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1
¿Nos sobran los motivos?
(Crónica de una huelga de hambre)
Maxi de Diego
2001
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“Nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que
cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene.”
Eduardo Galeano, Patas arriba. La escuela del mundo al revés
“Yo he preferido hablar de cosas imposibles
porque de lo posible se sabe demasiado.”
Silvio Rodríguez, en su canción Resumen de noticias
PERSONAJES:
Ella
Ken Saro-Wiwa
El Viejo Ogoni
Hombre al que mató otra bala
Alguien
Preso jefe
Osi
Hija
Voz en off de Naemeka Achebe
Mujer
Hombre 1
Hombre 2
Hijo
Mujer 1
Mujer 2
Mendigo
Joven 1
Joven 2
3
ESCENA PRIMERA
(Ella, Ken Saro-Wiwa, El Viejo Ogoni. Están sentados en una especie de terraza playera
de un chiringuito. Sombrilla incluida. Ella lleva gafas de sol y traje de baño. Ken y El
Viejo, camisas veraniegas y pantalón corto. Se mostrarán durante toda la escena
especialmente relajados. En el momento en el que parecen estar tomando el sol
entrará un hombre en traje de baño, una toalla colgada al cuello y en la mano un vaso
con lo que parece ser una cerveza.)
HOMBRE AL QUE MATÓ OTRA BALA: Perdonen, ¿es este el módulo para muertos
políticos?
KEN: Sí, aquí es. Siéntese, joven. (El hombre lo hace.) ¿Qué, recién llegado?
HOMBRE: Sí, no hace ni cinco minutos. Lo que he tardado en ponerme el bañador.
¡Qué bien se respira aquí!
ELLA: Es un auténtico paraíso. Qué temperatura, qué sol, qué dulces sonidos de los
pájaros, el mar…
VIEJO: ¿Y el olor, qué me dice de este aroma a madreselva e hinojo?
ELLA: Una auténtica maravilla.
HOMBRE: Tanto penar para acabar así, si lo hubiera sabido me hubiera muerto
antes.
KEN: Ah, ¿es que se ha muerto usted solo, de enfermedad?
HOMBRE: No, bueno, creo que me he expresado mal…
ELLA: Pues cuente, cuente, sin prisas. Aquí no hay prisas para nada.
4
HOMBRE: (Bebe un trago largo de cerveza antes de empezar a hablar.) Me mataron.
No me pregunten quién porque no lo sé. Recibí un disparo por la espalda y aquí
estoy.
KEN: ¿Pero quién es usted?, ¿un luchador por los derechos humanos?
HOMBRE: No sé qué es eso. Soy un campesino kurdo que huía de mis tierras, por la
presión del ejército.
KEN: ¿Entonces por qué le han mandado a usted a este módulo?
HOMBRE: No sé muy bien, pero he oído en la recepción que la bala que me mató fue
la que no disparó un tal Osi, un objetor de conciencia turco.
ELLA: Ah, sí, yo leí algo sobre él en una revista española. Ha pasado largas
temporadas en la cárcel por negarse a cumplir el servicio militar.
KEN: Así que ahora van a venir también las víctimas, pues se va a llenar esto, con lo
tranquilo que era.
VIEJO: Nosotros también somos víctimas.
KEN: Sí, pero de alguna manera nos lo hemos buscado por enfrentarnos al poder.
ELLA: Habrán considerado que es un caso especial por lo de la bala esa que no
disparó aquel muchacho.
KEN: Sí, habrá sido eso, tampoco vamos a intentar entenderlo todo, ¿no? (Pausa.)
Algo ha cambiado en mí, me acabo de dar cuenta, ahora creo que sería capaz de
aceptar cualquier situación, de admitir cualquier mentira. Me siento distinto.
VIEJO: Tal vez sea porque estés muerto.
ELLA: Seguro que es por eso. A mí me sucede algo parecido. Es como si supiera que
ahora ya nada puedo hacer y estuviera llena de una enorme tranquilidad. Pienso que
esa debe ser la tranquilidad que disfrutaban los que no querían ver.
5
VIEJO: Creo que te entiendo. Yo antes de que Ken me hablara, me preocupaba que
no hubiera pesca, pero mi vida era tranquila, cuando él me contó la verdad de lo que
pasaba, algo cambió en mi interior. Era como si se me removieran las tripas por
dentro.
ELLA: Yo ahora incluso leo el periódico y me deja indiferente.
KEN: A mí me pasa con los libros, me sigue apeteciendo leer, pero ya no siento esa
emoción, ese sobrecogimiento. Apenas puedo escribir. Siento como si poco a poco
mis deseos humanos fueran desapareciendo.
ELLA: Yo ayer me puse a escribir un artículo sobre lo de mi huelga de hambre y no
pasé de dos líneas. (Pausa.) ¿No sé si les interesa esto a ustedes?
HOMBRE: Yo no sé de letras, pero siento un gran placer, un extraño placer
escuchándoles.
VIEJO: Sí, usted cuente lo que quiera. Yo luego me iré a pescar, aunque no sé si me
apetece realmente… hay que devolver todo lo que se pesca, y está prohibido usar
anzuelo.
ELLA: Pues verán, había leído unos artículos interesantes en un periódico que daban
pie a justificar mi huelga de hambre, permítanme que les dé algunos datos: en uno
hablaban de 500.000 mujeres introducidas cada año en la Unión Europea para
trabajar como prostitutas, otro recordaba la necesidad del 0,7 económico, pero
sobre todo del político. (Según va hablando los otros tres personajes se van quedando
dormidos.) Y otro hablaba del retroceso imparable que está sufriendo el continente
africano. Especialmente este último era desolador. Y esto, todo esto era lo que
pretendí cambiar, lo que pretendíamos. (Se da cuenta de que sus compañeros se han
6
quedado dormidos. Ella misma bosteza, se acuna en su tumbona y se dispone a
dormir.)
OSCURO
ESCENA SEGUNDA
ALGUIEN: Deberías dejar de leer todas esas revistas, esos informes, te noto extraña,
te encierras, no quieres salir, no duermes, no tienes hambre.
ELLA: Insinúas que me estoy volviendo loca.
ALGUIEN: No he dicho eso… tal vez estés enferma.
ELLA: Ahora que veo claro, dices que estoy enferma. Ahora que estoy a punto de
romper con todo para hacer algo, para dejar de lavarme las manos…
ALGUIEN: No seas injusta, nunca te has lavado las manos. Pero ¿qué vas a hacer? No
me asustes. No me mires así.
ELLA: ¿Cómo te voy a mirar si mis ojos están llenos de dolor?
ALGUIEN: Acompáñame, vamos al cine o al teatro. Vámonos fuera este fin de
semana…
ELLA: Acompáñame tú a mí.
ALGUIEN: ¿Adónde?
ELLA: A decir basta. A enfrentarnos a los molinos de viento.
ALGUIEN: Tal vez deberías visitar a un…
ELLA: ¿Psiquiatra?
ALGUIEN: Sí, tal vez.
ELLA: Toma, lee. (Le da un montón de revistas y libros.) Amnistía Internacional, SOS
Racismo, Mambrú, En Pie de Paz, la ONU, la Asociación Pro Derechos Humanos,
Patas arriba de Eduardo Galeano… Lee y luego te acompaño al psiquiatra si quieres.
7
ALGUIEN: Sabes que prefiero la televisión.
ELLA: Nadie te lo impide. Déjame sola, por favor. Tengo que prepararme para
mañana.
ALGUIEN: ¿Mañana? ¿Qué vas a hacer?
ELLA: Aún no estoy segura. Necesito pensar un poco más. Ultimar algunos detalles.
Pero no te asustes, no voy a hacer daño a nadie. No son mis métodos. Ya me
conoces. Por favor, ahora déjame sola. Te agradezco tu interés. Más adelante quizás
puedas ayudarme. Dame un beso. (ALGUIEN lo hace.)
ALGUIEN: Piénsalo bien, sea lo que sea.
ELLA: Lo haré, te lo prometo. (Le acompaña hasta la salida.)
OSCURO
ESCENA TERCERA
(Ella se dirige al público, como si los espectadores fueran los periodistas de una rueda
de prensa.)
ELLA: No os voy a decir por qué. Ni siquiera cuando mi piel, mi carne, se torne
transparente. Cuando mi piel fina, joven aún, se vuelva vieja, gastada, ni siquiera. No
hace falta decir por qué. No, no voy a comer. A no ser que me mintáis, que seáis
capaces de convencerme de que no hace falta. No hace falta, no es urgente, no es
angustiosamente urgente. Sobrevolar el cielo y no mirar. No presentir que volverán
a llamar a nuestras puertas para buscarnos. Pero no me preguntéis, no os voy a
decir por qué. Sé que estoy sola. Pero sé que mañana no. O pasado mañana. Cuando
la mayoría de vosotros os muráis de vergüenza porque vuestro periódico o vuestra
8
radio o vuestra televisión no haya dicho ni una palabra de lo que hago. Y entonces
tal vez uno de vosotros o una de vosotras venga a hacerme compañía. Presiento
que alguien me entenderá. Que mirará con mis propios ojos. Sé que vais a
preguntarme por qué yo sola, por qué no a través de una organización. Sí, las hay
que podrían ayudarme. Sé que me ayudarán, hay tiempo. Tal vez hoy mismo vengan
a hablar conmigo, a apoyarme, a unir sus manos con las mías. Afortunadamente
conozco otras miradas como las mías. Entonces ¿por qué yo sola? Es fácil, me he
levantado después de una pesadilla horrible. Volvían a llamar a nuestras puertas los
señores de la guerra. Y antes de que esa pesadilla sea una realidad he decidido
empezar, hoy. No esperar ni un segundo más. Pero mi pesadilla es sólo una porción
ínfima de lo que me mueve a no comer. Ya empiezo a sentir la necesidad. El vacío en
mi vientre, en mi cabeza. Puede que sea más el hábito que la necesidad lo que
provoque este vacío. Una porción. No voy a deciros nada más. Tal vez nunca os lo
diga. Tendréis que mirar. Aquí y allá. Sobran los motivos. Me sobran las ganas de
vivir, con dignidad, sin tener que arrepentirme por ser un ser humano. Pero basta de
grandes palabras, de declaraciones bien sonantes. Las palabras están tan gastadas
que dan asco. Palabras que sirven para todo y para todos. Ellos saben muy bien
como apropiarse de ellas. Si queréis saber de mí ya sabéis dónde encontrarme.
OSCURO
ESCENA CUARTA
ELLA: Recuerdo que cuando estudiaba Literatura nos hablaron, no sé si recordaré
bien, de la poesía pura. Decía la profesora o el libro donde lo leí que los poetas
9
pretendían expresar con el menor número de palabras o con la mayor sencillez
imaginable, la belleza del mundo, la perfección de la creación.
ALGUIEN: Pero yo sólo te preguntaba por qué.
ELLA: ¿Por qué no como?
ALGUIEN: Sí.
ELLA: Eso trataba de explicarte para que tú lo entiendas y lo cuentes. La mayor
sencillez de las palabras para expresar lo contrario de lo que buscaba aquella
poesía. Lo más turbio que no es fruto del azar, sino de cómo hemos montado esto
que llaman mundo desarrollado. (Pausa.) Déjame intentarlo, no pretendo discursos,
ni es el momento de los grandes y precisos datos que nos hacen pensar que todo es
muy complicado y que nada tiene solución. Déjame imitar a los poetas puros.
Déjame pensar en ese niño que trabaja duro en la mina o en la fábrica por cuatro
monedas que no le salvarán de la pobreza. Déjame hablarte casi en silencio. (Ella
cierra los ojos y parece concentrarse buscando esas palabras que irá pronunciando con
mucha lentitud.) AGOTAMIENTO. MIEDO. SUDOR FRÍO. INFANCIA ROTA.
MADRUGADA TRISTE. HAMBRE. JUEGO PERDIDO. (Pausa.) Pero basta, ya está claro,
muy claro. (Lo ha dicho con rabia, con desesperación.) Ahora falta preguntarse, ¿no
se puede hacer nada? Y yo tengo una respuesta. Quiero que me escuchen los que
han montado este tinglado: los que venden más caro que compran, los que cobran
intereses que matan, los que les venden sus armas o los que compran sus votos. Y
como no tengo voz suficiente para que me oigan, les obligaré a que vean mi cuerpo
transparente, mis huesos limpios de la carne que se negó a ser cómplice.
ALGUIEN: Eres libre.
10
ELLA: Tal vez lo sea, pero soy libre en un mundo injusto y desigual. ¿Para qué me
sirve mi libertad?
ALGUIEN: No lo sé.
ELLA: Libertad de comprar aquí o allá, de viajar, de leer, de amar, pero no de
cambiar nada… si no muero.
ALGUIEN: Ellos tienen el poder.
ELLA. Tal vez dejen de tenerlo…
ALGUIEN: ¿Merece la pena que mueras?
ELLA: ¿Merece la pena estar viva sin intentarlo?
ALGUIEN: Los héroes o heroínas no cambiarán el mundo.
ELLA: ¿Y quién lo cambiará? No pretendo ser eso que dices. Puede que no cambie
nada, pero mi acción... y mi muerte, si llega, removerá algunas conciencias…
muchas… Yo qué sé. (Se miran durante varios segundos.)
OSCURO
ESCENA QUINTA
PRESO JEFE: ¿Qué miras?
OSI: ¿Me dices a mí?
PRESO JEFE: Sí.
OSI: (Aún sorprendido.) ¿De verdad que es a mí?
PRESO JEFE: Sí, coño. ¿Qué miras?
OSI: El muro.
PRESO JEFE: ¿Y qué ves?
OSI: Las estrellas.
11
PRESO JEFE: Ya sabía yo que estabas loco. Sólo un loco volvería a la cárcel por no
hacer el servicio militar.
OSI: ¿Y tú cómo sabes eso?
PRESO JEFE: Yo sé todo lo que pasa aquí.
OSI: ¿Todo?
PRESO JEFE: Sí, todo.
OSI: Pero no sabes lo que veo.
PRESO JEFE: Por eso te he preguntado.
OSI: Ya lo sabes.
PRESO JEFE: (Mirando el muro.) Yo no veo las estrellas.
OSI: Siéntate. (El preso jefe lo hace.) Mira, ¿ves esos puntos de ahí?, son la Osa
Mayor.
PRESO JEFE: Estás loco.
OSI: Puede, pero ¿cómo puedo pasar el tiempo si vosotros me negáis la palabra? Me
canso de leer. De esta forma me siento vivo, recuerdo cómo es el cielo, o el sol, o las
nubes. Es la ventaja de que la pared sea vieja. (Pausa.) ¿Por qué me has hablado hoy?
PRESO JEFE: ¿Por qué has vuelto?
OSI: Ya ves, me han vuelto a condenar por lo mismo.
PRESO JEFE: Estás loco.
OSI: Eso ya lo has dicho. ¿Por qué me has hablado?
PRESO JEFE: No lo sé.
OSI: ¿No lo sabes?
PRESO JEFE: No y aunque lo supiera no te lo diría. Yo hago lo que me da la gana.
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OSI: Da igual, te agradezco que lo hayas hecho. Yo también estoy aquí. Soy de los
vuestros.
PRESO JEFE: No, tú no has matado, ni robado.
OSI: Es curioso, a unos los encarcelan por matar y a otros por no matar.
PRESO JEFE: Yo no maté a nadie en el servicio militar.
OSI: Porque no te tocaría. Los hay que sí lo hacen. Además se podría hacer otras
cosas con el dinero que gastan los ejércitos.
PRESO JEFE: Eres un soñador.
OSI: Y tú no eres tan duro como aparentas.
PRESO JEFE: ¿Es un insulto?
OSI: No. (Pausa.) Puedo dejarte un libro, por si te aburres. (Le acerca un libro y el
preso jefe lo coge no muy convencido.)
PRESO JEFE: Oye, ¿no lo pasaste mal cuando te negaste a comer?
OSI: Muy mal.
PRESO JEFE: Pero conseguiste no ponerte el uniforme.
OSI: Sí.
PRESO JEFE: Eres valiente.
OSI: No.
PRESO JEFE: Sí, sí lo eres.
OSI: Tengo miedo.
PRESO JEFE: ¿De qué?
OSI: De no aguantar. De rendirme.
PRESO JEFE: No lo hagas.
OSI: Gracias.
13
OSCURO
ESCENA SEXTA
(Veremos paulatinamente a ELLA más cansada.)
ELLA: Yo escuchaba canciones, ¿te acuerdas? Mientras planchaba. ¿Te acuerdas,
verdad? La ropa de mis hijos y su ropa… Siempre decía que me maravillaba
planchar. Era como beber una cerveza en un bar con buena música. Bueno, lo más
parecido. Y entonces, a veces, sumergida en el ritmo de alguna música o de algunas
letras, surgían ideas bellas. Bellos sueños de ser mejor, de cambiar algo que no me
gustaba, de mi vida… o de otras vidas. De esas que leía en los periódicos o en las
revistas, o en los libros que no inventan.
ALGUIEN: Siempre pensando en los demás. Con todos los problemas que has
tenido. Primero hay que solucionar lo de uno, ¿no? Pero tú siempre lo has querido
todo. Lo tuyo y lo ajeno. Bueno, entiéndeme, solucionar lo tuyo y lo de los demás. Y
la vida no da para tanto; tendríamos que vivir más de una para ser tan eficaces. Una
auténtica soñadora. Y no están los tiempos para sueños. ¿La bolsa es un sueño?
¿Internet es un sueño? ¿La gestión macroeconómica…
ELLA: (Interrumpiéndole.) Ya vale, no me jodas. Ahora te hablaba de mí.
ALGUIEN: Sí, pero siempre das ese salto, de ti a los demás, no puedes remediarlo. Y
ahora mira, esta locura de no querer comer, has armado un poco de revuelo y qué.
ELLA: Yo sólo quería no perder la ilusión, sentía que a veces todo parecía terminar,
que me rendía, me veía sentada en un sillón viendo esos programas nauseabundos,
pensando sólo en ascender en el trabajo, en el apartamento en la playa. Callada,
callada para siempre sin que nadie te escuche. Olvidarse del viento, de las olas, de
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su poder de enamorar, para convertirse, solamente, en una mercancía más. Quiero
soñar, vivir en un mundo donde hablar de amor con los amigos no signifique dejar
de hablar de lo urgente, de lo evitable. Quiero ser feliz, sin angustia, sin temor a
abrir el periódico, sin resignación. No quiero que mis brazos terminen de cruzarse o
de caer rendidos.
(Silencio.)
ALGUIEN: ¿Tienes hambre?
ELLA: Creo que sí.
ALGUIEN: Tus hijos han llamado.
ELLA: ¿Les has dado este teléfono?
ALGUIEN. Sí, llamarán esta noche. Han dicho que están contigo, que te apoyan, que
te dé ánimos.
ELLA: Pues casi haces lo contrario.
ALGUIEN: Será porque te quiero.
OSCURO
ESCENA SÉPTIMA
ELLA: Sabes que no soy la única que se juega la vida por los demás. Periodistas,
monjas y misioneros, activistas de organizaciones… los que viven en países no
privilegiados o explotadores, como quieras llamarlos…
HIJA: No te pido que lo dejes, sólo que no llegues hasta el final. Puedes aguantar
unos días más… Está habiendo reacciones, muchas… aunque los periódicos y la
televisión apenas digan nada.
ELLA: ¿Y por qué sucede eso? También habrá que cambiarlo.
15
HIJA: Tal vez si en lugar de ir por libre, hubiera sido una campaña organizada desde
el principio…
ELLA: ¿Cuántas acciones organizadas han muerto en el olvido? Tú lo sabes, has
participado en muchas de ellas. Además hemos recibido apoyo, hay miles de
personas en todo el mundo que han iniciado una huelga como la mía. Ya no estoy
sola. ¿Quieres que lo deje ahora que parece que funciona? Han venido a vernos de
todos los partidos. En España hay doscientas personas haciendo lo mismo que yo.
Mira esa habitación, está llena de gente humilde que le encuentra un significado a lo
que hacemos. Tu hermano va a empezar dentro de unos días…
HIJA: Y lo dices así, como si no te importara que tu hijo pueda morir.
ELLA: ¿De verdad piensas eso de mí?
HIJA: (Con desesperación.) No sé qué pensar, mamá. Pero te veo así, tan débil… No
sé cuánto podrás aguantar… y ellos no van a reaccionar. Por otra parte, no has
pedido nada en concreto. Puede que ese sea tu error.
ELLA: Tal vez, no lo sé. Pero es que yo no sé qué pedir exactamente. No sé qué se
necesita para solucionar los gravísimos problemas de las dos terceras partes de la
humanidad. Pero sé que pueden hacerlo. Y tú lo sabes mejor que yo, pueden
hacerlo.
HIJA: Sí, mamá, pueden hacerlo.
ELLA: Así no me podrán acusar de hacerles chantaje: sólo pido un compromiso, su
palabra de que van a hacer tal o cual y yo ya veré si estoy de acuerdo; bueno, ya
veremos si estamos de acuerdo.
(Silencio.)
Hija, gracias por venir.
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HIJA: Necesitaba verte, pero tengo que irme. He dejado a los niños con una amiga,
pero no puedo estar lejos más tiempo.
ELLA: Por favor, nada de despedidas dramáticas.
HIJA: No, mamá.
ELLA: Tengo el presentimiento de que volveré a ver a mis nietos jugar.
HIJA: Sí, mamá.
OSCURO
ESCENA OCTAVA1
(Ken Saro-Wiwa y un viejo pescador ogoni.)
KEN: Hola, ¿puedo sentarme a tu lado?
VIEJO: Sí, siéntate. ¿Quién eres?
KEN: ¿No me conoces?
VIEJO: Apenas veo.
KEN: Apenas ves y apenas pescas. Soy Ken Saro-Wiwa.
VIEJO: El que escribe.
KEN: Sí.
VIEJO: Es duro para mí no ver lo que pesco.
KEN: ¿Cuántos días hace que no pescas?
VIEJO: ¿Y cómo sabes que no pesco?
KEN: Nadie pesca ya en esto ríos.
VIEJO: ¿Cómo lo sabes tú?
KEN: He hablado con otros ogonis.
VIEJO: Dicen que es por culpa de las empresas petroleras que han venido de fuera.
1
Esta escena está basada en un relato de Eduardo Galeano en su libro “Patas arriba. La escuela del
mundo al revés”. Editorial Siglo XXI.
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KEN: Y dicen bien, ellas son las culpables. Han destruido nuestra tierra, nuestras
aguas, nuestro aire. Y matan y amenazan a quienes protestan.
VIEJO: ¿Y por qué Abacha no hace nada? Él debería ocuparse de nuestros peces.
KEN: Es un dictador. Tiene negocios con las empresas. Vende nuestra vida y compra
armas a cambio. Y con ellas nos amenaza. Pero él y otros de otros países,
principalmente de Estado Unidos, se están haciendo muy ricos con nuestro petróleo
y sus armas.
VIEJO: Ken, tú que sabes escribir, ¿por qué no escribes algo para que cambie esto?
KEN: Ya lo he hecho y hemos protestado en la calle.
VIEJO: ¿Y qué ha pasado?
KEN: Me han amenazado. Dicen que si no me callo, me ahorcarán como hicieron con
otros.
VIEJO: ¿Qué vas a hacer?
KEN: Me gustan las tierras donde han vivido siempre mis antepasados, ¿son bellas,
verdad?
VIEJO: Muy bellas, aunque ya apenas alcanzo a verlas. Pero tienes razón ya no
huelen igual.
KEN: Amigo, tengo miedo.
VIEJO: Yo también. No conocía todo lo que me has contado. (Pausa.) La próxima vez
que os reunáis para protestar, avisadme.
KEN: Es peligroso.
VIEJO: Sí, pero alguien debe pagar por haberme dejado sin pesca.
KEN: Está anocheciendo, es una lástima que no puedas ver los atardeceres. Siguen
siendo bellos. Con el sol no han podido.
18
VIEJO: Calla, alguien se acerca.
KEN: No oigo nada, espera, sí, tienes buen oído. Serán otros pescadores.
VIEJO: Nunca viene nadie a pescar aquí últimamente.
(Irrumpen cuatro encapuchados con uniformes militares, aunque Ken y el viejo se
resisten, son arrastrados fuera de escena; se oye arrancar un vehículo.)
VOZ EN OFF DE KEN: Lo que las empresas petroleras Shell y Chevron han hecho del
pueblo ogoni, a sus tierras y a sus ríos, a sus arroyos, a su atmósfera, llega al nivel de
un genocidio. El alma del pueblo ogoni está muriendo, y yo soy su testigo.
(Silencio.)
(Se oye el estertor de un ahorcado.)
VOZ EN OFF DE NAEMEKA ACHEBE: Soy Naemeka Achebe, gerente general de la
Shell en Nigeria. Para una empresa comercial que se propone realizar inversiones, es
necesario un ambiente de estabilidad… Las dictaduras ofrecen eso.
OSCURO
ESCENA NOVENA
(Suena la canción de Lluis Llach, “Tendresa” – “Ternura”-. ELLA escribe sobre una
mesa. ALGUIEN pasea nervioso.)
ALGUIEN: ¿Cómo estás?
ELLA: Cansada.
ALGUIEN: Dos semanas y…nada.
ELLA: Hay que esperar.
ALGUIEN: Tal vez no debería decírtelo, pero estoy preocupado…
ELLA: Ya lo sé. Yo también.
19
ALGUIEN: No pensarás llegar hasta el final.
ELLA: Sí.
ALGUIEN: Yo te pediría que…
ELLA: Por favor no lo hagas.
ALGUIEN: Pero es absurdo…
ELLA: (Cortándole nuevamente.) Es posible, pero necesito… (Pausa.)
ALGUIEN: ¿Qué?, dilo.
ELLA: Tu comprensión.
ALGUIEN: Sabes que voy a estar a tu lado, aunque… (Pausa.)
ELLA: Dilo, por favor.
ALGUIEN: No estoy de acuerdo contigo. No puedo estarlo, yo también te necesito.
ELLA: Durante estas noches, aquí, entre las tétricas paredes de este cuarto
prestado, pensaba en ti. En tu compañía, en tu amistad… a pesar de todo. Tu
resistencia me ha hecho dudar, es lo único que me ha hecho dudar. No por lo que
hago, más bien por lo que dejaré de hacer. Sí, lo que dejaré de hacer…, porque
aunque no lo parezca, me gusta la vida. Sobre todo cuando estoy contigo…
ALGUIEN: Si no te conociera, pensaría que esto es una declaración…
ELLA: Y en cierto modo, lo es.
ALGUIEN: Yo… (Ella le tapa la boca con su mano y le da un leve beso en la mejilla. Él la
abraza y le acaricia la espalda. Ella le toma de la mano, le hace sentar, ella también lo
hace y le recuesta sobre su pecho.)
ELLA: (Con dulzura.)
El mundo que vivo no lo siento mío a menudo
y conozco los porqués de una revuelta:
20
miseria y guerra, hambre y muerte,
fascismo y odio, rabia y miedo,
rechazo un mundo que llora estas penas, tanta pena,
pero de repente… llega… la ternura.
Ah, si no fuera por la ternura
que espera,
la ternura
que exalta
la ternura
que nos cura cuando atemoriza la soledad.
(Silencio.)
ALGUIEN: ¿Es tuyo?
ELLA: No, es de una canción de Lluis Llach.
ALGUIEN: Lluis Llach…, es bonito lo que dice. (Pausa.) Dime por lo menos que tu
última decisión no está tomada.
ELLA: Por favor, no me digas eso… Necesito tu apoyo, tu ternura. (Él se levanta.)
ALGUIEN: ¿Y qué haré yo sin la tuya?
OSCURO
ESCENA DÉCIMA
(Esta escena representa un sueño de ELLA. El ambiente de la escena buscará reproducir
ese aire de ensoñación. Tal vez varias luces blancas cenitales. Tal vez la música de la
banda sonora original de “La doble vida de Verónica”. ELLA, vestida con un pijama con
dibujos infantiles, se deja llevar, se arrastra, al ritmo de la música, hasta que esta pase
a un plano de fondo. ALGUIEN, acostado en otro lugar del escenario, aparenta dormir.
21
Entra una mujer vestida con traje militar en desorden. Tiene un pelo largo que lleva
suelto y despeinado. Se sentará en una silla colocada debajo de una de las luces
cenitales. Se quitará la pistola del cinturón y se la dará a ELLA. Ésta la dejará al lado de
ALGUIEN, que seguirá durmiendo.)
ELLA: Gracias por venir.
MUJER: No he podido hacerlo antes, tuve que caminar en la oscuridad.
Escondiéndome de los convoyes y de los focos. Por poco me descubren, pero estoy
entrenada para realizar misiones difíciles. Años de duro entrenamiento… para nada.
ELLA: Aquí estarás bien. (Le acaricia el pelo con suavidad.) He preparado café, toma.
(Se lo sirve.)
MUJER: Gracias, necesito algo caliente. La calle está fría. (Bebe.) Pero en las casas
hace calor. Nunca ha hecho tanto calor en las casas. La gente está reunida. Esperan,
saben que todo sucederá de un momento a otro. Tal vez hoy no haya ninguna
persona sola en su casa. (Bebe.) Pero en la calle aún hace frío. Mucho frío.
(Pausa. La música subirá durante unos segundos a primer plano, para volver a plano de
fondo.)
ELLA; ¿Y tú cómo estás?
MUJER: No sé, por una parte me siento vacía, como si mi vida hubiera terminado,
pero por otra… sí, es como si quisiera estar con la gente, con todos ellos, celebrarlo
también, abrazarme, tener la esperanza que ellos tienen, dejarme arrastrar también
por ese olor a felicidad y seguirlo, y bañarme en las fuentes, en los ríos, en el mar,
pero tengo miedo. Ven. (ELLA y la mujer se abrazan. La música vuelve a subir durante
unos segundos a primer plano hasta desaparecer.)
ELLA: Otra vez estamos juntas. Aunque siempre te tuve tan cerca…
22
MUJER: No sé cómo pudieron darse cuenta. Tanta gente de acuerdo.
ELLA: Algo debía cambiar.
MUJER: Sí, pero acabar con los ejércitos… Hace sólo unos años se decía a los que
pedían eso que eran unos locos utópicos, si no cosas peores.
ELLA: Sí, a mí también me parece extraño. Pero fue como un soplo unido a millones
o billones de soplos que sin que nadie se diera cuenta se convirtieron en un huracán.
MUJER: Empresarios e insumisos reunidos, ecologistas y fabricantes de armas.
Cuando lo vi en la televisión vi tan claro que tenían razón aquellas mujeres que
gritaban que no querían volver a ver cómo llamaban a sus puertas para llevarse a
sus hijos, que me dieron ganas de desnudarme en mitad del cuartel.
ELLA: Se hubiera armado una buena. (Pausa.) ¿Tú crees que van a ceder?
MUJER: La mayoría ya han cedido. ¿No te has dado cuenta de que sólo resisten en
Madrid y cuatro sitios más? La mayoría de los mandos están negociando su pase a la
vida civil.
ELLA: Eso que dices, suena tan bien…
MUJER: Sí, pero hay que tener cuidado, esos cuatro locos que quedan son
peligrosos, ya lo han demostrado.
ELLA: Pero están solos, nadie les apoya, ni la corona, ni los bancos, ni los medios de
comunicación…, nadie. Dicen que puede ser cuestión de días.
(Mientras hablaban, ALGUIEN ha ido desperezándose, primero, y se ha incorporado,
después. Viste también un pijama con dibujos infantiles. Ha cogido la pistola como si se
tratara de algo que huele mal, con la punta de los dedos pulgar e índice.)
23
ALGUIEN: (Su voz denotará un progresivo despertar.) ¿Pero no lo habéis oído? Lo
acaban de decir en la radio, en la televisión, en el cine, en los periódicos… los
últimos militares han dejado las armas.
(ELLA y la MUJER se miran y se dan la mano. ELLA sale y vuelve deprisa con una botella
de champán y tres copas. Intenta descorcharla pero no puede, le pasa la botella a
ALGUIEN, quien también desiste, la MUJER, al primer intento, descorcha la botella y
sirve.)
ALGUIEN: Cómo se nota donde está la fuerza.
MUJER: Estaba.
ELLA: Tú, si quieres brindar, suelta la pistola.
ALGUIEN: Estaba pensando en guardarla como recuerdo, tal vez dentro de unos
años me den una pasta por ella, será una antigüedad.
MUJER: Dámela, tengo que devolverla. Van a fundirla y a utilizar el metal para hacer
no sé qué sillas de ruedas especiales para minusválidos.
ALGUIEN: (Mirándola y dejándola en el suelo.) No es mala idea.
ELLA: ¿A alguien se le ocurre un brindis?
(Oscuro. Vuelve a sonar la música de forma estrepitosa. Al cabo de unos segundos una
tenue luz descubrirá a ELLA acostada en su saco de dormir, bebiendo un vaso de agua.
Oscuro total.)
ESCENA DECIMOPRIMERA
(Un parque, domingo por la mañana, primavera. El hijo de ELLA sentado en un banco
en el centro del escenario, ensimismado. Por delante o detrás de él pasarán diversas
parejas que comentarán la muerte de ELLA. En la parte delantera, izquierda o derecha,
un mendigo dormita entre sus cartones, maleta y otras pobres posesiones.)
24
HOMBRE 1: ¿Te has enterado de lo de la mujer que no quería comer?
HOMBRE 2: ¿La de la huelga de hambre?
HOMBRE 1: Ha muerto.
HOMBRE 2: ¿Qué le ha pasado?
HOMBRE 1: Pues de no comer. Dijo que si los gobiernos no terminaban con la
pobreza en el mundo moriría de hambre.
HOMBRE 2: Mira que hay que estar loco. El mundo siempre ha sido así, pobres y
ricos, y no hay quien lo cambie.
HOMBRE 1: Yo estoy de acuerdo contigo, esa mujer estaba loca.
(Los hombres pasan y salen de escena.)
HIJO: (Con voz tranquila y resignada.) Mi madre no estaba loca.
(Pasan dos mujeres.)
MUJER 1: Lo que le pasaba a esa mujer es que no estaba integrada en el mundo en
que vivimos.
MUJER 2: ¿Y a qué llamas tú estar integrada?
MUJER 1: Pues a disfrutar de lo bueno y aguantarse con lo malo.
MUJER 2: Siempre has sido una filósofa.
MUJER 1: Integrarse, esa es la palabra clave. Hay que saber integrarse. (Salen.)
HIJO: Mi madre disfrutó de lo bueno, hasta que no pudo aguantarse con lo malo.
Fue una mujer íntegra.
MENDIGO: (Levantándose.) ¿Por qué lloran esos niños? (Gritando.) ¿Alguien puede
hacer callar a esos niños? (Escucha y tras unos segundos vuelve a acostarse.)
(Pasan un hombre y una mujer con un carrito con un niño.)
25
HOMBRE: ¿Has leído en el periódico lo de la mujer que estaba en huelga de hambre?
Ha muerto.
MUJER: Sí, y la verdad es que me ha emocionado.
HOMBRE: Dicen que hay otras dos mil personas pidiendo lo mismo de la misma
manera. Su propio hijo ha empezado hace unos días.
MUJER: Hay que estar muy seguro de lo que se hace para tomar una determinación
así.
HOMBRE: Pero me da la sensación de que con esos heroísmos no se consigue gran
cosa. Tal vez hagan alguna declaración elevada, como en las cumbres esas que
celebran y luego nunca cambia nada.
MUJER: Me hubiera gustado hablar con esa mujer, saber qué pensaba y qué sentía.
HOMBRE: Pues yo prefiero que no hayas hablado, conociéndote, te veo sin comer.
MUJER: (Cogiendo al bebé en brazos.) No podría, nuestro hijo aún me necesita.
HOMBRE: (Tomándola por el hombro.) Y yo qué, ¿no te necesito? (Se besan y salen.)
HIJO: Yo todavía necesitaba a mi madre.
MENDIGO: (Levantándose.) Pero ¿por qué no paran de llorar esos niños? (Gritando.)
¿Alguien puede hacer callar a esos niños? (Escucha y tras unos segundos, repite
gritando.) ¿Nadie va a hacer callar a esos niños? ¡Por favor, que los hagan callar!
(El HIJO se dirige hacia el mendigo.)
HIJO: ¿A qué niños se refiere?, señor. Yo no oigo nada.
MENDIGO: ¿Tú también estás sordo? ¿De verdad que no los oyes? No paran de llorar.
Lloran y lloran sin parar. Bueno, sí, a veces paran. Se oye un disparo y paran. Y
enseguida vuelta a lo mismo. No puedo resistirlo, me van a volver loco.
HIJO: ¿Y dónde están esos niños?
26
MENDIGO: Y yo qué sé. Sus gritos vienen de allí y de allí. (Señala a izquierda y
derecha.) Joven, ¿pero de verdad no los oye? ¡Calla! Ahora han disparado y han
dejado de llorar. Habrán matado a alguno y los demás, por miedo… Ahora, joven,
perdone, debo aprovechar para descansar antes de que empiecen otra vez. (Se
tumba y se tapa con una manta. El HIJO vuelve a su banco.)
(Pasan dos chicos, adolescentes.)
JOVEN 1: ¿Viste el golazo que metió ayer Figo2
?
JOVEN 2: (Como si no entrara en la conversación.) Sí, un golazo.
JOVEN 1: ¿Qué te pasa? Lo dices como si no lo hubieras visto, o no te importara.
JOVEN 2: No, si sí me importa, ya lo sabes.
JOVEN 1: O me cuentas qué te pasa o me piro.
JOVEN 2: Me voy a poner en huelga de hambre.
JOVEN 1: ¿Como la loca que se ha muerto?
JOVEN 2: Sí, pero yo no creo que estuviera loca.
JOVEN 1: No sé si loca, pero algo le faltaba. Estoy de acuerdo en que el mundo está
muy mal, pero siendo todos un poco más solidarios se solucionaría todo. Yo, si
quieres, cuando haya una manifestación por esos temas, te acompaño. (Pausa.)
Mira, no nos tomamos ahora esas birras y les pasamos las pelas a alguna ONG.
JOVEN 2: Gracias, tío. Pero no se trata de eso. Es necesario que se produzcan
cambios globales. Lo he leído en una revista: lo decía la mujer que ha muerto.
(El hijo, que escuchaba, como en las conversaciones anteriores, se levanta y se dirige al
banco donde se han sentado los dos jóvenes.)
HIJO: Perdonad que os moleste, pero es que os estaba oyendo.
JOVEN 1: Vaya, un cotilla.
2
O el nombre de cualquier otro jugador de moda.
27
HIJO: Sí, un poco, lo reconozco. Bueno, es que me interesa lo que habláis.
(Dirigiéndose a JOVEN 2.) ¿Cuántos años tienes?
JOVEN 2: Diecisiete, ¿por qué?
HIJO: ¿No te parece que eres muy joven para sumarte a una huelga así?
JOVEN 2: No sé si llegaré hasta el final, a eso no sé si me atreveré. Además, ¿qué
importa la edad?
JOVEN 1: Que sí tío, que este tiene razón. Que eres muy joven.
JOVEN 2: ¡Joder, ya estás como mi padre!, esto sí que es bueno.
MENDIGO: (Levantándose.) Ya están otra vez con esos gritos. (Gritando.) ¿Es que
nadie va a hacerlos callar? (Dirigiéndose a los JÓVENES y al HIJO.) Por favor, vosotros
que sois jóvenes, ¿no podríais ayudar a esos niños que no paran de llorar?
JOVEN 1: ¿Pero qué dice este viejo?
HIJO: Es que oye llorar a unos niños.
JOVEN 1: ¿Qué niños?
MENDIGO: Pero bueno, otro que está sordo. (Se aleja de ellos y grita con
desesperación.) ¿Es que nadie, por piedad, puede hacer callar a esos niños?
OSCURO
ESCENA DECIMOSEGUNDA
(Todos los personajes dormidos, tal y como terminó la primera escena. Ella empieza a
hablar, dormida todavía.)
ELLA: No, no, no quiero morir, quiero una galleta, por favor, una galleta. Redonda,
una galleta redonda y un vaso de leche, por favor. No quiero morir. (Grita.)
¡Noooooooo!
(Todos se despiertan con el grito, sobresaltados.)
28
KEN: ¿Qué te pasa?
VIEJO: Tranquila, estás aquí, en el paraíso.
ELLA: (Aún un poco en el sueño.) ¿Dónde está él?
KEN: ¿Quién? Despierta, todo ha terminado ya.
ELLA: (Volviendo a la realidad.) Ah, sois vosotros. He tenido una pesadilla.
KEN: No te preocupes, dicen que los primeros días es normal, el tránsito.
ELLA: Ah, el tránsito. (Pausa.) Tengo hambre.
VIEJO: Mandaré llamar, seguro que te traen algo aunque no sea la hora. (Va a tocar
una campanilla.)
ELLA: No, tengo hambre de vivir.
KEN: Me temo que eso ya no es posible.
ELLA: Pero necesito volver a verle, volver a ver a mis hijos.
VIEJO: Llevamos aquí un tiempo y, a mí al menos, nunca me ha asaltado un
sentimiento así.
KEN: A mí tampoco.
HOMBRE: Ni a mí.
KEN: Tú acabas de llegar.
HOMBRE: Sí, será por eso.
KEN: He hablado con otros internos y a nadie le aflige ya su vida. Esto es el paraíso.
Aquí están colmadas todas nuestras necesidades.
VIEJO: Tal vez sea porque tu muerte fue, en cierto modo, voluntaria. Nadie te obligó
a morir como a nosotros.
HOMBRE: ¿Voluntaria? ¿Moriste por gusto?
29
ELLA: Tanto como por gusto... Creí que no iban a dejar que muriera, que antes iban
a rectificar.
KEN: Debes reconocer que fuiste muy inocente.
ELLA: Sí, tal vez. ¿Pero vosotros no lo fuisteis?
KEN: ¿Qué íbamos a hacer, callarnos?
ELLA: ¿Y yo me iba a callar?, ¿iba a seguir sin intentarlo?
KEN: Es posible que hubiera otras formas de actuar.
ELLA: No lo sé. (Pausa.) ¿Entonces, este tormento, este deseo por estar con ellos,
me acompañará toda la eternidad?
VIEJO: Nosotros te ayudaremos a olvidarlo.
ELLA: (Con desesperación.) ¿Olvidarlo? ¿Dices olvidarlo? Jamás podré olvidarlo.
(Se retira a un lateral donde llora, aunque intenta reprimirse. EL HOMBRE AL QUE
MATÓ OTRA BALA se acerca a ella mientras KEN y el VIEJO vuelven a recostarse en sus
tumbonas.)
HOMBRE: (Hablará con timidez.) ¿Qué te pasa?
ELLA: No puedo soportarlo. (Pausa.) ¿Tú no sientes la necesidad de estar con los
tuyos?
HOMBRE: No. Estoy bien, relajado. Con ganas de disfrutar de la vida.
ELLA: ¿De la vida?
HOMBRE: De lo que sea esto. Mi otra vida, antes de morir, fue bastante dura.
ELLA: ¿Y no hacías nada por cambiarla?
HOMBRE: Tenía bastante con huir, procurar comida para mí y los míos, huir... y no
recuerdo más.
30
ELLA: Huir... si yo también hubiera huido... ahora... (Comienza a oírse un rumor de
gente que grita como en una manifestación, aún lejano, no se entiende lo que dicen.
Poco a poco se irá oyendo más cercano, pero sólo al final se entenderá lo que dicen.)
¿Qué es eso que se oye?
HOMBRE: No sé, desconozco las costumbres de este lugar. (Pausa.) ¿Por qué hizo
esa huelga de hambre que la llevó a morir?
ELLA: (Piensa en lo que va a decir.) Siento como si hubiera sido hace mucho tiempo.
Tengo más cerca a aquellos que dejé. ¿Por qué lo hice? Por intentar que dejaras de
sufrir.
HOMBRE: Yo sé lo que es pasar hambre. Uno se siente muy mal, sobre todo si ve
que sus hijos lloran. Siento admiración por lo que hizo. Pero ahora la veo tan mal,
tan triste, que quisiera hacer algo por usted. Pero no sé qué hacer para que no
sufra. (Le tiende la mano, ella se la estrecha y esboza una leve sonrisa.)
ELLA: Me recuerdas a mi hijo.
HOMBRE: Él se sentirá orgulloso de usted.
ELLA: Sí, creo que sí, pero no me llames de usted.
(El griterío que viene del exterior empieza a hacerse inteligible: JUSTICIA EN LA TIERRA,
JUSTICIA EN LA TIERRA, ABAJO EL PODER DE UNOS POCOS, ABAJO EL PODER DE UNOS
POCOS, BASTA DE EXPLOTACIÓN. KEN Y EL VIEJO se levantan de sus tumbonas. Se
dirigen los cuatro al borde del escenario y miran hacia abajo. Se miran, sus caras
reflejan la alegría por lo que están viendo y oyendo. El griterío pasará a plano de
fondo.)
ELLA: ¿Es posible eso que oyen mis oídos?
KEN: ¿Es posible eso que ven mis ojos?
31
VIEJO: Son millones de seres humanos.
HOMBRE: Y piden justicia.
ELLA: Mirad, aquellos son mis hijos, y él, él también está allí.
VIEJO: Y todos esos son los ogonis.
HOMBRE: Veo a toda mi familia, a todo mi pueblo.
(Comienza a sonar una música triunfal, épica. Los cuatro se abrazan y comienzan a
gritar mirando hacia abajo: ABAJO EL PODER DE UNOS POCOS, JUSTICIA EN LA TIERRA.)
OSCURO LENTO
FIN
AGOSTO 2000-JULIO 2001

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Motivos para una huelga de hambre

  • 1. 1 ¿Nos sobran los motivos? (Crónica de una huelga de hambre) Maxi de Diego 2001
  • 2. 2 “Nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene.” Eduardo Galeano, Patas arriba. La escuela del mundo al revés “Yo he preferido hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado.” Silvio Rodríguez, en su canción Resumen de noticias PERSONAJES: Ella Ken Saro-Wiwa El Viejo Ogoni Hombre al que mató otra bala Alguien Preso jefe Osi Hija Voz en off de Naemeka Achebe Mujer Hombre 1 Hombre 2 Hijo Mujer 1 Mujer 2 Mendigo Joven 1 Joven 2
  • 3. 3 ESCENA PRIMERA (Ella, Ken Saro-Wiwa, El Viejo Ogoni. Están sentados en una especie de terraza playera de un chiringuito. Sombrilla incluida. Ella lleva gafas de sol y traje de baño. Ken y El Viejo, camisas veraniegas y pantalón corto. Se mostrarán durante toda la escena especialmente relajados. En el momento en el que parecen estar tomando el sol entrará un hombre en traje de baño, una toalla colgada al cuello y en la mano un vaso con lo que parece ser una cerveza.) HOMBRE AL QUE MATÓ OTRA BALA: Perdonen, ¿es este el módulo para muertos políticos? KEN: Sí, aquí es. Siéntese, joven. (El hombre lo hace.) ¿Qué, recién llegado? HOMBRE: Sí, no hace ni cinco minutos. Lo que he tardado en ponerme el bañador. ¡Qué bien se respira aquí! ELLA: Es un auténtico paraíso. Qué temperatura, qué sol, qué dulces sonidos de los pájaros, el mar… VIEJO: ¿Y el olor, qué me dice de este aroma a madreselva e hinojo? ELLA: Una auténtica maravilla. HOMBRE: Tanto penar para acabar así, si lo hubiera sabido me hubiera muerto antes. KEN: Ah, ¿es que se ha muerto usted solo, de enfermedad? HOMBRE: No, bueno, creo que me he expresado mal… ELLA: Pues cuente, cuente, sin prisas. Aquí no hay prisas para nada.
  • 4. 4 HOMBRE: (Bebe un trago largo de cerveza antes de empezar a hablar.) Me mataron. No me pregunten quién porque no lo sé. Recibí un disparo por la espalda y aquí estoy. KEN: ¿Pero quién es usted?, ¿un luchador por los derechos humanos? HOMBRE: No sé qué es eso. Soy un campesino kurdo que huía de mis tierras, por la presión del ejército. KEN: ¿Entonces por qué le han mandado a usted a este módulo? HOMBRE: No sé muy bien, pero he oído en la recepción que la bala que me mató fue la que no disparó un tal Osi, un objetor de conciencia turco. ELLA: Ah, sí, yo leí algo sobre él en una revista española. Ha pasado largas temporadas en la cárcel por negarse a cumplir el servicio militar. KEN: Así que ahora van a venir también las víctimas, pues se va a llenar esto, con lo tranquilo que era. VIEJO: Nosotros también somos víctimas. KEN: Sí, pero de alguna manera nos lo hemos buscado por enfrentarnos al poder. ELLA: Habrán considerado que es un caso especial por lo de la bala esa que no disparó aquel muchacho. KEN: Sí, habrá sido eso, tampoco vamos a intentar entenderlo todo, ¿no? (Pausa.) Algo ha cambiado en mí, me acabo de dar cuenta, ahora creo que sería capaz de aceptar cualquier situación, de admitir cualquier mentira. Me siento distinto. VIEJO: Tal vez sea porque estés muerto. ELLA: Seguro que es por eso. A mí me sucede algo parecido. Es como si supiera que ahora ya nada puedo hacer y estuviera llena de una enorme tranquilidad. Pienso que esa debe ser la tranquilidad que disfrutaban los que no querían ver.
  • 5. 5 VIEJO: Creo que te entiendo. Yo antes de que Ken me hablara, me preocupaba que no hubiera pesca, pero mi vida era tranquila, cuando él me contó la verdad de lo que pasaba, algo cambió en mi interior. Era como si se me removieran las tripas por dentro. ELLA: Yo ahora incluso leo el periódico y me deja indiferente. KEN: A mí me pasa con los libros, me sigue apeteciendo leer, pero ya no siento esa emoción, ese sobrecogimiento. Apenas puedo escribir. Siento como si poco a poco mis deseos humanos fueran desapareciendo. ELLA: Yo ayer me puse a escribir un artículo sobre lo de mi huelga de hambre y no pasé de dos líneas. (Pausa.) ¿No sé si les interesa esto a ustedes? HOMBRE: Yo no sé de letras, pero siento un gran placer, un extraño placer escuchándoles. VIEJO: Sí, usted cuente lo que quiera. Yo luego me iré a pescar, aunque no sé si me apetece realmente… hay que devolver todo lo que se pesca, y está prohibido usar anzuelo. ELLA: Pues verán, había leído unos artículos interesantes en un periódico que daban pie a justificar mi huelga de hambre, permítanme que les dé algunos datos: en uno hablaban de 500.000 mujeres introducidas cada año en la Unión Europea para trabajar como prostitutas, otro recordaba la necesidad del 0,7 económico, pero sobre todo del político. (Según va hablando los otros tres personajes se van quedando dormidos.) Y otro hablaba del retroceso imparable que está sufriendo el continente africano. Especialmente este último era desolador. Y esto, todo esto era lo que pretendí cambiar, lo que pretendíamos. (Se da cuenta de que sus compañeros se han
  • 6. 6 quedado dormidos. Ella misma bosteza, se acuna en su tumbona y se dispone a dormir.) OSCURO ESCENA SEGUNDA ALGUIEN: Deberías dejar de leer todas esas revistas, esos informes, te noto extraña, te encierras, no quieres salir, no duermes, no tienes hambre. ELLA: Insinúas que me estoy volviendo loca. ALGUIEN: No he dicho eso… tal vez estés enferma. ELLA: Ahora que veo claro, dices que estoy enferma. Ahora que estoy a punto de romper con todo para hacer algo, para dejar de lavarme las manos… ALGUIEN: No seas injusta, nunca te has lavado las manos. Pero ¿qué vas a hacer? No me asustes. No me mires así. ELLA: ¿Cómo te voy a mirar si mis ojos están llenos de dolor? ALGUIEN: Acompáñame, vamos al cine o al teatro. Vámonos fuera este fin de semana… ELLA: Acompáñame tú a mí. ALGUIEN: ¿Adónde? ELLA: A decir basta. A enfrentarnos a los molinos de viento. ALGUIEN: Tal vez deberías visitar a un… ELLA: ¿Psiquiatra? ALGUIEN: Sí, tal vez. ELLA: Toma, lee. (Le da un montón de revistas y libros.) Amnistía Internacional, SOS Racismo, Mambrú, En Pie de Paz, la ONU, la Asociación Pro Derechos Humanos, Patas arriba de Eduardo Galeano… Lee y luego te acompaño al psiquiatra si quieres.
  • 7. 7 ALGUIEN: Sabes que prefiero la televisión. ELLA: Nadie te lo impide. Déjame sola, por favor. Tengo que prepararme para mañana. ALGUIEN: ¿Mañana? ¿Qué vas a hacer? ELLA: Aún no estoy segura. Necesito pensar un poco más. Ultimar algunos detalles. Pero no te asustes, no voy a hacer daño a nadie. No son mis métodos. Ya me conoces. Por favor, ahora déjame sola. Te agradezco tu interés. Más adelante quizás puedas ayudarme. Dame un beso. (ALGUIEN lo hace.) ALGUIEN: Piénsalo bien, sea lo que sea. ELLA: Lo haré, te lo prometo. (Le acompaña hasta la salida.) OSCURO ESCENA TERCERA (Ella se dirige al público, como si los espectadores fueran los periodistas de una rueda de prensa.) ELLA: No os voy a decir por qué. Ni siquiera cuando mi piel, mi carne, se torne transparente. Cuando mi piel fina, joven aún, se vuelva vieja, gastada, ni siquiera. No hace falta decir por qué. No, no voy a comer. A no ser que me mintáis, que seáis capaces de convencerme de que no hace falta. No hace falta, no es urgente, no es angustiosamente urgente. Sobrevolar el cielo y no mirar. No presentir que volverán a llamar a nuestras puertas para buscarnos. Pero no me preguntéis, no os voy a decir por qué. Sé que estoy sola. Pero sé que mañana no. O pasado mañana. Cuando la mayoría de vosotros os muráis de vergüenza porque vuestro periódico o vuestra
  • 8. 8 radio o vuestra televisión no haya dicho ni una palabra de lo que hago. Y entonces tal vez uno de vosotros o una de vosotras venga a hacerme compañía. Presiento que alguien me entenderá. Que mirará con mis propios ojos. Sé que vais a preguntarme por qué yo sola, por qué no a través de una organización. Sí, las hay que podrían ayudarme. Sé que me ayudarán, hay tiempo. Tal vez hoy mismo vengan a hablar conmigo, a apoyarme, a unir sus manos con las mías. Afortunadamente conozco otras miradas como las mías. Entonces ¿por qué yo sola? Es fácil, me he levantado después de una pesadilla horrible. Volvían a llamar a nuestras puertas los señores de la guerra. Y antes de que esa pesadilla sea una realidad he decidido empezar, hoy. No esperar ni un segundo más. Pero mi pesadilla es sólo una porción ínfima de lo que me mueve a no comer. Ya empiezo a sentir la necesidad. El vacío en mi vientre, en mi cabeza. Puede que sea más el hábito que la necesidad lo que provoque este vacío. Una porción. No voy a deciros nada más. Tal vez nunca os lo diga. Tendréis que mirar. Aquí y allá. Sobran los motivos. Me sobran las ganas de vivir, con dignidad, sin tener que arrepentirme por ser un ser humano. Pero basta de grandes palabras, de declaraciones bien sonantes. Las palabras están tan gastadas que dan asco. Palabras que sirven para todo y para todos. Ellos saben muy bien como apropiarse de ellas. Si queréis saber de mí ya sabéis dónde encontrarme. OSCURO ESCENA CUARTA ELLA: Recuerdo que cuando estudiaba Literatura nos hablaron, no sé si recordaré bien, de la poesía pura. Decía la profesora o el libro donde lo leí que los poetas
  • 9. 9 pretendían expresar con el menor número de palabras o con la mayor sencillez imaginable, la belleza del mundo, la perfección de la creación. ALGUIEN: Pero yo sólo te preguntaba por qué. ELLA: ¿Por qué no como? ALGUIEN: Sí. ELLA: Eso trataba de explicarte para que tú lo entiendas y lo cuentes. La mayor sencillez de las palabras para expresar lo contrario de lo que buscaba aquella poesía. Lo más turbio que no es fruto del azar, sino de cómo hemos montado esto que llaman mundo desarrollado. (Pausa.) Déjame intentarlo, no pretendo discursos, ni es el momento de los grandes y precisos datos que nos hacen pensar que todo es muy complicado y que nada tiene solución. Déjame imitar a los poetas puros. Déjame pensar en ese niño que trabaja duro en la mina o en la fábrica por cuatro monedas que no le salvarán de la pobreza. Déjame hablarte casi en silencio. (Ella cierra los ojos y parece concentrarse buscando esas palabras que irá pronunciando con mucha lentitud.) AGOTAMIENTO. MIEDO. SUDOR FRÍO. INFANCIA ROTA. MADRUGADA TRISTE. HAMBRE. JUEGO PERDIDO. (Pausa.) Pero basta, ya está claro, muy claro. (Lo ha dicho con rabia, con desesperación.) Ahora falta preguntarse, ¿no se puede hacer nada? Y yo tengo una respuesta. Quiero que me escuchen los que han montado este tinglado: los que venden más caro que compran, los que cobran intereses que matan, los que les venden sus armas o los que compran sus votos. Y como no tengo voz suficiente para que me oigan, les obligaré a que vean mi cuerpo transparente, mis huesos limpios de la carne que se negó a ser cómplice. ALGUIEN: Eres libre.
  • 10. 10 ELLA: Tal vez lo sea, pero soy libre en un mundo injusto y desigual. ¿Para qué me sirve mi libertad? ALGUIEN: No lo sé. ELLA: Libertad de comprar aquí o allá, de viajar, de leer, de amar, pero no de cambiar nada… si no muero. ALGUIEN: Ellos tienen el poder. ELLA. Tal vez dejen de tenerlo… ALGUIEN: ¿Merece la pena que mueras? ELLA: ¿Merece la pena estar viva sin intentarlo? ALGUIEN: Los héroes o heroínas no cambiarán el mundo. ELLA: ¿Y quién lo cambiará? No pretendo ser eso que dices. Puede que no cambie nada, pero mi acción... y mi muerte, si llega, removerá algunas conciencias… muchas… Yo qué sé. (Se miran durante varios segundos.) OSCURO ESCENA QUINTA PRESO JEFE: ¿Qué miras? OSI: ¿Me dices a mí? PRESO JEFE: Sí. OSI: (Aún sorprendido.) ¿De verdad que es a mí? PRESO JEFE: Sí, coño. ¿Qué miras? OSI: El muro. PRESO JEFE: ¿Y qué ves? OSI: Las estrellas.
  • 11. 11 PRESO JEFE: Ya sabía yo que estabas loco. Sólo un loco volvería a la cárcel por no hacer el servicio militar. OSI: ¿Y tú cómo sabes eso? PRESO JEFE: Yo sé todo lo que pasa aquí. OSI: ¿Todo? PRESO JEFE: Sí, todo. OSI: Pero no sabes lo que veo. PRESO JEFE: Por eso te he preguntado. OSI: Ya lo sabes. PRESO JEFE: (Mirando el muro.) Yo no veo las estrellas. OSI: Siéntate. (El preso jefe lo hace.) Mira, ¿ves esos puntos de ahí?, son la Osa Mayor. PRESO JEFE: Estás loco. OSI: Puede, pero ¿cómo puedo pasar el tiempo si vosotros me negáis la palabra? Me canso de leer. De esta forma me siento vivo, recuerdo cómo es el cielo, o el sol, o las nubes. Es la ventaja de que la pared sea vieja. (Pausa.) ¿Por qué me has hablado hoy? PRESO JEFE: ¿Por qué has vuelto? OSI: Ya ves, me han vuelto a condenar por lo mismo. PRESO JEFE: Estás loco. OSI: Eso ya lo has dicho. ¿Por qué me has hablado? PRESO JEFE: No lo sé. OSI: ¿No lo sabes? PRESO JEFE: No y aunque lo supiera no te lo diría. Yo hago lo que me da la gana.
  • 12. 12 OSI: Da igual, te agradezco que lo hayas hecho. Yo también estoy aquí. Soy de los vuestros. PRESO JEFE: No, tú no has matado, ni robado. OSI: Es curioso, a unos los encarcelan por matar y a otros por no matar. PRESO JEFE: Yo no maté a nadie en el servicio militar. OSI: Porque no te tocaría. Los hay que sí lo hacen. Además se podría hacer otras cosas con el dinero que gastan los ejércitos. PRESO JEFE: Eres un soñador. OSI: Y tú no eres tan duro como aparentas. PRESO JEFE: ¿Es un insulto? OSI: No. (Pausa.) Puedo dejarte un libro, por si te aburres. (Le acerca un libro y el preso jefe lo coge no muy convencido.) PRESO JEFE: Oye, ¿no lo pasaste mal cuando te negaste a comer? OSI: Muy mal. PRESO JEFE: Pero conseguiste no ponerte el uniforme. OSI: Sí. PRESO JEFE: Eres valiente. OSI: No. PRESO JEFE: Sí, sí lo eres. OSI: Tengo miedo. PRESO JEFE: ¿De qué? OSI: De no aguantar. De rendirme. PRESO JEFE: No lo hagas. OSI: Gracias.
  • 13. 13 OSCURO ESCENA SEXTA (Veremos paulatinamente a ELLA más cansada.) ELLA: Yo escuchaba canciones, ¿te acuerdas? Mientras planchaba. ¿Te acuerdas, verdad? La ropa de mis hijos y su ropa… Siempre decía que me maravillaba planchar. Era como beber una cerveza en un bar con buena música. Bueno, lo más parecido. Y entonces, a veces, sumergida en el ritmo de alguna música o de algunas letras, surgían ideas bellas. Bellos sueños de ser mejor, de cambiar algo que no me gustaba, de mi vida… o de otras vidas. De esas que leía en los periódicos o en las revistas, o en los libros que no inventan. ALGUIEN: Siempre pensando en los demás. Con todos los problemas que has tenido. Primero hay que solucionar lo de uno, ¿no? Pero tú siempre lo has querido todo. Lo tuyo y lo ajeno. Bueno, entiéndeme, solucionar lo tuyo y lo de los demás. Y la vida no da para tanto; tendríamos que vivir más de una para ser tan eficaces. Una auténtica soñadora. Y no están los tiempos para sueños. ¿La bolsa es un sueño? ¿Internet es un sueño? ¿La gestión macroeconómica… ELLA: (Interrumpiéndole.) Ya vale, no me jodas. Ahora te hablaba de mí. ALGUIEN: Sí, pero siempre das ese salto, de ti a los demás, no puedes remediarlo. Y ahora mira, esta locura de no querer comer, has armado un poco de revuelo y qué. ELLA: Yo sólo quería no perder la ilusión, sentía que a veces todo parecía terminar, que me rendía, me veía sentada en un sillón viendo esos programas nauseabundos, pensando sólo en ascender en el trabajo, en el apartamento en la playa. Callada, callada para siempre sin que nadie te escuche. Olvidarse del viento, de las olas, de
  • 14. 14 su poder de enamorar, para convertirse, solamente, en una mercancía más. Quiero soñar, vivir en un mundo donde hablar de amor con los amigos no signifique dejar de hablar de lo urgente, de lo evitable. Quiero ser feliz, sin angustia, sin temor a abrir el periódico, sin resignación. No quiero que mis brazos terminen de cruzarse o de caer rendidos. (Silencio.) ALGUIEN: ¿Tienes hambre? ELLA: Creo que sí. ALGUIEN: Tus hijos han llamado. ELLA: ¿Les has dado este teléfono? ALGUIEN. Sí, llamarán esta noche. Han dicho que están contigo, que te apoyan, que te dé ánimos. ELLA: Pues casi haces lo contrario. ALGUIEN: Será porque te quiero. OSCURO ESCENA SÉPTIMA ELLA: Sabes que no soy la única que se juega la vida por los demás. Periodistas, monjas y misioneros, activistas de organizaciones… los que viven en países no privilegiados o explotadores, como quieras llamarlos… HIJA: No te pido que lo dejes, sólo que no llegues hasta el final. Puedes aguantar unos días más… Está habiendo reacciones, muchas… aunque los periódicos y la televisión apenas digan nada. ELLA: ¿Y por qué sucede eso? También habrá que cambiarlo.
  • 15. 15 HIJA: Tal vez si en lugar de ir por libre, hubiera sido una campaña organizada desde el principio… ELLA: ¿Cuántas acciones organizadas han muerto en el olvido? Tú lo sabes, has participado en muchas de ellas. Además hemos recibido apoyo, hay miles de personas en todo el mundo que han iniciado una huelga como la mía. Ya no estoy sola. ¿Quieres que lo deje ahora que parece que funciona? Han venido a vernos de todos los partidos. En España hay doscientas personas haciendo lo mismo que yo. Mira esa habitación, está llena de gente humilde que le encuentra un significado a lo que hacemos. Tu hermano va a empezar dentro de unos días… HIJA: Y lo dices así, como si no te importara que tu hijo pueda morir. ELLA: ¿De verdad piensas eso de mí? HIJA: (Con desesperación.) No sé qué pensar, mamá. Pero te veo así, tan débil… No sé cuánto podrás aguantar… y ellos no van a reaccionar. Por otra parte, no has pedido nada en concreto. Puede que ese sea tu error. ELLA: Tal vez, no lo sé. Pero es que yo no sé qué pedir exactamente. No sé qué se necesita para solucionar los gravísimos problemas de las dos terceras partes de la humanidad. Pero sé que pueden hacerlo. Y tú lo sabes mejor que yo, pueden hacerlo. HIJA: Sí, mamá, pueden hacerlo. ELLA: Así no me podrán acusar de hacerles chantaje: sólo pido un compromiso, su palabra de que van a hacer tal o cual y yo ya veré si estoy de acuerdo; bueno, ya veremos si estamos de acuerdo. (Silencio.) Hija, gracias por venir.
  • 16. 16 HIJA: Necesitaba verte, pero tengo que irme. He dejado a los niños con una amiga, pero no puedo estar lejos más tiempo. ELLA: Por favor, nada de despedidas dramáticas. HIJA: No, mamá. ELLA: Tengo el presentimiento de que volveré a ver a mis nietos jugar. HIJA: Sí, mamá. OSCURO ESCENA OCTAVA1 (Ken Saro-Wiwa y un viejo pescador ogoni.) KEN: Hola, ¿puedo sentarme a tu lado? VIEJO: Sí, siéntate. ¿Quién eres? KEN: ¿No me conoces? VIEJO: Apenas veo. KEN: Apenas ves y apenas pescas. Soy Ken Saro-Wiwa. VIEJO: El que escribe. KEN: Sí. VIEJO: Es duro para mí no ver lo que pesco. KEN: ¿Cuántos días hace que no pescas? VIEJO: ¿Y cómo sabes que no pesco? KEN: Nadie pesca ya en esto ríos. VIEJO: ¿Cómo lo sabes tú? KEN: He hablado con otros ogonis. VIEJO: Dicen que es por culpa de las empresas petroleras que han venido de fuera. 1 Esta escena está basada en un relato de Eduardo Galeano en su libro “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”. Editorial Siglo XXI.
  • 17. 17 KEN: Y dicen bien, ellas son las culpables. Han destruido nuestra tierra, nuestras aguas, nuestro aire. Y matan y amenazan a quienes protestan. VIEJO: ¿Y por qué Abacha no hace nada? Él debería ocuparse de nuestros peces. KEN: Es un dictador. Tiene negocios con las empresas. Vende nuestra vida y compra armas a cambio. Y con ellas nos amenaza. Pero él y otros de otros países, principalmente de Estado Unidos, se están haciendo muy ricos con nuestro petróleo y sus armas. VIEJO: Ken, tú que sabes escribir, ¿por qué no escribes algo para que cambie esto? KEN: Ya lo he hecho y hemos protestado en la calle. VIEJO: ¿Y qué ha pasado? KEN: Me han amenazado. Dicen que si no me callo, me ahorcarán como hicieron con otros. VIEJO: ¿Qué vas a hacer? KEN: Me gustan las tierras donde han vivido siempre mis antepasados, ¿son bellas, verdad? VIEJO: Muy bellas, aunque ya apenas alcanzo a verlas. Pero tienes razón ya no huelen igual. KEN: Amigo, tengo miedo. VIEJO: Yo también. No conocía todo lo que me has contado. (Pausa.) La próxima vez que os reunáis para protestar, avisadme. KEN: Es peligroso. VIEJO: Sí, pero alguien debe pagar por haberme dejado sin pesca. KEN: Está anocheciendo, es una lástima que no puedas ver los atardeceres. Siguen siendo bellos. Con el sol no han podido.
  • 18. 18 VIEJO: Calla, alguien se acerca. KEN: No oigo nada, espera, sí, tienes buen oído. Serán otros pescadores. VIEJO: Nunca viene nadie a pescar aquí últimamente. (Irrumpen cuatro encapuchados con uniformes militares, aunque Ken y el viejo se resisten, son arrastrados fuera de escena; se oye arrancar un vehículo.) VOZ EN OFF DE KEN: Lo que las empresas petroleras Shell y Chevron han hecho del pueblo ogoni, a sus tierras y a sus ríos, a sus arroyos, a su atmósfera, llega al nivel de un genocidio. El alma del pueblo ogoni está muriendo, y yo soy su testigo. (Silencio.) (Se oye el estertor de un ahorcado.) VOZ EN OFF DE NAEMEKA ACHEBE: Soy Naemeka Achebe, gerente general de la Shell en Nigeria. Para una empresa comercial que se propone realizar inversiones, es necesario un ambiente de estabilidad… Las dictaduras ofrecen eso. OSCURO ESCENA NOVENA (Suena la canción de Lluis Llach, “Tendresa” – “Ternura”-. ELLA escribe sobre una mesa. ALGUIEN pasea nervioso.) ALGUIEN: ¿Cómo estás? ELLA: Cansada. ALGUIEN: Dos semanas y…nada. ELLA: Hay que esperar. ALGUIEN: Tal vez no debería decírtelo, pero estoy preocupado… ELLA: Ya lo sé. Yo también.
  • 19. 19 ALGUIEN: No pensarás llegar hasta el final. ELLA: Sí. ALGUIEN: Yo te pediría que… ELLA: Por favor no lo hagas. ALGUIEN: Pero es absurdo… ELLA: (Cortándole nuevamente.) Es posible, pero necesito… (Pausa.) ALGUIEN: ¿Qué?, dilo. ELLA: Tu comprensión. ALGUIEN: Sabes que voy a estar a tu lado, aunque… (Pausa.) ELLA: Dilo, por favor. ALGUIEN: No estoy de acuerdo contigo. No puedo estarlo, yo también te necesito. ELLA: Durante estas noches, aquí, entre las tétricas paredes de este cuarto prestado, pensaba en ti. En tu compañía, en tu amistad… a pesar de todo. Tu resistencia me ha hecho dudar, es lo único que me ha hecho dudar. No por lo que hago, más bien por lo que dejaré de hacer. Sí, lo que dejaré de hacer…, porque aunque no lo parezca, me gusta la vida. Sobre todo cuando estoy contigo… ALGUIEN: Si no te conociera, pensaría que esto es una declaración… ELLA: Y en cierto modo, lo es. ALGUIEN: Yo… (Ella le tapa la boca con su mano y le da un leve beso en la mejilla. Él la abraza y le acaricia la espalda. Ella le toma de la mano, le hace sentar, ella también lo hace y le recuesta sobre su pecho.) ELLA: (Con dulzura.) El mundo que vivo no lo siento mío a menudo y conozco los porqués de una revuelta:
  • 20. 20 miseria y guerra, hambre y muerte, fascismo y odio, rabia y miedo, rechazo un mundo que llora estas penas, tanta pena, pero de repente… llega… la ternura. Ah, si no fuera por la ternura que espera, la ternura que exalta la ternura que nos cura cuando atemoriza la soledad. (Silencio.) ALGUIEN: ¿Es tuyo? ELLA: No, es de una canción de Lluis Llach. ALGUIEN: Lluis Llach…, es bonito lo que dice. (Pausa.) Dime por lo menos que tu última decisión no está tomada. ELLA: Por favor, no me digas eso… Necesito tu apoyo, tu ternura. (Él se levanta.) ALGUIEN: ¿Y qué haré yo sin la tuya? OSCURO ESCENA DÉCIMA (Esta escena representa un sueño de ELLA. El ambiente de la escena buscará reproducir ese aire de ensoñación. Tal vez varias luces blancas cenitales. Tal vez la música de la banda sonora original de “La doble vida de Verónica”. ELLA, vestida con un pijama con dibujos infantiles, se deja llevar, se arrastra, al ritmo de la música, hasta que esta pase a un plano de fondo. ALGUIEN, acostado en otro lugar del escenario, aparenta dormir.
  • 21. 21 Entra una mujer vestida con traje militar en desorden. Tiene un pelo largo que lleva suelto y despeinado. Se sentará en una silla colocada debajo de una de las luces cenitales. Se quitará la pistola del cinturón y se la dará a ELLA. Ésta la dejará al lado de ALGUIEN, que seguirá durmiendo.) ELLA: Gracias por venir. MUJER: No he podido hacerlo antes, tuve que caminar en la oscuridad. Escondiéndome de los convoyes y de los focos. Por poco me descubren, pero estoy entrenada para realizar misiones difíciles. Años de duro entrenamiento… para nada. ELLA: Aquí estarás bien. (Le acaricia el pelo con suavidad.) He preparado café, toma. (Se lo sirve.) MUJER: Gracias, necesito algo caliente. La calle está fría. (Bebe.) Pero en las casas hace calor. Nunca ha hecho tanto calor en las casas. La gente está reunida. Esperan, saben que todo sucederá de un momento a otro. Tal vez hoy no haya ninguna persona sola en su casa. (Bebe.) Pero en la calle aún hace frío. Mucho frío. (Pausa. La música subirá durante unos segundos a primer plano, para volver a plano de fondo.) ELLA; ¿Y tú cómo estás? MUJER: No sé, por una parte me siento vacía, como si mi vida hubiera terminado, pero por otra… sí, es como si quisiera estar con la gente, con todos ellos, celebrarlo también, abrazarme, tener la esperanza que ellos tienen, dejarme arrastrar también por ese olor a felicidad y seguirlo, y bañarme en las fuentes, en los ríos, en el mar, pero tengo miedo. Ven. (ELLA y la mujer se abrazan. La música vuelve a subir durante unos segundos a primer plano hasta desaparecer.) ELLA: Otra vez estamos juntas. Aunque siempre te tuve tan cerca…
  • 22. 22 MUJER: No sé cómo pudieron darse cuenta. Tanta gente de acuerdo. ELLA: Algo debía cambiar. MUJER: Sí, pero acabar con los ejércitos… Hace sólo unos años se decía a los que pedían eso que eran unos locos utópicos, si no cosas peores. ELLA: Sí, a mí también me parece extraño. Pero fue como un soplo unido a millones o billones de soplos que sin que nadie se diera cuenta se convirtieron en un huracán. MUJER: Empresarios e insumisos reunidos, ecologistas y fabricantes de armas. Cuando lo vi en la televisión vi tan claro que tenían razón aquellas mujeres que gritaban que no querían volver a ver cómo llamaban a sus puertas para llevarse a sus hijos, que me dieron ganas de desnudarme en mitad del cuartel. ELLA: Se hubiera armado una buena. (Pausa.) ¿Tú crees que van a ceder? MUJER: La mayoría ya han cedido. ¿No te has dado cuenta de que sólo resisten en Madrid y cuatro sitios más? La mayoría de los mandos están negociando su pase a la vida civil. ELLA: Eso que dices, suena tan bien… MUJER: Sí, pero hay que tener cuidado, esos cuatro locos que quedan son peligrosos, ya lo han demostrado. ELLA: Pero están solos, nadie les apoya, ni la corona, ni los bancos, ni los medios de comunicación…, nadie. Dicen que puede ser cuestión de días. (Mientras hablaban, ALGUIEN ha ido desperezándose, primero, y se ha incorporado, después. Viste también un pijama con dibujos infantiles. Ha cogido la pistola como si se tratara de algo que huele mal, con la punta de los dedos pulgar e índice.)
  • 23. 23 ALGUIEN: (Su voz denotará un progresivo despertar.) ¿Pero no lo habéis oído? Lo acaban de decir en la radio, en la televisión, en el cine, en los periódicos… los últimos militares han dejado las armas. (ELLA y la MUJER se miran y se dan la mano. ELLA sale y vuelve deprisa con una botella de champán y tres copas. Intenta descorcharla pero no puede, le pasa la botella a ALGUIEN, quien también desiste, la MUJER, al primer intento, descorcha la botella y sirve.) ALGUIEN: Cómo se nota donde está la fuerza. MUJER: Estaba. ELLA: Tú, si quieres brindar, suelta la pistola. ALGUIEN: Estaba pensando en guardarla como recuerdo, tal vez dentro de unos años me den una pasta por ella, será una antigüedad. MUJER: Dámela, tengo que devolverla. Van a fundirla y a utilizar el metal para hacer no sé qué sillas de ruedas especiales para minusválidos. ALGUIEN: (Mirándola y dejándola en el suelo.) No es mala idea. ELLA: ¿A alguien se le ocurre un brindis? (Oscuro. Vuelve a sonar la música de forma estrepitosa. Al cabo de unos segundos una tenue luz descubrirá a ELLA acostada en su saco de dormir, bebiendo un vaso de agua. Oscuro total.) ESCENA DECIMOPRIMERA (Un parque, domingo por la mañana, primavera. El hijo de ELLA sentado en un banco en el centro del escenario, ensimismado. Por delante o detrás de él pasarán diversas parejas que comentarán la muerte de ELLA. En la parte delantera, izquierda o derecha, un mendigo dormita entre sus cartones, maleta y otras pobres posesiones.)
  • 24. 24 HOMBRE 1: ¿Te has enterado de lo de la mujer que no quería comer? HOMBRE 2: ¿La de la huelga de hambre? HOMBRE 1: Ha muerto. HOMBRE 2: ¿Qué le ha pasado? HOMBRE 1: Pues de no comer. Dijo que si los gobiernos no terminaban con la pobreza en el mundo moriría de hambre. HOMBRE 2: Mira que hay que estar loco. El mundo siempre ha sido así, pobres y ricos, y no hay quien lo cambie. HOMBRE 1: Yo estoy de acuerdo contigo, esa mujer estaba loca. (Los hombres pasan y salen de escena.) HIJO: (Con voz tranquila y resignada.) Mi madre no estaba loca. (Pasan dos mujeres.) MUJER 1: Lo que le pasaba a esa mujer es que no estaba integrada en el mundo en que vivimos. MUJER 2: ¿Y a qué llamas tú estar integrada? MUJER 1: Pues a disfrutar de lo bueno y aguantarse con lo malo. MUJER 2: Siempre has sido una filósofa. MUJER 1: Integrarse, esa es la palabra clave. Hay que saber integrarse. (Salen.) HIJO: Mi madre disfrutó de lo bueno, hasta que no pudo aguantarse con lo malo. Fue una mujer íntegra. MENDIGO: (Levantándose.) ¿Por qué lloran esos niños? (Gritando.) ¿Alguien puede hacer callar a esos niños? (Escucha y tras unos segundos vuelve a acostarse.) (Pasan un hombre y una mujer con un carrito con un niño.)
  • 25. 25 HOMBRE: ¿Has leído en el periódico lo de la mujer que estaba en huelga de hambre? Ha muerto. MUJER: Sí, y la verdad es que me ha emocionado. HOMBRE: Dicen que hay otras dos mil personas pidiendo lo mismo de la misma manera. Su propio hijo ha empezado hace unos días. MUJER: Hay que estar muy seguro de lo que se hace para tomar una determinación así. HOMBRE: Pero me da la sensación de que con esos heroísmos no se consigue gran cosa. Tal vez hagan alguna declaración elevada, como en las cumbres esas que celebran y luego nunca cambia nada. MUJER: Me hubiera gustado hablar con esa mujer, saber qué pensaba y qué sentía. HOMBRE: Pues yo prefiero que no hayas hablado, conociéndote, te veo sin comer. MUJER: (Cogiendo al bebé en brazos.) No podría, nuestro hijo aún me necesita. HOMBRE: (Tomándola por el hombro.) Y yo qué, ¿no te necesito? (Se besan y salen.) HIJO: Yo todavía necesitaba a mi madre. MENDIGO: (Levantándose.) Pero ¿por qué no paran de llorar esos niños? (Gritando.) ¿Alguien puede hacer callar a esos niños? (Escucha y tras unos segundos, repite gritando.) ¿Nadie va a hacer callar a esos niños? ¡Por favor, que los hagan callar! (El HIJO se dirige hacia el mendigo.) HIJO: ¿A qué niños se refiere?, señor. Yo no oigo nada. MENDIGO: ¿Tú también estás sordo? ¿De verdad que no los oyes? No paran de llorar. Lloran y lloran sin parar. Bueno, sí, a veces paran. Se oye un disparo y paran. Y enseguida vuelta a lo mismo. No puedo resistirlo, me van a volver loco. HIJO: ¿Y dónde están esos niños?
  • 26. 26 MENDIGO: Y yo qué sé. Sus gritos vienen de allí y de allí. (Señala a izquierda y derecha.) Joven, ¿pero de verdad no los oye? ¡Calla! Ahora han disparado y han dejado de llorar. Habrán matado a alguno y los demás, por miedo… Ahora, joven, perdone, debo aprovechar para descansar antes de que empiecen otra vez. (Se tumba y se tapa con una manta. El HIJO vuelve a su banco.) (Pasan dos chicos, adolescentes.) JOVEN 1: ¿Viste el golazo que metió ayer Figo2 ? JOVEN 2: (Como si no entrara en la conversación.) Sí, un golazo. JOVEN 1: ¿Qué te pasa? Lo dices como si no lo hubieras visto, o no te importara. JOVEN 2: No, si sí me importa, ya lo sabes. JOVEN 1: O me cuentas qué te pasa o me piro. JOVEN 2: Me voy a poner en huelga de hambre. JOVEN 1: ¿Como la loca que se ha muerto? JOVEN 2: Sí, pero yo no creo que estuviera loca. JOVEN 1: No sé si loca, pero algo le faltaba. Estoy de acuerdo en que el mundo está muy mal, pero siendo todos un poco más solidarios se solucionaría todo. Yo, si quieres, cuando haya una manifestación por esos temas, te acompaño. (Pausa.) Mira, no nos tomamos ahora esas birras y les pasamos las pelas a alguna ONG. JOVEN 2: Gracias, tío. Pero no se trata de eso. Es necesario que se produzcan cambios globales. Lo he leído en una revista: lo decía la mujer que ha muerto. (El hijo, que escuchaba, como en las conversaciones anteriores, se levanta y se dirige al banco donde se han sentado los dos jóvenes.) HIJO: Perdonad que os moleste, pero es que os estaba oyendo. JOVEN 1: Vaya, un cotilla. 2 O el nombre de cualquier otro jugador de moda.
  • 27. 27 HIJO: Sí, un poco, lo reconozco. Bueno, es que me interesa lo que habláis. (Dirigiéndose a JOVEN 2.) ¿Cuántos años tienes? JOVEN 2: Diecisiete, ¿por qué? HIJO: ¿No te parece que eres muy joven para sumarte a una huelga así? JOVEN 2: No sé si llegaré hasta el final, a eso no sé si me atreveré. Además, ¿qué importa la edad? JOVEN 1: Que sí tío, que este tiene razón. Que eres muy joven. JOVEN 2: ¡Joder, ya estás como mi padre!, esto sí que es bueno. MENDIGO: (Levantándose.) Ya están otra vez con esos gritos. (Gritando.) ¿Es que nadie va a hacerlos callar? (Dirigiéndose a los JÓVENES y al HIJO.) Por favor, vosotros que sois jóvenes, ¿no podríais ayudar a esos niños que no paran de llorar? JOVEN 1: ¿Pero qué dice este viejo? HIJO: Es que oye llorar a unos niños. JOVEN 1: ¿Qué niños? MENDIGO: Pero bueno, otro que está sordo. (Se aleja de ellos y grita con desesperación.) ¿Es que nadie, por piedad, puede hacer callar a esos niños? OSCURO ESCENA DECIMOSEGUNDA (Todos los personajes dormidos, tal y como terminó la primera escena. Ella empieza a hablar, dormida todavía.) ELLA: No, no, no quiero morir, quiero una galleta, por favor, una galleta. Redonda, una galleta redonda y un vaso de leche, por favor. No quiero morir. (Grita.) ¡Noooooooo! (Todos se despiertan con el grito, sobresaltados.)
  • 28. 28 KEN: ¿Qué te pasa? VIEJO: Tranquila, estás aquí, en el paraíso. ELLA: (Aún un poco en el sueño.) ¿Dónde está él? KEN: ¿Quién? Despierta, todo ha terminado ya. ELLA: (Volviendo a la realidad.) Ah, sois vosotros. He tenido una pesadilla. KEN: No te preocupes, dicen que los primeros días es normal, el tránsito. ELLA: Ah, el tránsito. (Pausa.) Tengo hambre. VIEJO: Mandaré llamar, seguro que te traen algo aunque no sea la hora. (Va a tocar una campanilla.) ELLA: No, tengo hambre de vivir. KEN: Me temo que eso ya no es posible. ELLA: Pero necesito volver a verle, volver a ver a mis hijos. VIEJO: Llevamos aquí un tiempo y, a mí al menos, nunca me ha asaltado un sentimiento así. KEN: A mí tampoco. HOMBRE: Ni a mí. KEN: Tú acabas de llegar. HOMBRE: Sí, será por eso. KEN: He hablado con otros internos y a nadie le aflige ya su vida. Esto es el paraíso. Aquí están colmadas todas nuestras necesidades. VIEJO: Tal vez sea porque tu muerte fue, en cierto modo, voluntaria. Nadie te obligó a morir como a nosotros. HOMBRE: ¿Voluntaria? ¿Moriste por gusto?
  • 29. 29 ELLA: Tanto como por gusto... Creí que no iban a dejar que muriera, que antes iban a rectificar. KEN: Debes reconocer que fuiste muy inocente. ELLA: Sí, tal vez. ¿Pero vosotros no lo fuisteis? KEN: ¿Qué íbamos a hacer, callarnos? ELLA: ¿Y yo me iba a callar?, ¿iba a seguir sin intentarlo? KEN: Es posible que hubiera otras formas de actuar. ELLA: No lo sé. (Pausa.) ¿Entonces, este tormento, este deseo por estar con ellos, me acompañará toda la eternidad? VIEJO: Nosotros te ayudaremos a olvidarlo. ELLA: (Con desesperación.) ¿Olvidarlo? ¿Dices olvidarlo? Jamás podré olvidarlo. (Se retira a un lateral donde llora, aunque intenta reprimirse. EL HOMBRE AL QUE MATÓ OTRA BALA se acerca a ella mientras KEN y el VIEJO vuelven a recostarse en sus tumbonas.) HOMBRE: (Hablará con timidez.) ¿Qué te pasa? ELLA: No puedo soportarlo. (Pausa.) ¿Tú no sientes la necesidad de estar con los tuyos? HOMBRE: No. Estoy bien, relajado. Con ganas de disfrutar de la vida. ELLA: ¿De la vida? HOMBRE: De lo que sea esto. Mi otra vida, antes de morir, fue bastante dura. ELLA: ¿Y no hacías nada por cambiarla? HOMBRE: Tenía bastante con huir, procurar comida para mí y los míos, huir... y no recuerdo más.
  • 30. 30 ELLA: Huir... si yo también hubiera huido... ahora... (Comienza a oírse un rumor de gente que grita como en una manifestación, aún lejano, no se entiende lo que dicen. Poco a poco se irá oyendo más cercano, pero sólo al final se entenderá lo que dicen.) ¿Qué es eso que se oye? HOMBRE: No sé, desconozco las costumbres de este lugar. (Pausa.) ¿Por qué hizo esa huelga de hambre que la llevó a morir? ELLA: (Piensa en lo que va a decir.) Siento como si hubiera sido hace mucho tiempo. Tengo más cerca a aquellos que dejé. ¿Por qué lo hice? Por intentar que dejaras de sufrir. HOMBRE: Yo sé lo que es pasar hambre. Uno se siente muy mal, sobre todo si ve que sus hijos lloran. Siento admiración por lo que hizo. Pero ahora la veo tan mal, tan triste, que quisiera hacer algo por usted. Pero no sé qué hacer para que no sufra. (Le tiende la mano, ella se la estrecha y esboza una leve sonrisa.) ELLA: Me recuerdas a mi hijo. HOMBRE: Él se sentirá orgulloso de usted. ELLA: Sí, creo que sí, pero no me llames de usted. (El griterío que viene del exterior empieza a hacerse inteligible: JUSTICIA EN LA TIERRA, JUSTICIA EN LA TIERRA, ABAJO EL PODER DE UNOS POCOS, ABAJO EL PODER DE UNOS POCOS, BASTA DE EXPLOTACIÓN. KEN Y EL VIEJO se levantan de sus tumbonas. Se dirigen los cuatro al borde del escenario y miran hacia abajo. Se miran, sus caras reflejan la alegría por lo que están viendo y oyendo. El griterío pasará a plano de fondo.) ELLA: ¿Es posible eso que oyen mis oídos? KEN: ¿Es posible eso que ven mis ojos?
  • 31. 31 VIEJO: Son millones de seres humanos. HOMBRE: Y piden justicia. ELLA: Mirad, aquellos son mis hijos, y él, él también está allí. VIEJO: Y todos esos son los ogonis. HOMBRE: Veo a toda mi familia, a todo mi pueblo. (Comienza a sonar una música triunfal, épica. Los cuatro se abrazan y comienzan a gritar mirando hacia abajo: ABAJO EL PODER DE UNOS POCOS, JUSTICIA EN LA TIERRA.) OSCURO LENTO FIN AGOSTO 2000-JULIO 2001