1) Vicente de Paúl se involucró en varios proyectos de caridad a gran escala antes de su muerte, incluyendo un gran hospital para los pobres y una misión en la ciudad de Metz.
2) También continuó supervisando los ejercicios espirituales para ordenandos en Roma, a pesar de enfrentar oposición de otras órdenes religiosas.
3) Hasta el final de su vida, Vicente siguió buscando formas de liberar a los cautivos cristianos en Argel, aunque lamentablemente una exped
2. ULTIMAS EMPRESAS
La caridad se había puesto de moda. Cada vez más encontraba nuevos adeptos e imitadores. Pero
en la medida que crecía iba degradándose. De carisma pasaba a institución, perdiendo su mística
originaria. De ayuda al pobre se convertía en «lucha» contra la mendicidad.
La cuestión: Se planteó el
problema de los
mendigos a gran escala
con la finalidad de
resolverlo de una vez por
todas. El pretexto era un
hospital, obra de Vicente.
¿Por qué no intentar a
gran escala lo que había
sido ensayado en
modestas proporciones?
¡Todos estaban
entusiasmados! Las
damas fueron las
primeras que lanzaron la
idea, pero algunos
religiosos y políticos se
adueñaron de la idea,
pero se olvidaron de su
espíritu.
3. había abordado el problema desde el punto de vista del pobre; los hombres públicos
desde lo político: la sociedad tiene que ser defendida de los mendigos. Vicente
quería socorrer al pobre; los políticos, suprimirlo. La postura de las damas era
intermedia. Es de reconocer que había mucha gente de alto rango que tenía un
verdadero interés de servir al pobre, pero cuando le expusieron el proyecto a Vicente, se
notaba de fondo crear una gran institución. Era un proyecto magnífico, sin embargo,
Vicente pidió tiempo para reflexionar. Lo primero que hizo fue consultar a Luisa de
Marillac. Además, hacía falta un local de grandes proporciones.
VISIONES:
Vicente
Había también dos
visiones antagónicas del
pobre: la cristiana
considera a los pobres:
imagen de Cristo; la
profana, considera a los
pobres como amenaza
para el orden
establecido.
Vicente había abordado
el problema desde el
punto de vista del pobre
los hombres públicos desde
lo político: la sociedad tiene
que ser defendida de los
mendigos
Cristiano
Pagana
4. “LA COACCIÓN PUEDE SER UN OBSTÁCULO A LOS PLANES DE
DIOS”
Vicente procedía con lentitud: primero
había que hacer un ensayo; contentarse al
principio con cien o doscientos pobres. Los
pobres debían ingresar por su propia
voluntad, sin que se les obligara: “La
coacción podría ser un obstáculo a los planes
de Dios”. Las damas, por el contrario, no
querían saber nada de demoras. Las más
entusiastas se impacientaban con la
lentitud del Sr. Vicente.
El Parlamento tomó cartas en el asunto,
quien había decidido hacerse cargo del
proyecto, y dio orden que se parara la obra.
No hubo nada que hacer. Un edicto ponía
fin al asunto. El proyecto pasaba a manos
de la Administración.
Vicente debió lanzar un suspiro de alivio.
Una de las cosas que más le disgustaban era
que se pretendiese excluir del proyectado
hospital a los pobres del campo y a los
refugiados, obligándoles a regresar a sus
lugares de origen.
5. “NO SABEMOS AÚN SI ES LA VOLUNTAD DE DIOS”
La alegría de Vicente de verse libre
de aquella dudosa empresa le duró
poco. La nueva institución había
nombrado capellanes a los
sacerdotes de la Misión, pero sin
tomar en cuenta las observaciones
de Vicente, sobre todo de no forzar
a los pobres. Vicente volvió a
pensar las cosas con lentitud: ¿será
esta voluntad de Dios? Después de
consultar a la comunidad, el
parecer unánime fue negativo.
La elección recayó sobre Luis
Abelly, el futuro biógrafo del
Santo, quien, por razones de
salud, sólo lo ejerció durante cinco
meses. Las damas de la Caridad sí
continuaron prestando al Hospital,
al igual que las Hijas de la caridad,
pero sólo por un tiempo limitado.
6. “LE ECHAN A USTED LA CULPA”
Vicente de cuidó mucho de criticar
el Hospital. Para obedecer el
edicto, Vicente suprimió las
limosnas que solían repartirse a las
puertas de San Lázaro. Un día,
cuando entraban en la casa, le
abordaron unos mendigos
quejosos de no recibir el socorro
acostumbrado: “…le echan a usted
la culpa de que se encierre a los
pobres en el Gran Hospital”. ¡Lo
que faltaba! El padre de los pobres
convertido ahora en carcelero. Sin
embargo, Vicente no se detuvo a
demostrar su inocencia, prefirió ir a
rezar por ellos.
Su propósito no había sido nunca
suprimir artificialmente la
mendicidad, sino llegar a las raíces
de la pobreza y arrancarlas por el
amor.
7. “LA MISIÓN DE METZ”
Saliendo del embrollo del Hospital, se le ofreció a
Vicente la misión de Metz: una ciudad episcopal. La
reina Ana de Austria había visitado Lorena y había
constatado la fuerza del protestantismo, lo cual le
preocupaba. Había necesidad de robustecer el
catolicismo. La reina había pensó en una misión al
estilo vicentino. Pero Vicente encontró una salida
satisfactoria: “Señora. Su majestad no sabe que los
pobres sacerdotes de la Misión están sólo para las
pobres gentes del campo. Si estamos…en Paris y en
otras ciudades episcopales, es sólo para el servicio de
los seminarios, de los ordenandos…pero no para
predicar, catequizar ni confesar a los habitantes de
esas ciudades. Pero tenemos otra compañía de
eclesiásticos…podrían cumplir ese deseo más
dignamente que nosotros”.
La reina aceptó la contrapropuesta, y Vicente quedó
encargado de organizar la misión. Escogió a 18 o 20
sacerdotes de los más fervorosos. Nombró como
director de dicha misión a Luis de Rochechouart de
Chandenier (1660), abad de Tours y sobrino del
Cardenal de La Rochefoucauld: “uno de los mejores
abades del reino”. Y nombró también a su hermano
Claudio, abad de Moutiers´Saint-Jean, el cual
pertenecía a las conferencias desde los primeros
tiempos. Ambos eran bienhechores de Vicente y de
la compañía, a la que habían cedido una abadía. Los
preparativos fueron encargados a Santiago Benigno
Bossuet, que pertenecía también a la conferencia de
los martes (y que se había ordenado en San Lázaro).
8. Faltaba un cocinero, lo que fue
resuelto por Vicente al designar a
un hermano coadjutor.
Un predicador de cuaresma, muy
famoso, coincidía en tiempos de
misión, por lo que tuvieron que
deshacerse de él de manera
audaz: dinero.
La meteorología. Las lluvias
dificultaban la ruta y la
transportación del equipo
necesario para la misión. Pero se
echó mano del hermano Mateo, el
“zorro” de Lorena, para cumplir
dicho cometido.
No faltaron problemas
preliminares…
9. “NUNCA SE HA VISTO NADA MÁS APOSTÓLICO”
La misión se inició y duró 2 meses y
medio. Vicente y la reina deseaban
estar informados.
Se produjeron conversiones
espectaculares, sobre todo de
algunos protestantes.
Hubo que enviar más misioneros,
el total era unos 40.
Bossuet dio testimonio de la
misión y el comportamiento
ejemplar de los misioneros: “Todo ha
ido tan bien, padre, que tiene usted
todos los motivos del mundo para
alegrarse en nuestro Señor”.
La misión de Metz era la
consagración definitiva de la obra
primaria de la vida de Vicente de
Paúl: las misiones.
10. LOS EJERCICIOS DE ORDENANDOS EN ROMA
En Roma se venían impartiendo los
ejercicios de órdenes a los clérigos que
voluntariamente lo solicitaban. Poco a
poco la obra fue adquiriendo prestigio. La
diferencia de los nuevos sacerdotes era de
notar. El nuevo papa, Alejandro VI,
conocía los excelentes frutos cosechados
por los discípulos de Vicente, y quiso
hacerlos extensivos a toda la diócesis
romana. En 1659 publicó un mandato
obligando a todos los candidatos al
sacerdocio a practicar los ejercicios en la
casa de los misioneros antes de su
ordenación. La opinión de Vicente al
respecto fue: “…la divina Providencia
quiere darnos la ocasión de prestarle algún
pequeño servicio en un asunto de tanta
importancia”.
Sin duda, los hermanos Chandenier
tuvieron mucho que ver en el éxito de
dicha tarea. El superior de Roma, el P.
Jolly, daba puntualmente cuenta a
Vicente del desarrollo y resultado de cada
ordenación.
11. “TOMAREMOS PARTIDO A FAVOR DE ESA COMPAÑÍA”
No todo fue bendiciones. Hubo también
contrariedades. El P. Jolly informó a Vicente de
la envidia despertada en ciertas corporaciones
religiosas de mayor antigüedad y prestigio en
Roma ante el éxito de los ejercicios. Se
distinguieron en ello los jesuitas. Los motivos
fueron:
La nacionalidad de los misioneros
El reclutamiento de Vocaciones italianas.
Ante esta calumnia, Vicente, ya en los últimos
meses de su vida, puso a punto su doctrina sobre
la actitud ante la calumnias y persecuciones (de
lo cual ya había tenido experiencia). 50 años
atrás, la respuesta de Vicente fue: ¡Dios sabe la
verdad!. Ahora la completaba dando la
naturaleza y los medios por cuales combatirla.
Ni por un instante consintió que un incidente de
última hora perturbase su larga amistad y su
cálida admiración hacia la Compañía de Jesús. Y
tenía razón. Dios recompensó su rectitud. Los
ejercicios a ordenandos romanos siguieron
confiados durante muchos años a la pequeña
compañía de la Misión. Después de la muerte de
Vicente, Alejandro VII lo oficializó. Era la
consagración, por la suprema autoridad de la
Iglesia, de la humilde obra iniciada muchos años
antes.
12. “UNIÓN DE LOS ESPÍRITUS, PAZ PARA LA IGLESIA”
Difícil tuvo que se para Vicente no tomar
partido contra los jesuitas en aquellos
años. Luego de su choque con los jesuitas,
se presentó la batalla contra el casuismo o
laxismo de “Luis de Montalvo”.
El infatigable compañero de Vicente,
Alano de Solminihac, pidió la alianza de
Vicente para contrarrestar dicha doctrina
perniciosa para la iglesia, como en otros
tiempos él había sido aliado de Vicente
contra el jansenismo. Vicente trató de
mantenerse al margen de la polémica. Las
razones eran obvias: no tenía las mismas
posibilidades de acción y también, porque
nunca confundió a la Compañía de Jesús
con las opiniones de algunos de sus
miembros. Su acción fue el silencio, y así
lo recomendó al P. Pesnelle –superior de
Roma-: “Nos hemos entregado a Dios para
no tomar parte alguna en todas esas
discusiones que hay ahora entre tantos y
tantos santos personajes…: nos
contentemos con pedirle a Dios que una los
espíritus y los corazones y que ponga paz
en su Iglesia”.
13. “SI NO SE LIBERA A LOS CAUTIVOS POR LA FUERZA DE LAS ARMAS…”
En 1658, el cónsul de Argel, hermano Barreau, se
encontraba preso por enésima vez en manos de los
turcos. Se solicitaba por tanto la caridad de los
parisienses nuevamente. El P. Felipe Le Vacher
estaba encargado de dicha tarea.
Había por ese tiempo un aventurero llamado el
“caballero Paul” que se ofrecía a llevar a Argel una
expedición armada que liberaría a todos los cautivos
franceses. Vicente consideró el proyecto del
caballero como el único medio de poner fin a la
pesadilla norteafricana y también entusiasmó a la
duquesa de Aiguillon, y a su hermano, que era cónsul
de Marsella.
La expedición estaba decidida, sin embargo se
presentaron diversos imprevistos para la salida de la
flota. Vicente no perdía la esperanza, pero sentía
acabársele la vida, y cada vez crecía más su angustia
por sus hermanos en Argel. Su última carta sobre el
asunto se presentó en 1660, a sólo 10 días de la fecha
de su muerte. En ella no puede dominar dolor y la
inquietud que le atenazaban: “Siento en lo más vivo,
como usted, lo que está sucediendo a nuestros
hermanos de Argel. Estoy con una preocupación que
me causa una pena indecible…en nombre de Dios,
dígame lo que pasa”.
No llegó a enterarse nunca. Quizá fuera mejor así,
porque la expedición resultó un fracaso. Cuando la
información apareció, Vicente ya no estaba. Había
dejado inconclusa la última empresa de su vida, en la que
había empeñado su joven corazón de ochenta años. ¿Qué
impulsó al corazón de Vicente a patrocinar aquella
aventura armada? Sin duda, el convencimiento de que
era el único camino para lograr la libertad de los cautivos,
ya que con los turcos no valían ni la persuasión ni el
dinero.
14. Dios no quiso que se completara la
circunferencia. Hubiera sido demasiado
bonito que la vida de Vicente terminara
desandando el camino por donde había
comenzado. Eso sólo ocurre en las
novelas.