Amar no es hacer lo que al otro le gusta sin rechistar. Amar también consiste en poner límites y en hacerle saber que lo que hace te afecta, para bien o para mal. Es mostrar a los demás la realidad y las consecuencias de sus actos. Cuando una persona no te trata bien, hacer como si no pasara nada es una falta de respeto, contigo y con él/ella. Si le quieres de verdad, tendrías que hacerle saber que te hace daño y actuar en consecuencia.
LA CENA DEL SEÑOR UN ESTUDIO BIBLICO PARA LA IGLESIA DE CRISTO
Amor y dependencia: Del Sometimiento al Equilibrio
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Amor y Dependencia: Del Sometimiento al Equilibrio
Hablar de la dependencia emocional sin perderse en clichés siempre me ha parecido algo así como
intentar pisar fuerte en un suelo movedizo. Tal vez es por eso que nunca me había animado a
escribir una entrada en este blog sobre el asunto en concreto aunque, como saben los lectores más
constantes, es un tema recurrente en lo que he ido publicando.
La información es constantemente ambivalente, y por eso es fácil que te hagas un lío
decidiendo si eres o no eres “dependiente emocional”. Esa duda ya resulta paradójica, pues
en el mundo de los afectos uno no es una cosa u otra, sino que hay tiempos, historias, lugares
y valores culturales en constante transformación, además de un entramado de variables que
hacen que resalten determinadas características de una persona, según su situación actual
en combinación con la manera de gestionar las relaciones afectivas.
Te habrás dado cuenta de cómo cada día se valora más la independencia y el
autoabastecimiento, aún en perjuicio de la vinculación con los demás. La persona autónoma
se suele identificar como aquella que no necesita de nadie. Buscar ayuda, desear amar y ser
amado/a es sinónimo de debilidad, y estas opciones se marginan en un sistema competitivo
que premia el individualismo. En el otro extremo, habrás visto o experimentado el
sometimiento a formas de relación afectiva que bloquean el desarrollo personal, invirtiendo
una cantidad de energía excesiva para tener, al menos, un asomo de placer en la compañía de
otra persona.
Por lo tanto, “dependencia” significa muchas cosas según el contexto en el que se use la
palabra, ya sea con una connotación de salud o de patología. En medio de las dos vamos y
venimos, andando a tientas mientras aprendemos a relacionarnos, caída tras caída.
Por alguna razón, lo que impera es el analfabetismo emocional. Impresiona cómo
aprendemos tan rápidamente a dominar el mundo perfeccionando la tecnología, inventando
productos que alargan la vida o medicinas contra todos los males, pero ignorando cada vez
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más el propio mundo afectivo y encontrándonos perdidos en los códigos de encuentro que,
recordemos, hacen parte de nuestra biología, por lo que no se pueden comprar en el
supermercado como un producto más.
El amor, por su parte, resulta siendo otro extraño que cuando aparece nos pone la vida patas
arriba y no hay por donde cogerlo, afortunadamente, porque si lo supiéramos, ya lo
habríamos envasado en frascos para venderlo a pequeñas dosis, solo a quienes pudieran
pagarlo.
Pero hay quienes están sufriendo -y esto si es real y objetivo- por la angustia que supone no
tener a la persona que se ama, o se cree amar, cerca y disponible. Sufren por el abismo en el
que se encuentran cuando pasan días o incluso horas y minutos sin recibir noticias, llegando a
aceptar migajas de cariño con tal de ser tomados/as en cuenta. Nadie desea sufrir. Sería
injusto decir que alguien disfruta pasándolo mal. Pero, por razones que superan la
comprensión inmediata, hay personas que han olvidado que se puede vivir de otra manera.
Si crees que necesitas revisar tu forma de relacionarte afectivamente, estas son algunas pistas que
pueden ayudarte a sacar conclusiones y a buscar ayuda si lo consideras necesario:
- Cuando, a pesar de no sentirte satisfecha/o con la relación permaneces porque, por mal que
lo estés pasando, te parece que es mejor que estar sola/o
- Cuando el maltrato hace parte de tu relación afectiva y en vez de poner límites lo justificas,
poniendo así el ancla en tu propio infierno
- Cuando pasas el tiempo esperando una llamada que difícilmente llega, mientras dejas de
hacerte cargo de tu propia vida
- Cuando, a pesar de intentar dejarlo después de cada pelea o situación desagradable,
vuelves porque te parece imposible acabar con esta relación
- Cuando la palabra “NO” deja de existir en tu vocabulario
- Cuando haces cosas que no te gustan creyendo que así vas a retener a la otra persona
- Cuando, a pesar de que te trata mal, te ignora o te desprecia, sigues pensando que cambiará
si tú te portas bien
- Cuando después de cada experiencia frustrante, te convences de que fue tu culpa porque
eres un desastre
- Cuando tu tiempo, tu pensamiento y/o tu espacio es ocupado casi totalmente por esa
persona y se quedan atrás trabajo, familia, amigos y tiempos de soledad
- Cuando esperas ser tú la excepción, a pesar de haberte dicho que no está dispuesto/a a
comprometerse con nadie
- Cuando, a pesar de que las condiciones actuales no se parecen en nada a las del inicio de la
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relación (tiene pareja pero no lo sabías, consume drogas, alcohol u otras sustancias en exceso
y no lo habías notado, no es tan amable como era al principio…) permaneces aceptando las
nuevas formas aunque no te gusten
- Cuando no puedes dejar de llamarle, presentarte en su casa o en su trabajo, escribirle
emails y mensajes de texto… aunque no te responda.
- Cuando, a medida que aumenta su distanciamiento, más te aferras tú, y cuanto más lejos se
encuentra, con más desesperación buscas su contacto.
Amar no es hacer lo que al otro le gusta sin rechistar. Amar también consiste en poner límites
y en hacerle saber que lo que hace te afecta, para bien o para mal. Es mostrar a los demás la
realidad y las consecuencias de sus actos. Cuando una persona no te trata bien, hacer como si
no pasara nada es una falta de respeto, contigo y con él/ella. Si le quieres de verdad, tendrías
que hacerle saber que te hace daño y actuar en consecuencia.
La idea del amor romántico, gran responsable de estas distorsiones de los afectos, así como
la historia personal, el carácter individual, los modelos afectivos o los valores inculcados, son
como piezas de una construcción que forman la estructura de las relaciones afectivas. Es por
esto que deberíamos tener mas cuidado al elegir a la pareja, así como lo tenemos con otras
cosas. A veces gastamos más tiempo y consciencia eligiendo la nevera, los muebles o el color
del suelo, que a la persona que nos acompañará en la vida y parecemos confiar en que Cupido
va a hacerse cargo de lo que va mas allá del flechazo. O también pensamos que será
suficiente con ser buena gente, sin tomar en cuenta que cuando a uno no lo quieren bien,
difícilmente puede hacer brillar tantas cualidades.
No es de aplaudir a quien pasa la vida como Penélope, esperando que su Ulises se decida por
fin a volver después de sus aventuras por el mundo para curarle las heridas. Tampoco lo es
vivir de espaldas a correr el riesgo de caer en el amor. Considero que la salud consiste en la
capacidad de decidir sobre la propia vida de cara a la realidad, con la confianza de que lo que
no se sabe siempre se aprende, y de que lo que se pierde se puede reencontrar gracias a la
afortunada capacidad de regenerarnos.
La Terapia Psicológica en la Dependencia Emocional:
Después de leer lo anterior podrás pensar que no he dicho nada nuevo y tienes razón, pues
nadie más que tú sabe lo que se siente en esta situación. Posiblemente ya has intentado una o
varias soluciones, habrás leído libros, asistido a conferencias, tomado medicamentos, y nada
ha funcionado por mucho tiempo.
La dependencia emocional no es un asunto fácil. Como decía antes, hay un entramado de
variables que la conforman y no es suficiente con atender a una sola de ellas. Como en otras
dificultades humanas, un proceso de análisis personal y de reconstrucción de la identidad es
fundamental para comprender y cortar de raíz las condiciones que llevan a asumir relaciones
que nos enferman y que no nos satisfacen.
El sentimiento de abandono, la incapacidad de estar solo/as, la inseguridad o la disposición al
sufrimiento, no son aspectos del carácter que se puedan resolver con una lista de tareas que
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se cumplen juiciosamente durante un mes. Hay que investigar, revisar los aspectos de la
historia, replantear los modelos integrados a lo largo de la vida y recuperar la capacidad
bioenergética para un funcionamiento natural.
La Psicoterapia ofrece recursos que ayudan a recuperar estas capacidades, combinando el
aspecto psicológico con las habilidades psicosociales que permitan la reconstrucción de una
vida emocional sana, equilibrada y satisfactoria.
María Clara Ruiz