1. La industria Cultural Ilustración como engaño de masas Adorno Martha Gpe Garza Galván Mat 102927 David Hernández Casas Industrias Culturales
2. El cine y la radio no necesitan darse como arte. La verdad de que no son sino negocio les sirve de ideología que legitima la porquería que producen. Se autodefinen como industrias y las cifras de los sueldos de sus directores generales eliminan cualquier duda respecto a la necesidad social de sus productos. La racionalidad técnica es hoy la racionalidad del dominio mismo. La técnica de la Industria cultural ha llevado solo a la estandarización y producción en serie, sacrificando aquello por lo cual la lógica de la obra se diferenciaba de la lógica del sistema social. Cualquier huella de espontaneidad del público en el marco de la radio oficial es dirigido y absorbido. Es por eso que la constitución del público favorece al sistema de la industria cultural en una parte del sistema. Para todos hay algo previsto. Cada quien debe comportarse de acuerdo al nivel que le ha sido asignado previamente sobre la base de índices estadísticos y echar mano de la categoría de productos de masa que ha sido fabricada para su tipo. Finalmente los productos mecánicamente diferenciados se revelan como lo mismo, por ejemplo las diferencias entre la serie Chrysler y General Motors que los conocedores discuten como ventajas o desventajas solo sirve para mantener la apariencia de competencia y de posibilidad de elección. El mundo entero es conducido a través del filtro de la industria cultural.
3. Los productos paralizan las facultades de la espontaneidad del actual consumidor cultural así como la imaginación pues están hechos de tal manera que para percibirlos adecuadamente hay que tener una rapidez de intuición así como una gran capacidad de observación y competencia específica prohibiendo a la vez directamente la actividad pensante del espectador si es que este no quiere perder los hechos que pasan con tanta rapidez ante su mirada La violencia de la sociedad industrial (maquinaria) actúa en los hombres de una vez por todas. La industria cultural fija positivamente, mediante prohibiciones, su propio lenguaje, con su sintaxis y vocabulario. La rara capacidad de cumplir minuciosamente las exigencias del idioma de la naturalidad en todos los sectores de la industria cultural se convierte en medida de la habilidad o competencia. El denominador común <Cultura> contiene ya virtualmente la captación, catalogación y clasificación que entregan a la cultura en manos de la administración. Las masas tienen lo que desean y se aferran obstinadamente a la ideología mediante la cual las esclaviza. La industria se adapta a los deseos por ella misma evocados. La industria cultural determina ya el consumo pero por otra parte descarta lo que no ha sido experimentado como un riesgo. Por eso se habla siempre de idea, innovación y sorpresa, de aquello que sea archiconocido y a la vez no haya existido nunca. Para ello todo debe estar en movimiento pues solo el triunfo universal del ritmo de producción y reproducción mecánica garantiza que nada cambie
4. Todos los elementos de la industria cultural se han dado mucho antes que ésta, solo que ahora son retomados desde lo alto y puestos a la altura de los tiempos. Lo que la industria cultural extingue fuera como verdad, puede reproducirlo a placer en su interior como mentira. La industria cultural, es la industria de la diversión que es la prolongación del trabajo bajo el capitalismo tardío. Su ideología es el negocio. El espectador no debe necesitar ningún pensamiento propio: el producto prescribe toda reacción, no en virtud de su contexto objetivo, sino a través de señales. Toda conexión lógica que requiera esfuerzo intelectual es cuidadosamente evitada. Si la mayor parte de las radios y los cines callasen, es sumamente probable que los consumidores no sintieran en exceso su falta. El abultado aparato de la industria de la diversión no hace más humana la vida de los hombres. Ésta defrauda continuamente a sus consumidores con respecto de aquello que les promete. La industria cultural reprime. La risa se convierte en un instrumento de estafa a la felicidad. El principio del sistema se basa en presentar todas las necesidades como susceptibles de ser satisfechas por la industria cultural. Ofrece como paraíso la misma vida cotidiana de la que se quería escapar en primer lugar.
5. La actual fusión de cultura y entretenimiento no se realiza sólo como depravación de la cultura, sino también como espiritualización forzada de la diversión. Divertirse significa siempre que no hay que pensar, que hay que olvidar el dolor, incluso allí donde se muestra. El progreso de la estupidez no puede quedar detrás del progreso de la inteligencia. En el cine, la estrella no solo encarna para la espectadora la posibilidad de que también ella pudiera aparecer un día en pantalla, sino también la distancia que las separa. Solo a una puede tocarle la suerte y aunque todos tienen la misma posibilidad, la ven como tan mínima que mejor la cancela y se alegra de la suerte del otro, que podría ser el mismo pero que nunca lo es. La perfecta semejanza es la absoluta diferencia. Azar y planificación se vuelven idénticos, la felicidad o infelicidad del individuo singular pierde toda significación económica. El azar mismo es planificado. La cultura a contribuido siempre a domar y controlar los instintos. La cultura industrializada hace aún más. Enseña e inculca la condición que es preciso observar para poder tolerar de algún modo esta vida despiadada. En la industria cultural el individuo es tolerado sólo en cuanto su identidad incondicionada con lo universal se halla fuera de toda duda. Puede disponer de la individualidad de forma tan eficaz sólo porque en ésta se reproduce desde siempre la íntima fractura de la sociedad. El arte es una especia de mercancía. Preparada, registrada, asimilada a la producción industrial, adquirible y fungible. Pero esta especie de mercancía, que vivía del hecho de ser vendida y de ser escencialmente invendible, se convierte hipócritamente en lo invendible de verdad, tan pronto como el negocio no sólo es su intención sino su mismo principio.
6. Hoy, las obras de arte son preparadas oportunamente por la industria cultural, inculcadas a precios reducidos a un público resistente y su disfrute se hace accesible al pueblo como los parques. El arte por el arte, publicidad por sí misma. Hoy, la industria cultural ha heredado la función civilizadora de la democracia de las fronteras y de los empresarios, cuya sensibilidad para las diferencias de orden espiritual no fue nunca excesivamente desarrollada. Es el triunfo de la publicidad en la industria cultural, la asimilación forzada de los consumidores a las mercancías culturales, desenmascaradas ya en su significado.