El utilitarismo es una teoría ética que juzga la moralidad de las acciones basándose en su capacidad de maximizar la felicidad y el bienestar general. Fue desarrollado por Jeremy Bentham en el siglo XVIII y sostiene que una acción es correcta si produce más felicidad que cualquier otra alternativa. El utilitarismo ha evolucionado a lo largo del tiempo y hoy en día se aplica comúnmente para evaluar decisiones en ámbitos como la política y los negocios.
1. El utilitarismo:
Aspectos relevantes:
El utilitarismo es una doctrina ética que fue hecha claramente a finales del siglo XVIII y desde
entonces ha contado con numerosos seguidores, particularmente en el mundo británico.
El utilitarismo es una teoría ética que asume las siguientes tres propuestas: lo que resulta
intrínsecamente valioso para los individuos, el mejor estado de cosas es aquel en el que la suma de
lo que resulta valioso es lo más alta posible; y lo que debemos hacer es aquello que consigue el
mejor estado de cosas conforme a esto. De este modo, la moralidad de cualquier acción o ley viene
definida por su utilidad para los seres sintientes en conjunto. Utilidad es una palabra que refiere
aquello que es intrínsecamente valioso para cada individuo. En economía, se llama utilidad a la
satisfacción de preferencias, en filosofía moral, es sinónimo de felicidad, sea cual sea el modo en el
que esta se entienda. Estas consecuencias usualmente incluyen felicidad o satisfacción de las
preferencias. El utilitarismo es a veces resumido como "el máximo bienestar para el máximo
número". De este modo el utilitarismo recomienda actuar de modos que produzcan la mayor suma
de felicidad posible en conjunto en el mundo.
Su tema principal es definir la corrección de toda acción por su utilidad, esto quiere decir, por los
resultados o consecuencias producidos por ella. De ahí que esta doctrina se conozca también con el
nombre de consecuencialismo.
Precursor:
El creador y configurador del utilitarismo fue Jeremy Bentham (1748-1832) con su Introduction to
the Principles of Morals and Legislation (1780).
De hecho, puede decirse que los utilitaristas que lo siguieron no han hecho más que tratar de
mejorar o cambiar diferentes puntos de esa idea inicial. Naturalmente, tampoco Bentham comienza
de cero al realizar su teoría moral: fácilmente se notan las influencias del empirismo británico
(sobre todo de John Locke y David Hume) como de algunos otros pensadores de la Ilustración
francesa (como Claude-Adrien Helvétius).
Bentham comienza de un supuesto psicológico que no discute por parecerle evidente. Según él,
el hombre se mueve por el fundamento de la mayor felicidad: esta es la explicación de todas sus
acciones, tanto privadas como públicas, tanto de la moralidad individual como de la legislación
política o social. Una acción será correcta si, con independencia de su naturaleza intrínseca, resulta
útil o beneficiosa para ese fin de la máxima felicidad posible. Una felicidad que concibe, además,
de modo hedonista; se busca en el fondo y siempre aumentar el placer y disminuir el dolor.
Contenido:
El contenido y sentido del utilitarismo de Bentham se entiende mejor si se menciona la intención de
su autor. Esta no era otra que cambiar profundamente la legislación británica, que ayudaba en
2. realidad a mantener unas desigualdades sociales y discriminaciones políticas muy notorias. Y,
conforme al espíritu ilustrado de la época, nada mejor que reemplazar ese régimen jurídico basado
en privilegios heredados por un sistema transparente, racional y secular. Una vez visto el fin natural
de la felicidad placentera, todo consiste en dejar que la luz de la razón ordene y sancione lo justo y
lo injusto, desechando toda otra regla procedente de oscuras e injustificadas instancias (metafísicas,
religiosas, tradicionales, etc.). En realidad, se trata de mover la vida social y política el criterio que
sirve para la vida individual, a saber, el sensato procedimiento de calcular los costos y beneficios de
cada acción para elegir en cada caso la más productiva en términos de placer.
La evolución del utilitarismo:
El utilitarismo se ha visto respondido por numerosas críticas que reclaman o defienden el valor de la
naturaleza intrínseca de la acción, además de sus consecuencias, a la hora de evaluarla moralmente.
Y la respuesta de los utilitaristas ha sido la de reformular seguidamente su teoría.
Un intento de escapar a la estrecha concepción del utilitarismo clásico vino de la mano de George
Edward Moore (1873-1958). Según él, el placer no es la única experiencia valiosa o importante, no
es el único componente de la felicidad, y por tanto no es el único fin que se debe perseguir. Por eso,
además, el fin moralmente correcto no es sólo promover la felicidad humana, sino fomentar todo lo
valioso, con independencia de que nos haga o no felices. Es decir, se trata de promover el mayor
valor posible, propio o ajeno, humano o en la naturaleza (por ejemplo, la belleza). Moore no tiene
ningún reparo en introducir la noción de valor o bondad intrínseca como una propiedad “no natural”
—en el sentido de no física o sensible—, simple e indefinible; por lo que su teoría es conocida
como un utilitarismo “ideal”.
Posteriormente, el utilitarismo evolucionó hacia el denominado utilitarismo de la preferencia; entre
sus defensores recientes puede mencionarse al economista John C. Harsanyi (1920-2000) y a Peter
Singer (1946). Se trata en realidad de avanzar en la coherencia con el principio empirista e
individualista que ya incluía el utilitarismo inicial. De este modo, ya no es posible apelar a una
naturaleza común a todos los seres humanos que tuviera un único fin (aunque fuera el mero placer);
ahora se habla de preferencias individuales de las personas afectadas, sin ninguna referencia
objetiva, alegando la diferente concepción de la felicidad que cada cual puede libremente sostener.
No es difícil imaginar los problemas en los que se ve envuelto quien pretende calcular las
consecuencias de sus acciones bajo este presupuesto, pues las preferencias individuales (si es que se
conocen) pueden ser muy dispares y además cambiantes.
Otra discusión en el seno del utilitarismo es la de si el criterio de utilidad se aplica no tanto a actos
cuanto a normas; es decir, si hay que hablar no tanto de un utilitarismo de actos sino de un
utilitarismo de reglas. Según este último, una acción es correcta cuando cumple una norma que, de
ser obedecida de modo general, acarreará mejores consecuencias que cualquier otra norma
pertinente en el caso. Sin embargo, esta forma de utilitarismo ha sido criticada como inconsecuente,
pues en favor de una regla ciertamente beneficiosa a veces habría que dejar de realizar una acción
concreta que efectivamente tuviera los mejores efectos, con lo que en realidad se renunciaría a la
esencia al utilitarismo.
3. Actualidad:
En la actualidad el utilitarismo está presente por ejemplo en prestaciones y subsidios por
desempleo, asistencia médica universal, educación pública, o subvenciones entre otros.
La toma de decisiones en nuestro diario vivir está enmarcada en una serie de valores que
cambian según las tendencias y mega tendencias mundiales. Estas decisiones se caracterizan por
ser cada vez más continuas, rápidas y globales, donde se debe aprovechar el momento y no se tiene
tiempo para pensar en la gran cantidad de variables que están presentes en tomar alguna decisión en
particular. Por esta razón, la toma de decisiones moderna se basa simplemente en la medición
económica, donde solo se piensa en el dinero que se pierde o se gana, dejando a un lado la parte
ética y moral de dicha acción, sin meditar en sus posibles consecuencias futuras.
En la actualidad, la toma de decisiones con ética ha retomado un papel crucial en las empresas, ya
que el impacto y la trascendencia de una decisión es cada día mayor. Existen algunas razones por
las cuales las empresas han visto en la ética, la manera de mejorar sus resultados finales a través de
su imagen. Razones como los posibles efectos secundarios no deseados de las decisiones
empresariales, la reaparición del hombre y sus actos como factor diferenciador de las
organizaciones, el aumento del poder humano sobre la naturaleza y el surgimiento de la empresa
como eje del desarrollo social, le dan una ponderación alta a las decisiones éticas y morales
basadas en valores, sobre las decisiones meramente económicas.
Para la aplicación actual de este modelo ético, primero asumamos que el utilitarismo se basa en la
teoría económica de la relación costo-beneficio, donde una persona está dispuesta a invertir en un
proyecto solo si su retorno es mayor a la inversión inicialmente realizada. El utilitarismo cumpliría
su función permitiéndonos identificar, entre varias opciones, cuales son viables y más importantes
aún, cual genera mayor beneficio para la comunidad. Por otra parte, el utilitarismo se puede aplicar
en el establecimiento de políticas de precios, donde se busque un equilibrio entre el uso y la
satisfacción por el precio pagado. También podemos aplicar el utilitarismo a una palabra muy de
moda en el mundo empresarial colombiano actual, la eficiencia, que dicho en términos utilitaristas,
es obtener mayores “placeres” con los menores “sufrimientos” posibles. Esto nos indica que para el
utilitarista, la acción más eficiente es la acción más adecuada para la obtención de beneficios que
aumentan el placer, lo que conllevaría a una mayor utilidad y al cumplimiento del fin
socioeconómico de la empresa con el respectivo bienestar social.
En la actualidad, esta escuela de pensamiento filosófica proporcionaría el mejor modo de evaluar el
carácter ético de una decisión cotidiana, ya que nos permite determinar qué actuación proporciona
el mayor beneficio para la sociedad o en dado caso, cual causa el menor daño. En otras palabras, si
se nos presenta la posibilidad de tomar una decisión, podemos aplicar el utilitarismo para saber ¿qué
hacer? (lo que genere mayor beneficio) y saber ¿cómo hacerlo? (uso eficiente de los recursos). Si
llevamos esto al ámbito empresarial, nos aclararía qué debemos producir? (bienes necesarios),
¿cuál sería su precio adecuado? (beneficio mutuo) y ¿cuál es la mejor forma de hacerlo? (eficiencia
y utilidad).