La Predicación de los Puritanos un ejemplo a seguir
El Nombre de Dios y el Nombre de Jesús
1. Hebreos 1, 1-3: Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el
pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas;
en estos últimos tiempos nos ha hablado
por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo,
por quien también hizo los mundos;
el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia,
y el que sostiene todo con su palabra poderosa,
después de llevar a cabo la purificación de los pecados,
se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
2.
3.
4. Artículo I: Creo en Dios Padre Todo poderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Párrafo 1: Creo en Dios.
II Dios revela su Nombre.
203 Dios se reveló a su pueblo Israel dándole a conocer su
Nombre. El Nombre expresa la esencia, la identidad de la
persona y el sentido de su vida. Dios tiene un Nombre. No
es una fuerza anónima. Comunicar su Nombre es darse a
conocer a los otros. Es, en cierta manera, comunicarse a sí
mismo haciéndose accesible, capaz de ser más íntimamente
conocido y de ser invocado personalmente.
204 Dios se reveló progresivamente y bajo diversos
Nombres a su pueblo, pero la revelación del Nombre
Divino, hecha a Moisés en la teofanía de la zarza ardiente,
en el umbral del Éxodo y de la Alianza del Sinaí, demostró
ser la revelación fundamental tanto para la Antigua como
para la Nueva Alianza.
5. II Dios revela su Nombre
El Dios vivo
205 Dios llama a Moisés desde una zarza que arde sin
consumirse. Dios dice a Moisés: "Yo soy el Dios de tus
padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios
de Jacob" (Ex 3,6). Dios es el Dios de los padres. El que
había llamado y guiado a los patriarcas en sus
peregrinaciones. Es el Dios fiel y compasivo que se
acuerda de ellos y de sus promesas; viene para librar a
sus descendientes de la esclavitud. Es el Dios que más
allá del espacio y del tiempo lo puede y lo quiere, y
que pondrá en obra toda su omnipotencia para este
designio.
6. II Dios revela su Nombre
El Dios vivo
205
"Yo soy el que soy"
Moisés dijo a Dios: «Si voy a los hijos de Israel y
les digo: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a
vosotros"; cuando me pregunten: "¿Cuál es su Nombre?",
¿qué les responderé?» Dijo Dios a Moisés: «Yo soy el
que soy». Y añadió: «Así dirás a los hijos de Israel:
«Yo soy» me ha enviado a vosotros [...] Este es mi
Nombre para siempre, por él seré invocado de
generación en generación» (Ex 3,13-15).
7. II Dios revela su Nombre
El Dios vivo
207 Al revelar su Nombre, Dios revela, al mismo
tiempo, su fidelidad que es de siempre y para
siempre, valedera para el pasado ("Yo soy el Dios
de tus padres", Ex 3,6) como para el porvenir ("Yo
estaré contigo", Ex 3,12). Dios, que revela su
Nombre como "Yo soy", se revela como el Dios
que está siempre allí, presente junto a su pueblo
para salvarlo.
8. II Dios revela su Nombre
"Dios misericordioso y clemente"
210 Tras el pecado de Israel, que se apartó de Dios
para adorar al becerro de oro (cf. Ex 32), Dios escucha
la intercesión de Moisés y acepta marchar en medio de
un pueblo infiel, manifestando así su amor (cf. Ex
33,12-17). A Moisés, que pide ver su gloria, Dios le
responde: "Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad
(belleza) y pronunciaré delante de ti el Nombre de
YHWH" (Ex 33,18-19). Y el Señor pasa delante de
Moisés, y proclama: «Yahveh, Yahveh, Dios
misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en
amor y fidelidad" (Ex 34,5-6). Moisés confiesa
entonces que el Señor es un Dios que perdona (cf. Ex
34,9).
9. II Dios revela su Nombre
"Dios misericordioso y clemente"
211 El Nombre divino "Yo soy" o "Él es" expresa la
fidelidad de Dios que, a pesar de la infidelidad del
pecado de los hombres y del castigo que merece,
"mantiene su amor por mil generaciones" (Ex
34,7). Dios revela que es "rico en misericordia" (Ef
2,4) llegando hasta dar su propio Hijo. Jesús,
dando su vida para librarnos del pecado, revelará
que Él mismo lleva el Nombre divino: "Cuando
hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces
sabréis que Yo soy" (Jn 8,28)
10. Se pronuncia íaSe pronuncia ué
El hebreo se lee de derecha a izquierda.
Por lo tanto se pronuncia: iaué
11. No. 1: El Padre, « rico en misericordia » (Ef 2,4),
después de haber revelado su Nombre a Moisés
como « Dios compasivo y misericordioso, lento a
la ira, y pródigo en amor y fidelidad » (Ex 34,6) no
ha cesado de dar a conocer en varios modos y en
tantos momentos de la historia su naturaleza
divina.
12. Dijo Yahveh a Moisés: Comunica esto a Aarón y a sus hijos:
«Éstas son las palabras con las que debéis bendecir a los
israelitas:
Que Yahveh te bendiga y te guarde;
que ilumine Yahveh su rostro sobre ti y te sea propicio;
que Yahveh te muestre su rostro y te conceda la paz.
Si invocan así mi sobre los israelitas, yo los
bendeciré.»
Es obvio que en esta bendición sacerdotal lo importante era
poner el Nombre de Yahveh “sobre los hijos de Israel”.
Y es razonable preguntar, ¿cómo iban a poner el Nombre
sobre los hijos de Israel si no pronunciaban el Nombre?
13. Jer 16, 21: Por tanto, he aquí que yo les hago conocer - esta vez sí
- mi mano y mi poderío, y sabrán que mi Nombre es Yahveh.
Isaías 52, 6: Por eso mi pueblo conocerá mi Nombre en aquel día y
comprenderá que yo soy el que decía: «Aquí estoy.»
Joel 3, 5: Y sucederá que todo el que invoque el Nombre de Yahveh
será salvo, porque en el monte Sión y en Jerusalén habrá
supervivencia , como ha dicho Yahveh, y entre los supervivientes
estarán los que llame Yahveh.
Salmo 8, 2: ¡Oh Yahveh, Señor nuestro, qué glorioso tu Nombre
por toda la tierra!
Salmo 135, 1-3.13: ¡Aleluya! Alabad el Nombre de Yahveh,
alabad, servidores de Yahveh, que servís en la Casa de Yahveh, en los
atrios de la Casa del Dios nuestro. Alabad a Yahveh, porque es
bueno Yahveh, salmodiad a su Nombre, que es amable. (…) ¡Yahveh,
tu Nombre para siempre, Yahveh, tu memoria de edad en edad!
14. Y en las naciones donde llegaron,
profanaron mi santo Nombre, haciendo que se
dijera a propósito de ellos: «Son el pueblo de
Yahveh, y han tenido que salir de su tierra.»
Pero yo he tenido consideración a mi santo
Nombre que la casa de Israel profanó entre
las naciones adonde había ido.
Por eso, di a la casa de Israel: Así dice el
Señor Yahveh: No hago esto por considera
ción a vosotros, casa de Israel, sino por mi
santo Nombre, que vosotros habéis profanado
entre las naciones adonde fuisteis.
Yo santificaré mi gran Nombre profanado
entre las naciones, profanado allí por
vosotros. Y las naciones sabrán que yo soy
Yahveh - oráculo del Señor Yahveh - cuando
yo, por medio de vosotros, manifieste mi
santidad a la vista de ellos.
Levítico 24, 16: Quien blasfeme el Nombre
de Yahveh, será muerto.
Exodo 20, 7: No tomarás en vano (falso) el
Nombre de Yahveh, tu Dios; porque
Yahveh no dejará sin castigo a quien toma
su Nombre en vano (falso).
Ez 36, 17-23: Hijo de hombre, los de la
casa de Israel que habitaban en su tierra,
la contaminaron con su conducta y sus
obras; como la impureza de una
menstruante era su conducta ante mí.
Entonces yo derramé mi furor sobre ellos,
por la sangre que habían vertido en su
tierra y por las basuras con las que la
habían contaminado.
Los dispersé entre las naciones y fueron
esparcidos por los países. Los juzgué
según su conducta y sus obras
15. Cuando en el judaísmo se
habla de Chilul Hashem,
"la profanación del
Nombre de DIOS", no es
un daño a la forma de
pronunciar el Nombre, es
un daño a la reputación
del Ser, por eso los judíos
están llamados al "Kidush
Hashem" o a "Santificar el
Nombre" al igual que todo
Cristiano.
Mientras que el uso del
Nombre de YHWH era común
en cualquier lugar en los
tiempos del Antiguo Testa
mento, en tiempos de Jesús el
Nombre era pronunciado
solamente por el Sumo Sacer
dote una vez al año en la fiesta
de yom kippur cuando entraba
en el «Santo de los Santos».
Después de la destrucción del
Templo en el año 70 E.C., el
Judaísmo farisaico prohibió el
uso del Nombre de YHWH
completamente. La razón era
que el Nombre tenía que «ser
escondido» y "ser guardado
secreto."
22. Jesús dice en su Oración sacerdotal (ver Juan 17, 6. 25-26) :
He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos
del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra.
Padre justo, el mundo
no te ha conocido,
pero yo te he conocido
y éstos han conocido
que tú me has enviado.
Yo les he dado a
conocer tu Nombre y
se lo seguiré dando a
conocer, para que el
amor con que tú me
has amado esté en
ellos y yo en ellos.»
29. Mateo 26, 57-66: Los que prendieron a Jesús le
llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se
habían reunido los escribas y los ancianos.
Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del
Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los
criados para ver el final.
Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban
buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo
de darle muerte, y no lo encontraron, a pesar de que
se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se
presentaron dos, que dijeron: «Este dijo: Yo puedo
destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo.»
30. Mateo 26, 57-66: Entonces, se levantó el Sumo
Sacerdote y le dijo: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos
atestiguan contra ti?»
Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo:
«Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios.»
Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de
ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y
venir sobre las nubes del cielo.»
Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo:
«¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis
de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?»
Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte.»
31. Nota de la Biblia de Jerusalén v. 64: El poder es un
equivalente de Yahveh. (…) Jesús reconoce
categóricamente que él es el Mesías, como ya lo
había hecho confesar a sus íntimos (Mt 16, 16),
pero se manifiesta más todavía afirmándose, no el
Mesías humano tradicional, sino el «Señor» del
Salmo 110.
Ahora bien, el texto original del salmo 110 dice así:
«Oráculo de Yahveh a mi Señor: Siéntate a mi diestra».
32. La Mishná echa mucha luz sobre los acontecimientos de
este juicio. La Mishná declara:
"El que blasfema es responsable solamente cuando
haya pronunciado completamente el Nombre Divino.
Dijo R. Joshua ben Quorba, "cada día del juicio
examinan a los testigos con un Nombre su puesto”;
una vez que termina el juicio, no le condenarían de
muerte con el eufemismo, sino que sacaban a todos y
pregun taban al más importante de los testigos,
diciéndole a él, "Di, ¿qué oíste exactamente? Y él dice
lo que oyó. Y los jueces se ponen en pie y rasgan sus
vestiduras” (m.San. 7:5)
33. Sabemos así que él usó realmente el Nombre y no "el poder"
aquí, porque fue llamado "blasfemia" y no lo hubiera sido a
menos que Jesús hubiera "pronunciado completamente el
Nombre Divino." Que Jesús también dijo el Nombre de YHWH
como parte de su "blasfemia" queda claro por la frase, que el
"Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras”
34.
35. Art. 2: «Y en Jesucristo, su único Hijo, Ntro. Señor».
I. Jesús
430 Jesús quiere decir en hebreo: «Yahveh salva". En el
momento de la anunciación, el ángel Gabriel le dio
como Nombre propio el Nombre de Jesús que expresa
a la vez su identidad y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que
"¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?"(Mc
2, 7), es Él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho
hombre "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,
21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la
salvación en favor de los hombres.
36. I. Jesús
432 El Nombre de Jesús significa que el Nombre
mismo de Dios está presente en la Persona de su Hijo
(cf. Hch 5, 41; 3 Jn 7) hecho hombre para la Redención
universal y definitiva de los pecados. Él es el Nombre
divino, el único que trae la salvación (cf. Jn 3, 18; Hch
2, 21) y de ahora en adelante puede ser invocado por
todos porque se ha unido a todos los hombres por la
Encarnación (cf. Rm 10, 6-13) de tal forma que "no hay
bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres por el
que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4, 12; cf. Hch 9,
14; St 2, 7).
37. Hechos 4, 10. 12: Sabed todos vosotros y todo el
pueblo de Israel que ha sido por el Nombre de Jesucristo,
el Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios
resucitó de entre los muertos; por su Nombre y no por
ningún otro se presenta éste aquí sano delante de
vosotros (…)Porque no hay bajo el cielo otro Nombre
dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos.»
38. Filipenses 2, 9-11: Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó
el Nombre, que está sobre todo Nombre. Para que al
Nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la
tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo
Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.
Juan 3, 18: El que cree en él no es juzgado; pero el que
no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre
del Hijo unigénito de Dios.
39. La oración a Jesús
2665 La oración de la Iglesia, alimentada por la
palabra de Dios y por la celebración de la liturgia,
nos enseña a orar al Señor Jesús.
40. 2666 Pero el Nombre que todo lo contiene es aquel
que el Hijo de Dios recibe en su encarnación: JESÚS.
El Nombre divino es inefable para los labios humanos
(cf Ex 3, 14; 33, 19-23), pero el Verbo de Dios, al asumir
nuestra humanidad, nos lo entrega y nosotros
podemos invocarlo: “Jesús”, “YHVH salva” (cf Mt 1,
21). El Nombre de Jesús contiene todo: Dios y el
hombre y toda la Economía de la creación y de la
salvación. Decir “Jesús” es invocarlo desde nuestro
propio corazón. Su Nombre es el único que contiene la
presencia que significa. Jesús es el resucitado, y
cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de
Dios que le amó y se entregó por él (cf Rm 10, 13; Hch
2, 21; 3, 15-16; Ga 2, 20).
41. 2667 Esta invocación de fe bien sencilla ha sido
desarrollada en la tradición de la oración bajo formas
diversas en Oriente y en Occidente. La formulación más
habitual, transmitida por los espirituales del Sinaí, de
Siria y del Monte Athos es la invocación: “Señor
Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros,
pecadores” Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11
con la petición del publicano y del mendigo ciego (cf Lc
18,13; Mc 10, 46-52). Mediante ella, el corazón está acorde
con la miseria de los hombres y con la misericordia de su
Salvador.
42. 2668 La invocación del santo Nombre de Jesús es
el camino más sencillo de la oración continua.
Repetida con frecuencia por un corazón
humildemente atento, no se dispersa en
“palabrerías” (Mt 6, 7), sino que “conserva la
Palabra y fructifica con perseverancia” (cf Lc 8,
15). Es posible “en todo tiempo” porque no es una
ocupación al lado de otra, sino la única ocupación,
la de amar a Dios, que anima y transfigura toda
acción en Cristo Jesús.
43. “Ven, Espíritu Santo”
2670 «Nadie puede decir: “¡Jesús es Señor!” sino
por influjo del Espíritu Santo» (1 Co 12, 3). Cada
vez que en la oración nos dirigimos a Jesús, es el
Espíritu Santo quien, con su gracia preveniente,
nos atrae al camino de la oración. Puesto que Él
nos enseña a orar recordándonos a Cristo, ¿cómo
no dirigirnos también a él orando? Por eso, la
Iglesia nos invita a implorar todos los días al
Espíritu Santo.
44. LA ORACIÓN DEL SEÑOR: «PADRE NUESTRO»
I. «Santificado sea tu Nombre»
2807 El término “santificar” debe entenderse aquí, en
primer lugar, no en su sentido causativo (solo Dios
santifica, hace santo) sino sobre todo en un sentido
estimativo: reconocer como santo, tratar de una
manera santa.
… Pero esta petición es enseñada por Jesús como algo
a desear profundamente y como proyecto en el que
Dios y el hombre se comprometen. (…) Pedirle que su
Nombre sea santificado nos implica en “el benévolo
designio que Él se propuso de antemano” (Ef 1, 9)
para que nosotros seamos “santos e inmaculados en
su presencia, en el amor” (Ef 1, 4).
45. Proclama mi alma la
grandeza del Señor, se alegra
mi espíritu en Dios, mi
salvador; porque ha mirado la
humillación de su esclava.
Desde ahora me llamarán
bienaventurada todas las
generaciones porque el
Poderoso ha hecho obras
grandes por mí:
Su Nombre es santo, y Su
misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.