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Capítulo 8.2
1. Capítulo 8
Observando desde las alas.
-segunda parte-
Movió sus alas cerca de su cuerpo, disminuyendo su descenso al lado sur de la propiedad. Ahí
estaba el techo blanco de la glorieta y una vista aérea de los jardines. Ahí el camino iluminado
por la luz de la luna por el cual debía caminar unos momentos atrás, escabulléndose de la casa
de su padre después que todo el mundo estuviera dormido. Su camisón estaba cubierto por
una manta larga y negra, su modestia había sido olvidada con el afán de encontrarlo.
Y ahí —la luz en la sala del único candelabro que la había llevado a él— Las cortinas estaban
ligeramente separadas. Lo suficiente para que Daniel observara sin ser visto. Llego a la
ventana del segundo piso de la casa grande y dejo que sus alas se batieran ligeramente,
situándose afuera como un espía.
¿Si quiera estaba allí? Inhalo lentamente, dejo que sus alas se llenaran de aire y presiono su
cara contra el cristal
Simplemente Daniel en la esquina dibujando frenéticamente en su cuaderno. Su antiguo yo
lucia agotado y triste. El podía recordar exactamente el sentimiento —observando la manecilla
negra del reloj en la pared, esperando por cada segundo para que atravesara la puerta.
Había estado tan sorprendido cuando ella se escabullo cerca de él, en silencio, casi detrás de la
cortina. Estaba sorprendido de nuevo cuando lo hizo ahora. Su belleza esta noche estaba más
allá de sus más irreales expectativas. De hecho todas las noches.
Las mejillas sonrojadas con el amor que sentía pero no entendía, su pelo negro cayendo en
una estrella brillante. Su fino camisón flotando sobre esa perfecta piel. En ese momento su
propio pasado dio vueltas. Cuando vio la preciosa vista frente a él, era obvio el dolor en su
rostro.
Si hubiera habido algo que Daniel pudiera haber hecho para llegar y ayudar a su antiguo yo a
atravesar esto lo hubiera hecho. Pero todo lo que podía hacer era leer sus labios.
¿Qué estás haciendo aquí?
Luce se acerco con las mejillas sonrosadas. Los dos se movieron como imanes —arrastrados
en ese momento por una forma superior a ellos, luego repelidos con casi el mismo vigor al
instante siguiente.
Daniel permanecía afuera mirando con dolor.
No podía observar.
Tenía que observar.
La manera en que se acercaron al otro fue tentativa, hasta el momento en que su piel se
encontró con la de ella. Luego, instantáneamente se convirtieron en, hambrientos
apasionados. Ni siquiera se estaban besando, solo estaban hablando.
Cuando sus labios casi se tocaban, sus almas también lo hacían. Una ardiente y pura aura sal
rojo vivo se formaba a su alrededor y ninguno de ellos era consciente.
Era algo que Daniel nunca había presenciado desde lejos.
¿Era esto lo que su luce se convertía después? ¿La prueba visual de cómo su amor era
verdadero? Para Daniel, su amor era una parte de él tanto como sus alas. Pero para Luce,
debía ser diferente. Ella no tenía acceso al esplendor de su amor, solo a su ardiente final.
Cada momento era una revelación total. Con un suspiro puso su mejilla contra el cristal.
Dentro su antiguo yo estaba cediendo, perdiendo la resolución que de todos modos había sido
una farsa desde el principio. Sus maletas estaban empacadas, pero era Lucinda quien se debía
que ir.
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2. Ahora su antiguo yo la tomaba en sus brazos. Incluso a través de la ventana, Daniel podía oler
la rica y dulce esencia de su piel. Se envidiaba a sí mismo, besando su cuello, pasando sus
manos por su espalda. Su deseo era tan intenso que podía haber roto la ventana si no se
hubiera permitido contenerse.
Oh, lo dejaría, lo permitiría a su antiguo yo que durara un poco más. Un beso más. Un dulce
toque más antes que el cuarto temblara y los anunciantes empezaran a temblar en sus
sombras.
El vidrio se calentó contra su piel. Estaba pasando.
Quería cerrar los ojos pero no pudo. Lucinda se retorcía en los brazos de su antiguo yo. Su
rostro se contorsionaba por el dolor. Miro hacia arriba, y sus ojos se ampliaron ante la vista de
las sombras danzando en el cielo.
La casi comprensión de algo era demasiado para ella.
Ella grito. Y estallo en una torre brillante de llamas.
Dentro del cuarto, el antiguo Daniel fue enviado contra la pared. Cayo y yacio acurrucado,
siendo nada más que la silueta de un hombre. Hundió la cara en la alfombra y se estremeció.
Afuera. Daniel observaba con un asombro que nunca había sentido antes como el fuego subía
por las paredes y silbaba como una salsa a fuego lento —luego se desvanecía sin dejar rastro
de ella— Milagrosamente cada pulgada del cuerpo de Daniel hormigueaba. Si él no hubiera
visto como su propio yo era destruido de manera tan contundente, podría haber encontrado el
espectáculo de la muerte de Lucinda casi hermoso.
Su antiguo yo lentamente se puso de pie. Su boca se abrió y sus alas escaparon de su abrigo
negro, ocupando la mayoría de la habitación. Levanto los puños hacia el cielo y grito.
Afuera Daniel no pudo soportarlo más. Estrello su ala contra la ventana, lanzando fragmentos
de vidrio a la noche. Luego atravesó el irregular agujero.
—¿Qué estás haciendo aquí? —su antiguo yo exclamo con las mejillas llenas de lagrimas.
Con ambos pares de alas completamente extendidas, casi no había espacio para ellos en la
enorme habitación. Empujaron hacia atrás los hombros tanto como pudieron y se alejaron del
otro. Ambos sabían el peligro de tocarse.
—Estaba observando —Daniel dijo.
—¿Tu… que? ¿Volviste para observar? —su antiguo yo extendió sus brazos y alas— ¿Es esto lo
que querías ver? —la profundidad de su miseria era dolorosamente clara.
—Esto tenía que pasar Daniel.
—No me alimentes con esas mentiras. No te atrevas. ¿Has vuelto para pedir de nuevo la
opinión de Cam?
—¡No! —casi le grita Daniel a su antiguo yo.
—Escucha: va a haber un momento, no muy lejano cuando tendremos la oportunidad de
modificar este juego. Algo ha cambiado y las cosas son diferentes. Tendremos la oportunidad
de detener el hacer esto una y otra vez. Cuando Lucinda al menos pueda…
—¿Romper el círculo? —su antiguo yo susurro.
—Si —Daniel estaba empezando a sentirse mareado. Había demasiado de ellos en la
habitación. Era tiempo de irse—. Tomara algo de tiempo —instruyo, dándose la vuelta
mientras alcanzaba la ventana— Pero mantén la esperanza.
Luego Daniel se deslizo por la ventana rota. Sus palabras —Mantén las esperanza— hacían eco
en su cabeza mientras atravesaba el cielo y se internaba en las sombras de la noche.
Web: The Fallen Saga
Fuente: Purplerose1
Traducido por: Dark Bass
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