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Desfallecer
Alejandra Corso
Carlos Arango
Michelle Helo
Sebastían Medina
María José García
Fabian Fonseca
Cuentos Infantiles y más S.A, 2016
Editorial Cuentos Infantiles y más S.A
2016
Bogotá, Colombia
Impreso en Bogotá,
Colombia
Desfallecer_
Alejandra Corso
Carlos Arango
Michelle Helo
Sebastían Medina
María José García
Fabian Fonseca
C uentos Infantiles y más S.A
Finalmente logré enfocar mi vista tratando de identificar donde me encontraba, con rapidez me percaté de que
era un paisaje singular, que al parecer simulaba ser una gran extensión de agua que se presentaba ante mí imitan-
do las proporciones de un mundo inexplorable, pero a pesar de haber pasado un tiempo, no se aún cuanto, todo
sigue siendo borroso, como si una nube blanca fuera el filtro que se interpone entre mi ser y aquel paisaje. En la
lejanía veo pequenas manchas del color de la arena, todo es difuso pero sus perfiles son claros, mientras froto mis
ojos con el fin de lograr enfocar un poco voy notando que son islas, aquellos elementos longitudinales y achata-
dos con tonalidades verdosas y amarillas ¡son islas!. Mi asombro es mayor cuando, después de mucho esfuerzo por
ver más allá de la nube, descubro también que están habitadas por pequeñas personas, pero no de cualquier
tipo, son una tribu indígena; son hombrecillos que sin sentido alguno caminan de lado a lado.
Ante la inmensidad del agua que me rodea, empiezo a preguntarme cómo fue que llegué a este lugar tan peculiar.
Dirijo mi mirada hacia abajo, es entonces cuando me doy cuenta que al igual que aquellos seres incomprensibles
estoy sobre una de estas llamativas islas, las cuales no están compuesta por arena o tierra sino que por lo contra-
rio, son lo que parece ser una superficie entretejida lo suficientemente fuerte para soportarme, pero a su vez flexible
para mantener su relación con aquel inmenso e incomprensible “lago”. Levanto la mirada de nuevo y ahí esta ella
justo frente a mí, la mujer que me roba el aliento; no sé cómo pasó o que hace aquí, pero la angustia y desorienta-
ción que ciento en este momento no son nada comparado con la inmensa confusión y esperanza que me genera
el verla allí.
Me acerco caminando y apresuro el paso cada vez más, su silueta ahora un poco confusa por los rayos del sol
parece alejarse, sin embargo, continúo. Solo pienso en que en algún momento el final de la isla la detendrá y será
aquel gran cuerpo de agua el que me permita alcanzarla. Después de varios pasos parece que ya se acerca el
borde, sin embargo, al cruzar la fuente de luz que cubría mi cara puedo ver su imagen en una de las otras islas. Las
posibilidades de llegar a ella se desvanecen momentáneamente, pero mis ganas de conocerla y entenderla me
llevan a preguntarme de qué manera podré llegar a tan lejano lugar, ya que hace no mucho tiempo formaba parte
de mi plano existencial. el mismo material y entonces la solución se hace un poco más clara. Rápidamente busco
en la isla un remo, pero por más que lo intento no logro encontrar ninguno, así que me valgo de la isla misma, arran-
co con desesperación algunos de los troncos que me soportan para usarlos como remo, me siento en el borde y
comienzo a bogar. Es entonces cuando me doy cuenta que todo el tiempo tuve la solución a mis pies, aquella isla
sobre la que me encontraba se convierte en todo un barco transoceánico con rumbo hacia ella.
Durante aquel recorrido de características indescriptibles, pude notar como el manto que servía de soporte para
mi embarcación iba consumiendo parte de ella, en ese momento perdí mi horizonte por unos segundos, la falta de
entendimiento de aquel extraño fenómeno sumado a una realidad cada vez más cambiante, llenaban mi ser de
miedo.
De momento todo se nubló, mi barco se estremeció como si chocara contra un arrecife y perdí el equilibrio por
un instante, la desesperación se apoderó de mi cuerpo, intentando locamente ubicarme de nuevo en mi pe-
queña isla; tropecé con uno de los bordes y todo a mi alrededor se tornó oscuro y silencioso, entré a un mundo
de tinieblas rodeado de muros los cuales solo me permitían avanzar en una dirección, divisé lo que parecía ser
una luz y me dispuse a ir hacia ella sin estar seguro de a donde me llevaría; llegué a una estructura que a simple
vista parecía mi embarcación, como pude logré subir en ella solo para darme cuenta de que estaba en un
lugar completamente desconocido, enfoqué mi mirada en los alrededores buscando algo conocido que me
permitiera ubicarme, pero solo me encontré con una realidad en la cual aquella nueva estructura no pertene-
cía a ningún lugar sino más bien a todos. Como si la desesperación no fuera suficiente tortura en aquel instante,
también había perdido de vista aquella figura que guiaba mi ser anteriormente.
Luego de recobrar mi fuerza de voluntad pude ver que estaba sobre algo que parecía ser un cubo. Ahí
parado sobre una base blanca que ayudaba a aquella estructura de madera a flotar, la cual a simple vista
hecha a partir de muchos cuadrados; cuando volví a centrar mi mirada en busca de ella, simplemente ya no
estaba, solo estaba yo junto a esta enigmática construcción; de inmediato me percaté de que las islas se esta-
ban transformando en estas singulares estructuras que flotan, las cuales intentaban constantemente unirse entre
ellas pero sin importar lo que hicieran, aquel objeto blanco que les permitía flotar, no dejaría que se juntaran
en ningún momento, esto me hizo recordar la aparente imposibilidad que me acechaba mientras intentaba
alcanzar mis objetivos. De repente vino a mi mente algo que aquella confusa situación borró de mi mente, recor-
dé algo que me podía ayudar a cambiarlo, mi cuerpo se llenó de esperanza, busqué de forma desesperada
en cada uno de mis bolsillos en busca de un objeto que me permitiera cambiar esta realidad tan escabrosa y
finalmente me concediera estar junto a ella, me agarré de una escalera negra, la cual no sabía por qué estaba
ahí, pero que me ayudaría a no caer en ese mundo acuático cuando por fin el borde blanco desapareciera
ante mis pies.
Luego de desafiar esta traicionera realidad, por fin las casas se encontraban juntas intenté buscar por todos
sus bordes un lugar por el cual entrar, colgado de una baranda en la cubierta; pero este cubo no tenía entra-
das, solo había una pequeña ventana por la cual no cabía, pensé con lógica y me di cuenta que la escalera
no estaba puesta de decoración, esta inusual casa que flotaba no tenía la entrada por el frente, tenía la
entrada por su cubierta, como si alguien quisiera tener un jardín en el techo, como si se buscara que la gente
caminara por encima de todo, mientras en la casa algún día soñara por encima del agua.
Así que subí, con tal velocidad que ni sabía que ya estaba arriba y hasta me olvidé cual era mi cubo y cuál
era el de ella, pero ahí estaba, un sonido, unos pasos, algo que caía y caía y que venía de una de las escale-
ras, fui lo más ágil posible, pero no corrí para no hacer ruido y no espantar a aquella sombra, baje las escaleras
lentamente, unas escaleras de huella y contrahuella que enmarcaban un cuadrado que se volvía a abrir hacia
el agua, el agua que mostraba que el cubo nunca se desconectaba del exterior, y que aunque parecía un
cubo sin entrada y sin salida, siempre estaba contenido y sostenido por ese líquido transparente que era mi
compañero mientras recorrida un camino que me llevara junto a ella.
El ruido imparable de los suaves pasos de mi amada me despertó de mi reflexión sobre aquel cubo flotante y
continúe mi camino, buscando suave y silenciosamente la ruta que el sonido me mostraba, pasé por debajo
de una cama que al igual que la casa flotaba; llegue a un espacio central, rodeado de una mesa, una escale-
ra y un lavamanos, pero seguía sin verla, parecía que estuviera entre las paredes; después de un rato lo vi,
encontré el sonido que me confundía, que no me dejaba escuchar sus pasos, era la llave del lavamanos que
dejaba caer lentamente cada gota de agua como si fuera a tocar una canción, como si quisiera taparme los
oídos con ese ruido sigiloso; así que me acerque, decidido a cerrar la llave, pero algo me detuvo, era yo refle-
jado en el agua como si fuera un dibujo, como si me pintaran en piedras, como si.... "¡no!" Me grite a mí mismo, bus-
cando despertar de las distracciones para no perderle el paso a ella; cerré la llave del agua y dejaron de
caer las gotas, pero mi cara se deformó al igual que mi dibujo en el agua, el cual lentamente se iba por el sifón;
de pronto note que no era solo el dibujo de mi rostro el que se deformaba y fluía.
En aquel momento sentía desde el fondo de mi alma como el dibujo no era lo único que se desvanecía, intente
golpear suavemente mi rostro para despertar del trance en el que me encontraba, en ese instante lo noté, al
igual que aquel reflejo me estaba convirtiendo en algo de lo que buscaba escapar, mis manos poco a poco
se tornaban de un tono transparente, la desesperación se apodero de mí, no podía creer lo que estaba suce-
diendo; sentí que algo me estaba absorbiendo, no pude ver muy bien que era, ya que para ese entonces
todo estaba borroso, al igual que la figura de mi rosto estaba bajando por lo que parecía ser una tubería,
pero no de cualquier tipo ya que esta al igual que el agua era completamente transparente, expectante
decidí aceptar esta nueva realidad, con la esperanza de que el destino me llevará junto a ella.
Aquel desagüe me succionó como si fuese algo efímero; allí entre la turbulencia de un vacío, uno como solo en
los pensamientos más oscuros y tormentosos se puede imaginar, aquel en el que sientes que caes mientras pier-
des el sentido del tiempo y el espacio. Me encontré inmerso en medio de la escorrentía del agua de algo que
a simple vista parecía un acueducto romano, como si del mismo líquido de Alexandria se tratara, podía sentir
que había algo que me soportaba, un algo que no me dejaba caer, un soporte cuya estructura me sostenía,
en principio pensé en aquellas imponente ruinas en piedra que se proyectaban frente a mi sin que pudiera per-
cibir su final, pero rápidamente una idea inundo mi mente y en lo único que podía pensar era en que ella era
mi soporte mientras mi cuerpo avanzaba por aquella empedrada y antigua estructura.
En ese momento me di cuenta que mi historia me llevaba a través de un tiempo y diferentes espacios que aún
no entendía que relación tenían entre ellos; un canal que me transportaba por mi propio peso y que a pesar
de saber que era yo el que se transportaba, no se sentía de la misma forma; la masa que estaba acostumbra-
do a soportar por mí mismo no se encontraba allí, era como si el agua fuese yo. Era un peso completo que caía
por medio de una fuerza tan potente como el de la misma gravedad, aun no sabía de qué se trataba pero
algo ya me daba indicios de esto que perseguiría en mi andar, acercándome al final, veo una construcción en
ruinas. Las ruinas de algo que en su momento debió ser maravilloso y espectacular pero ya no lo es; de pronto
fui consciente de la gravedad en su pleno vacío y me dejé caer libremente.
Sin siquiera pensar en resistirme, permití que esta estructura me transportara hacia donde quisiera llevarme; tan
ligero como un pájaro que cae sin ninguna razón, como si sus alas ya no funcionaran. A medida que me acer-
caba pude notar mi presencia reflejada al final del camino, en aquel momento choqué con tal magnitud que
sentí como si hubiese atravesado mi propia existencia para remplazarla por una nueva y mejorada. El agua me
acompañó hasta aquel momento, como era recurrente, y en cierto modo fue ella la que me impulsó y botó
contra aquel elemento, probablemente dispuesto para que yo me golpeara contra él. Con el impacto todo
se volvió borroso, otra vez; no sabía dónde me encontraba o como estaba físicamente, tal vez esa ligereza
me hizo olvidar que era y a qué mundo pertenecía.
imagen del estampilla-
do contra el muro
De nuevo me encontraba en un lugar oscuro, un lugar al parecer infinito y frío. ¿En qué momento iba a parar
esta búsqueda, esta incertidumbre de andar llegando a lugares desconocidos, sin ningún propósito?. Aunque,
pensándolo bien, si tenía un propósito en todo este revoltijo de emociones y sensaciones, buscarla a ella y
hacerla parte de mí. Me percaté de que estaba acostado sobre un piso de textura dura, que a pesar de ser
de piedra no se sentía frío, es mas era relativamente cálido al tacto; me paré y parpadeé tratando de ver algo
dentro de esa oscuridad perpetua, al tercer pestañeo abrí los ojos, y todo apareció ante mis ojos.
Era un lugar que no conocía, como siempre que me transportaba, sin embargo algo en el me pareció extraña-
mente familiar, sus paredes blancas como la cal, su piso de piedra amarillenta calentado por el sol de la tarde,
sus techos a un agua hechos con listones de Roble y cubiertos por tejas de barro, las ventanas orientadas
hacia aquel patio central que organizaba todo el edificio; ¡Eso era!, en donde debería haber un gran Cerezo
solo había agua, un gran espejo de agua. No era desagradable, pero me decepcionaba estar tan cerca de
un lugar que fuera tan conocido para mí y que otra vez algo se interpusiera en mi camino, el agua.
Como una ilusión apareció ella, se encontraba al otro lado del espejo, como si estuviera con los pies en el
cielo y las nubes acompañaran su compás al caminar. Desde ese momento supe que las únicas dos cosas que
tenía claras en esto que estaba viviendo eran que, primero estaba tratando de alcanzarla a ella, a como
diera lugar y segundo, de alguna forma, aún no sabía cuál, el agua hacía que cambiara de un espacio a otro.
A pesar de esto, tenía que llegar a ella, una vez más, debía intentar alcanzarla.
Caminé hacia el borde de aquel gran estanque y con un miedo y una incertidumbre absurdas puse un pie en
el agua, nada pasó, sencillamente este se hundió y toqué el fondo, resbaloso y frío a pesar del sol que calen-
taba el ambiente. Fui caminando con cautela hacia ella que se encontraba de espaldas a mí, cada paso que
daba me llenaba de intriga y miedo no solo por la posibilidad de perderla, sino que a medida que seguía
adelante la estructura de aquel edificio que rodeaba el espejo desparecía y solo quedaba la inmensidad del
vacío celestial ante mis ojos; en determinado momento deseé no haber parpadeo, pues en una milésima de
segundo la había perdido nuevamente, se desvaneció y no pude hacer nada para evitarlo. Desesperadamen-
te me boté al agua buscando atravesar aquel límite entre el mundo celestial y el submarino, me acosté allí con
la esperanza de poder transportarme a otro lugar donde pudiera volver a verla, pero nada pasó, simplemente
me llené de ese líquido indeseado y frío; en medio de mi exasperación cerré los ojos en busca del llanto, y me
volteé boca abajo; ya no tenía sentido lo que fuera que estaba viviendo, quería dejarme morir y evitar el dolor
y el vacío que me generaba perderla tantas veces.
En determinado momento mi perspectiva del mundo cambió, ya no me encontraba acostado, estaba de pie,
posiblemente en uno de los bordes que contenían el espejo de agua, mirando hacia el suelo del estanque,
este se abrió como una puerta inmensa invitándome a entrar en lo desconocido, sin pensarlo seguí adelante
expectante por saber a dónde me conducirá nuevamente el destino. Poco a poco mi panorama se tornaba
más claro, nuevamente estaba viajando por lo que parecía ser una tubería trasparente, mientras avanzaba
podía distinguir a lo lejos lo que parecía mi siguiente escenario, a simple vista era una ciudad pero entre más
cerca me encontraba del final de aquel canal el ambiente de mi transporte se tornaba turbio e incomprensible.
De repente y sin darme cuenta me encontraba contemplando la ciudad que anteriormente había visto desde
la lejanía de un plano existencial distinto a todo lo conocido, en ese momento me dispuse a entender el lugar
en el cual me encontraba y el por qué estaba allí, fue entonces cuando me percaté de que al igual que en
ocasiones pasada, me encontraba frente a aquel indeseable y escurridizo liquido del cual ahora solamente
quiero escapar, por un instante pensé que esta sobre él pero luego de unos segundos note la existencia de
lo que parecía ser un puente que sostenía mi existencia y me alejaba de todas mis dudas.
No era una cuestión de miedo, tampoco una cuestión de angustia por lo inesperado, por lo inimaginable; era
una búsqueda incansable de nuevas sensaciones, de nuevas experiencias, una búsqueda de lo impensable e
impredecible, una necesidad de protegerla de lo que fuera que la estuviera atormentando. Y ahí estaba ella,
justo a mi costado esperando ser contemplada a pesar de nunca haber mostrado sentimientos o cualquier
tipo de humanidad; la monumentalidad del entorno en el cual nos encontrábamos la hacía más humana que
la expresión misma de aquella imponente catedral a sus espaldas con todos sus detalles que evocan un cultu-
ra llena de expresión, ¿que podía hacerla mas humana?, me dispuse entonces a observarla por unos segundos
buscando entender como cada nuevo escenario al cual entraba la hacía parecer aún más perfecta que el
anterior. De momento entre mis pensamientos y la realidad me percaté de que al igual que yo ella me observa-
ba desde la distancia expectante por mi siguiente movimiento.
Ya había visto muchas veces esos ojos negros, grandes e inexpresivos como la luna llena en una noche despe-
jada y sin estrellas; en cuestión de segundos inicio su marcha hacia aquel hermoso pero tenebroso rio, por un
instante pensé que la perdería de nuevo pero para mi sorpresa simplemente continuó´caminando sobre las
aguas incitándome a seguirla a lo largo de aquel bello paseo. En ese momento me llene de valor, sin importar
lo que el destino quisiese de mí salté´sobre aquella firme pero fría rejilla que me separaba de una caída a ese
mundo que buscaba evitar a toda costa, cerré los ojos por un segundo mientras caía, solo para darme cuenta
que sin importar lo pesado de mi ser, estaba cayendo de forma tal que al tocar la superficie del rio simplemente
parecía ser una cama de plumas que me sostenía sobre lo desconocido.
En ese instante me dispuse a seguirla, comencé a caminar encima del manto de plumas a mis pies sin quitarle
la mirada de encima para no perderla de nuevo, de repente noté como mis pies poco a poco se humedecían
a medida que avanzaba, bajé la mirada para ver que sucedía, solo para darme cuenta que aquella división
que me protegía de caer en la desesperación había desaparecido bajo mis pies, el abatimiento intentaba
locamente apoderarse de la situación pero a pesar de esto, al ver que no me hundía por alguna razón fuera
de mi entendimiento, fue la esperanza de alcanzarla lo que me permitió seguir adelante.
A lo largo de esta caminata iba notando la existencia no solo de mi amada sino que también de grandes
estructuras que nos acompañaban de forma monumental, en ese instante algo llamo mi atención al igual que
la iglesia al principio de mi recorrido por esta ciudad, ante mí se presentaba un edificio de proporciones celes-
tiales una obra completamente armónica que evocaba en mi un sentimiento de exaltación hacia el mundo
humano, por un tiempo estuve observando aquella magnifica construcción buscando una forma de compren-
der su importancia su forma su razón de ser, ya que en ella veía reflejada a mi amada, en ese instante la recordé
y desperté de aquel sinfónico trance para continuar mi camino.
Lleno de fe seguí caminando tras ella mientras me encontraba a mi mismo disfrutando de un paisaje urbano y
cultural que me incitaba a no detenerme, poco a poco fui notando un cambio en mi estado, a medida que
avanzaba dejaba una especie rastro de un color verde fluorescente el cual exaltaba las cualidades espacia-
les de un manera trascendental, pero eso no importaba en lo más mínimo ya que por primera vez en esta encru-
cijada llena de locuras y decepción me encontraba cerca de alcanzarla, a lo largo de este camino la calma
que me transmitía el entorno llenaba mi ser a tal punto que no me percaté del momento en el cual habíamos
abandonado aquella hermosa ciudad para adentrarnos en un mundo completamente desconocido, nueva-
mente.
En aquel instante en el que fui consciente de mi nuevo paraje mi mente se estremeció por unos segundos, para
luego buscar una explicación de cómo el entorno pasó de ser un recinto formal y humano a lo que parecía un
tranquilo claro en un pequeño bosque a las afueras de alguna ciudad.
Lo primero que pude notar al detallar este nuevo mundo en el cual me dejó la desembocadura de un espacio
que ni bien puedo describir con palabras, era que todo a mi alrededor se encontraba en calma, a mi costado
noté la presencia de un frondoso y oscuro bosque que al igual que ella, era inexplorable e incomprensible por
mi mente.
Esto me llevo a buscar una escapatoria en lo que a simple vista parecía otra expresión del mundo acuático
del cual era cautivo, al detallarlo pude notar una figura flotando como un lirio en agua tranquilas y de inmedia-
to supe que era ella, mi amante. En aquel momento me dispuse a analizar el lugar en donde me encontraba,
note casi de inmediato las cualidades del manto acuático que tenía frente a mí; solo puedo describirlo como
un camino ascendente sin final alguno, en el cual solo podía visualizar un elemento vertical que a simple vista
me recordó la simbología religiosa de donde provengo, pero esto no era todo, a lo lejos se proyectaba una
monumental estructura que por sus proporciones me invitaba a entrar y buscar refugio en ella.
En aquel instante todo estuvo claro en mi mente, debía salvarla y llevarla conmigo a aquel refugio de paz en
el cual podríamos estar juntos definitivamente, me dispuse a buscar la manera de lograr este cometido, mis obs-
táculos eran más evidentes que mis ganas de estar con ella. El agua, aquel elemento voluble que no había
hecho nada más que abrir una brecha cada vez que la esperanza desentrañaba un nuevo horizonte. El am-
biente se volvió turbio, los demonios de mi interior me incitaban a dejar atrás todo por lo que he estado lucha-
do, cerré mis ojos y me enfoqué en aquella estructura y su sinfónica relación con el infinito plasmado en la plani-
cie acuática que como un espejo reflejaba las intenciones de la naturaleza en aquel claro.
Me acerque lentamente, mi alma llena de seguridad como nunca antes, cada paso significaba estar más cerca
de lo que más añoraba, al llegar al borde de aquella infinita y pacifica escalinata de agua, el destino se puso
de nuevo en mi contra la transparencia de la misma desapareció y como una tormenta en el océano todo el
panorama tomo un tono hostil frente a mi presencia, asombrado decidí llevar mis pensamientos a la iglesia cer-
cana, ya que ésta a pesar de la infame tempestad en el entorno continuaba firme debido a su materialidad
en piedra que transmitía de por sí, un sentimiento de seguridad.
Al recobrar el valor me dispuse a continuar, lo primero que note es que aquel magnífico símbolo se encontraba
a mi costado, al parecer aquella tempestad se había desecho de él con el fin de plasmar cuál iba a ser mi
destino si seguía por aquel oscuro camino; respire profundo y como la firme estructura en piedra frente a mí tome
la cruz en mis brazos, sin importar lo pesado del material la hinque sobre aquella temeraria tempestad y como
un barco a la deriva en busca de tierra firme me dispuse a rescatar a mi amada.
La poderosa e implacable madre naturaleza atentaba contra mi voluntad física y mental, pero a pesar de su
poderosa influencia nunca pasó por mi mente el rendirme, cada vez me acercaba más, el agua en su intento
por absorber mi esencia iba corrompiendo lo único que me servía de soporte. Cada segundo que pasaba me
encontraba más cerca de cumplir con mi objetivo; por fin la vi a mi costado derecho tan frágil como cuando
mis ojos la percibieron por primera vez, de inmediato entendí que la parte física de mi cuerpo no podría acce-
der a ella por lo que me hice con una pequeña pero firme rama que aquella corriente trajo hacia mi; mientras
trataba de surcar aquella turbia situación, la tomé de un brazo y con las pocas fuerzas que aún quedaban en
mi cuerpo, la acerqué hasta la orilla de la implacable estructura firme como roble, la cual por fin le daría paz a
nuestra almas desorientadas.
En un primer momento me dispuse a solo contemplar aquella bella dama, mientras mi cuerpo se llenaba de un
sentimiento de satisfacción y seguridad, la adrenalina corría por mis venas, mi corazón a mil no dejaba de pal-
pitar, por fin, sentí que era el momento de estar con aquella majestuosa figura, me acerque lentamente rogando
que el ángel del destino nos permitiera estar juntos al fin, el ambiente se tornó oscuro y poco a poco empecé
a perder la percepción de aquel armónico y seguro espacio en el cual estaba, cerré los ojos buscando paz
en mi interior sin siquiera imaginarme que esa era la última vez que la vería.
Y desperté.
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Desfallecer

  • 2.
  • 3.
  • 4.
  • 5.
  • 6. Desfallecer Alejandra Corso Carlos Arango Michelle Helo Sebastían Medina María José García Fabian Fonseca Cuentos Infantiles y más S.A, 2016 Editorial Cuentos Infantiles y más S.A 2016 Bogotá, Colombia Impreso en Bogotá, Colombia
  • 7. Desfallecer_ Alejandra Corso Carlos Arango Michelle Helo Sebastían Medina María José García Fabian Fonseca C uentos Infantiles y más S.A
  • 8. Finalmente logré enfocar mi vista tratando de identificar donde me encontraba, con rapidez me percaté de que era un paisaje singular, que al parecer simulaba ser una gran extensión de agua que se presentaba ante mí imitan- do las proporciones de un mundo inexplorable, pero a pesar de haber pasado un tiempo, no se aún cuanto, todo sigue siendo borroso, como si una nube blanca fuera el filtro que se interpone entre mi ser y aquel paisaje. En la lejanía veo pequenas manchas del color de la arena, todo es difuso pero sus perfiles son claros, mientras froto mis ojos con el fin de lograr enfocar un poco voy notando que son islas, aquellos elementos longitudinales y achata- dos con tonalidades verdosas y amarillas ¡son islas!. Mi asombro es mayor cuando, después de mucho esfuerzo por ver más allá de la nube, descubro también que están habitadas por pequeñas personas, pero no de cualquier tipo, son una tribu indígena; son hombrecillos que sin sentido alguno caminan de lado a lado. Ante la inmensidad del agua que me rodea, empiezo a preguntarme cómo fue que llegué a este lugar tan peculiar. Dirijo mi mirada hacia abajo, es entonces cuando me doy cuenta que al igual que aquellos seres incomprensibles estoy sobre una de estas llamativas islas, las cuales no están compuesta por arena o tierra sino que por lo contra- rio, son lo que parece ser una superficie entretejida lo suficientemente fuerte para soportarme, pero a su vez flexible para mantener su relación con aquel inmenso e incomprensible “lago”. Levanto la mirada de nuevo y ahí esta ella justo frente a mí, la mujer que me roba el aliento; no sé cómo pasó o que hace aquí, pero la angustia y desorienta- ción que ciento en este momento no son nada comparado con la inmensa confusión y esperanza que me genera el verla allí.
  • 9.
  • 10. Me acerco caminando y apresuro el paso cada vez más, su silueta ahora un poco confusa por los rayos del sol parece alejarse, sin embargo, continúo. Solo pienso en que en algún momento el final de la isla la detendrá y será aquel gran cuerpo de agua el que me permita alcanzarla. Después de varios pasos parece que ya se acerca el borde, sin embargo, al cruzar la fuente de luz que cubría mi cara puedo ver su imagen en una de las otras islas. Las posibilidades de llegar a ella se desvanecen momentáneamente, pero mis ganas de conocerla y entenderla me llevan a preguntarme de qué manera podré llegar a tan lejano lugar, ya que hace no mucho tiempo formaba parte de mi plano existencial. el mismo material y entonces la solución se hace un poco más clara. Rápidamente busco en la isla un remo, pero por más que lo intento no logro encontrar ninguno, así que me valgo de la isla misma, arran- co con desesperación algunos de los troncos que me soportan para usarlos como remo, me siento en el borde y comienzo a bogar. Es entonces cuando me doy cuenta que todo el tiempo tuve la solución a mis pies, aquella isla sobre la que me encontraba se convierte en todo un barco transoceánico con rumbo hacia ella. Durante aquel recorrido de características indescriptibles, pude notar como el manto que servía de soporte para mi embarcación iba consumiendo parte de ella, en ese momento perdí mi horizonte por unos segundos, la falta de entendimiento de aquel extraño fenómeno sumado a una realidad cada vez más cambiante, llenaban mi ser de miedo.
  • 11.
  • 12. De momento todo se nubló, mi barco se estremeció como si chocara contra un arrecife y perdí el equilibrio por un instante, la desesperación se apoderó de mi cuerpo, intentando locamente ubicarme de nuevo en mi pe- queña isla; tropecé con uno de los bordes y todo a mi alrededor se tornó oscuro y silencioso, entré a un mundo de tinieblas rodeado de muros los cuales solo me permitían avanzar en una dirección, divisé lo que parecía ser una luz y me dispuse a ir hacia ella sin estar seguro de a donde me llevaría; llegué a una estructura que a simple vista parecía mi embarcación, como pude logré subir en ella solo para darme cuenta de que estaba en un lugar completamente desconocido, enfoqué mi mirada en los alrededores buscando algo conocido que me permitiera ubicarme, pero solo me encontré con una realidad en la cual aquella nueva estructura no pertene- cía a ningún lugar sino más bien a todos. Como si la desesperación no fuera suficiente tortura en aquel instante, también había perdido de vista aquella figura que guiaba mi ser anteriormente.
  • 13.
  • 14. Luego de recobrar mi fuerza de voluntad pude ver que estaba sobre algo que parecía ser un cubo. Ahí parado sobre una base blanca que ayudaba a aquella estructura de madera a flotar, la cual a simple vista hecha a partir de muchos cuadrados; cuando volví a centrar mi mirada en busca de ella, simplemente ya no estaba, solo estaba yo junto a esta enigmática construcción; de inmediato me percaté de que las islas se esta- ban transformando en estas singulares estructuras que flotan, las cuales intentaban constantemente unirse entre ellas pero sin importar lo que hicieran, aquel objeto blanco que les permitía flotar, no dejaría que se juntaran en ningún momento, esto me hizo recordar la aparente imposibilidad que me acechaba mientras intentaba alcanzar mis objetivos. De repente vino a mi mente algo que aquella confusa situación borró de mi mente, recor- dé algo que me podía ayudar a cambiarlo, mi cuerpo se llenó de esperanza, busqué de forma desesperada en cada uno de mis bolsillos en busca de un objeto que me permitiera cambiar esta realidad tan escabrosa y finalmente me concediera estar junto a ella, me agarré de una escalera negra, la cual no sabía por qué estaba ahí, pero que me ayudaría a no caer en ese mundo acuático cuando por fin el borde blanco desapareciera ante mis pies. Luego de desafiar esta traicionera realidad, por fin las casas se encontraban juntas intenté buscar por todos sus bordes un lugar por el cual entrar, colgado de una baranda en la cubierta; pero este cubo no tenía entra- das, solo había una pequeña ventana por la cual no cabía, pensé con lógica y me di cuenta que la escalera no estaba puesta de decoración, esta inusual casa que flotaba no tenía la entrada por el frente, tenía la entrada por su cubierta, como si alguien quisiera tener un jardín en el techo, como si se buscara que la gente caminara por encima de todo, mientras en la casa algún día soñara por encima del agua. Así que subí, con tal velocidad que ni sabía que ya estaba arriba y hasta me olvidé cual era mi cubo y cuál era el de ella, pero ahí estaba, un sonido, unos pasos, algo que caía y caía y que venía de una de las escale- ras, fui lo más ágil posible, pero no corrí para no hacer ruido y no espantar a aquella sombra, baje las escaleras lentamente, unas escaleras de huella y contrahuella que enmarcaban un cuadrado que se volvía a abrir hacia el agua, el agua que mostraba que el cubo nunca se desconectaba del exterior, y que aunque parecía un cubo sin entrada y sin salida, siempre estaba contenido y sostenido por ese líquido transparente que era mi compañero mientras recorrida un camino que me llevara junto a ella.
  • 15.
  • 16.
  • 17.
  • 18. El ruido imparable de los suaves pasos de mi amada me despertó de mi reflexión sobre aquel cubo flotante y continúe mi camino, buscando suave y silenciosamente la ruta que el sonido me mostraba, pasé por debajo de una cama que al igual que la casa flotaba; llegue a un espacio central, rodeado de una mesa, una escale- ra y un lavamanos, pero seguía sin verla, parecía que estuviera entre las paredes; después de un rato lo vi, encontré el sonido que me confundía, que no me dejaba escuchar sus pasos, era la llave del lavamanos que dejaba caer lentamente cada gota de agua como si fuera a tocar una canción, como si quisiera taparme los oídos con ese ruido sigiloso; así que me acerque, decidido a cerrar la llave, pero algo me detuvo, era yo refle- jado en el agua como si fuera un dibujo, como si me pintaran en piedras, como si.... "¡no!" Me grite a mí mismo, bus- cando despertar de las distracciones para no perderle el paso a ella; cerré la llave del agua y dejaron de caer las gotas, pero mi cara se deformó al igual que mi dibujo en el agua, el cual lentamente se iba por el sifón; de pronto note que no era solo el dibujo de mi rostro el que se deformaba y fluía. En aquel momento sentía desde el fondo de mi alma como el dibujo no era lo único que se desvanecía, intente golpear suavemente mi rostro para despertar del trance en el que me encontraba, en ese instante lo noté, al igual que aquel reflejo me estaba convirtiendo en algo de lo que buscaba escapar, mis manos poco a poco se tornaban de un tono transparente, la desesperación se apodero de mí, no podía creer lo que estaba suce- diendo; sentí que algo me estaba absorbiendo, no pude ver muy bien que era, ya que para ese entonces todo estaba borroso, al igual que la figura de mi rosto estaba bajando por lo que parecía ser una tubería, pero no de cualquier tipo ya que esta al igual que el agua era completamente transparente, expectante decidí aceptar esta nueva realidad, con la esperanza de que el destino me llevará junto a ella.
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  • 32. Aquel desagüe me succionó como si fuese algo efímero; allí entre la turbulencia de un vacío, uno como solo en los pensamientos más oscuros y tormentosos se puede imaginar, aquel en el que sientes que caes mientras pier- des el sentido del tiempo y el espacio. Me encontré inmerso en medio de la escorrentía del agua de algo que a simple vista parecía un acueducto romano, como si del mismo líquido de Alexandria se tratara, podía sentir que había algo que me soportaba, un algo que no me dejaba caer, un soporte cuya estructura me sostenía, en principio pensé en aquellas imponente ruinas en piedra que se proyectaban frente a mi sin que pudiera per- cibir su final, pero rápidamente una idea inundo mi mente y en lo único que podía pensar era en que ella era mi soporte mientras mi cuerpo avanzaba por aquella empedrada y antigua estructura. En ese momento me di cuenta que mi historia me llevaba a través de un tiempo y diferentes espacios que aún no entendía que relación tenían entre ellos; un canal que me transportaba por mi propio peso y que a pesar de saber que era yo el que se transportaba, no se sentía de la misma forma; la masa que estaba acostumbra- do a soportar por mí mismo no se encontraba allí, era como si el agua fuese yo. Era un peso completo que caía por medio de una fuerza tan potente como el de la misma gravedad, aun no sabía de qué se trataba pero algo ya me daba indicios de esto que perseguiría en mi andar, acercándome al final, veo una construcción en ruinas. Las ruinas de algo que en su momento debió ser maravilloso y espectacular pero ya no lo es; de pronto fui consciente de la gravedad en su pleno vacío y me dejé caer libremente.
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  • 36. Sin siquiera pensar en resistirme, permití que esta estructura me transportara hacia donde quisiera llevarme; tan ligero como un pájaro que cae sin ninguna razón, como si sus alas ya no funcionaran. A medida que me acer- caba pude notar mi presencia reflejada al final del camino, en aquel momento choqué con tal magnitud que sentí como si hubiese atravesado mi propia existencia para remplazarla por una nueva y mejorada. El agua me acompañó hasta aquel momento, como era recurrente, y en cierto modo fue ella la que me impulsó y botó contra aquel elemento, probablemente dispuesto para que yo me golpeara contra él. Con el impacto todo se volvió borroso, otra vez; no sabía dónde me encontraba o como estaba físicamente, tal vez esa ligereza me hizo olvidar que era y a qué mundo pertenecía.
  • 37. imagen del estampilla- do contra el muro
  • 38. De nuevo me encontraba en un lugar oscuro, un lugar al parecer infinito y frío. ¿En qué momento iba a parar esta búsqueda, esta incertidumbre de andar llegando a lugares desconocidos, sin ningún propósito?. Aunque, pensándolo bien, si tenía un propósito en todo este revoltijo de emociones y sensaciones, buscarla a ella y hacerla parte de mí. Me percaté de que estaba acostado sobre un piso de textura dura, que a pesar de ser de piedra no se sentía frío, es mas era relativamente cálido al tacto; me paré y parpadeé tratando de ver algo dentro de esa oscuridad perpetua, al tercer pestañeo abrí los ojos, y todo apareció ante mis ojos. Era un lugar que no conocía, como siempre que me transportaba, sin embargo algo en el me pareció extraña- mente familiar, sus paredes blancas como la cal, su piso de piedra amarillenta calentado por el sol de la tarde, sus techos a un agua hechos con listones de Roble y cubiertos por tejas de barro, las ventanas orientadas hacia aquel patio central que organizaba todo el edificio; ¡Eso era!, en donde debería haber un gran Cerezo solo había agua, un gran espejo de agua. No era desagradable, pero me decepcionaba estar tan cerca de un lugar que fuera tan conocido para mí y que otra vez algo se interpusiera en mi camino, el agua. Como una ilusión apareció ella, se encontraba al otro lado del espejo, como si estuviera con los pies en el cielo y las nubes acompañaran su compás al caminar. Desde ese momento supe que las únicas dos cosas que tenía claras en esto que estaba viviendo eran que, primero estaba tratando de alcanzarla a ella, a como diera lugar y segundo, de alguna forma, aún no sabía cuál, el agua hacía que cambiara de un espacio a otro. A pesar de esto, tenía que llegar a ella, una vez más, debía intentar alcanzarla.
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  • 42. Caminé hacia el borde de aquel gran estanque y con un miedo y una incertidumbre absurdas puse un pie en el agua, nada pasó, sencillamente este se hundió y toqué el fondo, resbaloso y frío a pesar del sol que calen- taba el ambiente. Fui caminando con cautela hacia ella que se encontraba de espaldas a mí, cada paso que daba me llenaba de intriga y miedo no solo por la posibilidad de perderla, sino que a medida que seguía adelante la estructura de aquel edificio que rodeaba el espejo desparecía y solo quedaba la inmensidad del vacío celestial ante mis ojos; en determinado momento deseé no haber parpadeo, pues en una milésima de segundo la había perdido nuevamente, se desvaneció y no pude hacer nada para evitarlo. Desesperadamen- te me boté al agua buscando atravesar aquel límite entre el mundo celestial y el submarino, me acosté allí con la esperanza de poder transportarme a otro lugar donde pudiera volver a verla, pero nada pasó, simplemente me llené de ese líquido indeseado y frío; en medio de mi exasperación cerré los ojos en busca del llanto, y me volteé boca abajo; ya no tenía sentido lo que fuera que estaba viviendo, quería dejarme morir y evitar el dolor y el vacío que me generaba perderla tantas veces. En determinado momento mi perspectiva del mundo cambió, ya no me encontraba acostado, estaba de pie, posiblemente en uno de los bordes que contenían el espejo de agua, mirando hacia el suelo del estanque, este se abrió como una puerta inmensa invitándome a entrar en lo desconocido, sin pensarlo seguí adelante expectante por saber a dónde me conducirá nuevamente el destino. Poco a poco mi panorama se tornaba más claro, nuevamente estaba viajando por lo que parecía ser una tubería trasparente, mientras avanzaba podía distinguir a lo lejos lo que parecía mi siguiente escenario, a simple vista era una ciudad pero entre más cerca me encontraba del final de aquel canal el ambiente de mi transporte se tornaba turbio e incomprensible.
  • 43.
  • 44. De repente y sin darme cuenta me encontraba contemplando la ciudad que anteriormente había visto desde la lejanía de un plano existencial distinto a todo lo conocido, en ese momento me dispuse a entender el lugar en el cual me encontraba y el por qué estaba allí, fue entonces cuando me percaté de que al igual que en ocasiones pasada, me encontraba frente a aquel indeseable y escurridizo liquido del cual ahora solamente quiero escapar, por un instante pensé que esta sobre él pero luego de unos segundos note la existencia de lo que parecía ser un puente que sostenía mi existencia y me alejaba de todas mis dudas. No era una cuestión de miedo, tampoco una cuestión de angustia por lo inesperado, por lo inimaginable; era una búsqueda incansable de nuevas sensaciones, de nuevas experiencias, una búsqueda de lo impensable e impredecible, una necesidad de protegerla de lo que fuera que la estuviera atormentando. Y ahí estaba ella, justo a mi costado esperando ser contemplada a pesar de nunca haber mostrado sentimientos o cualquier tipo de humanidad; la monumentalidad del entorno en el cual nos encontrábamos la hacía más humana que la expresión misma de aquella imponente catedral a sus espaldas con todos sus detalles que evocan un cultu- ra llena de expresión, ¿que podía hacerla mas humana?, me dispuse entonces a observarla por unos segundos buscando entender como cada nuevo escenario al cual entraba la hacía parecer aún más perfecta que el anterior. De momento entre mis pensamientos y la realidad me percaté de que al igual que yo ella me observa- ba desde la distancia expectante por mi siguiente movimiento.
  • 45.
  • 46. Ya había visto muchas veces esos ojos negros, grandes e inexpresivos como la luna llena en una noche despe- jada y sin estrellas; en cuestión de segundos inicio su marcha hacia aquel hermoso pero tenebroso rio, por un instante pensé que la perdería de nuevo pero para mi sorpresa simplemente continuó´caminando sobre las aguas incitándome a seguirla a lo largo de aquel bello paseo. En ese momento me llene de valor, sin importar lo que el destino quisiese de mí salté´sobre aquella firme pero fría rejilla que me separaba de una caída a ese mundo que buscaba evitar a toda costa, cerré los ojos por un segundo mientras caía, solo para darme cuenta que sin importar lo pesado de mi ser, estaba cayendo de forma tal que al tocar la superficie del rio simplemente parecía ser una cama de plumas que me sostenía sobre lo desconocido. En ese instante me dispuse a seguirla, comencé a caminar encima del manto de plumas a mis pies sin quitarle la mirada de encima para no perderla de nuevo, de repente noté como mis pies poco a poco se humedecían a medida que avanzaba, bajé la mirada para ver que sucedía, solo para darme cuenta que aquella división que me protegía de caer en la desesperación había desaparecido bajo mis pies, el abatimiento intentaba locamente apoderarse de la situación pero a pesar de esto, al ver que no me hundía por alguna razón fuera de mi entendimiento, fue la esperanza de alcanzarla lo que me permitió seguir adelante.
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  • 54. A lo largo de esta caminata iba notando la existencia no solo de mi amada sino que también de grandes estructuras que nos acompañaban de forma monumental, en ese instante algo llamo mi atención al igual que la iglesia al principio de mi recorrido por esta ciudad, ante mí se presentaba un edificio de proporciones celes- tiales una obra completamente armónica que evocaba en mi un sentimiento de exaltación hacia el mundo humano, por un tiempo estuve observando aquella magnifica construcción buscando una forma de compren- der su importancia su forma su razón de ser, ya que en ella veía reflejada a mi amada, en ese instante la recordé y desperté de aquel sinfónico trance para continuar mi camino. Lleno de fe seguí caminando tras ella mientras me encontraba a mi mismo disfrutando de un paisaje urbano y cultural que me incitaba a no detenerme, poco a poco fui notando un cambio en mi estado, a medida que avanzaba dejaba una especie rastro de un color verde fluorescente el cual exaltaba las cualidades espacia- les de un manera trascendental, pero eso no importaba en lo más mínimo ya que por primera vez en esta encru- cijada llena de locuras y decepción me encontraba cerca de alcanzarla, a lo largo de este camino la calma que me transmitía el entorno llenaba mi ser a tal punto que no me percaté del momento en el cual habíamos abandonado aquella hermosa ciudad para adentrarnos en un mundo completamente desconocido, nueva- mente.
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  • 60. En aquel instante en el que fui consciente de mi nuevo paraje mi mente se estremeció por unos segundos, para luego buscar una explicación de cómo el entorno pasó de ser un recinto formal y humano a lo que parecía un tranquilo claro en un pequeño bosque a las afueras de alguna ciudad. Lo primero que pude notar al detallar este nuevo mundo en el cual me dejó la desembocadura de un espacio que ni bien puedo describir con palabras, era que todo a mi alrededor se encontraba en calma, a mi costado noté la presencia de un frondoso y oscuro bosque que al igual que ella, era inexplorable e incomprensible por mi mente. Esto me llevo a buscar una escapatoria en lo que a simple vista parecía otra expresión del mundo acuático del cual era cautivo, al detallarlo pude notar una figura flotando como un lirio en agua tranquilas y de inmedia- to supe que era ella, mi amante. En aquel momento me dispuse a analizar el lugar en donde me encontraba, note casi de inmediato las cualidades del manto acuático que tenía frente a mí; solo puedo describirlo como un camino ascendente sin final alguno, en el cual solo podía visualizar un elemento vertical que a simple vista me recordó la simbología religiosa de donde provengo, pero esto no era todo, a lo lejos se proyectaba una monumental estructura que por sus proporciones me invitaba a entrar y buscar refugio en ella. En aquel instante todo estuvo claro en mi mente, debía salvarla y llevarla conmigo a aquel refugio de paz en el cual podríamos estar juntos definitivamente, me dispuse a buscar la manera de lograr este cometido, mis obs- táculos eran más evidentes que mis ganas de estar con ella. El agua, aquel elemento voluble que no había hecho nada más que abrir una brecha cada vez que la esperanza desentrañaba un nuevo horizonte. El am- biente se volvió turbio, los demonios de mi interior me incitaban a dejar atrás todo por lo que he estado lucha- do, cerré mis ojos y me enfoqué en aquella estructura y su sinfónica relación con el infinito plasmado en la plani- cie acuática que como un espejo reflejaba las intenciones de la naturaleza en aquel claro.
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  • 66. Me acerque lentamente, mi alma llena de seguridad como nunca antes, cada paso significaba estar más cerca de lo que más añoraba, al llegar al borde de aquella infinita y pacifica escalinata de agua, el destino se puso de nuevo en mi contra la transparencia de la misma desapareció y como una tormenta en el océano todo el panorama tomo un tono hostil frente a mi presencia, asombrado decidí llevar mis pensamientos a la iglesia cer- cana, ya que ésta a pesar de la infame tempestad en el entorno continuaba firme debido a su materialidad en piedra que transmitía de por sí, un sentimiento de seguridad. Al recobrar el valor me dispuse a continuar, lo primero que note es que aquel magnífico símbolo se encontraba a mi costado, al parecer aquella tempestad se había desecho de él con el fin de plasmar cuál iba a ser mi destino si seguía por aquel oscuro camino; respire profundo y como la firme estructura en piedra frente a mí tome la cruz en mis brazos, sin importar lo pesado del material la hinque sobre aquella temeraria tempestad y como un barco a la deriva en busca de tierra firme me dispuse a rescatar a mi amada. La poderosa e implacable madre naturaleza atentaba contra mi voluntad física y mental, pero a pesar de su poderosa influencia nunca pasó por mi mente el rendirme, cada vez me acercaba más, el agua en su intento por absorber mi esencia iba corrompiendo lo único que me servía de soporte. Cada segundo que pasaba me encontraba más cerca de cumplir con mi objetivo; por fin la vi a mi costado derecho tan frágil como cuando mis ojos la percibieron por primera vez, de inmediato entendí que la parte física de mi cuerpo no podría acce- der a ella por lo que me hice con una pequeña pero firme rama que aquella corriente trajo hacia mi; mientras trataba de surcar aquella turbia situación, la tomé de un brazo y con las pocas fuerzas que aún quedaban en mi cuerpo, la acerqué hasta la orilla de la implacable estructura firme como roble, la cual por fin le daría paz a nuestra almas desorientadas.
  • 67.
  • 68. En un primer momento me dispuse a solo contemplar aquella bella dama, mientras mi cuerpo se llenaba de un sentimiento de satisfacción y seguridad, la adrenalina corría por mis venas, mi corazón a mil no dejaba de pal- pitar, por fin, sentí que era el momento de estar con aquella majestuosa figura, me acerque lentamente rogando que el ángel del destino nos permitiera estar juntos al fin, el ambiente se tornó oscuro y poco a poco empecé a perder la percepción de aquel armónico y seguro espacio en el cual estaba, cerré los ojos buscando paz en mi interior sin siquiera imaginarme que esa era la última vez que la vería.
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