necesario ir sin compañía hasta dichos
lugares para poder apreciarlo.
De estos hombres se dice que los de la cuenca del río Salado murieron por no
resistir la presencia del sol; y los del sector socaireño, debido a la intensidad de las
lluvias, acompañadas con sus truenos y relámpagos.
De ellos sólo perduran sus pueblos destruidos y sus tumbas saqueadas. También, a
medio camino entre Toconce y Linzor, sus grandes pies quedaron marcados sobre
las blandas rocas de aquella época. Hoy es posible ver esos rastros allí donde
quedaron definitivamente grabados por ejemplo en Patillón.
En Socaire, cuentan algunos vecinos, cuando "los abuelos" habían hecho los
terrenos y las eras, llovió durante cuarenta días y cuarenta noches, y el agua corrió
y corrió, después, quizás cuántos años, demoró en terminarse el agua.
La gente en ese entonces era muy tímida, vivían en los graneros. No tenían casas,
tampoco tenían nombres porque no eran cristianos. Aunque no eran gente educada
eran personas muy buenas que vivían inocentemente. Trabajaban la tierra, sin
herramientas porque no conocían la picota, ni la pala ni el chuzo; sólo usaban una
rama de árbol y la pura mano. Sin embargo, ¡fue tanto terreno el que trabajaron!...
Ellos le cantaban al agua y el agua les ayudaba en sus trabajos, corriendo de piedra
en piedra para hacer los muros de esos largos canales que aún se ven. Sin
embargo, después de la larga lluvia lo perdieron todo: los terrenos, los sembrados,
la vida. Por eso ahora, nadie sabe cantarle al agua para que vuelva a brotar como
antes, para que haya tantos sembradíos como antes, para que la gente sea buena e
inocente, como antes
6. Leyendas del Sur de Chile
Chiloé, archipiélago conquistado en 1567, es uno de los lugares más
ricos en lo que a leyendas y mitos se refiere. Es un lugar lleno de
encanto y magia que reflejan las costumbres que han marcado a esta
zona de Chile. Pero la Isla Grande no es el único lugar del sur donde
se originan mitos. Poblados, ciudades, cordillera y mar son fecundos
de imaginación. Reflejando una vez más la personalidad de nuestra
gente.
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• El Trauco
• Se cuenta que el Trauco es un hombrecito que mide
alrededor de 80 centímetros, tiene un rostro varonil y feo,
sin embargo posee una mirada muy dulce y sensual. No
tiene pies, sus piernas terminan en simples muñones. Dicen
que viste traje y sombrero de Quilineja, planta trepadora
también conocida como coralito, usada para hacer canastos
o escobas. En su mano derecha lleva un hacha de piedra,
que remplaza por un bastón, llamado Pahueldún, cuando se
encuentra frente a una muchacha soltera que ha ingresado
al bosque. Los que han visto al Trauco dicen que se cuelga
de la rama de un Tique, árbol de gran altura, también
conocido como Olivillo. Desde aquí espera a sus víctimas.
Suele habitar cerca de las casas de los chilotes para así
poder vigilar a las doncellas que le interesan. Se mete a las
casas, cocinas y a todos los lugares imaginables sólo para
ubicar a una nueva "conquista". Los habitantes de Chiloé,
conociendo las mañas de este pequeño individuo, tratan de
no descuidar a sus hijas. Para esto toman precauciones tales
como evitar que vayan solas a buscar leña o a arriar los
animales. Son en esas oportunidades donde el Trauco
aprovecha de utilizar su magia. A pesar de su afán por
perseguir doncellas, el Trauco jamás actúa frente a testigos,
es decir, nunca atacará a una muchacha si esta va
acompañada de alguien. Cuando divisa a una niña
desciende rápidamente del árbol. Luego da tres hachazos al
Tique, con los que parece derribarlos todos. La muchacha
luego de recuperarse del susto, se encuentra con el Trauco
a su lado, quien sopla suavemente su bastón. La niña sin
poder resistir el encanto del trauco cae en un profundo
sueño de amor.
La muchacha, al despertar del embrujo, regresa a su casa sin saber claramente lo
sucedido. Nueve meses después, tras haber experimentado cambios en su cuerpo por
la poseción del Trauco, nace el hijo de este misterioso ser.
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o El Caleuche