SlideShare a Scribd company logo
1 of 47
Download to read offline
Noticia de la mujer que no quería salir de la
cárcel
Maxi de Diego
Maxi de Diego
Correo electrónico: mddp61@hotmail.com
1
PERSONAJES:
ABOGADO 1
ABOGADO 2-JUAN
LAURA
ROSA
PILI
ANA
DIRECTOR DE LA CÁRCEL
DEPENDIENTA
MUJER-SILVIA
MADRE DE ROSA
PADRE DE ROSA
VOZ DE FUNCIONARIO
VOZ DE ANITA
ESCENA 1
ABOGADO 1: ¿Te acuerdas de Laura?
ABOGADO 2: ¿Laura?
ABOGADO 1: Sí, aquella mujer que defendimos por el robo en un herbolario.
ABOGADO 2: ¿Laura Muñoz, la yonqui?
ABOGADO 1: Si sólo fuera eso...
2
ABOGADO 2: ¿Qué ha pasado? La condenaron a tres años, ¿no?
ABOGADO 1: Sí. Ha cumplido la condena. Pero eso no es lo que te quería decir. Me
parece tan extraño que no sé cómo contarlo. Esta mañana me he encontrado a Jorge
Comendador y me ha hablado de ella. Ha redactado una noticia que saldrá mañana o
pasado. Laura se niega a salir de la cárcel.
ABOGADO 2: En cierto modo lo entiendo.
ABOGADO 1: Yo no. Las cárceles habrán mejorado en algunos aspectos, pero siguen
siendo infiernos y más para una mujer como Laura. Yo la conocí.
OSCURO.
ESCENA 2
LAURA: (Mientras hace punto.) No estoy triste. No quiero estar triste. Hoy he
recordado aquellos días en que mi abuelo nos llevó a Luis y a mí al pueblo. Mis padres
estaban mal..., pero no quiero hablar de eso. Hoy no. No quiero estar triste. Allí en el
pueblo recibimos el cariño del abuelo, la abuela y la tía Mari. La tía nos llevó andando a
un río que estaba a media hora del pueblo. Nos bañamos aunque no teníamos bañador.
Mi tía sí, aunque era un bañador muy raro. Después del baño, nos secamos al sol. No se
me olvidará nunca esa sensación que creo que no he vuelto a vivir. Cómo los rayos iban
secando y calentando despacio, muy despacio, cada parte de mi cuerpo frío por el agua.
Y luego volvimos andando otra vez, media hora, que, sobre todo a mí, se me hizo larga,
muy larga. Llegué muy cansada a casa. La abuela había preparado una cena muy rica:
patatas a lo pobre con pimientos. Qué bueno estaba. Luego nos fuimos a dormir y yo no
tardé ni cinco minutos en hacerlo. No pude ni pensar en mis padres, que no estaban bien.
OSCURO
3
ESCENA 3
LAURA: Y qué si puedo salir a la calle cuando quiera.
ROSA: Por lo menos podrás respirar el aire.
LAURA: Aquí también hay aire.
ROSA: No me entiendes. Me refiero al aire libre. Si yo estuviera en tu lugar... Aquí me
iba a quedar.
LAURA: No sé si me voy a quedar. Lo he solicitado. Pero no me hagas reír con lo del
aire libre. Cómo se nota que llevas aquí mucho tiempo. Ya no te acuerdas de la mierda
de la contaminación. El aire también está preso.
ROSA: Sí, llevo aquí mucho tiempo. Demasiado.
LAURA: Perdona, Rosa. Venga, no te pongas triste. Si me quedo, te haré compañía.
Nos hemos hecho buenas amigas, ¿no?
ROSA: Claro, Laura, pero me jode que puedas ser feliz y no quieras serlo.
LAURA: Aquí he sido feliz después de mucho tiempo. Contigo, con Ana, con... Bueno,
sobre todo con vosotras.
OSCURO.
ESCENA 4
(En la biblioteca de la cárcel.)
PILI: En la calle puedes moverte libremente. Ir de aquí para allá. Ver a la gente. Su
bullicio.
LAURA: ¿Sabes? Cada vez que pienso en la calle, últimamente, una y otra vez, me viene
a la cabeza la imagen de cuando pedía dinero, monedas, para comer algo o con la vana
ilusión de acumular para pagarme una dosis. Era terrible para mí acercarme a la gente,
que estaba a sus cosas, comiendo un helado o leyendo el periódico o riéndose con su
4
pareja, en el caso de los más afortunados. Me acercaba con la cabeza baja, y dudo mucho
de que me entendieran lo que decía, era más un susurro, un lamento en forma de
petición. Algunos, pocos, buscaban en los bolsillos y me miraban con cara de pena. Yo,
si me daban o no, deseaba separarme lo antes posible de esa persona, me moría de
vergüenza. Desde entonces esa es una de mis imágenes de la calle. Y siento asco de
pensarme a mí misma paseando por la calle. Siento que tal vez la gente me reconocerá y
volverá a hacerse la distraída o a mirarme con compasión o con asco. O tal vez yo
reconozca a alguien que no me dio y sienta odio. Un odio injusto o no. No lo sé. Pero no
quiero ese odio. O tal vez reconozca a alguien que sacó unas monedas y no me atreva a
decirle gracias señor o gracias señora o gracias joven y me sienta una desagradecida. Y
yo necesito querer a la gente, quererme a mí misma y no sé si voy a ser capaz.
PILI: Debes perder ese miedo.
LAURA: Sí, como Ana, que salió y ya está aquí otra vez. Ana, mi pobre Ana. Si no fuera
por ella me habría vuelto loca.
OSCURO.
ESCENA 5
LAURA: No quiero estar triste. Quiero ser capaz de elegir. Intento elegir quedarme
entre estas cuatro paredes y tampoco puedo. Tendré que robar otra vez para volver.
Aquí he dejado la droga, he dejado de pedir, he dejado de dormir en la calle. Ya no
puedo soñar con Pedro porque él ya no vive. Y no quiero estar triste. La psicóloga dice
que debo quererme. Que soy capaz de vivir libremente. Pues yo quiero elegir libremente
quedarme aquí. Y el director de la cárcel dice que esto no es un centro de acogida, que si
no tengo donde ir que vaya a un albergue. La asistente social dice... Pero yo no quiero
estar triste. Yo quiero quedarme aquí con Rosa, con Ana... Leyendo esos libros tan
bonitos que me deja Pili, la de la biblioteca. Si pudiera elegir un carácter, una
5
personalidad elegiría la de Pili. Qué sonrisa tan preciosa. Yo me conformo con no estar
triste, pero si fuera capaz de ser como alguien, elegiría a Pili. Además, es tan guapa...
Hasta he leído un libro de poesía. De Neruda. Te entran ganas hasta de enamorarte.
OSCURO.
ESCENA 6
ANA: Como sé que no quieres estar triste, Laurita, te voy a contar lo más bonito que me
ha pasado fuera. ¿Quieres?
LAURA: Sí, lo más bonito.
ANA: No te hagas ilusiones, es una tontería, pero a mí me gustó.
LAURA: Si a ti te gustó, a mí también, Ana.
ANA: Verás, quería ir a casa de mi tía, en el pueblo, y me equivoqué de autobús. Iba
medio ida, pensando en mis cosas. Total, que cogí un autobús que iba a Santander.
Como me gusta mucho dormir en los trenes y en los autobuses y en los coches, bueno,
en todo lo que se mueva, me dormí nada más caer en el asiento y me desperté nada más y
nada menos que en Santander.
LAURA: ¿Eso está en el Norte, no?
ANA: Sí. Cuando me desperté, me enfadé muchísimo conmigo misma. Pero se me pasó
pronto, no te apures. Me enteré de que el autobús de vuelta a Madrid no salía hasta el
día siguiente, así que decidí dar una vuelta por la ciudad. Recordaba o creía recordar que
Santander tenía mar y yo hacía tanto tiempo que no lo veía... Solamente había estado un
vez y me encantó. Bueno, que me fui al mar. Me pasé horas mirándolo, jugando con las
olas, recogiendo piedrecitas. (Saca unas piedras.) Mira qué bonitas son.
LAURA: Es verdad. Ésta, sobre todo, es preciosa.
ANA: Pues para ti. Te la regalo, Laurita.
LAURA: Gracias, Ana, qué buena eres conmigo.
6
ANA: Esa precisamente la cogí pensando en ti. Bueno, pues eso, que me pasé horas
mirando al mar. Luego cuando volví para el centro de la ciudad, como no tenía mucho
dinero, estaba buscando un rincón para echarme a dormir, cuando conocí a un vendedor
de LA FAROLA. Me puse a hablar con él, no sé cómo, total que me dejó unas pelas para
dormir en una pensión. Jodé, qué tío, qué bueno fue y no me pidió nada a cambio. Me ha
dado la dirección de la revista aquí. Dijo que se sacan pelas vendiéndola. No muchas,
para ir tirando.
LAURA: La farola... es un nombre bonito.
ANA: ¿Qué? ¿Te ha gustado mi historia?
LAURA: Sí, sobre todo lo del mar. Pero para mí es más bonito ver los ojos azules de
Rosa. Tu historia es parecida a una que he leído en este libro que me ha recomendado
Pili. Déjame que te la lea. El título del libro también es bonito: El libro de los abrazos. El
autor es uruguayo, se llama Eduardo Galeano. “Diego no conocía la mar. El padre,
Santiago Kovadloff -jo qué difícil-, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al Sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de
mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y
tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
-¡Ayúdame a mirar!”
Ya está.
ANA: Muy bonita, Laura, y qué bien lees.
OSCURO.
7
ESCENA 7
ABOGADO 2: He estado pensando en Laura, la presa de la que me hablaste el otro día.
ABOGADO 1: (Mientras sigue trabajando.) Sí, y ¿qué?
ABOGADO 2: Me pregunto si su caso será único. Si no habrá más presos o presas que
no quieran salir.
ABOGADO 1: Yo creo que hay algo enfermizo en eso.
ABOGADO 2: Claro, es un síntoma.
ABOGADO 1: ¿Un síntoma?
ABOGADO 2: Sí, un síntoma de la sociedad en que vivimos. ¿Existen muchos motivos
para salir a la calle para una excluida, para una marginada como Laura? Si a veces es
difícil llegar a final de mes para alguien que trabaja, que tiene un sueldo. Si comprar un
piso es toda una aventura. O dejando lo económico... si tener o mantener amigos no
siempre es tan sencillo...
ABOGADO 1: Te veo un poco pesimista hoy.
ABOGADO 2: ¿Tú crees? ¿Has leído el periódico hoy?
ABOGADO 1: Sabes que no soy un vicioso de la prensa como tú.
ABOGADO 2: He leído un artículo estupendo de una tal Ana Isabel Prera Flores, se
titula ¿Sociedad de mercado? No, gracias. En él nos recuerda que el 18 % de la
población mundial, el 18, disfruta del 80 % de los recursos y que la mujer no tiene más
que el 4% de representación en los centros de decisión y el 9 % en los Parlamentos.
ABOGADO 1: Siempre tan aficionado a los datos.
ABOGADO 2: Datos que hablan de la desigualdad, de la insolidaridad ante la pobreza.
ABOGADO 1: ¿Y qué tiene eso que ver con Laura Muñoz?
ABOGADO 2: Mucho. Sólo si viviéramos en una sociedad más humana, una persona
sensible como Laura jamás preferiría vivir en la cárcel.
8
ABOGADO 1: Puede.
(Siguen trabajando.)
OSCURO.
ESCENA 8
DIRECTOR: He recibido su solicitud. La he leído.
LAURA: Gracias.
DIRECTOR: Era mi obligación.
LAURA: Gracias, señor director.
DIRECTOR: No me dé tanto las gracias. No tengo buenas noticias.
LAURA: Me lo imaginaba. Me tengo que marchar, ¿no?
DIRECTOR: Sí, mañana.
LAURA: Mañana. Tienen prisa. Prisa para entrar, prisa para salir. ¿No se puede hacer
nada?
DIRECTOR: Esto no es un centro de beneficencia. Diríjase al Instituto de la Mujer o a
Cáritas. No sé, hable con la asistente social.
LAURA: Gracias por los consejos, Director. Pero yo quiero quedarme aquí. Aquí están
mis amigas. Fuera no tengo a nadie. Además, tengo miedo de volver fuera. Fuera me he
prostituido, he pasado hambre. ¿Ve mi cara limpia? Pues ha estado, fuera, cubierta de
roña. Hasta las ratas me rehuían. Fuera he sido más prisionera que aquí. Presa de la
droga. Usted no sabe lo que es buscar una dosis. Ojalá nunca lo sepa. Pedir dinero,
humillarse. Por favor, no me haga volver a la calle.
DIRECTOR: Pero entiéndalo, Laura. Esto es un centro donde se cumple condena. Y,
usted, ya la ha cumplido. El Estado gasta dinero en su manutención, para que usted se
9
rehabilite. Yo creo que usted ha mejorado mucho desde que llegó. Ha dejado la droga, se
relaciona bien con los internos y los funcionarios. Está preparada para la libertad.
LAURA: Pero tengo miedo. (Pausa. Se miran profundamente.) Volveré a robar para
regresar aquí.
DIRECTOR: Puede que la lleven a otro centro. Yo pediré que sea así.
LAURA: ¿Por qué esa crueldad? Si lo hace iniciaré una huelga de hambre para que me
trasladen. Y moriré si es preciso.
DIRECTOR: Eso es una locura.
LAURA: Una locura era mi vida fuera. Recorra la calle, director. O pregunte a otros
presos.
DIRECTOR: Pero todos quieren salir.
LAURA: ¿Está seguro?
DIRECTOR: Algunos hasta se escapan.
LAURA: Porque no han salido del infierno. Porque no han visto los ojos de Rosa o
porque no han conocido a Pili.
DIRECTOR: ¿La bibliotecaria?
LAURA: Sí.
DIRECTOR: ¿Tendré que pedir más dureza a mis funcionarios?
LAURA: No sea frívolo. También los hay duros. Demasiado duros. (Pausa.) ¿Ha sido su
última palabra?
DIRECTOR: Lo siento, Laura. Pero confío en usted. Parece una mujer sensata.
LAURA: Por eso pido que me dejen quedarme. Por lo menos hasta que salgan Rosa o
Ana.
DIRECTOR: Imposible.
(Laura se levanta y sale.)
10
DIRECTOR: Joder. Y pensar que puede tener razón.
(Enciende un cigarrillo.)
OSCURO.
ESCENA 9
LAURA: Ahora no quiero estar triste. No quiero desesperarme. Tengo que ser fuerte.
No quiero contagiar a Rosa y Ana de mi tristeza. Tengo que pensar en algo. Planear mi
próximo robo para volver. Algún sitio donde no haya guardias de seguridad. Les puede
dar un ataque de violencia y disparar y matar a alguien. Si me lo hicieran a mí no sería
demasiado grave, pero puede aparecer alguien, un niño... No debo correr riesgos. Tal
vez el mismo herbolario de la última vez. Es posible que me reconozcan y como saben
que no soy violenta, no opongan mucha resistencia... Sí, eso es ... Fuenlabrada, calle de
la Almendra. No sé si yo sola me atreveré. Sin Pedro. Pedro... Pero no quiero estar
triste... Ahora no. Tengo que despedirme de Rosa y de Ana. Ellas sí quieren estar fuera.
Ana no ha salido del todo del infierno. Y Rosa tiene a su hija, a sus padres. La esperan.
La quieren. Si yo tuviera a alguien... Pedro... Pero no quiero estar triste. Rosa seguro
que me pide que vaya a ver a sus padres y a su hija. Tendré que hacerlo, pero me da
miedo... ¿Qué voy a decir yo a unos padres? No recuerdo ni una sola palabra cruzada
con los míos... Joder. No quiero ponerme triste. (Agacha su cabeza entre sus manos.)
OSCURO.
ESCENA 10
PILI: Hola, Laura, cariño.
11
LAURA: Hola, Pili. Te traigo el libro.
PILI: ¿Ya te lo has leído?
LAURA: Entero no.
PILI: ¿Entonces?
LAURA: Mañana me voy. No han aceptado mi solicitud.
PILI: No se te ve muy contenta. ¿Sigues pensando lo mismo?
LAURA: Lo mío no se cura de un día para otro.
PILI: Anímate. Ya verás como todo va bien. Toma mi dirección y mi teléfono. (Lo
apunta en una hoja.) Llámame. Podemos quedar. Llévate el libro y me lo devuelves
cuando lo termines. Nadie se va a enterar. Bueno, si te gusta.
LAURA: Es precioso. Este señor sabe lo que me pasa. Mira lo que dice aquí, se titula El
miedo:
“Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al
mediodía, le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal
como lo había dejado: Jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando de susto de la
libertad”.
PILI: Déjame que te lea algo yo, es posible que todavía no hayas llegado. Se titula
Profesión de fe:
“Sí, sí, por lastimado y jodido que uno esté, siempre puede uno encontrar
contemporáneos en cualquier lugar del tiempo y compatriotas en cualquier lugar del
mundo. Y cada vez que eso ocurre, y mientras eso dura, uno tiene la suerte de sentir
que es algo en la infinita soledad del universo, algo más que una ridícula mota de
polvo, algo más que un fugaz momentito.”
LAURA: Eso es lo que yo he encontrado aquí.
12
PILI: Es cierto, pero yo quiero que sepas que también puedes encontrarlo fuera.
LAURA: En mis veintinueve años, estando fuera, aún no he vivido esa felicidad de la que
quiere hablar.
PILI: Vale, pero no dejes de estar alerta por si la encuentras. Llámame.
LAURA: Lo haré. (Le da un beso y sale llevándose el libro.)
OSCURO.
ESCENA 11
ANA: Vaya una perra que te ha entrado con quedarte aquí.
LAURA: Ya lo hemos hablado muchas veces. No me vais a convencer.
ROSA: Hagas lo que hagas a mí me parece bien.
LAURA: Lo tengo todo planeado.
ANA: Cuenta.
LAURA: Si logran echarme...
ANA: ¿Cómo que si logran echarte?
LAURA: Sí, no me voy a ir por las buenas.
ROSA: Ten cuidado, Laura.
LAURA: No hay peligro. Lo único que voy a hacer es resistirme. No quiero que piensen
que estoy de acuerdo. Te meten al talego cuando quieren y te sacan cuando les da la
gana.
ROSA: Mirándolo así tienes razón.
LAURA: Bueno, pues como cuento con que me echarán a patadas, he decidido volver lo
antes posible.
ROSA: No te arriesgues, Laura.
13
LAURA: Ya lo tengo planeado: el mismo herbolario de la última vez. Parecían buena
gente. Espero que no se asusten mucho, porque pienso devolverlo todo cuando me
entregue.
ANA: Entonces a lo mejor no te meten al trullo.
LAURA: Yo creo que sí, por reincidente. Y si no... que se preparen... atraco un banco y
no devuelvo ni un duro.
ROSA: Pero vas a tener cuidado, ¿verdad, Laura?
ANA: Bueno, Laura no es una novata.
ROSA: Ya, pero otras veces estaba con el mono. Y eso da alas. Ahora, Laurita está más
limpia que un sol. (Se acerca a ella y le da un beso.) Qué pena que no podamos salir las
tres al mismo tiempo...
ANA: Sí y pondríamos una mercería. No, una mercería no, que a mis amigos les gusta
mucho atracar mercerías... El caso es que a mí eso de vender hilos y botones, me parece
bonito.
ROSA: Pues yo preferiría un herbolario de esos que va a robar Laura. Que si unas
hierbas para el riñón, otras para adelgazar... otras para... Bueno, para todo. Y yo sé de
algunos que venden peces... Aunque para empezar con lo de las hierbas sería suficiente,
¿no?
LAURA: A mí me gusta más una librería-papelería. Me he aficionado a la lectura con los
libros que me recomienda Pili. Y eso de que un niño vaya a comprar una goma de
borrar...no sé, me parece bonito.
ANA: Pues lo tendremos que echar a suertes.
ROSA: Lo dices como si fuera tan fácil. ¿De dónde vamos a sacar las pelas? Como si te
regalaran algo.
ANA: Laura, si no te empeñaras en volver, podrías ir buscando un local.
14
LAURA: Claro, ¿por qué no lo buscaste tú? Te diste prisa en volver.
ANA: Entonces todavía no habíamos hablado de esto. Y tenía mis historias.
LAURA: ¿Y qué historias prefieres?
ANA: No sé muy bien. Pero me encuentro tan... tan de puta madre con vosotras...
ROSA: Bueno, bueno, a ver si nos vamos a poner melancólicas ahora. Si cambias de
opinión cuando estés fuera, te pones a buscar local. Total, a mí me queda un año y a
Ana, dos.
LAURA: No creo. Ya os he dicho que me da miedo la calle. Prefiero que me esperéis
vosotras a mí.
OSCURO.
ESCENA 12
LAURA: A Pedro le gustaba la música. Mucho. Creo que era lo que más le gustaba.
Decía que le gustaba escucharla cuando estaba solo. La canción protesta decía él. Se
refería a los cantautores. Aunque al final ya no le interesaba nada... Pero no me voy a
poner triste. ¿De qué me serviría, ahora que estoy sola, profundamente sola y en la calle?
Por aquí estaba aquella pensión. Tengo que prepararlo con cuidado para volver mañana
a... “mi casa”. Hace horas que he salido de allí y tengo tantas ganas de volver... Seguro
que Rosa y Ana ya me echan de menos. Pero no me voy a poner triste. ¿Cómo se
llamaba la calle? Aunque tal vez sea mejor buscar otra habitación. Puede que me invadan
puñeteros recuerdos. Estuve tantas veces allí con él... y con las cucarachas... (Pausa.)
Pero no, iré allí, tengo que aprender a vivir con los recuerdos, o a llevarme bien con
ellos, si son buenos, o a maldecir... a la mayoría. Pero ahora soy otra. Sé muy bien lo que
quiero. Antes me dejaba llevar... Ahora confío en mí. Sé que voy a volver allí, con mis
amigas, con los libros de Pili y con ella. Cuánto me gustaría ser como Pili, o por lo
15
menos tener su sonrisa... (Mira a un lado y a otro, para asegurarse de que no viene nadie.
Gritando.) Pedro, paso de ti. No me vas a hacer compañía para que llore, para que esté
triste. Lo he dejado. No quiero seguir tu camino. Me gusta vivir y sé lo que quiero hacer.
Ya no te tengo miedo, ni te quiero, ni me das lástima, porque soy libre y voy a luchar por
mi libertad.(Sale.)
OSCURO.
ESCENA 13
ABOGADO 2: Mira esto.(Lee el titular de una noticia de un periódico.) Una reclusa
desalojada de su celda al no querer salir después de cumplir su condena.
ABOGADO 1: ¿Laura?
ABOGADO 2: Ella. Te das cuenta de la energía de esta mujer.
ABOGADO 1: O la desesperación.
ABOGADO 2: No me parece desesperación. Aquí dice que desplegó una pancarta: “Que
no pisoteen mi libertad.” Fíjate, hasta ha intentado luchar por lo que cree su derecho.
Eso no todo el mundo lo hace. Es una lástima que una mujer así queme sus energías por
vivir entre rejas.
ABOGADO 1: El otro día parecía que la comprendías.
ABOGADO 2: Y claro que la comprendo. Pero te imaginas si todos los desheredados se
unieran y utilizaran esas energías en cambiar algo.
ABOGADO 1: La revolución.
ABOGADO 2: Sí, la revolución.
ABOGADO 1: Parece que esa mujer despierta tu yo militante, después de tanto tiempo.
16
ABOGADO 2: No hace tanto tiempo. Sólo cinco años. Y no estaba dormido. Sólo en
estado subdepresivo. Siento que necesito hablar con ella. Si te enteras de que ha vuelto a
la cárcel, avísame. Iré a verla.
ABOGADO 1: Hecho. (ABOGADO 1 sigue trabajando y ABOGADO 2 sigue leyendo el
periódico.)
OSCURO.
ESCENA 14
(En el herbolario. Laura entra a cara descubierta, haciendo que esconde algo debajo
de su abrigo.)
LAURA: (A una mujer que está hablando con la dependienta.)Eh, tú, aparta. (A la
dependienta.) Tú, dame todas las pelas de la caja. Y no intentes nada, tengo una pipa.
DEPENDIENTA: Tranquila, chica. Cálmate y te doy lo que quieras. (Con lentitud abre
la caja y empieza a remover billetes.)
LAURA: Venga, date prisa. ¿A qué esperas?
DEPENDIENTA: ¿Tú eres Laura, no?
LAURA: Sí, qué pasa.
DEPENDIENTA: ¿Te acuerdas de mí, verdad?
LAURA: Sí, y ¿qué?
DEPENDIENTA: ¿Por qué otra vez, Laura?
LAURA: Pero bueno, a ti qué te importa. Dame el dinero.
DEPENDIENTA: ¿Y si no te lo doy?
LAURA: Mierda, dámelo.
17
MUJER: (Que hasta entonces había estado asustada y arrinconada.) Si necesitas
dinero, yo te puedo dar algo. (Abre el monedero y saca cinco mil pesetas. La
dependienta hace lo mismo.)
DEPENDIENTA: Toma, yo también puedo ayudarte.
LAURA: Esto es la hostia. Yo quiero robar, no caridad. Te lo digo por última vez, joder,
dame el dinero de la caja. (Lo ha dicho con muy poca convicción, casi pidiéndolo por
favor y en un descuido ha sacado la mano que esconde, descubriendo un mechero.)
DEPENDIENTA: Laura, te veo muy nerviosa. Mira, cerramos un ratito la tienda. Nos
sentamos. Te preparo una tila y nos dices si podemos ayudarte.
LAURA: (Aún insistiendo con lágrimas en los ojos.) ¿Por qué? Déjame robarte. Dame
algo de dinero y déjame decir que te he robado. Me presento en comisaría y que te lo
devuelvan. Yo solo quiero volver a la cárcel.
MUJER: (Toma a Laura del brazo y la conduce a una mesa camilla. Se sientan. La
dependienta echa el cierre.) Vamos, no digas eso. Con lo joven que eres. ¿Por qué
quieres volver a la cárcel?
LAURA: ¿Cómo va a comprenderlo usted?
DEPENDIENTA: Venga, cuéntanos. A lo mejor podemos ayudarte.
LAURA: ¿Ayudarme? ¿Por qué me iban ayudar? (Pausa.) Sí, pueden hacerlo. Finjan que
les he robado. Así me ayudarían.
MUJER: ¿Qué hay en la cárcel para que quieras volver?
LAURA: ¿Qué hay aquí para quedarme?
DEPENDIENTA: ¿No tienes a nadie? ¿Familia, amigos?
LAURA: No.
MUJER: ¿Te da miedo empezar de cero, no es eso?
LAURA: Sí.
18
MUJER: ¿Quieres refugiarte en algún sitio y sólo conoces la cárcel, no?
LAURA: Sí.
MUJER: Y piensas que vas a poder seguir así siempre. Robo tras robo y cárcel tras
cárcel.
LAURA: No, sólo hasta que salgan mis amigas de la cárcel.
DEPENDIENTA: Espéralas fuera.
LAURA: Me da miedo. He sufrido demasiado aquí fuera. Ellas son todo lo que tengo.
MUJER: Todas necesitamos que nos ayuden. Que nos tiendan una mano. (A la
dependienta.) ¿Verdad?
DEPENDIENTA: Todas.
MUJER: Acepta este dinero que te ofrecemos. No pienses que nos sobra. Toma mi
teléfono. (Le da una tarjeta.) Llámame si necesitas algo. Busca trabajo. Llámame aunque
no necesites nada. Busca unos ojos, una mirada. Unos ojos que te acaricien. Los hay,
créeme, ¿verdad?
DEPENDIENTA: Los hay. (Le tiende el dinero.) También puedes venir a verme aquí.
(Coge un bote de pastillas.) Si estás decaída, tómate esto. Puede ayudarte. No te hará
daño. Es un producto natural.
LAURA: Gracias.
MUJER: Toma. (Le da el dinero y Laura lo coge.) ¿Qué tal si quedamos mañana y me
cuentas si has cambiado de opinión. Si no, yo te ayudo a robar a mi amiga, ¿vale?
LAURA: (Sonriendo tímidamente.) Vale.
DEPENDIENTA: ¿Y por qué a mí?
MUJER: ¿Qué quieres? Donde hay confianza... ¿Quedamos en mi casa? ¿A las siete?
LAURA: No se lo aseguro...
MUJER: No estás obligada.
19
(Sale Laura.)
OSCURO.
ESCENA 15
LAURA: Yo sólo había venido a robar. No. No puedo estar triste. He venido a robar y
me han robado... mi libertad. Venía a quitar y me han dado. Rosa, Ana... ¿por qué nos
separan? No he podido. No puedo ir a otro lado. No me hacía falta dinero, todavía me
queda del que me habíais dejado y, sin embargo, no he podido evitar recoger su... mano
tendida. ¿Por qué me ayudan? ¿De dónde han salido esas mujeres? (Lee la tarjeta.) Silvia
Lorenzo. No te entiendo, Silvia. ¿Por qué me invitas a tu casa? ¿Por qué no me dejas
seguir mi camino? (Pausa.) Y aunque por un lado me irrita, por otro me siento alegre...
Busca unos ojos... Cuando Silvia dijo estas palabras, me acordé de Pili... Su sonrisa, sus
ojos brillantes, limpios... (Saca la nota donde apuntó el teléfono y la dirección.) ¿Qué
me impulsa a ir a verte? (Pausa.) Había ido a robar y me han robado mi libertad. Pero no
me duele... ¿Qué me pasa? De pronto tengo dos direcciones en mis manos. Y no me
atrevo a dejarlas pasar. Pero ¿por qué me ayudan? ¿Por qué no puedo estar triste? ¿Estoy
en la calle o estoy soñando? (Pausa.) Busca unos ojos. ¿Me han robado mi libertad? No
sé qué digo.
OSCURO.
ESCENA 16
PILI: (Está dando un masaje a Laura.) Qué bien que hayas venido.
LAURA: Nunca me hubiera imaginado que estuvieras sola. ¿De verdad que no esperabas
a nadie? ¿No habrá nadie escondido por ahí dentro?
20
PILI: Qué cosas tienes. ¿Por qué no crees que esté sola?
LAURA: Siempre te hacía rodeada de mucha gente, muchos amigos o con un novio o un
marido, o unos padres.
PILI: Tengo de casi todo lo que has dicho... menos padres.
LAURA: Lo siento.
PILI: Murieron hace tiempo. Es una herida cicatrizada.
LAURA: Entonces, ¿por qué estás sola?
PILI: A veces estoy sola y a veces no. Es un poco arriesgado porque hay días en que
necesitas a alguien y ese alguien no aparece. Como hoy. Gracias a Dios que has llamado.
Me has salvado, Laura.
LAURA: ¿Yo?
PILI: Sí, tú.
LAURA: Pero si apenas me conoces.
PILI: Y qué. Hay gente a la que conozco mucho con la que no me apetece estar.
LAURA: ¿Y conmigo sí?
PILI: Claro.
LAURA: (Levantándose.) No entiendo nada.
PILI: ¿Qué no entiendes?
LAURA: Ayer salí de la cárcel, hoy voy a robar para volver y salgo del herbolario con
una dirección, una cita, diez mil pesetas, un bote de pastillas y ahora tú me das las
gracias por venir a verte. Algo ha cambiado en el mundo en estos tres años que he estado
en la cárcel.
PILI: Bueno, es posible, pero puede que también hayas cambiado tú.
LAURA: ¿Yo?
21
PILI: No lo sé. ¿Por qué no? (Pausa.) Ven todavía tienes la espalda rígida. (Laura
vuelve a tumbarse.) Y hay algo más que te ha pasado.
LAURA: ¿Qué?
PILI: Te ha llamado un hombre a la cárcel.
LAURA: Sí, ya. No te burles de mí.
PILI: Te lo juro. Un abogado. Aunque ha dejado muy claro que no te llamaba por nada
legal. No sé por qué su interés en dejarlo claro. Bueno, ha removido Roma con Santiago
hasta hablar con alguien que te conociera. Ha insistido mucho en que era muy importante
para él verte. Ha dejado un número de teléfono. Por su interés creo que deberías
llamarle. (Pausa.) Eh, Laura. (Pausa.) ¿No dices nada?
LAURA: Ahora sí que alucino. ¿Por qué ahora la gente tiene interés por verme y me he
pasado veintinueve años yendo detrás y tropezando y estando jodidamente sola?
PILI: No te comas el tarro, Laura. Vive. Llama a ese hombre, visita a esa amiga del
herbolario. Queda conmigo para ir al cine. Llama a Rosa y a Ana. Diles que las esperas
fuera, que poquito a poquito le estás cogiendo el gusanillo a la libertad. Y que se den
prisa. Que empujen un poquito el calendario.
LAURA: Pili, enséñame a sonreír. (Laura abraza a Pili.)
OSCURO.
ESCENA 17.
(Silvia prepara carteles para una manifestación.)
LAURA: ¿Para qué son todos esos carteles?
SILVIA: Para una manifestación.
LAURA: ¿Sobre qué?
22
SILVIA: Contra el militarismo. Para protestar por los gastos de Defensa.
LAURA: ¿Por qué?
SILVIA: Porque se gastan muchísimo dinero y con él se podrían hacer mejores cosas.
Solucionar algunos problemas de las personas, sus sufrimientos.
LAURA: Y si nos atacan, ¿cómo nos defenderemos?
SILVIA: Mira, Laura, no quiero darte una charla, sólo piensa en lo siguiente: el gobierno
pretende comprar armas por valor de dos billones, con b, de pesetas y, sin embargo, dice
que se tardará aún ocho años en acabar con el chabolismo en Madrid o piensa que hay
145 millones de niños de seis a once años sin escolarizar en el mundo. O por hablarte de
algo que conoces, el hacinamiento de las cárceles, la falta de apoyo a los presos. ¿Quién
nos defiende de la incultura o de la pobreza o de las malas condiciones de vida? ¿El
ejército? Yo creo que no. Yo y más gente y por eso nos manifestamos.
LAURA: ¿Y sirve de algo manifestarse?
SILVIA: Por lo menos para que sepan que no estamos de acuerdo. Y tal vez, si somos
muchos, para que se lo piensen dos veces antes de hacerlo.
LAURA: ¿Y seréis muchos?
SILVIA: Si vienes tú, una más. Pero no quiero ponerte en un compromiso. Parece que la
gente se va despertando. Yo confío en que más que a la última, pero menos que en la
próxima.
LAURA: Pedro decía que la política no servía para nada. Solo le gustaban las canciones
de protesta. Decía que si todo el mundo cantara canciones así, el mundo iría mejor.
SILVIA: Cantar algunas canciones es una forma de hacer política, como escribir
determinados libros, hacer películas o teatro... ¿pero quién es Pedro?
LAURA: Era.
SILVIA: ¿Quién era, bueno, si quieres hablar de él?
23
LAURA: Mi marido. Murió de una sobredosis.
SILVIA: Lo siento.
LAURA: No importa. Esa historia ya no me produce dolor. (Pausa.) ¿Quieres que te
ayude?
SILVIA: Me vendría bien. He quedado en hacer cincuenta.
LAURA: ¿Y qué pongo?
SILVIA: No sé, lo que se te ocurra contra los gastos de Defensa. Mira aquí tienes
algunos ejemplos. Puedes repetir alguno.
LAURA: Me gustaría inventarme algo bonito.
SILVIA: Sería estupendo... Piensa, no tenemos prisa. (Silencio.)
LAURA: A ver qué te parece. Los misiles matan. Dispara sonrisas y abrazos.
SILVIA: Muy bien. Vaya, vaya... qué buena cartelista.
LAURA: ¿Te gusta de verdad?
SILVIA: Mucho, Laura. Y me gusta que estés aquí conmigo. ¿Has decidido algo?
LAURA: Sí, que no podría robar a tu amiga.
SILVIA: Entonces, ¿ya no piensas en volver a la cárcel?
LAURA: Por momentos la siento más lejos.
SILVIA: Me agrada oírte decir eso. ¿Por qué no me acompañas mañana a la
manifestación? Te presentaré a mis amigas y a mis amigos.
LAURA: ¿A qué hora?
OSCURO.
ESCENA 18
JUAN: ¿Entonces ya no piensas en volver a la cárcel?
24
LAURA: Sí pienso, pero ahora ya no lo deseo. Deseo estar con Ana y con Rosa, pero
fuera.
JUAN: Sabes, yo comprendía que no quisieras salir de la cárcel. Me sorprende que hayas
recuperado tan pronto la confianza en el mundo de fuera.
LAURA: Y a mí me sorprende que tú me hayas buscado con tanto interés.
JUAN: Es difícil de explicar... Últimamente yo me he sentido preso de mí mismo. De mi
rendición. De la búsqueda de falsos paraísos. Y me sigo sintiendo y no puedo luchar por
mi libertad...
LAURA: Perdona, pero no te entiendo.
JUAN: No me extraña. Déjame intentarlo de nuevo. Yo creía, antes, cuando era más
joven, que íbamos a poder cambiar el mundo, que habría más justicia, menos
sufrimiento... Pasó el tiempo, me fui haciendo menos joven... pero poco habíamos
conseguido. Y entonces huí de la militancia, del trabajo cotidiano, organizado... ¿Me
sigues?
LAURA: Creo que sí. He conocido a una mujer que todavía cree. Te la presentaré si
quieres, pero sigue. Aún no entiendo tu interés por mí.
JUAN: Como te decía, había abandonado mis ilusiones, mis sueños y me había refugiado
en las comodidades de la sociedad a la que me había enfrentado. Pero no era feliz. No
soy feliz. Está claro que he sido vencido.
LAURA: ¿Vencido? ¿Por quién?
JUAN: No lo sé. O sí. Es una fuerza invisible que nos quiere hacer felices sin que nos
preocupemos por lo que les pase a los demás, por lo que le pase a nuestro planeta. O
que, como mucho, suframos ligeros temblores. Un conjunto de intereses que nos intenta
convencer de que es más importante una marca de calzoncillos que una persona que
sufre.
25
LAURA: Sí, algo parecido a lo que dice Silvia. Pero ¿y yo?
JUAN: Leí en el periódico tu oposición a salir de la cárcel. Tu manifestación. Y me
imaginé que luchabas por tus derechos.
LAURA: Y así era.
JUAN: Tu convicción me emocionó. (Laura sonríe.) ¿Y esa sonrisa?
LAURA: Se me está ocurriendo una frase...
JUAN: ¿Y?
LAURA: Una frase que antes no se me habría ocurrido.
JUAN: Dímela
LAURA: ¿Te interesa de verdad?
JUAN: De verdad.
LAURA: Que si eres capaz de emocionarte por un gesto, por una sonrisa, aún no has
sido derrotado del todo. (Laura vuelve a sonreír.)
JUAN: Laura, me encanta tu sonrisa. (Silencio, Laura y Juan se miran detenidamente.)
OSCURO.
ESCENA 19
(Laura visita a los padres de Rosa. El padre permanecerá durante toda la escena en
silencio. Mirando al vacío.)
MADRE: Gracias por venir, Laura. Mi hija siempre me habla de ti. ¿Quieres tomar algo?
¿Un café?
LAURA: No, gracias, no se moleste. Me tengo que ir enseguida, he quedado con una
amiga. (Silencio, Laura se sorprende de lo que ha dicho.)
MADRE: Qué pena que no esté Rosita. Ha ido a un cumpleaños. Te hubiera gustado
verla. Es muy guapa. Se parece a su madre.
26
LAURA: Otro día vendré. Si no le importa.
MADRE: Pero qué me va a importar. Yo encantada de que vengas a vernos. Queda tan
poco para que salga nuestra Rosa, que tu presencia hará que pase más rápido el tiempo.
¿Por qué no vienes un día más despacio y te quedas a cenar? (Laura mira al padre y
tarda en contestar.)
LAURA: Sí, vendré.
MADRE: Pero dime, Laura, ¿cómo ves tú a mi Rosa?
LAURA: ¿Que cómo la veo?
MADRE: Sí, que si la ves ilusionada por empezar una nueva vida.
LAURA: (Que no quita ojo al padre.) Sí, tenemos planes juntas. Queremos montar un
negocio. No nos ponemos de acuerdo, de momento, pero seguro que cuando estemos las
tres aquí no habrá problemas.
MADRE: Ay, qué bien suena eso. Pero debe ser muy difícil abrir una tienda, con lo caro
que está todo. Aunque con trabajo y seriedad, todo se consigue. (La madre también
mira al marido y parece dudar de lo que acaba de decir.)
LAURA: Sí, eso pienso yo. No todo va a ser zancadillas en la vida.
MADRE: ¿Entonces ya no piensa en volver a lo de antes?
LAURA: No, sólo piensa en sacar adelante a su hija y ayudarles a ustedes. (El padre se
levanta y sale sin decir nada. Laura y la madre se miran. Pausa.) ¿He dicho algo malo?
Parece que se ha molestado.
MADRE: No es eso, hija. Mi marido está enfermo. Muy enfermo.
LAURA: ¿De qué? Rosa nunca me dijo nada.
27
MADRE: De rencor. No le perdona a Rosa lo que hizo. Juntarse con esa gente. Pero yo
sé que sufre mucho. Aunque nunca hablamos de ella. Para él es como si no existiera. Va
a ser duro para Rosa cuando salga. Espero que tú la ayudes mucho.
LAURA: Esté segura de que la ayudaré. Yo también la necesito.
MADRE: Y tú con tus padres, ¿qué tal?
LAURA: Yo no tengo padres. Murieron cuando era pequeña.
MADRE: Ay hija, lo siento mucho.
LAURA: No se preocupe.
MADRE: Si necesitas cualquier cosa...
LAURA: Gracias, de momento parece que resisto esta nueva vida.
MADRE: No quiero parecer indiscreta, pero qué vas a hacer.
LAURA: No lo sé muy bien. Quiero buscar trabajo. He conocido a algunas personas que
pueden ayudarme. Por ahora tengo algún dinero para ir tirando. (Silencio.)
MADRE: ¿Y esa amiga vuestra? Ana, ¿no?
LAURA: Sí.
MADRE: Parece menos responsable que tú. ¿No será una mala influencia para mi Rosa?
LAURA: Yo creo que no. Es una mujer maravillosa. Pero no resulta fácil salir del pozo.
No nos ayudan mucho allí dentro. Para mí conocer a Rosa y a Ana fue mi salvación. No
sé qué hubiera sido de mí sin ellas.
MADRE: (Se levanta y camina preocupada.) Ana salió hace poco y ha vuelto volando.
Y ahora están allí, las dos...
LAURA: No se angustie. (Pausa.) Sí, ya sé que es muy fácil decirlo... Pero Rosa, ya se
lo he dicho, piensa más en su hija que en otra cosa. Y Ana sería incapaz de empujarla
28
hacia otro camino. (Laura se aproxima a la madre y la abraza.) Créame. Confíe en su
hija, confíe en nosotras. Necesitamos su confianza. (La madre besa a Laura y sonríe.)
OSCURO.
ESCENA 20
(El padre de Rosa sorprende a Laura por la espalda.)
PADRE: Eh. Oye.
LAURA: (Laura se vuelve sobresaltada.) ¿Quién es?
PADRE: (Autoritario.) No te vuelvas a acercar a mi mujer, ni a mi nieta.
LAURA: Pero qué dice.
PADRE: Que no quiero verte más en mi casa.
LAURA: ¿Por qué?
PADRE: Como vuelvas a venir te echo a patadas.
LAURA: Pero ¿por qué? ¿Qué le he hecho yo?
PADRE: Eres amiga de mi hija.
LAURA: ¿Y qué le ha hecho ella?
PADRE: No me gustan las palabras. Ya te lo he advertido. (Va a salir.)
LAURA: Espere, por favor. (Él sigue caminando, ella corre y le detiene cogiéndole del
brazo.)
PADRE: No me toques.
LAURA: Por favor, no me deje así.
PADRE: ¿Cómo?
LAURA: Con esta angustia.
29
PADRE: Vosotras os lo buscasteis.
LAURA: Pero las personas cambian. Su hija ha cambiado. Todos cometemos errores.
Tiene que perdonar a su hija. Ella le necesitará cuando salga. Es muy dura la vida en la
cárcel, cuando salga alguien tendrá que ayudarla a rehacer su vida...
PADRE: (Interrumpiéndola.) Todo eso son palabras, ella nos destrozó la vida.
LAURA: Y usted puede destrozársela ahora.
PADRE: Déjame en paz, Laura, o como te llames. Olvídanos. Como si no existiéramos.
¿Entiendes?
LAURA: ¿Qué puedo hacer, qué podemos hacer para demostrarle que somos otras
personas?
PADRE: No me interesan tus palabras. (Sale bruscamente.)
LAURA: (Gritando.) Volveremos a vernos. Su mujer me ha invitado a cenar. Es injusto
lo que hace. (Pausa.) Váyase a la mierda con su rencor y con su odio. (Pausa.) ¿Qué va
a ser de Rosa? (Pausa.) Su madre y yo la ayudaremos. Y Ana. No le necesitamos. ¿Qué
se habrá creído? Con su estúpido orgullo de hombre, de cabeza de familia. Que se meta
su autoridad donde le quepa. Estoy harta de represores y de hombres.
OSCURO.
ESCENA 21
LAURA: ¿Qué ha pasado?
PILI: ¿Cómo sabes que ha pasado algo?
LAURA: Lo he notado en tu voz a través del teléfono. ¿Qué ha pasado?
PILI: Han encarcelado a Ana en una celda de aislamiento. (Silencio. Laura se mueve
desesperada por unos instantes hasta que cae como agotada en una silla.)
30
LAURA: Todo iba demasiado bien. (Silencio.)
PILI: Será por poco tiempo.
LAURA: Si no me hubiera ido...
PILI: Hubiera ocurrido igual.
LAURA: ¿Cómo está?
PILI: No he podido verla. Pero me han dicho que está tranquila.
LAURA: No lo creo. (Gritando desesperada.) ¡No lo creo!
PILI: No sirve de nada que te atormentes. Voy a prepararte una tila, estás muy nerviosa.
(Sale Pili.)
LAURA: Sabía que iba a pasar algo malo. Yo no quería estar triste, e iba todo tan bien.
(Pausa.) Pobre Ana, Anita. Mierda de cárcel. Con mucho cariño, Ana sería normal.
(Pausa.) ¿Pero qué digo? Ana es normal, muy normal, sólo necesita dinero para meterse
esa mierda que la mata. (Pausa.) Mi Ana. Y ahora Rosa está allí sola. Y Ana, sola. Y
cuando salga de esa maldita celda, su herida será un poquito más grande. Su
desesperación. Y yo la hubiera ayudado. Con mis caricias. (Pausa.) Ahora están solas. Y
yo aquí, en esta casa tan bonita. (Laura rompe a llorar y llama a Pili.)
PILI: ¿Laura, qué te pasa? (La abraza.)
LAURA: Tengo miedo, Pili. Mucho miedo.
PILI: ¿De qué tienes miedo?
LAURA: De que todo vuelva a ser como antes. De desear volver a la cárcel. De que les
pase algo a mis amigas..., a mi familia. A mi nueva familia. De que también se rompa. De
no poder ayudarlas. De que nadie pueda ayudarme a mí.
PILI: Estoy a tu lado.
31
LAURA: Sí, estás aquí. Quiero dejarme ayudar, pero no estoy acostumbrada. Pili, ten
paciencia conmigo.
PILI: Claro, Laura. (Silencio. Pili y Laura permanecen unos instantes abrazadas.)
LAURA: (Más tranquila.) ¿Qué ha pasado?
PILI: Ana ha agredido a un funcionario. Bueno, eso dicen.
LAURA: Sí, ve tú a saber.
PILI: Parece ser que cuando volvió del patio encontró sus cosas revueltas. Rosa dice que
se cabreó mucho cuando vio unas piedras del mar tiradas por el suelo...
LAURA: Sus piedras...
PILI: Se puso muy nerviosa, histérica..., acudió un funcionario y se enfrentó a él, le
insultó y, no sé, dicen, que le agredió.
LAURA: (Nuevamente exaltada.) Pero qué derecho tienen a registrarnos de esa manera.
¿Es que somos perros? Habremos hecho miles de cosas mal en esta vida, pero
merecemos respeto... Ella ama esas piedras, significan mucho. (Saca una de un bolsillo.)
Mira, me la regaló poco antes de que saliera.
PILI: Es preciosa. (Pausa.) Muchas cosas no funcionan allí dentro.
LAURA: Falta humanidad, Pili.
PILI: Sí.(Pausa.) Yo hago lo que puedo.
LAURA: No se trata de ti. La cárcel en sí misma es inhumana. Yo no sé para quien haya
matado..., pero para tanta gente como nosotras... me parece inhumana. (Pausa.)
¿Podemos hacer algo por ayudarla?
PILI: No sé, ¿por qué no hablas con ese abogado amigo tuyo?
LAURA: Bueno, no sé si es mi amigo, pero le llamaré a ver qué puede hacer.
32
OSCURO.
ESCENA 22
(Laura entra en el despacho del abogado. Suena una canción, CANTO A LA
LIBERTAD de José Antonio Labordeta. Juan se levanta con la intención de quitarla.)
LAURA: Por favor, no la quites. Déjame escucharla. (Laura escuchará la canción
totalmente abstraída. Termina la canción y el disco.) Hacía mucho tiempo que no oía
esta canción.
JUAN: Yo también. ¿Te gusta?
LAURA: Sí, supongo que sí.
JUAN: ¿Supones?
LAURA: Más que la canción, me ha gustado el recuerdo que la acompañaba.
JUAN: A mí también me trae recuerdos.
LAURA: ¿Sí? ¿Qué recuerdos?
JUAN: No, cuéntame qué te recordaba a ti.
LAURA: Tú primero.
JUAN: (Sonríe.) Parecemos niños.
LAURA: (Sonríe también.) Sí. (Silencio.)
JUAN: Ya te hablé de esto el otro día. Hubo un tiempo en que yo creí en lo que decía la
canción. Pensaba en que era posible la libertad. Pensaba que íbamos a conseguir cambiar
el mundo, y luchaba por ello. ¡Qué ingenuos éramos!
LAURA: Tal vez Pedro también creyera eso alguna vez. Pero nunca me lo dijo.
JUAN: ¿Pedro?
LAURA: Mi marido. (Pausa.) Murió. Sobredosis.
33
JUAN: Lo siento.
LAURA: ¿De verdad lo sientes?
JUAN: Bueno, siempre se dice eso. Pero si tú lo sientes, yo también.
LAURA: Creí que ya no lo sentía, pero al escuchar esta canción... Al oírte hablar de lo
que significaba para ti, me he dado cuenta de que no le conocí. No me dejaron conocerle.
(Pausa.) Pero sigue contándome.
JUAN: No hay mucho más que contar. (Pausa.) No sé muy bien por qué he vuelto a
poner esta canción. (Pausa.) Tal vez tú me impulsaste a ponerla.
LAURA: ¿Yo? ¿Qué tonterías dices?
JUAN: No sé, tal vez sean tonterías, pero algo ha cambiado desde que volví a saber de
ti. (Juan intenta cogerle la mano, pero Laura retira la suya y se levanta alterada.)
LAURA: Bueno... cuéntame lo de Ana, tengo prisa.
JUAN: (Incómodo.) Como te dije, ya ha salido de la celda de aislamiento. Pasó a la
enfermería. El médico dice que tiene una profunda depresión. Está tomando pastillas. Yo
la he visto y parece que está mejor. Le ha hecho bien volver con Rosa. Te mandan
recuerdos. Me preguntaron si ya has encontrado el local. (Silencio.)
LAURA: Voy a ir a verlas.
JUAN: Les gustará.
LAURA: Gracias por todo. No ando bien de dinero para pagarte.
JUAN: No hace falta, Laura. (Laura va a salir.) Laura, me gustaría verte pronto.
LAURA: ¿Para qué?
JUAN: Me gusta hablar contigo.
LAURA: ¿Hablar conmigo?
JUAN: Sí... y mirarte.
34
LAURA: ¿Mirarme?
JUAN: No me lo pongas difícil.
LAURA: Es que no te entiendo.
JUAN: No hay mucho que entender. Me gustas, Laura. O tal vez, deba decir te quiero,
no lo sé.
LAURA: ¿Yo?
JUAN: Pero ¿por qué te extraña? Yo soy un hombre y tú una mujer.
LAURA: (Confundida.) Acabo de salir de la cárcel y yo quería quedarme dentro. Me
daba miedo lo que había aquí fuera... y ahora tú dices que te gusto. No entiendo nada de
lo que pasa. (Pausa.) Escucho esa canción... Y me doy cuenta de que no conocí a
Pedro... y ahora tú...
JUAN: Perdona, tal vez haya sido demasiado brusco. No tengo experiencia en
declaraciones. Siempre he sido bastante solitario. Si te he molestado, olvídalo y perdona.
No he dicho nada. Si me necesitas ya sabes donde estoy.
LAURA: Gracias. (Va a salir y se vuelve.) Lo siento, no estoy preparada para esto. Para
recibir tantas muestras de cariño por todas partes. (Pausa.) Dame tiempo, ¿vale? (Juan
asiente con la cabeza. Sale Laura.)
OSCURO.
ESCENA 23
ROSA: Te encuentro muy bien, Laura. Yo creo que estás más guapa.
LAURA: Qué tonterías dices. Tú que me miras con buenos ojos.
ROSA: A que sí, Ana, a que está más guapa.
ANA: (Sombría.) Sí, es verdad.
ROSA: Y qué tal fuera. ¿Has visto a mi madre y a mi hija?
35
LAURA: Sí. Están bien. A Rosita no la vi, estaba en un cumpleaños. Pero volveré otro
día. Tu madre me ha invitado a cenar.
ROSA: Es una mujer estupenda. (Pausa.) Cuando salga voy a cuidar de ella. Y de mi
hija. ¿Viste a mi padre?
LAURA: Sí. ¿Por qué nunca me hablaste de él? Ya me informó tu madre de lo que pasa.
ROSA: En el fondo tiene razón.
ANA: Yo creo que no. ¿Acaso hemos elegido nosotras esta vida? Nos ha encontrado,
nada más. O mejor dicho nos ha acorralado. Esta vida es una mierda.
LAURA: ¿Qué te pasa? No te reconozco. Antes no hablabas así.
ANA: Estoy harta de todo esto. (Pausa.) No aguanto más aquí dentro. Lo de la celda de
aislamiento ha sido muy duro. Muy duro. Tú no sabes como es eso. No me dejaron ni
salir al patio. Es una celda diminuta, donde casi no entra la luz. Creí que me volvía loca.
(Pausa.) No tenían derecho a tocar mis cosas, ni a tirar por el suelo mis piedras.
LAURA: Joder, Ana, ¿es que te vas a rendir ahora? Hay que aguantar, salir de aquí para
no volver nunca.
ANA: ¿Y dices eso tú, que no te querías ir?
LAURA: Sí, es verdad, pero es que afuera he encontrado a personas que están
dispuestas a echarnos una mano.
ANA: ¿A quién? A una drogadicta como yo.
LAURA: Sí, Ana. Tal vez no sean muchas, pero existen. De verdad, créeme. Yo no me
lo podía imaginar. Pero es así. Tenéis que aguantar, por favor, no me hagáis sentirme
culpable por haberos dejado, por favor.
ROSA: Ni que hubiera sido una decisión tuya marcharte.
LAURA: Ya lo sé, pero hubiera podido volver.
36
ANA: ¿Y por qué no lo has hecho? Aunque yo prefiero que estés fuera. Con una loca ya
hay bastante.
LAURA: Yo no creo que estés loca. Los locos son ellos por encerrarnos en sitios como
este. (Pausa.) ¿Por qué no he intentado volver? De verdad que lo deseaba. Con todas
mis fuerzas. Pero Silvia me abrió sus puertas, Pili me abrió sus puertas, Juan me abrió
sus puertas. Y no fui capaz de salir corriendo. Sentí como un abrazo, como una caricia
muy cálida.
ANA: Es muy bonito eso que dices. Ojalá yo sintiese lo mismo al salir.
LAURA: Me tienes a mí... fuera.
ROSA: Yo también tengo miedo al futuro.
LAURA: Me gustaría tener fuerzas y palabras para convenceros de que vamos a ser
felices las tres, de que todo va a cambiar, sin embargo, aún es pronto. Todavía estoy
aprendiendo a andar y a recorrer las calles con otra mirada, a no desconfiar de los demás.
Aunque todavía no me lo creo, estoy mejor que aquí. (Silencio.)
ROSA: ¿Quién es Juan?
LAURA: Es un abogado. Vino a la cárcel. No sé si influyó en algo para que salieras
antes.
ANA: No lo sé. Ni me fijé en él. No estaba para esas cosas.
ROSA: ¿Qué tal está?
LAURA: Creo que me está tirando los tejos.
ROSA: ¿Sí? Mira con la mosquita muerta. (Risas de las tres.) ¿Está potable?
LAURA: Bueno, no está mal, pero no es mi tipo.
ROSA: Y qué... ¿Cómo sabes que te tira los tejos?
LAURA: Porque me ha dicho que le gusta estar conmigo, que quiere verme...
37
ANA: (Nuevamente sombría.) Seguro que te enrollas con él. Y cuando salgamos, te
habrás casado y hasta es posible que tengas un hijo... y te olvidarás de nosotras.
LAURA: ¿Pero qué dices, Ana? Ya me dejé robar por un hombre en una ocasión. Ahora
nadie me va a atar. (Pausa.) Si me apetece un revolcón alguna vez, quién sabe... (Risas.)
Pero no me van a encerrar otra vez, quiero ser libre.
VOZ: El tiempo ha terminado.
OSCURO.
ESCENA 24
ROSA: (Se aproxima al lateral y grita.) Rosita, ten cuidado con ese perro. No lo
toques, que seguro que tiene pulgas. Eso es. Juega con los niños. (Sigue mirando hasta
que se asegura de que juega con los niños. Vuelve al banco con Ana y Laura.)
LAURA: Estás hecha toda una madre.
ROSA: Con los niños hay que tener mucho cuidado. (Durante toda la escena estará
pendiente de la niña.)
ANA: Pero qué bonito es. ¿Y os habéis fijado qué cantidad de gente pasa por ahí? Y
además enfrente del parque. Os imagináis en los momentos en que no haya nadie, que
serán pocos, mirando los árboles, las palomas...
ROSA: Pero si no hay palomas, Ana.
ANA: ¿Que no? Yo el domingo pasado vi dos.
ROSA: ¿Seguro?
ANA: A ver si ahora no voy a saber lo que son las palomas.
LAURA: Y tú, Rosa, puedes traer a Rosita al parque y verla mientras trabajas.
ROSA: De eso nada, y si me distraigo atendiendo a un cliente y le pasa algo... No, mejor
que se quede hasta que cerremos con mi madre. Total desde que salga del colegio son
tres horas, ¿no?
38
ANA: Mira, mira qué de señoras pasan.
ROSA: (Se levanta deprisa hacia el lateral y grita.) Rosita, no te subas ahí que está muy
alto. Rosita, que bajes. (Pausa.) Ahí estás mejor, cariño. (Vuelve a su sitio.) ¿Qué decías,
Ana?
ANA: Que pasan muchas señoras por nuestra tienda. Yo creo que lo mejor es lo de la
mercería. No se ven muchos yonquis por aquí. (Pausa. Ana se da cuenta de que ha
dicho algo inconveniente. Rosa y Laura también se miran.) Bueno, qué pasa, llevo dos
semanas sin ponerme. Ya no soy de esas. (Pausa. Miradas.) ¿Qué pasa, que no confiáis
en mí?
LAURA: Claro, Ana, pero es pronto todavía.
ROSA: Ni pronto, ni leches. Ana ya no se pone y no se volverá a poner. Y si no aquí
estoy yo para darle un par de tortas.
ANA: Oye, que no soy tu hija pequeña. Que te ha entrado un rollo de madre...
ROSA: (Levantándose.) Rosita, que no cojas cosas del suelo. (Sale de escena y se oirá.)
Mira como te has puesto. Ven que te lave en la fuente.
LAURA: Qué bonito es ver a Rosa así, con su hija.
ANA: Sí, la verdad es que emociona. (Pausa.) Oye, tú que tienes novio, dentro de poco
puedes... bueno, que...
LAURA: (Cortándola.) Pero qué dices. Yo no tengo novio.
ANA: Anda, no disimules, el otro día os vimos Rosa y yo dándoos un beso.
LAURA: ¿Qué dices?
ANA: Que sí, no disimules.
LAURA: A ver, ¿dónde?
ANA: Pues, pues... no me acuerdo.
LAURA: Te lo estás inventando.
39
(Regresa Rosa sacudiéndose las manos.)
ANA: (Haciendo señas a Rosa, le guiña un ojo.) A que el otro día vimos a Laura con su
abogado dándose el lote.
ROSA: (Siguiéndole la corriente con torpeza.) Eh... sí.
LAURA: Anda, que me estáis tomando el pelo. Y qué si me visteis, eso no prueba que
sea mi novio. Me llevo bien con él y nada más. Bueno, y tema zanjado, que sois las dos
un poco cotillas.
ROSA: Es que me parece tan bonita vuestra relación... A mí me da envidia, bueno,
envidia sana, eh. (Mira hacia donde está Rosita y sale corriendo. Se oirá.) Que te he
dicho que te bajes de ahí, que me da miedo. No ves que está muy alto. Súbete al tobogán
si quieres, pero aquí no, que el otro día se cayó un niño. Anda no llores, dame un besito.
(Regresa.) ¿Qué os estaba diciendo? Ah, sí. Que hacéis muy buena pareja. Es un poco
tímido y baila que es una pena, pero chica, está como un tren.
ANA: Bueno tampoco te pases, aunque para lo que puede aspirar esta...
LAURA: (Le hace cosquillas a Ana. Risas.) A ver qué pasa conmigo, Madonna...
ANA: (Se levanta huyendo de Laura.) No, cosquillas no, por favor.
ROSA: Oye, Ana, qué decías antes de lo de la mercería. Mira qué de parejas jóvenes.
Estos seguro que pasan de médicos. El futuro es de la medicina natural, es el sitio ideal
para un herbolario.
LAURA: De eso nada, este parque está al lado de un colegio. Una papelería-librería es el
negocio ideal. Hay que tener visión comercial.
ANA: Pero si el barrio está lleno de papelerías...
LAURA: Y me dirás quién compra ahora en una mercería, ahí detrás hay un centro
comercial.
ROSA: Por eso, lo mejor es un herbolario. En los centros esos no hay herbolario.
40
ANA: Vaya que no, yo he visto uno en el que está al lado de casa de Silvia.
ROSA: Lo mejor es que lo echemos a suertes. Hacemos tres papelitos y le decimos a
Rosita que coja uno. ¿Estáis de acuerdo?
ANA: No sé, con la suerte que tengo seguro que no me toca.
LAURA: Espero que no.
ANA: Pues yo espero que no salga la papelería. Seguro que nos arruinamos.
(Rosa saca una libreta, recorta tres papeles y escribe los tres nombres.)
ROSA: Venid. (Salen las tres de escena. Se oirá.) Rosita, coge un papelito.
ANA: (Gritando.) ¡Mercería! (Entra en escena pegando saltos de alegría.) ¡Mercería,
mercería! Me ha tocado, me ha tocado. (Abraza a Laura y a Rosa, que han vuelto junto
al banco.) Me ha tocado. Habéis visto qué suerte he tenido. Mi vida empieza a cambiar.
Lo he conseguido. ¡Por fin me ha tocado algo! (Se aproxima a la embocadura y mira a
su local.) Pero qué local más bonito. ¡Tiembla Madrid, la mercería más bonita de España
está a punto de abrir sus puertas!
(Rosa y Laura durante el parlamento anterior se han mirado asombradas de la
reacción de Ana. Rosa se aproxima a ella.)
ROSA: Enhorabuena, Ana. Pero deberías tomártelo con más calma, ¿no?
ANA: ¿Por qué? Es la primera vez que me toca algo en la vida.
LAURA: Ni que te hubiera tocado el local o los diez millones que cuesta en la lotería.
ANA: No seáis aguafiestas. (Más sosegada.) Me ha tocado la posibilidad de abrir una
mercería. El sueño de mi vida. ¿Os parece poco? (Rosa y Laura se miran.)
LAURA Y ROSA: No.
ANA: Sí, ya sé que no tenemos ni dinero, ni propiedades. Pero somos jóvenes, ¿no? Yo
aguanto metiendo propaganda en los buzones veinte años más por lo menos. ¿Y
vosotras?
41
LAURA: Yo limpiando portales no me veo más allá de quince años. Después tendré la
espalda destrozada.
ROSA: Yo en la cocina del restaurante lo que haga falta. No es tan duro. Pagan poco,
pero de eso qué os voy a contar.
ANA: Lo veis. ¿Qué prisas tenemos?
(Se miran las tres. Rosa se levanta.)
ROSA: Bueno, yo me tengo que ir, hay que bañar a Rosita, que mañana hay cole y tiene
que madrugar. Nos vemos mañana a las siete, aquí, frente a nuestra mercería, ¿no?
ANA Y LAURA: Hasta mañana. (Sale Rosa.) Adiós, Rosita.
LAURA: Yo también me alegro de que te haya tocado a ti. Puede ser bonito lo de la
mercería. ¿Por cierto, qué se vende en una mercería?
ANA: Pues botones, hilos, lanas, bragas, calzoncillos...
LAURA: Bueno, todo es necesario. ¿Y no sería posible vender también libros?
ANA: Tú estás loca. ¿Cómo se va a vender de todo? Ni que fuera el Corte Inglés.
LAURA: Bueno, no te pongas así.
ANA: Tengo una idea, si nos va bien, luego, con los beneficios, podemos abrir una
librería.
LAURA: Bien pensado, Ana. Como ya has dicho tú, somos jóvenes todavía.
ANA: Sí, pero hemos vivido lo nuestro. ¿O tendría que decir sufrido? Y menos mal que
hemos tenido la suerte de encontrar a Silvia. Si tuviéramos que pagar un piso no sé qué
sería de nosotras.
LAURA: Conocer a Silvia ha sido algo maravilloso. El otro día le dije que cuando se
cansara de nosotras que nos lo dijera, que no podíamos abusar de ella.
ANA: ¿Y?
42
LAURA: Me respondió que nos necesitaba, que en todo caso nos cansaríamos nosotras
de ella.
ANA: ¿Nosotras? Pero si es un lujo vivir en una casa como esa.
LAURA: Tampoco es nada del otro mundo.
ANA: A mí me parece un lujo. Tendrías que haber visto en qué sitios he vivido yo.
LAURA: Pues anda que yo.
ANA: Por eso. Todo un lujo.
LAURA: Sin embargo, hay algo que me preocupa. Silvia últimamente está triste. Dice
que su lucha no tiene sentido. Que no avanzan. Juan también opina algo parecido.
Aunque ha vuelto a organizarse.
ANA: ¿Sí? ¿En qué?
LAURA: En una organización de ayuda a presos que han salido de la cárcel. Parece ser
que cuando fue a verte, y por lo que yo le he contado, se dio cuenta de que había que
hacer algo por mejorar sus condiciones o ayudarles cuando salieran. Y en eso está. Se le
ve más feliz, aunque dice que es duro. Se conocen casos dramáticos.
ANA: A nosotras nos van a contar.
LAURA: Sí.
ANA: Yo antes nunca hubiera pensado que existían personas como Silvia o como Juan,
que se preocupan por los demás y no solo de ellos. Pensándolo bien, emociona y todo.
LAURA: Oye, ¿sabes algo del padre de Rosa? Hoy no he querido preguntar.
ANA: Todo sigue igual. No han vuelto a tener noticias de él y ya han pasado dos meses.
LAURA: No entiendo cómo puede ser tan fuerte el rencor.
ANA: Ni yo. Aunque la madre dice que no le importa. Que es mejor así. Que tampoco
con ella la relación era muy buena. Con Rosa está encantada. (Ana mira hacia el lateral
contrario al que jugaba Rosita y se levanta sobresaltada.) Laura, vámonos de aquí.
43
LAURA: (Se levanta.) ¿Qué pasa?
ANA: Esos son unos antiguos colegas de miseria. No quiero saber nada de esa gente.
Vámonos.
LAURA: Pero no puedes estar huyendo siempre de ellos.
ANA: Si los vuelvo a ver por aquí, buscamos otro local.
LAURA: Pueden aparecer en cualquier parte.
ANA: Que no, me parece que me han visto. Vámonos.
LAURA: Como quieras. (Salen.)
OSCURO.
ESCENA 25
(Las tres junto al banco, han pasado cinco años. Contemplan el local donde otras
personas han abierto una mercería. Laura ha tenido una niña. Tiene ahora cuatro
años. Mismo juego escénico que en la anterior. Rosita y Anita juegan fuera del
escenario. Laura estará muy pendiente de su hija.)
ANA: Y parece que funciona. Ya os lo dije, era un local ideal para una mercería. No
para de entrar gente. Y salen con las bolsas llenas.
LAURA: (Que se aproxima al lateral derecho. Grita.) Anita, juega con Rosa. No tires
del pelo a ese niño, que te va a pegar. (Sale, se oirá.) Que te he dicho que no pegues a
ese niño. Mira, Rosita quiere jugar a la pelota contigo. (Pausa.) Así, muy bien, cariño.
(Regresa junto a sus amigas.)
ROSA: Le queda bien ya ese vestido de Rosita, ¿verdad?
LAURA: Sí, con lo que me das, no gasto nada en ropa. Es una suerte. En el
supermercado gano menos que limpiando escaleras y trabajo más horas.
ROSA: Fue una guarrada que te echaran. Y todo por decirle las verdades a la encargada.
44
LAURA: Solo le pedí la subida del IPC ese. Solo quieren que estemos calladas,
tragándolo todo. Pues en el supermercado tampoco me pienso callar.
ANA: Tú sigue así y a ver cómo ahorramos para la mercería. (Rosa y Laura se miran.)
ROSA: ¿Todavía con lo mismo?
ANA: Claro, ¿por qué no? Ya tengo ahorradas cien mil pesetas. (Pausa.) ¿Qué pasa, que
os habéis rajado vosotras?
ROSA: Rajarnos, rajarnos, no. Pero si en cinco años has ahorrado cien mil pesetas, para
ahorrar un millón, ¿cuánto tiempo tendrá que pasar?
ANA: No lo sé, las matemáticas no son lo mío.
LAURA: Pues te faltan... cuarenta y cinco años.
ANA: Sí, es mucho, pero vosotras también tendréis algo.
LAURA: Mucho, me deben quedar unas veinticinco.
ANA: ¿Solo?
LAURA: Con la niña tengo muchos gastos. Y eso que me sigue ayudando Juan.
ANA: Ese es un buen tío. Le dices que no quieres vivir con él y sigue dándote dinero.
LAURA: Es su padre. Nos llevamos bien, aunque no vivamos juntos.
ANA: ¿Y tú, Rosa?
ROSA: ¿Yo?
ANA: Sí, tú.
ROSA: ¿De verdad quieres saberlo?
ANA: Claro.
ROSA: Le debo a mi madre cincuenta mil pelas. Se las pedí para el aparato de la boca de
Rosita. Así que tengo menos cincuenta mil.
ANA: ¿Qué os parece si atracamos un banco?
LAURA: ¿Tú estas loca?
45
ANA: Sí.
ROSA: (Enfadada.) ¿Pero de qué vas? ¿Quieres volver a la cárcel? ¿Es que ya no te
acuerdas? ¿Eh?
ANA: Rosa, ¿es que pensabas que lo decía en serio?
ROSA: ¿No?
ANA: Estoy mal de la chota, pero no tanto. (Pausa.) Aunque debo reconocer que
cuando salimos del banco después de pedir el crédito, lo pensé. Qué usureros.
LAURA: Sí, en eso tienes razón.
ROSA: Ni que lo digas. Pero no lo vuelvas a decir ni en broma. Solo de pensar en esa
mierda de celda me dan escalofríos.
(Una pelota invade el escenario.)
VOZ DE ANITA: Mamá, échamela.
(Laura se levanta y le echa la pelota.)
LAURA: Toma cariño, no le deis tan fuerte que puede irse a la carretera.
VOZ DE ANITA: Sí, mami.
(Entra Silvia con un montón de carteles enrollados bajo el brazo. Se sienta con ellas.)
SILVIA: ¿Qué hacéis?
ANA: Aquí, contemplando nuestra mercería.
SILVIA: ¿Todavía dándole vueltas a lo mismo? Si me hubierais dejado que yo pidiera el
préstamo... a mí sí me lo hubieran dado.
LAURA: Claro, y si no podemos pagarlo, te dejamos sin casa y a vivir las tres debajo de
un puente.
SILVIA: Dicen que los hay muy confortables.
ANA: Sí, con aire acondicionado.
ROSA: Creo que en electricidad no te gastas un duro.
46
LAURA: Ni en agua.
SILVIA: Y para tender las bragas no tienes que abrir la ventana.
ANA: Ni para saludar al vecino.
ROSA: Ahora en los puentes hay un ambiente multicultural de puta madre. Puede ser
una educación estupenda para Anita y Rosita.
LAURA: Sí, así podrían aprender idiomas.
ANA: Bueno, el suahili no está muy cotizado.
LAURA. Pero un idioma, es un idioma. Y debajo de un puente puede ser muy útil.
SILVIA: Sí, para pedir sal, por ejemplo.
ROSA: Muy socorrido. ¿Cómo se dirá sal en suahili?
SILVIA: Ni idea. ¿Veis lo que nos hemos perdido por no pedir el crédito? Ahora nunca
sabremos cómo se dice sal en suahili.
LAURA: No.
ROSA: No.
ANA: No.
(Las cuatro permanecen en silencio contemplando la mercería.)
OSCURO.
FIN

More Related Content

What's hot

Cerita ibu tunggal
Cerita ibu tunggalCerita ibu tunggal
Cerita ibu tunggal
Bigboy Zam
 
¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre)
¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre)¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre)
¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre)
Maxi De Diego Pérez
 
Ana maría matute
Ana maría matute Ana maría matute
Ana maría matute
dolors
 
Cuento de terror Alicia
Cuento de terror AliciaCuento de terror Alicia
Cuento de terror Alicia
3sanagus
 
Sepupu Ku Yang Hot Perawan
Sepupu Ku Yang Hot PerawanSepupu Ku Yang Hot Perawan
Sepupu Ku Yang Hot Perawan
beesingle41
 
Trabajo ética la metamorfosis
Trabajo ética la metamorfosisTrabajo ética la metamorfosis
Trabajo ética la metamorfosis
pablitocabrera17
 

What's hot (20)

Brigite - Sexo, Amor & Crime
Brigite - Sexo, Amor & CrimeBrigite - Sexo, Amor & Crime
Brigite - Sexo, Amor & Crime
 
Cerita ibu tunggal
Cerita ibu tunggalCerita ibu tunggal
Cerita ibu tunggal
 
El guardián entre el centeno
El guardián entre el centenoEl guardián entre el centeno
El guardián entre el centeno
 
Armas y mujeres personajes
Armas y mujeres personajesArmas y mujeres personajes
Armas y mujeres personajes
 
The minister's wife
The minister's wife
The minister's wife
The minister's wife
 
Edgar michelson pisica in cizme
Edgar michelson   pisica in cizmeEdgar michelson   pisica in cizme
Edgar michelson pisica in cizme
 
VICIADA EM SEXO
VICIADA EM SEXOVICIADA EM SEXO
VICIADA EM SEXO
 
¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre)
¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre)¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre)
¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre)
 
Ana maría matute
Ana maría matute Ana maría matute
Ana maría matute
 
OFERTA SAFADA DA CASA
OFERTA SAFADA DA CASAOFERTA SAFADA DA CASA
OFERTA SAFADA DA CASA
 
RESUMEN DEL LIBRO "POR QUE A MI"
RESUMEN DEL LIBRO "POR QUE A MI"RESUMEN DEL LIBRO "POR QUE A MI"
RESUMEN DEL LIBRO "POR QUE A MI"
 
Cuento de terror Alicia
Cuento de terror AliciaCuento de terror Alicia
Cuento de terror Alicia
 
Calaveras 2013 Escuela Primaria "Joaquín H. Servín Andrade"
Calaveras 2013 Escuela Primaria "Joaquín H. Servín Andrade"Calaveras 2013 Escuela Primaria "Joaquín H. Servín Andrade"
Calaveras 2013 Escuela Primaria "Joaquín H. Servín Andrade"
 
Cerita
CeritaCerita
Cerita
 
Cerita tentang hana..
Cerita tentang hana..Cerita tentang hana..
Cerita tentang hana..
 
La santa paz teatro
La santa paz teatroLa santa paz teatro
La santa paz teatro
 
Df
DfDf
Df
 
los ojos del perro siberiano
los ojos del perro siberiano los ojos del perro siberiano
los ojos del perro siberiano
 
Sepupu Ku Yang Hot Perawan
Sepupu Ku Yang Hot PerawanSepupu Ku Yang Hot Perawan
Sepupu Ku Yang Hot Perawan
 
Trabajo ética la metamorfosis
Trabajo ética la metamorfosisTrabajo ética la metamorfosis
Trabajo ética la metamorfosis
 

Similar to Noticia de la mujer que no quería salir de la cárcel

El niño que enloqueció de amor eduardo barrios
El niño que enloqueció de amor   eduardo barriosEl niño que enloqueció de amor   eduardo barrios
El niño que enloqueció de amor eduardo barrios
Marcos Duran Gomez
 
El niño que enloqueció de amor
El niño que enloqueció de amorEl niño que enloqueció de amor
El niño que enloqueció de amor
Poulette P
 

Similar to Noticia de la mujer que no quería salir de la cárcel (20)

Sariak dbh narración
Sariak dbh narraciónSariak dbh narración
Sariak dbh narración
 
El nino
El ninoEl nino
El nino
 
Proxección Nanocontos 2011 12
Proxección Nanocontos 2011 12Proxección Nanocontos 2011 12
Proxección Nanocontos 2011 12
 
Concurso 2017 3
Concurso 2017 3Concurso 2017 3
Concurso 2017 3
 
La náusea
La náuseaLa náusea
La náusea
 
Cuentos preliminares teaser
Cuentos preliminares teaserCuentos preliminares teaser
Cuentos preliminares teaser
 
El niño que enloqueció de amor eduardo barrios
El niño que enloqueció de amor   eduardo barriosEl niño que enloqueció de amor   eduardo barrios
El niño que enloqueció de amor eduardo barrios
 
ogt_04
ogt_04ogt_04
ogt_04
 
La celda
La celda La celda
La celda
 
Aquel que enloquecio de amor
Aquel que enloquecio de amorAquel que enloquecio de amor
Aquel que enloquecio de amor
 
El nino-que-enloquecio-de-amor2
El nino-que-enloquecio-de-amor2El nino-que-enloquecio-de-amor2
El nino-que-enloquecio-de-amor2
 
El niño que enloqueció de amor
El niño que enloqueció de amor El niño que enloqueció de amor
El niño que enloqueció de amor
 
El niño que enloqueció de amor
El niño que enloqueció de amorEl niño que enloqueció de amor
El niño que enloqueció de amor
 
Lecturas día de la mujer
Lecturas día de la mujerLecturas día de la mujer
Lecturas día de la mujer
 
Hikki historia
Hikki historiaHikki historia
Hikki historia
 
Cuentos sextoc2014
Cuentos sextoc2014Cuentos sextoc2014
Cuentos sextoc2014
 
NE ME QUITTÉ PÁS - RAFAEL BEJARANO
NE ME QUITTÉ PÁS - RAFAEL BEJARANONE ME QUITTÉ PÁS - RAFAEL BEJARANO
NE ME QUITTÉ PÁS - RAFAEL BEJARANO
 
Jean paul sartre la nausea
Jean paul sartre   la nauseaJean paul sartre   la nausea
Jean paul sartre la nausea
 
Ejercicio de escritura en la Institucion Educativa Cristo Rey
Ejercicio de escritura en la Institucion Educativa Cristo ReyEjercicio de escritura en la Institucion Educativa Cristo Rey
Ejercicio de escritura en la Institucion Educativa Cristo Rey
 
DOCENTE
DOCENTEDOCENTE
DOCENTE
 

More from Maxi De Diego Pérez

More from Maxi De Diego Pérez (13)

Siembra de utopia teatro
Siembra de utopia teatroSiembra de utopia teatro
Siembra de utopia teatro
 
Entremonólogos (estudiantiles)
Entremonólogos (estudiantiles)Entremonólogos (estudiantiles)
Entremonólogos (estudiantiles)
 
Ahora nos toca hablar
Ahora nos toca hablarAhora nos toca hablar
Ahora nos toca hablar
 
Teatro político y educación de la juventud
Teatro político y educación de la juventudTeatro político y educación de la juventud
Teatro político y educación de la juventud
 
Expresión corporal y creación textual
Expresión corporal y creación textualExpresión corporal y creación textual
Expresión corporal y creación textual
 
Arrepentido (maratón)
Arrepentido (maratón)Arrepentido (maratón)
Arrepentido (maratón)
 
Conversaciones inconclusas. Microteatro
Conversaciones inconclusas. MicroteatroConversaciones inconclusas. Microteatro
Conversaciones inconclusas. Microteatro
 
Esquema para analizar un texto teatral
Esquema para analizar un texto teatralEsquema para analizar un texto teatral
Esquema para analizar un texto teatral
 
Periódicos y sueños
Periódicos y sueñosPeriódicos y sueños
Periódicos y sueños
 
Una mirada al teatro juvenil (2006)
Una mirada al teatro juvenil (2006)Una mirada al teatro juvenil (2006)
Una mirada al teatro juvenil (2006)
 
Ya no estás... Once sueños adolescentes y un despertar sobresaltado (Teatro j...
Ya no estás... Once sueños adolescentes y un despertar sobresaltado (Teatro j...Ya no estás... Once sueños adolescentes y un despertar sobresaltado (Teatro j...
Ya no estás... Once sueños adolescentes y un despertar sobresaltado (Teatro j...
 
Proyecto creamos teatro
Proyecto creamos teatroProyecto creamos teatro
Proyecto creamos teatro
 
Veinte monólogos estudiantiles y un diáologo inesperado. (Se recomienda la le...
Veinte monólogos estudiantiles y un diáologo inesperado. (Se recomienda la le...Veinte monólogos estudiantiles y un diáologo inesperado. (Se recomienda la le...
Veinte monólogos estudiantiles y un diáologo inesperado. (Se recomienda la le...
 

Recently uploaded

como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdfcomo me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
leonar947720602
 
PRÁCTICA 5 BQ METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
PRÁCTICA 5 BQ  METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.pptPRÁCTICA 5 BQ  METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
PRÁCTICA 5 BQ METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
salazarangela643
 
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcfdiagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
DreydyAvila
 
Geometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio AGeometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio A
PabloBascur3
 
Infografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
Infografia de El Minierismo reflejado en la ArquitecturaInfografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
Infografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
frenyergt23
 
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxmSupremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
olivayasser2
 

Recently uploaded (17)

PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasd
PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasdPRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasd
PRIMER EXAMEN_merged (3).pdfdsadsadasdasd
 
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdfcomo me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
 
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y españolArribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
 
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to SecOrigen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
 
PRÁCTICA 5 BQ METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
PRÁCTICA 5 BQ  METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.pptPRÁCTICA 5 BQ  METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
PRÁCTICA 5 BQ METABOLISMO DE COLESTEROL Y TRIGLICÉRIDOS.ppt
 
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza PinedaUnitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
 
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcfdiagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
 
Catálogo Mayo en Artelife Regalería Cristiana
Catálogo Mayo en Artelife Regalería CristianaCatálogo Mayo en Artelife Regalería Cristiana
Catálogo Mayo en Artelife Regalería Cristiana
 
Cuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfj
CuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfjCuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfj
Cuadernillobdjjdjdjdjjdjdkdkkdjdjfujfjfj
 
Geometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio AGeometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio A
 
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docxLAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
 
Infografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
Infografia de El Minierismo reflejado en la ArquitecturaInfografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
Infografia de El Minierismo reflejado en la Arquitectura
 
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
 
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básica
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básicaPresentación Foto Siluetas para curso de fotografía básica
Presentación Foto Siluetas para curso de fotografía básica
 
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdf
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdfEXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdf
EXPONENTES DEL MODERNISMO-VIRGINIA PRIETO.pdf
 
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdf
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdfBurger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdf
Burger- la negación de la autonomia del arte en la vanguardia.pdf
 
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxmSupremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
 

Noticia de la mujer que no quería salir de la cárcel

  • 1. Noticia de la mujer que no quería salir de la cárcel Maxi de Diego Maxi de Diego Correo electrónico: mddp61@hotmail.com
  • 2. 1 PERSONAJES: ABOGADO 1 ABOGADO 2-JUAN LAURA ROSA PILI ANA DIRECTOR DE LA CÁRCEL DEPENDIENTA MUJER-SILVIA MADRE DE ROSA PADRE DE ROSA VOZ DE FUNCIONARIO VOZ DE ANITA ESCENA 1 ABOGADO 1: ¿Te acuerdas de Laura? ABOGADO 2: ¿Laura? ABOGADO 1: Sí, aquella mujer que defendimos por el robo en un herbolario. ABOGADO 2: ¿Laura Muñoz, la yonqui? ABOGADO 1: Si sólo fuera eso...
  • 3. 2 ABOGADO 2: ¿Qué ha pasado? La condenaron a tres años, ¿no? ABOGADO 1: Sí. Ha cumplido la condena. Pero eso no es lo que te quería decir. Me parece tan extraño que no sé cómo contarlo. Esta mañana me he encontrado a Jorge Comendador y me ha hablado de ella. Ha redactado una noticia que saldrá mañana o pasado. Laura se niega a salir de la cárcel. ABOGADO 2: En cierto modo lo entiendo. ABOGADO 1: Yo no. Las cárceles habrán mejorado en algunos aspectos, pero siguen siendo infiernos y más para una mujer como Laura. Yo la conocí. OSCURO. ESCENA 2 LAURA: (Mientras hace punto.) No estoy triste. No quiero estar triste. Hoy he recordado aquellos días en que mi abuelo nos llevó a Luis y a mí al pueblo. Mis padres estaban mal..., pero no quiero hablar de eso. Hoy no. No quiero estar triste. Allí en el pueblo recibimos el cariño del abuelo, la abuela y la tía Mari. La tía nos llevó andando a un río que estaba a media hora del pueblo. Nos bañamos aunque no teníamos bañador. Mi tía sí, aunque era un bañador muy raro. Después del baño, nos secamos al sol. No se me olvidará nunca esa sensación que creo que no he vuelto a vivir. Cómo los rayos iban secando y calentando despacio, muy despacio, cada parte de mi cuerpo frío por el agua. Y luego volvimos andando otra vez, media hora, que, sobre todo a mí, se me hizo larga, muy larga. Llegué muy cansada a casa. La abuela había preparado una cena muy rica: patatas a lo pobre con pimientos. Qué bueno estaba. Luego nos fuimos a dormir y yo no tardé ni cinco minutos en hacerlo. No pude ni pensar en mis padres, que no estaban bien. OSCURO
  • 4. 3 ESCENA 3 LAURA: Y qué si puedo salir a la calle cuando quiera. ROSA: Por lo menos podrás respirar el aire. LAURA: Aquí también hay aire. ROSA: No me entiendes. Me refiero al aire libre. Si yo estuviera en tu lugar... Aquí me iba a quedar. LAURA: No sé si me voy a quedar. Lo he solicitado. Pero no me hagas reír con lo del aire libre. Cómo se nota que llevas aquí mucho tiempo. Ya no te acuerdas de la mierda de la contaminación. El aire también está preso. ROSA: Sí, llevo aquí mucho tiempo. Demasiado. LAURA: Perdona, Rosa. Venga, no te pongas triste. Si me quedo, te haré compañía. Nos hemos hecho buenas amigas, ¿no? ROSA: Claro, Laura, pero me jode que puedas ser feliz y no quieras serlo. LAURA: Aquí he sido feliz después de mucho tiempo. Contigo, con Ana, con... Bueno, sobre todo con vosotras. OSCURO. ESCENA 4 (En la biblioteca de la cárcel.) PILI: En la calle puedes moverte libremente. Ir de aquí para allá. Ver a la gente. Su bullicio. LAURA: ¿Sabes? Cada vez que pienso en la calle, últimamente, una y otra vez, me viene a la cabeza la imagen de cuando pedía dinero, monedas, para comer algo o con la vana ilusión de acumular para pagarme una dosis. Era terrible para mí acercarme a la gente, que estaba a sus cosas, comiendo un helado o leyendo el periódico o riéndose con su
  • 5. 4 pareja, en el caso de los más afortunados. Me acercaba con la cabeza baja, y dudo mucho de que me entendieran lo que decía, era más un susurro, un lamento en forma de petición. Algunos, pocos, buscaban en los bolsillos y me miraban con cara de pena. Yo, si me daban o no, deseaba separarme lo antes posible de esa persona, me moría de vergüenza. Desde entonces esa es una de mis imágenes de la calle. Y siento asco de pensarme a mí misma paseando por la calle. Siento que tal vez la gente me reconocerá y volverá a hacerse la distraída o a mirarme con compasión o con asco. O tal vez yo reconozca a alguien que no me dio y sienta odio. Un odio injusto o no. No lo sé. Pero no quiero ese odio. O tal vez reconozca a alguien que sacó unas monedas y no me atreva a decirle gracias señor o gracias señora o gracias joven y me sienta una desagradecida. Y yo necesito querer a la gente, quererme a mí misma y no sé si voy a ser capaz. PILI: Debes perder ese miedo. LAURA: Sí, como Ana, que salió y ya está aquí otra vez. Ana, mi pobre Ana. Si no fuera por ella me habría vuelto loca. OSCURO. ESCENA 5 LAURA: No quiero estar triste. Quiero ser capaz de elegir. Intento elegir quedarme entre estas cuatro paredes y tampoco puedo. Tendré que robar otra vez para volver. Aquí he dejado la droga, he dejado de pedir, he dejado de dormir en la calle. Ya no puedo soñar con Pedro porque él ya no vive. Y no quiero estar triste. La psicóloga dice que debo quererme. Que soy capaz de vivir libremente. Pues yo quiero elegir libremente quedarme aquí. Y el director de la cárcel dice que esto no es un centro de acogida, que si no tengo donde ir que vaya a un albergue. La asistente social dice... Pero yo no quiero estar triste. Yo quiero quedarme aquí con Rosa, con Ana... Leyendo esos libros tan bonitos que me deja Pili, la de la biblioteca. Si pudiera elegir un carácter, una
  • 6. 5 personalidad elegiría la de Pili. Qué sonrisa tan preciosa. Yo me conformo con no estar triste, pero si fuera capaz de ser como alguien, elegiría a Pili. Además, es tan guapa... Hasta he leído un libro de poesía. De Neruda. Te entran ganas hasta de enamorarte. OSCURO. ESCENA 6 ANA: Como sé que no quieres estar triste, Laurita, te voy a contar lo más bonito que me ha pasado fuera. ¿Quieres? LAURA: Sí, lo más bonito. ANA: No te hagas ilusiones, es una tontería, pero a mí me gustó. LAURA: Si a ti te gustó, a mí también, Ana. ANA: Verás, quería ir a casa de mi tía, en el pueblo, y me equivoqué de autobús. Iba medio ida, pensando en mis cosas. Total, que cogí un autobús que iba a Santander. Como me gusta mucho dormir en los trenes y en los autobuses y en los coches, bueno, en todo lo que se mueva, me dormí nada más caer en el asiento y me desperté nada más y nada menos que en Santander. LAURA: ¿Eso está en el Norte, no? ANA: Sí. Cuando me desperté, me enfadé muchísimo conmigo misma. Pero se me pasó pronto, no te apures. Me enteré de que el autobús de vuelta a Madrid no salía hasta el día siguiente, así que decidí dar una vuelta por la ciudad. Recordaba o creía recordar que Santander tenía mar y yo hacía tanto tiempo que no lo veía... Solamente había estado un vez y me encantó. Bueno, que me fui al mar. Me pasé horas mirándolo, jugando con las olas, recogiendo piedrecitas. (Saca unas piedras.) Mira qué bonitas son. LAURA: Es verdad. Ésta, sobre todo, es preciosa. ANA: Pues para ti. Te la regalo, Laurita. LAURA: Gracias, Ana, qué buena eres conmigo.
  • 7. 6 ANA: Esa precisamente la cogí pensando en ti. Bueno, pues eso, que me pasé horas mirando al mar. Luego cuando volví para el centro de la ciudad, como no tenía mucho dinero, estaba buscando un rincón para echarme a dormir, cuando conocí a un vendedor de LA FAROLA. Me puse a hablar con él, no sé cómo, total que me dejó unas pelas para dormir en una pensión. Jodé, qué tío, qué bueno fue y no me pidió nada a cambio. Me ha dado la dirección de la revista aquí. Dijo que se sacan pelas vendiéndola. No muchas, para ir tirando. LAURA: La farola... es un nombre bonito. ANA: ¿Qué? ¿Te ha gustado mi historia? LAURA: Sí, sobre todo lo del mar. Pero para mí es más bonito ver los ojos azules de Rosa. Tu historia es parecida a una que he leído en este libro que me ha recomendado Pili. Déjame que te la lea. El título del libro también es bonito: El libro de los abrazos. El autor es uruguayo, se llama Eduardo Galeano. “Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff -jo qué difícil-, lo llevó a descubrirla. Viajaron al Sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura. Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre: -¡Ayúdame a mirar!” Ya está. ANA: Muy bonita, Laura, y qué bien lees. OSCURO.
  • 8. 7 ESCENA 7 ABOGADO 2: He estado pensando en Laura, la presa de la que me hablaste el otro día. ABOGADO 1: (Mientras sigue trabajando.) Sí, y ¿qué? ABOGADO 2: Me pregunto si su caso será único. Si no habrá más presos o presas que no quieran salir. ABOGADO 1: Yo creo que hay algo enfermizo en eso. ABOGADO 2: Claro, es un síntoma. ABOGADO 1: ¿Un síntoma? ABOGADO 2: Sí, un síntoma de la sociedad en que vivimos. ¿Existen muchos motivos para salir a la calle para una excluida, para una marginada como Laura? Si a veces es difícil llegar a final de mes para alguien que trabaja, que tiene un sueldo. Si comprar un piso es toda una aventura. O dejando lo económico... si tener o mantener amigos no siempre es tan sencillo... ABOGADO 1: Te veo un poco pesimista hoy. ABOGADO 2: ¿Tú crees? ¿Has leído el periódico hoy? ABOGADO 1: Sabes que no soy un vicioso de la prensa como tú. ABOGADO 2: He leído un artículo estupendo de una tal Ana Isabel Prera Flores, se titula ¿Sociedad de mercado? No, gracias. En él nos recuerda que el 18 % de la población mundial, el 18, disfruta del 80 % de los recursos y que la mujer no tiene más que el 4% de representación en los centros de decisión y el 9 % en los Parlamentos. ABOGADO 1: Siempre tan aficionado a los datos. ABOGADO 2: Datos que hablan de la desigualdad, de la insolidaridad ante la pobreza. ABOGADO 1: ¿Y qué tiene eso que ver con Laura Muñoz? ABOGADO 2: Mucho. Sólo si viviéramos en una sociedad más humana, una persona sensible como Laura jamás preferiría vivir en la cárcel.
  • 9. 8 ABOGADO 1: Puede. (Siguen trabajando.) OSCURO. ESCENA 8 DIRECTOR: He recibido su solicitud. La he leído. LAURA: Gracias. DIRECTOR: Era mi obligación. LAURA: Gracias, señor director. DIRECTOR: No me dé tanto las gracias. No tengo buenas noticias. LAURA: Me lo imaginaba. Me tengo que marchar, ¿no? DIRECTOR: Sí, mañana. LAURA: Mañana. Tienen prisa. Prisa para entrar, prisa para salir. ¿No se puede hacer nada? DIRECTOR: Esto no es un centro de beneficencia. Diríjase al Instituto de la Mujer o a Cáritas. No sé, hable con la asistente social. LAURA: Gracias por los consejos, Director. Pero yo quiero quedarme aquí. Aquí están mis amigas. Fuera no tengo a nadie. Además, tengo miedo de volver fuera. Fuera me he prostituido, he pasado hambre. ¿Ve mi cara limpia? Pues ha estado, fuera, cubierta de roña. Hasta las ratas me rehuían. Fuera he sido más prisionera que aquí. Presa de la droga. Usted no sabe lo que es buscar una dosis. Ojalá nunca lo sepa. Pedir dinero, humillarse. Por favor, no me haga volver a la calle. DIRECTOR: Pero entiéndalo, Laura. Esto es un centro donde se cumple condena. Y, usted, ya la ha cumplido. El Estado gasta dinero en su manutención, para que usted se
  • 10. 9 rehabilite. Yo creo que usted ha mejorado mucho desde que llegó. Ha dejado la droga, se relaciona bien con los internos y los funcionarios. Está preparada para la libertad. LAURA: Pero tengo miedo. (Pausa. Se miran profundamente.) Volveré a robar para regresar aquí. DIRECTOR: Puede que la lleven a otro centro. Yo pediré que sea así. LAURA: ¿Por qué esa crueldad? Si lo hace iniciaré una huelga de hambre para que me trasladen. Y moriré si es preciso. DIRECTOR: Eso es una locura. LAURA: Una locura era mi vida fuera. Recorra la calle, director. O pregunte a otros presos. DIRECTOR: Pero todos quieren salir. LAURA: ¿Está seguro? DIRECTOR: Algunos hasta se escapan. LAURA: Porque no han salido del infierno. Porque no han visto los ojos de Rosa o porque no han conocido a Pili. DIRECTOR: ¿La bibliotecaria? LAURA: Sí. DIRECTOR: ¿Tendré que pedir más dureza a mis funcionarios? LAURA: No sea frívolo. También los hay duros. Demasiado duros. (Pausa.) ¿Ha sido su última palabra? DIRECTOR: Lo siento, Laura. Pero confío en usted. Parece una mujer sensata. LAURA: Por eso pido que me dejen quedarme. Por lo menos hasta que salgan Rosa o Ana. DIRECTOR: Imposible. (Laura se levanta y sale.)
  • 11. 10 DIRECTOR: Joder. Y pensar que puede tener razón. (Enciende un cigarrillo.) OSCURO. ESCENA 9 LAURA: Ahora no quiero estar triste. No quiero desesperarme. Tengo que ser fuerte. No quiero contagiar a Rosa y Ana de mi tristeza. Tengo que pensar en algo. Planear mi próximo robo para volver. Algún sitio donde no haya guardias de seguridad. Les puede dar un ataque de violencia y disparar y matar a alguien. Si me lo hicieran a mí no sería demasiado grave, pero puede aparecer alguien, un niño... No debo correr riesgos. Tal vez el mismo herbolario de la última vez. Es posible que me reconozcan y como saben que no soy violenta, no opongan mucha resistencia... Sí, eso es ... Fuenlabrada, calle de la Almendra. No sé si yo sola me atreveré. Sin Pedro. Pedro... Pero no quiero estar triste... Ahora no. Tengo que despedirme de Rosa y de Ana. Ellas sí quieren estar fuera. Ana no ha salido del todo del infierno. Y Rosa tiene a su hija, a sus padres. La esperan. La quieren. Si yo tuviera a alguien... Pedro... Pero no quiero estar triste. Rosa seguro que me pide que vaya a ver a sus padres y a su hija. Tendré que hacerlo, pero me da miedo... ¿Qué voy a decir yo a unos padres? No recuerdo ni una sola palabra cruzada con los míos... Joder. No quiero ponerme triste. (Agacha su cabeza entre sus manos.) OSCURO. ESCENA 10 PILI: Hola, Laura, cariño.
  • 12. 11 LAURA: Hola, Pili. Te traigo el libro. PILI: ¿Ya te lo has leído? LAURA: Entero no. PILI: ¿Entonces? LAURA: Mañana me voy. No han aceptado mi solicitud. PILI: No se te ve muy contenta. ¿Sigues pensando lo mismo? LAURA: Lo mío no se cura de un día para otro. PILI: Anímate. Ya verás como todo va bien. Toma mi dirección y mi teléfono. (Lo apunta en una hoja.) Llámame. Podemos quedar. Llévate el libro y me lo devuelves cuando lo termines. Nadie se va a enterar. Bueno, si te gusta. LAURA: Es precioso. Este señor sabe lo que me pasa. Mira lo que dice aquí, se titula El miedo: “Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal como lo había dejado: Jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando de susto de la libertad”. PILI: Déjame que te lea algo yo, es posible que todavía no hayas llegado. Se titula Profesión de fe: “Sí, sí, por lastimado y jodido que uno esté, siempre puede uno encontrar contemporáneos en cualquier lugar del tiempo y compatriotas en cualquier lugar del mundo. Y cada vez que eso ocurre, y mientras eso dura, uno tiene la suerte de sentir que es algo en la infinita soledad del universo, algo más que una ridícula mota de polvo, algo más que un fugaz momentito.” LAURA: Eso es lo que yo he encontrado aquí.
  • 13. 12 PILI: Es cierto, pero yo quiero que sepas que también puedes encontrarlo fuera. LAURA: En mis veintinueve años, estando fuera, aún no he vivido esa felicidad de la que quiere hablar. PILI: Vale, pero no dejes de estar alerta por si la encuentras. Llámame. LAURA: Lo haré. (Le da un beso y sale llevándose el libro.) OSCURO. ESCENA 11 ANA: Vaya una perra que te ha entrado con quedarte aquí. LAURA: Ya lo hemos hablado muchas veces. No me vais a convencer. ROSA: Hagas lo que hagas a mí me parece bien. LAURA: Lo tengo todo planeado. ANA: Cuenta. LAURA: Si logran echarme... ANA: ¿Cómo que si logran echarte? LAURA: Sí, no me voy a ir por las buenas. ROSA: Ten cuidado, Laura. LAURA: No hay peligro. Lo único que voy a hacer es resistirme. No quiero que piensen que estoy de acuerdo. Te meten al talego cuando quieren y te sacan cuando les da la gana. ROSA: Mirándolo así tienes razón. LAURA: Bueno, pues como cuento con que me echarán a patadas, he decidido volver lo antes posible. ROSA: No te arriesgues, Laura.
  • 14. 13 LAURA: Ya lo tengo planeado: el mismo herbolario de la última vez. Parecían buena gente. Espero que no se asusten mucho, porque pienso devolverlo todo cuando me entregue. ANA: Entonces a lo mejor no te meten al trullo. LAURA: Yo creo que sí, por reincidente. Y si no... que se preparen... atraco un banco y no devuelvo ni un duro. ROSA: Pero vas a tener cuidado, ¿verdad, Laura? ANA: Bueno, Laura no es una novata. ROSA: Ya, pero otras veces estaba con el mono. Y eso da alas. Ahora, Laurita está más limpia que un sol. (Se acerca a ella y le da un beso.) Qué pena que no podamos salir las tres al mismo tiempo... ANA: Sí y pondríamos una mercería. No, una mercería no, que a mis amigos les gusta mucho atracar mercerías... El caso es que a mí eso de vender hilos y botones, me parece bonito. ROSA: Pues yo preferiría un herbolario de esos que va a robar Laura. Que si unas hierbas para el riñón, otras para adelgazar... otras para... Bueno, para todo. Y yo sé de algunos que venden peces... Aunque para empezar con lo de las hierbas sería suficiente, ¿no? LAURA: A mí me gusta más una librería-papelería. Me he aficionado a la lectura con los libros que me recomienda Pili. Y eso de que un niño vaya a comprar una goma de borrar...no sé, me parece bonito. ANA: Pues lo tendremos que echar a suertes. ROSA: Lo dices como si fuera tan fácil. ¿De dónde vamos a sacar las pelas? Como si te regalaran algo. ANA: Laura, si no te empeñaras en volver, podrías ir buscando un local.
  • 15. 14 LAURA: Claro, ¿por qué no lo buscaste tú? Te diste prisa en volver. ANA: Entonces todavía no habíamos hablado de esto. Y tenía mis historias. LAURA: ¿Y qué historias prefieres? ANA: No sé muy bien. Pero me encuentro tan... tan de puta madre con vosotras... ROSA: Bueno, bueno, a ver si nos vamos a poner melancólicas ahora. Si cambias de opinión cuando estés fuera, te pones a buscar local. Total, a mí me queda un año y a Ana, dos. LAURA: No creo. Ya os he dicho que me da miedo la calle. Prefiero que me esperéis vosotras a mí. OSCURO. ESCENA 12 LAURA: A Pedro le gustaba la música. Mucho. Creo que era lo que más le gustaba. Decía que le gustaba escucharla cuando estaba solo. La canción protesta decía él. Se refería a los cantautores. Aunque al final ya no le interesaba nada... Pero no me voy a poner triste. ¿De qué me serviría, ahora que estoy sola, profundamente sola y en la calle? Por aquí estaba aquella pensión. Tengo que prepararlo con cuidado para volver mañana a... “mi casa”. Hace horas que he salido de allí y tengo tantas ganas de volver... Seguro que Rosa y Ana ya me echan de menos. Pero no me voy a poner triste. ¿Cómo se llamaba la calle? Aunque tal vez sea mejor buscar otra habitación. Puede que me invadan puñeteros recuerdos. Estuve tantas veces allí con él... y con las cucarachas... (Pausa.) Pero no, iré allí, tengo que aprender a vivir con los recuerdos, o a llevarme bien con ellos, si son buenos, o a maldecir... a la mayoría. Pero ahora soy otra. Sé muy bien lo que quiero. Antes me dejaba llevar... Ahora confío en mí. Sé que voy a volver allí, con mis amigas, con los libros de Pili y con ella. Cuánto me gustaría ser como Pili, o por lo
  • 16. 15 menos tener su sonrisa... (Mira a un lado y a otro, para asegurarse de que no viene nadie. Gritando.) Pedro, paso de ti. No me vas a hacer compañía para que llore, para que esté triste. Lo he dejado. No quiero seguir tu camino. Me gusta vivir y sé lo que quiero hacer. Ya no te tengo miedo, ni te quiero, ni me das lástima, porque soy libre y voy a luchar por mi libertad.(Sale.) OSCURO. ESCENA 13 ABOGADO 2: Mira esto.(Lee el titular de una noticia de un periódico.) Una reclusa desalojada de su celda al no querer salir después de cumplir su condena. ABOGADO 1: ¿Laura? ABOGADO 2: Ella. Te das cuenta de la energía de esta mujer. ABOGADO 1: O la desesperación. ABOGADO 2: No me parece desesperación. Aquí dice que desplegó una pancarta: “Que no pisoteen mi libertad.” Fíjate, hasta ha intentado luchar por lo que cree su derecho. Eso no todo el mundo lo hace. Es una lástima que una mujer así queme sus energías por vivir entre rejas. ABOGADO 1: El otro día parecía que la comprendías. ABOGADO 2: Y claro que la comprendo. Pero te imaginas si todos los desheredados se unieran y utilizaran esas energías en cambiar algo. ABOGADO 1: La revolución. ABOGADO 2: Sí, la revolución. ABOGADO 1: Parece que esa mujer despierta tu yo militante, después de tanto tiempo.
  • 17. 16 ABOGADO 2: No hace tanto tiempo. Sólo cinco años. Y no estaba dormido. Sólo en estado subdepresivo. Siento que necesito hablar con ella. Si te enteras de que ha vuelto a la cárcel, avísame. Iré a verla. ABOGADO 1: Hecho. (ABOGADO 1 sigue trabajando y ABOGADO 2 sigue leyendo el periódico.) OSCURO. ESCENA 14 (En el herbolario. Laura entra a cara descubierta, haciendo que esconde algo debajo de su abrigo.) LAURA: (A una mujer que está hablando con la dependienta.)Eh, tú, aparta. (A la dependienta.) Tú, dame todas las pelas de la caja. Y no intentes nada, tengo una pipa. DEPENDIENTA: Tranquila, chica. Cálmate y te doy lo que quieras. (Con lentitud abre la caja y empieza a remover billetes.) LAURA: Venga, date prisa. ¿A qué esperas? DEPENDIENTA: ¿Tú eres Laura, no? LAURA: Sí, qué pasa. DEPENDIENTA: ¿Te acuerdas de mí, verdad? LAURA: Sí, y ¿qué? DEPENDIENTA: ¿Por qué otra vez, Laura? LAURA: Pero bueno, a ti qué te importa. Dame el dinero. DEPENDIENTA: ¿Y si no te lo doy? LAURA: Mierda, dámelo.
  • 18. 17 MUJER: (Que hasta entonces había estado asustada y arrinconada.) Si necesitas dinero, yo te puedo dar algo. (Abre el monedero y saca cinco mil pesetas. La dependienta hace lo mismo.) DEPENDIENTA: Toma, yo también puedo ayudarte. LAURA: Esto es la hostia. Yo quiero robar, no caridad. Te lo digo por última vez, joder, dame el dinero de la caja. (Lo ha dicho con muy poca convicción, casi pidiéndolo por favor y en un descuido ha sacado la mano que esconde, descubriendo un mechero.) DEPENDIENTA: Laura, te veo muy nerviosa. Mira, cerramos un ratito la tienda. Nos sentamos. Te preparo una tila y nos dices si podemos ayudarte. LAURA: (Aún insistiendo con lágrimas en los ojos.) ¿Por qué? Déjame robarte. Dame algo de dinero y déjame decir que te he robado. Me presento en comisaría y que te lo devuelvan. Yo solo quiero volver a la cárcel. MUJER: (Toma a Laura del brazo y la conduce a una mesa camilla. Se sientan. La dependienta echa el cierre.) Vamos, no digas eso. Con lo joven que eres. ¿Por qué quieres volver a la cárcel? LAURA: ¿Cómo va a comprenderlo usted? DEPENDIENTA: Venga, cuéntanos. A lo mejor podemos ayudarte. LAURA: ¿Ayudarme? ¿Por qué me iban ayudar? (Pausa.) Sí, pueden hacerlo. Finjan que les he robado. Así me ayudarían. MUJER: ¿Qué hay en la cárcel para que quieras volver? LAURA: ¿Qué hay aquí para quedarme? DEPENDIENTA: ¿No tienes a nadie? ¿Familia, amigos? LAURA: No. MUJER: ¿Te da miedo empezar de cero, no es eso? LAURA: Sí.
  • 19. 18 MUJER: ¿Quieres refugiarte en algún sitio y sólo conoces la cárcel, no? LAURA: Sí. MUJER: Y piensas que vas a poder seguir así siempre. Robo tras robo y cárcel tras cárcel. LAURA: No, sólo hasta que salgan mis amigas de la cárcel. DEPENDIENTA: Espéralas fuera. LAURA: Me da miedo. He sufrido demasiado aquí fuera. Ellas son todo lo que tengo. MUJER: Todas necesitamos que nos ayuden. Que nos tiendan una mano. (A la dependienta.) ¿Verdad? DEPENDIENTA: Todas. MUJER: Acepta este dinero que te ofrecemos. No pienses que nos sobra. Toma mi teléfono. (Le da una tarjeta.) Llámame si necesitas algo. Busca trabajo. Llámame aunque no necesites nada. Busca unos ojos, una mirada. Unos ojos que te acaricien. Los hay, créeme, ¿verdad? DEPENDIENTA: Los hay. (Le tiende el dinero.) También puedes venir a verme aquí. (Coge un bote de pastillas.) Si estás decaída, tómate esto. Puede ayudarte. No te hará daño. Es un producto natural. LAURA: Gracias. MUJER: Toma. (Le da el dinero y Laura lo coge.) ¿Qué tal si quedamos mañana y me cuentas si has cambiado de opinión. Si no, yo te ayudo a robar a mi amiga, ¿vale? LAURA: (Sonriendo tímidamente.) Vale. DEPENDIENTA: ¿Y por qué a mí? MUJER: ¿Qué quieres? Donde hay confianza... ¿Quedamos en mi casa? ¿A las siete? LAURA: No se lo aseguro... MUJER: No estás obligada.
  • 20. 19 (Sale Laura.) OSCURO. ESCENA 15 LAURA: Yo sólo había venido a robar. No. No puedo estar triste. He venido a robar y me han robado... mi libertad. Venía a quitar y me han dado. Rosa, Ana... ¿por qué nos separan? No he podido. No puedo ir a otro lado. No me hacía falta dinero, todavía me queda del que me habíais dejado y, sin embargo, no he podido evitar recoger su... mano tendida. ¿Por qué me ayudan? ¿De dónde han salido esas mujeres? (Lee la tarjeta.) Silvia Lorenzo. No te entiendo, Silvia. ¿Por qué me invitas a tu casa? ¿Por qué no me dejas seguir mi camino? (Pausa.) Y aunque por un lado me irrita, por otro me siento alegre... Busca unos ojos... Cuando Silvia dijo estas palabras, me acordé de Pili... Su sonrisa, sus ojos brillantes, limpios... (Saca la nota donde apuntó el teléfono y la dirección.) ¿Qué me impulsa a ir a verte? (Pausa.) Había ido a robar y me han robado mi libertad. Pero no me duele... ¿Qué me pasa? De pronto tengo dos direcciones en mis manos. Y no me atrevo a dejarlas pasar. Pero ¿por qué me ayudan? ¿Por qué no puedo estar triste? ¿Estoy en la calle o estoy soñando? (Pausa.) Busca unos ojos. ¿Me han robado mi libertad? No sé qué digo. OSCURO. ESCENA 16 PILI: (Está dando un masaje a Laura.) Qué bien que hayas venido. LAURA: Nunca me hubiera imaginado que estuvieras sola. ¿De verdad que no esperabas a nadie? ¿No habrá nadie escondido por ahí dentro?
  • 21. 20 PILI: Qué cosas tienes. ¿Por qué no crees que esté sola? LAURA: Siempre te hacía rodeada de mucha gente, muchos amigos o con un novio o un marido, o unos padres. PILI: Tengo de casi todo lo que has dicho... menos padres. LAURA: Lo siento. PILI: Murieron hace tiempo. Es una herida cicatrizada. LAURA: Entonces, ¿por qué estás sola? PILI: A veces estoy sola y a veces no. Es un poco arriesgado porque hay días en que necesitas a alguien y ese alguien no aparece. Como hoy. Gracias a Dios que has llamado. Me has salvado, Laura. LAURA: ¿Yo? PILI: Sí, tú. LAURA: Pero si apenas me conoces. PILI: Y qué. Hay gente a la que conozco mucho con la que no me apetece estar. LAURA: ¿Y conmigo sí? PILI: Claro. LAURA: (Levantándose.) No entiendo nada. PILI: ¿Qué no entiendes? LAURA: Ayer salí de la cárcel, hoy voy a robar para volver y salgo del herbolario con una dirección, una cita, diez mil pesetas, un bote de pastillas y ahora tú me das las gracias por venir a verte. Algo ha cambiado en el mundo en estos tres años que he estado en la cárcel. PILI: Bueno, es posible, pero puede que también hayas cambiado tú. LAURA: ¿Yo?
  • 22. 21 PILI: No lo sé. ¿Por qué no? (Pausa.) Ven todavía tienes la espalda rígida. (Laura vuelve a tumbarse.) Y hay algo más que te ha pasado. LAURA: ¿Qué? PILI: Te ha llamado un hombre a la cárcel. LAURA: Sí, ya. No te burles de mí. PILI: Te lo juro. Un abogado. Aunque ha dejado muy claro que no te llamaba por nada legal. No sé por qué su interés en dejarlo claro. Bueno, ha removido Roma con Santiago hasta hablar con alguien que te conociera. Ha insistido mucho en que era muy importante para él verte. Ha dejado un número de teléfono. Por su interés creo que deberías llamarle. (Pausa.) Eh, Laura. (Pausa.) ¿No dices nada? LAURA: Ahora sí que alucino. ¿Por qué ahora la gente tiene interés por verme y me he pasado veintinueve años yendo detrás y tropezando y estando jodidamente sola? PILI: No te comas el tarro, Laura. Vive. Llama a ese hombre, visita a esa amiga del herbolario. Queda conmigo para ir al cine. Llama a Rosa y a Ana. Diles que las esperas fuera, que poquito a poquito le estás cogiendo el gusanillo a la libertad. Y que se den prisa. Que empujen un poquito el calendario. LAURA: Pili, enséñame a sonreír. (Laura abraza a Pili.) OSCURO. ESCENA 17. (Silvia prepara carteles para una manifestación.) LAURA: ¿Para qué son todos esos carteles? SILVIA: Para una manifestación. LAURA: ¿Sobre qué?
  • 23. 22 SILVIA: Contra el militarismo. Para protestar por los gastos de Defensa. LAURA: ¿Por qué? SILVIA: Porque se gastan muchísimo dinero y con él se podrían hacer mejores cosas. Solucionar algunos problemas de las personas, sus sufrimientos. LAURA: Y si nos atacan, ¿cómo nos defenderemos? SILVIA: Mira, Laura, no quiero darte una charla, sólo piensa en lo siguiente: el gobierno pretende comprar armas por valor de dos billones, con b, de pesetas y, sin embargo, dice que se tardará aún ocho años en acabar con el chabolismo en Madrid o piensa que hay 145 millones de niños de seis a once años sin escolarizar en el mundo. O por hablarte de algo que conoces, el hacinamiento de las cárceles, la falta de apoyo a los presos. ¿Quién nos defiende de la incultura o de la pobreza o de las malas condiciones de vida? ¿El ejército? Yo creo que no. Yo y más gente y por eso nos manifestamos. LAURA: ¿Y sirve de algo manifestarse? SILVIA: Por lo menos para que sepan que no estamos de acuerdo. Y tal vez, si somos muchos, para que se lo piensen dos veces antes de hacerlo. LAURA: ¿Y seréis muchos? SILVIA: Si vienes tú, una más. Pero no quiero ponerte en un compromiso. Parece que la gente se va despertando. Yo confío en que más que a la última, pero menos que en la próxima. LAURA: Pedro decía que la política no servía para nada. Solo le gustaban las canciones de protesta. Decía que si todo el mundo cantara canciones así, el mundo iría mejor. SILVIA: Cantar algunas canciones es una forma de hacer política, como escribir determinados libros, hacer películas o teatro... ¿pero quién es Pedro? LAURA: Era. SILVIA: ¿Quién era, bueno, si quieres hablar de él?
  • 24. 23 LAURA: Mi marido. Murió de una sobredosis. SILVIA: Lo siento. LAURA: No importa. Esa historia ya no me produce dolor. (Pausa.) ¿Quieres que te ayude? SILVIA: Me vendría bien. He quedado en hacer cincuenta. LAURA: ¿Y qué pongo? SILVIA: No sé, lo que se te ocurra contra los gastos de Defensa. Mira aquí tienes algunos ejemplos. Puedes repetir alguno. LAURA: Me gustaría inventarme algo bonito. SILVIA: Sería estupendo... Piensa, no tenemos prisa. (Silencio.) LAURA: A ver qué te parece. Los misiles matan. Dispara sonrisas y abrazos. SILVIA: Muy bien. Vaya, vaya... qué buena cartelista. LAURA: ¿Te gusta de verdad? SILVIA: Mucho, Laura. Y me gusta que estés aquí conmigo. ¿Has decidido algo? LAURA: Sí, que no podría robar a tu amiga. SILVIA: Entonces, ¿ya no piensas en volver a la cárcel? LAURA: Por momentos la siento más lejos. SILVIA: Me agrada oírte decir eso. ¿Por qué no me acompañas mañana a la manifestación? Te presentaré a mis amigas y a mis amigos. LAURA: ¿A qué hora? OSCURO. ESCENA 18 JUAN: ¿Entonces ya no piensas en volver a la cárcel?
  • 25. 24 LAURA: Sí pienso, pero ahora ya no lo deseo. Deseo estar con Ana y con Rosa, pero fuera. JUAN: Sabes, yo comprendía que no quisieras salir de la cárcel. Me sorprende que hayas recuperado tan pronto la confianza en el mundo de fuera. LAURA: Y a mí me sorprende que tú me hayas buscado con tanto interés. JUAN: Es difícil de explicar... Últimamente yo me he sentido preso de mí mismo. De mi rendición. De la búsqueda de falsos paraísos. Y me sigo sintiendo y no puedo luchar por mi libertad... LAURA: Perdona, pero no te entiendo. JUAN: No me extraña. Déjame intentarlo de nuevo. Yo creía, antes, cuando era más joven, que íbamos a poder cambiar el mundo, que habría más justicia, menos sufrimiento... Pasó el tiempo, me fui haciendo menos joven... pero poco habíamos conseguido. Y entonces huí de la militancia, del trabajo cotidiano, organizado... ¿Me sigues? LAURA: Creo que sí. He conocido a una mujer que todavía cree. Te la presentaré si quieres, pero sigue. Aún no entiendo tu interés por mí. JUAN: Como te decía, había abandonado mis ilusiones, mis sueños y me había refugiado en las comodidades de la sociedad a la que me había enfrentado. Pero no era feliz. No soy feliz. Está claro que he sido vencido. LAURA: ¿Vencido? ¿Por quién? JUAN: No lo sé. O sí. Es una fuerza invisible que nos quiere hacer felices sin que nos preocupemos por lo que les pase a los demás, por lo que le pase a nuestro planeta. O que, como mucho, suframos ligeros temblores. Un conjunto de intereses que nos intenta convencer de que es más importante una marca de calzoncillos que una persona que sufre.
  • 26. 25 LAURA: Sí, algo parecido a lo que dice Silvia. Pero ¿y yo? JUAN: Leí en el periódico tu oposición a salir de la cárcel. Tu manifestación. Y me imaginé que luchabas por tus derechos. LAURA: Y así era. JUAN: Tu convicción me emocionó. (Laura sonríe.) ¿Y esa sonrisa? LAURA: Se me está ocurriendo una frase... JUAN: ¿Y? LAURA: Una frase que antes no se me habría ocurrido. JUAN: Dímela LAURA: ¿Te interesa de verdad? JUAN: De verdad. LAURA: Que si eres capaz de emocionarte por un gesto, por una sonrisa, aún no has sido derrotado del todo. (Laura vuelve a sonreír.) JUAN: Laura, me encanta tu sonrisa. (Silencio, Laura y Juan se miran detenidamente.) OSCURO. ESCENA 19 (Laura visita a los padres de Rosa. El padre permanecerá durante toda la escena en silencio. Mirando al vacío.) MADRE: Gracias por venir, Laura. Mi hija siempre me habla de ti. ¿Quieres tomar algo? ¿Un café? LAURA: No, gracias, no se moleste. Me tengo que ir enseguida, he quedado con una amiga. (Silencio, Laura se sorprende de lo que ha dicho.) MADRE: Qué pena que no esté Rosita. Ha ido a un cumpleaños. Te hubiera gustado verla. Es muy guapa. Se parece a su madre.
  • 27. 26 LAURA: Otro día vendré. Si no le importa. MADRE: Pero qué me va a importar. Yo encantada de que vengas a vernos. Queda tan poco para que salga nuestra Rosa, que tu presencia hará que pase más rápido el tiempo. ¿Por qué no vienes un día más despacio y te quedas a cenar? (Laura mira al padre y tarda en contestar.) LAURA: Sí, vendré. MADRE: Pero dime, Laura, ¿cómo ves tú a mi Rosa? LAURA: ¿Que cómo la veo? MADRE: Sí, que si la ves ilusionada por empezar una nueva vida. LAURA: (Que no quita ojo al padre.) Sí, tenemos planes juntas. Queremos montar un negocio. No nos ponemos de acuerdo, de momento, pero seguro que cuando estemos las tres aquí no habrá problemas. MADRE: Ay, qué bien suena eso. Pero debe ser muy difícil abrir una tienda, con lo caro que está todo. Aunque con trabajo y seriedad, todo se consigue. (La madre también mira al marido y parece dudar de lo que acaba de decir.) LAURA: Sí, eso pienso yo. No todo va a ser zancadillas en la vida. MADRE: ¿Entonces ya no piensa en volver a lo de antes? LAURA: No, sólo piensa en sacar adelante a su hija y ayudarles a ustedes. (El padre se levanta y sale sin decir nada. Laura y la madre se miran. Pausa.) ¿He dicho algo malo? Parece que se ha molestado. MADRE: No es eso, hija. Mi marido está enfermo. Muy enfermo. LAURA: ¿De qué? Rosa nunca me dijo nada.
  • 28. 27 MADRE: De rencor. No le perdona a Rosa lo que hizo. Juntarse con esa gente. Pero yo sé que sufre mucho. Aunque nunca hablamos de ella. Para él es como si no existiera. Va a ser duro para Rosa cuando salga. Espero que tú la ayudes mucho. LAURA: Esté segura de que la ayudaré. Yo también la necesito. MADRE: Y tú con tus padres, ¿qué tal? LAURA: Yo no tengo padres. Murieron cuando era pequeña. MADRE: Ay hija, lo siento mucho. LAURA: No se preocupe. MADRE: Si necesitas cualquier cosa... LAURA: Gracias, de momento parece que resisto esta nueva vida. MADRE: No quiero parecer indiscreta, pero qué vas a hacer. LAURA: No lo sé muy bien. Quiero buscar trabajo. He conocido a algunas personas que pueden ayudarme. Por ahora tengo algún dinero para ir tirando. (Silencio.) MADRE: ¿Y esa amiga vuestra? Ana, ¿no? LAURA: Sí. MADRE: Parece menos responsable que tú. ¿No será una mala influencia para mi Rosa? LAURA: Yo creo que no. Es una mujer maravillosa. Pero no resulta fácil salir del pozo. No nos ayudan mucho allí dentro. Para mí conocer a Rosa y a Ana fue mi salvación. No sé qué hubiera sido de mí sin ellas. MADRE: (Se levanta y camina preocupada.) Ana salió hace poco y ha vuelto volando. Y ahora están allí, las dos... LAURA: No se angustie. (Pausa.) Sí, ya sé que es muy fácil decirlo... Pero Rosa, ya se lo he dicho, piensa más en su hija que en otra cosa. Y Ana sería incapaz de empujarla
  • 29. 28 hacia otro camino. (Laura se aproxima a la madre y la abraza.) Créame. Confíe en su hija, confíe en nosotras. Necesitamos su confianza. (La madre besa a Laura y sonríe.) OSCURO. ESCENA 20 (El padre de Rosa sorprende a Laura por la espalda.) PADRE: Eh. Oye. LAURA: (Laura se vuelve sobresaltada.) ¿Quién es? PADRE: (Autoritario.) No te vuelvas a acercar a mi mujer, ni a mi nieta. LAURA: Pero qué dice. PADRE: Que no quiero verte más en mi casa. LAURA: ¿Por qué? PADRE: Como vuelvas a venir te echo a patadas. LAURA: Pero ¿por qué? ¿Qué le he hecho yo? PADRE: Eres amiga de mi hija. LAURA: ¿Y qué le ha hecho ella? PADRE: No me gustan las palabras. Ya te lo he advertido. (Va a salir.) LAURA: Espere, por favor. (Él sigue caminando, ella corre y le detiene cogiéndole del brazo.) PADRE: No me toques. LAURA: Por favor, no me deje así. PADRE: ¿Cómo? LAURA: Con esta angustia.
  • 30. 29 PADRE: Vosotras os lo buscasteis. LAURA: Pero las personas cambian. Su hija ha cambiado. Todos cometemos errores. Tiene que perdonar a su hija. Ella le necesitará cuando salga. Es muy dura la vida en la cárcel, cuando salga alguien tendrá que ayudarla a rehacer su vida... PADRE: (Interrumpiéndola.) Todo eso son palabras, ella nos destrozó la vida. LAURA: Y usted puede destrozársela ahora. PADRE: Déjame en paz, Laura, o como te llames. Olvídanos. Como si no existiéramos. ¿Entiendes? LAURA: ¿Qué puedo hacer, qué podemos hacer para demostrarle que somos otras personas? PADRE: No me interesan tus palabras. (Sale bruscamente.) LAURA: (Gritando.) Volveremos a vernos. Su mujer me ha invitado a cenar. Es injusto lo que hace. (Pausa.) Váyase a la mierda con su rencor y con su odio. (Pausa.) ¿Qué va a ser de Rosa? (Pausa.) Su madre y yo la ayudaremos. Y Ana. No le necesitamos. ¿Qué se habrá creído? Con su estúpido orgullo de hombre, de cabeza de familia. Que se meta su autoridad donde le quepa. Estoy harta de represores y de hombres. OSCURO. ESCENA 21 LAURA: ¿Qué ha pasado? PILI: ¿Cómo sabes que ha pasado algo? LAURA: Lo he notado en tu voz a través del teléfono. ¿Qué ha pasado? PILI: Han encarcelado a Ana en una celda de aislamiento. (Silencio. Laura se mueve desesperada por unos instantes hasta que cae como agotada en una silla.)
  • 31. 30 LAURA: Todo iba demasiado bien. (Silencio.) PILI: Será por poco tiempo. LAURA: Si no me hubiera ido... PILI: Hubiera ocurrido igual. LAURA: ¿Cómo está? PILI: No he podido verla. Pero me han dicho que está tranquila. LAURA: No lo creo. (Gritando desesperada.) ¡No lo creo! PILI: No sirve de nada que te atormentes. Voy a prepararte una tila, estás muy nerviosa. (Sale Pili.) LAURA: Sabía que iba a pasar algo malo. Yo no quería estar triste, e iba todo tan bien. (Pausa.) Pobre Ana, Anita. Mierda de cárcel. Con mucho cariño, Ana sería normal. (Pausa.) ¿Pero qué digo? Ana es normal, muy normal, sólo necesita dinero para meterse esa mierda que la mata. (Pausa.) Mi Ana. Y ahora Rosa está allí sola. Y Ana, sola. Y cuando salga de esa maldita celda, su herida será un poquito más grande. Su desesperación. Y yo la hubiera ayudado. Con mis caricias. (Pausa.) Ahora están solas. Y yo aquí, en esta casa tan bonita. (Laura rompe a llorar y llama a Pili.) PILI: ¿Laura, qué te pasa? (La abraza.) LAURA: Tengo miedo, Pili. Mucho miedo. PILI: ¿De qué tienes miedo? LAURA: De que todo vuelva a ser como antes. De desear volver a la cárcel. De que les pase algo a mis amigas..., a mi familia. A mi nueva familia. De que también se rompa. De no poder ayudarlas. De que nadie pueda ayudarme a mí. PILI: Estoy a tu lado.
  • 32. 31 LAURA: Sí, estás aquí. Quiero dejarme ayudar, pero no estoy acostumbrada. Pili, ten paciencia conmigo. PILI: Claro, Laura. (Silencio. Pili y Laura permanecen unos instantes abrazadas.) LAURA: (Más tranquila.) ¿Qué ha pasado? PILI: Ana ha agredido a un funcionario. Bueno, eso dicen. LAURA: Sí, ve tú a saber. PILI: Parece ser que cuando volvió del patio encontró sus cosas revueltas. Rosa dice que se cabreó mucho cuando vio unas piedras del mar tiradas por el suelo... LAURA: Sus piedras... PILI: Se puso muy nerviosa, histérica..., acudió un funcionario y se enfrentó a él, le insultó y, no sé, dicen, que le agredió. LAURA: (Nuevamente exaltada.) Pero qué derecho tienen a registrarnos de esa manera. ¿Es que somos perros? Habremos hecho miles de cosas mal en esta vida, pero merecemos respeto... Ella ama esas piedras, significan mucho. (Saca una de un bolsillo.) Mira, me la regaló poco antes de que saliera. PILI: Es preciosa. (Pausa.) Muchas cosas no funcionan allí dentro. LAURA: Falta humanidad, Pili. PILI: Sí.(Pausa.) Yo hago lo que puedo. LAURA: No se trata de ti. La cárcel en sí misma es inhumana. Yo no sé para quien haya matado..., pero para tanta gente como nosotras... me parece inhumana. (Pausa.) ¿Podemos hacer algo por ayudarla? PILI: No sé, ¿por qué no hablas con ese abogado amigo tuyo? LAURA: Bueno, no sé si es mi amigo, pero le llamaré a ver qué puede hacer.
  • 33. 32 OSCURO. ESCENA 22 (Laura entra en el despacho del abogado. Suena una canción, CANTO A LA LIBERTAD de José Antonio Labordeta. Juan se levanta con la intención de quitarla.) LAURA: Por favor, no la quites. Déjame escucharla. (Laura escuchará la canción totalmente abstraída. Termina la canción y el disco.) Hacía mucho tiempo que no oía esta canción. JUAN: Yo también. ¿Te gusta? LAURA: Sí, supongo que sí. JUAN: ¿Supones? LAURA: Más que la canción, me ha gustado el recuerdo que la acompañaba. JUAN: A mí también me trae recuerdos. LAURA: ¿Sí? ¿Qué recuerdos? JUAN: No, cuéntame qué te recordaba a ti. LAURA: Tú primero. JUAN: (Sonríe.) Parecemos niños. LAURA: (Sonríe también.) Sí. (Silencio.) JUAN: Ya te hablé de esto el otro día. Hubo un tiempo en que yo creí en lo que decía la canción. Pensaba en que era posible la libertad. Pensaba que íbamos a conseguir cambiar el mundo, y luchaba por ello. ¡Qué ingenuos éramos! LAURA: Tal vez Pedro también creyera eso alguna vez. Pero nunca me lo dijo. JUAN: ¿Pedro? LAURA: Mi marido. (Pausa.) Murió. Sobredosis.
  • 34. 33 JUAN: Lo siento. LAURA: ¿De verdad lo sientes? JUAN: Bueno, siempre se dice eso. Pero si tú lo sientes, yo también. LAURA: Creí que ya no lo sentía, pero al escuchar esta canción... Al oírte hablar de lo que significaba para ti, me he dado cuenta de que no le conocí. No me dejaron conocerle. (Pausa.) Pero sigue contándome. JUAN: No hay mucho más que contar. (Pausa.) No sé muy bien por qué he vuelto a poner esta canción. (Pausa.) Tal vez tú me impulsaste a ponerla. LAURA: ¿Yo? ¿Qué tonterías dices? JUAN: No sé, tal vez sean tonterías, pero algo ha cambiado desde que volví a saber de ti. (Juan intenta cogerle la mano, pero Laura retira la suya y se levanta alterada.) LAURA: Bueno... cuéntame lo de Ana, tengo prisa. JUAN: (Incómodo.) Como te dije, ya ha salido de la celda de aislamiento. Pasó a la enfermería. El médico dice que tiene una profunda depresión. Está tomando pastillas. Yo la he visto y parece que está mejor. Le ha hecho bien volver con Rosa. Te mandan recuerdos. Me preguntaron si ya has encontrado el local. (Silencio.) LAURA: Voy a ir a verlas. JUAN: Les gustará. LAURA: Gracias por todo. No ando bien de dinero para pagarte. JUAN: No hace falta, Laura. (Laura va a salir.) Laura, me gustaría verte pronto. LAURA: ¿Para qué? JUAN: Me gusta hablar contigo. LAURA: ¿Hablar conmigo? JUAN: Sí... y mirarte.
  • 35. 34 LAURA: ¿Mirarme? JUAN: No me lo pongas difícil. LAURA: Es que no te entiendo. JUAN: No hay mucho que entender. Me gustas, Laura. O tal vez, deba decir te quiero, no lo sé. LAURA: ¿Yo? JUAN: Pero ¿por qué te extraña? Yo soy un hombre y tú una mujer. LAURA: (Confundida.) Acabo de salir de la cárcel y yo quería quedarme dentro. Me daba miedo lo que había aquí fuera... y ahora tú dices que te gusto. No entiendo nada de lo que pasa. (Pausa.) Escucho esa canción... Y me doy cuenta de que no conocí a Pedro... y ahora tú... JUAN: Perdona, tal vez haya sido demasiado brusco. No tengo experiencia en declaraciones. Siempre he sido bastante solitario. Si te he molestado, olvídalo y perdona. No he dicho nada. Si me necesitas ya sabes donde estoy. LAURA: Gracias. (Va a salir y se vuelve.) Lo siento, no estoy preparada para esto. Para recibir tantas muestras de cariño por todas partes. (Pausa.) Dame tiempo, ¿vale? (Juan asiente con la cabeza. Sale Laura.) OSCURO. ESCENA 23 ROSA: Te encuentro muy bien, Laura. Yo creo que estás más guapa. LAURA: Qué tonterías dices. Tú que me miras con buenos ojos. ROSA: A que sí, Ana, a que está más guapa. ANA: (Sombría.) Sí, es verdad. ROSA: Y qué tal fuera. ¿Has visto a mi madre y a mi hija?
  • 36. 35 LAURA: Sí. Están bien. A Rosita no la vi, estaba en un cumpleaños. Pero volveré otro día. Tu madre me ha invitado a cenar. ROSA: Es una mujer estupenda. (Pausa.) Cuando salga voy a cuidar de ella. Y de mi hija. ¿Viste a mi padre? LAURA: Sí. ¿Por qué nunca me hablaste de él? Ya me informó tu madre de lo que pasa. ROSA: En el fondo tiene razón. ANA: Yo creo que no. ¿Acaso hemos elegido nosotras esta vida? Nos ha encontrado, nada más. O mejor dicho nos ha acorralado. Esta vida es una mierda. LAURA: ¿Qué te pasa? No te reconozco. Antes no hablabas así. ANA: Estoy harta de todo esto. (Pausa.) No aguanto más aquí dentro. Lo de la celda de aislamiento ha sido muy duro. Muy duro. Tú no sabes como es eso. No me dejaron ni salir al patio. Es una celda diminuta, donde casi no entra la luz. Creí que me volvía loca. (Pausa.) No tenían derecho a tocar mis cosas, ni a tirar por el suelo mis piedras. LAURA: Joder, Ana, ¿es que te vas a rendir ahora? Hay que aguantar, salir de aquí para no volver nunca. ANA: ¿Y dices eso tú, que no te querías ir? LAURA: Sí, es verdad, pero es que afuera he encontrado a personas que están dispuestas a echarnos una mano. ANA: ¿A quién? A una drogadicta como yo. LAURA: Sí, Ana. Tal vez no sean muchas, pero existen. De verdad, créeme. Yo no me lo podía imaginar. Pero es así. Tenéis que aguantar, por favor, no me hagáis sentirme culpable por haberos dejado, por favor. ROSA: Ni que hubiera sido una decisión tuya marcharte. LAURA: Ya lo sé, pero hubiera podido volver.
  • 37. 36 ANA: ¿Y por qué no lo has hecho? Aunque yo prefiero que estés fuera. Con una loca ya hay bastante. LAURA: Yo no creo que estés loca. Los locos son ellos por encerrarnos en sitios como este. (Pausa.) ¿Por qué no he intentado volver? De verdad que lo deseaba. Con todas mis fuerzas. Pero Silvia me abrió sus puertas, Pili me abrió sus puertas, Juan me abrió sus puertas. Y no fui capaz de salir corriendo. Sentí como un abrazo, como una caricia muy cálida. ANA: Es muy bonito eso que dices. Ojalá yo sintiese lo mismo al salir. LAURA: Me tienes a mí... fuera. ROSA: Yo también tengo miedo al futuro. LAURA: Me gustaría tener fuerzas y palabras para convenceros de que vamos a ser felices las tres, de que todo va a cambiar, sin embargo, aún es pronto. Todavía estoy aprendiendo a andar y a recorrer las calles con otra mirada, a no desconfiar de los demás. Aunque todavía no me lo creo, estoy mejor que aquí. (Silencio.) ROSA: ¿Quién es Juan? LAURA: Es un abogado. Vino a la cárcel. No sé si influyó en algo para que salieras antes. ANA: No lo sé. Ni me fijé en él. No estaba para esas cosas. ROSA: ¿Qué tal está? LAURA: Creo que me está tirando los tejos. ROSA: ¿Sí? Mira con la mosquita muerta. (Risas de las tres.) ¿Está potable? LAURA: Bueno, no está mal, pero no es mi tipo. ROSA: Y qué... ¿Cómo sabes que te tira los tejos? LAURA: Porque me ha dicho que le gusta estar conmigo, que quiere verme...
  • 38. 37 ANA: (Nuevamente sombría.) Seguro que te enrollas con él. Y cuando salgamos, te habrás casado y hasta es posible que tengas un hijo... y te olvidarás de nosotras. LAURA: ¿Pero qué dices, Ana? Ya me dejé robar por un hombre en una ocasión. Ahora nadie me va a atar. (Pausa.) Si me apetece un revolcón alguna vez, quién sabe... (Risas.) Pero no me van a encerrar otra vez, quiero ser libre. VOZ: El tiempo ha terminado. OSCURO. ESCENA 24 ROSA: (Se aproxima al lateral y grita.) Rosita, ten cuidado con ese perro. No lo toques, que seguro que tiene pulgas. Eso es. Juega con los niños. (Sigue mirando hasta que se asegura de que juega con los niños. Vuelve al banco con Ana y Laura.) LAURA: Estás hecha toda una madre. ROSA: Con los niños hay que tener mucho cuidado. (Durante toda la escena estará pendiente de la niña.) ANA: Pero qué bonito es. ¿Y os habéis fijado qué cantidad de gente pasa por ahí? Y además enfrente del parque. Os imagináis en los momentos en que no haya nadie, que serán pocos, mirando los árboles, las palomas... ROSA: Pero si no hay palomas, Ana. ANA: ¿Que no? Yo el domingo pasado vi dos. ROSA: ¿Seguro? ANA: A ver si ahora no voy a saber lo que son las palomas. LAURA: Y tú, Rosa, puedes traer a Rosita al parque y verla mientras trabajas. ROSA: De eso nada, y si me distraigo atendiendo a un cliente y le pasa algo... No, mejor que se quede hasta que cerremos con mi madre. Total desde que salga del colegio son tres horas, ¿no?
  • 39. 38 ANA: Mira, mira qué de señoras pasan. ROSA: (Se levanta deprisa hacia el lateral y grita.) Rosita, no te subas ahí que está muy alto. Rosita, que bajes. (Pausa.) Ahí estás mejor, cariño. (Vuelve a su sitio.) ¿Qué decías, Ana? ANA: Que pasan muchas señoras por nuestra tienda. Yo creo que lo mejor es lo de la mercería. No se ven muchos yonquis por aquí. (Pausa. Ana se da cuenta de que ha dicho algo inconveniente. Rosa y Laura también se miran.) Bueno, qué pasa, llevo dos semanas sin ponerme. Ya no soy de esas. (Pausa. Miradas.) ¿Qué pasa, que no confiáis en mí? LAURA: Claro, Ana, pero es pronto todavía. ROSA: Ni pronto, ni leches. Ana ya no se pone y no se volverá a poner. Y si no aquí estoy yo para darle un par de tortas. ANA: Oye, que no soy tu hija pequeña. Que te ha entrado un rollo de madre... ROSA: (Levantándose.) Rosita, que no cojas cosas del suelo. (Sale de escena y se oirá.) Mira como te has puesto. Ven que te lave en la fuente. LAURA: Qué bonito es ver a Rosa así, con su hija. ANA: Sí, la verdad es que emociona. (Pausa.) Oye, tú que tienes novio, dentro de poco puedes... bueno, que... LAURA: (Cortándola.) Pero qué dices. Yo no tengo novio. ANA: Anda, no disimules, el otro día os vimos Rosa y yo dándoos un beso. LAURA: ¿Qué dices? ANA: Que sí, no disimules. LAURA: A ver, ¿dónde? ANA: Pues, pues... no me acuerdo. LAURA: Te lo estás inventando.
  • 40. 39 (Regresa Rosa sacudiéndose las manos.) ANA: (Haciendo señas a Rosa, le guiña un ojo.) A que el otro día vimos a Laura con su abogado dándose el lote. ROSA: (Siguiéndole la corriente con torpeza.) Eh... sí. LAURA: Anda, que me estáis tomando el pelo. Y qué si me visteis, eso no prueba que sea mi novio. Me llevo bien con él y nada más. Bueno, y tema zanjado, que sois las dos un poco cotillas. ROSA: Es que me parece tan bonita vuestra relación... A mí me da envidia, bueno, envidia sana, eh. (Mira hacia donde está Rosita y sale corriendo. Se oirá.) Que te he dicho que te bajes de ahí, que me da miedo. No ves que está muy alto. Súbete al tobogán si quieres, pero aquí no, que el otro día se cayó un niño. Anda no llores, dame un besito. (Regresa.) ¿Qué os estaba diciendo? Ah, sí. Que hacéis muy buena pareja. Es un poco tímido y baila que es una pena, pero chica, está como un tren. ANA: Bueno tampoco te pases, aunque para lo que puede aspirar esta... LAURA: (Le hace cosquillas a Ana. Risas.) A ver qué pasa conmigo, Madonna... ANA: (Se levanta huyendo de Laura.) No, cosquillas no, por favor. ROSA: Oye, Ana, qué decías antes de lo de la mercería. Mira qué de parejas jóvenes. Estos seguro que pasan de médicos. El futuro es de la medicina natural, es el sitio ideal para un herbolario. LAURA: De eso nada, este parque está al lado de un colegio. Una papelería-librería es el negocio ideal. Hay que tener visión comercial. ANA: Pero si el barrio está lleno de papelerías... LAURA: Y me dirás quién compra ahora en una mercería, ahí detrás hay un centro comercial. ROSA: Por eso, lo mejor es un herbolario. En los centros esos no hay herbolario.
  • 41. 40 ANA: Vaya que no, yo he visto uno en el que está al lado de casa de Silvia. ROSA: Lo mejor es que lo echemos a suertes. Hacemos tres papelitos y le decimos a Rosita que coja uno. ¿Estáis de acuerdo? ANA: No sé, con la suerte que tengo seguro que no me toca. LAURA: Espero que no. ANA: Pues yo espero que no salga la papelería. Seguro que nos arruinamos. (Rosa saca una libreta, recorta tres papeles y escribe los tres nombres.) ROSA: Venid. (Salen las tres de escena. Se oirá.) Rosita, coge un papelito. ANA: (Gritando.) ¡Mercería! (Entra en escena pegando saltos de alegría.) ¡Mercería, mercería! Me ha tocado, me ha tocado. (Abraza a Laura y a Rosa, que han vuelto junto al banco.) Me ha tocado. Habéis visto qué suerte he tenido. Mi vida empieza a cambiar. Lo he conseguido. ¡Por fin me ha tocado algo! (Se aproxima a la embocadura y mira a su local.) Pero qué local más bonito. ¡Tiembla Madrid, la mercería más bonita de España está a punto de abrir sus puertas! (Rosa y Laura durante el parlamento anterior se han mirado asombradas de la reacción de Ana. Rosa se aproxima a ella.) ROSA: Enhorabuena, Ana. Pero deberías tomártelo con más calma, ¿no? ANA: ¿Por qué? Es la primera vez que me toca algo en la vida. LAURA: Ni que te hubiera tocado el local o los diez millones que cuesta en la lotería. ANA: No seáis aguafiestas. (Más sosegada.) Me ha tocado la posibilidad de abrir una mercería. El sueño de mi vida. ¿Os parece poco? (Rosa y Laura se miran.) LAURA Y ROSA: No. ANA: Sí, ya sé que no tenemos ni dinero, ni propiedades. Pero somos jóvenes, ¿no? Yo aguanto metiendo propaganda en los buzones veinte años más por lo menos. ¿Y vosotras?
  • 42. 41 LAURA: Yo limpiando portales no me veo más allá de quince años. Después tendré la espalda destrozada. ROSA: Yo en la cocina del restaurante lo que haga falta. No es tan duro. Pagan poco, pero de eso qué os voy a contar. ANA: Lo veis. ¿Qué prisas tenemos? (Se miran las tres. Rosa se levanta.) ROSA: Bueno, yo me tengo que ir, hay que bañar a Rosita, que mañana hay cole y tiene que madrugar. Nos vemos mañana a las siete, aquí, frente a nuestra mercería, ¿no? ANA Y LAURA: Hasta mañana. (Sale Rosa.) Adiós, Rosita. LAURA: Yo también me alegro de que te haya tocado a ti. Puede ser bonito lo de la mercería. ¿Por cierto, qué se vende en una mercería? ANA: Pues botones, hilos, lanas, bragas, calzoncillos... LAURA: Bueno, todo es necesario. ¿Y no sería posible vender también libros? ANA: Tú estás loca. ¿Cómo se va a vender de todo? Ni que fuera el Corte Inglés. LAURA: Bueno, no te pongas así. ANA: Tengo una idea, si nos va bien, luego, con los beneficios, podemos abrir una librería. LAURA: Bien pensado, Ana. Como ya has dicho tú, somos jóvenes todavía. ANA: Sí, pero hemos vivido lo nuestro. ¿O tendría que decir sufrido? Y menos mal que hemos tenido la suerte de encontrar a Silvia. Si tuviéramos que pagar un piso no sé qué sería de nosotras. LAURA: Conocer a Silvia ha sido algo maravilloso. El otro día le dije que cuando se cansara de nosotras que nos lo dijera, que no podíamos abusar de ella. ANA: ¿Y?
  • 43. 42 LAURA: Me respondió que nos necesitaba, que en todo caso nos cansaríamos nosotras de ella. ANA: ¿Nosotras? Pero si es un lujo vivir en una casa como esa. LAURA: Tampoco es nada del otro mundo. ANA: A mí me parece un lujo. Tendrías que haber visto en qué sitios he vivido yo. LAURA: Pues anda que yo. ANA: Por eso. Todo un lujo. LAURA: Sin embargo, hay algo que me preocupa. Silvia últimamente está triste. Dice que su lucha no tiene sentido. Que no avanzan. Juan también opina algo parecido. Aunque ha vuelto a organizarse. ANA: ¿Sí? ¿En qué? LAURA: En una organización de ayuda a presos que han salido de la cárcel. Parece ser que cuando fue a verte, y por lo que yo le he contado, se dio cuenta de que había que hacer algo por mejorar sus condiciones o ayudarles cuando salieran. Y en eso está. Se le ve más feliz, aunque dice que es duro. Se conocen casos dramáticos. ANA: A nosotras nos van a contar. LAURA: Sí. ANA: Yo antes nunca hubiera pensado que existían personas como Silvia o como Juan, que se preocupan por los demás y no solo de ellos. Pensándolo bien, emociona y todo. LAURA: Oye, ¿sabes algo del padre de Rosa? Hoy no he querido preguntar. ANA: Todo sigue igual. No han vuelto a tener noticias de él y ya han pasado dos meses. LAURA: No entiendo cómo puede ser tan fuerte el rencor. ANA: Ni yo. Aunque la madre dice que no le importa. Que es mejor así. Que tampoco con ella la relación era muy buena. Con Rosa está encantada. (Ana mira hacia el lateral contrario al que jugaba Rosita y se levanta sobresaltada.) Laura, vámonos de aquí.
  • 44. 43 LAURA: (Se levanta.) ¿Qué pasa? ANA: Esos son unos antiguos colegas de miseria. No quiero saber nada de esa gente. Vámonos. LAURA: Pero no puedes estar huyendo siempre de ellos. ANA: Si los vuelvo a ver por aquí, buscamos otro local. LAURA: Pueden aparecer en cualquier parte. ANA: Que no, me parece que me han visto. Vámonos. LAURA: Como quieras. (Salen.) OSCURO. ESCENA 25 (Las tres junto al banco, han pasado cinco años. Contemplan el local donde otras personas han abierto una mercería. Laura ha tenido una niña. Tiene ahora cuatro años. Mismo juego escénico que en la anterior. Rosita y Anita juegan fuera del escenario. Laura estará muy pendiente de su hija.) ANA: Y parece que funciona. Ya os lo dije, era un local ideal para una mercería. No para de entrar gente. Y salen con las bolsas llenas. LAURA: (Que se aproxima al lateral derecho. Grita.) Anita, juega con Rosa. No tires del pelo a ese niño, que te va a pegar. (Sale, se oirá.) Que te he dicho que no pegues a ese niño. Mira, Rosita quiere jugar a la pelota contigo. (Pausa.) Así, muy bien, cariño. (Regresa junto a sus amigas.) ROSA: Le queda bien ya ese vestido de Rosita, ¿verdad? LAURA: Sí, con lo que me das, no gasto nada en ropa. Es una suerte. En el supermercado gano menos que limpiando escaleras y trabajo más horas. ROSA: Fue una guarrada que te echaran. Y todo por decirle las verdades a la encargada.
  • 45. 44 LAURA: Solo le pedí la subida del IPC ese. Solo quieren que estemos calladas, tragándolo todo. Pues en el supermercado tampoco me pienso callar. ANA: Tú sigue así y a ver cómo ahorramos para la mercería. (Rosa y Laura se miran.) ROSA: ¿Todavía con lo mismo? ANA: Claro, ¿por qué no? Ya tengo ahorradas cien mil pesetas. (Pausa.) ¿Qué pasa, que os habéis rajado vosotras? ROSA: Rajarnos, rajarnos, no. Pero si en cinco años has ahorrado cien mil pesetas, para ahorrar un millón, ¿cuánto tiempo tendrá que pasar? ANA: No lo sé, las matemáticas no son lo mío. LAURA: Pues te faltan... cuarenta y cinco años. ANA: Sí, es mucho, pero vosotras también tendréis algo. LAURA: Mucho, me deben quedar unas veinticinco. ANA: ¿Solo? LAURA: Con la niña tengo muchos gastos. Y eso que me sigue ayudando Juan. ANA: Ese es un buen tío. Le dices que no quieres vivir con él y sigue dándote dinero. LAURA: Es su padre. Nos llevamos bien, aunque no vivamos juntos. ANA: ¿Y tú, Rosa? ROSA: ¿Yo? ANA: Sí, tú. ROSA: ¿De verdad quieres saberlo? ANA: Claro. ROSA: Le debo a mi madre cincuenta mil pelas. Se las pedí para el aparato de la boca de Rosita. Así que tengo menos cincuenta mil. ANA: ¿Qué os parece si atracamos un banco? LAURA: ¿Tú estas loca?
  • 46. 45 ANA: Sí. ROSA: (Enfadada.) ¿Pero de qué vas? ¿Quieres volver a la cárcel? ¿Es que ya no te acuerdas? ¿Eh? ANA: Rosa, ¿es que pensabas que lo decía en serio? ROSA: ¿No? ANA: Estoy mal de la chota, pero no tanto. (Pausa.) Aunque debo reconocer que cuando salimos del banco después de pedir el crédito, lo pensé. Qué usureros. LAURA: Sí, en eso tienes razón. ROSA: Ni que lo digas. Pero no lo vuelvas a decir ni en broma. Solo de pensar en esa mierda de celda me dan escalofríos. (Una pelota invade el escenario.) VOZ DE ANITA: Mamá, échamela. (Laura se levanta y le echa la pelota.) LAURA: Toma cariño, no le deis tan fuerte que puede irse a la carretera. VOZ DE ANITA: Sí, mami. (Entra Silvia con un montón de carteles enrollados bajo el brazo. Se sienta con ellas.) SILVIA: ¿Qué hacéis? ANA: Aquí, contemplando nuestra mercería. SILVIA: ¿Todavía dándole vueltas a lo mismo? Si me hubierais dejado que yo pidiera el préstamo... a mí sí me lo hubieran dado. LAURA: Claro, y si no podemos pagarlo, te dejamos sin casa y a vivir las tres debajo de un puente. SILVIA: Dicen que los hay muy confortables. ANA: Sí, con aire acondicionado. ROSA: Creo que en electricidad no te gastas un duro.
  • 47. 46 LAURA: Ni en agua. SILVIA: Y para tender las bragas no tienes que abrir la ventana. ANA: Ni para saludar al vecino. ROSA: Ahora en los puentes hay un ambiente multicultural de puta madre. Puede ser una educación estupenda para Anita y Rosita. LAURA: Sí, así podrían aprender idiomas. ANA: Bueno, el suahili no está muy cotizado. LAURA. Pero un idioma, es un idioma. Y debajo de un puente puede ser muy útil. SILVIA: Sí, para pedir sal, por ejemplo. ROSA: Muy socorrido. ¿Cómo se dirá sal en suahili? SILVIA: Ni idea. ¿Veis lo que nos hemos perdido por no pedir el crédito? Ahora nunca sabremos cómo se dice sal en suahili. LAURA: No. ROSA: No. ANA: No. (Las cuatro permanecen en silencio contemplando la mercería.) OSCURO. FIN